Literatura


Martín Fierro; José Hernández


La importancia del Martín Fierro en la literatura gauchesca



Ya veo que somos los dos
Astilla del mesmo palo:
Yo paso por gaucho malo
Y usté anda del mesmo modo,
Y yo, pa acabarlo todo
A los Indios me refalo.

Pido perdón a mi Dios,
Que tantos bienes me hizo;
Pero dende que es preciso
Que viva entre los infieles,
Yo seré cruel con los crueles:
Ansí mi suerte lo quiso.

Dios formó lindas las flores,
Delicadas como son,
Les dió toda perfeción
Y cuanto él era capaz,
Pero al hombre le dió más
Cuando le dió el corazón.

Le dió claridá a la luz,
Juerza en su carrera al viento,
Le dió vida y movimiento
Dende la águila al gusano,
Pero más le dió al cristiano
Al darle el entendimiento.

Y aunque a las aves les dio,
Con otras cosas que inoro,
Esos piquitos como oro
Y un plumaje como tabla,
Le dió al hombre más tesoro
Al darle una lengua que habla.

Y dende que dio a las fieras
Esa juria tan inmensa,
Que no hay poder que las venza
Ni nada que las asombre
¿Qué menos le daría al hombre
Que el valor pa su defensa?

Pero tantos bienes juntos
Al darle, malicio yo
Que en sus adentros pensó
Que el hombre los precisaba,
Pues los bienes igualaba
Con las penas que le dio.

Y yo empujao por las mías
Quiero salir de este infierno;
Ya no soy pichón muy tierno
Y sí manejar la lanza
Y hasta los Indios no alcanza
La facultá del gobierno.

Yo sé que allá los caciques
Amparan a los cristianos
Y que los tratan de "hermanos"
Cuando se van por su gusto.
¿A qué andar pasando sustos?
Alcemos el poncho y vamos.

En la cruzada hay peligros
Pero ni aun esto me aterra;
Yo ruedo sobre la tierra
Arrastrao por mi destino
Y si erramos el camino...
No es el primero que lo erra.

Si hemos de salvar o no
De esto naides nos responde.
Derecho ande el sol se esconde
Tierra adentro hay que tirar;
Algún día hemos de llegar...
Después sabremos adónde.

No hemos de perder el rumbo,
Los dos somos güena yunta;
El que es gaucho vá ande apunta,
Aunque more ande se encuentra;
Pa el lao en que el sol se dentra
Dueblan los pastos la punta.

De hambre no pereceremos,
Pues según otros me han dicho
En los campos se hallan bichos
De lo que uno necesita...
Gamas, matacos, mulitas,
Avestruces y quirquinchos.

Cuando se anda en el desierto
Se come uno hasta las colas;
Lo han cruzao mujeres solas
Llegando al fin con salú,
Y ha de ser gaucho el ñandú
Que se escape de mis bolas.

Tampoco a la sí le temo,
Yo la aguanto muy contento,
Busco agua olfatiando al viento,
Y dende que no soy manco
Ande hay duraznillo blanco
Cavo y la saco al rnomento.

Allá habrá siguridá
Ya que aquí no la tenemos,
Menos males pasaremos
Y ha de haber grande alegría
El día que nos descolguemos
En alguna toldería.

Fabricaremos un toldo,
Como lo hacen tantos otros,
Con unos cueros de potro,
Que sea sala y sea cocina.
¡Tal vez no falte una china
Que se apiade de nosotros!

Allá no hay que trabajar,
Vive uno como un señor;
De cuando en cuando un malón,
Y si de él sale con vida
Lo pasa echao panza arriba
Mirando dar güelta el sol.

Y ya que a juerza de golpes
La suerte nos dejó aflús
Puede que allá veamos luz
Y se acaben nuetras penas.
Todas las tierras son güenas:
Vámosnos, amigo Cruz.

El que maneja las bolas,
El que sabe echar un pial,
Y sentársele a un bagual
Sin miedo de que lo baje,
Entre los mesmos salvajes
No puede pasarlo mal.

El amor como la guerra
Lo hace el criollo con canciones;
A más de eso en los malones
Podemos aviamos de algo;
En fin amigo, yo salgo
De estas pelegrinaciones.

En este punto el cantor
Buscó un porrón pa consuelo,
Echó un trago como un cielo,
Dando fin a su argumento,
Y de un golpe al instrumento
Lo hizo astillas contra el suelo.

"Ruempo", dijo, "la guitarra,
Pa no volverme a tentar;
Ninguno la ha de tocar,
Por siguro tenganló;
Pues naides ha de cantar
Cuando este gaucho cantó".

Y daré fin a mis coplas
Con aire de relación;
Nunca falta un preguntón
Más curioso que mujer,
Y tal vez quiera saber
Cómo fue la conclusión.

Cruz y Fierro de una estancia
Una tropilla se arriaron;
Por delante se la echaron
Como criollos entendidos
Y pronto sin ser sentidos,
Por la frontera cruzaron.

Y cuando la habían pasao,
Una madrugada clara
Le dijo Cruz que mirara
Las últimas poblaciones;
Y a Fierro dos lagrimones
Le rodaron por la cara.

Y siguiendo el fiel del rumbo
Se entraron en el desierto.
No sé si los habrán muerto
En alguna correría,
Pero espero que algún día
Sabré de ellos algo cierto.

Y ya con estas noticias
Mi relación acabé;
Por ser ciertas las conté,
Todas las desgracias dichas:
Es un telar de desdichas
Cada gaucho que usté ve.

Pero ponga su esperanza
En el Dios que lo formó;
Y aquí me despido yo,
Que he relatao a mi modo
MALES QUE CONOCEN TODOS
PERO QUE NAIDES CONTÓ.



José Hernández, el creador de una obra inmortal

Hernández ha transmitido a Fierro su propia experiencia y le ha prestado generosamente su voz y la ha acomodado a las inflexiones del habla del gaucho, para asumir su defensa. Se ha convertido en intérprete de sus ideas y de sus sentimientos.

Hernández intenta continuar poéticamente la defensa del gaucho, ya emprendida desde el periódico y la banca política. Dedicado a denunciar la injusticia con un formidable alegato, obtiene un tratado moral para el gaucho, un documento integral de la vida en la pampa y -lo más ponderable- una obra poética como nadie había logrado hasta entonces.

El 28 de noviembre de 1872 el diario La República anuncia la publicación de un folleto en versos gauchos, que tiene por título El Gaucho Martín Fierro y cuyo autor es José Hernández. Se trata de una sencilla edición hecha por la imprenta “La Pampa” - oportunísimo nombre- y contiene un poema formado por dos mil trescientos dieciséis versos octosílabos. A manera de prólogo, lleva una carta del autor a su amigo y editor, don José Zoilo Miguens. En ella el poeta declara si propósito de “ presentar un tipo que personificara el carácter de nuestro gaucho”, con su “modo de sentir, de pensar y de expresarse que le es peculiar”. Solicita la protección de su destinatario para este personaje de ficción, reflejo fiel del modelo real, ya que conoce bien todos los abusos y todas las desgracias de que es víctima esa clase desheredada de nuestro país.

Estructura y contenido del poema

Tres temas fundamentales:

  • la vida en la estancia

  • la vida en la frontera

  • la vida en la toldería

La vida en la estancia y la frontera: materia de “la ida”

La vida en la toldería: materia de “ la vuelta”.

Se complementan con el reencuentro con los hijos. Dentro de estos temas se insertan motivos universales: el amor, la amistad, la mujer, la muerte, el destino, Dios y la eternidad.

En el canto I de la primera parte, a la vez de la introducción del poema, sirve como presentación del protagonista.

Al iniciar el largo relato de sus desventuras, la epopeya de todos los gauchos, se siente impotente para hacerlo sin el auxilio divino. Su actitud coincide con la de todo poeta que se dirige a u auditorio, desde que en la antigüedad invocaba a las divinidades tutelares, hasta el juglar medieval que pedía, junto con la benevolencia del público, la ayuda celestial.

La secuencia narrativa y los narradores

En la primera parte aparece:

  • presentación

  • nudo

  • desenlace

En la segunda parte, la introducción corresponde al canto I, en el cual pide atención y dice que a su historia “le faltaba lo mejor”. Esto suprime en cierto modo el desenlace de la primera parte y se entreteje con el nudo, constituido por la vida en la toldería, cuyo punto culminante lo marca el episodio de la cautiva. El desenlace de esta segunda parte es el de la obra completa: la dispersión del protagonista y sus hijos.

A manera de prólogo

Martín Fierro difiere en términos generales de la estructura propia de la literatura gauchesca, en el sentido de que está concebido como una larga payada individual en forma de extenso monólogo que solo ocasionalmente cede paso al diálogo.

El narrador mantiene un diálogo constante con el oyente-lector, a quien de vez en cuando sacude de una posible distracción: “ Y sepan cuantos escuchan. . .”. O lo hace objeto de confidencias: “Del sueldo nada les cuento. . .”. Y también, receptáculo de protestas y lamentaciones: “El que pueda hágase cargo / como andaría de matero”.

Alternativamente, introduce la descripción como elemento complementario; a veces, la semblanza:

  • Del indio: “tiene la vista de águila, / del león la temeridad

  • De la mujer: “. . . yo alabo al Eterno Padre / no porque las hizo bellas

  • De la cautiva: “Toda cubierta de sangre / aquella infeliz cautiva. . .”

  • De Vizcacha: “. . . un viejo / que pronto mostró la hilacha. . .”

La narración se convierte frecuentemente en exposición de carácter informativo: “ El indio nunca se ríe . . .”; de tipo reflexivo: “ La risa, en sus alegrías, / le pertenece al cristiano”; de tono erudito: las respuestas al moreno sobre el tiempo y la medida, el peso y la cantidad.

El narrador soy, a la vez, protagonista de lo que narra, yo narrador para relatar hechos en parte autobiográficos: “Yo juré en esa ocasión . . . , que se convierte en narrador testigo: “Yo he conocido esta tierra . . .” . De pronto enmudece para dejar oír la voz de un segundo narrador: Cruz.

Al final de la primera parte, surge un narrador anónimo para enterarnos del éxodo de Fierro y Cruz rumbo al desierto. En el canto último del poema, el relator anónimo asume la responsabilidad del autor.

La difícil clasificación genérica

Ricardo Rojas: considera que no puede ubicarse dentro de un género literario, pero se acerca a la epopeya fundadora de la nacionalidad.

Leopoldo Lugones: dice que es un poema épico. Al llamarlo así, lo hace en parte porque es la gesta silenciosa de tantos miles de soldados que contenían en la frontera el avance, personificados en Martín Fierro; en parte porque expresa la vida heroica del grupo al que ese héroe pertenece; en parte también, por el propósito de Hernández de poner de relieve la lucha del gaucho por la justicia y la libertad.

Como especie épica, presenta, además de lucha, actividad, pasión y sentimiento. Al mismo tiempo, descripción poéticamente lírica, con profundización filosófica, como en el pasaje que comienza: “Dios hizo lindas las flores. . .”. Lirismo que se acentúa, por ejemplo, en las seis estrofas del canto II de la segunda parte, y que interfiere continuamente con la evocación nostálgica, con la queja dolorida, con la pena subyacente en todo el poema.

Borges: sostiene que la epopeya fue una forma precursora de la novela, encontramos también en él elementos teatrales. Además de los diálogos y las “tiradas”, las breves intervenciones del autor aparecen como otras tantas acotaciones al texto. Pero hay un episodio - o dos: el encuentro del protagonista con la partida y su lucha con el indio en defensa de la mujer cautiva- en que la acción es digna de desplegarse dinámicamente en un escenario, con una clara demarcación de planos. Nótese, además, que estos dos momentos, a los que podría añadirse aquél en que le sale al paso su desgracia materializada en la tapera, marcan una alta tensión dramática, verdaderamente agónica, es decir, plena de acción exterior, como repercusión del conflicto interno.

Todos los gauchos en uno

En el capítulo II de Facundo, en que trata de la “originalidad y caracteres argentinos”, Sarmiento describe cuatro tipos de gauchos: el rastreador, el baquiano, el cantor y el gaucho malo, como distintos entre sí. Hernández presenta lo que es inherente a cada uno reunido en el prototipo Martín Fierro.

Martín Fierro declara, desde el comienzo, ser cantor: “. . . dende el vientre de mi madre / vine a este mundo a cantar”

Como baquiano, cuando nuestro héroe deserta da la frontera, inmediatamente encuentra el rumbo para volver a su hogar: “ Volvía al cabo de tres años / de tanto sufrir al ñudo, / desertor, pobre y desnudo, / a procurar suerte nueva, / y lo mesmo que el peludo / enderecé pa' mi cueva”.

Cuando, ya desertor, está a punto de ser alcanzado por la partida, no solamente por el grito del chajá se pone en guardia, sino que, como buen rastreador, con sólo aplicar el oído al suelo, advierte que se acercan muchos jinetes, que lo hacen sigilosamente y que viene armados: “ como lumbriz me pegué / al suelo para escuchar; / pronto sentí retumbar / las pisadas de los fletes, / y que eran muchos jinetes / conocí sin vacilar”.

La condición del gaucho malo o matero es en Fierro puramente circunstancial: “Y atiendan la relación / que hace un gaucho perseguido / que padre y marido ha sido, / empeñoso y diligente, / y sin embargo la gente / lo tiene por un bandido”.

Atendiendo, precisamente, a la relación de su vida, se puede comprobar que Martín Fierro -y el gaucho que él representa- es un ser dotado de virtudes sociales, a pesar de opiniones en contra que lo presentan como antisocial, resentido y anárquico.

La primera de esas virtudes es el respeto por la vida ajena: “el hombre no mate al hombre / ni pelee por la fantasía”, aconseja Fierro a sus hijos.

Lejos de querer vivir al margen de toda la organización social, reclama para el hombre de campo las instituciones básicas: “Debe el gaucho tener casa / escuela, iglesia, derechos”. Claramente expone su concepto de vida familiar, arraigada en un lugar: “Tuve en mi pago en un tiempo . . .”; con un hogar estable: “Sosegao vivía en mi rancho . . .”; como “padre y marido empeñoso y diligente”; con bienes propios: “hijos, hacienda, mujer”.

Virtud social por excelencia, el respeto a la propiedad ajena: “. . . pues no es vergüenza ser pobre / y es vergüenza ser ladrón”. Igualmente, el respeto a la autoridad: “obedezca el que obedece / y será bueno el que manada”; y a los mayores: Respeten a los ancianos; / el burlarlos no es hazaña”.

Preconiza el trabajo como forma de realización personal: “debe trabajar el hombre / para ganarse su pan . . . “; como medio de subsistencia: “el trabajar es la ley / porque es preciso adquirir”; para insertarse en la comunidad: “me he decidido a venir / y me dejan trabajar”.

Cada estrofa, un poema

En el estudio de la métrica martinfierrista, se advierte que en las dos partes predomina la sextina o sextilla, estrofa de seis versos octosílabos de rima consonante. Esta estrofa asume características muy peculiares en la composición de Hernández. La rima es a, b ,b ,c ,c ,b (con variaciones) . tiene su origen en la décima, a la cual se le suprimen los cuatro primeros versos. Otra nota de originalidad recide en que el primer verso queda suelto (independiente de la rima) y esta seguido por dos pareados, rematados por un retorno a la rima de los primeros pareados.


Aquí me pongo a cantar

al compás de la vigüela

que el hombre que lo desvela

una pena extraordinaria

como la ave solitaria

con el cantar se consuela


Otro aspecto singular consistió en usar versos consonantes muchas veces imperfectos porque a primera vista parecen asonantes, pero que, dichos en el nivel oral en el cual está colocado todo el poema, reasumen su exacta medida y funcionalidad poética.


Le alvertiré que en mi pago

ya no va quedando un criollo;

se los ha tragao el hoyo

o juido, o muerto en la guerra,

porque, amigo, en esta tierra

nunca se acaba el embrollo.


Aunque la mayoría de los versos son octosílabos, debemos exceptuar dos seguidillas de seis versos cada una, formadas por una copla más un estribillo de dos versos. Los versos de esas seguidillas, tomados de la poesía folclórica, poseen cinco y siete sílabas.


Las mujeres son todas a

como las mulas b

yo no digo que todas, a

pero hay algunas b

que las aves vuelas c

les sacan plumas b


hay en el poema, además de 1063 sextinas, 74 redondillas, 48 cuartetas, una décima y cuatro romances.

La sextina casi siempre está construida en tres bloques.

1)Dos versos afirmativos plantean el tema en forma concrtea:

Aquí me pongo a cantar

al compás de la vigüela,

2)Los dos versos del medio constituyen casi siempre una divagación o referencia que subraya los anteriores:

que el hombre que lo desvela

una pena extraordinaria,

3)Los dos últimos cierran el planteo inicial con un dicho, con el que rematan firmemente la estructura:

como la ave solitaria

con el cantar se consuela

Cada estrofa es siempre sólida, y la parte más débil queda en el medio. Los dos versos primeros están hechos con extremada precisión, y con los finales remacha cada una ajustadamente.

La unidad del verso no es el de ocho sílabas, sino el par, como ocurre en la tradición popular de los dichos y refranes. La unidad de sintaxis y aun de contenido está configurada por dos octosílabos.

Esta creación de Hernández ha merecido el calificativo de genial.genial es todo el poema en sí, por su contenido y por su forma, por su creación tipificadora de personajes, por la presencia constante del paisaje pampeano como natural telón de fondo; por los sentimientos y las ideas -el alto vuelo de los unos y la profundidad de las otras -, por ser, en fin, la obra más argentina de nuestra literatura, la que buceó más hondo en nuestro ser nacional.

La importancia del Martín Fierro en la literatura gauchesca

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Enviado por:Toia
Idioma: castellano
País: Argentina

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