Literatura
La Celestina; Fernando de Rojas
La Celestina
El presente texto pertenece a La Celestina, obra cumbre de nuestro teatro medieval, que surge, cronológicamente, a horcajadas de la Edad Media y del Renacimiento. Etapa de grandes cambios políticos, sociales y económicos, entre los que cabe destacar la descomposición del sistema feudalista y la aparición de la burguesía, nueva clase social con la que tiene lugar un importante cambio de valores con respecto a los anteriores siglos. La burguesía buscaba ante todo el enriquecimiento, ya que a partir de estos momentos el poder económico, y no la ascendencia señorial, es la que permite el ascenso social. Todo este panorama se refleja en la literatura, y es así como surge La Celestina, claro ejemplo de cómo esas ideas de honor y de valor características del medievo, darán lugar a la idea de ascensión en la sociedad a costa de todo aquello que sea necesario y siempre en función de los beneficios económicos, no de los valores humanos.
La Celestina, obra que narra el destino trágico de dos enamorados en castigo por su loco amor, constó a lo largo del tiempo de varias etapas de composición. En 1449 apareció una pieza en dieciséis actos denominada Comedia de Calisto y Melibea, de la que hubo dos ediciones posteriores en 1500 y 1501 con el nuevo nombre de Tragicomedia de Calisto y Melibea y que ya contaba con veintiún actos. Este cambio en el titulo y en el número de actos se explica en el prólogo. Asimismo, esta nueva edición cuenta con una “ carta del autor a un amigo”, once octavas acrósticas de arte mayor, una argumentación de la obra, tres octavas y unas coplas del corrector Alonso de Proaza.
Al ser esta obra una composición larga escrita en varias etapas, presenta problemas de unidad y autoría, pero en la actualidad se trata a Fernando de Rojas como su único autor, aunque se acepta la idea expuesta en la “carta a un amigo”, escrita por el mismo autor de la Celestina, donde explica que encontró el I acto en una calle de Salamanca y decidió continuarlo.
La celestina se considera una pieza teatral aunque no fue compuesta para ser representada. Asimismo, es esta, una obra innovadora, ya que es la primera en la que se reúnen los dos estilos medievales: el noble y el prosaico, el lenguaje del amor cortés y el de las alcahuetas y criados. se inspira, la obra a tratar, en varios escritos y autores como La Biblia, autores clásicos, comedia humanística, novela sentimental y autores españoles anteriores como el Arcipreste de Hita y su Libro de buen amor.
El fragmento presente forma parte de la Tragicomedia De Calisto y Melibea, comúnmente conocida como La Celestina, y más concretamente al acto VII, en el que Celestina para hacerse con la ayuda de Pármeno le promete intervenir entre él y Areúsa para conseguir que esta desee mantener relaciones sexuales con Pármeno.
Fernando de Rojas propone una visión objetiva y realista en La Celestina, y por ello está escrita en tercera persona. En esta obra se muestran unos personajes muy creíbles, muy cercanos a la realidad, se trata de una galería de personajes en la que está presente tanto la burguesía como la clase baja. Celestina, como personaje destacado, representa a la clase de truhanes y trotaconventos y de criados manipuladores que únicamente se mueven por beneficio propio.
El presente texto que está puesto, precisamente, en boca de ese personaje principal, Celestina, constituye una apología del número dos argumentada con el fin de persuadir a Areúsa a mantener relaciones con Pármeno. Este fragmento puede dividirse en dos partes. La primera parte abarca desde el principio del parlamento de Celestina hasta “nunca en uno puse mi aficción”, y en ella Celestina se admira de que Areúsa no aproveche sus enseñanzas y solo quiera disponer de un amante. La segunda parte comprende desde “nunca en uno puse mi aficción” hasta el final de la intervención de Celestina “sube, hijo Pármeno”, y en ella, Celestina lleva a cabo la defensa del número dos.
En cuanto a los rasgos formales de este texto, cabe destacar varios recursos.
En el nivel fónico, conviene señalar la presencia de repeticiones de palabras y estructuras que confieren insistencia y persuasión al discurso de Celestina, por ejemplo: “Y cada uno piensa que no hay otro y que él solo es el privado, y él solo es el que le da lo que ha menester.”
En el nivel morfosintáctico se deben recalcar diversos recursos. Existe un dominio del estilo verbal que transmite dinamismo a la idea de Celestina de incitar a Areúsa a la acción, a tener varios amantes y no conformarse con uno solo.
En la primera parte del fragmento analizado predominan las oraciones coordinadas, (“Y con todos cumple, y a todos muestra buena cara, y todos piensan que son muy queridos”), ya que Celestina va hilando el discurso a medida que va avanzando.
En la segunda parte, predominan las oraciones yuxtapuestas negativas (“Una alma sola ni canta ni llora. Un solo acto no haze hábito”) para hablar del número uno, el número que no sirve, y, en cambio, para hablar del número dos, el buen número, el autor usa coordinaciones (“Más pueden dos, y más quatro, y más dan y más tienen, y más ay en qué escoger.”) que permiten un discurso más fluido y dinámico.
Asimismo, es necesario señalar la presencia de asíndeton (“Una golondrina no haze verano. Un testigo solo no es entera fe.”) cuando se habla del número uno y de polisíndeton (“Y si más quieres, mejor te irá, ...Y pues entramos no caben ...”) en la defensa del número dos.
Por otra parte, abundan los paralelismos en las construcciones sintácticas (“ que uno en la cama y otro en la puerta, y otro que sospira por ella ...”). Dichos paralelismos refuerzan el poder de convicción del discurso.
En cuanto al nivel léxico-semántico conviene recalcar la presencia de numerosos y variados recursos.
Abundan, en la primera parte del texto, las exclamaciones, (“¡Ay, ay hija, si vieses el saber de tu prima y qué tanto le ha aprovechado mi criança y ...!”) y las interrogaciones retóricas, (“¿De una sola gotera te mantienes?”), que denotan un tono de sorpresa en el parlamento de Celestina ante la ignorancia de Areúsa.
Se presentan, además, variados refranes que reflejan el gran saber popular de Celestina, (“Una alma sola ni canta ni llora”, “Un majar solo contino presto pone hastío“).
Por otra parte, aparece la homonimia, entendida como la presentación de ejemplos semejantes para, en este caso, realizar una apología del número dos y aportarle una mayor convicción, (“Un frayle solo pocas vezes...”, “Una perdiz sola ...”).
Destaca también la presencia de antítesis que ponen de relieve la lucha entre el número uno y el número dos, juegos de palabras (“y si más quieres, mejor te irá”) y comparaciones (“ ..., como tienes dos orejas, dos pies y dos manos, dos sávanas en la cama, como dos camisas para remudar.” ).
Por último, se puede afirmar que todo el fragmento a explicar es un gran eufemismo ya que a lo que en realidad Celestina quiere incitar a Areúsa es a mantener relaciones sexuales con Pármeno, pero emplea este discurso eufemístico para reforzar su poder de persuasión.
En este segmento de la Celestina, perteneciente al VII acto, Celestina toma la palabra para realizar una apología del número dos destinada a persuadir a Areúsa a mantener relaciones con Pármeno. Para llevar a cabo dicha persuasión, Celestina se vale de numerosos recursos formales entre los que destacan: el estilo verbal del discurso para incitar a Areúsa a optar por varios amantes, la abundante coordinación de oraciones para defender el numero dos y, por el contrario, la yuxtaposición y el predominio de partículas negativas para desechar el numero uno. Utiliza, asimismo, antitesis, comparaciones, homonimias, juegos de palabras y refranes, con el fin de demostrar la importancia y valor del número dos frente al número uno.
En la Celestina, obra escrita entre los siglos XV y XVI, se refleja la cambiante sociedad española de la época, en la que, a diferencia de los siglos anteriores, el ansia de enriquecimiento y los intereses propios se convierten en los nuevos valores humanos. Estos nuevos ideales se reflejan magistralmente en el personaje de Celestina, una pobre alcahueta que gracias a su dominio del lenguaje y capacidad de persuasión, maneja a su manera la vida de todos aquellos que le rodean, pero siempre para su propio interés y beneficio. Este personaje, mísero, sin valores, se opone totalmente al personaje principal del Poema de Mio Cid, el Cid, hombre de grandes valores morales, honrado y buen cristiano.
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