Filosofía y Ciencia
Martin Heidegger
Trabajo sobre El origen de la obra de arte de Heidegger
E
n este texto se busca captar el origen de la obra de arte, para ello se hace un análisis de las palabras de esta frase. Se nota una especie de desconocimiento inducido por la filosofía anterior a Heidegger, es como si quisiera analizar el problema de la obra de arte como si nunca se hubiera hecho, haciéndolo de nuevo desde el principio…
Al inicio se define al origen como la fuente de la esencia de algo, con esta consideración se empieza a preguntar por el origen de la obra de arte. Se puede decir que el origen de la obra es el artista (porque es él quien la crea) y si nos preguntamos por el origen del artista no nos queda más que decir que la obra (porque quien hace obras es artista, no es concebible que un artista lo sea sin que haga obras de arte). Al parecer estos nombres se explican el uno al otro creando un círculo que se mueve alrededor de la palabra que les da forma a los dos: el arte. A pesar de este problema Heidegger comienza a analizar a la obra de arte por sí misma olvidando la relación que tiene con el arte.
Cuando se analiza lo que es una obra de arte nos topamos con el concepto de cosa, pero ¿qué es una cosa?, parece que no podemos saber qué es una obra de arte si no sabemos primero lo que es una cosa. Heidegger habla de tres definiciones de cosa que se han dado en la historia. La primera es la cosa entendida como la unión de sustancia (núcleo de la cosa) con los accidentes (propiedades de la cosa); esta definición parece inexacta porque si consideramos que hay un núcleo y unas propiedades le damos más valor a uno que a otro, además de que no podría haber un tercer elemento condenando a la cosa a ser o núcleo o propiedad. La segunda definición es la cosa entendida como una serie de percepciones que son producidas cuando estamos en contacto con la cosa (al estilo positivista lógico), esta definición termina reduciendo a la cosa a un conjunto de conceptos forjados abstractamente que poco tienen que ver con la naturaleza de la cosa. Además cabe preguntarnos, ¿qué acaso las percepciones no existen debido a las cosas que percibimos? ¿No es primero la cosa que la percepción? La tercera definición entiende a la cosa como materia-forma. Si lo vemos desde el lado de la materia parece no haber mucho problema, pero del lado de la forma surgen preguntas como: ¿no es necesaria sólo la materia para que una cosa sea lo que es? ¿La forma no marca la posibilidad de ser de una cosa reduciéndola a algo determinado? Al parecer la forma mantiene subyugada a la materia dando la impresión de que la materia tiene que cumplir alguna exigencia de la forma. Esta definición, materia-forma es más apta para un utensilio que es creado con la finalidad de ser útil (forma), mientras que las cosas parecen tender a tener una generación de sí mismas sin tener una finalidad marcada por una forma.
Ahora se ha introducido el concepto de utensilio que difiere de la cosa porque éste tiene utilidad y la cosa no. Si se logra definir la esencia del utensilio podemos entender la de la cosa entendiéndola como utensilio sin utilidad, y si logramos esto nos podremos acercar a entender la esencia de la obra de arte…
La esencia del utensilio radica en su utilidad, pero el utensilio es realmente él cuando es útil, si contemplamos un objeto que nos haya sido útil pero en este momento no lo es entonces no estamos frente a un utensilio. Sería necesario hacer uso de él para poder percibirlo como utensilio, pero en el momento en el que se está utilizando es imposible la reflexión y si tratamos de llevarla a cabo pierde su naturaleza de utensilio… al parecer se tiene que ir por otro camino para poder saber más sobre la esencia del utensilio.
¿Qué tal si contemplamos el utensilio desde una obra de arte? Heidegger usa el ejemplo del cuadro de Van Gogh para analizar la esencia del utensilio. Cuando se contemplan los zapatos viene a la mente muchas situaciones y características del ambiente en el que los zapatos son útiles. Cuando la labradora hace uso de los zapatos se siente cómoda porque éstos cumplen su utilidad y además están dentro de su mundo, el mundo del campo. Ocurre cuando compramos algo nuevo y nos sentimos a gusto porque funciona y porque sabemos que ahí estará para cuando sea necesario usarlo, lo usamos y nos sugiere un mundo al cual pertenecemos, Heidegger lo llama fiabilidad y la considera la esencia del utensilio. Entonces tenemos que la esencia del utensilio es su capacidad para infundirnos confianza debido a su utilidad y a sus sugerencias sobre el mundo al que pertenece. Pero, ¿qué ocurre cuando usamos un utensilio muchas veces?, parece que el uso se torna aburrido y ya no tiene el mismo sentido que antes, ahora ya no nos sentimos tan cómodos y el utensilio ya no nos sugiere ese mundo que nos hacía sentirnos en confianza con la misma intensidad, es entonces cuando el objeto pierde su esencia (la fiabilidad) y se convierte en un utensilio que aún sigue teniendo utilidad pero ya no es tan utensilio como el que tiene fiabilidad. Creo que es relevante hacer esta distinción entre los utensilios porque podemos confundir al utensilio meramente útil con una cosa, lo cual no es así. La cosa no tiene utilidad.
Curiosamente cuando contemplamos al utensilio a través de la obra de arte nos mostró su esencia (la fiabilidad) ¿cómo ocurrió eso? ¿Qué hay en la obra que hace que aparezca la esencia de lo contemplado? Parece que la esencia del utensilio estaba oculta y que a través de la obra ocurre un desocultamiento que nos permite ver al utensilio tal como es. Heidegger recuerda el término griego aletheia que se refería al mismo hecho y que ahora usamos como verdad. Debe haber una relación entre la verdad y el desocultar. Hasta aquí Heidegger ha tratado de contemplar una obra de arte como cosa, después esa cosa como utensilio y al final, el utensilio visto como obra de arte. Al parecer un mismo objeto puede ser visto como cosa, utensilio u obra de arte, podemos decir que cuando usamos una cosa con un fin de utilidad se convierte en utensilio y cuando tratamos de interpretar una cosa o un utensilio éstos se vuelven obras de arte. La utilidad y la fiabilidad generan al utensilio y la interpretación a la obra de arte.
¿Qué ocurre cuando una obra se saca de contexto? Parece que es más difícil interpretarla, ¿una obra sin contexto sigue siendo obra? Parece que sí. Esto ocurre cuando una obra se encuentra “reposando en sí misma”, ella empieza a recrear el mundo al que pertenece; lo curioso es que ese mundo puede ya no existir o estar alejado, es como si la obra “recordara” su mundo. Podemos oír una canción y “recrear” ese ambiente al que pertenece, el mundo está ahora presente aunque el mundo en el cual fue creada ya no exista.
En el ejemplo del templo griego se dice que cuando éste está reposando en sí mismo comienza a sugerir el mundo divino al que pertenece, cualquier persona lo puede percibir con atención. Heidegger lo llama simplemente “mundo” y parece que es la forma en la que una obra de arte muestra su ser, ocurre un desocultamiento y comienza a mostrar sus atributos incluyendo el mundo al que pertenece. Además ocurre otro fenómeno, cuando el templo está mostrando su mundo éste empieza a extenderse y a chocar con las cosas circundantes, pero éstas en vez de ser absorbidas por el mundo activo comienzan a oponerle resistencia y al hacerlo empiezan a mostrar su ser, ocurre la aletheia. No sólo la obra de arte sufre un desocultamiento mostrando su ser, sino también las cosas que están a su alrededor. Cuando ponemos un vaso sobre una mesa que no tiene nada más y si contemplamos al vaso como tratando de interpretarlo (viéndolo como obra de arte), el vaso comienza a sugerir su mundo, pero también empieza a mostrarse al mundo de la mesa que permanecía oculto, es el mundo de la mesa. A este segundo fenómeno de la aparición del ser de las cosas circundantes Heidegger lo llama “tierra”.
Para que una obra de arte comience estos proceso es necesario que se “instale”, o sea, que se deje reposar en sí misma, esto exige un grado de dedicación con la obra, no puede ser tratada como un objeto más, merece ser tratada como si fuera algo diferente a una cosa, esto es ser tratada como obra. Cuando la obra se ha “instalado” comienza a abrir su mundo y lo mantiene abierto hasta que no sea “desinstalada”, si esto sigue así comenzará a chocar con los objetos a su alrededor y éstos mostrarán su ser. Cuando ocurre esto la materia que conforma a las cosas de la “tierra” empieza a obtener un “brillo de ser”, éste provoca que la materia se muestre más, los colores son más brillantes, lo sonidos más claros, en fin; las propiedades de la tierra se tornan más evidentes. Pero cuando tratamos de analizar esa materia ésta tiende a ocultarse; si tratamos de analizar cuanto brillo tiene la mesa en el ejemplo del vaso éste se pierde. Supongo que ocurre porque hemos “desinstalado” la obra, ahora ya no contemplamos el vaso sino la mesa y al hacerlo el vaso pierde su carácter de obra y los fenómenos de mundo y tierra se derrumban. Es curioso, pero parece que la tierra tiende por un lado a mostrarse en sí misma al momento del choque del mundo de la obra contra ella, pero por otro lado no soporta tanta atención sobre sí misma y termina ocultándose, tal vez la solución sería contemplar a la tierra de reojo, son verla directamente.
Mundo y tierra son los conceptos que Heidegger forja para explicar la esencia de la obra de arte. No puede haber uno sin el otro, el mundo no podría ser porque necesita a la tierra para posarse, necesita un soporte, necesita algo que le permita “elevarse”; y la tierra necesita del mundo para existir por medio del choque entre éste y aquella. A pesar de sus diferencias tienen algo en común: los dos son parte del desocultamiento.
A pesar de que la mayoría de las cosas están ocultas para nosotros hay un punto en el que esa sombría materia se vuelve luz y nos muestra lo que es, la obra de arte. Esta luz es una vía para conocer lo ente que está generalmente oculto por medio del desocultamiento, pero ¿habrá alguna diferencia entre el ente que se muestra y el que se oculta? Es como si el ser que se muestra tuviera más ser que el que no se muestra, tal vez creemos eso porque el ser del que se muestra está presente mientras que el otro no.
Parece que hay dos tipos de ocultar, aquél que de se da cuando el ente se encuentra fuera de la luz de la aletheia y cuando “disimula”. Cuando desocultamos un ente éste nos muestra su naturaleza, la aprehendemos y volvemos a él en busca de más, pero qué ocurre. A pesar de que se está mostrando no nos muestra más, se muestra y se oculta al mismo tiempo. Por un lado nos muestra una parte de sí pero por otro lado nos oculta otra ¿o es acaso que no podemos conocer al ente en su totalidad? La aletheia sería doble entonces, por un lado tendría una parte que nos muestra las cosas, pero por otra parte nos las oculta. Teniendo estos dos estados Heidegger mezcla ahora todo: mundo, tierra y la aletheia doble para poder configurar la esencia de la obra de arte. El mundo es en principio algo que tiende a mostrarse, pero debe tomar decisiones en las cuales elige cuales cosas muestra y cuales no, es decir, hay algunas cosas que no serán mostradas y ahí nos aparece el lado ocultador del mundo. La tierra por su lado tiende a ocultarse, pero se muestra ocultándose, la percibimos cuando la contemplamos de reojo, cuando la tomamos como no mostrada, pero si la tomamos como mostrada y la contemplamos directamente se oculta.
Con estas consideraciones se llega a la conclusión de que la belleza de una obra radica en su cantidad de aletheia, cuando una obra aparezca más “desocultada” mostrará más su ser y de esa manera será más bella que la que no muestra tanto tu ser. Las dos obras muestran su ser (por la propia naturaleza de ser obras), la diferencia es la intensidad con que lo muestran, a mayor intensidad y libertad de la expresión del ser más belleza tendrá la obra.
Otra característica de la obra de arte es que es creada ¿qué significa esto? ¿Qué tanto afecta la calidad de ser creación a una obra de arte? Debido a que hasta aquí se ha descubierto que la esencia de la obra es el acontecimiento del desocultamiento debemos preguntarnos ¿Qué hay en el desocultamiento que tiende a generar una obra? ¿Cómo se da el salto entre aletheia y obra? Si pensamos que la esencia de la obra es el arte y también el desocultamiento, entonces debe haber una relación entre estas dos; además se agrega la idea de que la obra de arte es una creación, así que se tienen que juntar estos tres aspectos para definir su esencia.
Heidegger quiere entender a la creación como una producción o como “traer adelante”, lo curioso es que tanto la obra como el utensilio tienen este carácter. Las dos productos se obtienen del mismo proceso, pero debe haber una diferencia, ya que si no la hubiera las obras y los utensilios serían lo mismo. Para los griegos la actividad de crear obras y utensilios se designaba con la misma palabra “techné” lo cual nos hace sospechar que la relación de modo de producción de obras y artes va más allá, podemos decir que la obra tiene algo de utensilio, como anteriormente se dijo que tenía algo de cosa.
Para los griegos la palabra “techné”, según Heidegger, es una forma de saber y justo ahí se nota la relación con la aletheia: todo saber representa una forma de contemplar las cosas tal como son y para ello es necesario la aletheia. Así tenemos que la techné es una forma de “sacar” lo que estaba oculto (nótese la relación con “traer adelante” de la definición de creación). Como ya se vio el desocultamiento es la esencia de la obra y éste se da en el choque entre la revelación y el ocultamiento de lo ente, entre mundo y tierra. Cuando ocurre la aletheia el ente que estaba oculto se muestra en el espacio que se ha abierto, el mundo; pero debe estar siendo soportado por algo, la tierra. El ente por un lado tiende a mostrarse como forma abierta y por otro lado (al estar en contacto con la tierra) tiende a ocultarse, a ensimismarse. La tierra entonces le brinda un cierto grado de limitación, como si el ente estuviera cerrado en sí mismo, pero a la vez, por efecto del mundo, el ente se muestra y ahí tenemos como el ente se muestra por un lado y por otro se mantiene ensimismado. Cuando se logra esto podemos decir que la aletheia se ha está dando en el ente (se da tanto el mundo como la tierra…
A partir de aquí ya no me es posible entender lo que Heidegger quiere definir como la esencia de la creación y con ello tampoco pude entender la idea de arte como poema, así que sólo pongo lo que creo que sería la respuesta para la esencia de la creación. Supongo que ésta radica en el hecho de mostrarse. Podemos entender que algo ha sido creado cuando tiene esa tendencia, decimos que un utensilio ha sido creado cuando está listo para usarse. En el caso de la obra decimos que ha sido creada cuando está lista para desocultar, así que, creo que la esencia de la creación de la obra radica en que el desocultar puede realizarse, en que la aletheia pueda ocurrir.
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Enviado por: | Wellerkoff |
Idioma: | castellano |
País: | México |