Literatura


Miguel de Cervantes


1.- INTRODUCCIÓN

Poeta, novelista y dramaturgo, considerado como el más grande escritor español de todos los tiempos, y uno de los mejores escritores universales. Su obra más conocida, la Historia de El Quijote de la Mancha, ha trascendido todas las fronteras y todas las culturas.

El retrato más fidedigno que se conoce de Miguel de Cervantes se debe a su propia pluma, con la que trazó su "rostro y talle" en el prólogo a las Novelas ejemplares:

"Éste que veis aquí, de rostro aguileño, de cabello castaño, frente lisa y desembarazada, de alegres ojos y de nariz corva, aunque bien proporcionada; las barbas de plata, que no ha veinte años que fueron de oro, los bigotes grandes, la boca pequeña, los dientes ni menudos ni crecidos, porque no tiene sino seis, y ésos mal acondicionados y peor puestos, porque no tienen correspondencia los unos con los otros; el cuerpo entre dos estremos, ni grande, ni pequeño, la color viva, antes blanca que morena; algo cargado de espaldas, y no muy ligero de pies; éste digo que es el rostro del autor de La Galatea y de Don Quijote de la Mancha, y del que hizo el Viaje del Parnaso, a imitación del de César Caporal Perusino, y otras obras que andan por ahí descarriadas y, quizá, sin el nombre de su dueño. Llámase comúnmente Miguel de Cervantes Saavedra. Fue soldado muchos años, y cinco y medio cautivo, donde aprendió a tener paciencia en las adversidades. Perdió en la batalla naval de Lepanto la mano izquierda de un arcabuzazo, herida que, aunque parece fea, él la tiene por hermosa, por haberla cobrado en la más memorable y alta ocasión que vieron los pasados siglos, ni esperan ver los venideros, militando debajo de las vencedoras banderas del hijo del rayo de la guerra, Carlo Quinto, de felice memoria".

2.- INFANCIA

  • Alcalá de Henares

No fue hasta mediados del siglo XVIII cuando Alcalá de Henares se confirmó como cuna de Miguel de Cervantes gracias al descubrimiento de su acta de bautismo fechada el 9 de octubre de 1547. Este documento, que localiza el hecho en la iglesia de Santa María la Mayor viene a despejar el conflicto entre las diez ciudades españolas que se lo disputaban como hijo.

Los Cervantes comienzan en Juan de Cervantes, abuelo de Miguel. Éste nace en Córdoba en el año 1470, estudia en Salamanca la carrera de Derecho y se casa, hacia el 1500, con Leonor de Torreblanca. Establecido por su trabajo en Alcalá de Henares, en 1509 nacerá su segundo hijo, Rodrigo, que será el padre de Miguel.

Tras una vida itinerante, en el año 1538 don Juan de Cervantes y doña Leonor se separan. Ella quedará en Alcalá con dos de sus hijos y viviendo en condiciones muy precarias, mientras que él se establece en Córdoba donde se convierte en abogado de la Inquisición. Así, Rodrigo de Cervantes, establecido en Alcalá y tras un primer periodo de participación en la alta sociedad de la villa, comienza, tras la separación de sus padres, una nueva etapa bien diferente.

En 1542, ya casado con Leonor de Cortinas, única hija de un matrimonio de campesinos de Arganda que no aceptan el casamiento, comienza a ejercer el oficio de médico cirujano, oficio por aquella época poco reconocido y similar al de un artesano más. El matrimonio también es desaprobado por parte de Juan de Cervantes.

En el plazo de seis años nacerán, fruto de este matrimonio, cuatro hijos: Andrea, Luisa, Miguel y Rodrigo. Todo esto, junto con el mantenimiento de su madre, obliga a Rodrigo, novato todavía en su profesión, a trabajar en las tareas más humildes y aceptar al primero que llega por clientela.

En marzo de 1551, y como consecuencia de su precaria situación, la familia al completo decide trasladarse a Valladolid, donde buscan un acomodo propiciado por la prosperidad de esta ciudad. Cincuenta años después, Cervantes disfrutaría del éxito en esta misma ciudad.

  • Valladolid

Valladolid, por aquella época en plena expansión y desarrollo, parecía una gran capital comercial y económica. Las expectativas que empujaron a Rodrigo de Cervantes y su familia a trasladarse a Valladolid (1551) en busca de un mejor nivel de vida tornaron, en poco tiempo, en una realidad completamente distinta.

De esta manera, la familia Cervantes se instala con una gran profusión de medios en un piso del barrio de Sancti Spiritus. El optimismo de Rodrigo, en vista de su futuro éxito, le lleva a poner un criado a su servicio y buscar un ayudante. Pero todo el entusiasmo e inversiones realizadas no dan los resultados deseados a muy corto plazo, por lo que a finales de ese mismo año, y con el fin de saldar una deuda pendiente, se ve en la necesidad de solicitar un préstamo, pero al vencimiento del plazo acordado, Rodrigo de Cervantes es incapaz de pagar ni siquiera los intereses, con lo que en julio de 1552 ingresa en prisión y le embargan sus pertenencias. A partir de aquí comienza una etapa en la que es liberado en tres ocasiones bajo fianza, ingresando de nuevo a continuación en prisión por su continua condición de insolvente.

Por fin, a principios del año 1553, y tras haber vendido el mobiliario de la casa alquilada para poder saldar sus deudas, es puesto en libertad y toma la decisión de abandonar Valladolid. Miguel de Cervantes, su hijo, que por aquellos tiempos ya tenía cinco años, no ha dejado ninguna referencia en sus obras a esta etapa.

  • Córdoba

Tras la salida de Valladolid después de una azarosa etapa, Rodrigo de Cervantes regresa a su ciudad natal, Alcalá, donde permanece el tiempo suficiente para reconstruir su trastocada situación económica. A continuación decide poner rumbo a Córdoba (1553). Llega a la ciudad acompañado únicamente por su madre, doña Leonor de Torreblanca, quedando en Alcalá su mujer y sus hijos. El reencuentro con don Juan de Cervantes, su padre, no tuvo un inicio muy cordial pero, con el transcurrir del tiempo, las relaciones entre padre e hijo van mejorando y don Juan le consigue trabajos de cirujano en la prisión del Santo Oficio y en el hospital de la Caridad.

Una vez establecido en la ciudad, Rodrigo decide traer a su familia. Es en Córdoba donde Miguel comenzará sus primeros estudios, aprendiendo a leer y a escribir, y demostrando un gran interés por la lectura. Estos primeros pasos académicos los dio en la academia de Alonso de Vieras, pariente de la familia Cervantes.

Más tarde, continúa su formación con los jesuitas cordobeses. El teatro de títeres y las representaciones ambulantes de Lope de Rueda dejarán en el joven Miguel una fructífera huella, así como la picaresca cordobesa de la época, que debió frecuentar en alguna ocasión.

El equilibrio que Rodrigo había conseguido en Córdoba se ve truncado cuando en marzo de 1556 muere su padre, don Juan de Cervantes. Al año siguiente, fallece también su madre, doña Leonor de Torreblanca. Deciden así partir hacia Granada, desde donde -tras estar con su hermano Andrés- ponen rumbo hacia Sevilla, ciudad por aquel entonces en pleno desarrollo y considerada la más importante de la Península.

3.- JUVENTUD

  • Sevilla

Manteniendo su trabajo de cirujano en la parroquia de San Salvador, uno de los barrios más ricos de la ciudad, Rodrigo comienza también a regentar unas casas en alquiler. Miguel, ya con dieciocho años, continúa sus estudios en los jesuitas sevillanos donde tiene como maestro al padre Acevedo, autor de comedias que eran representadas por los alumnos ante la alta sociedad sevillana.

Esta influencia, unida a la honda impresión que causaron en Miguel los pasos de Lope de Rueda, consolidará su amor por el género teatral. Por primera vez, comienza a escribir piezas dramáticas de carácter realista que le otorgaban cierta popularidad entre la sociedad de las calles sevillanas, ante un público ingenuo y acrítico. Mientras, la mayor de los hermanos de Miguel, Andrea, da a luz una hija fruto de sus relaciones ilegítimas con un noble de nombre Nicolás de Ovando; la niña, llamada Constanza, dará nombre a las heroínas que posteriormente su tío Miguel creará en sus obras.

A principios de 1565, y tras asistir a una ejecución en la plaza de San Francisco que el joven Miguel graba en su memoria, parte la familia de regreso a Alcalá, donde asisten al ingreso en el convento del Carmelo de la Concepción de Luisa -otra de las hermanas de Miguel -que tiempo después llegará a ser priora.

En este mismo año, pasan por Córdoba, donde estuvieron presentes en el entierro de Lope de Rueda. Ya de vuelta en Sevilla, el cirujano se verá envuelto otra vez en un proceso judicial por deudas.

Su hija Andrea, que había permanecido en la ciudad, consiguió demorar el proceso, pero Rodrigo decide abandonar Sevilla y dirigirse a Alcalá, donde su suegra doña Elvira de Cortinas había fallecido dejando una hacienda nada despreciable. Es ya el año 1566 cuando se instalan en Madrid.

  • Madrid

Rodrigo de Cervantes, ya instalado en Madrid con su familia a finales de 1566, ve cómo la ciudad comienza un fuerte desarrollo demográfico, debido a la llegada de la corte de Felipe II a la ciudad. El monarca llega a Madrid con objeto de poder controlar las obras que se realizan en El Escorial, y cumpliendo el deseo de su padre, el Emperador Carlos, que dispuso asentar la capital de "las Españas" en el centro geográfico peninsular.

En este entorno, el padre de Miguel abandona su profesión de cirujano y, gracias a la herencia de los Cortinas, familia de su mujer, obtiene un pequeño patrimonio que es suficiente para que Rodrigo comience a realizar préstamos y otras operaciones de tipo financiero con comerciantes europeos.

Se dedica al hospedaje o regencia de alguna casa, dada su experiencia en Sevilla, y es así como entra en relación con los negociantes italianos Pirro Bocchi y Francesco Musacchi, y con un cómico que perteneció a la compañía de Lope de Rueda, de nombre Alonso Getino de Guzmán, el cual era organizador de los espectáculos y fiestas de Madrid.

Andrea, la hermana de Miguel, conservaba aún la intención de casarse con Nicolás de Ovando, padre de su hija, el cual había llegado a la ciudad antes que ellos. Sin embargo, tras varios infortunios y el total abandono, la joven recibe una espontánea donación, casi con carácter de dote matrimonial, por parte de Juan Francisco Locadelo, un comerciante italiano agradecido por las atenciones y curas que había recibido de Andrea.

Miguel, que ya cuenta veinte años, escribe, gracias a la influencia de Getino, un soneto para el nacimiento de la segunda hija de Felipe II e Isabel de Valois, la infanta Catalina Micaela. Este soneto es muestra del resultado de los cursos de Retórica y Preceptiva Literaria que forman parte de los estudios de gramática que realiza con los jesuitas, y trata de una pieza poco elaborada.

Tanto sus relaciones con Pedro Laýnez, López Maldonado y Gálvez de Montalvo, como sus visitas al Corral de la Cruz y al Corral de la Pacheca, favorecen los comienzos de Miguel en el mundo de las letras. Incluso Juan López de Hoyos (rector del "Estudio de la Villa") le pide alguna colaboración en las exequias realizadas tras la muerte de la reina durante el parto de un niño que también muere.

El soneto, la copla, las redondillas y la elegía que Miguel escribe son muestras prometedoras del estilo y conceptos del autor, si bien no volverá a ejercitar esta vocación poética hasta quince años después.

El 15 de septiembre de 1569 se levanta orden por la que se decreta prisión para el estudiante Miguel de Cervantes debido a un duelo en el que cae herido un tal Antonio de Sigura. La condena supone un destierro del reino durante diez años y la amputación de la mano derecha, lo que lleva a Miguel a huir a Sevilla y de ahí partir hacia Italia.

  • Roma

La llegada de Miguel de Cervantes a Roma se produce a finales del año 1569. Consigue referencias facilitadas por Rodrigo, su padre, que cuenta con el aval de Alonso Getino de Guzmán, por aquel entonces alguacil de Madrid, y de Pirro Bocchi y Francesco Mussachi, que eran los banqueros italianos que mantenían relaciones con la familia Cervantes.

Comienza entonces a trabajar al servicio de monseñor Acquaviva, joven patricio de veintitrés años que en 1570 será elevado a cardenal. Miguel desempeña la labor de criado distinguido, de ayuda de cámara. Durante esta estancia, no desaprovechará la ocasión para conocer varias obras maestras italianas. Ansioso de mayores empresas, ya en ese mismo año decide abandonar el palacio de su señor y adquirir el compromiso de servir al rey.

Toma el camino de la carrera militar y parte en dirección a Nápoles, donde se incorpora a la unidad dirigida por don Álvaro de Sande. Es en mayo de 1571, una vez constituida la Santa Liga y formada la armada de don Juan de Austria, cuando comienzan importantes movimientos de españoles que se incorporan a la nueva flota. Así encontramos junto a Miguel a Pedro Laýnez y López Maldonado, compañeros suyos en sus inicios en las letras, y a otros escritores como los poetas Cristóbal de Virués, autor de El Montserrate, o Rey de Artieda, que más tarde contarán con su amistad.

Es de destacar la llegada a Italia, en el verano de 1571, de la compañía de Diego de Urbina. Aquí es donde Rodrigo, el hermano menor de Miguel, presta sus servicios militares. Impulsado probablemente más por necesidad que por convicción, nuestro protagonista decide unirse a esa misma compañía, rechazando iniciar la carrera eclesiástica o partir hacia las Indias, otras alternativas a las que Miguel, por su condición de hidalgo, podía acceder.

  • Lepanto

La batalla de Lepanto forma parte importante en la vida de Miguel de Cervantes. Siempre se mostró orgulloso de haber participado en esta campaña.

Miguel, pese a encontrarse enfermo de malaria, combatió en el esquife del navío con gran valor, soportando los asaltos de los turcos. En un lance de la lucha recibe dos impactos de arcabuz en el pecho y uno en la mano izquierda, que se le quedará inútil.

El balance del enfrentamiento no es bueno para ninguno de los dos bandos pues los muertos se cifran en treinta mil turcos y alrededor de diez mil soldados de las tropas aliadas, mientras que los heridos ascienden a un total de sesenta mil. Miguel, gravemente herido, regresa con la flota e ingresa en el hospital de la ciudad de Mesina.

Allí pasará varios meses de recuperación hasta que, en abril de 1572, vuelve a incorporarse al servicio. Es aquí cuando es promovido a "soldado aventajado", término similar en su significado a lo que hoy entendemos por "soldado de élite". Este ascenso le supondrá ingresar tres ducados al mes.

  • Soldado aventajado

Tras la promoción que se le concede a Miguel como "soldado aventajado" por su labor y sus méritos en la batalla de Lepanto, éste se incorpora al tercio de don Lope de Figeroa, en la compañía del capitán Manuel Ponce de León. En el mes de julio de 1572, parten a Corfú y de allí se dirigen hacia el golfo de Navarino con intención de acorralar a la flota turca.

Miguel, aún recuperándose físicamente, no actuó en esta expedición, aunque sí fue testigo de los acontecimientos. Al año siguiente, se realiza una nueva campaña con ciento setenta naves y veinte mil soldados, entre los que está Miguel de Cervantes. El objetivo es llegar a Túnez y restaurar la soberanía de Muley Hamida, al que Euldj Alí había derrocado hacía tres años.

En octubre de 1573, se produce el desembarco y se toma Túnez. Queda guarnición española en la ciudad, pero Miguel de Cervantes vuelve a la bahía de Nápoles en las galeras. En el invierno de 1574, Miguel va desde Palermo a Nápoles. Se volverá a reunir con su hermano Rodrigo. En este mismo año abandonará la carrera militar por la escasez en la que se encuentra su familia.

Esta etapa italiana deja huella en obras como Viaje del Parnaso, La Galatea, Novelas Ejemplares y Los trabajos de Persiles y Segismunda. En Nápoles, Miguel hubo de disfrutar de los mejores momentos de esta época. Petrarca, Bocaccio, Ariosto, Boiardo y otros autores serán fuente de lectura para Miguel, aunque su posterior producción literaria no se limitará a la imitación de estos grandes de las letras italianas. Bien entrado el año 1575, y llevando consigo sendas cartas de recomendación de don Juan de Austria y del duque de Sessa, Miguel embarca en Nápoles con dirección a Barcelona.

La fragata "El Sol" que transporta a Miguel y a su hermano, junto a algunos camaradas y varias personalidades, sufre la consecuencia de una fuerte tormenta. Separada de las otras tres naves que la acompañaban y desviada de su ruta, "El Sol" es abordada por corsarios berberiscos. Tras la lucha, en que mueren varios tripulantes y el propio capitán, los supervivientes fueron trasladados a los navíos berberiscos y conducidos hasta Argel.

  • Prisionero en Argel

Junto a la desesperanza, al verse cautivo por los corsarios, nace en Miguel de Cervantes la sorpresa del encuentro con Argel. La imagen de una ciudad enormemente poblada, dinámica y rica surge como contraste a lo que nuestro protagonista esperaba de ella.

Argel debe su esplendor fundamentalmente al saqueo de los navíos cristianos y al apresamiento de españoles e italianos en las zonas costeras. Las cartas de recomendación, que en un principio le fueron entregadas con el fin de obtener a su vuelta a España un indulto o un trabajo de cierto privilegio, fueron a la postre las que originaron que, ya como cautivo en Argel, fuera entegrado al segundo de a bordo de uno de los navíos berberiscos que les abordó.

Esto le evita el suplicio del mercado de esclavos, pero provoca que su dueño decida solicitar la elevada cifra de quinientos escudos de oro como rescate. Rodrigo, el hermano menor, correrá la misma suerte, aunque su recompensa se cifra en trescientos escudos.

Esta época, en Argel convivían cristianos y corsos con cierta armonía. Se supone que nuestro cautivo, por la incapacidad de su mano izquierda, disfruta del privilegio de poder deambular por la ciudad. Se nos presenta una sociedad abierta, su organización político-social, las características de la religión islámica, y otros rasgos de interés.

Mientras, ante las escasas posibilidades de que su familia lograra reunir el dinero necesario para pagar el rescate, Miguel comienza a meditar la posibilidad de una huida. En los primeros meses de 1576 realiza, junto con otros compañeros, una escapada.

El abandono del moro que los guiaba hacia Orán provocó su regreso a Argel y la vuelta al cautiverio, agravándose su penuria. En abril del mismo año el cirujano Rodrigo de Cervantes intenta obtener la suma a que asciende el rescate, mas no consigue resultados. Acude al Consejo Real y al Consejo de Castilla pero se le niega la ayuda económica. Ante esta preocupante situación, Leonor de Cortinas, la madre, se presenta ante el Consejo de la Cruzada fingiendo ser viuda. Sus súplicas verán respuesta el 16 de diciembre, cuando recibirá un préstamo para el rescate.

No obstante, la suma que les entregan parece no ser suficiente pues el importe del rescate aumenta. Miguel renuncia a sus derechos de primogénito y consigue que sea liberado su hermano Rodrigo. Éste llega a España a mediados de 1577 y consigue enviar, desde Palma, una fragata en busca de su hermano y de otros compañeros, que se habían evadido hacía tiempo y permanecían escondidos en una gruta cercana a las costas.

Un renegado apodado El Dorador, sabedor del asunto, lo pone en conocimiento de Hasán, rey de Argel, que consigue apresar a los fugitivos antes de que la fragata llegue a su destino. Miguel, demostrando su ya conocida valentía, se reconoce como cabecilla y único culpable. Lejos de ser colgado, como hubiera sido lo normal en la época, se le encarcela durante cinco meses.

Miguel vuelve a intentar la escapada en marzo de 1578. Envía un moro a Orán con cartas para personajes influyentes pero el moro será capturado y ejecutado, mientras que Miguel, firmante de las misivas, será condenado a recibir dos mil palos. Su condición de esclavo ilustre le salva también en esta ocasión de una muerte segura.

Mientras tanto, su hermano Rodrigo, ya liberado, realiza una petición al Consejo de Castilla que es denegada. Miguel continúa así su cautiverio, aunque conservará su prestigio. Este prestigio le lleva a recibir ofertas de reconversión, de convertirse en renegado y comenzar una nueva vida bajo el Islam, pero el cautivo permanecerá fiel a su fe católica.

En noviembre de 1579, vuelve a fracasar un nuevo intento de escapada y Miguel volverá a asumir las responsabilidades. En esta ocasión es amenazado con la horca y se le vuelve a encarcelar otros cinco meses.

Es ahora cuando Fray Juan Gil, procurador general de la Orden de la Trinidad, llega a Argel en mayo de 1580. Tras obtener la suma del rescate de Miguel es puesto en libertad. Antes de partir hacia las costas españolas, Miguel se encargará de demostrar la falsedad de las acusaciones vertidas contra él.

  • Adiós a las armas

El 27 de octubre de 1580 desembarca en Denia, al norte de Alicante, un navío que lleva como pasajeros a seis cautivos liberados. Entre ellos se encuentra Miguel de Cervantes. De allí partirán a Valencia, donde tres días después serán recibidos con una calurosa acogida, y Miguel no llegará a Madrid hasta un mes después.

Antes gestiona desde Valencia un subsidio para poder devolver los préstamos que su familia había recibido para pagar su rescate. También quería confirmar que el asunto Sigura no le supondría problemas a su llegada a Castilla. Mientras, en Valencia, seguirá ejercitando su capacidad de observador. Visitará con asiduidad a Timoneda, que era el editor de las comedias de Lope de Rueda, y se relacionará con los poetas de la ciudad. Al fin, en diciembre llega a Madrid. El reencuentro con su familia fue emotivo, pero las circunstancias eran bastante penosas.

Miguel comienza sus gestiones con el Consejo de Castilla en el intento de obtener alguna gratificación, la cual le es negada. Decide, entonces, dirigirse a la Corte, pero Felipe II la había abandonado. Convocadas ya las Cortes portuguesas, Miguel se dirige hacía allí. Todo lo más que puede conseguir es una misión en Orán, durante el mes de junio de 1581, que le reportará pocos beneficios y muchos recuerdos. Regresará a Cartagena y se dirigirá a Lisboa, ciudad en la que Felipe II había establecido su residencia.

Miguel permanecerá allí hasta el invierno. En febrero de 1582 vuelve a Madrid. Intenta sin resultados ser enviado a las Indias. Todo esto, junto a su manifiesto rechazo a la vida cortesana, le alejará de los círculos de poder. Durante este tiempo, Miguel destinó sus días a escribir su novela pastoril, La Galatea.

4.- MADUREZ

  • La Galatea

El regreso de Lisboa a Madrid, terminando el año de 1581, enfrentará de nuevo a Miguel con las adversidades económicas de sus padres. Cervantes reanudará las relaciones con su antiguo maestro López de Hoyos, que se convertirá en confidente de sus historias y de la obra que estaba gestando, La Galatea. Miguel recuperará sus antiguas amistades literarias, destacando su estrecho vínculo con Pedro Laýnez y Francisco de Figeroa.

También tendrá buen trato con poetas líricos contemporáneos como Pedro de Padilla, Juan Rufo, su viejo amigo Gálvez de Montalvo, su compañero en Italia Maldonado, y otros. La poesía está en una situación muy adversa por aquel entonces, pero esto no impide que los libros que publican las amistades de Miguel a partir de 1583 vayan precedidos de un soneto de nuestro autor.

Desde luego que éste también se servirá de sus poesías insertadas en La Galatea para rendir homenaje a sus compañeros. El intercambio de elogios no nos debe llevar a la imagen de un consagrado poeta. Modesto en ese campo, se reconocerá honrado discípulo de Petrarca y de Garcilaso. Por otra parte, si bien sus dotes poéticas no eran las que deseaba, se le considera por la opinión pública como uno de los mejores autores de romances.

La hospitalidad recibida en los medios literarios servirá de impulso para la conclusión de La Galatea. Miguel, con la influencia de Montalvo, utilizará seudónimos, jugando con la identidad real de personajes imaginarios, y tomará como referencia en más de un caso La Diana de Montemayor, obra de éxito de la época.

Es indiscutible que Miguel encontraba mayor satisfacción en elaborar comedias para la representación en los corrales de la ciudad que escribiendo novelas pastoriles, pero consciente de la moda literaria, no renuncia al género que más tarde criticará. La redacción de la obra se termina en el verano de 1583 y, después de exponerla al juicio de lectores críticos, cede los derechos de La Galatea a Blas de Robles en junio de 1584, obteniendo 120 ducados como pago. El libro será dedicado, debido a la muerte del padre, al propio Ascanio. Ya en marzo de 1585 sale a la venta en Madrid la Primera parte de La Galatea, dividida en seis libros.

La aceptación de la obra fue buena; de hecho, cinco años después, se realizará una segunda edición. En Francia obtendrá una óptima acogida, aunque no será hasta 1611 cuando se edite, una vez obtenido el impresionante éxito del Quijote. Los círculos literarios madrileños alabaron la obra, incluido el propio Lope de Vega. La segunda parte de La Galatea, que Cervantes anunció en varias ocasiones -la última de ellas, en el prólogo del Persiles pocos días antes de su muerte- nunca vio la luz.

El regreso de Lisboa a Madrid, terminando el año de 1581, enfrentará de nuevo a Miguel con las adversidades económicas de sus padres. Cervantes reanudará las relaciones con su antiguo maestro López de Hoyos, que se convertirá en confidente de sus historias y de la obra que estaba gestando, La Galatea. Miguel recuperará sus antiguas amistades literarias, destacando su estrecho vínculo con Pedro Laýnez y Francisco de Figeroa.

También tendrá buen trato con poetas líricos contemporáneos como Pedro de Padilla, Juan Rufo, su viejo amigo Gálvez de Montalvo, su compañero en Italia Maldonado, y otros. La poesía está en una situación muy adversa por aquel entonces, pero esto no impide que los libros que publican las amistades de Miguel a partir de 1583 vayan precedidos de un soneto de nuestro autor.

Desde luego que éste también se servirá de sus poesías insertadas en La Galatea para rendir homenaje a sus compañeros. El intercambio de elogios no nos debe llevar a la imagen de un consagrado poeta. Modesto en ese campo, se reconocerá honrado discípulo de Petrarca y de Garcilaso. Por otra parte, si bien sus dotes poéticas no eran las que deseaba, se le considera por la opinión pública como uno de los mejores autores de romances.

La hospitalidad recibida en los medios literarios servirá de impulso para la conclusión de La Galatea. Miguel, con la influencia de Montalvo, utilizará seudónimos, jugando con la identidad real de personajes imaginarios, y tomará como referencia en más de un caso La Diana de Montemayor, obra de éxito de la época.

Es indiscutible que Miguel encontraba mayor satisfacción en elaborar comedias para la representación en los corrales de la ciudad que escribiendo novelas pastoriles, pero consciente de la moda literaria, no renuncia al género que más tarde criticará. La redacción de la obra se termina en el verano de 1583 y, después de exponerla al juicio de lectores críticos, cede los derechos de La Galatea a Blas de Robles en junio de 1584, obteniendo 120 ducados como pago.

El mecenazgo correrá a cargo de Ascanio Colonna, amigo de Acquaviva, el cardenal que contó con los servicios de Miguel en Italia. El libro de La Galatea será dedicado, debido a la muerte del padre, al propio Ascanio. Ya en marzo de 1585 sale a la venta en Madrid la Primera parte de La Galatea, dividida en seis libros.

La aceptación de la obra fue buena; de hecho, cinco años después, se realizará una segunda edición. En Francia obtendrá una óptima acogida, aunque no será hasta 1611 cuando se edite, una vez obtenido el impresionante éxito del Quijote. Los círculos literarios madrileños alabaron la obra, incluido el propio Lope de Vega. La segunda parte de La Galatea, que Cervantes anunció en varias ocasiones -la última de ellas, en el prólogo del Persiles pocos días antes de su muerte- nunca vio la luz.

  • Matrimonio en Esquivias

Miguel de Cervantes ya era un autor reconocido. Sus obras, representadas con cierto éxito, le concedían los recursos necesarios para vivir, aunque esto no supuso que pudiera afrontar la devolución del compromiso contraído para el pago de su rescate. Doña Leonor, gracias a una operación mercantil con Argel, logra a finales de 1584 saldar la deuda.

A primeros de este año, Miguel comienza sus relaciones amorosas con una mujer casada, Ana de Villafranca. Fruto de estas relaciones, nace Isabel en septiembre. Al principio, la niña llevará el apellido del marido de Ana, pero a la muerte de éste, se llamará Isabel de Saavedra. Miguel tiene ante sí una relación que no se puede formalizar y un triángulo amoroso del que no es muy partidario. Así, tras el nacimiento de la criatura, abandona Madrid y parte con destino al pueblo toledano de Esquivias.

Su objetivo inicial es cumplir los deseos de su gran amigo Pedro Laýnez que había fallecido sin ver publicados los poemas que conservaba manuscritos su viuda Juana Gaitán. Esta mujer, que gozaba, gracias al posterior matrimonio contraído con un camarero del infante don Carlos, de un gran círculo de amistades, acoge gratamente a Miguel. Entre las amistades de Juana Gaitán estaba Catalina de Palacios, que había enviudado recientemente y no pasó mucho tiempo hasta que Cervantes se fijó en ella.

Tras una corta relación, en diciembre de 1584 celebran su matrimonio en la iglesia de Santa María de la Asunción. A principios de 1585, Miguel se establece en el hogar de la familia de su mujer, los Salazar. El pueblo de Esquivias, con su tranquilidad y sus diferencias con el bullicio de Madrid, sumerge a Miguel en sus letras. Comienza a escribir sobre los pequeños detalles cotidianos del pueblo. Esto nos recuerda lo que más tarde serán comentarios de los días de Teresa Panza en la aldea de La Mancha en su obra maestra, El Quijote.

No podemos olvidar la relación que nuestro protagonista sigue manteniendo con Madrid. Tanto su profesión -al publicar La Galatea y en otras ocasiones- como su familia -para presentarles a su mujer y a la muerte de su padre el cirujano- harán que Miguel no termine de abandonar la Villa y Corte. El que ya era considerado unos de los poetas más famosos de la época comienza a realizar mayor número de viajes. Se conoce de su estancia en Toledo y en Sevilla, donde al parecer viaja por motivos económicos.

Ya en agosto de 1586 regresa a Esquivias donde, tal como se había pactado, recibe la dote de Catalina y aporta por su parte cien ducados. A partir de este momento es también designado, por su suegra, administrador de los bienes familiares. Todo esto no impedirá que Miguel en 1587 decida poner fin a esta etapa. Abandonará Esquivias y a primeros de mayo ya se encuentra en la ciudad de Sevilla. Allí conseguirá un empleo de recaudador bajo las órdenes de Diego de Valdivia; su objetivo es requisar trigo y aceite para el abastecimiento necesario en la campaña naval que se va a emprender contra Inglaterra.

  • Comisiones en Andalucía

Transcurre el mes de junio del año 1587 cuando Miguel llega a Sevilla. La amistad que le une al autor de comedias Tomás Gutierrez le facilitará el hospedaje en una pensión de lujo que éste poseía en la sevillana calle de Bayona, junto a la catedral. Hasta el mes de septiembre Miguel no comenzará su primera misión como comisario para requisar el abastecimiento necesario en la expedición naval que Felipe II enviaría contra los ingleses.

Su escasa paga, de tan sólo doce reales al día, junto con lo comprometido de sus solicitudes, pues no tenía ni respaldo ni capacidad de maniobra, harán que la labor de Miguel sea poco apacible. Su primer destino será Écija. Los campesinos son reticentes a entregar su trigo, tanto por la pobre cosecha de ese año como por la informalidad del posterior pago de la mercancía, que solía retrasarse varios meses.

Ante las continuas negativas, Miguel decidirá confiscar el trigo, lo que provocará la inmediata excomunión por parte del vicario general de Sevilla. Gracias a la oportuna intervención de Diego de Valdivia, adjunto al comisario general nombrado por Felipe II, se llega a un acuerdo con las autoridades locales para requisar parte del trigo previsto. A continuación, y junto a Valdivia, Miguel se trasladará a la villa cordobesa de La Rambla, donde, ya en solitario, deberá emplear medidas represivas.

Esto provoca de nuevo su excomunión, esta vez por el vicario general de Córdoba. Es Navidad y, ya de regreso en Sevilla, recibe noticias de Madrid, aunque no los fondos prometidos por sus leales servicios. Tendrá que conformarse con las felicitaciones de Valdivia y entretenerse con los rumores sobre los devaneos y vaivenes del ya renombrado Lope de Vega. Mientras, en Lisboa, se demora la partida de los navíos de la Armada Invencible.

El 22 de febrero de 1588, Miguel recibirá una misiva por parte del comisario general que viene a confirmar su satisfacción por el voluntarioso trabajo realizado, y se le asignará una nueva comisión como recompensa. Comienzan de nuevo sus viajes. En esta ocasión tienen como objeto las requisas de aceite a los campesinos, con los que, por su continuo trato, llegará a conocer en profundidad. Miguel aprovecha la experiencia para amontonar gran cantidad de observaciones que en el futuro conformarán buena parte de sus Novelas Ejemplares y del Quijote.

Ya en Sevilla, sumergido en grandes preocupaciones por la ausencia de su salario y por las deudas adquiridas con los campesinos, cuyas indemnizaciones sumaban 120 000 maravedís, Miguel sabrá del fallecimiento de su suegra, Catalina de Palacios, el primero de mayo. Ésta, que guardaba aún el rencor por la escapada de Miguel, le otorgará en herencia todas las deudas que acumulaba, valoradas en aproximadamente 200 000 maravedís.

Miguel entonces recibe una nueva comisión que le hará partir a mediados de junio. Establecido de nuevo en Écija, recibirá el anuncio de la llegada a Madrid de parte de los subsidios de las requisas, pero esta noticia no conseguirá solventar los problemas de Miguel. El enfrentamiento con los proveedores, campesinos enojados por la negativa a su dinero, así como los gastos de manutención de un ayudante y la pérdida, por su incorrecta conservación, del trigo requisado en el año anterior, acrecientan sus preocupaciones. Incluso los campesinos ricos decidirán levantar acusación contra Miguel por malversaciones, aunque tendrán que acabar por reconocer su buen obrar.

Mientras, llegarán los ecos de exitosos resultados de la Armada Invencible, éxitos de los que la opinión pública guarda sus reservas. Esta situación la reflejará Miguel en una oda de torpes versos. Ya una vez conocidos los verdaderos resultados del enfrentamiento, que fueron desastrosos, compondrá una segunda oda en la que apelará al sentido patriótico. A principios de 1589, con motivo de las revisiones de cuentas que se venían realizando, sus superiores comparecerán en Madrid. Miguel continuará sus viajes entre Écija y Sevilla hasta junio. A partir de este mes se le conoce una operación financiera realizada en Sevilla que bien pudo partir de los resultados de su afición al juego.

Establecido a orillas del Guadalquivir, parece verse a un hombre cansado de los continuos viajes. Antes de decidirse a volver a Esquivias con su esposa, o a Madrid con su hermana, Miguel escribirá una demanda al Consejo de Indias solicitando algún oficio en aquel destino. Será en esta diligencia donde firme por primera vez con el segundo apellido, Saavedra, sacado de sus antepasados, y que utilizará para dar nombre a varios personajes de sus obras.

La negativa a la petición realizada será tajante: “busque por acá en qué se le haga merced”. Como tampoco le llegaba el total del dinero para saldar las deudas de las requisas, formulará una queja que provoca su inmediata convocatoria a Madrid con el fin de aclarar sus cuentas. Guevara, ya depuesto de su cargo, es sustituido por Pedro de Isunza. Éste le destinará a Jaén en 1591. Allí, el ayudante de Miguel cometerá un atropello en las requisas realizadas a un campesino, el cual, reclamará directamente a Isunza 600 000 maravedís. Miguel es considerado responsable y deberá preparar su defensa contra las acciones legales que el campesino realiza en Madrid.

De vuelta a Sevilla partirá a finales de septiembre a Castro del Río. Mientras, en Madrid Guevara morirá antes de conocer su sentencia y sus ayudantes serán colgados. En este contexto, Miguel será encarcelado por orden del corregidor de Écija. Isunza acude en su ayuda y, tras conseguir su liberación, ambos comparecerán en Madrid. Miguel asume todas las responsabilidades e Isunza, notablemente afectado por la acusación, fallecerá poco tiempo después.

El Consejo de Guerra prestó su apoyo a la causa de Cervantes. De vuelta en Sevilla, no comenzará de nuevo su trabajo hasta el verano de 1593. Antes de que termine el año, sabrá de la muerte de su madre, doña Leonor, que con 73 años empezaba a disfrutar de una vida desahogada por el matrimonio de su hija con un rico italiano. En junio de 1594, terminará la campaña de requisas y serán aprobadas sus cuentas.

Miguel se encuentra ya en Madrid, junto a Catalina, su esposa. Durante toda esta etapa, su creación literaria se ha visto mermada por su constante actividad. En está época, nos encontramos con el romance La morada de los celos, con dos novelas ejemplares -Rinconete y Cortadillo y El celoso extremeño- y con el relato del cautivo que más tarde será incluido en el Quijote.

  • Problemas legales

Establecido en Madrid junto a su esposa Catalina, en agosto de 1594, se le propone a Miguel un viaje a la provincia de Granada con el fin de cobrar dos millones y medio de maravedís por tasas atrasadas. Después de encontrar como avalista a un tal Suárez de Gascón y de incluir en la fianza sus bienes y los de su mujer, en diciembre partirá de nuevo hacia Andalucía.

En su recorrido por Granada detectamos su fascinación por la civilización morisca que convive en esa ciudad, así como por los pueblos nómadas de gentes de dudosa calaña. Miguel no tendrá problemas hasta su llegada a Motril, donde los pagadores presentan recibos de los dineros entregados al Tesoro. El rey, sin embargo, dará orden de cobrar, pues parece tratarse de un ardid para evitar el pago.

En Ronda y Vélez-Málaga también tendrá problemas para el cobro. Llegado a Sevilla entregará 136.000 maravedís al negociante Simón Freire. En Madrid dará cuentas de sus resultados y, una vez en Toledo, sabrá de la bancarrota del negociante sevillano. De vuelta a Sevilla podrá conseguir el dinero correspondiente al Tesoro pero no sus salarios, que también había depositado. Posteriormente, el Tesoro, que no había recibido los últimos informes de Miguel, le insta a entregar los 80 000 maravedís de Vélez-Málaga. Todo esto hará que en septiembre de 1597 la Audiencia de Sevilla le comunique la orden de comparecencia, en la que se le informa de la obligación de liquidar sus cuentas o, en caso contrario, será encarcelado.

El juez encargado del caso establecerá la deuda en los primeros dos millones y medio, de los cuales realmente sólo una pequeña parte había pendiente. Así, Miguel ingresará en la Prisión Real de Sevilla, que además de ser la ciudad más poblada de la época en el reino, era también la que mayor número de delincuentes y personas de mal vivir acogía.

En este entorno, Miguel nos presentará una visión del hampa sevillana que tiene mucho de realista. Gracias a su capacidad de jugar con lo real transfigurándolo, en vez de copiarlo, y de sus experiencias vividas, crea una picaresca de rufianes y bravucones totalmente creíble. Su estancia transcurrió entre dormitorios comunes y malas comidas. A diferencia de su cautiverio en Argel, donde debía conseguir la recompensa, aquí se trataba sencillamente de hacer justicia. Con este fin remitirá carta a Felipe II explicándole las circunstancias de su condena. A finales de 1597, el juez recibirá la favorable contestación de Felipe II, ante lo que Miguel obtiene la libertad.

La brevedad de su detención no ha impedido suponer que aquí se gestarán los esbozos de los que sería obra maestra de la literatura y consagración de nuestro protagonista, aunque no se ha podido demostrar. Durante 1598, permanecerá en Sevilla viviendo no sin apuros económicos. En ese mismo año, Felipe II fallecerá. Se le adjudica a Miguel en estas fechas la creación de un soneto irónico referente a la defensa de Andalucía, por parte de la Armada Invencible, ante el saqueo de Cádiz realizado por la flota inglesa.

De está época, es el famoso soneto "Al túmulo del rey Felipe II en Sevilla", en que un diálogo nos hace ver la grandeza del catafalco erigido en honor del monarca. Miguel sabrá conjugar la admiración y el odio que provocó este rey en un poema fúnebre y solemne en el que no faltarán la ironía y las críticas a los fracasos militares y financieros.

Tras diez años de vaivenes y cuando la peste negra amenaza Andalucía, durante el verano del año 1600, Cervantes partirá rumbo a Toledo. Cargado de experiencias, sabrá aprovecharlas para constituirse más adelante como ilustre de la literatura universal.

  • Llega el asentamiento

Después de salir de Sevilla en el verano del año 1600, Miguel recibirá en Toledo la fatal noticia de la muerte de su hermano Rodrigo, el cual, después de diez años entregado al servicio de las armas, no había superado el grado de alférez.

En agosto será nombrado ejecutor del testamento realizado por su cuñado Fernando de Salazar que, aún joven, decide unirse a los franciscanos. Al año siguiente, Miguel recibirá nuevas noticias del Tesoro reclamándole en vano 80 000 maravedís que debía a Vélez-Málaga desde hacía siete años.

Este mismo año, la corte de Felipe III será establecida en Valladolid. Durante bastante tiempo Miguel dedicará gran parte de su actividad a elaborar el Quijote, y estabilizará, gracias a la herencia de un cuñado, sus estancias entre Madrid, Toledo y Esquivias. En este último lugar será, en enero de 1602, padrino de la hija de una matrimonio amigo de la familia. Más tarde, sus hermanas, hasta entonces afincadas en Madrid y gozando de cierto prestigio entre las clases nobles por sus trabajos de costura, decidirán trasladarse junto con toda la Corte.

Miguel no se unirá a ellas hasta 1604, no sin antes permanecer en Esquivias puliendo los últimos retoques de su manuscrito. Su partida es motivada porque, habiendo obtenido el privilegio real necesario para publicar su obra, Miguel encuentra editor en Valladolid: Francisco de Robles. Esta ciudad era por aquel entonces rival directa de Madrid en cuanto a esplendor y magnificencia.

Contaba con una población muy densa y, lo que era más importante, la gran mayoría, en edad de trabajar. El desmesurado crecimiento que provoca el establecimiento de la Corte hará nacer suburbios periféricos. En uno de estos suburbios -el del matadero municipal- se establecerá Miguel de Cervantes junto con su familia. El edificio estará al final ocupado por parientes y conocidos de Madrid, Toledo y Esquivias.

Las incomodidades que habrán de sufrir no son para Miguel importantes puesto que la revisión e inminente edición del Quijote absorbían toda su atención. En Valladolid, Miguel pudo retomar las relaciones con los círculos literarios ya instalados en torno a la Corte, como era habitual. Junto con su antiguo amigo Gracián Dantisco, conoce a una joven promesa llamada Luis de Góngora.

Desde la Universidad, un joven conocido como Francisco de Quevedo comienza también sus primeros pasos literarios. Valladolid es indiscutiblemente la capital cultural del reino. Cobrará gran importancia la "comedia nueva", de la que Lope de Vega hace su éxito. Por decreto real, la difusión se verá favorecida gracias al beneficio mutuo de las compañías teatrales y de los municipios.

La relación entre Lope y Cervantes empieza siendo buena, mas las veladas críticas de este último en su última obra, el Quijote, tanto al género al uso como a su autor más insigne, harán que en 1604, cuando aún no ha sido publicada la gran novela cervantina, Lope escribía una crítica descarnada y directa contra el Quijote y su autor.

Esto nos sirve como muestra de la gran expectación que había provocado esta nueva novela de caballerías. Por fin, en los primeros días de enero del año 1605 verá la luz la obra maestra: El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha.

5.- ÚLTIMOS AÑOS

  • Primera parte de El Quijote

El relato nacido de la pluma de Miguel de Cervantes no contó con ninguna facilidad en su gestación. La continua inestabilidad del autor provocaba interrupciones en la creación que, pese a la revisión realizada antes de la definitiva edición, deja entrever algunos detalles de imperfección y contradicciones.

Tras la compra del manuscrito por el editor Francisco de Robles por alrededor de 1 500 reales, en el verano de 1604, comienzan las gestiones para conseguir el privilegio real que obtendrán en septiembre. Juan de la Cuesta acabará de hacer la impresión en diciembre y Murcia de la Llana será designado de forma oficial para realizar la fe de erratas. El precio establecido para un volumen que constaba de 664 páginas y que nacía con el objetivo inicial de vender quinientos ejemplares fue de 290,5 maravedís. Con la publicación del Quijote, algo cambiaba en la evolución de las novelas de caballerías que había sido constante hasta conseguir su plenitud mientras reinaba Carlos V.

En la segunda mitad del siglo XVI, se produce la decadencia de estas representaciones idealistas de la vida. Miguel de Cervantes será considerado por muchos iniciador de la novela moderna. La autonomía de sus personajes y la capacidad del autor para desenvolverse de su obra serán fundamentos suficientes para romper con la irreal armonía del pasado. El éxito fue patente cuando se pudo comprobar la enorme difusión del libro.

Miguel había sabido conectar con el público. En poco tiempo la novela enamoró a España. Buena prueba de ello es que la segunda edición se realizará dos meses después del nacimiento de don Quijote. Llegará un momento en que saldrán cuatro ediciones ilegales en Lisboa y Valencia, lo que llevará a Francisco de Robles a exigir la exclusividad de los derechos sobre el libro, que le es concedida en abril. Juntos, autor y editor, iniciarán trámites contra los editores clandestinos.

En tres meses, la novela será la más vendida de todos los tiempos. El ingenioso hidalgo comenzará a ser conocido no sólo en la península, sino que en poco tiempo también se empiezan a realizar envíos, desde Sevilla, a Sudamérica. Aun siendo una época en que el analfabetismo es muy acusado, esto no será impedimento para que, rápidamente, don Quijote y Sancho Panza alcancen insospechadas cotas de popularidad.

Se convertirán en los protagonistas de los festejos que, en aquellos tiempos, son escaparates de la actualidad. Buena parte de este éxito arrollador se fundamentará en los pilares de la obra: fue concebida para hacer reír; no trataba, como venía siendo habitual, de sumergirse en conflictos entre la ficción y la realidad; era, directamente, una exposición cómica y burlesca que se convirtió en el sentimiento de una época.

Es de destacar también el simbolismo de esta aventura, que caricaturizando las novelas caballerescas, realiza una crítica del enorme poder de la literatura utilizando argumentos imaginarios.

Así, cada elemento de esta novela encarna elementos de la literatura, representando el género pastoril en la figura de Grisóstomo, los cancioneros, con Cardenio y la picaresca, con Ginés de Pasamonte. En el mismo año de la publicación del Quijote (1605) se producirá un acontecimiento en el reino español fervorosamente anhelado por Felipe III.

En el mes de abril, la reina Margarita tendrá un hijo. El futuro heredero nace entre el júbilo de la Corte y de la ciudad, y, en este contexto, Miguel compondrá un romance que se incluirá en la novela La Gitanilla, donde su protagonista, llamada Preciosa, lo dedicará a la reina el día después del parto. Las ceremonias en honor del nacimiento del futuro Felipe IV traerán a España a numerosos representantes extranjeros.

Entre ellos, destaca Lord Howard, embajador inglés que, siendo almirante, había arrasado Cádiz hacía nueve años. Al margen de esto, Cervantes consiguió una mayor difusión de las aventuras de don Quijote y su escudero gracias a las representaciones en los festejos y a que, ya de vuelta Lord Howard, en Inglaterra se supo de la obra que poco después sería traducida.

Un suceso que vino a afectar profundamente a nuestro autor fue la muerte, en el mes de junio, de Gaspar de Ezpeleta. Esta desgracia fue uno de los momentos más amargos de su vida ya que, ajeno al caso, se verá dentro de una maraña judicial.

  • Nuevos problemas

El 27 de Junio de 1605 será herido frente al domicilio de la familia Cervantes un hombre de nobles orígenes llamado Gaspar de Ezpelete. Con 38 años de edad había prestado sus servicios al rey en Aragón, había sido Caballero de Santiago y enviado en misión a Flandes. Liberado por el condestable de Castilla de una condena de muerte en Francia, continuaría su campaña militar hasta finales de 1604.

Ya en Valladolid, empezará una mala vida dedicada a solicitar ayudas del Consejo de Castilla y a sus amoríos ilegítimos con Inés Hernández, que estaba casada con el escribano real Melchor Galván. El día mencionado, por la noche, Miguel acudirá en su ayuda, junto con otros vecinos, ante los gritos de auxilio del herido. El cirujano que le asistió, sólo pudo limitarse a constatar las heridas, mientras que un sacerdote escuchaba al moribundo en confesión.

A la llegada del alcalde Villarroel, acompañado de dos guardias, se le tomó declaración a la víctima que escuetamente explicó haber sido atacado por un desconocido con ropas negras ante el hospital de la Resurreción, y, batiéndose en duelo, recibió las dos estocadas. Después de este escueto interrogatorio, Villarroel hará caso omiso de las palabras del criado, que acusaba directamente al despechado Melchor Galván, e incluso a la presentación como testigo de una de las vecinas que asegura haberle visto.

Por el contrario el magistrado enfocará todas sus investigaciones hacia los ocupantes del inmueble. Muchas circunstancias harán que los vecinos hayan tenido relación con la justicia y Miguel, que por aquel entonces era visto como un ocioso rodeado de mujeres y aficionado al juego, había hecho negocios con un portugués que se encontraba ahora en la cárcel por deudas.

Todo esto, unido a la muerte de Gaspar de Ezpeleta el 29 de junio, hará que Villarroel decida encarcelar a diez personas entre las que se incluye nuestro autor. La injusticia cometida no tardará en ser reconocida y dos días después los acusados abandonan la cárcel en libertad condicional. El 18 de julio terminará el arresto domiciliario que sufrían.

El caso queda cerrado, aunque Miguel ya habrá tenido suficiente para que su reputación quede peor parada de lo que estaba, pues, con una hija abandonada, su afición al juego, y sus cuestionados negocios ya estaba en boca de todos en Valladolid. Esto ayudará a Miguel más adelante a tomar la decisión de volver a Madrid. Hasta su partida, sabemos de su dedicación plena a luchar contra los editores no autorizados de su obra, que aunque le habían otorgado gran fama a sus personajes, le hacían perder dinero a él y a su editor, Francisco de Robles.

Este último tuvo que ceder a una edición pirata realizada en Valencia por el librero Juan Ferrer, con quién acabó repartiéndose el mercado. Mientras, Lope de Vega dirigirá un soneto malsonante y violento contra Cervantes en el que, además de criticar su obra, atacará directamente al autor.

Miguel hará referencia a esta carta en la Adjunta al Parnaso, aunque sus preocupaciones estarán ahora centradas en las noticias que le llegan sobre el regreso de la Corte a Madrid.

El año 1606 abandonará Valladolid y, tras visitar Salamanca, donde transcurre la historia del Licenciado Vidriera, y pasar un tiempo en Esquivias, en 1607 llegará a la Villa y Corte.

  • La llamada de la fe

Tras abandonar la antigua Corte de Valladolid (1606), Miguel encontrará alojamiento en Madrid cerca del Estudio de la Villa al que había asistido de joven. Poco después, fijará su residencia en el barrio de Atocha. Su hija Isabel, que a finales de 1606 se había casado y ya había tenido una hija, en junio de 1608 enviudará, aunque gracias a los favores de Juan de Urbina se podrá quedar en una casa de la calle de la Montera.

No hará falta mucho tiempo para que vuelva a casarse, esta vez con Luis de Molina, cuarentón acomodado que mantenía buenas relaciones con Miguel. Las condiciones del matrimonio, duramente negociadas, fueron establecidas entre dotes y no dotes que acentuaban una dudosa buena relación. No obstante Isabel llegará a condicionar la consumación del matrimonio a la entrega de, al menos, la mitad de la dote.

Entretanto, se producirá una disputa económica entre Molina, el marido, y Urbina, el supuesto amante. En todo este embrollo se puede entender la actitud resignada de Miguel, tanto por los deseos de que no quede afectada la imagen de su familia como por la pérdida de la ilusión por ejercer de padre. A todo esto se unirán los problemas que le acarrean el nuevo requerimiento por parte del Tesoro, que en 1606 le instará a pagar setenta ducados deudores.

Al parecer, las justificaciones que argumentó Miguel en esta ocasión se dieron por buenas, puesto que no se volverá a saber del asunto de Vélez-Málaga. Sigue pasando el tiempo y comenzará a acusar el paso de los años. Después de que su hermana Magdalena ingresara en la orden de San Francisco, a principios del verano de 1609, su hermana Andrea y su mujer, Catalina, entrarán también en la Orden Tercera de San Francisco.

Miguel, también preocupado por su incierto final, seguirá los pasos de numerosos personajes de las letras uniéndose a la Congregación de los Esclavos del Santísimo Sacramento. Al contrario que Lope de Vega, veinte años más joven, nuestro autor se distinguió por su rectitud para cumplir las reglas exigidas por la orden, aunque no pasa inadvertido, en relación a sus obras, que siempre se habían caracterizado por sus críticas a la iglesia y a su entorno, lo contradictorio de esta fe postrera. Críticas que no se pueden, de todos modos, considerar anticlericales sino signos de la época. A partir de aquí, se sucederán dos muertes en el entorno de Miguel. A primeros de octubre de 1609 será su hermana Andrea quien fallezca, víctima de unas fiebres. Al año siguiente será su nieta, Isabel Sanz, quien encontrará la muerte. Con ella, se reavivan las disputas entre sus padres y Juan de Urbina, llegando al punto de que éste, ejerciendo su derecho, reclame la casa en que vivían. Miguel hace de intermediario, ya que en un contrato anteriormente firmado se le reconocían derechos sobre la casa. Renuncia a estos derechos siempre que Urbina destine el dinero obtenido a obras piadosas. Esto provocará la ruptura definitiva entre Miguel y su hija Isabel, que llegó incluso a intentar conseguir la nulidad del acuerdo por vía judicial.

Todos estos contratiempos y desdichas que afectan al autor harán que busque y encuentre apoyo en Catalina, su mujer. La relación matrimonial parece funcionar e, incluso cuando la mujer hace su testamento, especificará su voluntad de que Miguel disfrute de sus bienes hasta que muera. A finales de enero de 1611 morirá también su hermana Magdalena. Deja escasa herencia, de la que Miguel renuncia a su parte, y será enterrada bajo las normas de la orden franciscana. Por estas fechas, Miguel pasó ciertos apuros económicos que le llevaron a Esquivias, aunque regresó a principios de 1612 a Madrid. Poco después trasladará su domicilio a la calle de las Huertas, cercana a los corrales de lo que era el barrio de las Musas. De allí partirá en un breve viaje a Alcalá de Henares, y, siguiendo la nueva orientación de su vida, ingresará en la Orden Tercera, a la que ya pertenecía su mujer y habían pertenecido sus hermanas.

A su vuelta de Alcalá saldrán a la luz sus Novelas Ejemplares. Esta etapa se convertirá en la más fructífera de su carrera literaria. El creciente éxito universal que está adquiriendo su Don Quijote es ajeno al viejo escritor. Mientras la obra se extiende por Europa, Miguel participará en los cenáculos de la Academia del Parnaso, donde junto a los círculos literarios de la época, disfrutará de enfrentamientos burlescos y del contacto con otros escritores.

  • Novelas ejemplares

La complicada historia de las novelas de Cervantes ha dificultado el estudio de estas obras, si bien encontramos el origen en el manuscrito Porras. Este manuscrito de Francisco Porras de la Cámara era un compendio de anécdotas e historietas.

Incluía dos que se denominaban Rinconete y Cortadillo y El celoso extremeño. De aquí se puede obtener una comparación entre estas historias y las novelas publicadas en el año 1613 por Miguel. Se suponen ser dos obras anónimas reconstruidas por nuestro protagonista para su posterior edición, y cuya redacción se realizaría durante sus años en Andalucía.

Las Novelas Ejemplares son un volumen que incluye doce novelas cortas de las que ya hemos citado dos. Al resto se le atribuyen diferentes épocas en su creación; así tenemos desde La española inglesa hasta El amante liberal, obras como La Gitanilla y El Licenciado Vidriera, que tienen en sus líneas claras referencias a los acontecimientos más importantes de los primeros diez años del siglo XVII.

Si bien el Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán también contará con reseñas contemporáneas, debemos tener presente las opiniones de los que ven la lógica de esas referencias en las revisiones previas realizadas antes de la definitiva edición. La aprobación oficial a esta edición, que data de nueve de julio de 1612, fue realizada por fray Bautista Capataz y ratificada por fray Diego de Hortigosa.

A mediados del año siguiente, y después de numerosas gestiones, se obtiene el privilegio real para Castilla y Aragón, y en el mes de septiembre vende la obra al ya conocido librero Francisco de Robles. El éxito será arrollador y en sólo diez meses se realizarán cuatro ediciones, que a lo largo del siglo llegarán a veintitrés.

Surgirá un Lope de Vega novelista que, pese a sus antiguos enfrentamientos, no dejará de reconocer el estilo y gracia de Miguel, que más adelante tendrá a Tirso de Molina como uno de sus discípulos más brillantes. Su buen resultado no tardará en hacer llegar la obra a Inglaterra, donde el autor ya cuenta con un gran prestigio por el Quijote, y a Francia, que convertirá la obra en fundamento de la literatura española. Estas Novelas Ejemplares serán pioneras en España de la ya conocida novela corta europea.

Esto no significa que sean imitaciones, sino que el sentido y la forma de las obras guardarán las características básicas del género. No podemos olvidar los años italianos de Miguel, donde pudo disfrutar de libros como el Decamerón de Bocaccio. Cervantes sabrá convertir este género en algo más que una mera exposición de los típicos temas de la época; sabrá presentarnos los personajes como personas, y nos hace partícipes de sus sentimientos y sus vivencias. Entonces surge en el lector la atracción que le lleva a descubrir su destino. El autor, con estas novelas, se propuso utilizar la ejemplaridad de la ficción. Son ejemplares porque son ejemplos de situaciones que nos hacen ver el buen obrar y las consecuencias de unos y otros casos. Desde luego que ésta no es una intención manifiesta, sino que el propio lector será el intérprete del desenlace.

El escritor hizo patente su temor ante cualquier perjuicio que sus novelas pudieran provocar; temor que se supone ante los previos criterios censores que, a su deseo, le fueron aplicados al volumen.

De estos años será también el Viaje del Parnaso. Esta odisea burlesca, que surge en contraposición a las costumbres literarias de la época, será reconocida por Miguel como imitación, en sus raíces, del Viaggio in Parnaso de Cesare Caporali. Se publica en noviembre de 1614. El poema está compuesto por tres mil endecasílabos divididos en ocho cantos. Se configura como una historia personal fragmentada y diseminada en la que no se dejan de incluir menciones y alabanzas a numerosos colegas. También se dejará ver en el viejo Cervantes la pasión con la que antaño obtuvo cierto éxito.

Con sus convicciones teatrales ya obsoletas y tras decidir escribir las obras para ser leídas y no representadas, tendrá, en el verano de 1615, que vendérselas al librero Juan de Villarroel. En septiembre, sale publicada la obra Ocho comedias y ocho entremeses nunca representados. La novedad llevó a la indiferencia y la ruptura con el teatro habitual no encontró su sitio. Sólo los entremeses fueron algo mencionados, aunque no por la profundidad que Miguel imprimió a los personajes, sino como obras menores cuyo objeto era divertir.

Desde luego que el teatro cervantino sufrió la incomprensión de sus coetáneos y aún hoy está a la espera de que los recursos modernos faciliten su puesta en escena.

  • Más aventuras de El Quijote

Será de nuevo el librero Francisco de Robles, que ya había obtenido notables beneficios con la primera parte del Quijote, quién más instaría a Miguel para que se decidiera a continuar el proyecto. Después de haber devuelto a su aventurero protagonista a su hogar, y de plantear un posible abandono por si no se realizaba la segunda parte de la obra, Miguel emprenderá, una vez comprobado el éxito ya conseguido, la elaboración de las nuevas aventuras del ingenioso hidalgo.

Con una rapidez inusitada, teniendo en cuenta la creación y publicación de otras obras en ese mismo periodo, terminará de escribir los setenta y dos capítulos de que consta la segunda parte en el breve plazo de cuatro años. Lamentablemente será en septiembre de 1614 cuando bajo la autoría del licenciado Alonso Fernández de Avellaneda, hasta ahora desconocido en los círculos literarios, salga editada la obra Segundo tomo del ingenioso hidalgo Don Quixote de la Mancha.

Todas las incorrecciones de este volumen delataban al autor, del que, por otro lado, nunca se supo ni se ha podido asegurar si firmaba bajo seudónimo o si verdaderamente había existido. Desde luego, sí quedó clara su intención de vilipendiar a Miguel, que tuvo que sufrir insultos y ofensas personales "en su propia obra".

También los protagonistas deberán sufrir la ridiculización propia de un enemigo de las novelas de caballerías. Miguel, en la segunda parte de su Quijote, no reflejará enfado, aunque no desaprovechará la oportunidad para dignificar los motivos de los insultos dirigidos hacia él, su vejez y la inutilidad de su mano. También se servirá de su propia ficción para subrayar lo inverosímil de esa segunda parte apócrifa.

Tras dos meses desde la finalización de la redacción, el autor consigue, en marzo de 1615, privilegio real en todo el territorio español. De nuevo Francisco de Robles confiará la labor de impresión a Juan de la Cuesta y ya, a finales de noviembre, está publicada la Segunda Parte del Ingenioso Cavallero Don Quixote de la Mancha por Miguel de Cervantes Saavedra, autor de su primera parte. Esta segunda parte tan esperada volvió a confirmar las expectativas de los lectores. La tercera y última salida del aventurero, que así reconoce Cervantes, no hace sino llevar a la perfección toda la obra y convertirla en pieza maestra de la literatura universal.

El caduco ideal heroico es vencido por lo burlesco y los contemporáneos de Miguel guardarán una acogida semejante a la que se sirvió a la primera parte de la historia. El secreto de Miguel para evitar el estancamiento de unos personajes archiconocidos no es otro que enfrentarlos con la imagen ya formada en los lectores.

Todo se condense en la característica comicidad cervantina que hace cómplice al espectador. La muerte del protagonista llevará a la eternidad a este ingenioso hidalgo: don Quijote de la Mancha.

  • El fin de una vida

En esos años (1615), Miguel estaba entregado a las gestiones propias de un escritor ante la inminente publicación de su obra. Durante el tiempo restante, es frecuente su asistencia a los oficios de su Orden y la dedicación al cuidado de su ya delicada salud. Sin relaciones con su hija, sabemos de Isabel por las acciones judiciales ejercidas contra su antiguo amante, Juan de Urbina, el cual será arrestado hasta cancelar una deuda que mantenía con ella.

Nuestro viejo escritor sigue sufriendo apuros económicos que verán algún arreglo cuando vendió a Francisco de Robles el manuscrito del Quijote. Entonces realizará la que será su última mudanza. De la calle de las Huertas pasará a instalarse en la esquina de la calle Francos con la calle León.

Aquí nuestro protagonista emprenderá la creación de una historia concebida hacía tiempo, Los trabajos de Persiles y Sigismunda, que se ha querido ver como la renuncia de un maestro a abandonarse al éxito de un género poco noble como era el de las novelas de caballerías.

Su producción será fulgurante, quizás pensando en un fin próximo y deseoso de saber la acogida de su obra entre el público erudito. De esta manera en ocho meses terminará el manuscrito, justo antes de fallecer. Esta novela de maravillas verosímiles toma su inspiración de la novela griega del siglo III, donde la narración presenta acontecimientos fortuitos por los que los personajes cambian el rumbo de sus aventuras, pero no sus sentimientos.

El Persiles tendrá cinco ediciones durante su primer año de vida. Rápidamente será traducido en toda Europa, aunque su éxito más notable será en Francia. De todos modos, no hemos de ser demasiado estrictos en nuestro juicio para lamentarnos de una obra que podríamos decir inacabada.

Las acuciantes circunstancias que sufría Miguel para finalizar la redacción antes de su muerte, unido a que el principio de la novela fue escrito a intervalos entre otras publicaciones, dejan dispersos los diferentes sucesos de la historia que se cuenta.

Ya cercana su muerte, Cervantes comenzará a alejarse del entorno de la Congregación del Santísimo Sacramento. El ambiente mundanal de ésta le hizo entregarse a la Orden Tercera de San Francisco, al igual que sus hermanas y su mujer. Los votos definitivos los pronunciará el dos de abril de 1616.

La hidropesía y la cirrosis de hígado que padece están consumiendo su existencia. El dieciocho de abril le serán administrados los últimos sacramentos y dos días después dictará lo que sería el prólogo del Persiles.

El veintidós de abril de 1616 Miguel de Cervantes Saavedra fallece. Su esposa será nombrada ejecutora testamentaria y se encargarán diez misas por el descanso de su alma. Será enterrado en el convento de los Trinitarios. Más adelante, morirán también su sobrina Constanza (1622), y su mujer, Catalina de Salazar (1626).

Su hija Isabel vivirá hasta 1652. Cervantes no dejó descendientes y su testamento se perdió. Sólo nos quedan sus obras puesto que, a finales del siglo XVII, sus restos fueron dispersados debido a la remodelación del convento que los albergaba. Así muere el padre de la novela moderna, escritor y hombre, que supo elegir el camino de las letras y consagrar sus obras a la posteridad.

6.- BIBLIOGRAFIA

  • www.cervantes.es/internet/gab/biografia_cervantes/biografia/biogra.htm

  • www.aache.com/quijote/autor.htm

  • www.los-poetas.com/d/biocerva.htm




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Enviado por:Marcos
Idioma: castellano
País: España

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