Literatura
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La Literatura del siglo XV
El prerrenacimiento
El siglo XV se define por su carácter de transición entre la Edad Media y la Edad Moderna; es una época de cambios profundos en la que perduran elementos medievales y nacen otros que anuncian lo moderno o renacentista. La conciencia de crisis provoca un sentimiento de inseguridad y de pesimismo.
Sociedad y cultura en el siglo XV
La sociedad europea del siglo XV se caracteriza por el crecimiento de las ciudades y el desarrollo comercial, que favorece el conocimiento de nuevas culturas y el enriquecimiento de una burguesía que imita las maneras y los gustos de la nobleza.
Factores que configuran la cultura del siglo XV
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El humanismo, una corriente de pensamiento inspirada en el modelo clásico, que nació en Italia a mitad del siglo XIV y se extendió por Europa en los siglos XV y XVI. Proponía una cultura basada en el desarrollo del ser humano como individuo y como ciudadano, y valoraba las actitudes intelectuales y morales de la antigüedad. El humanismo suponía el conocimiento racional y el dominio de las leguas y de las literaturas griega y latina. En la literatura, la influencia del humanismo se dio, sobre todo, a través de los escritores italianos Dante, Petrarca y Boccaccio.
En Francia y España, el humanismo tuvo una gran acogida en el siglo XVI, en el Renacimiento.
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La creación de nuevas universidades.
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El prestigio de las lenguas vulgares.
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Las cortes palaciegas.
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La invención de la imprenta supuso un cambio radical en la difusión de los libros.
La sociedad española del siglo XV
A partir del último tercio, los Reyes Católicos sumaron los reinos de Castilla, Aragón y Navarra, liquidaron los restos de feudalismo e impusieron una monarquía autoritaria y centralista que dominó a la nobleza y a la Iglesia; en 1492 acabaron la Reconquista, expulsaron a los judíos e instauraron la Inquisición.
A lo largo del siglo XV se agudizaron las tensiones entre las distintas comunidades; la convivencia entre musulmanes, judíos y cristianos se había ido deteriorando y el clima de antisemitismo fue profundo en algunos momentos.
La literatura del siglo XV
La literatura prerrenacentista muestra géneros, temas y formas que mezclan elementos medievales y renacentistas. Convive el humanismo con una moda medievalizante, que se manifiesta en el gusto por el tema caballeresco, la alegoría y la lírica provenzal. La moda literaria de lo medieval coincide, a su vez, con la desaparición de las escuelas medievales: el Mester de Juglaría de alcance europeo, y la escuela castellana del Mester de Clerecía.
Los modelos literarios de la literatura europea fueron los escritores italianos Dante, Petrarca y Boccaccio, humanistas del siglo XIV que situaron la lengua vulgar a la altura de las lenguas clásicas.
La poesía, la prosa y el teatro prerrenacentistas
Literatura del prerrenacimiento
Como en el resto de Europa, la literatura castellana del siglo XV refleja la transición de la Edad Media hacia el Renacimiento y la percepción de inestabilidad y pesimismo que de ello se deriva. El influjo del humanismo aporta los elementos renacentistas: la concepción del ser humano como centro del universo, el interés por la antigüedad clásica y por todo tipo de conocimiento, la valoración de las lenguas vulgares, etc.
La transformación literaria se evidencia en la desaparición de algunas corrientes medievales, como el Mester de Juglaría y el Mester de Clerecía, y en la aparición de nuevos modelos literarios: novelas idealistas, teatro humanístico, etc. En el conjunto de la literatura, destacaron Jorge Manrique, el Romancero y la Celestina.
Jorge Manrique. Las Coplas a la muerte de su padre
Jorge Manrique fue un buen poeta de cancionero. Su poesía amorosa, dentro de lo artificioso del género, muestra una de las voces más personales del momento. Pero si hoy se le valora como el mejor poeta de su siglo es por un único poema, las Coplas a la muerte de su padre.
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El autor. Jorge Manrique perteneció a una de las grandes familias de la nobleza castellana y, junto a su padre, participo en diferentes batallas. Murió en pleno combate, a la edad de 39 años. Su figura encarna el ideal cortesano, la valentía en el combate y la habilidad en las letras. Fue uno de los últimos representantes de la aristocracia guerrera, en la que aún pervivían muchos ideales medievales, y un hombre culto como exigía el modelo humanista.
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Jorge Manrique compuso las Coplas a raíz de la muerte de su padre, don Rodrigo; el poema es una elegía, una composición que expresa el dolor.
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El tema. Las Coplas desarrollan el tema de la muerte: parten de una meditación genérica sobre la fugacidad de la vida y acaban presentando la muerte del padre del poeta. El progreso de la general a lo particular acentúa la emotividad del final de la composición.
El tema de la muerte fue muy frecuente en la Edad Media; desde la perspectiva cristiana, la muerte era vista como liberadora, ya que abría las puertas a la vida eterna. Pero en los siglos XIV y XV, lo habitual era presentar la muerte como un personaje terrorífico (un esqueleto con una guadaña) que iguala a todos ante su poder, como escenificaban las populares danzas de la muerte; también era usual exponer la descomposición del cuerpo humano de forma detallada y macabra.
En general, el poema de Manrique se inscribe en la visión medieval, pues exalta los valores espirituales que no perecen, y los contrapone a los caducos bienes terrenales. Pero Manrique ofrece una novedad: presenta un tema muy tratado anteriormente con una visión serena, exenta de cualquier tono macabro desagradable.
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La estructura. La composición consta de 40 estrofas de 12 versos: las coplas de pie quebrado, formadas por una sextilla doble de versos de ocho y cuatro sílabas, llamada desde entonces manriqueña en honor al poeta. Su esquema métrico es 8a, 8b, 4c, 8a, 8b, 4c; 8d, 8e, 4f, 8d, 8e, 4f. Es una forma sencilla que obliga a una cierta concisión y Manrique consigue un ritmo muy marcado, a veces funerario, mediante los acentos. Lo habitual en la época era emplear versos de arte mayor para las composiciones de tono grave.
Por los temas sobre los que trata, la obra se organiza en tres partes:
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Reflexión sobre la fugacidad de la vida y la certeza de la muerte. Recrea los temas clásicos, o tópicos, que se conocen con las expresiones latinas tempus fugit `el tiempo pasa' y memento mori `recuerda que has de morir'. Ambos motivos van ligados inevitablemente a la reflexión sobre la vanidad de las cosas terrenales, es decir, lo inconsistente y efímero de los bienes mundanos, tema que enlaza con el apartado siguiente.
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Evocación emotiva y nostálgica del pasado, ya desparecido, que concreta con ejemplos las ideas generales anteriores. El retrato brillante y sensorial de la vida cortesana queda intensificado porque se va recordando su fugacidad mediante las interrogaciones: ¿qué fue de...? o ¿qué se hizo de...?, fórmulas que recogen el tópico literario Ubi sunt? `¿dónde están?'.
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Individualización en torno a la figura del padre, don Rodrigo, presentado como ejemplo por sus virtudes y hazañas, su resignación cristiana y su serenidad ante la llegada de la muerte. En un sosegado diálogo, la muerte consuela al caballero diciéndole que le esperan dos formas de vida: la fama, que le permite vivir en la memoria de las generaciones futuras, y la vida eterna y verdadera. A esas dos vidas contrapone la caducidad y lo engañoso de la vida terrenal.
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El estilo de las Coplas es sencillo y antirretórico, sobre todo si se compara con el modelo dominante en la época. La naturalidad del lenguaje contrasta con la gravedad del tema; quizás sea esa combinación de sencillez y profundidad la que hace de Manrique un escritor especialmente valorado por los poetas posteriores; es un poeta de poetas.
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Sentido de las Coplas. La obra de Jorge Manrique recoge la sensibilidad del final de la Edad Media, mientras que la figura de su padre, el protagonista del poema, encarna las virtudes caballerescas y cristianas medievales. La obra refleja las contradicciones de la época cuando expresa la tensión entre la concepción cristiana medieval y una nueva sensibilidad, más receptiva a la belleza de la vida. Mientras que la primera infravalora los bienes terrenales por efímeros, el amor a la vida subyace en la nostalgia por la brillantez del mundo desaparecido, nostalgia que se intensifica cuando el poeta evoca el esplendor del pasado más cercano. Asimismo, la obra de Manrique muestra otros rasgos prerrenacentistas, como la valoración de la fama (despreciada anteriormente) y la delicadeza y elegancia con que trata el tema de la muerte.
El romancero
Según su origen, se distingue entre romances viejos y nuevos.
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Los romances viejos son los romances anónimos que se transmitían oralmente y que por eso presentan variantes de un mismo poema; en el siglo XV tuvieron una gran difusión. Algunos de esos romances tratan sobre los mismos temas que los cantares de gesta perdidos.
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Los romances nuevos o artísticos son las composiciones hechas por autores conocidos a imitación de los anteriores. Los romanceros incluyen romances viejos y nuevos.
Características del romance
El romance es una composición lírico-narrativa, creada para ser cantada, formada por versos octosílabos que riman en asonante en los partes, mientras quedan sueltos los impares. La métrica recuerda la de los cantares de gesta, pues cada verso del romance correspondería a un hemistiquio del cantar.
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Es una composición lírico-épica. Emplea un lenguaje arcaizante, apelaciones al público, cambio en el punto de vista narrativo, epítetos épicos, uso especial de los tiempos verbales, etc.
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El romance tiene un carácter fragmentario, es decir, es una pequeña historia, a veces una simple escena, aislada del contexto. El romance va a lo esencial, sin introducciones, y suele acabar de forma abrupta; ese fragmentarismo confiere un tono misterioso y dramático a la composición.
Estilo
Suele predominar la narración sobre la descripción, y ambas formas incluyen elementos líricos. Asimismo, la combinación de diálogo y fragmentarismo (el recoger sólo escenas aisladas de intensa emoción) proporciona un intenso tono teatral o dramático a los romances.
Clasificación de los romances
Según los temas de que tratan, los romances se clasifican en:
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Épicos. Recogen temas y personajes de los cantares de gesta: el Cid, Fernán González...
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Históricos o noticieros. Tratan de la historia más reciente y tienen una función propagandística. Dentro de este grupo están los fronterizos, sobre las últimas guerras contra los moros, y los moriscos, que presentan con simpatía a los musulmanes.
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Líricos y novelescos. Los romances líricos son muy breves y emotivos, y tratan sobre temas característicos de la lírica: el amor, la muerte, la soledad...
La prosa en el siglo XV
Auge de las novelas idealistas y de la sátira de costumbres.
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En la novela idealista triunfaron las novelas sentimentales. La novela de caballerías más valorada fue el Amadís de Gaula.
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La prosa didáctica. La obra más representativa de la prosa didáctica del siglo XV es el Corbacho.
El teatro del siglo XV
El teatro es el género que menos se desarrolla en esta época. Junto al teatro religioso que continúa la tradición medieval. Aparece una nueva generación que inicia el teatro renacentista. En ella destaca Juan del Encina.
Además, en el siglo XV surge un teatro para ser leído, a imitación de la comedia humanística italiana, modalidad a la que pertenece La Celestina.
La Celestina, de Fernando de Rojas
El autor y su época
Fernando de Rojas encontró escrito el primer acto de la obra y la acabó en “quince días de vacaciones”.
La Celestina ofrece una visión pesimista, de desorientación moral y social, que era común a muchos escritores de la época. Fernando de Rojas representa el escritor moderno, universitario y urbano, que no procede de la aristocracia ni de la cultura eclesiástica.
Estudio de La Celestina
El libro apareció en 1499, y en esa edición no constaba el nombre del autor. En 1502 se publicó una edición ampliada, con un prólogo donde Fernando de Rojas dice que escribió el libro para advertir a los locos enamorados de los peligros del amor, y justifica que ha añadido unos actos porque las gentes le pedían que ampliase los episodios amorosos.
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El género literario. La Celestina es una obra dialogada que sigue el modelo de la comedia humanística italiana, que, a su vez, imitaba a los clásicos latinos Plauto y Terencio. Se consideraba un teatro para ser leído, no para ser representado. Abundaba lo sentimental y el análisis psicológico, aspectos que la asemejan a la novela. La Celestina, como comedia humanística, combina rasgos del teatro (la forma dialogada) y de la novela (el tono sentimental y psicológico y los frecuentes cambios de escenarios).
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Los personajes de La Celestina son realistas y evolucionan a lo largo de la obra. En conjunto, parece que todos son arrastrados por las pasiones: Calisto y Melibea actúan movidos por el amor, mientras que la codicia domina a Celestina y a los criados. Sin embargo, cada uno de ellos muestra matices variados, como ocurre con las personas: son personajes diferenciados, que no responden a los modelos literarios anteriores. Un rasgo renacentista y novedoso de la obra es que los personajes comparten un fuerte individualismo y una visión del mundo pagana y trágica: no se sienten culpables, sino víctimas de la caprichosa Fortuna que rige sus destinos. Por ello, ofrecen una visión pesimista y desolada, pues presentan el mundo como un caos.
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El tema. La Celestina combina los tres temas del momento: fortuna, amor y muerte. La fortuna, el azar, mueve a los personajes mediante las pasiones y les conduce hacia la muerte. La fuerza de la pasión amorosa mueve a Calisto y Melibea, la codicia empuja a los criados y a Celestina, y todos van hacia la muerte víctimas de un destino incomprensible.
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Intención de La Celestina. Fernando de Rojas dijo que había escrito la obra para “prevenir a los locos enamorados que, vencidos por su desordenado apetito, a sus amigas llaman e dicen ser su Dios” y para avisar “contra los engaños de las alcahuetas y de los malos sirvientes”. En ese sentido, la intención moralizadora parece clara, ya que presenta la muerte de los personajes como un castigo divino por su rebelión contra las normas morales de la época. La influencia renacentista y el pesimismo del siglo XV: el individualismo de los personajes, la visión pagana y el sentido trágico, la sensualidad de ciertas escenas y la inclusión de un suicidio que no se condena. Esta visión global del mundo se resume en el monólogo del padre de Melibea que cierra el libro.
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El estilo es el más variado de su época. En general, cada personaje habla como le corresponde desde una perspectiva realista. Por ejemplo, la clase alta -Calisto, Melibea y sus padres- refleja el habla culta de la época, más retórica en el joven Calisto; los criados y las prostitutas, en cambio, usan el habla viva de la calle, espontánea y coloquial. Celestina, como la vida le exige, es el personaje que se mueve entre esos ambientes y se adapta con gran facilidad a las diferentes situaciones: es retórica con Calisto y emplea el lenguaje popular con sus compañeras y con los criados.
La literatura del siglo XVI
El Renacimiento
El Renacimiento es un amplio movimiento cultural europeo del siglo XVI que se caracteriza por el resurgimiento de la cultura clásica. Se inició a finales de la Edad Media en Italia, desde donde se expandió a los otros países a finales del siglo XV y principios del XVI.
El término Renacimiento alude al “re-nacer” de los valores del mundo grecolatino, que afectó a todos los aspectos de la cultura, pero especialmente a las humanidades: literatura, filosofía y arte.
Sociedad y cultura en el siglo XVI
La cultura renacentista supuso la asimilación del Humanismo. La adopción del latín como idioma de cultura, que convive con el auge de las lenguas romances, la aceptación de la ortografía romana y el contacto directo entre los humanistas forjaron una cultura común en la Europa occidental. Del humanismo derivan los rasgos más característicos del Renacimiento: la valoración de la cultura grecolatina.
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La valoración de la cultura grecolatina significó recuperar el espíritu y los saberes de la antigüedad clásica, que produjo una renovación de la filosofía, de la literatura y de los estudios filológicos. Frente al pensamiento escolástico medieval, los renacentistas propusieron restablecer la filosofía de los clásicos. En las humanidades, siguieron el ideal educativo de la antigüedad.
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El antropocentrismo concibe al hombre como eje del universo e integrado en la naturaleza, que debe desarrollar su inteligencia y sensibilidad a través del conocimiento racional. El modelo de humanista era el intelectual que se interesa por todos los saberes y que se rige por la razón. Esa visión contrasta con la medieval, que concebía la vida humana como simple camino hacia la vida eterna.
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La espiritualidad renacentista estuvo marcada por la renovación de la conciencia religiosa. Nueva religiosidad intimista, tolerante y caritativa.
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El modelo de conducta. Según Castiglione, el hombre renacentista debía cultivar de forma equilibrada y armónica el alma y el cuerpo, las letras y las armas; asimismo, el cortesano debía mostrar una elegancia natural, que rechaza cualquier afectación o vulgaridad.
La estética renacentista
El concepto de belleza renacentista sigue el modelo clásico, valora la belleza que se basa en el equilibrio, la serenidad, la armonía y la elegancia natural.
El arte renacentista sigue el ideal estético de Aristóteles, según el cual la función del arte es estilizar o embellecer la realidad y su finalidad es puramente estética porque persigue la belleza.
Periodos del Renacimiento español
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Época de Carlos V.
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Época de Felipe II.
La lengua
En el Renacimiento las lenguas vulgares adquieren definitivamente el mismo prestigio que las lenguas clásicas. En general, las lenguas romances siguen el modelo del latín, aunque se evitan los excesos cultistas del siglo XV y prevalece la estética de la elegancia y la naturalidad.
Temas de la literatura renacentista
La literatura del siglo XVI tiene como temas más representativos el amor, la naturaleza y la mitología. A menudo aparecen combinados y recrean tópicos o temas comunes clásicos, como el carpe diem, que incita a vivir el presente y gozar de la juventud, o el beatus ille, elogio de la vida sencilla y desprecio de las vanidades mundanas.
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El amor que recoge la literatura renacentista sigue el modelo de Petrarca. Es un amor platónico que ennoblece al enamorado porque, a través de la amada, se acerca a la perfección; pero a la vez, produce insatisfacción y melancolía, pues en general es un amor no correspondido.
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La naturaleza es el símbolo de la perfección y de la vida sencilla y natural. En la literatura se presenta idealizada, como escenario amable (en latín, locus amoenus) o como reflejo de los estados de ánimo del poeta, el bucolismo. La naturaleza cobra protagonismo en composiciones como las églogas, poemas en que unos pastores hablan de sus amores en un ambiente natural idealizado, y en las novelas pastoriles.
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Los temas mitológicos reflejan la admiración por la cultura grecolatina y dan un tono pagano y nuevo a la literatura renacentista.
La lírica renacentista
La lírica renacentista
Al comienzo del siglo XVI conviven tres corrientes líricas:
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Poesía de cancionero, con predominio del octosílabo y de tono cultista.
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Poesía tradicional, romances y canciones líricas, que tuvieron una gran difusión oral y que también empiezan a recogerse por escrito.
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Poesía italianizante, que toma como modelo a Petrarca y es la que se considera representativa de la lírica culta renacentista. La influencia de Petrarca fue muy temprana en la lírica hispánica: ya se detecta en el siglo XV y se acentúa en el XVI. En los primeros años de la centuria, desde Boscán y Garcilaso se asimiló la métrica, la preocupación formal, el influjo del neoplatonismo, el acercamiento a los clásicos (Virgilio, Horacio, Ovidio...) y se incorporaron temas mitológicos y bucólicos. El poeta más relevante de esta corriente es Garcilaso de la Vega, cuya obra renovó la forma y los temas.
Garcilaso de la Vega (1501? - 1536)
El autor
En su vida encarnó el modelo de hombre renacentista. Fue un poeta-soldado cuya vida estuvo marcado por la del emperador Carlos V. En 1526, en la boda del rey con Isabel de Portugal, conoció a una de las damas de la reina, Isabel Freyre, quien le inspiró muchos de sus poemas amorosos. Residió en Nápoles, lo que le permitió familiarizarse con los poetas italianos. Su formación cultural fue la de un humanista. Murió a los 36 años en el asalto a una fortaleza en Provenza.
Obra
La obra de Garcilaso fue breve, como su vida. Destacan los Sonetos, unos cuarenta, y las tres Églogas.
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La Égloga I es la más valorada. En ella los pastores Salicio y Nemoroso expresan sus quejas en una naturaleza dulce y bucólica. El primero, Salicio, se lamenta por los desdenes de su amada Galatea, mientras que Nemoroso llora la muerte de Elisa. En realidad ambos pastores representan al propio Garcilaso que canta a su amada en vida y tras su muerte.
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La Égloga II recoge la historia de los desgraciados amores de Albanio y la pastora Camila.
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La Égloga III presenta a cuatro ninfas que tejen, en unos tapices, trágicas historias amorosas, en medio de una naturaleza suave y bucólica.
Garcilaso compuso, además, cuatro Canciones petrarquistas, la oda A la flor de Gnido, dos Elegías y una Epístola a Boscán.
El amor y la naturaleza en la poesía de Garcilaso
El amor es el tema central en la lírica de Garcilaso, uno de los grandes poetas del amor, porque combina la moda petrarquista del tema amoroso con la vivencia real del enamorado. Lo que caracteriza su lírica es la forma de expresar ese sentimiento, de una manera contenida y grave, que él mismo llama “el dolorido sentir”. Garcilaso inaugura con el tema amoroso una poesía intimista que le convierte en el maestro de otros poetas posteriores que tienen como tema central el amor, como Bécquer en el romanticismo o Salinas en el siglo XX.
También Garcilaso incorpora la naturaleza a la poesía castellana, sobre todo en las Églogas. En ellas, el elemento natural adquiere tanta importancia como el diálogo entre los pastores o entre los personajes mitológicos que protagonizan las historias; la extensión de la égloga permite la descripción detallada de los sentimientos y de la naturaleza.
Estilo
Garcilaso crea un lenguaje poético -el renacentista- distinguido y natural, sin afectación ni arcaísmos. Persigue la expresión elegante y rechaza la retórica o la dificultad conceptista. En este renovación es fundamental el epíteto, que hace más pausado el ritmo de la frase y aporta plasticidad y cromatismo al poema. También es importante la adaptación del endecasílabo en todas sus formas rítmicas y estróficas. A partir de Garcilaso, el soneto queda como la estrofa básica de la poesía culta castellana que llega hasta el siglo XX con autores como Miguel Hernández o García Lorca, y puede decirse que toda la poesía posterior está condicionada por su obra.
La lírica en la segunda mitad del siglo XVI
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La escuela salmantina, representada por fray Luis de León, que tiende hacia una lírica elegante y natural en el lenguaje, y de temas morales y filosóficos.
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La escuela sevillana, representada por Fernando de Herrera, más cultista, que busca la belleza formal, brillante y sonora, y que trata sobre temas profanos.
Junto a estas dos escuelas aparece la poesía religiosa: la ascética, que trata sobre cómo conseguir la perfección moral, y la mística que refleja la unión del alma con la divinidad.
Fray Luis de León (1527 - 1591)
Obra
Como prosista, escribió libros de tema moral y religioso como La perfecta casada, obra didáctica sobre la conducta de las desposadas, y De los nombres de Cristo, comentario sobre las diferentes denominaciones que recibe Jesucristo en los libros sagrados.
La poesía de fray Luis de León
La mayor parte de la poesía de fray Luis son odas, escritas en liras. Muy conocido es el elogio a la vida retirada, que recrea el tópico del Beatus ille `Feliz aquel', a imitación de Horacio. También compuso odas a sus amigos, como la que dedica al músico Salinas, cuya melodía le hace percibir la armonía del universo, que recuerda a Platón; la misma influencia muestra Noche estrellada, donde se manifiesta el anhelo y la nostalgia del cielo.
Estilo
La lengua de fray Luis de León recuerda a Garcilaso y al modelo renacentista porque es natural y elegante, pero también se nota el influjo de Horacio por la amplitud de las frases y por los numerosos cultismos que introduce.
San Juan de la Cruz (1542 - 1591)
La poesía mística
La poesía mística es aquella que expresa la vivencia excepcional de la unión del alma con la divinidad; esta experiencia se conoce con el nombre de “éxtasis místico”. En este sentido, la poesía de san Juan y la de santa Teresa es poesía mística, porque tiene como tema central la expresión de esta vivencia religiosa. Para conseguir la unión entre el alma y la divinidad, debe seguirse el camino de la ascética, es decir, la purificación del alma a través del sacrificio, las oraciones y el desprendimiento de las vanidades del mundo. La ascética es, por tanto, una vía que todo el mundo puede seguir; pero la experiencia mística, según el cristianismo, es un don que Dios concede a unos cuantos elegidos.
La poesía de san Juan de la Cruz
La poesía más original de san Juan de la Cruz es, sin duda, aquella que recoge su experiencia mística.
Los grandes poemas de san Juan reflejan el camino que lleva a la unión con Dios y el placer que ello proporciona: Noche oscura, Cántico espiritual y Llama de amor viva, escritos en liras.
Estilo
San Juan de la Cruz crea una nueva lengua poética a través de los símbolos que aluden al amor humano, a la naturaleza y a la Biblia. Es un lenguaje muy emotivo e intenso.
El estilo de san Juan asimila diversas influencias: de la lírica tradicional, de Garcilaso, de fray Luis y, como hemos señalado, de la Biblia.
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Enviado por: | Jose |
Idioma: | castellano |
País: | España |