a cantidad total de solutos así como sus concentraciones se mantiene relativamente constantes en condiciones de equilibrio dinámico, como exige la homeostasis. Esta constancia llama la atención porque normalmente existe un intercambio continuo de líquidos y de solutos entre el organismo y el medio externo, y también entre los distintos compartimentos del cuerpo. El ingreso de líquidos en el organismo es extremadamente variable y debe igualarse cuidadosamente con unas pérdidas análogas de los mismos para evitar que aumente o disminuya el volumen total de los líquidos corporales.
El Agua que ingresa al organismo procede de dos fuentes principales:
La que ingresa como líquidos tal cual, o que forma parte de los alimentos sólidos.
La que es sintetizada en el organismo como resultado de la oxidación de los carbohidratos.
La primera representa unos 2100 mL/día que se suman a los líquidos corporales, y la segunda representa aproximadamente 200 mL/día. Con la suma de estas dos se obtiene un ingreso total de agua de aproximadamente 2300 mL/día. Estos ingresos diarios de líquidos varían indudablemente de persona a persona, así como varían en la misma persona de unos días a otos, dependiendo del clima, las costumbres, y el grado de actividad física que se realiza.
Las perdidas diarias de líquidos corporales se divide en cuatro grandes rubros:
Perdida Hídrica Insensible, la cual corresponde a aproximadamente 700 mL/día y consta de las perdidas de líquidos a través de la piel por difusión (siendo muy diferente a los egresos hídricos debidos a la sudoración) y perdidas por la evaporación en el aparato respiratorio. Esto se conoce como pérdidas insensible de agua porque ocurre sin que el individuo la perciba o sea consciente de ella, a pesar de que está produciéndose constantemente en todos lo seres humanos vivos.
La perdida insensible de líquidos a través de la piel corresponde por si sola a unos 300 a 500 mL/día y es contrarrestada por la capa córnea de la piel, carga de colesterol que constituye una barrera contra la excesiva pérdida de agua por difusión. Cuando esa capa córnea desaparece, como cuando ocurre con los individuos quemados estas perdidas insensibles aumentan hasta 10 veces, por lo cual un individuo puede perder entre 3000 a 5000 mL/día, siendo necesaria y vital la administración de grandes cantidades de líquidos vía intravenosa para compensar la perdida excesiva.
La perdida insensible de líquido vía el aparato respiratorio corresponde a aproximadamente unos 300 a 400 mL/día. Cuando el aire entra en las vías respiratorias, se satura de humedad alcanzando una presión de vapor de agua de unos 47 mm Hg, antes de ser expulsado. Como la presión de vapor de agua en el aire inspirado suele ser menor de esta cifra constantemente estamos perdiendo agua con la respiración. En tiempo frío, la presión del vapor de agua en la atmósfera se reduce casi hasta 0, produciéndose una pérdida mayor todavía de líquidos por los pulmones conforme la temperatura desciende. Esto explica la sensación de sequedad que se percibe en las vías respiratorias cuando hace frío.
La Perdidas de líquidos por la sudoración suele ser muy variable y dependiente directamente al grado de actividad física a la que se somete el individuo, así como también a la temperatura ambiente. El volumen de sudor es normalmente de 100 mL/día, pero en un clima cálido o con un ejercicio físico intenso, la perdida de agua por el sudor se eleva en ocasiones hasta 1000 a 2000 mL/hora. Esto agoraría enseguida los líquidos corporales si al mismo tiempo no aumentara el ingreso de agua gracias al mecanismo de la sed.
La perdida hídrica por las heces normalmente es de tan solo pequeñas cantidades menores incluso a 100 mL/día, pero puede aumentar a varios litros diarios en las personas con diarrea intensa, como en el caso del colera. Por esta razón, la diarrea intensa puede poner en peligro la vida, si no se corrige en unos días.
Las perdidas hídricas por vía renal, es la manera más importante por la cual el organismo regula nos niveles de ingreso y egreso tanto de líquidos y electrolitos, existen muchos mecanismos por los cuales esto ocurre, así como la variabilidad en los niveles de orina producidos, que pueden ir de 0.5 L/dia, en personas deshidratadas hasta 20 L/día en las personas que beben enormes cantidades de líquidos.
Esta extraordinaria variabilidad también se cumple con la mayoría de los electrolitos del cuerpo, como el sodio, el cloro y el potasio. Algunas personas ingieren cantidades de sodio tan bajas como 200 mEq/día, mientras que otras toman de 300 a 500 mEq/día de sodio. Los riñones se encargan de ajustar la excreción de agua y sodio para equipararlas exactamente a las cantidades ingeridas de esas sustancias y, asimismo, de compensar las pérdidas excesivas de líquidos y electrólitos que ocurren en algunos procesos patológicos.