Literatura
Las Meninas y Las Hilanderas; Velázquez
LAS MENINAS
Las Meninas fue pintado en 1656 y en todo el mundo es celebrada como la obra maestra de Velázquez. El cuadro se presenta a primera vista como si se tratara de una escena casual: Velázquez está pintando un enorme lienzo en uno de los salones de palacio, y allí irrumpe la Infanta Margarita, acompañada por sus dos Meninas (damas de compañía), por dos enanos, un perro y otros dos personajes. Al fondo se abre una puerta por la que José Nieto, un funcionario palaciego, contempla la escena.
Esa verdad inmediata de lo que se ve, sin embargo, esconde una profunda cadena de enigmas, el primero de los cuales es la indeferenciación absoluta entre el espacio del cuadro y del espectador, introduciendo a éste de lleno en el espacio de la ilusión.
Velázquez, Margarita, la enana Maribárbola y el personaje masculino que tiene detrás miran fijamente a los espectadores, pero el espejo que se encuentra al lado de la puerta del fondo muestra el reflejo de la efigie de los dos reyes. Así pues, éstos se encuentran indudablemente en el lugar al que todos miran, el lugar en el que, de hecho, está el espectador. Por eso Velázquez los mira también: parece estar pintándolos. Pero en el espejo, el rey aparece con una cortina por arriba, como era tradicional en los retratos reales. Por eso no se sabe a ciencia cierta si lo que el espejo refleja es a los reyes o al retrato que de ellos está pintando.
El cuadro entero es un prodigio pictórico en el que desde cada detalle, en los que Velázquez se complace creando maravillosos efectos de color, hasta la captación de la luz ambiente y la concepción compositiva global, pasando por todos los enigmas intelectuales que suscita, lo convierten en una de las obras maestras mas grandes de todos los tiempos.
Cuando lo pintó, Velázquez no era todavía caballero de la Orden de Santiago, por lo que la cruz roja que lleva en el pecho fue añadida posteriormente quizás después de su muerte.
A los 61 años de edad, como aposentador real, tiene que acompañar a la comitiva del rey hasta la frontera de Francia, donde, en una isla de Bidasoa, debe celebrarse la ceremonia de entrega, como esposa, al rey francés Luis XIV de la infanta Maria Teresa, hija de Felipe IV. La ceremonia se celebra el 7 de Junio de 1660; vuelve del viaje, llegando a Madrid el 26 de Junio, “cansado de caminar de noche y trabajar de día”. Un mes después, el 31 de Julio, tras haber puesto y quitado la mesa en la que el rey comía en público -una de las obligaciones de su cargo - , siente nauseas y fiebre. El rey le envía sus propios médicos, que dictaminan una grave enfermedad. Muere el 6 de Agosto de 1660.
LAS HILANDERAS o "LA FABULA DE ARACNE"
Diego Velázquez (1599-1660)
Oleo sobre lienzo: 2,20 x 2,89
Pintura Española (Siglo XVII)
Fecha de la obra: hacia 1657
Aunque durante mucho tiempo se consideró a estas "Hilanderas" como un cuadro de género en el que se mostraba a unas mujeres trabajando en el taller de la fábrica de tapices de Santa Isabel, hoy ya está probado que se trata de un tema mitológico.
Uno de los problemas que dificultaba la identificación del asunto que el pintor representa en esta obra radicaba en el hecho de que no perteneció a las colecciones reales, y no se tenía noticia documental alguna sobre la misma.
Mediados los años cuarenta de nuestro siglo, hubo autores que, basán- dose en la propia entidad del cuadro y en esa complejidad y “ambigüedad”
de significados que nos ofrecen algunos de los lienzos más significativos de Velázquez, se resistieron a interpretarlo como una sencilla escena cotidiana. Sus dudas se despejaron poco después, cuando la investigadora Mª Luisa Caturla halló un inventario de las pinturas que poseía el montero del rey Felipe IV, Don Pedro de Arce, en el que figuraba una "Fábula de Aracne, de Velázquez", no conocida hasta el momento.
Si bien la identificación de esta fábula con el tema del cuadro que nos ocupa ha sido admitida por la totalidad de los historiadores del arte, hay quienes van aún más lejos buscando en él significados ocultos y simbó-
licos. El que fuera una Apología de las Bellas Artes dirigida a demostrar la superioridad del arte de la pintura sobre la artesanía manual, es otra de las tantas lecturas que, en opinión de estos especialistas, pueden extraerse de esta obra tan rica en sugerencias.
La "Fábula de Aracne", recogida de "Las Metamorfosis" de Ovidio", narra la contienda entre Minerva, diosa de las artes y de la guerra, y la orgullosa Aracne, famosa tejedora de la ciudad de Lidia, acerca de quién haría un tapiz mejor. La osadía de la joven no tuvo límites al representar en su obra una de las aventuras amorosas del padre de la diosa, Júpiter, por lo que ésta la convirtió en araña.
Se pueden apreciar detalles finos que nos muestran la gran soltura con la que ya contaba , como podemos apreciar en el movimiento de la rueca.
El lienzo pudo resultar dañado en el incendio del Alcázar, en 1734, por lo que sufrió unas adiciones. Hay detalles que se pueden apreciar como el "arrepentimiento" visible en la cabeza de la muchacha de perfil de la derecha.
Tanto este cuadro de las Hilanderas como Las Meninas son grandes obras maestras y son consideradas por los críticos como prodigios pictóricos, sin olvidarnos de otras muchas obras de Velázquez que fueron creadas a lo largo de su vida y como resultado de distintas influencias de otros artistas contemporáneos y que en la actualidad se encuentran repartidas por los principales museos de todo el mundo.
VIDA DE DIEGO VELÁZQUEZ [1599-1660]
Velázquez, Diego de Silva (1599-1660), pintor español, máximo representante de la pintura barroca española.
Nació en Sevilla el 6 de junio de 1599. Procedente de una familia burguesa sevillana, fue el mayor de seis hermanos. Entre 1611 y 1617 el joven Velázquez trabajó como aprendiz en el taller del que sería su futuro suegro, Francisco Pacheco, pintor manierista y autor de un importante tratado titulado El arte de la pintura (1649). Durante sus años de aprendizaje, Velázquez aprendió el naturalismo tenebrista imperante en su época, derivado del realismo italiano y del flamenco.
Primeras obras
Las obras más tempranas de Velázquez, realizadas entre los años 1617 y 1623, pueden dividirse en tres categorías: el bodegón (objetos de uso cotidiano combinados con naturalezas muertas), retratos y escenas religiosas. Muchas de sus primeras obras tienen un marcado acento naturalista, como La comida (c. 1617, Museo del Ermitage, San Petersburgo), bodegón que puede considerarse como la primera obra independiente del maestro. En sus bodegones, como el Aguador de Sevilla (c. 1619-1620, Aspley House, Londres) los magistrales efectos de luz y sombra, así como la directa observación del natural, llevan a relacionarlo inevitablemente con Caravaggio. Para sus pinturas religiosas utilizó modelos extraídos de las calles de Sevilla, tal y como Pacheco afirma en su biografía sobre Velázquez. En la Adoración de los Magos (1619, Museo del Prado, Madrid) las figuras bíblicas son, por ejemplo, retratos de miembros de su familia incluido su propio autorretrato.
Velázquez fue también un pintor conocido en los círculos intelectuales de Sevilla, uno de los cuales, la Academia de Artes, fue dirigida de manera informal por Pacheco. En dichos encuentros, tuvo la ocasión de conocer a personalidades de su tiempo como el gran poeta Luis de Góngora y Argote (cuyo retrato, ejecutado en el año 1622 se encuentra en el Museum of Fine Arts Boston). Esos contactos fueron importantes para las obras posteriores de Velázquez sobre temas mitológicos o clásicos.
Encuentros en la corte
En el año 1621 Velázquez realizó su primer viaje a Madrid (tal y como Pacheco nos dice) para, presumiblemente, conocer en persona las colecciones reales y probablemente para buscar, sin éxito en esta ocasión, un puesto como pintor de corte. Sin embargo, en el año 1623 regresó a la capital para pintar un retrato del rey Felipe IV (1623, Museo del Prado) y el monarca le nombró su pintor de cámara. Este lienzo fue el primero de una serie de retratos soberbios y directos, no sólo del rey, sino también de la familia real y otros miembros de la corte, ya que realmente, su principal ocupación en la corte era la de retratar, aunque también abordó temas mitológicos como El triunfo de Baco, popularmente llamado, Los borrachos (1628-1629, Museo del Prado). Esta escena de bacanal en un paisaje abierto, en la que el dios del vino bebe junto a los borrachos, atestigua el interés del artista por el realismo.
Viaje a Italia
En el año 1628 Petrus Paulus Rubens llegó a la corte de Madrid en misión diplomática y entre los pocos pintores con los que trabó amistad estaba Velázquez. Aunque el gran maestro flamenco no causó un decisivo impacto sobre la obra del pintor, sus conversaciones le impulsaron a visitar las colecciones de arte en Italia que tanto admiraba Rubens. En agosto de 1629 Velázquez abandonó Barcelona rumbo a Génova y pasó dos años viajando por Italia. De Génova se dirigió a Milán, Venecia, Florencia y Roma; regresó a España desde Nápoles en enero de 1631. En el transcurso de este viaje estudió de cerca el arte del renacimiento y de la pintura italiana de su tiempo. Algunas de las obras realizadas durante sus viajes dan muestra de la asimilación de estos estilos; un ejemplo representativo es su La túnica de José (1639, Monasterio de El Escorial, Madrid) y La fragua de Vulcano (1630, Museo del Prado), que combinan los efectos escultóricos miguelangelescos con el claroscuro de maestros italianos tales como Guercino y Giovanni Lanfranco.
Regreso a España
De vuelta a España, Velázquez reanudó sus encargos como retratista de corte con la obra Príncipe Baltasar Carlos con un enano (1631, Museum of Fine Arts, Boston) imagen conmovedora del príncipe, quien moriría antes de alcanzar la mayoría de edad. Desde la década de 1630 poco se conoce acerca de la vida personal del artista a pesar de que su ascenso en círculos cortesanos está bien documentado. En el año 1634 Velázquez llevó a cabo el programa decorativo del Salón de Reinos en el nuevo palacio del Buen Retiro. Constaba de 12 escenas de batallas, junto a retratos ecuestres en los que las tropas españolas habían resultado victoriosas. En esta obra no sólo intervino Velázquez, sino otros artistas de prestigio. Velázquez incluyó en este ciclo de batallas el cuadro titulado Las lanzas o La rendición de Breda (1634, Museo del Prado) que retrata al general español Spínola, después de sitiar las ciudades del norte en el año 1625, recibiendo las llaves de la ciudad de manos del gobernador. La delicadeza en la asombrosa manera de ejecución la convierte, como obra individual, en una de las composiciones históricas más célebres del arte barroco español.
Hacia 1640 pinta los retratos de caza de la familia real para la Torre de la Parada, un pabellón de caza cerca de Madrid. Perteneciente a la década de los últimos años de 1630 y principios de 1640 son los famosos retratos de enanos de corte que reflejan el respeto y la simpatía con que eran tratados en palacio. Velázquez pintó pocos cuadros religiosos, entre ellos destacan el Crucificado (c. 1632), La coronación de la Virgen (c. 1641) y San Antonio Abad y san Pablo primer ermitaño (c. 1634), todos ellos en el Museo del Prado.
Últimos trabajos
Durante los últimos años de su vida, Velázquez trabajó no sólo como pintor de corte sino también como responsable de la decoración de muchas de las nuevas salas de los palacios reales. En el año 1649 regresó de nuevo a Italia, en esta ocasión para adquirir obras de arte para la colección del rey. Durante su estancia en Roma (1649-1650) pintó el magnífico retrato de Juan de Pareja (Metropolitan Museum of Art, Nueva York) así como el inquietante y profundo retrato del Papa Inocencio X (Galería Doria-Pamphili, Roma), recientemente exhibido en Madrid. Al poco tiempo fue admitido como miembro en la Academia de San Lucas de Roma. Su elegante Venus del espejo (National Gallery, Londres) data probablemente de esta época.
Las obras clave de las dos últimas décadas de la vida de Velázquez son Las hilanderas o La fábula de Aracné (1644-1648, Museo del Prado) composición sofisticada de compleja simbología mitológica, y una de las obras maestras de la pintura española Las Meninas o La familia de Felipe IV (1656, Museo del Prado), que constituye un imponente retrato de grupo de la familia real con el propio artista incluido en la escena. Velázquez continuó trabajando para el rey Felipe IV, como pintor, cortesano y fiel amigo hasta su muerte acaecida en Madrid el 6 de agosto de 1660. Su obra fue conocida y ejerció una importante influencia en el siglo XIX, cuando el Museo del Prado la expuso en sus salas.
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VELÁZQUEZ: VIDA Y OBRA
BIBLIOGRAFIA
* GRANDES MAESTROS: VELÁZQUEZ
EDITORIAL ALDEASA
* ENCICLOPEDIA MULTIMEDIA
MICROSOFT ENCARTA
* PAGINA OFICIAL EN INTERNET DEL MUSEO DEL
PRADO (fotos y detalles de los cuadros)
PLANO DE LA SALA DE LAS MENINAS
1: El bufón don Diego de Acedo, “El Primo”, 1644
2: El bufón llamado Don Juan de Austria , 1632 ó 1647
3: La fragua de Vulcano ,1630
4: El bufón Pablo de Valladolid , 1633
5: El bufón El niño de Vallecas
6: Felipe IV
7: Felipe IV armado con un león en los pies
8: Bufón de Calabacillas
9: Las Meninas o la familia de Felipe IV, 1656
10: Don Sebastián de morra
11: Mariana de Austria
12: Isabel de Borbón a caballo
CONTENIDO DE ESTE TRABAJO
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VIDA DE DIEGO VELAZQUEZ: Análisis de las épocas más importantes de su vida y de las influencias que recibe su pintura:
Vida,
primeras obras,
encuentros en la corte,
viaje a Italia,
regreso a España,
últimos trabajos.
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LAS MENINAS Y LAS HILANDERAS: Descripción de estas dos
obras, analizando su significado y las principales características que se pueden apreciar.
Las Meninas o la familia de Felipe IV, 1656
Todo Velázquez está en este lienzo: el dominio de la luz, el espacio, el color y el movimiento; la sabiduría compositiva; su propia efigie y la de sus principales patronos; sus queridos bufones; los sentidos ocultos; el juego de ambigüedades y hasta el orgullo artístico, que convierte esta obra en una verdadera alegoría de la nobleza del arte de la pintura.
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Enviado por: | Cozar Segovia |
Idioma: | castellano |
País: | España |