Psicología


John Broadus Watson


CONDUCTISMO

El Conductismo a parece a mediados de 1910-1920 como reacción frente a la psicología de la introspección. Los defensores de esta teoría piensan que es necesario cambiar el objeto de estudio; en lugar de la conciencia éste debería ser la conducta observable.

Uno de los objetivos principales que se persigue con el Conductismo, es hacer de la psicología una Ciencia Natural, y como tal, debería tener métodos que permitan observar y medir variables.

Las bases epistemológicas del conductismo están en el empirismo, ya que se considera que "el conocimiento es una copia de la realidad". Por otro lado, según esta teoría, el hombre es una "tabula rasa", o sea una "tabla en blanco" en el cual se imprimen los datos de la realidad.

El conductismo es una corriente de la psicología inaugurada por John B. Watson (1878-1958) que defiende el empleo de procedimientos estrictamente experimentales para estudiar el comportamiento observable (la conducta) y niega toda posibilidad de utilizar los métodos subjetivos como la introspección. Su fundamento teórico está basado en que a un estimulo le sigue una respuesta, siendo ésta el resultado de la interacción entre el organismo que recibe él estimulo y el medio ambiente. Considera que la observación externa es la única posible para la constitución de una psicología científica.

El enfoque conductista en psicología tiene sus raíces en el asociacionismo de los filósofos ingleses, así como en la escuela de psicología estadounidense conocida como funcionalismo y en la teoría darwiniana de la evolución, ya que ambas corrientes hacían hincapié en una concepción del individuo como un organismo que se adapta al medio (o ambiente).

El conductismo desde un principio se inspiro en los trabajos realizados por el Ruso Iván Pavlov sobre reflejos condicionados y sobre los estudios acerca del aprendizaje realizados por Thordike (Cf. Hilgard y Bower, 1975).

John B. Watson (1878-1958)

Psicólogo estadounidense, nacido en Greenville, Carolina del Sur, y formado en las universidades Furman y Chicago. Fue profesor y director del laboratorio de Psicología de la Universidad Johns Hopkins de 1908 a 1920.

Sus escritos incluyen, entre otros, Educación animal (1903), Conducta, una introducción a la psicología comparativa (1914), El conductismo (1925) y El cuidado psicológico del niño pequeño (1928).

El manifiesto de Watson:

La psicología, tal como el conductista la ve, es una rama puramente objetiva y experimental de las ciencias naturales. Su objetivo teórico es la predicción y el control de la conducta. La introspección no es parte esencial de sus métodos ni depende el valor científico de sus datos de la prontitud con la que se presten a interpretación en términos de conciencia. El conductista, en sus esfuerzos por lograr un esquema unitario de la respuesta del animal, no reconoce divisoria entre el hombre y éste. La conducta del hombre, con todos sus refinamientos y complejidad, es sólo una parte del esquema total de investigación del conductista. (Watson, 1913, p. 158).

El inicio de la terapia conductista como disciplina científica aplicada a la comprensión y tratamiento de los problemas psicológicos se ubica a comienzos del siglo XX.

Como ya se ha mencionado, John B. Watson fue el primer investigador que trabajó con lo que él mismo denominó "conductismo". En aquel entonces, en la psicología predominaba el estudio de los fenómenos psíquicos internos mediante la introspección, método muy subjetivo. Watson no negaba la existencia de los fenómenos psíquicos internos, pero insistía en que tales experiencias no podían ser objeto de estudio científico porque no eran observables.

Podemos distinguir dos aspectos en el conductismo de Watson. En primer lugar, el conductismo metafísico por el cual sostenía que la mente no existe y que toda actividad humana incluyendo pensamientos y emociones, se pueden explicar a través de movimientos musculares o secreciones glandulares. Por otra parte, Watson negaba el papel de la herencia como determinante del comportamiento ya que consideraba que la conducta se adquiere casi exclusivamente mediante el aprendizaje.

Watson propuso un método para el análisis y modificación de la conducta, ya que para él, el único objeto de estudio válido para la psicología era la conducta observable. Quiso hacer científico el estudio de la psicología empleando sólo procedimientos objetivos como los de las ciencias naturales para el estudio de los comportamientos humanos. De esta manera, sentó las bases de lo que hoy conocemos como "conductismo metodológico", que se fue desarrollando con el correr del tiempo.

Aunque actualmente el conductismo no se limita al estudio de fenómenos observables sino que también incluye sucesos internos (pensamientos, imágenes), se mantiene el criterio de relacionar los postulados teóricos con la conducta manifiesta mediante un enfoque experimental.

Podemos decir que el verdadero despegue de la terapia del comportamiento se produce después de la Segunda Guerra Mundial, desarrollándose lo que se conoce como "neoconductismo". Estas nuevas orientaciones conductistas difieren en cierto grado de sus antecesores pero, al mismo tiempo, toman muchos elementos de teóricos del aprendizaje anteriores como Pavlov y Thorndike.

A partir de la década del ´30, se desarrolló en Estados Unidos el "condicionamiento operante", como resultado de los trabajos realizados por B. F. Skinner y colaboradores. El enfoque de este psicólogo, filósofo y novelista, conocido como conductismo radical, es semejante al punto de vista de Watson, según el cual la psicología debe ser el estudio del comportamiento observable de los individuos en interacción con el medio que les rodea.

La psicología conductista es una rama objetiva y experimental de la ciencia natural. Su meta teórica es la predicción y el control de la conducta. La introspección no forma parte de sus métodos. El conductista no reconoce ninguna línea divisoria entre el hombre y el bruto. La conducta del hombre con todo su refinamiento y complejidad, sólo constituye una parte del esquema total del conductista. J. B. Watson

El Conductismo clásico de John Braudus Watson (1878-1958)

Watson fue formado en Psicología en la Universidad de Chicago, y su campo de interés fue la psicología animal pues prefería trabajar con animales que con sujetos humanos. Aunque su insatisfacción con la psicología tradicional y la génesis de sus ideas conductistas pueden remontarse a 1904 , hasta 1913 no formuló sus concepciones en un artículo.

Watson procedió sistemáticamente, comenzando por una crítica al estructuralismo, porque en éste no tenía cabida el estudio animal y su centro de atención era exclusivamente la conciencia humana. Los contados estudios animales que se llevaban a cabo los consideraba absurdos ya que se construía la conciencias de su sujeto sobre la base de sus datos conductuales y de analogías con la conciencia humana. Alegaba que atribuir conciencia a los animales es totalmente innecesario y que los datos conductuales son por sí solos suficientes para el trabajo científico.

Watson continuó diciendo que la Psicología había fracasado en su pretensión de convertirse en una ciencia. Atribuyó dicho fracaso al método de la Psicología tradicional, la introspección, que no habría producido progreso alguno segregando a la Psicología del resto de las ciencias que se basan en datos públicos. “ la Psicología debe descartar toda referencia a la conciencia” y sustituir la especulación sobre la mente por el estudio objetivo de la conducta. Dio a entender que el funcionalismo era peor que el estructuralismo porque al buscar el valor pragmático de la conciencia incurría en un interaccionismo indefendible de la mente y el cuerpo, mientras que los estructuralistas mantenían un paralelismo rígido. Su solución al problema mente-cuerpo consistió en ignorarlo. Sus discípulos debían evitar plantearse métodos experimentales ni verse afectados por problemas mentales. La Psicología podía estudiarse en términos de estímulo y respuesta, formación de hábitos, integraciones de hábitos y similares. Pretende estudiar cómo el animal (hombre) se adapta a su medio, y que dada una respuesta se pueda predecir el estímulo, y dado un estímulo, la respuesta. Tal predicción posibilitaría controlar la conducta y aplicar la psicología a los problemas prácticos de la vida.

Watson opinaba que los métodos de esta nueva psicología deberían ser los de la psicología animal: la manipulación del entorno (estímulos) y la determinación de sus efectos sobre la conducta (respuesta), sin referencia a la conciencia. Su confianza en una psicología conductista emanaba de los métodos conductistas de biología y psicología aplicada.

Watson dudaba de la existencia de cualquier imaginativa mental y que en el caso de existir, sería un lujo no relacionado causalmente con la conducta. Proponía que el pensamiento era la débil reinstalación de actos musculares encadenados unos a otros en una serie de mecanismos asociativos. Aducía que el aprendizaje es un proceso inconsciente. También que no hay procesos reflexivos porque todo el pensamiento ocurre en la estructura periférica.

La crítica esencial de Watson a la psicología tradicional era la debilidad y no fiabilidad de la introspección. Para él, los métodos resuelven todos los problemas científicos, todo puede conocerse mediante un método correcto. Este hincapié es característico de todo conductismo, pero especialmente del radical o descriptivo.

Watson afirmó su principal tesis de que no existen procesos surgidos del interior. El pensamiento es meramente conducta implícita, que ocupa el tiempo entre el estímulo y la respuesta, y que consiste en hábitos laríngeos susceptibles de un estudio conductual. El conductismo aspira a una revolución metodológica, descartando la autoobservación introspectiva en aras de métodos objetivos.

A pesar de todo, Watson no llegó a especificar con exactitud qué métodos deberían adoptarse, siendo criticado por ello. Sin embargo fue presidente de la American Phycological Asociation en 1916. En su presidencia escogió como nuevo instrumento para la psicología los métodos de condicionamiento de Pavlov; se dedicó inútilmente u tiempo a registrar la conducta implícita (pensamiento).

Watson aplicó el método de condicionamiento clásico en un estudio a un bebé llamado Albert, donde intentó demostrar cómo las reacciones emocionales se aprenden por condicionamiento en las respuestas innatas. Primero el niño no sentía miedo de nada salvo cuando se golpeaba una barra de acero detrás suyo. Luego se le dio una rata a la que temió cuando al ir a tomarla se golpeó la barra de acero. Así Albert, también temió a todo lo que se parezca a la rata.

En su libro “Conductismo” (1924) Watson atacó a la Gestalt por ser confusa e introspectiva, como al Psicoanálisis por su mentalismo, aunque lo respetaba como terapia. A la psicología conductista en un primer momento la relacionó estrechamente con lo fisiología Pero luego lo segregó pues la conducta puede ser estudiada científicamente, sin tener en cuenta los mecanismos fisiológicos.

Watson afirmaba que el objetivo de la psicología debería ser aprender cómo conseguir que la gente se comportase de forma diferente que en el pasado, es decir, controlar su conducta. El instrumento de cambio es el condicionamiento clásico puesto al servicio de la sociedad. Su Utopía era que el mundo conductista contendría gente condicionada de forma tal que su expresión y conducta pudieran exhibirse libremente, sin tropezar con las normas de ningún grupo.

El programa de Watson se explica por el empirismo radical, su ambientalismo y su determinismo. Negó la existencia de caracteres innatos. Lo innato se reduce a unos pocos reflejos motores y no racionales: “ toda conducta compleja no es sino el producto de respuestas simples”.

Por aquellas fechas muchos psicólogos estaban convencidos de que los negros eran congénitamente inferiores a los blancos. Watson defendió la igualdad. Éste escribía: “ el lenguaje a pesar de su complejidad es inicialmente un tipo de conducta muy simple, un hábito susceptible de manipulación . Es una cadena de sonidos engarzados por condicionamiento, fomentados por la imitación y nada más. Watson adoptó la teoría asociacionista del lenguaje de James Mill, pero en términos de movimientos vocales. Las palabras carecen de significado, salvo en lo relativo a la reacción corporal ante el objeto nombrado.

Afirmó que pensamos con los movimientos implícitos de todo nuestro cuerpo, se mostró contradictorio, ya que por un lado, dijo que el pensamiento era hablar con uno mismo pero, también afirmó que al pensar la musculatura de todo nuestro cuerpo queda implícitamente involucrada.

Watson aspiraba a reformular los métodos, problemas y objetivos de la Psicología. La introspección debía sustituirse por el condicionamiento clásico; los problemas de la atención, el sentimiento, el pensamiento y la descripción de la conciencia, por el problema del aprendizaje. La explicación psicológica sería reemplazada por la predicción prospectiva y el control de la conducta se concebiría según el modelo de la física.

El conductismo de Watson fue el fruto del pensamiento de Occam y Hume. Occam sugirió el pensamiento como hábito, Hume redujo el pensamiento, la causalidad y la inducción a formas de hábito. Watson sustituyó los hábitos mentales por los hábitos conductuales. El conductismo defiende al nominalismo. Las palabras y los nombres son hábitos vocales que evocan en los oyentes ciertas respuestas corporales. El arte puede evaluarse por la disposición de las personas a emprender la conducta de comprar obras de arte.

El conductismo clásico es empirista, atomista, periferalista, asociacionista, materialista y determinista. Todos los problemas han de definirse en términos de estímulo y respuesta. Su objeto es predecir y controlar la conducta humana, adaptar a la gente a la sociedad. Su orientación se dirige hacia los resultados prácticos, pretende emprender la remodelación de la sociedad a su imagen y semejanza.

El contexto Histórico del Conductismo

El conductismo de Watson introdujo importantes cambios en la psicología. Fue debido a fuerzas históricas que contribuyeron a su emergencia; numerosas tendencias confluyeron en el movimiento:

Antecedentes Sociales.- La crisis intelectual que se inició en el s. XIX se agudizó en el s. XX. 1913 fue una fecha revolucionaria para el arte y la psicología. Éstos respondían a la misma crisis que iba a poner en tela de juicio toda la cultura y la sociedad. Durante todo el s. XIX habían sido cuestionados todos los principios de la cultura occidental. El s. XX engendró numerosas respuestas, desde el arte cubista y el conductismo y la filosofía existencialista. Todas ellas aspiraban a percibir los viejos problemas de forma nueva o a eliminarlos por completo.

Tres aspectos del entorno social requieren una consideración más detenida:

El conductismo clásico resultaba muy americano en su aspiración a la Utopía. Los EE.UU nacieron en medio de una revolución basada en un nuevo concepto del estado, aspirando a la sociedad perfecta.

El conductismo es producto del progresismo (movimiento de reforma política ampliamente difundido). Pretendía sustituir a los viejos caciques y a los políticos corrompidos por una elite burocrática que gestionaría científicamente a la sociedad. Su meta era el control social para hacer frente a las exigencias de la I Guerra Mundial, como fundamento de paz y fraternidad. El conductismo proporcionaba las herramientas científicas con que podría gestionar racional y eficazmente la sociedad. El control social por medio de la tecnología es una de las ideas más perdurables de los progresistas. El progresismo desapareció tras el mandato presidencial de Wilson en la posguerra y la depresión. Fue socavado por la nuevas filosofías irracionales (Nietzsche y Freud) y por las estéticas antirrealistas (cubismo y expresionismo abstracto)

El conductismo participó de la corriente antiintelectualista norteamericana, dejando de lado los aspectos teóricos a favor de los prácticos. Quiso mejorar la práctica educativa empresarial y similares. Afirma que la conciencia no es útil, que la mente no hace nada y que incluso, es probable que no exista. Niega el intelecto reduciéndolo a respuestas musculares implícitas.

Antecedentes Intelectuales.- El primer precursor específico del conductismo fue I. P. Pavlov del condicionamiento clásico; el otro fue el conexionista E. L. Thorndike, cuyo estudios sobre la conducta de ensayo y error definieron el condicionamiento operante.

La psicología objetiva rusa.- Su fundador fue Iván Mijailovich Sechenov quien creía que la psicología de la que sólo tenía conocimiento en cuanto rama de la filosofía, podía ser científica si se basara por completo en la fisiología, y adoptara los métodos objetivos de ésta. Desechó la psicología introspectiva a la que consideraba una superstición primitiva. El análisis de Sechenov sobre los procesos conductuales, prefiguran los de Watson (la estimulación sensorial externa es la causa de la conducta; todos los movimientos concientes y voluntarios son reflejos) y también adoptó que el lenguaje es una cadena de respuestas vocales.

El objetivismo de Sechenov fue popularizado por Bechterev, quien llamó a su sistema reflexología. Sin embargo, el más importante fue Iván Petrovich Pavlov (1849- 1936). Fue fisiólogo y sus estudios sobre la digestión le permitieron obtener el premio Nobel en 1904. En el curso de su trabajo descubrió que otros estímulos además del alimento podían producir salivación, y esto lo indujo al estudio de la Psicología y al concepto de reflejo condicionado.

La actitud general de Pavlov fue objetividad y materialismo. Compartió con Watson la fe en el método objetivo como base de las ciencias naturales. Asimismo rechazó toda referencia a la mente. Para él es posible explicar la conducta sin referencia a un “mundo interno fantástico”, y remitiéndose tan sólo a la influencia de estímulos externos. Su análisis del pensamiento fue atomista como el de Watson (el mecanismo del pensamiento consiste en elaborar asociaciones elementales y en formar cadenas de las mismas). Quiso demostrar que la asociación es conocimiento, pensamiento e insight. Consideraba a los gestaltistas como dualistas que no entienden nada de sus experimentos.

La contribución técnica de Pavlov a la psicología del aprendizaje fue el condicionamiento clásico y un programa de investigación sistemática, orientado a descubrir todos sus mecanismos y determinantes situacionales. En la investigación sobre la salivación canina descubrió que la misma podía ser provocada por otros estímulos, y llamó a estas reacciones aprendidas secreciones psíquicas y luego, respuesta condicionada.

Bibliografía: Leahey, Thomas, “Historia de la Psicología”, Ed. Debate, Madrid, 1978

Por un lado, la conducta es una dimensión funcional ­de los seres vivos y por ende, la biología se constituye en ciencia básica de la psicología. Sin embargo, los fenómenos biológicos no son idénticos a los psicológicos o conductuales y por consiguiente éstos últimos no son reducibles a proposiciones o datos de la biología. Es evidente, por ejemplo, que el lenguaje no puede reducirse a los movimientos de las articulaciones vocales y que la conducta de escribir no puede explicarse en términos de los simples Movimientos musculares que la componen. A una de las tendencias reduccionistas que explican la conducta en términos puramente biológicos, se le llama localizacionismo y es una herencia intelectual del mecanicismo de Descartes.

 

Por otro lado, la conducta humana que no es el objeto único de estudio de la psicología, tiene una significación profundamente social. El comportamiento humano depende y se conforma con base en circunstancias sociales, que el propio hombre transforma a su vez creándolas y recreándolas. En este sentido la psicología no puede desvincularse de la historia y ciencias sociales, pero tampoco puede ser absorbida por ellas, por ser el comportamiento individual un dato molecular que no constituye el interés definitorio de dicho continente histórico. Las leyes que rigen un fenómeno molar, gene­ral y complejo no explican necesariamente sus componentes moleculares, aun cuando proporcionen un marco interpretativo para ello. Así -por ejemplo-, las características históricas particulares de una sociedad no pueden explicarnos las leyes que rigen el aprendizaje de los individuos, como tampoco el proceso de la digestión "explica" la composición química y propiedades de los ácidos interventores. A su vez, la psicología no puede dar cuenta de los fenómenos histórico sociales, por ser el comportamiento de las “estructuras” sociales, o mejor dicho de las masas que constituyen clases sociales, un fenómeno cuya complejidad rebasa en mucho a la de la simple conducta individual. El “psicologismo”, como se conoce a la interpretación psicológica de los fenómenos sociales, es una forma de reduccionismo explicativo, muy empleada por el psicoanálisis y la psicología social, disciplinas con una epistemología de dudoso origen.

 

Cada ciencia tiene un nivel de análisis y explicación propios, de acuerdo a la molaridad-molecularidad del fenómeno de estudio. Aun cuando los fenómenos molares comparten propiedades de los fenómenos moleculares, las leyes y principios que explican a éstos últimos no son suficiente para dar cuenta del fenómeno complejo como tal. Asimismo, los principios que rigen los fenómenos complejos no pueden sustituir a los que determinan a los fenómenos mas simples o moleculares. Las áreas interdisciplinarias, como la físico-química, la bioquímica, la psicobiología y la psicología social no son más que campos que requieren de la participación combinada de dos continentes científicos. Recordemos que el conocimiento científico subdivide o fragmenta la realidad con propósitos de análisis, pero que estas “fracturas” no rompen la continuidad de los fenómenos y procesos y mucho menos, la complementariedad de las ciencias que lo producen.

 

En resumen, la psicología se constituye como ciencia en el momento en que se formula un objeto teórico propio, diferente al de las otras ciencias existentes. Esta formulación da especificidad a lo psicológico como un objeto del conocimiento científico, diferenciable de las demás ciencias: físico-químicas, biológicas y sociales, hecho que rompe con la dicotomía simplista entre ciencias naturales y sociales.

 

LA PSICOLOGIA COMO CIENCIA DE LA CONDUCTA

 

Ya hemos mencionado anteriormente que muchos de los problemas que forman parte del campo empírico de la psicología, fueron estudiados desde la época de los griegos. Sin embargo, no es hasta el siglo XIX en que se configuran las circunstancias que permiten la delimitación progresiva de los que años después sería la nueva ciencia. Estas condiciones se conforman por el interés que otras ciencias e ingenierías derivadas muestran por fenómenos de la conducta, y es así que, aun cuando no fueron capaces de abordarles con una epistemología apropiada que permitiera su vinculación a un solo continente de conocimiento, sentaron las bases e inquietudes para que esto posteriormente ocurriera.

 

Antes de pasar al examen de estos antecedentes de la nueva ciencia, sería pertinente aclarar la naturaleza de su objeto de estudio.

 

Decíamos anteriormente que la psicología es la ciencia de la conducta o comportamiento, entendiendo por ésta a la actividad molar del organismo en interacción con su ambiente. Cuando se intenta profundizar en esta definición, hay conductas que parecen no tener circunscripción espacial precisa, por lo menos en referencia a nuestras categorías sobre el particular. Su ocurrencia muestra una dimensión temporal, pero no puede ubicárseles en un punto particular en el espacio, como es el caso de las llamadas imágenes, sentimientos, pensamientos, etc.

 

Vamos definiendo una vez más que entendemos por conducta o comportamiento, es decir el objeto de estudio de la Psicología como Ciencia: Conducta es toda aquella interacción establecida entre un organismo y su medio físico, biológico y/o social, en y a través del tiempo.

 

Aquí se presentan en realidad dos problemas diferentes, ambos de conceptualización. La conducta siempre tiene un marco de referencia espacial, no como locus concreto de ocurrencia sino como de interacción. El lenguaje encubierto que algunos autores identificaron con el pensamiento, parece no ocurrir en el espacio. Cuando me hablo a mí mismo, esta conducta no parece tener espacialidad. Sin embargo, si analizamos la situación con cuidado, observarás que se pueden registrar movimientos sutiles de las cuerdas vocales y los músculos asociados a la fonación. A la vez, se pueden identificar eventos ambientales anteriores y subsecuentes en la relación que se establece entre el organismo o un componente prominente del mismo y segmentos del ambiente, es decir, en el medio o relación de campo en que ocurre la conducta.

 

El segundo problema radica en concebir a las conductas internas como eventos no materiales aislados del ambiente. Esta concepción ha plagado a la psicología de “explicaciones” espiritualistas, mecanicistas y metafísicas, que es necesario eliminar de principio. Un ejemplo prototípico de esta situación son las “imágenes”. La imagen, según esta concepción, es un evento interno no físico que se da como experiencia subjetiva. Esta experiencia constituye una reconstrucción visual del objeto percibido a través de la participación de las vías aferentes del sistema nervioso central, que “reproducen” en la retina una "imagen invertida a escala” del objeto (modelo de la cámara fotográfica), que es descompuesta en forma codificada y transmitida como impulsos nerviosos eléctricos y finalmente recompuesta y ¡experimentada! en el área 19 de la corteza cerebral. Aquí persiste un problema, adicional al del complejo proceso de descodificación y recodificación de energía fóticas en energías nerviosas: el de la transformación de un evento neural en una experiencia interna consiente­subjetiva. Problema irresoluble por estar mal planteado.

 

En realidad la imagen del objeto es el objeto. No existe tal imagen interna sino más bien un objeto que refleja fóticamente parte de sus propiedades estructurales: forma, color, posición, etc., a través de un medio físico apropiado sobre un organismo que dispone de sistemas de respuestas especializados, sensibles a ciertas formas particulares de energía. Así por ejemplo, el ojo, responde siempre fóticamente a cualquier estimulación, sea fótica, mecánica o térmica; y lo mismo ocurre con otros tipos de ­tejido especializado. Al responder a la estimulación fótica, res­puesta en la que participa todo el organismo y por consiguiente el sistema nervioso y tejidos especializados sensibles a dicha energía, se responde a las propiedades físicas del objeto externo y se da ­entonces la percepción o imagen de dicho objeto, es decir el obje­to externo. Es inútil buscar imágenes incorpóreas dentro del organismo.

 

La raíz de la confusión yace en la definición misma de la conducta. Revisemos brevemente este problema. Las palabras o conceptos tienen siempre un uso social determinado. Su signifi­cado radica en las condiciones que determinan y ejemplifican dicho uso, por lo que una palabra normalmente tiene acepciones múltiples que devienen de su empleo social. Así, la palabra no es la expre­sión o denotación de ideas a las que corresponde en forma biunívoca, sino la referencia a eventos relaciones físico sociales que constituyen su significado en tanto enmarcan su uso. De este modo, debe quedar claro que las palabras no son los eventos, sino que son provistas de significado por las relaciones sociales en que dichos eventos son referidos.

 

Las palabras “animistas” o ”mentalistas” en su origen tuvieron un sentido referencial, y de ningún modo “significaban” ficciones. Recordemos cómo el mismo concepto de ánima o alma en Aristóteles se refería a formas diferentes de organización del movimiento de los seres vivos.

 

El primer paso en toda ciencia es deshacerse de los conceptos "ficciónales". Este proceso se cumple en dos etapas. La primera, es identificar el posible uso referen­cial de dichos conceptos y la determinación de los diversos eventos que pueden encubriese bajo su empleo. La segunda etapa consiste en reanalizar los eventos, al margen de los conceptos ficciónales, y formular un lenguaje referencias adecuado a su estudio sistemático, de modo que los nuevos conceptos permitan penetrar con detenimiento ­en el conocimiento de dichos eventos, que el lenguaje cotidiano en­mascara bajo el manto de complejas relaciones sociales que se constituyen en la ideología de un grupo determinado. Con esto se quiere decir que, incluso los conceptos mentalistas tienen una referencia ­conductual, no como traducción terminológica, sino como identificación de su uso social ordinario en un sentido referencias.

 

En lo que respecta a los términos que tienen un referente conductual evidente, se puede clasificarles en dos grupos. Existen términos que describen la conducta, como morfologías de la actividad del organismo, irrespectivamente de la situación ambiente en que se realiza. Ejemplos de ellos son: comer, dormir, caminar, hablar, y la mayor parte de los verbos. Estos términos constituyen referencias a la conducta órgano-céntrica, es decir, a las actividades que realiza el organismo, y que son describibles prácticamente como movimientos del organismo respecto a un eje externo de coordenadas o tomándolo a él como su propio sistema. Son conductas que describen las propiedades físicas del (los) sistema(s) reactivos del organismo. Este grupo de términos derivan de una concepción no interactiva de la conducta, y conducen la más de las veces a concepciones reduccionistas y mecanicistas del comportamiento, centrados en el organismo como vértice del análisis. El otro grupo de términos concibe a la conducta como interacción, o interconducta, y por ende, requiere siempre de descripciones que involucren funciones en vez de morfologías. Las funciones son las circunstancias especiales en que el organismo exhibe en acción morfologías que entran en contacto con segmentos del ambiente que le anteceden y siguen. De este modo, las definiciones de conducta requieren de términos que describan interacciones entre el organismo y el ambiente. La conducta es la interacción, y no es reducible por consiguiente a solo lo que se observa que el organismo hace.

 

El organismo se encuentra en constante interacción con su medio, algunas interacciones ocurren con su propio medio biológico, por lo tanto no son susceptibles de ser observadas, pero debe de quedar claro que pensar en "algo", tener "ideas" u "ocurrencias", "imaginar" o ver un paisaje con los ojos cerrados, son simples interacciones que tienen su origen en experiencias previas de aprendizaje. ¿Podemos "imaginar" a un "Xtroduo"? No a menos que lo describamos como es, o que nos muestren a uno de ellos; por supuesto que todos sabemos que son animales de 10 cms de largo, identicos a una lagartija pero con 6 patas y dos cabezas, de esta manera, en base a anteriores experiencias de aprendizaje, los "Xtraduos" se convierten en algo real y los podemos visualizar.

 

EL NACIMIENTO DE LA PSICOLOGIA COMO CIENCIA 

Como ya se mencionó la psicología establece su objeto como ciencia con la publicación del "Manifiesto Conductista" por John B. Watson. En este sentido podemos afirmar que Psicología Científica y Conductismo son sinónimos. Todas las "corrientes" preconductistas no son más que filosofías psicológicas, o sea, ideologías sistemáticas precientíficas. Algunas otras aproximaciones como veremos posteriormente son reedificaciones de estas ideologías en lenguaje de la ciencia moderna, pero con sus mismos supuestos, solo que ahora implícitos.

 

El conductismo, o sea la psicología, surge en circuns­tancias históricas maduras. Por un lado, la biología, bajo la influencia de las tesis evolucionistas de Lamarck y Darwin, establece la continuidad entre el hombre y los organismos inferiores, continuidad que subraya también con relación al comportamiento. Por otro ­lado, la fisiología del sistema nervioso descubre su unidad de análisis, el reflejo, y con la obra de Sechenov y Pavlov se hacen los­ primeros intentos sistemáticos de desarrollo de una teoría y meto­dología para el estudio del sistema nervioso y la conducta (actividad nerviosa superior). Estos dos avances de la biología fueron ­fundamentales para que una tradición experimentalista incipiente ­en la psicología (Thorndike, Hall, James, Wundt y Kulpe entre otros) cristalizara en un planteamiento correcto del objeto de la nueva ­ciencia.

 

Ustedes se preguntarán ¿porqué se fija el nacimiento de la psicología con Watson, si oficialmente se habla de ello en ­ocasión de la fundación del primer laboratorio de psicología experimental en Leipzig por Wundt en 1879, y cuando autores como William James habían ya escrito sus “Principles of Psychology”?

 

Por dos razones. La primera es que la psicología a la que hacían referencia los autores previos a Watson carecía de un objeto autónomo de estudio, y por consiguiente, eran más bien filosofías empíricas o de la experiencia y del lenguaje. La segunda, es que el propio Wundt, a quien erróneamente se le ha atribuido ser el padre de la psicología científica, adscribió el laboratorio de psicología experimental por el fundado a la Cátedra de Filoso­fía. Por esto mismo Pavlov, a pesar de que definía la actividad nerviosa superior como conducta: "Estas actividades nerviosas nunca se han considerado desde el mismo punto de vista que las de órganos, o incluso de otras partes del sistema nervioso central no se atrevió a enmarcar su trabajo como la piedra de toque de la nueva ciencia por llegar. De hecho todavía está abierto a discusión si la psicología es una ciencia natural, o si puede considerársele de modo alguno ciencia". (1926)

 

El simple empleo del método científico no era razón suficiente para que la psicología existiese. Faltaba el otro ingrediente: la definición de su objeto.

 

La aparición de Watson en el escenario de la historia no puede ser más contundente: "¿por qué no hacer de lo que podemos observar el verdadero campo de la psicología?... ¿qué es lo que podemos observar? Podemos observar la conducta lo que el organismo hace o dice y apresurémonos a señalar que hablar es hacer, esto es, comportarse".

 

Al definir a la psicología como la ciencia de la conducta, aportó además dos elementos fundamentales. El primero, un ­paradigma teórico y de experimentación, requisito indispensable para una ciencia. El segundo, la des-subjetivización de la disciplina. Aun cuando después volveremos a tratar estos problemas, nos deten­dremos de todas maneras a reflexionar acerca de ellos.

 

Watson tenia que liberar a la psicología de la "mente" heredada por la filosofía metafísica v la fisiología mecanicista que le dieron origen. Para ello, debía encontrar un paradigma teórico ­que le permitiera el desarrollo de nuevas categorías de análisis, y tomó como base el paradigma del condicionamiento respondiente o del reflejo condicionado elaborado por Iván Pavlov. El paradigma de­finía las unidades básicas de análisis (el estímulo y la respuesta), la dimensión de ocurrencia de dichas unidades (el tiempo) y los pa­rámetros que de ellos se derivaban. Así mismo, el paradigma señala­ba la posibilidad de analizar los procesos complejos de la conducta humana (el segundo sistema de señales y el lenguaje).

 

Por otra parte, su segunda tarea y quizá la más importante, fue des-subjetivizar a la psicología. La llamada psicolo­gía, como ya lo hemos señalado se preocupaba por la experiencia consciente subjetiva y la introspección resultaba ser el método de análisis primordial. Se procuraba descomponer a la experiencia en sus elementos básicos constitutivos (modelo químico), para lo que se adiestraba concienzudamente a los sujetos experimentales a reportar su propia experiencia en términos de "ideas", "sensaciones" y "afectos". Su exclusión terminológica como objeto de estudio por Watson, fue el primer paso requerido para su expulsión definitiva, y la se­paración de la psicología científica de la filosofía psicológica y demás productos híbridos derivados. Tocaría a Kantor y a Skinner ­unos cuantos años después, reafirmar esta des- subjetivización so­bre bases más sólidas.

 

Si bien con la definición de un objeto de estudio y la adopción de un paradigma teórico quedó constituida la psicología como una nueva ciencia, se heredaron preocupaciones y problemas, ­algunos legítimos y otros no, que determinaron, en gran medida, su curso posterior de desarrollo. Podemos demarcar estas influencias tomando en consideración las cuatro disciplinas que se constituyeron en fuente de origen de la psicología: la física experimental, la fisiología del sistema nervioso, la filosofía metafísica y la medicina. Cada disciplina contribuyó con una "herencia" definidas la física, ­con el problema de la medición la fisiología, con el método experi­mental; la filosofía, con la mente y el sujeto; y la medicina, con ­las aplicaciones y el método clínico. Procederemos a efectuar una ­breve reseña histórica de estos problemas y su desarrollo.

 

LA FISICA EXPERIMENTAL Y EL PROBLEMA DE LA MEDICION

 

La física experimental, de algún modo, procuró una doble problemática a la nueva ciencia. Por un lado, se hizo hincapié en la medición y cuantificación, aspecto fundamental para toda ciencia natural. Por el otro, se creó un problema pseudo-científico, al intentar establecer la correspondencia entre las propiedades físicas del estímulo y la apreciación subjetiva que de él se hacía, es decir, de la denominada "sensación". La importancia adquirida por este problema determinó incluso la creación de una área teórica y de investigación, denominada psico-física, que en la actualidad se ha reformulado conceptualmente como lo veremos en capítulos posteriores.

 

El uso de observadores humanos para determinar el trayecto de los cuerpos celestes, mostró que se encontraban diferencias de registro entre dos observadores diferentes, o un mismo observador en momentos distintos, la llamada "ecuación personal". Aun cuando esto motivó el despido del primer observador en que se apreció la existencia del error de medición, repeticiones sistemáticas del ­efecto llevaron al desarrollo de la psicofísica.

 

La psicofísica, alcanza su punto culminante con los estudios de Weber y Fechner, quienes encontraron que existía una relación logarítmica entre el incremento en la intensidad de un ­estímulo y la sensación por él producida. Algunos autores moder­nos (vbgr. S.S. Stevens) continuaron el trabajo de estos pioneros, Interesándose por el problema del escalamiento de dimensiones de ­estimulación y la respuesta "sensorial" ante ellos dada. La psico-física animal moderna y la teoría de la detección de señales han mostrado que, a diferencia de lo que suponían los iniciadores de la psicofísica, no existe una simple relación lineal entre una di­mensión o parámetro del estímulo y la respuesta de "reporte" de dicho estímulo, por lo que no puede encontrarse "la" función ideal de dicha relación.

 

Los modernos estudios en ésta área han vinculado a la psicofísica tradicional con el control antecedente de la conducta como lo veremos posteriormente. Sin embargo, su influencia no se limitó a ésta área, sino que, junto con el trabajo de Galton sobre las diferencias individuales, dio lugar al surgimiento de la psicometría y la medición de las habilidades, capacidades y aptitudes.

 

LA FISIOLOGIA Y EL METODO EXPERIMENTAL

Quizá la deuda más importante que tiene la psicología con las disciplinas que le precedieron, sea con la fisiología expe­rimental. Sería muy prolijo describir el desarrollo gradual que sufrió la fisiología experimental, hasta culminar con el trabajo de ­Claudio Bernard e Iván Pavlov, pero si es conveniente señalar que ­el primero fundó la metodología experimental basada en el análisis controlado del fenómeno Individual, y que el segundo contribuyó con un método particular de estudio del comportamiento, que aun cuando superado en la actualidad, permitió el surgimiento de la psicología como ciencia experimental.

 

Como es de todos conocido, Pavlov dedicaba al estudio de las secreciones gástricas durante la digestión, trabajo ­por el cual obtuvo el Premio Nóbel. Un día, en un perro con una fístula implantada en el estómago, observó que la simple presentación visual del alimento era condición suficiente para que segregara jugos gástricos, a lo que Pavlov denominó originalmente secre­ción psíquica. Esta observación casual le llevó a estudiar sistemáticamente el fenómeno, analizando con especial interés las relaciones temporales entre los eventos y el reflejo producido así como las características de "señal" que adquirían los estímulos. Basta decir que el método del reflejo condicionado, con su interés en las relaciones de contingencia o condicionalidad entre los estímulos y las respuestas (de ahí, el término de condicionamiento) sirvió como base de ataque experimental al estudio del comportamiento (y aún se sigue empleando) en los años que siguieron a la aparición de Watson en el escenario de la ciencia.

 

Aun cuando la obra teórica de Pavlov se ha superado, el resultado de su trabajo experimental permanece incólume como fuente de problemas y nuevos caminos a seguir en la investigación. Su preocupación por el control experimental, por la medición y por la objetividad fue la mejor herencia que puedo haber recibido la ­psicología. Sus limitaciones teóricas y de procedimiento deben en tenderse en el contexto histórico de su época y de ningún modo, con la frivolidad superficial de lo que examinan, lo que parafraseando podríamos llamar, la psicología "de autor". No nos detendremos más en ente punto, pues Pavlov y su método serán revisados continuamente a lo largo de secciones y capítulos posteriores. 

 

LA FILOSOFIA Y LA MENTE

 

La filosofía metafísica plagó a la psicología de eventos internos de la experiencia, incorpóreos, agrupados todos bajo el concepto de la psique o mente. Estos eventos "mentales" se fueron constituyendo en especies de homúnculos, en hombres internos que explicaban el comportamiento, desplazando el interés del es­tudio científico hacia "entidades" verbales que substituían al co­nocimiento genuino de los determinantes de la conducta.

El estructuralismo, representado por Wundt, Kulpe, ­y Titchener, así como el funcionalismo, en el que destacaron James, Angell y Dewey, constituyeron más que una psicología científica, ­una metafísica experimental.

 

Explicaremos el porqué. La mente, la conciencia y otras entidades mentales, aun cuando en su origen como palabras pudieron tener un referente objetivo, lo perdieron en el ­transcurso de la historia, codificándose. La filosofía metafísica consideraba a estas palabras como eventos reales, independientes ­solo asequibles al conocimiento por introspección, por su carácter experiencias e incorpóreo. El uso de la introspección y de algunos aparatos de medida proveían de un marco experimental que imprimía una atmósfera de objetividad a problemas que carecían de ella. Es por eso que el estructuralismo y el funcionalismo, a pesar del uso de la medición (que no debe confundirse con el método experimen­tal que es observación sistemática producida) nunca pudieron abandonar el lastre de la metafísica, resultando ser en el mejor de los ­casos, filosofías empíricas o experimentales. Estas preocupacio­nes subjetivistas no han desaparecido de la psicología y son reintroducidas periódicamente, disfrazadas con un lenguaje más objetivo to­mado de otras disciplinas (teoría de la información) o de nuevas "teorías" psicológicas (cognoscitivas y existencialistas) pero con­servando sus fundamentos epistemológicos idealistas.

 

LA MEDICINA Y LAS APLICACIONES CLINICAS 

 

Muchos identifican a la psicología con una de sus ­áreas de aplicación: la clínica. Ello, sin lugar a dudas, se debe a la influencia de Freud y muchos otros que le siguieron al desa­rrollar una técnica terapéutica, y después una teoría de la psique, conocida como psicoanálisis. Sigmund Freud, era un neurólogo viento interesado por algunos trastornos "psíquicos" frecuentes en su época (las histerias), quien, por su relación con Breuer, observó Podrían ser "curados" o modificados con el empleo de la hipnosis y procedimientos terapéuticos basados en la palabra. Su trabajo posterior le llevó a enfatizar aspectos "inconscientes" en la vida de los sujetos como los determinantes primarios de la anormalidad, y por ello desarrolló la asociación libre y la interpretación de los sueños como técnicas fundamentales de la terapia psicoanalítico. Construyó también una teoría que nunca tuvo correspondencia direc­ta con la técnica empleada. La teoría postuló la existencia de ­un aparato intrapsíquico con energía psíquica (catexias), que permitían la explicación del conflicto, y las neurosis y psicosis. Freud, al elaborar su teoría se vio influido por el mecanicismo de la mecánica hidráulica y el idealismo imperante en las corrientes instintivitas y vitalistas de la biología. Es por ello que, a pesar de la agudeza de sus observaciones clínicas y su hincapié en el determinismo de los fenómenos "psíquicos", incluso los más "ab­surdos", su aportación no puede considerarse parte integral de la psicología científica, sino más bien un antecedente histórico de ­gran valor. La eficacia de la terapéutica por él creada, constituye un problema aparte que todavía es motivo de polémica y estudio.

 

Sin lugar a dudas, la influencia de Freud en la nueva ciencia, se percibió en la tendencia a estudiar el comportamiento desde la perspectiva de los fenómenos clínicos y anormales, sin vínculos ostensibles con las aportaciones de la psicología experi­mental, divorcio que, afortunadamente se ha eliminado gradualmente a últimas fechas.

 

CONDUCTISMO METAFISICO, METODOLOGICO Y CONDUCTISMO:

 

El inicio de una ciencia no implica que, súbitamente, desaparezcan los problemas originados por las concepciones precientíficas que le antecedieron. Así ha ocurrido en todas las ciencias, y la psicología no es la excepción. La comunidad de los científicos que posee una "filosofía espontánea de la ciencia", se desenvuelve con relación a los marcos de referencia ideológicos de un grupo social más amplio al que los conocimientos de la nueva ciencia le resultan, por definición, potencialmente atentatorios de su posición dominante. Esta ideología que comparte el científico, le hace en muchas ocasiones inmunes al nuevo conocimiento o a la definición de nuevos objetos de conocimiento, lo que resulta en la convivencia de grupos paralelos, con prácticas de investigación semejantes, pero con objeto de estudio diferentes. Es decir, perviven grupos de científicos desarrollando prácticas pre-científicas junto a grupos de científicos dedicados al cultivo del conocimiento del ­nuevo objeto de estudio. Y este fue el caso de la psicología, pues si bien con el pronunciamiento de Watson se sentaron las bases de ­su desarrollo científico, continuaron amparándose bajo el mismo nombre, prácticas heredadas de la filosofía metafísica y otras disciplinas altamente ideologizadas.

 

Podríamos hacer una distinción o demarcación de estas dos tendencias, la científica y la pre-científica, o mejor dicho, ­paracientìfica. A partir de la aparición del "conductismo", no se tardó en aceptar que la conducta era el objeto de estudio de la psicología. Lo que se argumentó fue: l) que no era el único objeto de estudio, ó 2) que el nivel explicativo del fenómeno residía en eventos no observables, "internos", lo que determinaba el uso de procedimientos indirectos de medición y la postulación de "constructos" inferidos. Estas dos mistificaciones del conductismo han recibido el nombre de conductismo metafísico y metodológico e incluyen a todas las "aproximaciones" a la psicología, ¡incluyendo aquéllas que se ­consideran no conductistas! (Teorías factoriales, teorías cognosci­tivas, teorías conductistas estimulo-respuesta, teorías de la información, teorías psicobiológicas, etc.). Un ejemplo de esto, es el comentario de W. McDougall a Watson (La Batalla del conductismo): En tercer lugar, existe el Conductismo sano, ese tipo de psicología que utilizando todos los hechos o datos introspectivamente observa­bles, no desprecia el examen de la conducta, no deja de utilizar con amplitud todos los hechos que constituyen los datos del conductismo Watsoniano... Los psicólogos por lo regular descuidaban indebidamente los hechos de la actividad humana o conducta e ignoraban la necesidad de una adecuada teoría de la conducta y el carácter (del cual el comportamiento o conducta es la expresión exterior).

 

El conductismo formulado por Watson corresponde a lo que podríamos denominar conductismo metafísico, en el sentido de que, al eliminar los conceptos mentalistas y subjetivos, eliminó también, cuando menos parcialmente, los eventos objetivos que en su origen fueron referentes ordinario de dichos conceptos. El problema radica no en la negación de la existencia de los conceptos como cosas (vbg., "Si - puesto que no halla un testimonio objetivo de su existencia la psicología dejase de lado los términos 'mente' y 'conciencia' ... Watson, 1924, p. 33), sino en analizar el valor referencias de dichos conceptos como descriptores de condiciones generales o particulares ­cuando se les emplea en el lenguaje común. Al enterrar el uso de di­chos conceptos, Watson sepultó también el interés por el análisis-descripción y explicación de eventos complejos de la conducta, centran do la problemática de la nueva ciencia en fenómenos reducibles a mo­vimientos. Esto tuvo como consecuencia que, paradójicamente, Watson permitiera que se consolidara el dualismo prevalente en la psicología, pues si se afirmaba que la nueva ciencia estudiaba la conducta como ­actividad observable, todo aquello que no era reductible a dicha de­finición, en tanto no se negaba su existencia (sino solo a los términos que tenían una connotación animista) debía ser el objeto de otra disciplina o bien, de un enfoque filosófico de la psicología diferen­te. Formalmente, el conductismo metafísico establece la existencia de la conducta como objeto de estudio de la psicología, pero también la existencia de algo más que no era conducta.

 

Una segunda forma de conductismo surgió de la concep­ción de Watson: el conductismo metodológico, que aun cuando fundado en el dualismo formalizado por Tomás de Aquino y Descartes, tomó carta de naturalización científica a partir de este momento. El conductismo metodológico es ontológicamente monista, pero epistemológica­mente dualista. Considera que la psicología estudia la conducta, pero que hay dos tipos de conducta: la manifiesta y la no observable. Dado que la ciencia solo puede estudiar eventos verificables o refu­tables, la psicología debería hacer a un lado aquellos eventos que ­por no ser asequibles directamente no pueden ser sometidos a prueba empírica. No obstante, la conducta manifiesta puede ser empleada como indicador o referente de los eventos no observables, y este puede llevarse a efecto de dos modos, que analizaremos enseguida con ­más detalle. Baste ahora señalar que en una de las formas, la verificación se realiza empíricamente en forma indirecta a través del anclaje empírico de la "variable interna" con operaciones de estimulo y de medición de respuesta (variables intervinientes). En la otra forma, se le da forma lógica al proceso, de modo que es útil en tanto presta consistencia interna a las hipótesis v es susceptible de ser falseado empíricamente por datos que sean contradictorios lógicamente con las propiedades inferenciales de los concep­tos formulados.

 

De este modo, la conducta manifiesta se convierte en un mero indicador periférico de los eventos no observables (supuestamente también conducta) que se estudian. Como se verá posteriormente, esta tradición de tomar a la conducta como método de análisis de otros eventos, ha llevado a posiciones no muy diferentes a las del conductismo metafísico, reafirmando un dualismo en el que lo que existe científicamente está supeditado a lo que se observa y a las reglas lógicas de refutación de su congruencia conceptual con los hechos. Hull, Spence y Tolman, entre otros repre­sentan esta línea de pensamiento.

Finalmente, paralelo al conductismo metodológico se desarrolló el conductismo interactivo, llamado respectivamente interconductismo por Kantor y conductismo radical por Skinner. El conductismo interactivo es no dualista, tanto en lo ontológico (lo que es la conducta) como en lo epistemológico (lo que podemos conocer y como hacerlo). La base de esto estriba en considerar ­como conducta al proceso interactivo entre organismo y objetos y eventos del ambiente, de modo que la distinción interno-externo ­pierda relevancia, a la vez que se puede precisar la espacialidad de fenómenos complejos en términos de las coordenadas de la interacción. La distinción interno-externo queda fuera de lugar en tanto es todo el organismo el que constituye, en acción, uno de los com­ponentes de la interacción que define a la conducta (o interconducta). Los eventos internos, si acaso, son referibles a los estados y procesos biológicos que son condición necesaria para que el organismo actúe y reactúe con respecto al medio ambiente, cuyos obje­tos y eventos, en tanto contextúan y entran en contacto con el organismo constituyen el otro componente de la interacción conductual. Pero queda claro que, bajo esta formulación, carece de sentido ha­blar de conductas internas o externas, en tanto que todo lo que hace el organismo es apenas parte de la conducta concebida como interacción. Por otra parte, la espacialidad de relaciones interactivas (como lo es toda la conducta psicológica) no requiere ubicarse en ­movimientos o procesos fisiológicos del organismo, sino que radica en las coordenadas espacio-temporales que enmarcan dichas interac­ciones.

 

Es así que, cuando se habla de pensamiento, percep­ción, lenguaje y otras interacciones o procesos conductuales que ­parecen carecer de espacialidad, a menos que se les reduzca a movimientos (subvocales en el pensamiento, oculares en la percepción, etc.), en vez de buscar la espacialidad de la conducta dentro del sistema nervioso (que obviamente es uno de los elementos participantes), se ubica la conducta en el espacio comprendido por la relación de campo que cubre la interacción, es decir, el organismo, los obje­tos de estímulo, el medio de contacto y los demás factores situacio­nales que la contentan. Buscar un locus preciso y concreto, a la ­manera de los frenólogos (antiguos y modernos) lleva a codificar en elementos simples, conceptos que han sido siempre referidos a situa­ciones de complejidad diversa.

 

Finalmente, dado que no pretende eliminar eventos a través de la eliminación de conceptos que connotan formulaciones ­rectificadas, el conductismo interactivo busca analizar las prácticas referenciales que enmarcan el uso cotidiano de dichas palabras y conceptos, para rescatar su función referencias y a partir de la identificación de los eventos referidos, iniciar su análisis conceptual y experimental correspondiente. Este análisis del uso referencial cotidiano de conceptos mentalistas no es una mera traducción ­de palabras no conductuales a términos conductuales. Busca la determinación de las circunstancias sociales que enmarcan su uso referencial, lo que constituye un primer paso para la identificación de ­eventos psicológicos susceptibles de ser analizados científicamente, al Reparar al evento de los conceptos deformados ideológicamente en su función denotativa.

 

Mencionábamos antes que el punto de partida de la psicología científica fue la definición del nuevo objeto de estudio: La conducta y que esto implicó, como primer paso, la eliminación de todos aquellos términos y conceptos mentalistas que constituían ancestralmente, la problemática teórica y empírica de la disciplina. El abandono de conceptos tales como mente, instinto, conciencia y otros fue sólo el primer ataque contra la especulación metafísica. Había otras tareas importantes a realizar en el desarrollo de la nueva ciencia: l) proveer de un paradigma teórico y de investigación, y de los conceptos y definiciones iniciales requeridos; 2) Reubicar el problema de los eventos internos en el contexto de una ciencia; y 3) jerarquizar los niveles de acción teórico y experimental en relación a los diferentes grados de complejidad presentados por la conducta ­animal y humana.

 

La primera batalla se libró contra los conceptos men­talistas, y tan fuerte es la raigambre ideológica que los fundamenta que no han podido ser eliminados por completo. La psicología moder­na continúa invadida por conceptos mentalistas, metáforas y otros más que plantean falsos problemas y provocan la confusión en la teoría y en la investigación. Veamos, sin embargo, como se ha planteado el problema. Decíamos antes que términos come mente y conciencia, en ­su origen, pudieron tener un referente, pero que su empleo en el con texto de una filosofía idealista los desvinculó del referente y los­ codificó, es decir, los volvió palabras cuyo inicio referente eran ellas mismas. Las palabras se tornaron entidades autónomas-ficciones existentes, que eran necesario explicar. Por eso fue decisivo, como paso inicial, descartar los términos como problemas de la psicología. Las palabras no son los eventos descritos y la existencia de palabras no significa de modo alguno la existencia de eventos referentes o re­feridos. Por eso fue importante deslindar que lo fundamental no era explicar o estudiar las palabras, pues por si mismas carecen de valor como objeto de conocimiento, sino que había que estudiar los eventos, si es que había alguna relación de referencia, a las que se aplicaban dichas palabras. La conciencia en sí no es un problema científico. ­Lo es el definir las condiciones y los eventos a los que se aplica el término, y analizar como desarrollar conceptos y definiciones, que permitan, en el contexto del paradigma teórico de la disciplina, analizar los determinantes del campo de fenómenos. Abandonar el término, por ­consiguiente, no significa eliminar el evento referido (si es que lo ­hay) del campo de estudio de la ciencia. Implica eliminar ficciones y sentar las bases para plantear el análisis teórico y experimental del problema.

 

El conductismo metodológico, influido por algunas ­corrientes positivistas inglesas, descartó como objeto de estudio científico todo evento que no fuera observable, es decir, condicionó la existencia de la realidad significativa a nuestra posibilidad de observarla, y a la vez planteó la posibilidad de postular conceptos que no tuvieran un referente directo, como herramientas explicativas, siempre y cuando llenaran uno de los dos requerimientos ­que a continuación describiremos.

 

El primer requisito era que el concepto tuviera la utilidad lógica de agrupar variables independientes diferentes con efectos semejantes. A este tipo de conceptos se les denominó variables intercurrentes o intervinientes, y son ejemplo de ellos, la ­pulsión, el incentivo, la frustración, etc. El peligro de tal pos­tulación es doble. Por una parte, el concepto rara vez logra el propósito para el que se creó y desplaza la atención experimental hacia estudios diseñados específicamente para probar su utilidad. Cuando el concepto demuestra eficacia teórica, se vuelve innecesario pues ­de algún modo, corresponde a un parámetro general que es el que incluye a las variables independientes agrupadas, y la postulación de la variable interviniente se vuelve redundante respecto al concepto que el parámetro en cuestión define. Por otra, la variable intervinien­te, al postularse como un eslabón intermedio entre las variables am­bientales y las conductuales, se interna liza como una variable del organismo, y se codifica, con los problemas que esta situación plan­tea (modelo de caja negra).

 

El segundo requisito es que el concepto postulado tuviera una referencia empírica potencial. En este caso, se le denomina constructo hipotético. Como antecedente de esta posibilidad se cita el caso de la física y la biología, en las que los conceptos ­de átomo y de gene, respectivamente, se postularon antes de que se determinaran sus referentes empíricos. El problema radica en que ­en la psicología, esta correspondencia o "anclaje" empírico se lle­va a efecto en el nivel neurofisiológico, lo que conduce inevitablemente a un reduccionismo explicativo que es estéril e incorrecto desde el punto de vista de los niveles teóricos de cada continente científico.

 

De algún modo, estas diferencias se ven acompañadas y determinan la naturaleza del tipo de teoría que se considera modelo del quehacer científico. Podríamos hablar de dos grandes prototipos de teoría, en el sentido de la formulación de los conceptos y su función en la explicación y la investigación. Por un lado, tenemos la teoría postulativa en la que los conceptos definidos a priori desempeñan un papel lógico respecto al fenómeno, cuyos parámetros ­completos se desconocen, un papel heurístico en relación a la natu­raleza de la investigación por realizar (prueba de hipótesis) y un papel explicativo en términos de su potencia predictiva y formalizante. Por otro lado, tenemos la teoría organizativa, en donde existen tres clases de conceptos. Inicialmente, lo que llamaríamos conceptos tautológicos, empíricamente vacíos, que consisten en conjuntos de de­finiciones clasificatorias de la realidad y lógicamente exhaustivas. Un segundo tipo de conceptos son los que denominaríamos parametritos, y que surgen a partir de los datos experimentales. Su función es organizar la información de manera cuantitativa, paramétrica y sistemática, a la vez que señalar las condiciones bajo las cuales se cumplen ciertas relaciones y la apertura de nuevas dimensiones de investigación. Un tercer tipo de conceptos son los que hacen referencia a procesos como niveles de organización de los eventos independientemente de las operaciones empleadas para producirlos y medirlos. En otras palabras, en las teorías postulativas la naturaleza del c­oncepto determina las propiedades de los eventos a estudiar, mientras que en las teorías organizativas son las propiedades de los eventos las que determinan la naturaleza del concepto a emplear.

Hay un inconveniente común a la postulación de variables intervinientes y constructos hipotéticos: la internalización de las "causas" del comportamiento. Se olvida la función estrictamen­te lógica de los conceptos y se les convierte en entidades o proce­sos causales de la conducta, con lo que inevitablemente se cae en u­n mentalismo, sólo que ahora con un lenguaje fisicalista engañoso. ¿Cuál es entonces el status de los eventos internos? ¿Cómo se pueden considerar en una ciencia sin caer en posturas metafísicas?

 

Erróneamente se ha igualado la dimensión objetivo-subjetivo con la dimensión publico-privado. El conductismo metodológico ha considerado a los eventos privados como eventos no objetivos, es decir, no asequibles al conocimiento científico, aspecto en el que como ya hemos dicho, discrepa tajantemente del conductismo interacti­vo. Para este ultimo, la posibilidad de observación pública de un evento no determina su objetividad. El evento es objetivo en tanto ocurre, independientemente de su verificabilidad pública. En este sentido, no hay diferencia "ontológica" entre los eventos públicos y privados y por consiguiente, las mismas leyes se aplican a ambos tipos ­de eventos. La diferencia entre el evento público y el evento priva­do yace en la posibilidad de registrarlo por observadores independientes. El evento publico es susceptible de ser observado por un organismo o persona (en el caso del ser humano) distinto del organismo que protagoniza dicho evento. Por el contrario, el evento privado es sólo accesible al propio organismo.

 

¿Qué hacer con los eventos privados? La respuesta es múltiple. Primero, refinar cada vez más la definición de la relación de campo en que se da el evento. Segundo, adscribir teóricamente al evento privado las mismas propiedades que al evento público, y por consiguiente, englobarlo bajo las mismas leyes y principios que al evento publico. Tercero, mejorar los sistemas de instrumentación para detectar y medir sus propiedades como referente molecular de un campo. Y cuarto, analizar experimentalmente cómo un evento privado se vuelve publico y cómo la sociedad condiciona y es condicionada a describir ­y a responder al evento respectivamente. Es fundamental reiterar, sin embargo, que el evento privado hace sólo referencia a la autodescrip­ción lingüística de un comportamiento o estado componente de una relación de campo interactiva, y que de ninguna manera, equivale a la postulación de eventos "internos" que tienen lugar exclusivamente en una concepción organocéntrica de la conducta.

 

Lo que es inadmisible, es proceder como ha hecho el conductismo metodológico: negar la objetividad del evento privado, substituirlo por una ficción conceptual y codificar las palabras, convirtiéndolas en objeto de estudio o en "causas" del comportamiento. Para concluir con este punto, es conveniente hacer mención de la fuente de estos conceptos hipotéticos que substituyen a los eventos internos. Las ficciones explicativas tienen un doble origen. Por un lado, surgen del lenguaje vulgar o no científico. El lenguaje cotidiano se transforma en "cosa" u "objeto" y se recurre a él como elemento explicativo, desvinculando a la palabra de su origen referencial. Es así, como la psicología está plagada de conceptos tales como miedo, enojo, tristeza, etc. Estos términos, en el lenguaje cotidiano, se utilizaron (y se emplean parcialmente) corno descripciones de conductas que ocurren. Digo que alguien "está" triste cuando llora o está cabizbajo, y digo que alguien "tiene miedo", cuando se aleja o tiembla en una situación. Sin embargo, el "estar triste" o "tener miedo" (obsérvese la forma posesiva u orgánica del concepto vuelto ya objeto) no es una causa del llorar o el alejarse. ¡Es sinónimo de ellos!, pues ¿de qué otro modo podemos determinar que alguien tiene miedo o está triste? En realidad, aplicamos los términos en tanto que observamos los comportamientos correspondientes, y de ningún modo es válido transformar la descripción o lo descrito en su propia explicación. Esto de ningún modo significa que: 1) el alejarse o el llorar, como componentes de un segmento molar, sea toda la conducta a describir, en exclusión de eventos fisiológicos o externos adicionales, o que 2) estemos parafraseando una teoría parecida a la de James Lange sobre las emociones, en que se afirmaba que estamos tristes porque lloramos, pues en realidad decimos que estamos tristes en tanto lloramos. La tristeza es una categoría descriptiva de un evento complejo y de modo alguno es un "proceso" o entidad interna, causada o causante de otro evento.

 

Las emociones son conductas complejas inherentes a muchos organismos, tienen su base y razón de ser en la naturaleza biológica, pero en el caso de los humanos, estas conductas "emocionales" o simplemente "emociones" como la Alegría, Tristeza, Euforia, Nostalgia, Coraje, etc., son en la mayoría de los casos conductas "aprendidas", en el sentido de que su ocurrencia se da bajo condiciones complejas no naturales. Por ejemplo, el llanto de una chica por una lesión sufrida es una respuesta biológica, no aprendida, mientras que el llanto de la misma chica ante la separación de su novio, es una conducta emocional "aprendida", en efecto es una respuesta de su organismo pero ante una situación establecida por experiencias previas de aprendizaje.

 

La segunda fuente de conceptos ficcionales son otras disciplinas, normalmente abocadas al análisis de niveles menos molares de fenómenos. Se toman los cuerpos teóricos de otra disciplina como "modelos" descriptivos y de explicación del comportamiento, postura reduccionista por excelencia. Así, se inventan "energías", "potenciales", "memorias", "filtros", "procesadores de información", "traductores" y muchos otros "objetos" internos ficticios. El modelo lógico supone la carencia de un análisis experimental riguroso del fenómeno y la elección inadecuada de un objeto de estudio y del nivel explicativo y definicional correspondiente (modelo de la caja negra).

 

Pasemos ahora a revisar brevemente el papel desempeñado por Kantor y Skinner en la consolidación de la Psicología científica al desarrollar el conductismo radical y/o psicología interconductual. En principio, podríamos separar los campos de contribución de cada uno de ellos. Kantor es el creador de un marco teórico general, mientras que Skinner es el investigador, diseñador de paradigmas y procedimientos experimentales y sistemas iniciales de definiciones.

 

Aun cuando Kantor antecede históricamente a Skinner, analizaremos primero la aportación de este último, pues de algún modo las limitaciones naturales de sus contribuciones en el desarrollo de la nueva ciencia, señalaron la importancia de las demarcaciones teóricas expuestas inicialmente por Kantor.

 

Skinner, fisiólogo de entrenamiento, entra al campo de la psicología, desfisiologizando la unidad de análisis empleada por Pavlov y propuesta por Watson como elemento conceptual básico: el paradigma del reflejo ESTIMULO-->RESPUESTA. Demuestra que el reflejo, en la propia biología, no es más que la referencia a una covariación de elementos y no una "entidad" neural almacenada. Toma el procedimiento del reflejo condicionado (o mejor dicho condicional) Pavloviano y lo amplia al caso del aprendizaje por ensayo y error estudiado por Thorndike, ahora llamado condicionamiento operante o instrumental. Sin embargo, el paradigma experimental heredado, aun cuando ampliado, posee tres graves limitaciones. La primera, es que conduce a un nivel teórico de explicación lineal (x =f(y)). La segunda es que discretizó, fragmentando en exceso, un fenómeno por naturaleza continuo: la conducta. La tercera, es que al restringirse al caso de la condicionalidad o contingencia (a pesar de que experimentalmente descubrió parámetros más generales), ocasionó problemas teóricos y empíricos todavía por resolver en nuestros días (la necesidad de usar unidades que se afectan así mismas, extrapolaciones de conceptos a niveles de complejidad que rebasan su definición original, contaminación experimental de las variables, indefinición de grupos de variables, etc.). Estos problemas se irán analizando con cuidado en cada caso. No obstante, es importante aclarar que las limitaciones a las que hacemos referencia no son atribuibles a Skinner como persona dedicada a la ciencia, sino que son problemas naturales en el desarrollo de una ciencia en una etapa particular de su historia, muy especialmente en sus inicios, cuando existe más ruido que "señales" para emplear una metáfora.

 

Kantor, es fundamentalmente un teórico, cuya aportación se integra al trabajo de Skinner y otros de manera limitada en un principio. Sin embargo, en el momento actual, la necesidad de revisar los fundamentos de nuestra ciencia para avanzar en el análisis del cada vez mayor y más complejo número de datos y problemas, ha tornado relevante la contribución de Kantor, quien genialmente anticipó en medio siglo, las soluciones teóricas generales requeridas por la psicología. Kantor insistió en las limitaciones del paradigma de condicionamiento para explicar conductas complejas, y en la necesidad de desarrollar una teoría de campo, y no esquemas lineales de explicación. Sistematizó conceptos y definiciones apenas apuntados por Skinner en el contexto de su trabajo experimental: la distinción entre objeto y función de estímulo, los factores disposicionales, la historia del organismo, el medio de contacto, etc. En capítulos posteriores abundaremos sobre estos proble­mas con detalle. Baste decir que, si hubiera que nombrar a las tres columnas sobre las que se erigió la nueva psicología científica, se tendría que hablar de J. B. Watson, J. R. Kantor y B. F. Skinner.

 

Asociacionismo y funcionalismo => empirismo, ambientalismo, etc.

1) LA PSICOLOGÍA CONDUCTISTA (BEHAVIORISMO) O PSICOLOGÍA DEL COMPORTAMIENTO.

El conductismo es una corriente de la psicología moderna, llamada también <behaviorismo>, según la cual el único objeto posible de la psicología científica es la conducta manifiesta, es decir el conjunto de las reacciones del organismo animal o humano observables desde fuera del organismo y verificables intersubjetivamente; trata por tanto, exclusivamente, con hechos observables.

El conductismo nació oficialmente en 1913 con un artículo manifiesto de John.B.Watson, "Psychology as the Behaviorist Views it" (La psicología desde el punto de vista conductista), y en los años sucesivos adquirió gradual importancia hasta dominar casi sin rivales la escena de la psicología experimental estadounidense durante el período 1930-1960.

El manifiesto watsoniano se asocia al positivismo anti-introspeccionista de A.Comte, al mecanicismo de tradición cartesiana de los últimos años del siglo pasado, al asociacionismo británico y a la psicología animal, de tendencia objetivista y, por último, al monismo biologista derivado del evolucionismo darwiniano y filtrado a la psicología a través del funcionalismo, el cual tiene su principal centro difusor en la misma universidad de Chicago que ve nacer el movimiento conductista.

En su manifiesto, Watson propuso sustituir la conciencia, los fenómenos de conciencia que, por definición, escapan a la metodología experimental y cuantitativa, por la conducta observable, que de hecho se reduce a las reacciones musculares y glandulares externas de los organismos vivientes y cuya unidad de medida se identifica con el reflejo, es decir, con el nexo elemental entre el estímulo y la respuesta. De ese modo rechazaba la introspección como método psicológico declarando que no es posible una auto-observación, ni la derivación por analogía, de los presuntos resultados individuales de la introspección, a nivel general.

En los años siguientes, un número cada vez mayor de psicólogos se alineó con el antisubjetivismo watsoniano, pero modificó de forma significativa sus componentes secundarios, dando orígen a una serie de subescuelas conductistas, o neoconductistas, que a menudo polemizaban entre sí. E.B.Holt, A.P.Weiss, K.Lashley, E.C.Tolman, E.R.Guthrie, C.L.Hull y B.F.Skinner son, en orden cronológico, los exponentes más destacados del neoconductismo.

El seguidor más brillante de los principios watsonianos fue Skinner, que retomó su antisubjetivismo, fundándolo en argumentaciones más sofisticadas, y elaboró una <tecnología de la conducta>, que se aleja ya, en los métodos y criterios, del original planteamiento watsoniano.

En el plano técnico-psicológico, los conductistas están mancomunados por el recurso sistemático a la cuantificación de las variables experimentales. Pero sobre todo en el plano de los contenidos de la investigación experimental, están hermanados por el interés casi exclusivo por el aprendizaje, tanto que casi todas las modernas teorías del aprendizaje son de inspiración conductista, (decir <conductista> equivale, de hecho, a decir <estudioso del aprendizaje>). Las teorías del aprendizaje conductistas remiten, a menudo polémicamente, a las tesis anteriormente expresadas por el asociacionismo, y sobre todo, al sistema pavloviano, que a partir de la obra de Watson proporcionó al conductismo numerosos principios, en primer lugar, el concepto clave de <condicionamiento> y su correspondiente experimentación.

Por su interés primordial por el aprendizaje los conductistas restaban importancia a la herencia y hacían hincapié en el medio ambiente como elemento fundamental en la conformación de la conducta.

3) LA PSICOLOGÍA FUNCIONALISTA.

El funcionalismo es una escuela psicológica basada en los principios evolucionistas y que floreció entre finales del siglo pasado y comienzos del actual en EE.UU. Su centro impulsor fue la Universidad de Chicago y sus principales exponentes fueron William James (1842-1919), G.S.Hall, J.McK.Cattell y sobre todo J.Dewey, J.R.Angell, H.Carr y R.Woodworth.

A diferencia del introspeccionismo, vinculado con la tradición de Wundt, el funcionalismo representa una expresión característica de la cultura estadounidense de finales del s. XIX, deseosa de emanciparse con rapidez de sus orígenes europeos. El inspirador del movimiento funcionalista fue W.James, quien en los "Principios de psicología" (1880), se refiere explícitamente a la aplicabilidad en psicología de las teorías evolucionistas de Darwin.

Estas teorías, centradas en las relaciones entre el organismo y medio ambiente, tuvieron una favorable acogida en la realidad social y cultural de los EE.UU de aquella época. Sin embargo, hay que añadir, que en el nacimiento del funcionalismo intervinieron, además del evolucionismo, dos influjos, aunque menos acusados: por un lado, el pragmatismo de Mead y Moore, también de la Universidad de Chicago; y por otro lado, la <psicología del acto> de F.Brentano, conocida como <escuela austriaca> y planteada a partir de 1870 en abierta polémica con el experimentalismo y con el elementalismo, que son característicos de la orientación wundtiana.

Los psicólogos funcionalistas ven en el organismo humano la última fase del proceso evolutivo, tanto desde el punto de vista físico como desde el psíquico. De acuerdo con este enfoque, se reitera de una manera sistematizada las tesis darwinianas formuladas en 1872. Los procesos mentales -ya sean elementales o complejos- son considerados como estrategias de las que se sirve el organismo para sobrevivir, como instrumentos más o menos refinados que le permiten no sucumbir ante un ambiente físico y biológico hostil en la mayoría de los casos.

Para la psicología funcionalista el principal problema ya no consiste en saber <qué son los procesos mentales> (como ocurre en la psicología introspeccionista), sino en determinar <para qué sirven globalmente y cómo funcionan los procesos mentales>. El tradicional dualismo <mente-cuerpo>, que Wundt y los introspeccionistas colocan como cimiento de la psicología, dándole el nombre de <paralelismo psicofísico>, ya no tiene razón de ser porque -en relación con el medio ambiente- la mente y el cuerpo se comportan del mismo modo y constituyen de hecho una unidad imposible de separar. Más allá de sus diferencias aparentemente muy acusadas, por ej. la percepción y la respiración, o bien la memoria y la circulación de la sangre, desempeña una idéntica función de protección del organismo ante el medio ambiente.

De esta manera, los funcionalistas se alejan del plano descriptivo y se coloca a nivel explicativo, iniciando una corriente de tendencia no positivista en la que se apoyará casi toda la psicología contemporánea, con la importante excepción del conductismo watsoniano.

Con respecto a la tradición introspeccionista, los funcionalistas definen en términos absolutamente nuevos los procesos mentales conscientes: en vez de concebirlos como acontecimientos psíquicos puros y no relacionados con el resto del organismo ni con el medio ambiente, los interpretan como la máxima expresión de la adaptación biológica.

La conciencia aparece cada vez que el comportamiento automático se ve obstaculizado por acontecimientos nuevos e imprevistos, que plantean problemas cuya solución no está contenida en el repertorio de la conducta automática (instintiva), sino que es indispensable para la supervivencia del organismo bio-psíquico, a corto o a largo plazo. Cuando ha llevado a cabo su función adaptativa, la conciencia se eclipsa, dejando en su lugar los nuevos automatismos que ha instaurado.

En el plano epistemológico el funcionalismo se plantea como la antítesis del elementalismo introspeccionista, y dentro de esta reivindicación de la prioridad del <todo> respecto de las <partes> o <elementos> constituye un precedente del gestaltismo.

Dewey, defiende la tesis funcionalista fundamental, según la cual el acto reflejo representa un eslabón unitario dentro de una cadena de actos reflejos que sólo podrá descomponerse de manera artificial. De este modo se abandona la tesis elementalista molecularista tradicional, que descomponía el acto reflejo en dos unidades (estímulo-respuesta) recíprocamente independientes.

Por tanto, todas las conductas del organismo viviente constituyen un proceso global, cuyo significado último no hay que buscar en los elementos que lo componen, sino en su relación adaptativa con el medio ambiente.

Bajo éstas premisas los funcionalistas son los primeros psicólogos modernos que se enfrentan de manera concreta a los temas relativos al pensamiento y a la inteligencia humana, si bien se limitan a subrayar en ellos los aspectos adaptativos e instrumentales, mientras que posteriormente el cognitivismo sostendrá que es posible afrontar tal estudio desde una perspectiva más amplia.

Para los psicólogos funcionalistas, una idea, un razonamiento, o una expectativa cognoscitiva pueden tener el mismo valor adaptativo que las funciones periféricas como la sensación, la percepción y el aprendizaje.

En el plano metodológico abrirán la psicología a las aplicaciones socialmente útiles, y contribuirán al <movimiento de los test> que se consolida en EE.UU en la época de la primera guerra mundial.

Con anterioridad al conductismo, el funcionalismo dedica de un modo privilegiado su atención a la conducta animal y sobre todo humana, poniendo de relieve el carácter dinámico de orientabilidad y de adaptabilidad al medio ambiente que tienen dichas conductas. Fue el primer movimiento psicológico importado desde los EE.UU a Europa.

Con posterioridad al primer decenio del s. XX, y coincidiendo con el auge del conductismo, el funcionalismo comienza a decaer, si bien los criterios que le sirven de inspiración han pasado a formar parte de la psicología contemporánea en su conjunto.

Watson y el paradigma estímulo respuesta

En 1913, en su artículo "Psichology as the behaviorist views it", John B. Watson, quien fuera discípulo de importantes funcionalistas norteamericanos, plantea que la conducta como el objeto de estudio de la psicología, situándose con esto en la vereda opuesta quienes adoptaron métodos introspectistas.

La obra de Watson podría describirse en tres etapas que sintetizan en parte, el desarrollo del conductismo:

1. La presentación de la psicología animal o comprada con el status epistemológico de una ciencia con derecho propio, a través de la compilación y sistematización de numerosos trabajos experimentales acumulados al respecto.

2. Los principios de la psicología animal, son extendidos a la psicología humana. Su postulado central es que todas las actividades pueden ser explicadas por quien, considerándolas como una máquina, reconozca en ellas, la respuesta a un estímulo. Todo término que aluda a la “conciencia” es intencionalmente eludido. Corresponde a esta etapa la tesis doctral de Angell de la Universidad de Chicago, en la que se evaluaban las sensaciones de las ratas para resolver problemas a partir de la experiencia. Estos estudios son trascendentes, particularmente porque describen la importancia que el conductismo atribuye a la infancia en el desarrollo del hombre así como el método genético en el estudio de las relaciones humanas.

3. Con la publicación de su obra de divulgación “Behaviorism”, en 1925, Waltson, realiza una compilación de la línea teórica. En ella describe la coexistencia de dos corrientes psicológicas contrapuestas: el introspectivismo (o psicología subjetiva) y el conductismo (o psicología objetiva). Watson califica de pseudociencia al introspectivismo comparando estos métodos con el estudio de la magia y postulando que la mayoría de las personas se veían inclinadas a creer ese tipo de conocimientos como consecuencia de una herencia salvaje en la que se atribuían propiedades fantásticas o espirituales al comportamiento y a los fenómenos naturales.

En efecto, tras la búsqueda de la objetividad, Watson pondrá en duda conceptos como "alma", "espíritu, "mente", "conciencia", considerando a los últimos conceptos como substitutos de los primeros.

Se observa la influencia del positivismo de Augusto Comte y más adelante con los positivistas lógicos, junto con los materialistas franceses e ingleses como Cournot, Lewis y Maudsley, en los intentos de Watson por ubicar a la psicología con el carácter de las ciencias naturales como la física, la química o la biología, para lo que era necesario tanto una revisión del glosario científico ...desterrando todos los términos subjetivos como sensación, percepción, deseo, imagen intención e inclusive pensamiento y emoción según los define el subjetivismo (Watson, 1925)

Efectivamente, el positivismo solo considera como objeto de estudio los fenómenos observables, para lo cual, era necesario definir un objeto observable del que se ocupara la psicología: y Watson definiria así a la conducta como todo lo que hace un organismo (que es perfectamente obserbable y por ende apto para ser estudiado objetivamente).

El paradigma Estímulo-Respuesta

"Entendemos por respuesta todo lo que el animal hace, como volverse hacia o en dirección opuesta a la luz, saltar al oír un sonido, o las actividades mas altamente organizadas, por ejemplo: edificar un rascacielos, dibujar planos, tener familia, escribir libros" (Watson, 1925)

Watson tomará como unidad de análisis, el paradigma estímulo-respuesta (EàR), en donde se entiende por estímulo a cualquier factor externo o cambio en la condición fisiológica del animal y por respuesta, la reacción o conducta frente a tal estímulo. El método empleado será el de las ciencias naturales, es decir la experimentación u observación controlada.

Watson recoge la labor de Pavolv en tanto estudia la existencia de reflejos incondicionados o innatos en los niños, diferenciándolos de los que fueran aprendidos o condicionados, estableciendo así una diferencia entre conducta innata o aprendida, condicionada e incondicionada. Del análisis de Watson se infiere si toda conducta puede llegar a condicionarse, entonces, como con las leyes de cualquier otra ciencia natural, la psicología debería permitir predecir y controlar la conducta.

Sintéticamente, el conductismo de Watson postula:

1. Que el objeto de estudio de la psicología es la conducta observable.

2. Que la conducta es la actividad del organismo en su conjunto.

3. Que tanto las funciones fisiológicas como el comportamiento son actividades de estructuras físicas que como tales, pueden ser estudiadas por los métodos objetivos y rigurosos de las ciencias naturales.

4. Que la introspección por ser método subjetivo, carece de validez científica.

3. Funcionalismo

Para tratar de superar las dificultades del monismo, Hillary Putnam y Jerry Fodor propusieron el funcionalismo según el cual los procesos mentales internos son estados funcionales del organismo cuyo órgano no es necesariamente el cerebro. Así, por ejemplo, el dolor no es un estado físico-químico del cerebro o del sistema nervioso, sino un estado funcional del organismo tomado en su totalidad. De este modo, los fenómenos mentales son estados funcionales del organismo y no es posible conocerlos estudiando procesos parciales en los que están implicados, como los procesos cerebrales.

El funcionalismo presupone que una misma función puede ser desempeñada por sistemas muy distintos, ya que la naturaleza de sus componentes no es esencial para el correcto desempeño de su función. Una cosa es un reloj o un termostato por la función que realiza (dar la hora, desconectar la corriente cuando se alcanza una determinada temperatura) y tanto da el material del que está hecho. Del mismo modo, las creencias y deseos son estados físicos de sistemas físicos que pueden estar hechos de diferentes tipos de materiales. Algo es una creencia o un deseo en virtud de lo que hace y no en virtud de los materiales de los que su sistema está compuesto. No es analizando el sistema sino su función como comprenderemos el proceso.

De este modo, podemos atribuir estados mentales a seres extraterrestres con una estructura fisicoquímica muy diferente a la nuestra y las funciones mentales podrían muy bien ser desempeñadas por un soporte no orgánico, como un ordenador digital. Cualquier sistema puede tener mente a condición de que sea capaz de realizar la función adecuada.

La objeción más importante a la que se enfrenta el funcionalismo es el denominado problema de los qualia (caracteres cualitativos de las sensaciones). Para la teoría funcionalista un estado psicológico es idéntico a un estado funcional; en consecuencia, el estado psicológico de experimentar una determinada cualidad (un matiz de azul, por ejemplo) deberá ser idéntico a cierto estado funcional. Pero puede ocurrir que un mismo estado funcional pueda producir la experiencia de cualidades distintas (de azul, pero también de rojo o verde); en ese caso no habría una correspondencia estricta entre estados mentales y estados funcionales.

Para el positivismo, el único conocimiento admisible es el que procede de los hechos y las relaciones entre los hechos, en el ámbito de la experiencia sensible. El movimiento positivista trata de extender el método de investigación de las ciencias naturales al estudio de la mente humana y la sociedad, partiendo de los hechos comprobables por la experiencia para formular las leyes que los rigen.

El empirismo y el positivismo eliminaron el problema de la relación entre la mente y el cuerpo del único modo que era posible: eliminando la noción cartesiana de sustancia. Abrieron con ello el camino al estudio de los fenómenos mentales utilizando la metodología aplicada a los fenómenos físicos.

Funcionalismo

Los investigadores funcionalistas atendieron sólo al asunto de la evolución del individuo como representación de la especie. Según Jastrow, “la psicología es la ciencia de la función mental”. Esta corriente pretendía albergar áreas hasta la fecha no consideradas en los diversos sistemas psicológicos: la psicología anormal, los tests mentales, etc. Se detectaba en ella una vocación por afrontar problemas concretos y prácticos con mayor intensidad que en otros modelos de investigación.

La paternidad del funcionalismo se encuentra en el pragmatismo norteamericano. Según James, la psicología debe ocuparse de lo que la conciencia hace, y no tanto de su contenido, es decir, de su función. La función más importante de la conciencia es la de elegir, con una clara finalidad: la supervivencia por medio de la adaptación. La conciencia que James concibió no es una tabula rasa que recibe estímulos, sino “un luchador por los fines” que actúa en el ámbito práctico de la experiencia.

Según Angell (su figura más representativa), cualquier sensación está determinada por las exigencias planteadas al organismo por la situación ambiental, es decir, está determinada funcionalmente. Niega un valor fundamental a los posibles contenidos de conciencia. Lo importante es observar las funciones de ésta ya que “en momentos diferentes, distintos contenidos mentales pueden ser llamados a realizar funciones idénticas”. Admite que la concepción subyacente en el funcionalismo es la evolucionista, donde “las estructuras orgánicas y las funciones existen en virtud de la eficacia con que encajan en las condiciones vitales existentes”

8.2 Watson

Watson realiza su estudio remitiéndose a las relaciones entre los acontecimientos del entorno físico (los estímulos) y el comportamiento de los animales y los hombres (sus respuestas o reacciones a estos estímulos). Su análisis se centra en las acciones observables en los organismos. Éstos responden a las solicitaciones de los estímulos ambientales. Mientras que la ciencia de la conciencia (psicología) no era accesible más que por el método introspectivo (Wundt), la psicología dispone de un método objetivo aplicable a datos que son accesibles a muchos observadores objetivos.

El conductismo de Watson defiende el empleo de procedimientos estrictamente experimentales para estudiar el comportamiento observable (la conducta), considerando el entorno como un conjunto de estímulos-respuesta. El enfoque conductista en psicología tiene sus raíces en el asociacionismo de los filósofos ingleses, así como en la escuela de psicología funcionalista y en la teoría darwiniana de la evolución, ya que ambas corrientes hacían hincapié en una concepción del individuo como un organismo que se adapta al medio (o ambiente).

Cuando Watson comenzó sus trabajos la tendencia dominante en la psicología era el estudio de los fenómenos psíquicos internos mediante la introspección (Wundt); pero este método peca de subjetividad. Watson no negaba tajantemente la existencia de los fenómenos psíquicos internos, pero insistía en que tales experiencias no podían ser objeto de estudio científico porque no eran observables. Desde entonces la psicología deberá vincularse, si quiere ser ciencia, a la conducta observable del hombre. Late aquí la influencia de los estudios de Pavlov sobre el aprendizaje de los animales. Watson pretendía construir una psicología verdaderamente científica, para lo que debía utilizar sólo conocimientos objetivos, como los experimentos de laboratorio diseñados para establecer resultados estadísticamente válidos. El enfoque conductista le llevó a formular una teoría psicológica en términos de estímulo-respuesta. Según este tipo de conductismo, todas las formas complejas de comportamiento -emociones, hábitos, e incluso pensamiento y lenguaje- se analizan como cadenas de respuestas simples musculares o glandulares que pueden ser observadas y medidas. Watson sostenía que las reacciones emocionales eran aprendidas del mismo modo que otras cualesquiera. La propuesta de Watson de la conducta observable merced al paradigma de estímulo-respuesta supuso un gran incremento de la actividad investigadora sobre el aprendizaje, no sólo de los animales, sino también de los hombres, sobre todo en los niños.




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Enviado por:Enchanted
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