Educación y Pedagogía


Metodología Montessori


Una escuela para la libertad

“El hombre mejor no es nunca el que fue menos niño, sino al revés: el que al frisar los treinta años encuentra acumulado en su corazón el más espléndido tesoro de la infancia”

José Ortega y Gasset

INDICE

Primer día de escuela…………………………………………………………………….1 “¿Que qué hicimos el primer día?”....................................................................................2

Día 05/09/06……………………………………………………………………………..4

“Mi iniciación”…………………………………………………………………………..7

La excursión…………………………………………………………………………....12

Ideas generales extraídas de “Educar para ser”………………………………………..16

- La finalidad……………………………………………………………...17

- Sociabilidad del niño……………………………………………………19

- Rasgos característicos del Centro Pestalozzi…………………………....20

“Las fiestas”……………………………………………………………………………22

“Los chicos”……………………………………………………………………………28

22/05/2007……………………………………………………………………………..32

Me he decidido a escribir este cuadernillo con el propósito de que me pueda ayudar en mi futuro como docente y que se conozca un poco más acerca de la metodología Montessori. No son más que anotaciones y lecturas que he realizado, y ahora las intento ordenar aquí, mientras estoy sentada en el jardín de la casa de María, profesora de la escuela, de la que hablaré más adelante.

♣ ♣ ♣

“Mi primer día de escuela”

(04/09/2006)

Lo primero que sorprende es la localización de la escuela, ya que está en el bosque. Mientras escribo estas palabras me viene a la cabeza un día en que, estando con los pequeños David y Swen, vi pasar un ciervo.

Se abre a las ocho de la mañana, aunque los niños tienen la posibilidad de entrar entre las ocho y las nueve.

Pero, antes de nada, me gustaría hacer una descripción de la estructura de ésta. En el “patio” puedes ver columpios, cuerdas (para que los niños se suban) y una caja de arena, donde ponen en marcha su creatividad. Según María Montessori, es importante que el niño entre en contacto con los elementos naturales.

Después, una vez dentro, hay una serie de salas: la sala de cosmología (disponen de materiales de biología, geografía…)

Uno de los materiales que más me llamó la atención fue un globo terráqueo en el que escribiendo en su pantalla el nombre de cualquier punto del planeta, lo localizaba. Les gustaba mucho.

A continuación, se abría ante nosotros la gran sala de variedades; es el aula más grande en el que los niños pueden realizar numerosas actividades como creación de figuras a través de piezas similares a nuestro juego de Lego, juegos de cartas con las que practicar los números (para los más pequeños), vocabulario, y muchísimo material para la realización de manualidades…

Además, disponen de una cocina en la que pueden preparar la comida. A la entrada tienen una pizarra donde anotan quien (siempre de forma voluntaria) va a cocinar ese día y qué va a hacer.

Se me olvidaba comentar dos salas más, que no por ello son menos importantes: la sala de los idiomas y las matemáticas, donde hay material en francés, inglés y español. También hay ábacos (la primera vez que lo veía) para aprender a contar y cuartillas autodidactas para que los pequeños se inicien en la labor de la escritura.

Esta sala era mi favorita, ya que durante la mañana daba mucho el sol y era muy tranquila. En “la esquina de la lectura” había cojines y una manta azul donde podían acomodarse tranquilamente y leer.

La otra sala es la musical: hay un piano, bongos, castañuelas, flautas…, aparte de un gran espejo y disfraces, maquillaje, zapatos de tacón y pelucas.

También hay un vestíbulo, donde cada niño tiene un cajón para dejar sus cosas, así como su foto colgada, y cada vez que entra o sale de la escuela, le da la vuelta, según convenga.

'Metodologa Montessori'

columpios

'Metodologa Montessori'

fachada escuela

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¿Que qué hicimos el primer día?

Bien: estábamos en la primera fase, es decir, conociéndonos. No me conocían, no hablo el alemán, algunos de ellos eran nuevos…

Se ha dado plena libertad para que los niños se familiaricen con la escuela y, sobre el mediodía, nos hemos reunido todos para ver cómo va a ser el curso (todo el que quería hablar tenía que coger un instrumento similar a una batuta). De hecho, son muchas impresiones en un mismo día: me acuerdo que en el vestíbulo había una lista de tareas, tales como encender la chimenea, trocear manzanas para el almuerzo o regar las plantas, las cuales se les ofrecía a los niños para realizar siempre de modo voluntario.

Como curiosidades, cabe destacar que cuando un niño empieza la escuela, siempre lleva un cucurucho repleto de golosinas para sus compañeros. Y otro detalle que me llamó la atención, fue que tanto profesores como alumnos para andar por la casa-escuela llevan calcetines o bien zapatillas, en ningún caso se pasean con calzado de calle.

Durante el verano, los niños caminan descalzos por el edificio o bien, incluso, fuera de él.

La idea de tolerancia está latente por todas partes. Todos los niños, independientemente de la edad están juntos. Y además está la labor de organizar un voluntariado europeo (ahí entro yo) en el que un /a joven ofrece su idioma y cultura.

Evidentemente, mi contacto con ellos, al principio, fue muy escaso: “no me puedo comunicar con ellos”. Cuando hablo parece que sea en chino… ¡pero tengo muchas esperanzas puestas en el proyecto!

Uno de los padres, me comentó que en un pueblo cercano al nuestro, existe una guardería la cual está plenamente en contacto con la naturaleza. No hay un edificio, tan sólo un jardín. Las únicas medidas de protección que adoptan ante el invierno austriaco son abrigar más a los niños. Curiosamente eran niños fuertes, que apenas enfermaban durante el año. Uno de ellos, Samson, empezó en nuestra escuela…

♣ ♣ ♣

Día 05/09/2006

Antes de empezar la jornada, hemos tenido una asamblea. Como cada día venidero, todos nos sentamos en círculo y participamos, exponiendo nuestras preocupaciones, actividades, proyectos y demás. Es igual de importante la opinión de la pequeña Agnes (que tiene siete años) como la de Robin (profesor y director del centro).

En el centro del círculo hay dos niños que adoptan sendos papeles: uno de ellos es el que otorga la vez (es indispensable levantar la mano para hablar) y el otro recrimina a aquél que hable. En caso de tener que recriminar en más de una ocasión a un niño por su comportamiento, se le invitará a que abandone la habitación.

Estas asambleas son vitales. Los niños plantean la posibilidad de realizar excursiones, adoptar niños de África (tienen dos apadrinados), organizar bazares para recaudar dinero para su escuela…

Un día ocurrió un capítulo del que, sin quererlo, fui partícipe. Como he dicho, estábamos muy cerca del bosque. Sin embargo acceder a él entrañaba sus peligros, de modo que los chicos podían ir, tan sólo, en compañía de un adulto. Tres de ellos me pidieron que les acompañase, a lo que accedí. Los gemelillos (dos pequeños de seis años de los que nos hicimos inseparables) nos acompañaron. Al llegar al bosque, los chicos mayores empezaron a correr y desaparecieron. Fue para mí un momento tenso en el que sentí la impotencia de no poder regañarles. Al final, aparecieron y mas o menos dejé todo por zanjado no dándole mayor importancia a aquella travesura. Al día siguiente, en la asamblea, Franziska (doce años) levantó la mano y pidió hablar. Contó que ella junto con otras niñas, durante semanas, había estado arreglando una cabaña con un pequeño huerto en el bosque. La tarde anterior al ir, se encontraron con que alguien había roto la puerta, desordenado todo lo que había dentro y orinado por la estancia. Era indudable por todos los detalles que los culpables eran los chicos. Continuó hablando diciendo que lo más justo sería que los tres causantes de aquellas fechorías emplearan su tiempo, en vez de jugar al fútbol (algo que les apasionaba) a reparar la cabaña. Toda la asamblea estuvo de acuerdo en la lucidez de aquel discurso y fue así como aquella “micro-sociedad” decidió cómo solucionar el incidente.

♦ ♦ ♦

…y empieza la jornada escolar que abarca desde las ocho/nueve hasta las cuatro de la tarde. La permanencia en la escuela es obligatoria hasta las doce y media (que es la hora de la comida). Posteriormente, cada uno puede marcharse si así lo desea.

Me siento más excitada que ellos viendo material educativo esparcido por todas las estancias. Antes de comentar “mis descubrimientos iniciales”, me gustaría citar que después de comer, dos niñas se han sentado al lado mío y han intentado aprender algunas palabras en castellano. Les atraigo, ya que soy alguien exótico que habla de manera diferente. Durante dos horas me han escuchado leerles un cuento y han sonreído.

El caso es que, centrándonos en el tema de los materiales:

en la sala de idiomas disponen de juegos de lógica , de memoria, libros de fácil lectura (tipo ¿Dónde está Wally? ó Asterix y Obelix), tinta y plantillas para escribir en jeroglífico, cintas de cassette en francés, ó unas tablillas muy interesantes para aprender a multiplicar. Éste último consistía en unir a través de un hilo números resultantes de la multiplicación (por ejemplo, si cogen la tabla del nueve, el hilo tendrá que pasar por el tres y el veintisiete).

La sala de cosmología, a través de la cual se tiene acceso a la cocina, tiene cromos, libros sobre animales, el origen del universo y ser humano, piedras minerales y una serie de esteras en el centro de la sala para sentarse o tumbarse.

En la cocina es donde los niños preparan sus platos. Eso sí, adquirir los ingredientes corre a cargo de ellos y deben de ir a la tienda a comprarlos.

Esta parte de la escuela dispone de todo lo esencial e incluso, recordándome a cuando era pequeña y en una mesita que tenía en la cocina mientras mi madre cocinaba yo resolvía operaciones o leía cuentos, tienen una serie de pupitres donde realizan sus tareas. De hecho, son los únicos pupitres que hay en todo el edificio.

Un día , me llamó la atención que los chicos mayores estaban jugando a que estaban en una escuela normal, en la que cada uno estaba sentado detrás de un pupitre y frente a ellos estaba la figura del profesor ordenando tareas y silencio por doquier, nada más lejos de la realidad…

La sala de variedades ofrece la posibilidad de realizar un sinfín de actividades, desde jugar al ajedrez (les apasionaba a los chicos) ó Rummikub a hacer manualidades con plumas, conchas…

Sin embargo, el ámbito de las manualidades, de la “creatividad” estaba más cultivado por las niñas.

Y es que pese a la libertad de autonomía que se les brinda para aprender, en líneas generales, comprobé que eran ellas las que mostraban más inquietud.

Y es algo curioso, porque al principio al ver que tenían columpios en la calle, pensé que por lo menos los más pequeños iban a pasar la mayor parte del tiempo jugando. A fin de cuentas, si me hubieran preguntado a mí, años atrás, ¿qué prefieres: ir al cole o al parque? digamos que la pregunta ofende. Sin embargo, pasados unos días los columpios estaban vacíos: ellos de modo consciente o inconsciente sienten curiosidad por el material que la casa-escuela les ofrece.

Me gustaría comentar que la decoración de las paredes tiene algunos trazos (uso de cristalitos de colores) los cuales me recuerdan mucho al estilo de Gaudí. En concreto, corrió a cargo de una artista amiga de María.

♣ ♣ ♣

“Mi iniciación

La primera hora de mi tercer día ha sido completamente agotadora. Se me ha ocurrido la idea de esparcir libros en español por el aula y al poco rato se han acercado un par de chicas. Hemos estado ojeándolos y se les veía interesadas. Que más decir, sino que me he cansado para todo el día (me da hasta vergüenza decirlo), y es que he intentado poner todo de mi parte (por medio de la entonación, gestos…) para captar su atención. Eran libros muy básicos, como el de “Leo y veo: Los gnomos”.

No obstante, me he acercado a los niños (una constante que he mantenido durante todo el curso y me siento satisfecha) y, a través de las actividades que realizaban, les decía su nombre en español.

Así, entremezclo palabras con los que tejen, cocinan, se cuelgan de las ramas de los árboles e, incluso en el comedor mientras comemos. Continúo con la curiosidad de si esto tendrá sus frutos…

Es curioso esto de la comunicación: cuando me hablan finjo que les entiendo y sé que ocurre lo mismo a la inversa.

Finalmente, como broche de oro, el grupo de las niñas me han incluido para realizar una pizza con ellas.

Al ámbito de la cocina le sacan mucho partido por varias razones: la primera, porque los que cocinan son los que después se comen sus platos, nadie que no haya participado puede beneficiarse de tremendos manjares. Por supuesto, suelen ser platos no muy complicados (spaghetti, pizzas, crepps, dulces…).

No obstante, hay una serie de reglas a cumplir en esta sala: hay que fregar todo lo que se manche y ningún alimento (aunque sea una manzana) puede salir de aquí.

Por otra parte, todos los días una madre o padre iba a la escuela para preparar la comida del mediodía. Cada uno teníamos nuestros favoritos.

En especial me llamaba la atención el padre de Aurelia: cuando le tocaba a él, las chicas por la mañana llevaban sus recetas y se hartaban a comer y evitar las “delicatessen” del pobre hombre.

Ya en casa, mientras tomamos algo en el jardín, María me ha hablado de algunos proyectos que tiene en mente. Entre ellos, está el de pedir a los abuelos de algunos niños que asistan a la escuela para contar sus vivencias.

Y, ahora, desde el futuro, recuerdo aquella idea y de cómo se llevó a cabo. En verdad, algunos de ellos aceptaron la invitación. La sala de variedades era acondicionada ya que era la estancia más cálida donde estaba la chimenea. En el centro se colocaba una mesa grande con muchas sillas. Aquellas mañanas, María llevaba pastas y preparaba tremendas dosis de té para todos.

Los ancianos resumían sus vidas en una hora. Al principio, captaban la atención de todos los niños pero con el transcurso de los minutos los más pequeños se impacientaban y marchaban a otro sitio. Eran historias muy interesantes que se remontaban en tiempos de guerra y que de cuando en cuando, María o algún profesor disponible, me traducían.

Mi cuarto día no dejó de ser menos novedoso. Para empezar, Robin me ha dejado un libro acerca de una escuela que sigue la metodología montessori y se encuentra en Quito. Expone una serie de puntos interesantísimos y que, sin duda, entre estas notas, incluiré. En concreto, El libro se titula “Educar para ser”, por Rebeca y Mauricio Wild, basado en el Centro Pestalozzi. De hecho, para entender el funcionamiento de nuestra escuela, hay que remitirse al libro.

Pero antes de adentrarme en él, hay que hablar de la entrada de Frederic al centro. Es un niño muy problemático siempre metido en líos. Dejó la escuela normal y se vino con nosotros pensando los padres que así todo se arreglaría…

Con Frederic, la actitud de los niños y según observo y leo, me asaltan muchísimas dudas…, y es que si ni tan siquiera los padres de Fred creen en nuestro método ¿podemos lograr ayudarle entre todos?

-“Y María, ante la autonomía que se le ofrece al niño con derecho a aprender por si mismo, ¿no se corre el riesgo a que abuse de esta confianza?”-.

Es una pregunta muy complicada y que todo el que se adentra en el ámbito montessori se la plantea en alguna ocasión. Una medida adoptada, consiste en que si en nuestra escuela hay cinco profesores, cada uno de ellos debe observar a un grupo determinado de chicos y chicas. De tal forma, que cada profesor, le corresponde siete alumnos, debe anotar en una libreta lo que cada uno hace a lo largo del día. Al cabo de dos semanas, el profesor se reunirá con el alumno orientándole sobre cómo evoluciona y en qué ámbito debe incidir un poco más. De esto también tienen constancia los padres.

¡No se hace exámenes! Al final de curso, se da un certificado que acredita que el niño ha pasado el curso que le corresponde y Santas Pascuas.

El caso de Andrea es algo distinto. Tiene catorce años y en un año empezará a ir a un instituto normal. Para ella tienen planes algo diferentes. En unos meses, realizará prácticas en un geriátrico con el fin de adentrarle en el mundo laboral. La escuela ofrece estas prácticas en diferentes áreas, por ejemplo, tiendas, peluquerías, establos…

- “¿Y qué ha sido de los niños que estudiaron en la escuela? ¿No es chocante este sistema educativo con el de un instituto?”-

Ante esto, no hay una respuesta concreta. Partiendo de que cada individuo es un mundo, evidentemente para ellos es chocante que de pronto tras gozar de cierta autonomía, pasen a estar sentados detrás de un pupitre sin moverse durante unas horas. Pero los resultados han sido muy diversos: ha habido niños que les ha ido muy bien (una ex - alumna sacó la nota más alta de su promoción en la universidad) y a otros regular. Lo mismo que pasan en las escuelas normales.

♣ ♣ ♣

El lugar donde se localiza la escuela ofrece la posibilidad de realizar un sinfín de actividades. Así, mientras las niñas cocinan su pizza, los chicos juegan en una campa al fútbol y los pequeños construyen una casa en el árbol. Además, aprovechando que hace un día buenísimo, Tina ha estado leyendo un cuento en el patio. Ha durado aproximadamente una hora y antes de empezar se ha avisado a todos los niños.

Desde las nueve hasta las doce y media, la jornada se promete intensa cargada de proyectos. Pero a esa hora (hay un reloj por cada estancia) se toca la campana, y a los chicos que les toque, preparan las mesas para comer.

El comedor es pequeño donde apenas hay tres mesas. De modo que siempre nos organizamos para comer en dos grupos. Una vez que un niño termina de comer, debe esperar al resto de la mesa. Si por el contrario son dos o más niños los que ya han comido, deben pedir permiso al resto de los compañeros para saber si pueden levantarse.

Como he dicho más arriba, son los padres los que se encargan de cocinar. La labor de ellos es importantísima para el mantenimiento de la escuela. Se encargan de podar y quitar las malas hierbas, regar las plantas, limpiar, gestionan mi proyecto (me buscaron piso, me recogieron al aeropuerto, me invitan ocasionalmente a cenar…) y más cosas que, supongo, me dejaré en el tintero.Todos se sienten partícipes de la educación de sus hijos y contribuyen en la medida de lo posible. E incluso, se ofrecen para dar algún curso, tal como: “el uso de las hierbas para la cocina y la salud”.

Una vez al mes se reúnen para hablar de todo en general. A mí, aunque no era necesario que fuera, me parecían temibles, ya que empezaban a las seis de la tarde y se solía alargar hasta las once de la noche. Todos desde hacía tiempo se conocían y generalmente terminaban cenando en la pizzería del pueblo.

Incluso, se anima a los padres para que, por lo menos, una vez por curso vayan a la escuela en horario de clases para que vean cómo funciona. Eso sí, deben mantenerse en un plano observador y no interferir en las actividades de los chicos. Algo que a mi personalmente, me costó cumplir.

Una mañana me acerqué a David mientras él jugaba y empecé a preguntar qué hacía, si podía jugar…, David sin levantar la vista dijo: “¡por favor, quiero jugar sólo!”. Me dejó a cuadros. Ni qué decir tiene, que me marché y se quedó él sólo sobre la alfombra.

De hecho, el respeto hacia la otra persona es muy importante. Si un niño se siente intimidado por otro, o simplemente le desagrada una determinada situación, inmediatamente dirá: STOP. Esa es la palabra mágica y “el arma que utilizan para protegerse”. Y aquí es donde entra, de nuevo, Frederic. ¿Qué pasa en un grupo de chicos y chicas cuando entra un niño que desmorona todas las normas que rigen el centro?

Fred siempre estaba metido en líos: molestaba a sus compañeros, rompía lo que otros niños hacían y se enrabietaba injustificadamente. Era una situación insostenible tanto para los chicos como para los profesores. Éstos decidieron hablar con los padres para que supieran acerca de su comportamiento. Y sus compañeros pasaron de estar sorprendidos en un principio a menospreciarle. Le trataban como si no existiera, tanto los pequeños como los mayores.

Sin duda fue todo muy complicado por ambas partes. Finalmente, los padres decidieron buscar otra escuela que había en Viena donde se trabaja más con el arte, trabajos manuales, música y religión. Querían que Fred proyectase toda la energía en actividades físicas. Apenas estuvo con nosotros dos semanas.

El acceso a nuestra escuela lleva un proceso. En primer lugar, es aconsejable que los padres inviertan tiempo en sus hijos y realicen actividades con ellos, puesto que en el desarrollo personal de un niño no sólo intervienen los profesores sino que los padres tienen una importancia vital. Después proponen algunos consejos (que en ningún caso obligación) como procurar que no pasen muchas horas frente al televisor.

Antes de empezar el curso, se ofrece a los padres la posibilidad de que visiten la escuela y conozcan el funcionamiento de ésta. Tras un par de días observando, si es de su agrado, el niño (sin los padres) puede venir con nosotros durante una semana para ver cómo funciona. Es decir, si se integra bien con sus compañeros, con los materiales de las aulas, e incluso, esta semana es decisiva para él mismo, expresando si se encuentra a gusto o no.

“La excursión”

A las 9.15 me estaban esperando. Hoy, hemos ido de excursión al bosque. Todos llevan sus cometas y el almuerzo, dispuestos a pasar la mañana entera. El grupo está compuesto, en su mayoría, por los niños más pequeños (de 6 a 10 años). El trayecto no ha sido largo, aunque nos hemos detenido en varias ocasiones para esperar a los que se entretenían mirando animalillos, setas o flores. En eso consiste, en parte, la excursión: en el contacto con la naturaleza, que palpen y experimenten sensaciones nuevas. Tras una hora, hemos llegado a un descampado en el que nos hemos parado para comer y jugar un rato. Las vistas eran espectaculares, desde allí se puede ver todo el valle. Sin duda, la salida al bosque mereció la pena. A las 12.45 ya estábamos de vuelta.

Las excursiones se hacen muy frecuentemente. Los viernes, todos los niños que quieran, van a un gimnasio que hay en la ciudad más próxima. Tienen aparatos y una serie de instalaciones, de los que tampoco puedo decir mucho más ya que precisamente ése era mi día libre.

Pero la escuela realizaba muchas más salidas culturales. No tuve la suerte de ir a todas, ya que sólo podían ir dos profesores, sin embargo, visité el Museo de Historia Natural , el Museo de los Inventos, la Casa del Mar (espectacular), fuimos al cine a ver una película infantil holandesa sobre caballos …

Los niños se sienten partícipes del proyecto. Recuerdo que, en cierta ocasión, se realizó una manifestación en una ciudad, que estaba a una hora en tren, pidiendo al gobierno subvenciones para las escuelas montessori. Fueron profesores, padres y niños de todos los puntos del país, haciéndose oír de la manera en que mejor sabían: cantando, bailando, realizando actividades y preparando una gran comilona. Desgraciadamente, aquello no dio mucho resultado, pero nos lo pasamos muy bien.

Finalmente, estaba la “gran excursión”, que todos esperaban con ansia. Durante una semana (en el mes de junio) la escuela se iba a una granja. Allí, los niños estaban en contacto con los animales: les daban de comer, les cuidaban…; además, tenían la posibilidad de montar a caballo, practicar actividades como el tiro con arco o bañarse en un lago que se encontraba muy próximo al lugar.

A Robin le encanta la fotografía, y en la sala de idiomas había álbumes repletos de fotos de excursiones de otros años. A los chicos les gusta recordar y verse a sí mismos y a sus compañeros cuando eran más pequeños.

Con el paso de los días, se llega a establecer una cierta rutina. Tina prepara una obra de teatro (para la fiesta de fin de curso), María ayuda a los pequeños en las escritura, Robin ofrece clases de inglés y matemáticas, Georg realiza experimentos y trabaja en el taller de bricolaje con los mayores, Karl se ocupa de la historia y danzar con los chicos, y yo, con la ayuda de María preparo las clases de español. Además, las chicas están aprendiendo a bailar sevillanas.

El baile les encanta: en especial a ellas. María consiguió una ayuda económica por parte de una entidad privada, lo que permitía que durante un mes una artista profesional nos visitara e iniciase al grupo en el arte de la danza.

Como he comentado, no es una educación rígida sino que está continuamente amoldándose a las necesidades del grupo. De hecho, en cierta ocasión, los padres se quejaron porque “los chicos mayores” tenían ciertas carencias. La solución que decidieron entre todos, fue que los de secundaria se reunieran todos los días, después de comer, en la buhardilla (un lugar muy acogedor) para recibir clases extra de historia, geografía, matemáticas…

Les animan también a realizar proyectos y tener un papel activo en la sociedad.

En la guardería (estaba al lado del colegio), el padre de Una hizo un documental sobre las carencias del agua en el planeta Tierra. Fue todo un éxito y se proyectó en varios cines de la ciudad.

Con motivo de la concienciación de la problemática del agua que existe en muchos sitios, se organizó un concurso en el que podían participar centros escolares de todo el país. Nuestros chicos se apuntaron y volcaron de lleno en este proyecto. Investigaron, hicieron entrevistas (entre otras al padre de Una), dibujos, juegos de lógica…; era francamente un buen trabajo en el que intervinieron casi todos los mayores. No ganaron…, pero quedaron en un segundo puesto. Lo celebraron a lo grande y meses después recibieron entradas gratuitas para que todo el colegio asistiera a un importante festival infantil que se celebraba en la ciudad.

Todos los lunes, en el vestíbulo, recogemos de nuestra bandeja, una hoja donde se especifica lo que va a tener lugar durante la semana (actividades, excursiones, visitas, cumpleaños…).

Quiero centrarme en la tercera semana, ya que fue especial. Para empezar, se iniciaron las clases de español. Había una gran expectación y se apuntaron alrededor de veinte chicos. Tuvimos que dividirlos en dos grupos.

Pese a que tengo un montón de anotaciones de cada clase de español, tampoco quiero centrarme excesivamente en ellas y correr el riesgo de aburrir al personal.

Las clases transcurrían en la sala de música. Colgué carteles con fotos y su nombre en español por toda el aula. Además llevé conmigo canciones y libros a la escuela.

A nivel global, creo que la presencia de alguien extranjero que ofrece su cultura, resulta bastante enriquecedora. Aprendieron canciones, como: “debajo un botón”, juegos, como la “zapatilla por detrás” ó “Veo, veo”… y mucho vocabulario. Tienen dificultad en la pronunciación de letras como la “r”, pero aprenden rápido. Intentamos hacer las clases divertidas y prácticas: varias veces, María y yo hicimos representaciones utilizando diálogos muy sencillos que ellos entendieran. Y aprovechando que a muchos les gustaba cocinar, aprendieron la receta de la tortilla de patata.

Un día, los pequeños (encabezados por los gemelos) se plantaron delante mío diciendo que también querían aprender español. Se me ocurrió la idea de coger una caja y crear un teatro. Hice algunas marionetas y, a través de ellos, aprendieron un poquito de español.

Si las clases con los mayores duraban cuarenta minutos, con los pequeños nunca sobrepasaba la media hora y a condición de que termináramos bailando “la canción de los pajaritos”. Eran grupos que requerían unas necesidades diferentes, pero, a decir verdad, me sentía igual de a gusto en ambos.

De hecho, llegó el día que dijeron algunos padres que estaban interesados en aprender también español. Y fue así, cómo organizamos veladas muy divertidas todos los jueves por la noche en la escuela. Les ofrecíamos material didáctico para practicar situaciones básicas, como manejarse por la ciudad, y escuchábamos canciones de Mercedes Sosa ó Buena Vista Club Social. Fue un proyecto que no duró mucho tiempo, por una serie de circunstancias, pero que dejó un buen sabor de boca.

Pero retomando nuestra tercera semana, el martes, la escuela se llenó de animales. Era el día de la mascota y llevaron perros, gatos, conejos, tortugas…; en especial hay un perro al que todos los niños conocen y ya he visto en varias ocasiones. Es de una de las chicas mayores, Rosa.

La escuela tiene también mascotas: dos caracoles gigantes metidos en una urna a los que los niños tienen la obligación de alimentar y limpiar cada cierto tiempo.

A mediados de semana, Georg y María explicaron a los chicos el origen del universo, según María Montessori. El origen radica en una serie de gases que a través del descenso de la temperatura se iría conformando…

Para la exposición han realizado un montón de experimentos, como por ejemplo, el uso de un cuenco de tierra con filamentos de hierro y un gran imán para explicar el magnetismo de la tierra. El colofón de la exhibición fue cuando el volcán (hecho de arcilla) entró en erupción, echando lava (para ello utilizaron un hornillo que colocaron debajo del volcán).

Ideas generales extraídas de “Educar para Ser”, Rebeca y Mauricio Wild

El centro educativo Pestalozzi consta de un edificio con una serie de salas, columpios y un riachuelo. El papel de los adultos no estriba tanto en dar reglas sino de vigilar que las reglas básicas de la casa se cumplan.

¿Qué normas básicas deben cumplir?

- No quitar a otro niño lo que está usando

- lo que se usa se devuelve al mismo sitio

- no se corre dentro del edificio

- las basuras se tiran a la basura

- para jugar con agua y lodo se usan delantales.

Estas mismas reglas se aplican también en nuestra escuela. De hecho, Robin estuvo durante unos meses en la escuela de los Wild, y fue allí donde captó la esencia de su enseñanza.

Retomando el libro de los Wild, nos dicen que ya los niños en preescolar tienen la capacidad de decidir qué hacer. El papel del profesor consiste en ofrecerles apoyo emocional, ser testigos de sus actos, escucharles y en todo caso, proponerles ideas/proyectos.

En la etapa de primaria, debe disponer de un material adecuado que corresponda a sus necesidades. Los niños emprenden sus actividades espontáneamente ya sea bien individualmente o en grupo.

La única actividad grupal obligatoria a partir de los siete años, es la asamblea semanal. Nosotros teníamos cada día por la mañana una reunión y aparte el miércoles otra que llamábamos “la gran asamblea”.

Sería interesante que dos días a la semana una parte de los niños salgan a lugares como museos o piscinas. Y, además, los jóvenes planifiquen actividades grupales como viajes en bicicleta o convivencias en playas.

La finalidad

Se pretende respetar las necesidades orgánicas, psíquicas e intelectuales del niño. Se busca a ese niño autónomo que toma sus decisiones y, como consecuencia, tiene pocas posibilidades de rebelarse contra todo.

En lugar de suprimir los intereses del niño, se trata de descubrirlos y ampliarlos.

Hoy en día, se busca lo mejor para el niño: realiza un montón de actividades extraescolares y, a cambio, esperamos que respondan. Pero, ¿cuál es la realidad del mundo de los niños?

A título personal, diré que durante un curso, he dado clases de inglés como actividad extraescolar en un colegio de mi ciudad. Exceptuando uno o dos alumnos, la inapetencia de venir a clase era general. Después de estar todo el día en el colegio tenían que quedarse una hora más…

Ante la pregunta de por qué vienes a inglés, muchos respondían “porque mis padres me obligan”.

¿Acaso no recordamos algún episodio de algo que nos obligaron a hacer a disgusto cuando éramos pequeños?

El niño en lugar de ser presionado para aprender, la escuela va a crear las condiciones favorables para que el niño aprenda por experiencia propia. Es un reto, en el que la escuela debe preparar el ambiente adecuado.

A diferencia de la escuela tradicional, donde se imparte una enseñanza vertical donde el profesor está en la cúspide y el niño obedece, en la nueva escuela se da un aprendizaje por medio de la experimentación que siempre implica cometer errores.

La evolución del niño en su proceso de aprendizaje me recuerda bastante a la evolución de la especie humana: inicialmente, necesitan una exploración del espacio, un ambiente al que se compara a los espacios vírgenes, en el que los niños interactúan con la arena, el lodo…

En un segundo paso, el niño ya sigue adelante y busca actividades más estructuradas: carpintería, juegos de agua, la huerta, cocina, telares…

El centro Pestalozzi dispone de una serie de áreas dispuestas a cubrir las necesidades intelectuales de todos: área de cálculo, matemáticas, idiomas, naturales, canchas de juego y áreas para el arte.

Los niños de once y doce años, siguen un programa de trabajo real, que puede ser en orfelinatos, fábricas, restaurantes…; dura tres días al mes y son asignados de común acuerdo entre el profesor y el alumno.

El propio chico, si vive una vida plena y llena de experiencias que vale la pena comunicar y sobre las que necesita reflexionar, sentirá la necesidad de introducirse en la lectura. Tienen muchos materiales, como letras de lija, alfabeto móvil…

Otro tanto ocurriría para aprender el cálculo. En función de sus actividades e intereses, ellos mismos son conscientes de la importancia de calcular.

Sociabilidad del niño

Cómo se ha indicado más arriba, se habla de una relación alumno- profesor horizontal y no vertical como en la escuela tradicional. Se busca el respeto mutuo. Para ello, el adulto debe aprender a respetar las necesidades del niño, se facilita la convivencia de los chicos que trabajan y juegan juntos (se mezclan los grandes con los pequeños) e, importante, son ellos los que deciden las reglas de comportamiento en las Asambleas.

En ningún momento se fomenta la competitividad, el trabajo consiste en hacerse a así mismo como persona, sin compararse al compañero.

Este punto es, desde mi punto de vista, uno de los enclaves básicos que caracteriza a nuestra escuela. Sin embargo, es dificilísimo de conseguir. La persona en muchas ocasiones actúa por imitación, de modo consciente o inconsciente, fijándonos, ya sea en el cantante que está de moda en ese momento o en el vecino del quinto. En mi opinión este rasgo es inherente a la esencia del ser humano. Después ya depende de nosotros en qué grado “vamos a desarrollar” nuestra capacidad de imitación.

Por otra parte, vivimos en una sociedad sumamente competitiva donde la rivalidad está latente en todos los ámbitos, ya sea para conseguir un puesto de trabajo como jugar al parchís de toda la vida.

No es fácil desligarse de todos esos lazos y partiendo de unos cimientos, desarrollarse como persona en una sociedad que es contraria a esta tendencia.

Me gusta muchísimo ver que los chicos de la escuela tienen, en líneas generales, una personalidad fuerte y no tienen miedo a expresar lo que quieren (dentro del respeto) en la Asamblea. Que muestran inquietudes, tolerancia y responsabilidad ante el centro donde se forman. Son valores que en una escuela tradicional puede que no se cultiven tanto.

Rasgos característicos del Centro Pestalozzi:

-Disciplina: la escuela necesita una disciplina funcional que pueda ser reconsiderada cada día. Todos participan en la tarea de establecer reglas, e incluso, en ocasiones, los niños piden a los adultos proceder autoritariamente.

- Libertad: en un ambiente lleno de estímulos, cada niño tiene la libertad de satisfacer sus necesidades auténticas, lo que quiere hacer, con qué, con quién y cuanto quiere aprender.

- Autoridad: no hay que posicionarse en ninguno de los extremos: autoritario o antiautoritario. Se aspira a que cada adulto sea él mismo, pero con gran interés por entender a los niños. Son adultos más bien informales pero, al mismo tiempo, se sienten responsables de la seguridad y el buen funcionamiento del centro.

El profesor no toma un rol decisivo en las actividades. Su voz y posición no dominan el ambiente. No corrige los errores de los alumnos. Su papel estriba en facilitar actividades pero sin dirigirlas. Siempre está dispuesto a expresar su fe en la vitalidad positiva de los niños.

Los padres, por su parte, deben comprometerse a participar en una reunión mensual de estudio y discusión así como observar las actividades de los niños en la escuela varias veces al año.

- Sistema de evaluación: realizan un informe pedagógico quinquemestral, en el que describen las actitudes sociales por un lado y, por otro, las actividades realizadas (cálculo, escritura…)

El informe incluye comentarios generales sobre el desarrollo, logros o problemas personales. Además menciona el grado de participación de los padres en el conjunto de la educación y provee una página para que los padres opinen sobre su hijo, la escuela o lo que sea.

Los niños más mayores pueden colaborar a la hora de realizar su informe.

- La espontaneidad tiene un papel relevante. Para que exista debe haber un respeto a un espacio personal interior que es garantía de libertad y va creciendo con cada acción espontánea.

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“Educar para ser” me ha sido de muchísima utilidad, para comprender mejor las bases de nuestra escuela.

Una amiga de la familia, viéndome interesada en la búsqueda de un camino distinto al de la escuela tradicional, me prestó el libro “Summerhill”, muy interesante, escrito por Neill. En éste ya se trata aspectos diversos, y afronta el reto de constituirse como una enseñanza alternativa diferente al Centro Pestalozzi, pero no por ello resulta menos interesante.

Summerhill es una escuela de gran renombre mundial donde hay niños de todas las procedencias. Continuamente hay profesionales, interesados en esta área de la educación, que asisten a la escuela para ver su funcionamiento. Curiosamente, una escuela tan prestigiosa y, que a la vez, se rige por unos valores tan básicos e importantes (a veces olvidados por nosotros)…

¿Por qué no colaboras escribiendo tus impresiones acerca de la filosofía que seguían los Wild y, en general, la escuela? Participa en este cuaderno

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“Las fiestas”

2/12/06 (16:00 h)

Durante días nos hemos preparado para la fiesta del “adventbazar”. He ayudado a preparar torrijas para venderlas hoy. Los chicos han hecho una gran labor. Se han encargado de hacer pulseras, colgantes, dulces, bolsos y sombreros para venderlos en los puestos que han montado.

Ha tenido lugar en la escuela, en el patio. Aunque el edificio estaba abierto por si querían entrar los chicos y jugar. Todo el pueblo ha sido invitado a la celebración: hemos pegado carteles en todas las esquinas.

Los padres también han participado. La madre de los gemelos ha hecho ponche y tentempiés para todo aquél que quisiera.

De hecho, todos hemos colaborado. La voluntaria de la guardería, una chica italiana, y yo hemos estado haciendo rastas durante toda la tarde. Muchos querían hacérselas, aunque, de vez en cuando, parábamos para ver cómo se desenvolvía la fiesta.

Cuatro chicas mayores han estado ensayando durante un mes un espectáculo de fuego con Kart Heinz, y esperan ansiosas que llegue las nueve de la noche para actuar…

El propósito de esta fiesta es recaudar dinero para el mantenimiento del centro, así como, una jornada de puertas abiertas, en el que toda persona interesada pueda ver cómo funcionamos.

La tarde transcurrió movidita. Había mucha gente, niños corriendo de un lado para otro. Los chicos estaban entregados totalmente a la causa. Estaban en sus puestos de venta, de vez en cuando, turnándose. Aunque no desperdiciaron la ocasión para jugar un rato, por la tarde, al fútbol en la campa.

En una esquina levantaron una carpa, donde un hombre ofrecía voluntariamente la posibilidad de enseñar a tocar un instrumento muy extraño.

Mientras, aprendía sobre la marcha a hacer rastas. Algunos pedían a mi compañera que les pintara en la cara una mariposa o un león. Apenas, a dos metros de distancia, estaba el padre de Una, que había cocinado dulces de chocolate y nata.

Finalmente llegó la hora del espectáculo del fuego. Hubo un silencio sepulcral, quedando todos hipnotizados con el fuego en mitad de la oscuridad. Fue muy emotivo, y las chicas lo ejecutaron sin ningún error.

Después, y lo descubrí casi de casualidad, en la carpa donde antes estaba el hombre con su instrumento, se empezó a sentar la gente en el suelo dejando tan sólo un hueco en el centro. Era un lugar pequeño, en el que casi no cabía un alfiler. De pronto entró una mujer y empezó a cantar. Me dijeron que era conocida por esa zona, y si había accedido a asistir era por ser amiga de una de las madres (de nuevo aquí es determinante el papel de los padres). Ni qué decir tiene que para mí fue el mejor momento de la noche cuando empezó a cantar “killing me softly”.

La fiesta duró hasta la medianoche y fue todo un éxito, recaudando el dinero suficiente como para sentir que el esfuerzo de todos había valido la pena.

Hemos celebrado dos fiestas más: carnavales y la de fin de curso.

La primera fue organizada por los niños. Para empezar, era requisito indispensable ir disfrazado a la escuela: había ninjas, sombreros andantes, piratas, mariquitas, patos, etc., desfilando por las salas.

Los profesores también debían disfrazarse: María se convirtió en la pantera rosa, aunque mi favorito fue el de Tina, de mago Merlín.

Tina es una profesora que siempre me ha interesado mucho. Tiene muchísima creatividad y la invierte con los niños en manualidades, teatro, cuentos… (merecerán un capítulo aparte los profesores).

Al principio, han organizado juegos en el que podían participar todos los niños. El que más les gustaba y han repetido varias veces, es el de la gallinita ciega.

La guardería y la escuela están conectadas a través de una puerta. Para esta ocasión, la han abierto y los más pequeños han podido mezclarse con nosotros.

Todos juntos, hemos comido unos dulce típicos consistentes en unos bollos rellenos de crema y zumo de naranja.

La fiesta ha durado hasta la hora de comer. La sala de variedades, el centro de la fiesta, estaba decorada con serpentinas que colgaban del techo.

Después de los juegos, llegó el momento deseado para los más mayores y han hecho una discoteca. Para ello, han tapado con cortinas las ventanas y han colgado una lámpara de colores. Las mayores tenían música de actualidad que han puesto en la radio.

Después de comer, entre todos hemos recogido y ordenado la escuela. Una hora más tarde, las cosas estaban en orden.

Es decir, ya que era una fiesta para todos, se ha hecho a su medida. Me consta que la preparación de la fiesta causó más de una discusión en la asamblea.

En las reuniones, va por rachas, predomina un tipo de discusión. Por poner por caso, en la “Gran Asamblea del miércoles” varios niños se quejaron por la impuntualidad de algunos compañeros. Si las reuniones empezaban a las nueve de la mañana y un chico llegaba a las nueve y diez, molestaba a los compañeros.

Optaron por amonestar a aquéllos que eran impuntuales. Pero en vista de que su actitud persistía, decidieron entre todos adoptar algunas medidas. Si un compañero llegaba tarde porque se había entretenido por el camino (caso frecuente) sería mejor para el grupo que esperase fuera y no entrase en la sala de música, donde se celebran las asambleas. Pero, si el chico tenía que llegar tarde porque, por ejemplo tenía cita con el médico, entonces tenía que llamar uno de sus tutores a la escuela para comunicarlo.

Siempre, para un determinado sector del grupo, la puntualidad fue muy importante, y pese intentar hacer lo imposible por cumplirlo, algunos chicos siguieron llegando tarde y el problema quedó sin solucionarse completamente.

Otro tema que levantó muchos comentarios durante una temporada, fue el fútbol. Los chicos pasaban mucho tiempo jugando y, en este caso, los profesores, protestaron. No querían que dejasen de practicar este deporte pero querían hacerles ver que la escuela les ofrecía muchas otras posibilidades. Era un tema espinoso, porque el fútbol les apasionaba y no querían renunciar a él bajo ninguna circunstancia. Finalmente y tras regatear los minutos, llegaron a una acuerdo común: como máximo jugarían cuarenta y cinco minutos al día, ni uno más y después dejarían la campa libre para que otros chicos pudieran jugar.

♣ ♣

El contacto con la naturaleza está presente en todo momento. Cada niño tiene un pequeño huerto donde cultivan lechugas, patatas, perejil, tomates, zanahorias…; especialmente las niñas cuidan con mimo su diminuta parcela. Muchas tardes, después de comer, veo desde la ventana a Lali regando con la manguera o quitando las malas hierbas.

Los pequeños tienen menos paciencia. El grupo de David, Swen y Samson pasaban parte del tiempo jugando con piedras, palos y barro. Secretamente, estaban construyendo una casa entre los matorrales. En cierta ocasión, David nos dio un gran susto al caerse de un árbol y Robin le llevó rápidamente al hospital.

Afortunadamente los accidentes eran poco usuales, ya que la labor del profesor estribaba, entre otras cosas, en observarles y velar por su seguridad, en especial a los más pequeños.

Cerca del campo de fútbol hay una charca artificial. Nos gustaba bajar de cuando en cuando y ver a las libélulas, ranas o renacuajos. Aunque sabíamos que no debíamos molestarlas.

Era un espacio algo alejado de la escuela en el que los chicos cuando querían estar solos y hablar de sus cosas, lo elegían como alternativa.

Cerca de este lugar, había madera y los restos de una hoguera. Tenían la posibilidad de hacer fuego, pero siempre tenía que ser en presencia de un profesor y que encendiese él el fuego con un mechero. Esta tarea se le solía encomendar a Georg, uno de los profesores que tenía más carisma entre los niños.

A los chicos se les sigue ofreciendo muchas optativas: ir un sábado al “mercado de las pulgas” (conocidísimo mercado de comida y objetos de segunda mano), patinar sobre hielo en un complejo de actividades en una localidad cercana, ir un jueves por la mañana a las piscinas cubiertas…

Me ofrecí voluntaria para acompañarles, junto con María y algunas madres, al mercado de las pulgas. Todos juntos, cogimos el tren, el metro y nos plantamos en el centro de la ciudad. Fue muy divertido. Nos dividimos por grupos y yo me quedé con los más pequeños, que eran los que se entretenían más. Pasamos toda la mañana y a la vuelta, algunos llevaban consigo comida que habían comprado para sus padres.

María me ha comentado su intención de llevar a cabo un programa de intercambio de alumnos (los de secundaria) con algún colegio de Inglaterra o España, para que nuestros chicos puedan practicar y relacionarse con gente de otros lugares.

Durante este curso no se ha hecho, pero ya tienen un proyecto firme para realizar definitivamente el intercambio con un colegio inglés durante un mes del curso que viene.

No es la primera vez que lo hacen, ya que años atrás, cuando la hija de María, Marie, era pequeña, se marchó a Inglaterra con la escuela. Marie recuerda con mucho cariño cómo jugaba con los chicos al baloncesto.

♣ ♣

“Los chicos”

En la escuela hay niños con edades comprendidas entre los seis y catorce años. Todos comparten materiales, las aulas, comen juntos…; puedes ver a un chico de trece jugando con otro de siete, sin embargo, no es lo normal. Cada chico tiende a acercarse con el que tiene una edad similar, porque comparten intereses comunes. No he visto en ningún caso la situación de que un mayor abuse de un pequeño (recordemos la palabra mágica “STOP” ante este tipo de casos), pero está claro que existen grupos.

Hay chicos con un gran carisma y madera de líder que arrastran a compañeros, y otros que son más autónomos y prefieren ir por su cuenta. Es difícil hacerles ver a cada uno de ellos que pueden ser sus propios líderes y no necesitan a nadie, ya que necesitan, en muchos casos, sentirse integrados en un grupo.

El episodio que recordaba al principio, sobre los tres chicos que destrozaron la casa de las niñas, lo hicieron movidos , en concreto, por uno de ellos; y estoy segura de que si se les hubiera preguntado por separado , si querían llevar a cabo ese plan, hubieran contestado negativamente.

Los partidos de fútbol son una actividad social muy importante para ellos. Sólo participan chicos y en cualquiera de esos partidos, con observarlos un rato, te das cuenta del papel que juega cada uno en su grupo.

Las mayores, ya adolescentes, se sienten con ganas de hacer y ver cosas nuevas. Les encanta aprender y escuchar canciones en español. Juego bastante con ellas ya que, quizá, me vean como alguien cercano. Mi labor de voluntaria está en un camino intermedio entre el profesor y el alumno, y saber dónde hay que mantenerse, en ocasiones, es complicado.

Las chicas necesitan algo más de intimidad para realizar actividades, leer, jugar, escuchar música…; en una de las reuniones, se acordó que tan sólo ellas (que son las que conforman el grupo de secundaria), para disponer de “esos momentos” que necesitaban, podían subir a la buhardilla donde se daban las clases de refuerzo por las tardes.

En el otro extremo están los más pequeños. La mayoría de ellos vienen del kindergruppe o guardería.

Es un edificio más pequeño adosado a la escuela. Hay alrededor de diez niños y cuentan con la ayuda de dos profesoras y una voluntaria (este año venía de Italia).

La guardería consta de un salón donde comen todos (suele cocinar alguna madre o las profesoras). Además, dispone de una habitación en la que juegan: tienen muñecos, disfraces, colchonetas, una hamaca colgada del techo…; y otra habitación enorme, donde aparte de juguetes, tienen muchos libros, música de todo tipo y en una esquina colchones , donde duermen la siesta.

Básicamente ésa es la estructura. ¡Se me olvidaba! Hay un pequeño vestíbulo donde hay mesitas con pinceles y pinturas para que ejerciten la creatividad y también, igual que en la escuela, unos percheros donde cada niño cuelga la ropa.

No se suelen mezclar los niños de la escuela y la guardería. De hecho, los pequeños salen a un patio interior donde les da el sol durante todo el año. A la llegada de la primavera, con el calor, hinchan una piscina de plástico y ahí pasan buena parte del tiempo.

El contacto con la naturaleza es importante. De modo que siempre que pueden, hacen una escapada todos juntos al bosque. Suelen llevar un carrito donde se turnan para montarse. Y entre canciones y alboroto, todos nos enteramos de sus andanzas.

El papel de la profesora de guardería, estriba en velar por la seguridad del alumno, pero, sobre todo, dejar que explore y conozca por sí mismo. A veces necesitan a “alguien que les guíe”, que les oriente un poco de acuerdo a sus propios intereses, pero la autonomía de él es básica. Ruth y Christine eran las encargadas de llevar este proyecto a cabo. La primera era muy querida por los niños: en ocasiones, jugaba con ellos y le gustaba mucho cantar mientras tocaba la guitarra.

Los pequeños también alguna vez jugaban con Christine, pero ella era más partidaria de respetar esa autonomía que comentaba antes. La tercera persona que estaba con ellas, es decir, la voluntaria italiana, me comentó en alguna ocasión que le resultaba complicado adoptar ese papel de observadora.

“No por dejar que descubran por si mismos y ver su evolución implica que seas un mal educador. Posiblemente si siempre quieres participar en los juegos de ellos, no es porque ellos realmente te necesiten, sino para que no te aburras”.

Como decían los Wild, estás al lado del chico no para decirle que algo está mal, o mostrarle el aspecto negativo, sino para apoyarle y, en caso de necesidad, orientarle hacia su meta.

El periodo de estancia en la guardería es hasta los cinco años. Después, las profesoras junto con los padres, deciden si el niño o niña está preparado (hablamos de tener un determinado grado de desarrollo de habilidades sociales, inquietudes intelectuales que van más allá de lo que ofrece el centro…) para acceder a la escuela.

Ese niño, antes de empezar el curso, va durante una semana a la escuela “para probar”, y, los profesores anotan cómo se integra en el grupo. En resumidas cuentas, eran decisiones muy meditadas.

Recuerdo el caso de Una. Tenía seis años, pero debido a que emocionalmente, no se encontraba preparada (había tenido problemas familiares), resolvieron que se quedara durante un año más en el kindergruppe.

La situación económica de la guardería era peor que nuestra escuela. La causa principal era porque había pocos niños y el mantenimiento del centro dependía, en exclusiva, de los padres. Contrariamente a lo que se cree, no son escuelas excesivamente caras, apenas había mucha diferencia entre una escuela normal y la nuestra. Todos los beneficios iban destinados a pagar el sueldo de los profesores y el mantenimiento del edificio.

En ocasiones, nos visitaban chicos que estaban realizando sus prácticas. Les ayudábamos y resolvíamos sus dudas en la medida en que nos era posible, pero ellos sabían cual era su papel.

Además, una vez al año, nuestra escuela tenía una jornada de puertas abiertas, en la que todo aquél que quisiera podía venir a visitarnos. Además, a iniciativa de Robin, ponían cintas de video que hablaban acerca de la metodología montessori. Pese a ser durante el fin de semana, muchos eran los niños que venían y los padres preparaban platos para todo el mundo.

Cada uno de los profesores que conforma nuestro centro, tiene su propia trayectoria profesional. En el caso de mi tutora, María, es una educadora vocacional. Si bien empezó dando clases en una escuela normal, a medida que iba profundizando en la metodología montessori, más se implicaba. Es una de las que lleva más tiempo con los niños. Si bien durante sus inicios estuvo en la guardería, posteriormente se vino con nosotros.

Robin es el director y el que coordina el centro. Constantemente observa como funciona todo y anota. No suele proponer muchas actividades para realizar. Las asambleas son para él esenciales y aprovecha para comentar todo tipo de sugerencias. Estuvo en el Centro de Pestalozzi en Quito, y aquí se empapó de este método de enseñanza.

Después los otros profesores, tampoco me quiero adentrar mucho más, pero, por ejemplo en el caso de Tina, es particular, ya que todo empezó cuando su hijo era pequeño y empezó la escuela. El pequeño no se adaptaba al centro y a estar todo el rato sentado tras un pupitre. Tina empezó a investigar sobre alternativas educacionales que se adaptaran a las necesidades de su hijo y llegó hasta nosotros.

Continuamente los profesores se reciclan y asisten a cursos formativos. Existe una mayor oferta de este tipo de cursos, y la razón se debe a que también hay un mayor número de escuelas montessori por esta área geográfica.

No obstante, el modo para llevar la escuela varia de un educador a otro. Había quién era más partícipe en llevar a cabo una serie de pautas y quién no.

Ellos también se reunían una vez al mes. Me comentaron la posibilidad de asistir a una de ellas, aunque sólo me quedé durante una hora. Tratamos temas intrascendentes, como la posibilidad de repartir encuestas donde, de forma anónima se traten cuestiones como si se respetan las normas, si las excursiones son útiles para ellos, los hábitos de vida en la casa…

También me dijeron si quería aportar ideas, tenía dudas o cualquier tipo de quejas. Para ellos fue un esfuerzo ya que tuvieron que, para que pudiera entenderles, hablar en inglés. Pero en fin, les dejé, y ya lo siguiente que se trató fueron temas más delicados como la evolución de cada chico. Como indiqué, cada profesor tiene bajo supervisión a una serie de niños y anota lo que realiza durante la semana, éste era el momento de tratar sobre el aprovechamiento del centro de cada uno. Eran reuniones menos tediosas que la de los padres y la duración podía limitarse a un par de horas.

♣ ♣ ♣

22/05/2007

Esta fecha es muy especial, ya que es el cumpleaños de los gemelos. Me invitaron a su casa junto a otros niños del cole, y pasamos la tarde jugando, en la piscina, y comiendo caramelos y tarta. En la fiesta estaban los amiguitos del colegio, sus padres y Christine (de la guardería).

Los pequeños y yo pasamos mucho tiempo juntos. Jugábamos en la escuela, querían aprender español, cocinar torrijas, bailar…, son muy divertidos, aunque intentaba dejarles de vez en cuando y no tener un papel tan activo con ellos.

También en la escuela se celebran los cumpleaños. No pueden celebrarlo con todos los chicos de la escuela por motivos de espacio y organización, de modo que hay una serie de grupos establecidos (en función de la edad), y en el caso de los gemelos, estaban con cinco niños entre seis y siete años. La fiesta en la escuela consiste en que eligen a un profesor, el que ellos quieran, y van a la sala de música. En el centro hay una rueda, que comprende los doce meses del año. A su vez, cada mes tiene un número de bolitas que varía desde las veintiocho hasta las treinta y uno (en función de los días que tenga el mes). Todos sentados en círculo, el educador habla acerca del por qué de ese “círculo de la vida”, y características de la estación del año y mes en que transcurre el cumpleaños.

Los niños escuchan atentos. A continuación, lee un cuento acerca de las aventuras de un chico (que les gusta mucho y es muy conocido entre ellos) y cantan canciones.

Normalmente, las madres preparan las tartas o postres favoritos de los niños. Así que cuando terminan de cantar, ese grupo va al comedor y allí soplan las velas y comen.

Las fiestas tienen lugar por la mañana, antes de comer. Y suele durar alrededor de una hora y media.

Mientras, los demás seguimos con nuestras actividades: los niños ensayan una obra de teatro y otros ven una película que ha puesto Robin acerca de Hitler.

Después de comer, Georg ha preparado un juego muy ingenioso. En la sala de cosmos, sobre la alfombra, había por una parte, fotos de animales desperdigadas y por otro los nombres de los animales. A continuación Georg (sin decir el nombre) describía a un animal: “vive en el agua, mide un metro de longitud…”, daba una serie de pistas de modo que el primer niño que adivinaba el animal, cogía la foto que creía la correcta y la colocaba junto al nombre correspondiente.

Aparte, desde hace un mes, Robin realiza cursos opcionales acerca de conducción vial. La mayoría tienen bicicleta y la usan a diario. De modo que es útil para ellos que conozcan las normas. Son clases en las que aprenden las señales, qué hacer ante determinadas situaciones. Para ello, tienen un tablero que simula una calle con coches, pasos de cebra, muñequitos, señales…

Son muchos los niños interesados en “sacarse el carné de bici”, y se esfuerzan en ello. La escuela dispone también de alguna bicicleta; y algo esencial: siempre se fomenta el uso de las medidas de protección precisas (como por ejemplo, el casco).

Cambiando de tema y mezclando este batiburrillo de cursos que se proponen a los chicos, me gustaría incidir en mis clases de español. Tenían lugar todos los martes por la mañana. Para empezar cantábamos una canción que se habían aprendido: “Guantanamera”, “Juan roba panes “, etc.; y después iniciábamos las clases, que intentábamos hacer lo más amenas posible.

Por ejemplo, para enseñar algunos términos de comida en español, llevábamos azúcar, limón, mantequilla, y ellos con los ojos cerrados tenían que adivinar qué era.

Este tipo de actividades era para el segundo grupo, el de los chicos, que al ser más activos, necesitaban juegos más dinámicos.

Un día a María se le ocurrió la idea de llevar una caja y en una esquina hacer un agujero. Dentro había una serie de objetos, y los chicos sin mirar, tenían que introducir la mano y decir qué cosas había pero en español.

Conocen a muy pocos cantantes que canten español, uno de ellos es Manu Chao (muy popular).

Con el primer grupo, el de las chicas, es diferente. Cada una tiene una carpeta con hojas donde anotan todo lo que creen importante. Aparte de hacer actividades como la de la caja, también, han aprendido qué se dice en una conversación telefónica: “¿Diga?” “¿Puedo hablar con María?”…; incluso elaboramos unas cartas que recogían acciones como lavar los platos, ordenar la habitación, etc., para que jugasen entre ellas y de paso aprendieran las acciones. En concreto, este juego consistía en que tenían que casar las fichas por parejas. Aquéllas que les quedaban sueltas, debían preguntar a sus compañeros si la tenían.

Varias veces han escuchado cintas de radio donde se reproducían conversaciones en español, luego cada una debía comentar qué había entendido.

Hacíamos juegos de memoria: tenían que relacionar cada objeto (por ejemplo un lápiz) con su nombre. Tan sólo se les deja un minuto para ver la solución y luego se dispersa. La tarea del chico es reconstruir de nuevo cada cosa con su término.

También, elaboramos un bingo (tuvo mucho éxito) y una ruleta con la que se puede practicar el español. La ruleta está formada por una serie de casillas, cada una de un color. Es decir, la casilla: “érase una vez”, puede ser naranja. Pues bien, hay varias fichas boca abajo que son naranja y se coge una al azar. En cada una de ellas puede poner: “érase una vez…”: - un pescador

- un campesino

- un rey

En total habían cinco casillas y eran: “érase una vez…”, “decidió ir…”, “se encontró con…” “cogieron el…”, “pero de repente…”. Esta última casilla no tiene fichas: el final lo decide quién lo cuenta.

Había ruletas también en francés e inglés.

Estos juegos me han sido de utilidad, como el de la ruleta, incluso ya fuera de nuestra escuela, a la hora de enseñar un idioma extranjero a pequeños. A todos les encanta jugar y los cuentos.

Con la llegada del buen tiempo, pasamos la mayor parte del tiempo fuera del edificio. Kart- Heinz habla sobre el mundo de los egipcios en el porche mientras otro grupo está jugando al volleyball en la campa.

Es aconsejable, que llevemos ropa cómoda para estar por la escuela. Y con la llegada del calor, algunos están con las bermudas y la camiseta de manga corta.

Cada uno de nosotros estamos preparando la fiesta de fin de curso. Los pequeños ensayan una danza, las chicas y yo bailamos sevillanas y las mayores, han hecho una revista que recoge la programación prevista para la fiesta así como noticias que han pasado en la escuela durante el año. A mí me hicieron una entrevista, donde me preguntaban cosas como: ¿tienes algún hermano? ¿Te gusta la escuela?

Quizá he dejado en el tintero otras celebraciones que cabría mencionar, como la de Halloween, en la que los niños hicieron sus calabazas y disfraces.

Y también, en otra ocasión, durante una noche de verano, me dio mucha pena no poder ir, proyectaron una película al aire libre y realizaron un taller de astronomía.

Les encantaba las películas de Pipi Calzaslargas, independientemente de la edad del niño.

Pero retomando la fiesta de fin de curso, como he dicho, Andrea y otras compañeras, repartieron revistas por el pueblo. La celebración pretendía mostrar a los padres los frutos recogidos de todo el año. Asi pues, bailamos (grandes y pequeños), cantamos canciones de Manu Chao, hicieron una representación teatral y, en general, fue un ambiente bastante cordial.

En esta ocasión vino una amiga conmigo a la fiesta y desde su punto de vista, era la primera vez que iba a una escuela montessori, me comentó aspectos que le llamaban la atención y a mí me pasaba inadvertido. En concreto, Ainhoa, se sorprendía por cómo se implicaban los niños en el acontecimiento.

-“Fíjate: son los niños los que se ocupan de repartir la comida y preguntarte si quieres más. Eso no lo ves en muchos sitios. Normalmente son los padres los que se tienen que ocupar de realizar esas tareas”-

- “Tienes razón, pero si hubieras estado aquí durante un año, no te sorprendería en absoluto. Es su fiesta”-

Aquella tarde fue la última vez que estuve en la escuela. Me dio muchísima pena despedirme de cada uno de ellos. Me habían hecho pulseras, collares, dibujos y un álbum con fotos de todos. Más allá de la barrera del lenguaje, nos habíamos hecho amigos.

Hoy en día recibo cartas y e-mails de los chicos contándome que tal les va: sus vidas en la escuela, los compañeros…

Recuerdo con muchísimo cariño el curso en que estuve de voluntaria en una pequeña escuela de Austria, y espero, verlos de nuevo, sin duda, en no mucho tiempo.

Silvia Sánchez

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Enviado por:Electra Viola
Idioma: castellano
País: España

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