Economía
Inversiones españolas en Portugal e Iberoamérica
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN | 2 |
¿QUÉ ES IBEROAMÉRICA? | 3 |
INVERSIÓN ESPAÑOLA EN PORTUGAL | 4 |
Introducción | 4 |
Del Pacto Ibérico a la Comunidad Europea | 4 |
Juntos en Europa | 6 |
Convergencia Irreversible | 7 |
INVERSIÓN ESPAÑOLA EN LATIONOAMÉRICA | 9 |
Realidad latinoamericana | 9 |
Perspectiva histórica de las relaciones entre España y América Latina | 10 |
La década dorada (1990 - 2000) | 12 |
Las posiciones alcanzadas y las situación actual | 18 |
Características de la inversión directa española en América Latina | 19 |
Imagen de la IED española | 21 |
PERSPECTIVAS Y OPINIÓN PERSONAL | 24 |
BIBLIOGRAFÍA | 28 |
INTRODUCCIÓN
La inversión española en Iberoamérica es un tema muy estudiado y sobre el que se han escrito muchos artículos de divulgación y de investigación. El presente ensayo, en su modesta contribución, pretende mostrar al lector una evolución lineal de cómo ha sido esta IED española, tanto en Portugal como en los países latinoamericanos, introduciendo otros factores como es la imagen de dichas inversiones y como perciben los propios latinoamericanos a estas empresas españolas que se han ubicado en aquellos mercados. Junto a todo ello y para finalizar, una somera perspectiva de futuro junto con una humilde opinión personal de qué aspectos pueden y deben mejorarse en el campo de las inversiones.
De manera gráfica seguiremos un orden lógico que da comienzo con una aclaración al término Iberoamérica. Los dos núcleos principales en los que se divide el trabajo son los análisis de las inversiones españolas en Latinoamérica y en Portugal, cada uno con una pequeña introducción histórica y un análisis de cuál es la actualidad en dichos escenarios. El último de los puntos muestra la pequeña aportación personal en forma de opinión personal.
Espero que este ensayo se dé lugar a la crítica y el debate entre todos aquellos que puedan asistir a la exposición oral del trabajo y que la puesta en común de visiones opuestas sea enriquecedora para todos.
¿QUÉ ES IBEROAMÉRICA?
Antes de comenzar con el análisis directo de la cuestión es necesario realizar una breve aclaración sobre el término Iberoamérica. En muchas de las obras técnicas y científicas sobre esta materia así como en la prensa económica especializada y en la prensa de divulgación general se tiende a no distinguir entre los términos Latinoamérica e Iberoamérica. El matiz no es excesivamente grande, pero sin embargo supone que refiriéndonos a uno u otro término las investigaciones que se lleven a cabo tengan diferentes resultados considerando los elementos que forman cada uno de los grupos.
Tratando de buscar una mayor fiabilidad vamos a remitir la especificación de las diferencias entre ambos términos a la Real Academia Española de la lengua. En su diccionario podemos encontrar las siguientes definiciones:
-
Como iberoamericano conocemos a “todo lo perteneciente o relativo a los pueblos de América que antes formaron parte de los reinos de España y Portugal y a España y Portugal”.
-
Por latinoamericano nos referiremos tan sólo al “conjunto de los países de América colonizados por naciones latinas: España, Portugal o Francia”.
Por tanto, aunque pequeña, la diferencia puede tener importantes connotaciones finales. En el caso de este trabajo, dado el título “Inversiones españolas en Iberoamérica”, no podemos referirnos tan sólo a aquellos países que pertenecen al continente americano sin hacer una referencia a las relaciones que mantiene España con su vecino Portugal, ambos miembros de la Unión Europea. Así pues, el presente análisis va tomar la acepción de iberoamericano atendiendo a la definición realizada por los académicos españoles de la lengua para evitar cualquier tipo de malentendido.
Creemos que la diferencia es bastante clara y abogamos por que se conozca y se difunda tanto en el ámbito académico como en la sociedad en general con el fin de que no se produzcan tergiversaciones ni equívocos a la hora de comprender a qué se refieren cada uno de los análisis u opiniones que se realicen.
INVERSIÓN ESPAÑOLA EN PORTUGAL
Introducción
Jean-Albert Birot, el escritor y poeta francés, decía que “el territorio portugués participa del carácter macizo de la península Ibérica, con su dominio de mesetas y costas sin accidentes” y es que Portugal forma junto a España una unidad geográfica. El país tiene una dimensión de 92.391 km2 y cuenta con una población de 10 millones de habitantes. Su única frontera terrestre la comparte a norte y este con España porque a sur y oeste linda con el océano Atlántico.
La estructura de su sociedad es bastante similar a la española y cuenta con una mayoría de católicos que alcanzan un porcentaje del 94%. Es una democracia parlamentaria multipartidista, al igual que en nuestro país, pero su evolución económica ha sido mucho más lenta como demuestra su PIB per capita, de 17.808 dólares americanos frente a los 20.697 españoles. El crecimiento medio de la tasa de dicho PIB entre 1990 y 2002 ha sido igual en ambos países, de 2'5%, pero con una mayor internacionalización de la empresa hispana frente a la lusa.
La relación entre España y Portugal ha vivido diferentes épocas e históricamente hemos llegado a formar parte de un mismo Estado. Desde que Portugal consiguió su independencia de la corona española, reconocida por Felipe IV en 1668, ha vivido siempre de espaldas al resto de la península ibérica, manteniendo algunos contactos con Galicia pero casi siempre unida a los ingleses. Esta tendencia histórica tiene cierto reflejo en las relaciones económicas hoy en día y resulta sin duda interesante para poder comprender el proceso de inversiones españolas en el país vecino y repasar las relaciones de los últimos tiempos entre ambos Estados, marcadas desde 1986 por el ingreso en la Unión Europea. A ella se refería el antiguo primer ministro portugués, Francisco Pinto Balsemão cuando decía que “curiosamente, la verdad es que, a pesar de estar tan próximos, hoy en día los portugueses y los españoles se conocen mal”.
Del Pacto Ibérico a la Comunidad Europea
La trayectoria de las políticas de ambos países en el último siglo puede considerarse paralela puesto que los dos han vivido larguísimas dictaduras que acabaron en un tiempo parejo y que sin embargo dieron lugar a transiciones políticas diferentes, aunque finalmente convergentes. En 1939, año en que finalizaba la guerra civil española, Salazar y Franco, los dos dictadores, firmaban el célebre Pacto Ibérico, Tratado de Amistad y no agresión que iría seguido de protocolos adicionales, entrevistas entre ambos mandatarios e incluso un acuerdo comercial que en 1943 crearía lo que se conocería como Bloque Ibérico, con una finalidad meramente propagandística que no era fiel reflejo de la distancia real que separaba a los dos Estados.
Tras la segunda Guerra Mundial en la que España no participa, se escuchan voces a ambos lados de la frontera que abogan por un `mercado común ibérico' (entre los españoles Ruiz Morales -1946-, Martínez de Bedoya -1947- o Barceló -1948- y, entre otros, el portugués Gonçalves Pereira en su texto Relações económicas luso- espanholas , de 1945). No obstante, las relaciones comerciales continuaban siendo escasas pese a esa aparente proximidad que en su interior recogía un alejamiento real. Los recelos y desconfianzas históricas que los portugueses mantenían en relación con España y que provocó que vivieran durante varios siglos de espaldas al resto de la península Ibérica todavía se mantenían cuando ambas dictaduras se apagan finalmente, en 1974 y 1975 respectivamente.
En este momento los dos países contaban con características comunes que hacían que de cara a Europa se les definiera del mismo modo: una renta per capita relativamente baja (por debajo de los 300 dólares estadounidenses del momento), una reducida productividad del trabajo, trabajadores con una escasa capacitación y especialización, gran peso específico del sector primario en el global de la economía, un atraso tecnológico similar y una importante presencia del Estado tanto en el sector productivo como en el de los servicios.
La economía portuguesa estaba en el momento del final de la dictadura mucho más abierta al exterior que la nuestra. Hacia años que formaba parte de la EFTA, había firmado mucho antes que España acuerdos con el GATT, el BIRD y el FMI y el mantenimiento de sus provincias de ultramar le habían llevado a plantearse la posibilidad de crear un Espaço Económico Portugués o un Mercado Único Portugués que siguiera el ejemplo de la Commonwealth británica antes que pensar en un posible mayor acercamiento al mercado español, a cuyos ciudadanos continuaban tachando de arrogantes y con un marcado sentimiento expansionista (cuando la realidad era que la mayoría de la ciudadanía española desconocía que ocurría más allá de Extremadura).
El objetivo de ambos países es el de pasar a formar parte de la CEE, meta imposible de alcanzar mientras continuaran vigentes ambas dictaduras. Entonces se plantea la posibilidad de dar un impulso a la idea del mercado ibérico como tabla de salvación para ambos y con la intención de mejorar su imagen internacional. El primer presidente portugués tras la revolución del 25 de abril de 1974, el general Antonio de Spínola, no estaba muy convencido de ellos y escribió en su libro Portugal y el Futuro que “una unión más íntima con España abre una vulnerabilidad, dado el desequilibrio demográfico, las diferencias de nivel de actividad y el flujo de los intercambios comerciales que serán decididamente favorables a nuestros vecinos”.
Los años posteriores a la caída de los regímenes de Franco y Salazar, marcados por las transiciones democráticas en los dos países, se definen por el aumento de las relaciones entre ambos. Los intercambios comerciales aumentan gracias a la rápida progresión económica en los primeros 80 y algo parecido ocurre con las inversiones directas de España en Portugal que, de ser inicialmente, en los setenta, de apoyo a sus exportaciones, van afirmando una clara presencia industrial en el país vecino. Portugal alcanza el primer lugar en el destino de las inversiones españolas en el extranjero en vísperas del ingreso en la CEE, alcanzándose en 1984 casi 5.000 millones de pesetas, muy cerca del 10 por cien del total de las inversiones españolas en el exterior.
La entrada en la CEE suponía la pérdida de vigor de aquellos acuerdos bilaterales que habían firmado ambos países en materia de política exterior y de política sectorial, sin embargo, los fondos estructurales que recibirían desde el mismo momento de su ingreso les iban a facilitar la expansión económica. Con el objetivo final de mejorara sus relaciones en el futuro marco de la CEE ambos gobiernos firman en abril de 1985 un Acuerdo general sobre los principios básicos de las relaciones bilaterales en el marco de la adhesión por el que, se suprimían los derechos arancelarios entre ambos territorios, adelantándose a los siete años de periodo transitorio establecido en las negociaciones. De este modo se creaba definitivamente una `zona ibérica de libre comercio' que se anticipaba a la adhesión de España y Portugal como miembros de pleno derecho a la CEE.
Juntos en Europa
La sensación de los portugueses era la de volver a estar en manos de los españoles debido a las ventajas competitivas y de tecnología más avanzada con la que contaban entonces sus vecinos ibéricos. No obstante continuaban creciendo los intercambios y los foros comunes. En 1988 tiene lugar una cumbre luso-española que aprueba un programa transfronterizo que financiarían en un 70% el FEDER y los programas INTERREG para la mejora de las infraestructuras.
En todas las Comunidades Autónomas españolas y las correspondientes regiones vecinas portuguesas han surgido numerosas iniciativas para acentuar las relaciones de todo tipo con Portugal. En especial, entre Galicia y su zona norte. No en vano, entre las 160 regiones europeas, Galicia ocupaba en 1993 el puesto 142 y Portugal (salvo Lisboa) el 155. Desde la entrada de ambos países en la UE, el comercio exterior Galicia-Portugal había pasado de importar Galicia de Portugal por valor de 7,9 mil millones de pesetas en 1986 a hacerlo por 82,2 en 1998; y de exportar a este país por valor de 14,1 mil millones a hacerlo por 177,2 en los citados años.
Peses a estos números, la integración entre las regiones fronterizas de ambos países está siendo lenta y todavía necesita para su implementación de actuaciones provenientes de los gobiernos centrales de Madrid y Lisboa. Las mejoras económicas han permitido una reducción de las diferencias y una mejora de las estructuras pero algunas de las mejoras que deben equiparar a todas estas regiones con otras de centro Europa todavía están por llegar. Los intercambios comerciales continúan aumentando y del mismo modo la presencia española en Portugal, que continúa sin tener una buena imagen. Esta aparición de empresas españolas se interpreta con tintes históricos como una nueva invasión, una especie de nueva colonización, pero en esta ocasión de tipo económico.
El transcurso de los años en el seno de la Unión Europea y la mejora de las relaciones ha permitido un espectacular incremente tanto de las inversiones como de los intercambios comerciales entre ambos países. A finales de 2002 el balance de penetración española era impresionante. Alrededor de más de 2.500 empresas españolas tenían presencia en Portugal: los principales grupos bancarios (BSCH, BBVA, Sabadell, Popular y la Caixa), las mayores constructoras (Fomento de Construcciones y Contratas, Dragados, Ferrovial o Acciona), el sector textil con la gallega Zara a la cabeza, y grupos de alimentación (Campofrío), suministros para automóviles (Gestamp), energía, franquicia, inmobiliario y grandes superficies a las que se sumaría Mercadona. Tampoco se pueden olvidar otras importantes como Repsol, CEPSA, Torras, ENDESA, Telefónica, Altadis, Meliá, etc. Las inversiones netas ascendieron en 2002 a 748 millones de euros.
Los datos de los intercambios comerciales son también dignos de un pequeño comentario. España, según datos de 2002, exportó a Portugal por un valor de 13.559 millones de euros, abarcando una cuota final de mercado de un 34%. Y es que nuestro país es el primer proveedor de los portugueses, con un 29% sobre el total de las importaciones que realizan muy por delante de otros socios comunitarios como Alemania o Francia. También somos el primer destino de las exportaciones portuguesas por delante de los mismos países europeos. En cualquier caso la balanza no es beneficiaria.
EVOLUCIÓN DE LOS INTERCAMBIOS COMERCIALES ENTRES ESPAÑA Y PORTUGAL
X | M | |||
1985 | 2001 | 1985 | 2001 | |
España | 2,2 | 10 | 0,8 | 2,7 |
Portugal | 4,1 | 23,3 | 7,4 | 35,7 |
Fuente: Chislett, William; The Internationalization of the Spanish Economy; Madrid, 2002; p 146
Convergencia irreversible
La revista Economía Exterior dedicaba en 1999 su número 10 a un monográfico sobre las relaciones entre España y Portugal que titulaba de esta manera. Contemplando las relaciones de los últimos años y los actos que se han celebrado entre sus principales mandatarios y los acuerdos a los que se han llegado podemos llegar a una conclusión, la misión de estos países no es tan sólo la de mantener un comercio y un nivel de inversiones más que aceptable, sino la de ir acercándose poco a poco y permitir que se vayan cerrando las heridas históricas que no han permitido en muchas ocasiones unas mejores relaciones.
En los últimos años destacan los siguientes acontecimientos en todos los ámbitos. En primer lugar las relaciones entre los máximos mandatarios, que se mejoraron considerablemente durante los años de los dos gobiernos de Aznar en los que éste se vería con asiduidad con Guterres y con Durão Barroso. Por el momento Rodríguez Zapatero tan sólo ha podido encontrarse en una ocasión con el primer ministro portugués, Santana Lópes, que ha dimitido recientemente, en el marco de la XX cumbre hispano lusa en Santiago de Compostela donde se ha acordado la entrada en vigor del mercado ibérico de la energía. De gran importancia fue también la exposición universal de Lisboa, en la que España participó con mucha ilusión. En el mismo año, 1998, se produjo la importante cumbre en Vilamoura en la que Guterres y Aznar trataron temas de tanta importancia como los acuerdos sobre los caudales mínimos y los aprovechamientos de los cursos fluviales fronterizos o las comunicaciones interestatales. Guterres, entonces primer ministro, dijo de esta reunión que fue “las más importante y productiva desde nuestras transiciones hace 25 años”.
Ha existido el consenso respecto a la construcción de importantes obras de infraestructura como la autopista que desde 1999 pone la capital española, Madrid, con la portuguesa, Lisboa, al alcance de los automovilistas en menos de cinco horas. También se ha construido un puente entre las ciudades de Elvas y Olivenza, teniendo esta última un importante significado para los portugueses. En discusión continúa el trazado del tren de alta velocidad que deberá unir Madrid con Lisboa, aunque se han propuesto nuevos trazados en un plazo de tiempo mucho mayor.
Las buenas relaciones entre españoles y portugueses han renacido como se puede comprobar al observar las declaraciones del Secretario de Estado para Asuntos Europeos del Gobierno portugués, Francisco Seixas da Costa, que ha reconocido que “el éxito fulgurante de España en el mercado portugués consagra una economía pujante hacia un país deliberadamente abierto como es el Portugal de hoy”. Enfatizaba también que “para Portugal, una España fuerte y capaz de representar correctamente sus intereses, constituye un escenario deseable”, y propone trabajar juntos y “extraer de las sumas del peso relativo de España y de Portugal en la Unión los beneficios para una preservación de los intereses que nos son comunes”.
La relación comercial y de inversión entre ambos Estados ha ido cada día en aumento. La mayor cuantía de las inversiones y de las exportaciones españolas en Portugal se enmarca en el escenario común de la Unión Europea y en un mundo y unas economías cada vez más globalizadas. La estructura de las IED en Portugal es muy similar a la de otros países cercanos, es decir, que las recibe de parte de sus vecinos y entre ellos destaca España. Para el empresario español Portugal no supone un riesgo mucho mayor que el de invertir en su propio territorio nacional más allá de los problemas culturales y de reticencias históricas que pueda encontrar y de las que ya hemos hablado. El intercambio de estas características va a beneficiar a ambas economías a corto y largo plazo porque mejorará su organización empresarial y la cualificación de su capital humano, que deberá de adecuarse a un mercado mucho más competitivo. Finalmente, la IED española y de otras procedencias en Portugal permitirá al país crecer con mayor rapidez y acabar convirtiéndose él mismo en inversor, tal vez de un modo similar al español, aprovechando las posibilidades que le ofrecen la cantidad de países de lusófonos que existen en el mundo.
INVERSIÓN ESPAÑOLA EN LATINOAMÉRICA
Realidad latinoamericana
Todavía hoy, en España, existe una imagen de Latinoamérica que no está de acuerdo con la realidad. En nuestro país seguimos creyendo que Latinoamérica es un todo, un conjunto homogéneo que no se diferencia a lo largo de toda su extensión, sin embargo, este enorme territorio es extraordinariamente rico en contrastes y semejanzas; las razas es un claro ejemplo de ello. En muchos casos, desde Europa, se concibe Latinoamérica como un conjunto de población tan sólo formado por blancos descendientes de europeos e indios originarios; todo bien alejado de la realidad. Existe una fuerte mezcla de razas en todos los países junto con la existencia de la raza negra, descendiente de los esclavos africanos y que también interrelacionó con el resto de grupos raciales. En muchas ocasiones creemos igualmente en la existencia de dos únicas lenguas utilizadas en todo el continente, lo que no es en absoluto cierto. Existen innumerables lenguas indígenas que continúan utilizándose, aunque en la mayoría de las ocasiones en el ámbito familiar, no obstante, no podemos olvidar que existen países, como Paraguay (además del español cuenta con el guaraní como lengua oficial, muchos más extendida entre la población), Perú (quechua o aimara) o Bolivia (una conjunción de las tres anteriores) donde otras lenguas se utilizan incluso en las negociaciones empresariales. En lo que sí son similares los Estados de esta región es en su sistema político. Debido a la influencia de los Estados Unidos tras sus respectivas independencias, en el siglo XIX, todos ellos adoptaron repúblicas presidencialistas como regímenes de gobierno, sin embargo, de lo que nunca llegó a empaparse la sociedad latinoamericana fue del sentimiento de democracia. Incluso hoy en día es fácil comprobar como los latinoamericanos no confían en sus políticos ni en sus sistemas como ocurre en Europa o en Estados Unidos.
Una característica peculiar muy especial de Latinoamérica y que en múltiples ocasiones se olvida desde Europa es la realidad de su orografía. Toda la región está bañada por dos océanos, el Atlántico y el Pacífico. Este hecho le proporciona posibilidades de apertura que en ocasiones no consideramos. Latinoamérica no depende tan sólo de Europa puesto que su salida hacia el Pacífico le permite negociar con las potencias comerciales del lejano Oriente (China, Japón y Corea del Sur), del sureste asiático (Taiwán, Hong-Kong y Singapur) y de Oceanía (Australia).
Existen del mismo modo algunos términos que se pueden aplicar a toda Latinoamérica pese a la diversidad de su población y territorios. Golpes militares, guerrillas izquierdistas, populismo político, caciquismo, intervención de los Estados Unidos, etc.
DATOS DEMOGRÁFICOS Y GEOGRÁFICOS DE LOS PRINCIPALES TERRITORIOS LATINOAMERICANOS
Miles de km2 | % región | Miles de habitantes | Densidad (hab./km2) | Crecimiento 2000-2010 (%) Estimación | Población urbana (% población) | |
México | 1973 | 9,1 | 100.922 | 51,2 | 14,6 | 75 |
Argentina | 1.099 | 6,2 | 8.697 | 7,9 | 17 | 63 |
Brasil | 8.512 | 48 | 174.485 | 20,5 | 8,1 | 82 |
Chile | 757 | 4,3 | 15.579 | 20,6 | 10,4 | 86 |
Venezuela | 912 | 5,1 | 25.093 | 27,5 | 15,3 | 87 |
Colombia | 1.139 | 6,4 | 43.745 | 38,4 | 16,2 | 76 |
Ecuador | 284 | 1,6 | 13.112 | 46,2 | 20,1 | 64 |
Salvador | 21 | 2,8 | 6.524 | 310,1 | 19,1 | 62 |
Panamá | 78 | 10,4 | 2.940 | 37,6 | 12,2 | 57 |
AMÉRICA DEL SUR | 17.720 100 | 100 | 356.793 | 20,1 | 11,6 | 80 |
TOTAL AMÉRICA * | 40.047 | 851.052 | 21,3 | 11,3 | 77 |
Fuente: ICEX e ICEI.; Claves de la Economía Mundial; Madrid, 2004
*Teniendo en cuenta a Estados Unidos y Canadá
Perspectiva histórica de las relaciones entre España y América Latina
Las relaciones, tanto políticas como económicas, de España con América Latina no se definen únicamente mediante las inversiones de los últimos 15 años. La relación entre nuestro país y esta región del continente americano es mucho más extensa en el tiempo y prolífica en diversidad y actitudes. España es el principal colonizador de este territorio tras su descubrimiento por Cristóbal Colón en 1492 representando a los Reyes Católicos y a la Corona de Castilla. No obstante, la fecha a partir de la cual podemos hablar de Iberoamérica no es la del 12 de octubre de 1492, sino la del 7 de junio de 1494, momento en el cual se firma el tratado de Tordesillas entre Castilla y el reino de Portugal. No se trata tan sólo de una `raya de partición del mar', va mucho más allá de la definición de los límites de las futuras zonas de influencia de las dos potencias marítimas y colonizadoras de los siglos XV y XVI con la ayuda del papado. Se trata de una delimitación de los nuevos mercados en el estricto sentido comercial e inversor de la época, delimitación que, gracias a los lazos históricos y culturales, todavía hoy en día y con adaptación lógica a nuestro tiempo continúa manteniéndose.
La relación entre Latinoamérica y España o Portugal, según los casos, será fluida hasta el siglo XIX. Durante todo este tiempo la corona española sabe aprovecharse de los recursos naturales de toda la región, invirtiendo en infraestructuras mineras y de transporte que acabarán con las materias primas en el continente europeo para poder financiar en la mayoría de los casos las contiendas bélicas de los reyes españoles. España dota al territorio del `nuevo mundo' de una organización administrativa, en ocasiones creada ex profeso y en otras fiel reflejo de la que se seguía en el territorio ibérico. La estructura comercial tenía dos sentidos durante todo este periodo de tiempo, sin embargo las inversiones sólo seguían el curso desde la península ibérica hacia Latinoamérica. Todo ello va a cambiar a partir del siglo XIX. Siglos después de la conquista y muchas generaciones más adelante, generaciones que ya no sentían ningún tipo de lazo afectivo con el territorio metropolitano, aparecen movimientos independentistas que sabrán aprovechar el debilitamiento de España con la guerra de independencia (1808-1812) y la inestabilidad política del siglo XIX español para buscar la independencia de sus países. Todos ellos van consiguiendo su objetivo y este periodo convulso para los españoles finalizará con la tragedia de 1898 y la pérdida de Cuba, Puerto Rico, Filipinas y Guam.
Pese a que el último siglo de Latinoamérica viene motivado por otras variables diferentes a la española o ibérica, existen ciertos aspectos que todavía perduran y que tienen su origen en esta influencia de tantos siglos: el idioma y la cultura. Hemos podido comprobar que Latinoamérica se define, contra las falsas imágenes que de ella tenemos en Europa, por la heterogeneidad, sin embargo, en todos los países que la conforman resta el estrato cultural y lingüístico español (en el caso de Brasil, el portugués)
A lo largo de la gran mayoría del siglo XX España permaneció aislada en su territorio y perdió todo contacto con la realidad inversora en Latinoamérica. El golpe de 1898 fue muy grande y la situación interna del país no permitió una coyuntura favorable que permitiera una reintroducción económica de España en la región. Antes de la primera Guerra Mundial fue Inglaterra la que copó el primer puesto en el ranking de inversores. Controlaba muchos puertos en Argentina y Brasil y los medios de transporte (en su mayoría ferroviarios), entre éstos centros navieros y los centros de producción o de extracción de materias primas, también en ocasiones en manos británicas. Estados Unidos, que se convierte en potencia colonial gracias a la victoria en la guerra con los españoles en los últimos años del siglo XIX, comienza a invertir en sus vecinos del sur a partir de ese instante, sin embargo, la gran crisis del 29 le obligará a retirar la mayoría de sus inversiones, en muchos casos relacionadas con la industria manufacturera, a la espera de una coyuntura más favorable. Esta coyuntura surgirá tras el final de la segunda Guerra Mundial, cuando Europa está en plena reconstrucción después del conflicto que ha devastado su territorio en todos los sentidos. De esta manera consiguen los estadounidenses desbancar a los británicos y ser el primer inversor en la región. Sus inversiones irán dirigidas de nuevo al sector manufacturero (química, maquinaria, alimentación) y también a la explotación de recursos naturales en la minería y los hidrocarburos.
España no reaparece en los mercados latinoamericanos hasta los años 70 del pasado siglo y lo hace de manera bastante superficial. España ha vivido una época de aislamiento internacional en lo político y en lo económico y el despegue que comienza a experimentar su mercado interno le permite trasladar ciertos flujos de capital a mercados exteriores, como es el caso del latinoamericano. Sin embargo, su incidencia real no supera el 0'3% del total. Ya entonces nuestra inversión se dirigía en un 75% a los sectores comercial y financiero, apartándonos de sectores que otras inversiones extranjeras -estadounidenses, británicas o francesas- ya copaban, como era el caso del manufacturero.
El hecho que realmente va a condicionar la realidad de la inversión española en Latinoamérica será el que se conoce como `década perdida'. Este periodo de tiempo comienza con la crisis de la deuda externa y la suspensión de pagos a la que México llega ante la imposibilidad de abonar sus deudas. Esta crisis se extendió por toda Latinoamérica a través del llamado efecto tequila y tiene sus últimas manifestaciones con la crisis del real brasileño en 1999 y la crisis argentina y el corralito de 2001, influidas también por la crisis del sureste asiático. En 1986 España, tras unas duras negociaciones que serán la principal prioridad de los primeros gobiernos democráticos en España, se adhiere a la Comunidad Económica Europea. Las IED que se habían mantenido en unas cifras mínimas a través de las actividades financieras renacen gracias a las nuevas oleadas de capital con origen en la mejoría económica que vive el país a través de la llegada de los fondos europeos. La competencia se hace cada vez más dura en el mercado interno español, donde también acuden inversiones extranjeras y ello permite que bancos y empresas dirijan sus miradas a Latinoamérica ahora que no cuentan con las diferentes restricciones que no les habían permitido hacerlo con anterioridad.
No fue, sin embargo, Latinoamérica el principal destino de nuestras inversiones tras la adhesión comunitaria. Fue a este mercado, el europeo, que se liberalizaba gradualmente en mayor medida en busca del mercado único, el que facilitaba en todos los sentidos las inversiones españolas. Pero las grandes empresas encontraron la necesidad de reposicionarse en ambientes más competitivos para ellas y de las que pudieran obtener un beneficio mayor. Este lugar era sin dudas en aquel momento el mercado latinoamericano.
Como cuenta William Chislett en su libro sobre la IED española en América Latina fueron las de Telefónica las primeras grandes inversiones en el continente, en Chile y Argentina en 1991. A esta nueva etapa se la va a conocer como la `época dorada' en contraposición a la `década perdida' a la cual ya nos hemos referido anteriormente.
La década dorada (1990 - 2000)
La decisión de dirigir el grueso de las IED españolas ha Latinoamérica no ha sido tan sencilla como en un principio pueda parecer. Son muchos los factores que influyen en este tipo de decisiones más allá de los lazos culturales y lingüísticos existentes. Comprobemos cuáles pueden ser y cuáles han sido en realidad los españoles.
Las principales razones para instalarse en el exterior son la voluntad de diversificar mercados y la saturación del mercado nacional. Esto pone de relieve que la inversión exterior responde a un planteamiento estratégico. La empresa interesada en establecerse en el extranjero se regirá por diversos criterios para ubicar el país receptor de la inversión prevista. En primer lugar, estarán los intereses comerciales y de negocio previsibles tanto en forma de facturación adicional como en posible reducción de costes de producción.
Para decidirse por un país u otro, también contaran una serie de factores ajenos a la influencia de la empresa como son:
ð Entorno
ð Estabilidad política y económica
ð Participación activa de la población y preparación de la mano de obra
ð Inversión en recursos humanos
ð Gestión pública adecuada y eficiente
ð Confianza en los mecanismos de mercado del país en cuestión
ð Atención al medio ambiente
ð Sector privado dinámico
ð Ausencia de corrupción.
En los últimos años la liberación, privatización y reforma fiscal son expresiones que están generando un gran número de nuevas oportunidades para las inversiones extranjeras. Parece que las actividades que generan valor añadido se extienden por el mundo en busca de mayor beneficio y productividad, jugando la empresa, y no el Estado, el papel fundamental. Las empresas no quieren oír hablar de largos procedimientos burocráticos, prefieren la transparencia, la objetividad y las prácticas económicas liberales, tanto en la toma de decisiones como en su aplicación, huyendo de los cambios continuos de las reglas del juego y, por supuesto, de la corrupción.
En los últimos años se observa que la inversión internacional se dirige cada vez mas a los países menos desarrollados, en detrimento de los países desarrollados. Este proceso se ha visto respaldado por la decisión de la mayoría de los países en desarrollo de apostar decididamente por la liberalización de sus regímenes de inversiones y, en general, de proceder a una apertura de sus mercados de trabajo y capital. Todo ello ha provocado que la tasa de crecimiento del comercio internacional y la inversión en el extranjero hayan crecido de forma espectacular, a la que España no ha sido ajena.
Las inversiones pueden ser directas, en carteras, en inmuebles u otras. Aquí se reflejan exclusivamente las directas, que son:
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La participación en sociedades extranjeras que permita al inversor la influencia efectiva o el control de la sociedad, o como mínimo la compra del 10% del capital de la sociedad.
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La constitución y ampliación de sucursales y establecimientos o su adquisición.
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La concesión a sociedades extrajeras de prestamos cuya vida media ponderada sea superior a cinco años, con el fin de establecer o mantener vínculos económicos duraderos.
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Las inversiones realizadas por sociedades extranjeras que se encuentren participadas en más de un 50% por residentes en España o por sucursales y establecimientos en el exterior de empresas españolas.
El destino de las inversiones directas españolas se dirige cada vez más hacia los países en vías de desarrollo, en especial hacia Latinoamérica, como ya hemos podido comprobar.
Para poder saber cuál de todos estos factores es el que realmente ha influido en la decisión final de invertir en Latinoamérica contamos con un estudio realizado por el ICEX a encargo del Banco Interamericano de Desarrollo.
FACTORES QUE INFLUYEN EN LA DECISIÓN DE INVERTIR EN AMÉRICA LATINA EN LOS EMPRESARIOS ESPAÑOLES
Tamaño del Mercado 81% Expectativas de crecimiento 89% Mejoras en el funcionamiento de los sectores 89% Pertenencia a una zona o grupo de integración 47% Estabilidad macroeconómica 72% Estabilidad política y social 69% Legislación sobre IED 67% Ayudas e incentivos fiscales 40% Bajos costes laborales 50% Disponibilidad de mano de obra cualificada 43% Calidad de las infraestructuras 39% Disponibilidad de materias primas 23% Potencial de producción agraria 13% |
Fuente: Chislett, William; La inversión española directa en América Latina: retos y oportunidades; Madrid; 2003; p. 38
Las razones de por qué América Latina se constituye como centro casi exclusivo de los flujos de capital español, son muy variadas, y unas y otras están fuertemente entrelazadas. Sin duda, un determinante esencial lo constituye la ventaja competitiva derivada de una comunidad cultural compartida fruto del idioma, el impagable recurso que cobra cada vez más valor económico, que permite transitar en un mercado de 450 millones de personas, permitiendo a su vez adaptar con rapidez productos, tecnología y modalidades de gestión.
Otro de los grandes determinantes de la opción estratégica latinoamericana y que no ha perdido fuerza en ninguno de estos años es su calificativo como región emergente. El potencial de su fuerte desarrollo poblacional que hemos comprobado con los datos demográficos es una solución al embudo demográfico que sufre nuestro país. A este enorme crecimiento de la población, hay que añadirle el aumento de los stocks de capital y de productividad, cuyos índices, actualmente están en niveles muy bajos, lo cual permite obtener grandes mejoras. La posibilidad de concluir exitosamente reformas estructurales futuras, es, indudablemente, un incentivo inversor muy destacado, así como las perspectivas generales de crecimiento, durante los próximos años.
CRECIMIENTO MEDIO INTERANUAL LATINOMERICANO (1994 - 2004)
Fuente: BBVA; Latinwatch 2004.
También, encontramos un factor determinante que presionaba cada vez más, en el alto grado de maduración de sectores españoles tales como el bancario o el de las telecomunicaciones. Este factor perseguía en los mercados exteriores, impulsar rápidamente las ventas con el fin de compensar el saturado mercado nacional, ligado a la necesidad de alcanzar el tamaño suficiente que garantizase su supervivencia en los mercados que cada día se tornaban más competitivos. Por consiguiente, el mercado latinoamericano no representa únicamente una válvula de escape, sino una estructura necesaria para el desarrollo empresarial dentro y fuera de las fronteras, y como en toda inversión internacional, la posibilidad de construir estructuras empresariales diversificadas geográficamente.
Por último el factor económico, que podemos dividir en dos: la liberalización y la privatización, que han abierto multitud de sectores de la economía latinoamericana, hasta ahora fuertemente restringidos, al mercado global; sectores que necesitan un importante flujo de capital extranjero que les ayude a desarrollar la infraestructura de toda la región.
España ha sido durante los últimos diez años un inversor de primera línea en Latinoamérica, llegando a superar la de Estados Unidos, mérito importante teniendo en cuenta que pese a situarse entre la octava y la undécima economía mundial, la española continúa siendo quince veces menor que la estadounidense. Una vez hemos podido comprobar cuáles han sido los motivos que realmente han conducido a los españoles a invertir en Latinoamérica, debemos comprender cuál ha sido la evolución de estas inversiones. De manera gráfica podemos comprobar dicha evolución a través del gráfico que proponen Edmund Amann y Ziga Bodusek en su estudio para el Banco Interamericano de Desarrollo y que recoge William Chislett en su libro sobre la IED española en la región latinoamericana:
EVOLUCIÓN DE LAS IED ESPAÑOLAS EN AMÉRICA LATINA (1990 - 2002)
Fuente: Edmund Amann y Ziga Bodusek; Foreign Direct Investment in Latinamerica, the role of European Investors; IADB, 2001 y Chislett, William; La inversión española directa en América Latina: retos y oportunidades; Madrid; 2003; p. 21
El importante despliegue inversor se produce a principios de los años noventa, cuando la inversión directa en España tanto la recibida como la realizada, no alcanzaba el 3% del PIB, mientras que a finales, estos flujos representaron casi el 10% del PIB. El año 1992 trajo consigo, además de las olimpiadas de Barcelona y la Exposición Universal de Sevilla, una importante crisis y recesión económica que se amplió al año siguiente, pero una vez superada crecieron sin cesar los flujos de inversión directa emitida. Tal fue la tendencia que en 1997 ya superaban nuestras inversiones exteriores las recibidas en el país, convirtiéndonos de ese modo en un país netamente inversor. Incluso el año siguiente conseguimos por primera vez superar el nivel de inversión de Estados Unidos con un total de 10.100 millones de dólares estadounidenses. Nuestras inversiones eran mucho menores durante los años 80, como hemos apuntado, y no tuvo por tanto tanta repercusión la `década pérdida' en nuestra economía. Los inversores españoles supieron aprovechar la coyuntura que ofrecía el final de esta década para comenzar a invertir y ocupar el mercado que en cierta medida dejaban tras de sí muchas inversiones fallidas de los estadounidenses. De nuevo, en 1999, volvemos a superar la cifra estadounidense llegando a los 20.500 millones de dólares frente a los 20.000 de la potencia norteamericana.
AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE: FLUJOS DE INVERSIÓN EXTRANJERA DIRECTA, POR ORIGEN, 1990-2000
(En millones de dólares)
Fuente: CEPAL sobre la base de información de la Oficina de Estadística de las Comunidades Europeas (EUROSTAT) y la Oficina de Análisis Económico del Departamento de Comercio de los Estados Unidos.
Las posiciones alcanzadas y la situación actual
Muy interesante resulta la comprobación de que estas grandes inversiones han modificado la estructura de algunos de los sectores económicos más importantes de los principales países de Latinoamérica: telecomunicaciones, energía eléctrica, gas, servicios financieros, hidrocarburos; en ellos las compañías españolas han alcanzado el liderazgo y con ello han variado de forma considerable y definitiva la forma, la calidad y el precio de los productos surgidos de dichas actividades. Como hemos señalado anteriormente, fue la masiva y rápida introducción de empresas españolas la que modificó las estrategias de sus competidores (tanto nacionales como extranjeros) y sobre todo modificó la percepción de los consumidores locales en cuanto a sus costumbres en ciertos aspectos como domiciliación de recibos, cobro de nómina, contratación de servicios, rápida disponibilidad y seguridad en el suministro, citando sólo algunos de ellos.
El año 2003 ha supuesto la celebración del primer decenio de inversiones españolas en América Latina a gran escala, consiguiendo alcanzar en tan corto espacio de tiempo unas dimensiones realmente considerables. Es por ello que hemos querido considerar a esta década como `dorada' para nuestras inversiones en la región, implementando los procesos de internacionalización de nuestras grandes empresas que habían comenzado realmente con la adhesión en 1986 a las Comunidades Europeas. No sólo las grandes empresas, puesto que éstas, en algunos casos, han hecho uso de PYMES españolas como proveedoras, facilitando su camino de salida hacia el exterior. Sin embargo, como podemos observar en el gráfico que nos propone William Chislett sobre la evolución de la IED española, los resultados negativos han comenzado a aparecer, principalmente a raíz de las crisis en Brasil y Argentina, cuyos efectos continúan notándose, y que unida a la incertidumbre en Venezuela provocan una coyuntura económica totalmente desfavorable. También preocupa la especial posición de Brasil, con una deuda externa de 256.000 millones de dólares (56% del PIB), y el sistema de pensiones públicas, que absorbe el 41% del presupuesto anual y compromete el pago de la deuda pública interna: 350 mil millones de dólares, si bien se está llevando a cabo la reforma fiscal, tributaria y de la seguridad social, emprendida por el Gobierno, la cual fortalecería la confianza de los mercados financieros internacionales y liberaría recursos para su crecimiento y para destinarlos a programas sociales. La economía de Brasil, que según estimaciones diversas ha crecido en 2003 un 1'5% es determinante tanto para las inversiones españolas como para la recuperación de los países latinoamericanos, principalmente de Argentina, junto al que lidera el MERCOSUR. En la economía de este último Estado va a tener gran trascendencia la negociación que con sus diferentes acreedores de deuda mantenga el gobierno liderado por Kirchner, aunque ya se ha conseguido por parte del FMI un aplazamiento de pagos por valor de 6.780 millones de dólares, lo que permitirá un mayor crecimiento del país. La que también puede proporcionar un índice orientativo para saber cual va a ser el grado de recuperación de América Latina es la economía estadounidense y, principalmente, de cómo va a afrontar los próximos años la economía mexicana, totalmente dependiente de la primera desde que se firmara en 1994 el TLCAN. La atención debe estar igualmente centrada en los precios del petróleo, factor clave para el desarrollo económico y que debido al crecimiento chino y la guerra de Irak está produciendo fuertes estragos en todo el mundo.
En septiembre de 2002 se presentó el informe sobre las inversiones en el mundo durante el 2001 de la UNCTAD. En él podemos comprobar como las inversiones directas extranjeras desde que comenzó el S XXI han descendido en número, exactamente en un 51%. Se trata del mayor descenso en los últimos 30 años y el primero en los últimos 10 años y los datos de los siguientes años no han sido mucho mejores.
Algunos han sido los factores que han influido en ello: los atentados del 11 de septiembre en Nueva York, el conflicto de Irak, la subida del petróleo, etc. Todo ello certifica que la economía mundial está en crisis. Existe un clima de falta de confianza y de pesimismo en todos los mercados internacionales. La IED tiene una vinculación directa con el estado de la economía mundial y un ciclo negativo como el que estamos viviendo significa la perdida de confianza de las empresas y el descenso en el número de fusiones y adquisiciones en los mercados internacionales. España, aunque sigue siendo un inversor neto en el extranjero, no ha permanecido ajena a la coyuntura adversa. Ello ha supuesto que durante el 2001 los flujos de inversiones externas descendieron un 49%, siendo la media de la Unión Europea para esta misma magnitud del 62%. Era el segundo año consecutivo que descendían las IED en Latinoamérica, principalmente en Argentina debido a la crisis que sufría. Las crisis económico-políticas en países como Argentina y Venezuela, se han convertido en decisivos factores que han desacelerado el crecimiento y contribuido a la recesión global. También ha contribuido a todo ello que durante los últimos años no se hayan producido grandes procesos de privatización como los que se habían producido en Argentina anteriormente, principalmente en Brasil. Este cambio de tendencias supone volver a niveles de inversión de 1996, precisamente el año de partida del mayor apogeo inversor español de los años noventa.
El futuro de las inversiones en América Latina no parece excesivamente halagüeño como reflejo de la evolución de la economía mundial. Se han incrementado significativamente las desigualdades en la región de acuerdo con los diferentes informes de cada país de la CEPAL, ha aumentado el descontento social y el progreso ha sido incapaz de mitigar la pobreza existente. No son estos los mejores resultados que auguren la evolución de las economías latinoamericanas hacia escenarios mucho más estables y seguros que permitan un mejor establecimiento de la IED.
Características de la inversión directa española en América Latina
Existen diversos factores que deben ser tenidos en cuenta a la hora de analizar las inversiones españolas en Latinoamérica. Nuestras inversiones como país tienen ciertas características propias de las que carecen el resto de Estados por el momento en que entramos, por la idiosincrasia de nuestras empresas inversoras principales y por los factores que influyen en nuestro propio mercado interno. Podremos destacar seis.
La primera que podríamos destacar es la de la decisión. Pese a que nuestra entrada en este mercado fue tardía, una vez nos introdujimos (como hemos comprobado principalmente a partir de 1993) o hicimos con fuerza y ya en 1999 nuestro país alcanzó el sexto puesto en el ranking de países por volumen de IED.
La segunda tiene relación con su vocación de permanencia, característica que nos diferencia del resto de inversiones directas provenientes del extranjero. Nuestras empresas han invertido en Latinoamérica con la idea del largo plazo, buscando siempre insertar exitosamente su ventaja competitiva en el mercado objetivo. Otras inversiones, de cartera, buscan un ratio de beneficio mucho más amplio en un periodo de tiempo muchos más corto, en algunos casos haciendo uso de la especulación.
La masiva localización de nuestras empresas y su inversión directa en Latinoamérica es la tercera de las características. Mientras otros países como Estados Unidos, Reino Unido, Francia o Alemania diversifican sus inversiones en otros Estados de la región del este de Europa o la región asiática, España permanece aferrada a los mercados de Brasil, Argentina, México, Chile, Perú o Venezuela.
Esta implantación masiva en un único punto geográfico en el globo obliga a nuestras empresas a pensar en estos mercados como una extensión del propio mercado nacional. De esta cuarta característica podemos deducir dos hechos que definen en cierto modo la internacionalización de nuestro mercado en dirección a América Latina. El primero es el escaso peso de nuestras exportaciones a esta región, que ascienden tan sólo al 4'5%, menos de la mitad de las que recibe nuestro pequeño vecino Portugués y el segundo es que ello ha obligado a ubicar en la región misma los centro de producción o suministro, obligando finalmente a que se adquirieran directamente empresas nacionales de los países en los que se invertía, empresas de las que se mantenía la marca como estrategia de penetración, con el objetivo de poder beneficiarse del conocimiento del consumidor. Es una estrategia completamente opuesta a la de los norteamericanos, que se introducen en el mercado con su propia marca, alejándose de las uniones con el empresario local. Las empresas españolas, sin embargo, han preferido buscar en multitud de ocasiones socios locales que les puedan permitir un acercamiento al cliente. Un buen ejemplo es el protagonizado por Repsol al unirse a YPF y mantener su marca.
La apuesta fue, por tanto, muy decidida ante la previsión de obtener beneficios tan sólo a largo plazo. La estrategia buscaba en el horizonte final convertir la empresa española en la líder en su sector de mercado. Un ejemplo es Telefónica, que entre 1997 y 2001 invirtió 27.234 millones de dólares.
La quinta característica se refiere a las fases que vive esta inversión. En un primer término las inversiones desde el ingreso de España en la Comunidad Europea y hasta 1994 tienen un perfil bajo. Es a partir de 1994 cuando las IED españolas dan el gran salto con la inversión de Telefónica en Perú, la entrada de Endesa en Enersis y Elesur, en Chile, y la fuerte expansión de los grupos bancarios Banco Bilbao Vizcaya Argentaria y Banco Santander Central Hispano en Argentina en México, Colombia, Chile, Brasil y Venezuela. En esta segunda fase, en el año 1997 España alcanza finalmente a Estados Unidos y se convierte en el principal inversor en la región.
El último de los rasgos característicos es el de los mercados objetivo al que van destinadas nuestras inversiones. Una vez repasamos las principales empresas españolas que han realizado el mayor número de inversiones en América Latina concluimos que los más destacados son cuatro: energía -electricidad, gas y petróleo-, finanzas, telecomunicaciones e infraestructuras. Ello nos diferencia del que por norma general ha sido el principal inversor, Estados Unidos, que ha focalizado sus inversiones en la industria manufacturera y metalúrgica. La mayoría de estas grandes empresas que han copado la IED española son antiguos monopolios del Estado ya privatizados y empresas privadas que actuaban en régimen de oligopolio. Las PYMES tiene una menor presencia en este proceso de inversión en Latinoamérica, siendo México una excepción puesto que cuenta con más de 800 empresas mixtas. Esas grandes empresas españolas aportan en la mayoría de los casos el capital, el producto y el know-how, siendo sus socios locales los que aportan el mercado, el conocimiento sectorial y del país.
ESPAÑA: INVERSIONES DIRECTAS EN EL EXTERIOR, POR SECTOR DE ACTIVIDAD DE DESTINO (1993-2001)
Fuente: Dirección General de Comercio e Inversiones. Secretaría de Estado de Economía y Comercio, Ministerio de Economía. Las sociedades de cartera (gestión de sociedades o tenencia de valores) corresponden principalmente a empresas de transporte, telecomunicaciones, energía y servicios financieros que utilizan este mecanismo como instrumento de gestión tributaria
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Imagen de la IED española
Muy importante para comprender la relevancia de las inversiones españolas en Latinoamérica es todo lo que se refiere a la imagen de nuestro país. En es América Latina donde desde principios de los años 90 se ha gestado esa imagen que tiene España de país inversor.
La imagen económica que proyectaba España en los años 80 en el conjunto de países latinoamericanos era la de un país alejado de los más desarrollados, no es por tanto extraño que los propios habitantes de la región prefieran si tuvieran que elegir a los inversores otros países como primeras opciones (Japón, Estados Unidos o Alemania). La imagen de España no ha variado desde entonces en demasía. Continuamos estando por detrás de estos países. Las causas de este tipo de valoraciones son bastante claras. Las empresas españolas están relacionadas directamente en la mayoría de los casos con los procesos de privatización que se han vivido en América Latina durante la década de los 90. Mientras los dirigentes políticos consideran en su amplia mayoría que el proceso ha sido positivo para las sociedades en las que viven, el porcentaje de éstas que lo considera positivo no sobrepasa el 44%. Estos procesos ha provocado que las empresas españolas sean muy visibles entre la población y que las referencias a ellas hayan sido constantes. Buenos ejemplos de ello son Iberia junto con Aerolíneas Argentinas y Repsol junto con YPF. Las crisis que más adelante van a afectar a todos estos países que han privatizado sus grandes empresas públicas víctimas del populismo político de décadas anteriores, de las crisis de la deuda y de la influencia de la crisis asiática, situarán a dichas empresas españolas en el ojo del huracán, calificándolas a partir de entonces de “arrogantes” y “reconquistadoras”.
Aunque parezca increíble, lo que se espera de las empresas españolas es mucho. Javier Noya destacaba en su libro sobre la imagen de nuestro país que nuestras empresas llaman la atención de los ciudadanos de los países latinoamericanos más destacados económicamente por aportar recursos para el desarrollo o por haber contribuido a la modernización social y económica. Somos considerados en los económicos eficaces además de modernos al introducir en los distintos países nueva tecnología en sectores como las telecomunicaciones o los servicios financieros. En lo social se percibe el efecto democratizador que transmite la fama de nuestra transición a finales de los años 70 y principios de los 80, a la que se considera ejemplo a seguir en multitud de países. La cultura compartida, es decir, lengua, hábitos y valores comunes, facilitan la comunicación y la organización de las actividades
Pese a todo ello, las inversiones estadounidenses parecen tener una imagen de ser mucho más dinámicas en el aspecto económico además de estar mucho más relacionadas con aspectos productivos, más que las españolas. Pero en lo que no destacan las empresas norteamericanas es en su nivel de compromiso con la realidad latinoamericana, en los que las españolas si están mejor vistas lo que, consecuentemente, les supone inherentemente un mayor grado de exigencia.
La exigencia que se les demanda a las empresas españolas y su imagen actual está íntimamente ligada con lo que apuntábamos respecto a las privatizaciones. Éstas han provocado entre la población de los países latinoamericanos la sensación de pérdida de soberanía y de control en lo referente a sus economías. Junto con ello, la posición de liderazgo en los diferentes sectores en los que están presenten hace de las empresas españolas un blanco fácil de las críticas sobre los supuestos abusos a los clientes -altas tarifas, cargos no justificados, etc.-. Por último se piensa de los españoles que no crean nuevos puestos de trabajo al no estar, como ya hemos apuntado anteriormente, sus inversiones relacionadas con los sectores más productivos, sino con los de servicios.
Tampoco, enlazando con la heterogeneidad de los territorios de América Latina, es la imagen de España igual en todos ellos. Mientras en Colombia se resalta la eficacia y transparencia de las empresas españolas frente a la opacidad y corrupción de la mayoría de la sociedad, en Chile, que los niveles de transparencia son mayores, como veremos más adelante, la percepción es la contraria a la colombiana.
Los latinoamericanos temen que estas inversiones creen monopolios que no permitan tener un control sobre la reinversión de los beneficios y que éstos vayan a para a España y no repercutan de manera positiva en la generación de empleo y en el desarrollo de la región. En algunos casos las gestiones poco claras de los procesos de privatización, como ha sido el caso de Aerolíneas Argentinas (seguida de una desafortunada campaña de publicidad y marketing), no han favorecido en absoluto a las empresas españolas. La crisis argentina ha hecho empeorar las percepciones pero existen medidas que todas estas empresas podrían tomar y finalmente no adoptan. Dada su importancia en todos estos mercados podría ser una gran opción la de crear un lobby de presión conjunta que le daría mucha más fuerza y relevancia frente a las clases dirigentes y, con una gestión adecuada, frente a la sociedad. Desgraciadamente la imagen de las inversiones españolas provocan que los latinoamericanos perciban nuestro país sin conocer los número exactos como el cuarto o quinto inversor en la región, cuando la realidad es que somos el segundo tras los Estados Unidos.
Este cuadro ejemplifica claramente cuál es la realidad de nuestra imagen:
media | perú | argentina | uruguay | méxico | chile | |
Preocupación | 45% | 40 | ---- | 74 | 40 | 42 |
Influencia (positiva) | 76 | 54 | 72 | 72 | 54 | 76 |
Amistad | 78 | 84 | 84 | 82 | 61 | 82 |
Fuente: Noya, Javier; La imagen de España en el exterior; Real Instituto Elcano, Madrid, 2002; p. 120
PERSPECTIVAS Y OPINIÓN PERSONAL
Dos van a ser las principales economías que puedan ser los motores de Latinoamérica: la estadounidense y la brasileña. En el ámbito de la segunda se busca un relanzamiento de MERCOSUR, en estos momentos unión aduanera con muchas excepciones y que puede ser la base para una futura unión política y económica. La implementación de esta estrategia regionalista de integración territorial y económica puede permitir a Argentina superar con mayor soltura la crisis a la que se vio sometida a partir de 2001. Lula es la cabeza visible del Brasil y su posicionamiento alrededor de políticas mucho más moderadas de lo que era su discurso inicial ha agradado a la comunidad económica mundial. La estrategia del mandatario carioca es lo que tal vez no ha agradado en exceso ni en Europa ni en Washington porque ha preferido antes de buscar alianzas exteriores apostar por aliados comerciales mucho más próximos. Contra esta postura regionalista está la de los Estados Unidos con su voluntad de imponer la entrada en vigor del Área de Libre Comercio de las Américas el próximo año, en 2005. Sin embargo, todas las previsiones indican que el acuerdo que dará lugar a esta nueva área comercial será menos profundo de los que espera la administración estadounidense puesto que no beneficia a ninguna de las grandes economías latinoamericanas (Brasil, México o Chile).
Para España todos estos factores deben llevar a la reflexión. La coyuntura que ha llevado a que la década pasada fuera la `dorada' tiene pocas probabilidades de repetirse, produciéndose a partir de ahora nuevas tendencias en los flujos de los capitales de las inversiones. Es el momento de asentar las inversiones ya realizadas, crecer dentro del mercado interno y a un nivel distinto. El esfuerzo debe pasar de la inversión a la mejora de la gestión y la organización de las estructuras para poder optimizar los recursos con los que cuenta y obtener un mayor índice de beneficios. Las empresas españolas no pueden dejar escapar el mercado latinoamericano después de los años invertidos en conquistarlo. La situación económica en estos instantes no es la mejor pero parece que comienza a despejarse y puede que en los próximos años mejore sustancialmente. Es el momento para apoyar a las empresas filiales con las que cuentan las grandes empresas españolas y tratar de implementar el asentamiento de PYMES eficaces que tan poco han dicho hasta el momento en el amplio campo de las inversiones extranjeras españolas.
Para que todo ello sea una realidad es necesario dotarse de un plan marco que gestione todos estos movimientos. El Ministerio de Economía y Hacienda ha creado un plan de internacionalización del empresa española que abarca el periodo de tiempo entre los años 2003 y 2007. Este organismo estatal ha definido cuáles son sus principales objetivos: aumentar presencia comercial española estable en América y Asia, reducir nuestra dependencia tecnológica y energética del exterior consolidar la inversión española en América Latina y aumentar la presencia inversora en Europa y Asia, promover la inversión extranjera en España, fundamentalmente en el sector tecnológico, incorporar nuevos sectores a la actividad exterior (comercio e inversión) e incrementar el número de Pymes operando en el exterior.
Necesario es igualmente que las propias empresas (ya hemos visto que la administración pública parece haberlo hecho) reflexionen sobre qué plan deben seguir en los próximos años. Una serie de consejos pueden ser los siguientes: salir de negocios tradicionales débiles y maduros, acudir a todas aquellas nuevas privatizaciones que se produzcan, concentrarse en nuevos negocios (Internet, comercio electrónico,…), buscar nuevos socios extrarregionales una vez que han sido capaces de mantener los regionales y tratar de realizar nuevas fusiones y alianzas estratégicas.
Tampoco es ninguna tontería plantearse cuáles son las fortalezas, debilidades, oportunidades y amenazas a las que, en esta nueva fase, deben hacer frente las inversiones españolas. Proponemos un ejemplo a continuación:
FORTALEZAS
| OPORTUNIDADES
Internet/comercio electrónico
|
DEBILIDADES
| AMENAZAS
|
Analizando algunos de estos aspectos o, mejor dicho, para que se puedan producir algunos de ellos, es necesario que exista una buena promoción de nuestras empresas. De ello se encarga el ICEX en España. Sin embargo, comprobando en el siguiente cuadro la estructura de las oficinas exteriores, podemos comprobar que el número de oficinas en el continente europeo supera el 39% del total, mientras que en Latinoamérica no alcanza el 19%, por no hablar del 12% de Asia, bajísimo para la potencialidad de la zona. Sin embargo, dado el interés del África Subsahariana, por ejemplo, con el 5% de las oficinas, se puede llegar a la conclusión de que los esfuerzos no son equitativos.
Fuente: ICEX
Tampoco pueden las empresas españolas olvidar su compromiso con el cambio en las estructuras políticas y sociales. Recientemente, Antonio Garrigues Walker pronunciaba en Madrid una conferencia sobre el problema de la seguridad jurídica de las inversiones en México, aunque sus comentarios eran extensibles a toda Latinoamérica. En el transcurso de la misma hacía referencia al problema de la corrupción y como esta es medida por la asociación Transparency Internacional. La lucha interna para combatir esta lacra no es trabajo de los inversores y en ningún caso deben dedicar a ello sus máximos esfuerzos, sin embargo sí pueden demostrar con el ejemplo como es posible superarlo, pagando los impuestos y haciéndolo del mismo modo que lo hicieron en España hace 15 ó 20 años. Debe ser la inversión española en Latinoamérica una inversión responsable y consecuente para evitar cualquier tipo de imagen negativa de arrogantes o conquistadores con la que hemos podido comprobar que contamos.
Fuente: Transparency Internacional
Si bien es cierto que es necesario, como ya hemos apuntado, que las empresas españolas afiancen su posición en Latinoamérica, éste no debe ser su único destino. Durante la `década dorada' las grandes empresas españolas han dirigido sus inversiones principalmente e incluso casi en exclusiva a Latinoamérica. Esta falta de diversificación de las inversiones, como le ha ocurrido a Repsol YPF en Argentina, ha supuesto una gran cuantía de pérdidas debido a las últimas crisis. No significa, este comentario, que las empresas españolas abandonen Latinoamérica. De este tema ya hemos hablado, todo lo contrario, sino que utilicen la región como una plataforma con el objetivo de lanzarse a nuevos mercados. Esta teoría la analiza Pablo Bustelo, profesor de economía en la Universidad Complutense de Madrid. Los intercambios comerciales entre los países de América Latina y Asia han crecido enormemente y cada vez son más los intereses de chinos, japoneses, taiwaneses o coreanos por invertir en esta región. La operación inversa también es posible, siempre teniendo en cuenta la buena herramienta organizativa con la que se cuenta, la APEC, cuya última reunión en Santiago de Chile nos ha permitido comprobar la trascendencia de la misma. El empresario español debe cambiar su concepto de internacionalización y de inversión. Es necesario que así lo haga porque los beneficios que puede obtener, por ejemplo, de utilizar la plataforma latinoamericana en su estrategia de penetración en Asia son incluso mayores que los obtendría dirigiéndose de manera directa a aquel mercado. Como afirma Bustelo, “muchos empresarios siguen pensando, muchas veces con razón, que la distancia más corta entre dos puntos es la línea recta, pero lo cierto es que en este caso esa línea recta apenas está dotándose de contenido, tal y como expresan las cifras de comercio y de inversiones -escasas y en ocasiones descompensadas- entre España y Asia Pacífico”.
En síntesis, la llegada de bancos y empresas españolas representa uno de los fenómenos más destacados e importantes de la historia económica contemporánea de América Latina, por su magnitud, rapidez, e impacto sobre las economía locales. Es un hecho que habrá tiempo de analizar y valorar en su justa medida, como en un breve período de tiempo, un reducido número de empresas; sin mayor experiencia internacional, lograron en la mayoría de los países, una posición de liderazgo en actividades altamente estratégicas para el desarrollo de sus respectivas economías: banca, energía y telecomunicaciones.
BIBLIORAFÍA
En los libros
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Bassols, Raimundo; España en Europa; Madrid, Política Exterior DL; Madrid; 1995
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Chislett, William; La inversión española directa en América Latina: retos y oportunidades; Real Instituto Elcano; Madrid; 2003
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De Renouvin, Pierre; Historia de las Relaciones Internacionales, siglos XIX y XX; Akal; Madrid; 1990
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De Spínola, Antonio; Portugal y el futuro: análisis de la coyuntura nacional; Planeta, Barcelona; 1974
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VV. AA.; El Estado del Mundo 2004; Ediciones Akal; Madrid; 2003
En revistas especializadas
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Alcaide, Luís; Proximidad entre Portugal y España; Economía Exterior 10; Madrid; 1999
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Azevedo, Belmiro de; Relaciones económicas entre Portugal y España; Economía exterior 10; Madrid; 1999
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Cavaco Silva, Aníbal; Evolución y desafíos de la economía portuguesa; Economía Exterior 10; Madrid; 1999
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Morodo, R.; De la vieja distancia a la irreversible convergencia ibérica; Economía Exterior 10; Madrid; 1999
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En documentación multimedia
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En Internet
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Otra documentación
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De Spínola, Antonio. Portugal y el futuro: análisis de la coyuntura nacional; Planeta, Barcelona; 1974
Fuente: Ministerio das actividades económicas e do trabahlo, Portugal.
Ríos, Xulio Galicia y norte de Portugal construyendo Europa; Economía exterior, 1999; pp. 148-156.
ICEX e ICEI.; Claves de la Economía Mundial; Madrid, 2004
ICEX e ICEI.; Claves de la Economía Mundial; Madrid, 2004
Thomas, Hugh; El Imperio Español; Madrid,;Planeta, 2003; p. 174
De Renouvin, Pierre; Historia de las Relaciones Internacionales, siglos XIX y XX; Madrid; Akal, 1990
Bassols, Raimundo; España en Europa; Madrid, Política Exterior DL, Madrid.
Chislett, William; La inversión española directa en América Latina: retos y oportunidades; Madrid; 2003; p. 20
Con un porcentaje de crecimiento anual del 0'2% previsto para el periodo de 2000 a 2005 según datos de VV. AA.; El Estado del Mundo 2004; Madrid; Ediciones Akal; 2003.
La estimación de crecimiento del PIB en el año 2005 para la zona de la Unión Europea es del 1%, mientras que para los siete países más destacados de América Latina: México, Chile, Perú, Argentina, Brasil, Colombia y Venezuela es del 2% y para la región será prácticamente igual. Fuente: ICEX e ICEI.; Claves de la Economía Mundial; Madrid, 2004.
ICEX e ICEI.; Claves de la Economía Mundial; Madrid, 2004
UNCTAD, World Investment Report, 2002.
En 1999 España invirtió 42.1800 millones de dólares en el extranjero; mas de una cuarta parte de las inversiones en América Latina durante este mismo año correspondieron a empresas españolas. Chislett, William; Internationalization of the Spanish Economy; Real Instituto Elcano, Madrid, 2002; p. 126.
Chislett, William; La inversión española directa en América Latina: retos y oportunidades; Madrid; 2003; pp. 41 y 42.
Chislett, William; La inversión española directa en América Latina: retos y oportunidades; Madrid; 2003; p. 61-64.
Chislett, William; La inversión española directa en América Latina: retos y oportunidades; Madrid; 2003; p.56
Noya, Javier; La imagen de España en el exterior; Real Instituto Elcano, Madrid, 2002; p. 177
Plan de internacionalización de la empresa española; Secretaría de Estado de Comercio y Turismo; Ministerio de Economía y Hacienda.
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