Nació el 23 de febrero de 1883 en Oldenburg. Estudió Derecho y Medicina y en 1909 recibió el título de doctor en la Universidad de Heidelberg. Trabajó desde ese año en la clínica psiquiátrica de dicho centro y, posteriormente, fue profesor de Psicología (desde 1916) y de Filosofía (desde 1920).
Al trabajar en la clínica, Jaspers se mostró insatisfecho con la forma en que la comunidad médica de la época abordaba el tema del estudio de las enfermedades mentales y se puso la meta de mejorar este aspecto.
Esta insatisfacción de Jaspers con el entendimiento popular de las enfermedades mentales lo llevó a cuestionar tanto el criterio de diagnóstico como los métodos clínicos de la psicología. Él buscaba destacar, delimitar, diferenciar y describir los fenómenos mentales para que de esta forma quedaran actualizados en lo que realmente sucede en el paciente, lo que verdaderamente experimenta, como algo que le es dado en su conciencia. Este estudio de las vivencias rebasa las consideraciones meramente teóricas que distorsionan o no comprenden la experiencia tal como éste se manifiesta en la conciencia del sujeto.
A partir de todas estas teorías, publicó un tratado revolucionario en 1910, que versaba sobre si la paranoia era una faceta de la personalidad o el resultado de cambios biológicos. Con éste no aportó muchas ideas nuevas pero sí introdujo un nuevo método de estudio.
Jaspers estudió varios pacientes en detalle, registrando información biográfica respecto a ellos y tomando notas de cómo se sentían los propios pacientes acerca de sus síntomas. Esto llegó a ser conocido como el método biográfico y, hoy forma parte de la práctica de la psicología moderna.
Además, Jaspers puso por escrito sus perspectivas de las enfermedades mentales en un libro llamado Psicopatología General. Los dos volúmenes que conforman esta obra se han transformado en clásicos de la literatura psicológica y muchos criterios modernos de diagnóstico nacen de ideas contenidas en sus páginas. Resulta de particular importancia que, Jaspers creía que los psicólogos debían detectar síntomas (particularmente, la psicosis) por su forma más bien que por el contenido. Por ejemplo, al diagnosticar una alucinación, el hecho que una persona experimente fenómenos visuales sin mediar estímulo sensorial para ello (la forma) es en realidad más importante que lo que el paciente ve (el contenido).
Asimismo, Jaspers sentía que la psicología debía diagnosticar los delirios de la misma manera. Argumentó que los clínicos no deberían considerar una creencia de delirio basado en el contenido de la creencia, sino sólo basado en la manera en que el paciente defiende esa creencia. Jaspers además distinguió entre los delirios primarios y secundarios.
Definió los delirios primarios como autóctonos, es decir, que aparecen sin una causa aparente, siendo incomprensibles en términos de un proceso mental. Los delirios secundarios, por otra parte, son clasificados como influenciados por los antecedentes de la persona, situación actual o estado mental.
Karl Jaspers falleció en Suiza, el 20 de febrero de 1969, luego de ser reconocido como un destacado filósofo, médico y abogado.