Reporte de Lectura sobre el libro 7 de la República de Platón.
Al iniciar la lectura, una vez teniendo los conocimientos importantes de Platón, nos daremos cuenta que nos esta relatando el famosísimo mito de la caverna. El cual se trata de dos hombres de que toda su vida han estado encerrados en esa caverna y lo único que ven son sobras que pasan y se proyectan en la pared de la caverna, así los hombres piensan que las sombras son seres reales, hasta que uno sale y descubre los seres perfectos, y lo que el veía antes era solo la copia o la sombra de los seres perfectos.
Es de ahí donde parte Platón para explicar el origen de las cosas, el dice que hay un mundo suprasensible o que llama mundo de las ideas, el cual es donde habita lo perfecto, la idea, que para nuestro filósofo era el verdadero ser y no un proceso mental como hoy lo conocemos. Decía Platón, todo lo que existe se concibe por una idea.
Y por lo contrario existe el mundo sensible que procede de las ideas, que actúa como principal forma y de un principio material, es decir, de un principio ilimitado e indeterminado de carácter físico.
También habla sobre el alma que para el era la facultad de aprender a través de un órgano cuyo fin es ese; que el secreto está en transportar a este órgano, y con el alma, de la vista de lo que nace a la contemplación de lo que es, hasta que pueda posar la vista en lo más luminoso que habita en el ser mismo, es decir, de acuerdo con nuestra doctrina, en el bien.
La facultad de saber, como es de esencia mas divina, nunca pierde su virtud, solamente se vuelve útil o inútil, benéfica o perjudicial, según la dirección que se le da.
Un estado corresponde forzar a los individuos de naturaleza privilegiada, a que se dediquen a la más sublime de las ciencias, contemplando el bien en sí mismo y elevándose hasta él a través de ese sendero escarpado del que hemos hablado.
Al formar con tanto cuidado a sus ciudadanos, no es su intención dejarlos libres para que usen sus facultades como les plazca, sino servirse de ellos para fortalecer los lazos del estado.
Para concluir decía, que la verdadera ciencia para el filósofo no era ni la música, ni otra, si no que era la ciencia de los números la ciencia del cálculo.
Los objetos que invitan al alma a la reflexión son aquellos que no producen dos sensaciones contrarias al mismo tiempo, y las cosas que si la obligan a la reflexión, son aquellas que originan dos sensaciones contrarias cuando los sentidos no se dan cuenta de que sea tal cosa o tal otra opuesta, ya hiera el objeto los sentidos de cerca o de lejos.