Historia


La vida cotidiana en la España romana; Fernando Díaz-Plaja


LA VIDA COTIDIANA

EN

LA ESPAÑA ROMANA

Fernando Díaz-Plaja

Índice

PÁGS.

  • Pórtico.............................................................................................. 3

  • Despertándose y vistiéndose........................................................... 3 - 4

  • A rezar............................................................................................... 4 - 5

  • Las clases sociales............................................................................ 5 - 6

  • La cultura........................................................................................... 6

  • A votar................................................................................................ 7

  • Los baños públicos............................................................................. 7

  • Comiendo, bebiendo......................................................................... 7 - 8

  • Abriendo caminos al hombre y al agua............................................. 8 - 9

  • La caza, la pesca.............................................................................. 9

  • La economía.................................................................................... 9 - 10

  • Yendo al médico............................................................................ 10 -11

  • A formar............................................................................................. 11

  • El servicio........................................................................................11 - 12

  • La familia.........................................................................................12 - 13

  • La vivienda................................................................................13 -14 - 15

  • El espectáculo..........................................................................15 -16 - 17

  • La muerte....................................................................................17 - 18

  • Conclusión.........................................................................................18

  • El libro “La vida cotidiana en la España romana” se divide en varios capítulos referidos cada uno de ellos a los distintos aspectos de la rutina diaria de los habitantes de la Península tras la conquista romana.

    Pasare a continuación a resumir cada una de esas partes.

    El primero de los episodios, titulado “Pórtico”, nos explica cuál era la división de Hispania, cómo fue colonizada y cómo poco a poco fue concediéndose la ciudadanía romana a algunos de los habitantes de estas tierras. Nos cuentan cuáles eran los privilegios de éstos y cómo utilizaron este título como medio de recompensa en algunas ocasiones.

    El siguiente capítulo titulado “Despertándose y vistiéndose” nos habla de la hora tan temprana a la que se levantaba la población hispana. Procedían entonces a la limpieza de la vivienda. El dormitorio tenía una gran austeridad y el colchón estaba elaborado de plumas o de lana.

    Los hombres utilizaban para dormir la misma ropa que durante el día o un simple taparrabos. Para la ropa de calle acostumbraban a llevar la famosa toga que tenía una longitud de unos 2,70 m. de longitud. En los pies solían llevar sandalias. El uniforme militar constaba de coraza y falda. Tras vestirse acudían a las termas o baños públicos, servicio que casi nunca poseían en su casa. Para cortarse el pelo iban al tonsor. Como en la actualidad había distintos cortes de pelo de moda. También se les afeitaba, cosa que era bastante dolorosa por la multitud de heridas que se producían, y se les perfumaba.

    Las mujeres dormían con las prendas interiores que habían llevado durante el día. Tenían espejos (cobre, plata,...), además de peines, ánforas, ungüentos y perfumes para su cuidado. En vez de acudir al tonsor, ellas acudían al ornatrice. También acudían a las termas. Sus ropas eran como las del hombre, pero mayor calidad de la tela y los colores más vivos. Podían usar pelucas y se teñían el pelo (pero en su casa). Con frecuencia se maquillaban y se adornaban con joyas de los mejores orfebres. Las joyas eran de distintas formas y tipos. Para las más ricas éstas tenían incrustaciones de piedras preciosas. Los ya nombrados tintes estaban elaborados con azafrán, púrpura (de las conchas marinas),... Se utilizaban para los cabellos y también para las ropas. La orina era utilizada también para éstos procedimientos. Los ropajes se conocen por la estatuaria. El conocido vestido anudado al hombro es el más común.

    El tercer capítulo titulado “A rezar” nos habla de la multitud de dioses, creencias y rituales que los hispanos heredaron y adoptaron con la llegada de los romanos. Muchos de los nuevos dioses fueron venerados en la península aunque algunas de las divinidades se cambiaron de nombre o pasaron a corresponderse con alguna ya existente. Se erigieron muchos templos en honor a estos dioses. La mayoría de ellos protegían los aspectos relacionados con el comercio y las transacciones económicas. Casi todos los ámbitos de la vida tenían, no obstante la protección o el patrocinio de una divinidad, asó como todos los oficios también lo poseían. Para su veneración se erigieron muchas estatuas y se realizaban aras y altares para los sacrificios en su honor. Casi todos los hispanorromanos contaban dentro de sus casas con un lugar dedicado a los cultos, además de un sitio de recuerdo a los dioses lares (antepasados) y a los penates (proveedores de alimentos). También se creía en los augurios y los auspicios. Los dirigentes consultaban los oráculos cuando tenían alguna decisión importante que tomar. Con la llegada del Imperio, se hace común el culto al Emperador como atestigua el templo dedicado a Augusto en Mérida. Pero era sobre todo un culto post-mortem. Con la llegada del cristianismo la multitud de dioses existentes anteriormente se convierten en los distintos santos de la religión de Cristo. Con esta doctrina se hicieron también más comunes las celebraciones de los oficios en templos para éste fin.

    Este capítulo nos habla de las distintas “Clases sociales” que había en Hispania. En lo más alto de la sociedad se encontraban las órdenes (ordines). Había tres órdenes: el ordo senatoralis, el ordo equester y el ordo decurionalis. Tenían los derechos propios de la ciudadanía romana y unas responsabilidades con la comunidad. Estas órdenes y su pertenencia a ellas estaban establecidas por el nacimiento en uno u otro ordo. Pero tenían que tener un mínimo poder económico. A cada orden le correspondía una indumentaria y unos símbolos distintivos. Muchos de los aristócratas de estos grupos se trasladaron a Roma. Esto perjudico a Hispania porque muchos de los inversores en obras públicas se fueron de la Península. Dentro de la escala social, tras los miembros de las órdenes, se encontraban los habitantes que eran libres pero no eran ciudadanos romanos. No tenían derechos políticos pero sí civiles. La mayoría de los habitantes pertenecían a este grupo. La vía de promoción social más viable(para aquellos que tenían posibilidades económicas) era enrolarse en el ejército. Los trabajadores hispanorromanos que tenía bajos ingresos vivían en barrios de obreros y se reunían, generalmente, por oficios. Dentro de estos gremios había una absoluta jerarquización y poseían una diosa que les amparaba, algo parecido a una patrona. Había obreros relacionados con la construcción, una especie de bomberos, agricultores, mercaderes y comerciantes,... Los campesinos eran los más numerosos de todo el Imperio. Estaban bastante aislados de casi todas las innovaciones romanas, aunque aprendían a leer y escribir latín y griego. Por su lejanía con las urbes quedaron un poco relegados de la romanización.

    “La cultura”: el primer síntoma de romanización fue la expansión de la lengua latina por todo el territorio conquistado ya que era el único modo de poder entender a todo el mundo. No obstante, las zonas menos romanizadas continuaban usando su idioma prerromano. La educación constaba de tres etapas. Había ya escuela pública y privada. Los maestros que cobraban un sueldo ridículo, vinieron en un principio de Roma, pero más tarde gentes hispanas fueron aprendiendo el oficio. No obstante, los métodos de enseñanza pésimos provocaron una alta tasa de analfabetismo. En la primera etapa se enseñaba a leer y a escribir tanto latín como griego. En la segunda aprendían el Trivium (Gramática, Retórica y Dialéctica) y el Quadrivium (Aritmética, Geometría, Música y Astronomía). La tercera etapa era convertirse en un profesor de la materia de esta segunda etapa. Uno de los vestigios de la cultura romana que tenemos son los restos de las bibliotecas que, tomando como modelo la de Alejandría, surgieron en casi todos los núcleos importantes del Imperio.

    Los hispanorromanos sólo elegían a sus representantes municipales. Para poder presentarse a los comicios había que cumplir una serie de requisitos: ser hombre libre, tener una edad mínima de unos 25 años, haber cubierto los anteriores escalafones de la carrera honorífica y no haber incurrido en ninguna de las causas de inhabilitación. También había que poseer una fortuna personal ya que debían de responder con su dinero a los problemas económicos que surgieran durante su mandato. Tenían unos 27 días de campaña electoral. Los gobernadores municipales eran seis: dos duunviros, dos ediles y dos cuestores.

    Como ya he comentado anteriormente la visita a los baños públicos o termas constituía una de las primeras cosas que se realizaban tras levantarse. No era solamente un lugar de baño, sino que era un sitio de conversación, de encuentro y sobre todo, un lugar de ocio. Los usuarios seguían una serie de pasos: dejaban la ropa en el apodyterium, pasaban al baño de agua fría llamado frigidarium, después al de agua templada tepidarium, y luego al de agua caliente caldarium para volver al final al de agua templada. La mujer también acudía a los baños pero lo hacía a una hora distinta que los hombres o, si los había, en otras termas para su uso. No obstante, el número de mujeres que acudían al baño era menor, por lo que, el precio era mayor. En las termas también se practicaba deporte, leían, ya que algunas tenían bibliotecas, hablaban,...

    Los hispanorromanos eran muy aficionados al pescado. Por ello era muy preciado el garum mezcla hispana que se realizaba con tripas, despojos, espinas y sangre. Esta mezcla la introdujeron los fenicios. La sal también era un alimento imprescindible y en la península estaban las más importantes salinas. Los alimentos que se salaban eran muy numerosos. El cereal era la comida importante para la gente menos pudiente. La comida más importante del día era la cena. Se realizaban en los triclinios, no tenían tenedores ya que comían con los dedos. Los banquetes se realizaban con danzas, conversaciones, discursos,... Como bebida consumían vino mezclado con agua o con miel. Cuando se sentían mal por la gran cantidad de comida ingerida se les permitía vomitar para que continuaran comiendo. Los más pobres también realizaban comidas en común en las tabernas o en las cofradías.

    En el siguiente capítulo nos habla de cómo llevan el agua a las ciudades y cómo realizaban puentes para poder salvar los ríos. Nombra, destacadamente, el acueducto de Segovia como gran obra de ingeniería para llevar agua de un embalse a la ciudad. A día de hoy aún continua utilizándose. También es importante el acueducto de los Milagros en Mérida y el de Ferreres en Tarragona. En cuánto a los puentes destaca el de Mérida sobre el río Guadiana y el puente de Alcántara sobre el Tajo. Estas obras de infraestructura y el resto de las obras públicas se realizaron por aportaciones particulares. Para realizar los viajes se usaban las famosas calzadas romanas y en los ríos que lo permitiesen mediante transporte fluvial. También se realizaron puertos para la comunicación con otros lugares sobre todo en la costa Mediterránea. Volviendo a las calzadas, éstas comunicaron toda la Península mediante un gran entramado. Se hacían contar las distancias mediante miliarios y se solían construir cada cierta extensión mansiones donde se comía o se pernoctaba. Estas mansiones aparecen recogidas en los itinerarios como el Antonio que servían de guía a los que recorrían estos caminos. Había varias vías importantes en la Península: la primera de ellas iba desde los Pirineos hasta Hispalis bordeando toda la costa, otra iba desde Lérida hasta Galicia por lo que hoy es el Camino de Santiago, otra de Zaragoza a Lisboa, pero la más importante sin duda era la vía de la Plata que iba de Astorga a la Bética pasando por Salamanca y por Mérida. Estas vías eran utilizadas por el correo imperial para transportar los mensajes del Emperador. En cuanto al comercio marítimo debió de ser concurrido como indican la multitud de faros existentes en la zona costera. Un ejemplo de ello es la torre de Hércules en La Coruña de la época de Trajano que aún continúa en uso.

    La caza y la pesca eran dos actividades importantes en Hispania. Conocemos los instrumentos de estas artes por los utensilios que han aparecido en las tumbas de los que se dedicaban a este oficio. Los cazadores tenían como diosa protectora a Diana. Los conejos eran una de las delicadezas culinarias y uno de los productos peninsulares más demandados. En cuanto a la pesca era bastante importante en esta zona. Pescados como el congrio o las conchas y ostras eran consumidos en las zonas costeras. Además la industria de la salazón era un impulso de esta práctica.

    La economía de esta zona estaba basada en la prosperidad de la minería, del olivo y del vino. Estos dos últimos productos se exportaban a todo el Imperio siendo unos productos consideraos de gran calidad. No obstante la principal fuente de ingresos era la agricultura. A pesar de ello los colonizadores que llegaban a la Península buscaban enriquecerse con las minas de oro de El Bierzo, que proporcionaban grandes inversiones económicas a aquellos que las explotaran. El sistema de extracción de este metal consistía en la suspensión de grandes cantidades de agua sobre las montañas que erosionando éstas sacaban a la superficie el oro. Estas minas eran explotadas por empresas privadas, ya que para el Estado romano era más rentable. Volviendo al aceite y al vino, éstos eran transportados a otros lugares dentro de ánforas. Para reducir costes, estos recipientes se realizaban en alfarerías cercanas. Llevaban impreso un sello de la tara, del nombre del mercader, del contenido neto y del control fiscal. El aceite no sólo se usaba para cocina, sino también para farmacopea, alumbrado, los baños y el culto. La mayoría de las personas involucradas en esta ”industria” eran romanos. El esparto también era un producto de gran exportación, ya que era raro en otras latitudes. Todo este comercio dio lugar a la introducción de la moneda y el abandono del trueque. En un principio, estas monedas eran bilingües pero más tarde la leyenda sólo aparecía en latín. El caballo también era una mercancía demandada desde todas las partes del Imperio. También se nos habla del pago del estipendio para todos aquellos ciudadanos no romanos y los tributos que tenían que abonar los ciudadanos romanos.

    En cuanto a la medicina en Hispania, era un poco tosca antes de la llegada de los romanos. Con las innovaciones de éstos se generaliza la profesión de médico. Hubo quien se especializó, incluso, como los cirujanos, los oculistas, los dentistas,... Se conoce el arsenal utilizado por las tumbas que se han encontrado. Uno de los servicios que requería el ejército era un médico de campaña para las curas de urgencia. En esta época no se utilizaba la anestesia. Los aceites eran muy utilizados para la cura de dolencias, en especial el de oliva de la Bética. Los dentistas estaban muy avanzados. Las mujeres ejercían de comadronas. En ocasiones, las ciudades tenían un hospital o latreia. También se conocían las propiedades curativas de las aguas medicinales e incluso se han encontrado monumentos o estelas en agradecimiento cercanas a las fuentes termales. En cuanto a la esperanza de vida puede parecernos alta si estudiamos las estelas funerarias, pero aquellos que las erigían eran personas que habían tenido una vida tranquila, por lo que llegaban incluso a nonagenarios. Pero las personas normales no solían sobrepasar los 30 o 35 años cuando hubieran sobrepasado la etapa infantil, donde la tasa de mortalidad era elevadísima.

    En un principio, todos los ciudadanos romanos tenían que pasar por el ejército y si no se era ciudadano no se podía ser soldado. Pero tras todas las campañas republicanas se empezaron a reclutar gentes de otros lugares, para las tropas auxiliares. Se accedía a ellas para mejorar económicamente y la edad, en principio, era de 17 a 40 años. Tras las guerras de conquista en Hispania, y una vez firmada la paz, los romanos reclutaron a algunos indígenas como mercenarios, ya que la bravura de éstos era de sobra conocida. Además las espadas de los hispanos eran famosas por su perfección y su filo, temido por todos sus enemigos.

    Cuando los romanos llegaron a la Península, ya existía en ésta la esclavitud para las labores de la casa y del campo. Lo que hicieron fue poner unas bases jurídicas y unos derechos a estas gentes. Los prisioneros de guerra pasaban a ser esclavos automáticamente. El esclavo le debía una cantidad económica a su amo. Si esta era pagada podía comprar su libertad y pasaba de ser esclavo a ser liberto. Los hijos de esclavos eran esclavos y los hijos de libertos, hombres libres. En la compra-venta de esclavos también participaba el Estado que se quedaba con una parte del precio. El precio de los esclavos variaba según la oferta y la demanda como todas las actividades económicas. Las relaciones de los esclavos llegaban a ser muy estrechas llegando los amos, incluso, a hacerles una estela funeraria en agradecimiento o dándoles al morirse la condición de libres. Los esclavos realizaban las labores domésticas, las agrícolas en las villas, e incluso daban clase a los más pequeños de la casa, por lo que un esclavo que tuviera conocimientos era más codiciado que uno analfabeto. Cuando un esclavo era hecho liberto éste en agradecimiento continuaba sirviendo a su amo, pero con más libertad y derechos. Los esclavos solían vivir en la casa de sus amos en un lugar de ésta destinado a este uso. Con la influencia del Cristianismo los tratos vejatorios a los esclavos cesaron, pero no esta clase social.

    En la República había tres formas de casarse. La primera, ofreciendo una ofrenda solemne a Júpiter, otra, dando el novio dinero al padre, es decir, comprando a la novia y la última, la cohabitabilidad de los novios durante un año. Estas fórmulas dieron lugar al sistema que luego se utilizó. El matrimonio, iba precedido de un compromiso(con regalos del novio a la novia y un anillo). Tras la presentación de la novia(vestida para la ocasión) a los familiares e invitados, se procedía al sacrificio de una oveja o un animal. Se estudiaban las entrañas para auspiciar el futuro de los contrayentes. La mujer gozaba de relativa libertad por lo que algunas de ellas realizaban tareas de hombre. El adulterio era una práctica común que se erradicó con la llamada ley “Julia” con la llegada del divorcio. No obstante, los motivos tenían que ser de peso por lo que algunos se los inventaban. Pero todas estas prácticas no tuvieron mucha importancia, ya que, era una sociedad más conservadora. En cuanto a los hijos, no se tienen sino que se toman. El padre acepta el hijo levantándole en brazos. Si no reaceptado se abandonaba en un basurero o se dejaba en la intemperie. El aborto también era una forma de no tener descendencia. Tres era el número ideal de hijos en la época. Los niños de las familias más ricas tenían una nodriza y un pedagogo que junto con los hermanos de leche formaban una vicefamilia para ellos. A partir de los 12 años los niños y las niñas se bifurcaban. Los niños de las familias más pudientes continuaban estudiando, mientras que las niñas ya estaban preparadas para casarse y se las enseñaba las labores de la casa, que las servirían para su inmediata vida. Los niños podían optar a los 16 ó 17 años entre formar parte de la vida pública o entrar en el ejército. Hasta que se casaban se les permitía realizar todo tipo de correrías que se suponía les harían madurar. Los ciudadanos con plenos derechos eran los habitantes libres que eran “padres de familia”. Si un padre de familia se queda viudo se puede volver a casar, tomar una concubina o echar mano de sus esclavos. El concubinato, era pues, un matrimonio imposible.

    Al conquistar un nuevo lugar, los romanos trazaban una disposición urbanística similar en todos los lugares bajo su dominio. El territorio se dividía con dos calles perpendiculares denominadas cardo y decumano. Todo el perímetro estaba bordeado por un muro y en el lugar donde las calles principales se unían se colocaba la plaza central conocida como foro. Allí se realizan todas las transacciones económicas y era el lugar de mayor vida social de la ciudad. Entorno al foro se alzaban los edificios más importantes de la ciudad como eran los templos, la curia, la basílica, el granero e incluso la cárcel, en las ciudades que la poseyeran. En cuanto, a las casas las primeras que se construyeron en la Península seguían el modelo de las domus romanas con el atrio y el peristilo. Estas casas contaban con el impluvium de estas domus. Tenían varias estancias y las paredes estaban pintadas con pinturas murales y los suelos cubiertos de mosaicos con motivos generalmente religiosos o con escenas de caza y de la vida cotidiana. En estos mosaicos también se encuentra, a veces el nombre del propietario y casos excepcionales el retrato de éste. Los muros estaban hechos de piedra y mortero en las partes bajas y de tapial en las más elevadas. En una época posterior la altura se duplicó y se realizaron jardines y un pórtico para una mejor estancia en la estación estival. En ocasiones las casas poseían un pequeño local para que el propietario vendiera los productos de su explotación o para arrendarlo. En cuanto a las villas rústicas, comenzaron a hacerse populares en una época más avanzada de la romanización. Se dividían en dos categorías: las que se cultivaban directamente por el propietario por medio de los esclavos y las que se arrendaban. También hay noticias de villas urbanas. Pero la mayoría de los hispanorromanos no se podía permitir en una de estas casas, por lo que, tenían que conformarse con la insula o la taberna. Estas casas tenían un desarrollo vertical, que eran propias de las grandes ciudades comerciales del mundo helenístico. No llegaban a ser muy altas en Hispania. Volviendo a la decoración el tema erótico era bastante recurrente tanto en los mosaicos como en las pinturas. La vasija y el menaje de estas casas solían ser de terra sigillata en las épocas más tardías sustituyendo al barro de las épocas anteriores. La terra sigillata hispánica tuvo una gran expansión por todo el Mediterráneo y por ello ha aparecido un número elevado de talleres en toda la Península.

    Los romanos tenían la idea de que para mantener contentos a los ciudadanos de su Imperio éstos tenían que tener alimento y espectáculo. Esta idea se ve reflejada en la frase que ha pasado a la posteridad: “pan y circo”. Esto hicieron. Repartos de alimento gratuitos, entrada libre para los espectáculos y muchas fiestas. Solamente trabajaban la mitad del año entre las fiestas religiosas y profanas. Los juegos eran la escapatoria de los ciudadanos y todos los emperadores se gastaban una fortuna en patrocinarles. Todos los edificios donde se realizaban eran una copia romana. Los teatros datan de los dos siglos después de Cristo. Se construían aprovechando las laderas de las montañas. Los asientos, que formaban anillos concéntricos, estaban hechos de piedra que provenía de propia región. La orchesta solía pavimentarse con losas de mármol y la parte posterior del escenario se decoraba con estatuas del mismo material. Un grandioso ejemplo de teatro en nuestro territorio es el teatro de Mérida que podía albergar a 6000 personas. No obstante las condiciones acústicas de los teatros eran pobres y aunque la escena se podía ver desde todas las localidades no se apreciaban los detalles de la representación. Los teatros estaban al aire libre, pero se podían cubrir con un toldo. Las representaciones nos narraban aspectos mitológicos y de la vida cotidiana, aunque tampoco faltaban las sátiras a personajes importantes. El anfiteatro estaba formado por dos teatros unidos. El suelo de esta estructura tenía el suelo cubierto de arena, de ahí su nombre. Tenía tres puertas principales. Había un palco en el que se sentaban los más altos dignatarios, al igual que en el teatro. Debajo de la arena había numerosos pasillos y cavidades donde se guardaban materiales, las fieras y los gladiadores. Los gladiadores se jugaban la vida peleando con las fieras o entre si, por dignidad y sobre todo por dinero. Había escuelas de gladiadores donde un maestro les enseñaba a luchar. También había quien tras un delito o por ser un esclavo o prisionero tenía que jugarse la vida en el anfiteatro. Había muchos tipos de armas con las que luchar. No obstante, los que más dinero se llevaban eran los representantes, que en Hispania se llamaban lanistas. La hora del combate solía ser sobre las dos y media de la tarde y de forma gratuita dos veces al año para los hispanos. Las parejas de gladiadores se formaban por sorteo y se luchaba hasta que uno de los dos cayera en el suelo exhausto. Entonces pedía clemencia a su oponente que podía o no darle la muerte. Si los dos quedaban exhaustos los dos se proclamaban vencedores. Al vencedor, si lo había hecho muy bien se le podía dar incluso la libertad y siempre se le daba oro y objetos preciosos, aunque muchos de ellos continuaban luchando por fama y por dinero. Los cristianos también eran obligados gladiadores, pero en Hispania no se dio ningún caso. La duración de los juegos era de cuatro días. La mayoría de los gladiadores, que procedían de familias de esclavos, morían muy jóvenes. En esta época no existían en Hispania las corridas de toros. También se practicaba el pancracio o lucha libre. En cuanto a los circos, también surgieron en estas épocas en la Península. Eran dos muros paralelos que rodeaban una pista con forma de elipse. Allí se celebraban carreras ecuestres de carro y de caballos. El circo mejor conservado de Hispania es el de Mérida. Los aurigas eran los encargados de llevar las riendas y el público apostaba por el que creían más rápido. Los corredores daban diez vueltas al circo. Los juegos de azar también servían como divertimento, aunque estaba prohibido celebrarlo en la calle. Los más frecuentes: los dados, las tabas, las damas, los chinos,... al caer la tarde la gente iba a ver bailar a las bailarinas gaditanas, conocidas por su grácil baile.

    En Hispania había dos tipos de enterramiento: por inhumación y por cremación. Los familiares y amigos realizaban ofrendas en forma de vasos de cerámica o de vidrio donde derramaban sus lágrimas. En el caso de las cremaciones, el tamaño de las piras te mostraba la importancia del fallecido. Una vez quemado, las cenizas se introducían en una urna con adornos, joyas, etc...Tanto en la inhumación como en la cremación se colocaba un amoneda en la debajo de la lengua o sobre los ojos para que el muerto pagara a Caronte el barquero del submundo. Las urnas podían ser de oro o de plata, para los más ricos o de cerámica para los más pudientes. La urna se enterraba, ya que si no se hacía el alma podía vagar sin descanso. Alrededor de la tumba se celebraban banquetes, con motivo de los aniversarios de muerte, en honor al difunto. Para los enterramientos se utilizaban cajas de piedra, de plomo o de otros materiales. Las ánforas se utilizaban para los niños. A partir del s. I a. C., los sarcófagos se decoraban con bajorrelieves. En muchas ocasiones se colocaban lápidas en recuerdo del difunto, a lo largo de los caminos, pero nunca dentro de la ciudad. También se erigían, en ocasiones monumentos en recuerdo de los fallecidos, como es el caso de “La Torre de los Escipiones” otro de los monumentos funerarios más conocidos es la famosa “Dama de Elche” que fue encontrada en una casa romana.

    Todos estos apuntes nos permiten hacernos una idea de cómo era la España en la época de los romanos y como la colonización cambió la forma de vivir de los indígenas. El libro detalla perfectamente todos los aspectos de la vida cotidiana, lo que nos muestra una visión más global de cómo vivía la gente normal durante el dominio romano de la Península.

    LA VIDA COTIDIANA EN LA ESPAÑA ROMANA

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    Enviado por:Monipalencia
    Idioma: castellano
    País: España

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