Arte


Joaquín Sorolla


“JOAQUÍN SOROLLA Y BASTIDA”

(1863-1923)

Sorolla, pintor de luces de las costumbres de una época.

'Joaquín Sorolla'
Joaquín Sorolla y Bastida nació en Valencia, España el 27 de febrero, 1863. Durante la mayoría de su niñez, Sorolla vivió con sus tíos maternos porque a los dos años, se quedó huérfano. Eran sus tíos, que los adoptaron, que alentaron Sorolla a pintar.

Sorolla trabajo para su tío como cerrajero y a la vez, aprendía el arte del dibujo, bajo el escultor Cayteano Capuz. En 1878, a los 15 años, Sorolla entro en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos de Valencia. Es aquí adonde completo su formación como artista. Desde su juventud se interesó también por la pintura al aire libre (en plein air), con la que trataba de captar la luminosidad mediterránea, tanto en la huerta valenciana como en la playa, al igual que hacían por entonces los impresionistas franceses. Su hacer pictórico se caracteriza además, por la constante vocación de innovar. Nunca dejó de investigar nuevas soluciones plásticas: pinceladas largas y anchas, de pintura aguada, pastosa, luces delicadas y sombras muy definidas.

Tres años después, Sorolla viajo al Museo del Prado donde hace copias de Velázquez, Goya, Ribera, y El Greco. En 1884, obtiene sus primeros premios. Gana la medalla del segundo lugar cuando entra su cuadro "El Dos de Mayo", en la Exposición Nacional de Madrid. "El Dos de Mayo" es un cuadro histórico. Con su cuadro, "El Grito del Palleter", obtiene la beca del Pensionado en Roma. Durante los cuatro años que está en Italia, Sorolla pinta temas de la Historia de España, Religión, y los colores locales. También en estos años, conoce a Jules Bastian-Lepage. Lepage, un gran pintor francés del tiempo, tiene una gran influencia en el trabajo de Sorolla. Es Lepage que introduce sus teorías "plenairistas" a Sorolla. El plenairismo es un estilo de arte que describe la vida con todo su color.

En 1888, se casa con Clotilde García de Castillo. En 1900, Sorolla pinta el cuadro, "Después del Baño". Este cuadro marca otro período para Sorolla. Este período es caracterizado por la maturidad. En este punto de su arte, Sorolla se ve como impresionista. En 1910, Sorolla regresa a temas más comunes como el mar y la vida del pescador.

Sorolla fue a numerosas exposiciones donde ganó muchos premios por su arte. Logró un gran éxito en su trabajo gracias a su notable disciplina y tesón. En los años que estuvo ganando premios, Sorolla conoce a Henry Huntington, director de la Sociedad Hispana de Nueva York, en London, 1908. Huntington le da, en 1911, el encargo más importante de su vida. Le ofrece pintar las paredes de la Biblioteca de la Sociedad Hispana. Sorolla decora las paredes, con una serie de paneles, sobre las distintas regiones españoles. Los paneles son entre tres y tres metros y medio de altura. La importancia de estos paneles es que, en ellos, Sorolla ofrece una gran visión de España. Estos paneles no se terminaron hasta 1919. Además de esto, recibió encargos para condecorar algunos palacios que se construyeron en Stgo. de Chile. También realizó retratos de familias chilena, como la de Rafael Errázuriz.

En 1920, Sorolla sufrió un ataque más de hemiplejía que le impide volver a pintar y tres años mas tarde, Sorolla muere en su casa, Coliti de Cercedilla, en Madrid el 10 de agosto 1923.

Opiniones

Estas son las interesantes opiniones de diferentes personas del medio cultural nacional e internacional. Todas ellas, destacan como principal idea, tanto la riqueza expresiva como la novedad que entraña darnos a conocer la obra de un artista de tal importancia y representación.

  • “Sorolla, un aporte a la cultura”

La exposición de Joaquín Sorolla presentada en la Sala de Arte CTC, constituye, probablemente, la mejor síntesis de la obra de uno de los pintores más definitorios de la corriente impresionista española. Compañía de Telecomunicaciones de Chile, CTC, y Compañía SudAmericana de Vapores tienen el honor de ofrecer esta visión de un artista que disfruta de consolidado prestigio en el mundo, como parte de su apoyo a la difusión del arte.

Las obras de Sorolla han atraído a los chilenos desde las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del XX, cuando se conocieron los conceptos que inspiraron sus composiciones y que también influyeron en no pocos artistas, en nuestro país. Se les reconoce, sobre todo, en el legado de Benito Rebolledo Correa, por mencionar a uno de los principales pintores chilenos que descubrieron en la corriente abierta por Joaquín Sorolla un camino para revelar facetas hasta entonces inexploradas de nuestra realidad.

Presentar la obra de Sorolla coincide con la vocación de CTC, en la medida en que entendemos que nuestra condición de empresa de comunicaciones tiene un sentido de integrar a la comunidad con el mundo. Pero también pensamos que debemos trascender nuestra calidad de empresa comprometida con el desarrollo de Chile, contribuyendo con la educación y la cultura que son, finalmente, factores esenciales del verdadero bienestar de todo el país, siendo esta muestra una prueba de lo que entendemos como una auténtica misión de CTC.

Para CTC es motivo de mucha satisfacción comprobar que este aporte de una Sala de Arte en su Edificio Corporativo ha sido plenamente aceptado, como lo demuestra el flujo de miles de visitantes que han llegado desde que inauguramos este espacio abierto a la cultura, la educación y el conocimiento.

Compañía de Telecomunicaciones de Chile, CTC, y la Compañía SudAmericana de Vapores agradecen a la Embajada de España, al Ministerio de Educación y Cultura de España, al Museo Sorolla de Madrid, a la Fundación Sorolla y a la Corporación de Amigos del Museo Nacional de Bellas Artes de Chile, que participaron en nuestra iniciativa para traer al país esta colección de pinturas.

Claudio García Swears

Presidente del Directorio

Compañía de Telecomunicaciones de Chile, CTC

  • Texto Institucional

Presentamos con esta exposición una breve pero contundente selección de la obra del pintor valenciano Joaquín Sorolla y Bastida, figura señera de la pintura española de finales del siglo XIX y comienzos del XX. Artista singular por los diversos tratamientos que utiliza al plasmar la luz, conseguidos a través de diferentes facturas que en cierta forma revolucionan nuestro mundo pictórico del primer tercio del siglo XX.

Aunque se le conozca más por la obra ejecutada en el área del Mediterráneo, Sorolla recorrió numerosas tierras españolas, recogiendo sus paisajes, sus jardines y sus tipos populares. Quizá por ello, el fundador de The Hispanic Society of America de Nueva York le encarga en 1911, para dicha institución, la magna decoración que se conoce bajo el título "La visión de España", obra emblemática de la España de aquellos años, al limitarse el pintor a representar lo que estaban viendo sus propios ojos, sin ningún rigor historicista.

Partiendo del realismo español del siglo XVII, siempre fue un apasionado admirador del arte de Velázquez, Sorolla se transforma en el más representativo pintor español de la luz, al refundir en su obra ese realismo del que parte con los distintos "ismos" de la vanguardia de principios de siglo, fundamentalmente francesa. Connotaciones manchistas, impresionistas, divisionistas, fauvistas y hasta expresionistas son frecuentes en su producción, ya que todo lo experimenta para desarrollar posteriormente lo que cree más afín a su estilo.

Los fondos de esta exposición proceden de las colecciones del Museo Sorolla y de Fundación Museo Sorolla, ambas de Madrid, entidades a las que agradecemos su colaboración y que han hecho posible esta exposición.

Esperanza Aguirre Gil de Biedma

Ministra de Educación y Cultura de España

  • “La Luz de Sorolla”

Toda aproximación a la creatividad de Joaquín Sorolla forzosa y fatalmente ha de referirse a los valores inequívocos, brillantes y con frecuencia enceguecedores de su tratamiento de la luz, de la luz solar en sus más puras exaltaciones, y del talento del creador para incorporarla a la tela e iluminar con ella al espectador.

Sorolla había explorado, antes de su consagración hacia 1890 y, por cierto, de su consolidación diez años después, todos los "ismos" a la sazón vigentes: el realismo a lo Gustave Coubert; el puntillismo a lo Georges Seurat; el impresionismo, más afín con las peculiaridades de Auguste Renoir que con las de Edgar Degas; el post-impresionismo y el divisionismo, con la yuxtaposición de los colores; el fauvismo en algunas variantes de Vlaminck y Derain, e incluso ciertas aproximaciones al expresionismo, a tono con el postulado de Matisse: "la fuerza de la expresión brota de la superficie cromática total".

De estos "ismos", sólo aceptó Sorolla los elementos que más concordaban entonces con su cosmovisión enriquecida con las raíces hispánicas atesoradas en el Museo del Prado, en el que se instaló a los dieciocho años para estudiar y copiar, principalmente, los lienzos de Velázquez. Consciente o no de una realidad incontrovertible, cual era la de la presencia española en la Historia de la Pintura, desde las cuevas de Altamira hasta la consagrada de sus días (y ciertamente de los nuestros), el joven artista debió sentir entonces el imperativo de sublimar la fuerza del paisaje, con las gentes y los elementos que lo integran, dominado por la luz solar, la misma luz que había descubierto no sólo en Velázquez, sino en tantos maestros de antes y después, incluidos Ribera y el Goya de los tapices, amén de sus contemporáneos catalanes modernistas de "Els quatre gats". Con razón ha afirmado el Director del Museo Sorolla de Madrid, don Florencio de Santa Ana, que el pintor se sentía "...heredero del realismo español del siglo XVII".

El deslumbramiento solar mucho tuvo que ver con su tierra y con sus largas estadías en playas y pueblos levantinos, como las transcurridas durante el verano de 1905 en Jávea. Fue este sin duda uno de los períodos que generaron el impulso rapidísimo del pincel, afín con la "Impression, soleil levant" de Monet, generadora del título peyorativo del estilo. Coincidió con la época durante la cual Sorolla sintió con más fuerza el imperativo de detener el transcurso del tiempo, de fijar el instante, desiderata esencial de los impresionistas. El rayo de sol, para él, producía una irisación que pretendía -y lograba- fijar en la tela, a la manera de Monet en las sucesivas versiones de la fachada de la catedral de Rouen. El propio Sorolla aclaró resultados y consecuencias, que bien resumen buena parte de su obra: "Me sería imposible pintar despacio al aire libre. No hay nada inmóvil en lo que nos rodea. Pero aunque todo estuviera petrificado y fijo, bastaría que se moviera el sol, lo que hace de continuo, para dar diverso aspecto a las cosas".

Séame permitido completar estos apuntes con algunas referencias a mi relación visual y afectiva con la obra de este gran pintor. Ante todo, mi deslumbramiento al visitar por vez primera la sala Sorolla de la "Hispanic Society of America". La impresión que muchos años antes me habían producido en Madrid los dos pisos pletóricos de cuadros del Museo Sorolla, muchos de los cuales admiramos en esta exposición que tanto honra a la CTC, a la Compañía SudAmericana de Vapores y a sus organizadores, se repitió en Nueva York, si bien con otros caracteres. El espectáculo afirmó antiguas observaciones que ahora, en Santiago de Chile, reafirmo con indelebles resultados. Quienes saben gozar de la diafanidad del aire que atrae y embelesa a tantos visitantes de la península ibérica, y que Sorolla captó en grado superlativo, están a la vez capacitados para interpretar los valores de la luz interior que los enriquece cuando revierten el espectro solar y nos brindan su blancura prístina reflejada en las bailarinas, en los bañistas y en los múltiples motivos que los rodean. El pintor no sólo trata los cuerpos, los árboles, los edificios, las rocas, sino el aire y la atmósfera que los antecede.

Inolvidable el recuerdo de la gran casona de Martínez Campos en Madrid cercana a la inmarcesible de la Institución Libre de Enseñanza. De ella provienen, repito, los cincuenta y ocho cuadros que ahora enriquecen esta Sala de Arte CTC. El Museo guarda más de cinco mil obras, dibujos (4.530) la mayor parte de ellas, si bien los óleos son asimismo numerosos (1.156), incluyendo apuntes y bocetos. En el catálogo del Museo Sorolla cuentan también veintinueve aguas y once acuarelas. Asombrosa muestra constituyen tantas obras, además de las conservadas en Nueva York en distintos museos y colecciones particulares, de la dedicación de Sorolla a la valoración del paisaje español y de su entorno humano. En cuanto a su real "cautiverio" de la luz, creo que acertó el crítico neoyorkino Brinton al comentar: "Este pintor es de los que han venido al mundo con un rayo de sol dentro del cráneo".

Leopoldo Castedo

Historiado

  • Joaquín Sorolla y Bastida

España, a través de todos los tiempos, ha tenido grandes figuras de la pintura universal. Desde los pintores catalanes, Murillo, Ribera, Velázquez, El Greco, Goya hasta Picasso, Miró y Dalí, los pintores españoles han sido maestros en sus épocas respectivas.

En esta exposición se presentan los cuadros de un gran pintor Valenciano.

Alguien ha escrito que si consideramos a Goya (1746-1828) como el iniciador de la pintura española del siglo XIX, su epílogo debe estar en Joaquín Sorolla y Bastida (1863-1923).

A pesar de su inmenso talento y de haber tenido éxitos en exhibiciones internacionales, su nombre no se ha destacado lo suficiente, a mi juicio, como uno de los grandes maestros de la pintura de todos los tiempos. Tal vez el modernismo, representado entre otras corrientes por el cubismo y el surrealismo, contribuyó a opacar a este notable impresionista español, al cual hoy se le está haciendo justicia.

Para la Compañía SudAmericana de Vapores S.A., que patrocina esta exhibición junto a la Compañía de Telecomunicaciones de Chile S.A., es grato destacar que el mar tuvo gran importancia para Sorolla, en cuya pintura aparecen pescadores, bañistas y barcas. Los reflejos del mar penetran en ellos con gran luminosidad.

Finalmente, termino agradeciendo a todas las personas e instituciones que en España y en Chile hicieron posible esta magnífica exhibición.

Ricardo Claro Valdés

Presidente Compañía SudAmericana de Vapores.

Actividades

Antes que nada, al ingresar al moderno edificio de la CTC, y a la no menos lujosa sala de arte de esta misma institución, en un primer encuentro con el arte, pude apreciar claramente el autorretrato de este gran impresionista español, y al fijarme detenidamente en las facciones de su cara lo pude asimilar en gran medida con el Padre Damián de Molokai. Lo anterior es en lo físico, pero sin duda, en el aspecto sicológico también encontré, especialmente, una, pero impresionante similitud: la constancia y la entrega de estos dos “artistas”; cada uno por su lado, cada uno con su gente, cada uno con sus innovadoras ideas. En fin, estas dos personas fueron un gran aporte a la cultura y a la vida de cada uno de nosotros.

  • Al recorrer la exposición, los cuadros que más me gustaron; ya sea por sus luces y sombras, por sus paisajes, o simplemente, por sus colores; son los siguientes: (todos éstos, pintados con óleos sobre lienzos)

Nadador, Javeá / 1905

Mi Mujer y Mis Hijos / 1898

Patio de San Juan de la Cartuja de Porta Goeli, Valencia / 1896

El Arco Iris, El Pardo / 1907

Estudio de Paisaje / 1913

1. Observar el cuadro “Estudio de Siete Cabezas” (1885).

a)¿Qué es lo primero que sientes cuando lo

miras con detención?

Al mirar este cuadro, lo primero que se me vino a la cabeza fue un sentimiento de desorden, confusión y desacuerdo general. Al haber

tantas cabezas “repartidas” sobre el lienzo, es un poco “mareador” mirarlas todas a la vez, por esto, me preocupe de observarlas detalladamente e individualmente.

b) ¿Te gustó? ¿Lo pondrías en tu pieza?

Me gustan mucho estas ideas innovadoras e originales, pero sinceramente en mi pieza me gustaría tener otro tipo de arte; un arte más moderno que vaya evolucionando al igual que la tecnología actual. Eso es lo que a mí realmente me gusta.

2. En el cuadro “Niños en la playa” (1910).

a) Observar detalladamente los colores y movimientos del mar

El mar es uno de los temas más presentes en la obra del pintor valenciano Joaquín Sorolla. El cuadro “Niños en la playa” (óleo sobre lienzo, Museo del Prado) es un cuadro de género paisajístico que podría encuadrarse dentro del movimiento impresionista. Su dedicación al paisaje levantino, de ambiente costero, siempre con presencia humana, que plasma con un protagonismo absoluto de la luz, que hace vibrar los colores y marca el movimiento de las figuras.

Las líneas trazadas en este cuadro, varían en sus formas; algunas bien notorias como las líneas curvas, y también las líneas horizontales y verticales. Creo que siempre, cada detalle de sus cuadros le dan un “toque” especial, aquí por ejemplo, creo que si el mar estuviera pintado con movimientos más rectos, perdería el cuadro entero esa sutileza tan singular que posee. Esta es una de las obras más alabadas por los comentaristas culturales de todo el mundo, que refleja muy bien su estilo impresionista.

3. En el cuadro “En la playa Biarritz” (1906)

a) Observar las pinceladas del mar agitado. Compararlas con las del cuadro “Helena en a Gala de San Vicente, Mallorca” (1919). ¿Qué puedes decir?

Puedo afirmar que Joaquín Sorolla tiene una fuerte inclinación para pintar paisajes, los cuales me gustan muchos, sobre todos estos; las playas a plena luz del día con un mar a veces tranquilo y a veces agitado. Entre estos dos cuadros existen muchos elementos en común; el mar, las rocas, la arena... Pero sin duda la gran diferencia está posiblemente, en el estado en el cual fue pintado el cuadro. Quizás Sorolla se inspiraba según sus vivencias personales y su estado anímico, o tal vez, tenía un vaivén de situaciones externas que lo hacían pintar de esta hermosa manera.

4. En el cuadro “Clotilde en la Playa” (1890)

a) Fíjate en la transparencia de la blusa de Clotilde ¿Qué sientes al mirar esta belleza?

Siento un agradable estado de tranquilidad, de armonía con el entorno, que se ven reflejados en la postura, en el rostro, en la vestimenta y en los accesorios de Clotilde. Todo esto me hace recordar a los agradables días soleados de veranos donde reina la paz y la tranquilidad (por lo menos aquí en Stgo. en los meses de Enero y Febrero con la ausencia de miles de personas que sufren un atochamiento humano en los balnearios. Ja, ja, ja...)

5. En el cuadro “Monte Ulía San Sebastián” (1917 ó 1918)

a) Observar el punto rojo ¿Sobre qué colores está pintado?

Esta pintado sobre el color verde. Esto, pintado en diferentes tonos que vacilan entre los verdes más claros hasta los verdes más oscuros.

b)Estos dos colores se llaman complementarios ¿Conoces otros?

Los colores complementarios son parejas de colores espectrales puros; si se mezclan aditivamente, producen la misma sensación que la luz blanca. Entre esos pares figuran determinados amarillos y azules, o rojos, verdes azulados.

c) ¿Qué efectos visuales provocan estos colores? En este cuadro específicamente provocan un contraste que hace notar y llevar la vista inmediatamente hacia el punto rojo. Mi opinión, es que provocan un sentimiento específico de frialdad, de paz y de tranquilidad.

6. Observar el cuadro “ Nadador, Javeá” (1905)

a) Imagínate nadando en el mar. ¿Cómo se sentirá este señor?.

Yo, cuando me pongo a nadar en el mar, me siento un poco inseguro y solitario. Creo que este señor también puede sentirse así por que se ve preocupado y aislado.

b) Inventa un cuento sobre este nadador.

En los meses de verano, en la cálida ciudad de La Serena, la Municipalidad de aquella ciudad, había organizado una competencia de natación. A este evento, concurrieron muchas personas, entre ellos, el Pdte. De la República, el fugitivo Paul Schaffer, Bam-Bam Zamorano y su nueva polola; pero además de ellos, había una persona muy interesada en la competencia; era el gran pintor español Joaquín Sorolla. Este señor, desconocido en ese entonces, había venido al evento especialmente para sacar una idea con la cual pintaría su nuevo cuadro. Todo esto relacionado con el mar, uno de sus grandes temas para pintar.

A las 11:30 se dio la partida a la carrera, ésta consistía en llevar a cabo un recorrido en el menor tiempo posible. Luego de unos instantes de expectación general, empezaron a llegar los competidores a la meta, alrededor de 40 en total, pero faltaba uno, alguien muy introvertido, él era Carlos Sepúlveda, alías “el aletas de oro” por su gran potencia en el agua. Era el favorito para adjudicarse el trofeo.

Entre las personas del público, había alguien muy preocupado por el súbito desaparecimiento de este gran nadador; él era el mismísimo Joaquín Sorolla. A éste último le había hablado muy bien de Carlos Sepúlveda, por esto es que había centrado su vista en él pero al percatarse de este percance, decidió acercarse a la costa y con sus anteojos largavistas, enfocar su mirada hacia un punto que flotaba en el agua: ésto era lo que todos ansiaban escuchar, “el aletas de oro” estaba a salvo, claro que, se veía muy preocupado por su repentina soledad ahí en medio del mar. Gracias a este abistamiento, los de la Guardia Costera pudieron rescatarlo a salvo. Al llegar a la orilla, presentaba síntomas de hipotermia por lo que fue debidamente atendido. Al recobrar el conocimiento que había perdido a causa de este gran impacto, se hizo a si mismo la siguiente pregunta ¿Gracias a quién estoy vivo todavía? Los de la Guardia Costera no dudaron en responder: “Fue ese señor de bigotes que está allí en la orilla”. Con sus pasos un poco descordinados,, Carlos se pudo acercar a este extraño señor y agradecerle lo que había hecho por él. No tenía la menor idea de con quién estaba hablando y tampoco, nunca los supo. Terminado este contratiempo, Joaquín Sorolla se dirigió hacia el más cercano avión con rumbo a España y llegó a su país natal sin mayores inconvenientes. Rápidamente se dirigió a su estudio de pintura y se preparó a pintar esta impresionante escena de la cual él había sido uno de los protagonistas. Al cabo de un tiempo, la obra de arte estaba lista; era un hermoso cuadro donde estaba representada la angustia y la desesperación de este nadador. Este, es el mismo cuadro que ha recorrido el mundo a través de cientos de salas de arte, donde, personas como nosotros hemos podido asistir y deleitarnos con su excelente cuadro.

FIN

7. Observa el cuadro “Clotilde en la Playa” (1904)

a) Qué nombre le pondrías tú a este cuadro? ¿Por qué?

Yo le pondría como nombre “Paz en la Playa”. Este cuadro, como lo dije anteriormente me provoca mucho agrado, principalmente porque expande mucha tranquilidad y armonía. Por ejemplo, el mar al estar en alguna medida tranquilo y apaciguado provoca estos mismo sentimientos a todo el cuadro.

8. En el cuadro “Pescadora Valenciana” (1915)

a) ¿Con qué colores está pintada la cara?

La cara de este hermosa muchacha, además de estar muy bien pintada detalladamente, está pintada con colores rojos o naranjos, y uno que otro tono muy suave de café.

b) ¿Qué sentimientos reflejan sus ojos?

Sus ojos representan una fría mirada hacia nosotros los que la observamos, y también se podría decir que nos estaría mirando con mucha atención y concentración. Si alguien que fue a la exposición y la vio de mala gana, enogadamente, se podría decir que esta muchacha con su mirada también proyecta un sentimiento de enojo. Por supuesto que ese no era mi caso. (Ja,ja,ja..)

9. En el cuadro “Patio de San Juan de la Cartuja de Porta Goeli, Valencia”

a) Observar detalladamente las luces y sombras

Las sombras son muy luminosas y de color definido porque en la tela, sobre todo, ha de valorizarse la luz.

El impresionismo francés y la pincelada española de Sorolla tienen algunas semejanzas pero también algunas diferencias. La más ostensible diferencia es precisamente la del fulgor solar en una y otra parte.

En Europa Central y Norte, es bien sabido, el sol es un esporádico e intermitente don de la naturaleza. En cambio, al sur de los Pirineos y de los Alpes es un regalo de Dios del cual, incluso, es conveniente protegerse. Por eso, unos pintaban, cuando estaba despejado, al aire libre, y otros, los españoles como Sorolla, en sus estudios guardando la memoria de los brillantes panoramas exteriores.

En estos cuadros al aire libre, Sorolla expresa toda su grandeza a través de la luz solar. Siempre prefiere el paisaje alegre y luminoso antes del tenebrismo sombrío de algunos contemporáneos suyos como Regoyos, Gutiérrez Solana, Zuloaga y sus antecedentes en Zurbarán, el Goya de los aquelarres y tantos más. A mayor abundamiento, para éstos y para Sorolla la forma fue atributo esencial de la obra; por ello, no tuvieron necesidad de fragmentar tintas y pinceladas para obtener la efervescencia de lo luminocromático y prefirieron las pinceladas largas y extendidas.

Museo Sorolla

Dirección: Pso. General Martínez Campos, 37 28010. Madrid, España

Distrito: Chamberí

Barrio: Almagro

Teléfono: (91) 310 15 84 / 310 17 31

Descripción: instalado en la propia casa del pintor Joaquín Sorolla, donada por su viuda para crear un museo. Rodeada de un pequeño jardín, diseñado por el pintor. Dentro del edificio se conserva la planta principal tal como estuvo en la vida del artista, destacando el antiguo estudio del pintor. El museo posee la mejor colección de Sorolla del mundo y otras de escultura, cerámica, mobiliario y joyería popular, típicos de una casa burguesa del s.XX.

Conclusión

Este pintor español vinculado al impresionismo, hace de él una interpretación personal basada en el protagonismo absoluto de la luz y de la plasmación del movimiento de las figuras. El pintor ve y expresa más en colores que en formas, de donde, entre aquellos, los contornos apenas se perciben; la pincelada prescinde del negro y de las tierras, la luz del sol está presente en forma intensa o sombreada, lo más importante es la fugacidad del sujeto pintado que debe aprehenderse, pero no dejándolo fijo, sino aumentando la sensación de su inestabilidad; prevalece siempre entre los impresionistas el conjunto sobre el detalle y se persigue la sensación de haber dejado la tarea incompleta: para fragmentar texturas y color, se impregna la tela con pincelada corta. Representa la atmósfera que precede a los objetos y las personas. Fue un artista de ingente producción, cuya pintura reflejó fielmente las circunstancias históricas y las contradicciones de un fin de siglo en crisis. Sus contactos con el mundo europeo le permitieron superar pronto valores y temáticas tradicionales para vincularse a los nuevos procesos de creación. La pintura en plein air de los impresionistas influye en su estilo, que, sin el interés científico de los franceses, puede considerarse como 'un realismo a plena luz'. Relevante retratista. Entre sus temas preferidos destaca, no obstante, su dedicación al paisaje levantino, de ambiente costero, siempre con presencia humana, que plasma con un protagonismo absoluto de la luz, que hace vibrar los colores y marca el movimiento de las figuras. Para Sorolla el paisaje no era la realidad misma, por antonomasia, sino “la circunstancia de la vida humana”.




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Enviado por:Infante Middleton
Idioma: castellano
País: Chile

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