Literatura


La Celestina; Fernando de Rojas


La Tragicomedia de Calisto y Melibea

Por: Fernando de Rojas

Esta obra es conocida también por el nombre de un personaje, secundario en la obra pero que ha trascendido y se ha convertido en un ícono de nuestra cultura popular: la Celestina.

La obra que relata mediante diálogos y en prosa los amores de un joven caballero, Calisto, que para lograr a Melibea recurre a la mediación de la vieja Celestina, la cual sólo pretende extraer ganancias explotando esta relación, de acuerdo con Sempronio y Pármeno, criados de Calisto. En contraste con los amores ideales de Calisto y Melibea, aparecen los de Sempronio y Pármeno con Elicia y Areusa, mujeres de bajo nivel social. La vieja Celestina es apuñalada por los criados, éstos son rápidamente ejecutados por la justicia; Calisto muere al caer de la escalera que le llevaba a sus furtivas citas nocturnas con Melibea, la cual se suicida poco después, dejando dramáticamente doloridos a sus padres.

La Celestina recibe influencias de una tradición que arranca del teatro de Grecia y de Roma clásicas. Es la mejor representante de lo que vino a denominarse "teatro culto" en su época, sin embargo introduce varias novedades: ha abandonado el latín para adoptar la lengua vulgar. Los personajes ya no son prototipos del mundo jerarquizado medieval, sino personalidades individualizadas características de la edad moderna, lo que los hace totalmente creíbles. El estilo de la obra conjuga a la perfección el lenguaje culto de los nobles con el popular de la alcahueta y los criados, la erudición con las expresiones de la calle, logrando un equilibrio magistral.

La invención de la Celestina, no es la invención de un solo personaje, ni siquiera de un personaje tan significativo, sino la invención de un mundo. Y este mundo, el de la tragicomedia de Rojas, enlaza una visible dualidad temporal; lo que se ha señalado, históricamente, como dos vertientes que se juntan, y miran, una hacia atrás, a lo pasado, y otra hacia adelante, a lo futuro. Recordemos la época en que fue escrita la obra: estamos a puertas del Renacimiento, el arte se replantea, se cuestiona y surgen innovaciones, sin embargo se retoman cuestiones del pasado clásico.

Esta tendencia de oposición de valores y de tendencias se demuestra también en la temática de la obra. En ella se mezcla lo cristiano con lo erótico, lo gentil con lo humanista, el humor con la más cruel de las tragedias. Vemos juntos al hombre del pueblo y al noble, a los puros y a los viles, al amor espiritual y al amor físico.

En La Celestina hay tres motivos o temas fundamentales: el tiempo, el amor y la muerte, unidos por la mala fortuna de la pasión humana que se nos cuenta. Celestina sabe muy bien, por experiencia propia, que el enemigo del amor no es la muerte: es el tiempo. El tiempo es quien separa para siempre a las parejas amorosas: la muerte quien las une, quien las junta, inseparablemente, para la eternidad. Es la muerte la que hace inmortal el amor de las parejas amorosas.

El personaje mejor trazado en la obra es el de Celestina, la vieja astuta, encarnación del mal, que con tentadoras palabras quebranta la virtud de Melibea. La alcahueta Celestina echa mano de sus malas artes para lograr “suavizar” a Melibea, luego de haber rechazado a Calisto con estas duras palabras: Mas desventuradas de que me acabes de oír. Porque la paga será tan fiera cual merece tu loco atrevimiento. Y el intento de tus palabras ha sido como de ingenio de tal hombre como tú. ¡Vete, vete de ahí, torpe!”

Celestina se las arregla para lograr su cometido (pues le había sido prometida una cadena de oro): logra entrar en la mansión de Melibea e intercede en favor del enamorado; consigue vencer su esquivez y la joven corresponde a Calisto. Sin embargo, este “talento” no será bien recompensado, pues los criados de Calisto le reclaman su parte a Celestina y, al negarse, es asesinada.

Conocemos aquí a un personaje hábil, ambicioso: por ejemplo en la escena en la cual trata de convencer a Melibea. Celestina comienza hablándole de los males de la vejez, con el fin de convencerla de que debe amar mientras sea joven. La perversa vieja es hábil en el arte de minar las voluntades ajenas. Cuando comienza a hablarle de Calisto, Melibea se irrita; Celestina la aplaca diciéndole que el joven sólo quiere que rece por él y el cordón de su vestido. La muchacha le permite seguir hablando, y ella continúa con su malvada persuasión. Esta parte de la obra es de las más fascinantes.

También conocemos mejor la personalidad de Celestina en el momento en el cual Calisto la interroga sobre los resultados de su primera entrevista con Melibea. Las partes más importantes del diálogo corresponden a los largos parlamentos de la vieja. Con palabras llenas de astucia, Celestina se las ingenia para poner de relieve la habilidad con la que ha conseguido vencer la resistencia de Melibea. Todo lo que dice va encaminado a ganar la confianza de Calisto con el fin de que éste pague largamente sus servicios. La astucia y la avaricia son los rasgos más sobresalientes del carácter de la vieja alcahueta.

Celestina decide la suerte de los personajes de la obra. El plan celestinesco juega un papel trágico: no cumple un destino, lo crea. A Calisto y Melibea no los mata trágicamente el amor: los mata el hechizo, tejido como una telaraña por la alcahueta.

Dos mundos se contraponen en la obra: el ideal o renacentista, de los jóvenes enamorados que sólo viven para su pasión; y el real o medieval de la Celestina y los criados, explotadores de aquel amor.

La contraposición es clarísima cuando nos fijamos en los amores de los criados, mucho más superficiales que el amor de los novios. Calisto y Melibea representan la pureza, los impulsos de la juventud, la inocencia combinada con arrebato, pero siempre dentro de la esfera noble a la que pertenecen. En cambio los criados son aprovechadores, manipuladores, sus relaciones son banales y además llegan al asesinato por su ambición.

Calisto y Melibea pueden ser analizados desde el punto de vista histórico. En la España de la Contrarreforma, Calisto, un joven noble, se enamora apasionadamente de Melibea, hija de Pleberio y Alisa, unos artesanos venidos a más y tan nuevos en su burguesía como en su cristianismo. Su amor, preparado por Celestina, ha sido su felicidad, libre de ataduras religiosas o sociales, clave de la obra. Tras ello, sólo la muerte (la accidental de Calisto y el suicidio de Melibea) era posible.

Uno de los aspectos más destacables de la obra es la magnífica caracterización de los personajes a través del lenguaje que emplean: los personajes nobles, como Calisto y Melibea, se expresan con delicadeza y elocuencia, mientras que los personajes populares, como Celestina y los criados, emplean un lenguaje más espontáneo y popular, lleno de refranes y frases hechas.

Podemos observar el lenguaje artificioso, retórico, y a la vez vivo, con que se expresan los personajes. Utilizan rimas, finales semejantes en las frases (recurso llamado “similicadencia”), oraciones de estructura semejante (paralelismo), contrastes... La prosa de la obra está finamente trabajada, sin embargo es tan larga y de estructura tan complicada que ofrece problemas para ser representada en escena. La obra sigue la tendencia de muchas otras en esa época, que no se escribían para ser presentadas en público, y el propio Rojas afirma esto en el prólogo. Actualmente es más conocida como una obra para ser leída, lo que resulta un verdadero placer debido a la maestría del autor.

Intención de la obra:

A pesar de que la obra es bastante cruda, tanto por las pasiones como por el lenguaje utilizado, la intención es didáctica. Intenta prevenir a las muchachas de la época contra las trampas de las alcahuetas que trataban de minar su recato; y advertir a los jóvenes de todos los tiempos contra las locuras del amor, contra la tentación de sentir el amor como lo único y los más importante; como algo que si no se domina conduce a la destrucción y a la muerte. Como vemos es una obra bastante conservadora; no podemos entenderla como romántica, como idealizadora del amor de juventud, pues estaríamos siendo anacrónicos. En esta época el amor era visto de diferente manera, y sobre todo el amor de Calisto y Melibea es retratado como una exageración de los sentimientos, una imprudencia por parte de los personajes, que terminan muriendo por sus consecuencias.

De esta manera, los contemporáneos entendieron la obra como una obra moralizante. En el romanticismo los críticos ven un sentido más profundo, ven a la tragicomedia como una oda al amor y a la belleza. También opinan que el autor puede haber querido demostrar lo efímero de la felicidad en oposición al dolor: “¿Cómo no gocé más del gozo? ¿Cómo tuve en tan poco la gloria que entre mis manos tuve? ¡Oh ingratos mortales! Jamás conocéis vuestros bienes sino cuando de ellos carecéis”.

Podemos leer varios temas en la obra, interpretarla o juzgarla con nuestro derecho de opinión como lectores. Lo que es indiscutible, es que le tema de los amores de los novios actualmente ha sido llevado a un segundo plano debido a la gran importancia que cobró el personaje de Celestina, personaje teatral que trasciende la obra para convertirse en una figura más del imaginario popular.




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Idioma: castellano
País: Perú

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