Biografía
Madre Teresa de Calcuta
INDICE
TERESA DE CALCUTA
Capítulo I : Infancia
Inés Goinxha Bejaxhiu nació el 26 de agosto de 1910 en una familia burguesa de origen albanés en Skopje, hoy capital de Macedonia. Desde niña, a los doce años, sentía la llamada de la vocación religiosa y de misión para ir a propagar el mensaje de amor de Cristo y siendo aún joven, a los dieciocho años, ingresó en la congregación de Loreto en Dublín, más conocida como las Damas Irlandesas.
Al poco tiempo de estar en esta orden fue enviada a la India para dar clases en el mejor colegio de Calcuta, el St. Marys High School al que, a pesar de todo, se percibía la gran pobreza de los barrios cercanos.
Capítulo II : Vida
Esta percepción la hizo dejar el convento después de haber sido directora y se dedicó a recorrer las chabolas ayudando en lo que pudiese, pero a la vuelta a la comunidad de su colegio siguió turbada y angustiada, por eso en 1946 la madre, con treinta y seis años toma la decisión de dejar su congregación y dedicarse al completo a los más pobres.
Para poder abandonar el convento dijo la siguiente frase:
“Tengo que dejar el convento y ayudar a los pobres viviendo entre ellos. Oigo la llamada de abandonarlo todo y seguir a Cristo en las chabolas a fin de servirle entre los más pobres de los pobres, es su voluntad y debo cumplirla”
La hermana Inés debió obtener el permiso del arzobispo católico de Calcuta, Ferdinand Periers, para poder abandonar las Irlandesas. El obispo no era ningún entusiasta de la monja, según recuerda la agencia France-Presse se le atribuyen esta palabras: “Conozco a esa mujer es una novicia que no sabría ni siquiera encender correctamente un cirio en una capilla”.
Pero a principios del 48 con el apoyo de su superiora y el propio Papa, que tenían mejor opinión de ella que el arzobispo, es autorizada para abandonar si orden. Y la hermana Inés cambia el hábito de las hermanas de Loreto por el Sarí blanco con ribetes azules de las ujeres pobres y también cambia su nombre en honor de santa Teresa de Jesús, se dedicaría a socorrer a los hambrientos, a visitar a los enfermos y a acompañas a los moribundos abandonados en las calles. Pronto se le unieron unas cuantas jóvenes que también querían luchar contra tanta pobreza existente en cada esquina de la mísera Calcuta.
En 1950, la monja del Sarí fundó una nueva congregación religiosa con el nombre de Misioneras de la Caridad. Era una congregación especial, como su fundadora, por ejemplo la nueva congregación añade a los clásicos votos de pobreza, castidad y obediencia, el de entregar su vida exclusivamente a los más pobres y no aceptar recompensa material por su trabajo. Empezaron por los más pobres y por los más débiles e indefensos. Lo primero que hicieron las hermanas de la Caridad fue recoger a los recién nacidos abandonados en las calles, en los vertederos o en las cunetas.
También atendió a los moribundos. Empezó recogiendo a una joven herida con los pies roídos por las ratas en una callejuela y a partir de entonces abrió una casa de los moribundos llamada Nirmal Hridaya en unos cobertizos a pocos metros de un templo dedicado a la diosa Kali que es la diosa de la muerte para los hindúes.
Los sacerdotes del templo intrigados por el continuo ir y venir de enfermos y harapientos se acercaron para comprobar qué pasaba y uno de ellos volvió diciendo: “en el templo de la diosa Kali he visto una diosa viva, la Madre Teresa”
Desde la fundación de Nirmal Hridaya las misioneras de la caridad recogieron en Calcuta a más de treinta mil personas que se estaban muriendo en las calles, y la Madre Teresa dijo: “Han vivido como animales, por lo menos que mueran como personas”
Poco a poco sus casa florecen y se extienden por toda la India:
Sishu Bhavan, residencia que acoge permanentemente a cientos de niños que luego son adoptados por matrimonios extranjeros. Shantinagar, la primera leprosería y luego otras muchas. También se extendieron las casas de la congregación por todo el mundo, desde Venezuela, la primera fundación después de la India, hasta Estados Unidos, donde se ha abierto recientemente un centro para enfermos de SIDA, Colombia, Perú, países de Africa y países del Este de Europa. Su imperio está formado por más cuatrocientos centros repartidos por los cinco continentes en los que se ocupan unas tres mil misioneras de todas las nacionalidades.
En plena época de sequía vocacional las monjas de la Madre Teresa aumentaron sin cesar, a pesar de la vida espartana que llevaban. Cada hermana sólo tenía tres túnicas, la que lleva puesta, la que se lava y la que se está secando, un par de sandalias, una jofaina, y una esterilla de paja.
La propia Madre Teresa llevó siempre la misma vida, de una absoluta austeridad, que sus más jóvenes novicias en la casa matriz de Lower Circular Road en el centro de Calcuta.
La Madre Teresa siempre se las ingeniaba para sacar dinero a todos los que podían darlo. Pidió a Juan XXIII con el descaro que la caracterizaba que le diese parte de las riqueza del Vaticano para poderlas dedicar a sus pobres, entonces el Papa le regaló su Rolls Royce y ella organizó una subasta para revenderlo obteniendo varias veces su precio. También logró convencer a los organizadores de la ceremonia del Nobel para que renunciasen a organizar la clásica recepción y le entregasen la suma ahorrada.
Con el paso de los años aumentaron sin cesar sus casas y sus obras y la Madre Teresa alcanzó un renombre mundial y le
empezaron a llover los premios y las condecoraciones. La culminación de todos los honores fue el premio Nobel de la Paz que le fue otorgado en 1979 cuando ella creía que nunca lo obtendría porque pensaba que el jurado estaba dominado por protestantes y ella sabía que su concepto tradicional de la moral católica no era bien visto en diversos sectores. En Oslo, la gente salió a la calle a recibirla en una gigantesca procesión de antorchas y al recibir el premio sólo dijo: “Personalmente no me lo merezco, solo he procurado ser una gota de esperanza en un océano de sufrimiento pero si esta gota no existiese el mar la echaría en falta”
Convertida en una estrella, agasajada por príncipes y banqueros, reyes y gobernantes, papas y artistas, la Madre Teresa se convirtió en el símbolo por excelencia de una santa viva, ante la que se postra el mismísimo Juan Pablo II.
Quizá por eso surjieron las primeras críticas hacia la madre Teresa y su labor, sobre todo desde los sectores más progresistas de la iglesia que la acusan de dedicarse simplemente a hacer caridad sin luchar por la implantación de la justicia y desde ciertos ámbitos de la sociedad inglesa donde se la acusa de fundamentalista en el ámbito moral y de haber aceptado sin remilgos las ayudas que le ofrecieron personajes poco claros: dictadores como Jean Claude Duvalier, o personajes corruptos como Robert Maxwell. Ella como siempre aceptaba todo desde cualquier lugar para poder aliviar las miserias de los desheredados. Su fundamentalismo cedía ante un enorme sentido práctico que la llevaba a pasar su tiempo negociando con todos:
el ayuntamiento de Calcuta, controlado por los comunistas, o los más poderosos gobiernos occidentales, así lograba el caudal de medios necesarios para una obra en constante expansión.
Uno de sus gobiernos, el de Estados Unidos la honraba en 1996 de una manera absolutamente excepcional concediendo la nacionalidad estadounidense a esta religiosa, símbolo de la emigración y de la universalidad durante toda sus vida entre la Macedonia turca, Irlanda y la India.
La Madre Teresa no escondía su respeto a los valores más tradicionales de la iglesia. Un día confesó a un periodista que, de haber vivido en tiempos de Galileo Galilei habría dado la razón a la iglesia frente a los postulados científicos. Estaba frontalmente opuesta a toda forma de contracepción y solía proclamar: “Si no queréis a esos bebés yo sí los quiero, traédmelos a mí”
A los que la acusaban de utilizar un método demasiado ingenuo para cambiar el mundo y prestar un peligroso servicio a los culpables de la miseria social, la Madre Teresa respondía: “A mí no me interesan las estructuras sociales, no tengo tiempo para pensar en grandes programas, nuestra misión es el hombre individual que nos necesita ahora”, por eso después de su muerte, el mito de la monja más célebre del mundo continua vivo, socorriendo a los pobres sin denunciar a los ricos, y es que como dice el teólogo jesuita francés Paul Valadier : “Los tiempos han cambiado y con ellos también las figuras carismáticas dominantes, Helder Cámara ha sido sustituido por la Madre Teresa, uno y otra son figuras excepcionales pero mientras el primero es un denunciador vigoroso de los responsables de las injusticias, la segunda aparece devorada por el socorro inmediato”
Quizá por eso hace unos años la Madre Teresa se convirtió en centro de debate y de polémica en la India sobre
la situación de los intocables bautizados en el catolicismo. La Madre Teresa participó en una amplia campaña de oración a favor de los católicos cuya pertenencia a la casta inferior, los intocables, seguía siendo causa de que se les colocara en la propia comunidad católica en una posición tan discriminada que, incluso en misa, se veían obligados a ocupar bancos distintos a los de sus correligionarios de castas superiores.
Pero la Madre Teresa nunca separó ante las dificultades a la hora de defender a los más desgraciados, una defensa a ultranza que siempre hizo con alegría. No en vano repetía constantemente a sus hijas que el espíritu de su obra es de entrega, confianza y alegría. “Queremos que sientan que se les quiere si vamos a ellos con una cara triste, se sentirán aún más deprimidos”, decía. Ninguna congregación, ninguna orden ha tenido tanto éxito en la iglesia durante el siglo XX como la de la Madre Teresa de Calcuta. Los poderosos de este mundo hacían cola para fotografiarse junto a la frágil religiosa con una fama de santidad que quizá la haga acreedora a ser canonizada en un breve lapso de tiempo. Su final ha sido difícil, no sólo por los extremos sufrimientos, sino por una agria polémica que amargó su último cumpleaños. Sus más próximos afirman que se sentía muy contrariada por una película sobre su vida realizada para la televisión con guión dl escritor francés Dominique Lapierre al que la religiosa había otorgado un visto bueno que luego, según afirmó, le retiró.
Capítulo III : Muerte
La Madre Teresa murió en vísperas del funeral y entierro de Lady Diana Spencer en Londres, estas dos mujeres que parecían estar en las antípodas en cuanto a cualquier consideración social y personal de la vida y de sus valores, se conocieron hace cinco años en Roma, congeniaron de inmediato porque compartían una devoción muy marcada por la ayuda a los necesitados y la Madre Teresa nunca cuestionó los motivos de la princesa británica.
Posteriormente un portavoz de la congregación anunció que la Madre Teresa no podría, debido a su mala salud, asistir a las honras fúnebres en Londres a las que había sido invitada. En las horas posteriores del accidente de la princesa británica , antes de conocerse la muerte de la princesa de Gales, se informó de que la religiosa de Calcuta había estado rezando por ella. La Madre Teresa falleció el 5 de septiembre de 1997 en Calcuta.
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