Historia


Japón


EL FINAL DEL SHOGUNATO

Se denomina "shogunato" tardío al régimen que se estableció a fines del siglo XVI y permaneció hasta mediados del siglo XIX. Su formación se llevó a cabo tras la toma del poder por Tokugawa Ieyasu (1.542-1616), aunque sus bases habían sido puestas por los períodos de gobierno de Oda Nobunaga y Toyotomi Hideyoshi. Sus características esenciales van a ser: la reunificación del país y la afirmación del papel del shogún; el establecimiento de una estructura social que diferenciase rígidamente los diversos sectores de la población; y la política de aislamiento del exterior. Tokugawa Ieyasu, que había iniciado su carrera como samurai a las órdenes de Nobunaga, sometió las revueltas de daimios, surgidas a la muerte de Hideyoshi para intentar restablecer el orden feudal, y contuvo el descontento de parte del ejército por el fracaso de la expedición de Corea, reforzando su posición de aspirante a detentar el poder absoluto. La familia Tokugawa había ido acrecentando sus propiedades desde un pequeño feudo y a fines del siglo XVI Ieyasu era uno de los grandes daimios. Por ello, le resulta relativamente fácil imponerse a los demás candidatos y conseguir su vasallaje. Los que se resistieron fueron vencidos en 1600 en la batalla de Sekigahara. Esta victoria le permitió la reorganización del territorio, confiscando tierras de los derrotados, que acrecentaron las propias y le dieron posibilidad de premiar a los leales. Para terminar de dar legitimidad a su poder, en 1603 restauró el título de shogún, que heredarán sus descendientes. Los inmediatos sucesores de Tokugawa Ieyasu, su hijo Hidetada (1605-1623) e Iemitsu (1623-1651), continuaron la obra de fortalecimiento del poder central. El descuido de los asuntos de Estado por los siguientes shogún, Ietsuna (1651-1680) y Tsunayoshi (1680-1709), provocaron que a finales de siglo comenzase un nuevo período de turbulencias, debido al malestar causado por el deterioro económico y la política extravagante y caprichosa del último shogún citado. El nuevo sistema político impuesto por los Tokugawa se basaba en el equilibrio de poder entre el shogunato y los daimios (el baku-ban), uno en el centro y los otros en sus provincias. Sin embargo, la balanza siempre estará a favor del shogún, por sus propiedades mucho mayores. El particular sistema de propiedad de los daimios también debilitaba su posición, pues no ocupaban sus propiedades hereditariamente, sino por voluntad del shogún, que decidía en cada caso. En realidad, sólo algunos se mantuvieron durante generaciones en el mismo territorio, accediendo la mayoría a las propiedades mediante un juramento de fidelidad y traspasándose otros lugares, según la ocasión lo requería. Más que señores feudales, los daimios eran funcionarios de carrera, sujetos a los cambios de destino, según las necesidades o las gratificaciones a su lealtad. En 1615 salió a la luz un código que regulaba la conducta de los daimios, tanto privada (matrimonios), como pública (número de fortalezas y hombres armados), haciendo muy difícil la sublevación contra el poder superior. Para evitarlo de forma más efectiva, Tokugawa Ieyasu, siguiendo una costumbre de Hideyoshi, obligó a los daimios a residir en la capital, Edo (Tokyo), seis meses al año si vivían cerca, y un año cada dos si habitaban en la periferia, manteniendo permanentemente allí a una parte de su familia como rehén. Este sistema debilitó económicamente a los daimios, al obligarlos a mantener dos residencias y causarles elevados gastos en viajes. Por otro lado, muchos de estos señores estaban integrados en el gobierno del shogún, de manera que se vieran involucrados en el sistema establecido. Si de esta forma se alejó el peligro que pudiese venir por abajo, también se adoptaron medidas para evitar el de arriba. El nuevo régimen mantendrá en su más alta jefatura al mikado, emperador sólo nominal. Todo el prestigio para él y su familia, pero encerrados en su palacio, vigilados por un gobernador militar en Kyoto, teóricamente intermediario entre el emperador, la Corte y el shogún. El código de 1615 delimitaba claramente las posibilidades de la familia real y sus relaciones con la nobleza, los daimios y la Iglesia budista. En Edo, la capital, se estableció la Administración central, encabezada por dos Consejos. El Consejo de los Ancianos, compuesto por cuatro o seis miembros, tenía autoridad sobre política exterior, fiscalidad, moneda y distribución de tierras. Al Consejo de los Jóvenes pertenecían daimios de categoría inferior. Existían también una serie de cargos administrativos, sometidos al control del Consejo de los Ancianos: el gran chambelán, para la relación entre el shogún y los consejeros; los encargados del protocolo; los magistrados de finanzas; los inspectores generales, para el control sobre los daimios; los defensores del castillo de Edo, y los superintendentes, especializados en temas específicos, como las relaciones con la Iglesia. Entre las primeras medidas tras la unificación se encuentran aquellas que establecen una estructura social jerárquica. Durante la época de las guerras intestinas la movilidad social había sido considerable, siendo la situación propicia para que campesinos o aventureros de espíritu emprendedor se convirtieran en guerreros y, con fortuna, en daimios. De la misma manera, algunos señores derrotados habían caído en la condición de campesinos. Para lograr la estabilidad, Tokugawa Ieyasu consideró esencial separar del resto de la sociedad a los guerreros, únicos que tenían el privilegio de portar armas. Tras ellos seguían, de forma jerarquizada, los campesinos, los artesanos y los comerciantes. En la base del escalafón se encontraba la comunidad discriminada, casta ínfima segregada del resto de la población, que tenía graves limitaciones en las ocupaciones que podían tener y cuyo estatus se heredaba o se adquiría por expulsión de la comunidad campesina. La religión también será utilizada por los Tokugawa para acrecentar su poder, por medio de las creencias de sus súbditos. Las instituciones budistas consiguieron protección a cambio del apoyo al shogún, tan valioso para éste como por ser razón poderosa para alejar a cualquier rival, como la religión católica. Resultado de esta alianza fue la divinización del espíritu de Ieyasu y el establecimiento de una peregrinación para su culto, centralizado en Nikko.

LA REVOLUCION MEIJI

La Restauración Meiji ? describe una cadena de eventos que condujeron a un cambio en la estructura política y social de Japón en el período comprendido de 1866 a 1869, un período de cuatro años que abarca parte del Período Edo (también denominado Shogunato Tokugawa tardío) y el comienzo de la Era Meiji.La restauración Meiji o Bakumatsu no Dran (fin del régimen del Shogun) fue la caída del régimen despótico en el Japón. Este régimen era muy parecido al feudalismo europeo, el emperador (que se creía que descendía de los dioses) no tenía el poder real sino que dependía del daimyo (señor feudal o hacendado de familias importantes) más importante. Este se titulaba "shogun", que es el mayor rango que un daimyo podía obtener. Por eso el régimen político se llamaba Shogunado o bakufu. Ahora bien, Japón hasta 1853 había permanecido aislado del resto del mundo económica y políticamente (excepto para China y Holanda). En esta fecha llega una flota armada estadounidense (al mando del Comodoro Perry) que tenía como propósito demandar un tratado de comercio. Este hecho se conoce también como "Kuro-fune raik" (llegada de los barcos negros). Al no tener Japón una armada para hacerle frente tuvo que aceptar el tratado, evidenciando lo débil que era el país.Esta revolución tuvo una particularidad única en la historia; la misma clase dominante (la aristocracia) fue la que vio la necesidad de cambio y de renunciar a sus derechos especiales. Por eso estaban divididos en dos bandos: los Ishin shishi y los partidarios del shogunado. Los terratenientes (daimyos) que estaban en contra del shogunado lideraron el Ishin shishi. Entre ellos destacan tres dirigentes, el llamado Ishin sanketsu (el triunvirato Ishin), cuyos integrantes eran Toshimichi Ookubo, Takamori Saigo y Kogoro Katsura.Los partidarios del shogunado contaban con diferentes fuerzas para enfrentarse a estos revolucionarios; entre ellos el Shinsengumi (una fuerza paramilitar-policial situada en Kyoto). Para 1867 el movimiento revolucionario había logrado un avance decisivo y el emperador Meiji (que no tenía poder real) dicta la orden de disolver el bakufu (shogunado). Pero el shogun Yoshinobu Tokugawa se resiste a dejar el poder en manos del Ishin shishi y en 1868 se desarrollan cinco batallas más, llamadas las Guerras Boshin, en orden cronológico son estas: Toba-Fushimi, Monte Ueno, Nagoaka, Aizu y Hakodate.Los resultados de las cinco guerras fueron determinantes y el shogun convocó a consejo al ishin Takamori Saigo, en el que estuvo presente el jefe de marina shogunal, Katsu Kaish. El resultado de este consejo fue la rendición del shogunado.Así es como en 1868 comienza la era Meiji (o Restauración Meiji). En ésta quedan abolidos los privilegios especiales de los samurais, se le da a la población la posibilidad de portar apellido (privilegio hasta entonces de la aristocracia, minetras que la gente llevaba el nombre de su profesión, por ejemplo, el capitán de un barco se llamaba "Anjin" -"capitán"-). Estos cambios provocaron la inestabilidad del país en el comienzo de la era Meiji. Hubo muchos levantamientos, pero se puede destacar el de Takamori Saigo, integrante del triunvirato ishin, amigo y compañero de Toshimichi Ookubo. Saigo es derrotado por Ookubo y hecho ejecutar. La era Meiji logró la estabilidad total después de cuatro décadas..

PROGRESO ECONÓMICO

Los orígenes de su brillante economía se remontan a fines del siglo XIX, cuando decidió convertirse en un país industrializado. Hasta mediados del siglo XIX, el Japón mantenía una economía básicamente agrícola. Fue con la llamada Revolución Meiji (i868) que se inició una nueva etapa para este país en el orden político, social, económico, cultural y educativo. Esta revolución marcó la ruptura de la organización feudal anterior y el impulso de la industrialización. El Estado invirtió en empresas industriales; contrató profesionales extranjeros, envió misiones especiales fuera del país para estudiar la organización política y económica de Occidente e impulsó la copia y el mejoramiento de las tareas de producción para luego privatizar parte de las empresas públicas y ponerlas a cargo de japoneses. A medida que la economía se fue modernizando, fueron surgiendo empresarios privados. El Japón supo impedir cualquier intento de dominio colonial; por otra parte, su pobreza en recursos naturales lo hacía un país poco atractivo para las potencias coloniales europeas.

LAS TRANSFORMACIONES SOCIALES

Dinastía Tokugawa, dinastía de sogunes japoneses que gobernaron el país desde 1603 hasta 1867, llamado el periodo Edo por situarse la capital Tokugawa en Edo (actual ciudad de Tokio). Tokugawa Ieyasu inició la línea dinástica al aceptar el título de sogún que le otorgó el emperador en 1603, y los códigos de leyes promulgados en su nombre en 1615 mantuvieron su estructura. La mayoría de los daimio habían jurado lealtad a Ieyasu, y las propiedades Tokugawa, que comprendían una cuarta parte de las tierras de labranza del Japón, le convirtieron en el daimio supremo. La autoridad Tokugawa sobre los demás daimio quedó consolidada al obligarles a dejar a sus mujeres y a sus familias como rehenes permanentes en Edo, y a visitar a los sogunes en la capital cada dos años. A pesar de ser los únicos gobernantes dentro de sus territorios, los daimio poseían sus tierras en calidad de feudos dependientes de los Tokugawa, quienes podían (y de hecho lo hacían) confiscarlos como castigo. Los emperadores vivían rodeados de un lujo en realidad carente de poder en Kioto, sometidos y controlados por los Tokugawa. Para preservar la estabilidad, la sociedad se hallaba formalmente dividida en cuatro clases —samuráis, granjeros, artesanos y comerciantes— y el contacto con el exterior estaba profundamente restringido. Se unificaron pesos, medidas y monedas, se mejoraron las redes de carreteras y se promulgaron detallados códigos legales. La paz Tokugawa y el constante ir y venir de ricos daimio a Edo, supusieron para Japón una prosperidad sin precedentes, convirtiéndola en una de las sociedades comerciales premodernas más sofisticadas del mundo, aunque el consiguiente auge demográfico influyó negativamente en los recursos naturales, lo que dio lugar a agitaciones campesinas. Además, la rígida administración Tokugawa, que rodeó al sogún de ministros y asesores, no permitió dar respuesta a la creciente invasión colonialista. Por último, los radicales defensores del imperio, procedentes de los remotos dominios daimio en la parte occidental del Japón, en desacuerdo con el mando supremo Tokugawa derrocaron a la dinastía durante la Restauración Meiji. El decimoquinto sogún Tokugawa abdicó en 1867 y se convirtió en miembro de la nueva aristocracia Meiji.

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Enviado por:Bianca
Idioma: castellano
País: España

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