Sociología y Trabajo Social


Introducción a la sociología; Richard Gelles. La revolución que nadie soñó; Fernando Mires


PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA MADRE Y MAESTRA

Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades

Departamento de Ciencias Jurídicas

ASIGNATURA:

Sociología

ASUNTO:

Trabajo final

Segunda parte sobre la Revolución Feminista

Santiago de los Caballeros,

República Dominicana

Martes, 18 de Julio de 2000

Introducción

Este reporte no es más que una síntesis de los temas dados en los respectivos libros Introducción a la Sociología y La Revolución que nadie soñó.

En la parte que me correspondió, ambos libros se refieren a situaciones de discriminación que sufrimos las mujeres por ser vistas como un grupo minoritario, con diferencias, con debilidades; siendo todos estos calificativos tan denigrantes como falsos, en su generalidad.

Del libro “La Revolución que nadie soñó”:

El nacimiento del patriarca

* Patriarcado: organización social caracterizada por la preponderancia del padre sobre los demás miembros de la familia.

Los estudios históricos acerca del origen del patriarcado se agrupan en tres corrientes:

  • La corriente economicista:

  • La recurrencia a la propiedad privada como causa externa del patriarcado se adaptaba perfectamente al autoritarismo del movimiento obrero, en cierta medida. Si la propiedad privada era causa del patriarcado, el hombre no era cuestionado como patriarca; pero si la propiedad privada era abolida, la liberación de la mujer debería ocurrir automáticamente.

    El origen de la propiedad privada aclara porqué las mujeres empezaron a ser explotadas por los hombres; mas no explica su subordinación al patriarcado.

    Sabemos que poder y propiedad son conceptos diferentes, que no se deducen directamente el uno del otro, sin embargo, los marxistas pensaron que al ser abolida la propiedad sería consecuentemente abolido el poder, incluyendo el de los hombres sobre las mujeres. Por otra parte, los comunistas pensaron que se abolirían las relaciones de poder en la URSS.

  • La corriente biologista:

  • Se basa en que los hombres son más fuertes que las mujeres, aunque esta sea una tesis no absolutamente comprobada parece tener vigencia.

    Una variante más refinada de la corriente biologista es la que se basa en determinadas propiedades biológicas de la mujer como el embarazo y la maternidad, que supone que el tiempo que ocupaba la mujer en criar sus hijos era aprovechado por los hombres para la producción de bienes y la expansión territorial, denominando estas actividades como superiores a las de la mujer. Todo esto indica que ya existía una jerarquía que así lo establecía.

  • La corriente tecnicista:

  • La feminista alemana María Mics argumentaba que el cuerpo de la mujer produce vida, lo que les llevó a orientarse con más intensidad en la subsistencia de la especie, mientras que el hombre se valió de las armas para ser útil o productivo, dedicándose en actividades como la caza y luego la guerra. A diferencia de la mujer el hombre debe valerse de medios técnicos accesorios para superar su déficit. Mics decía que "sin herramientas el hombre no es un ser humano". Es por eso que su relación con la naturaleza siempre ha sido instrumental.

    Se dice que esta argumentación es tecnicista porque no analiza cuáles son las razones que convierten en un momento determinado el arma en un instrumento de dominación social. De algo de lo que sí podemos estar seguros es que el dominio del patriarca fue solidificado gracias a los instrumentos de destrucción originados en la actividad de la caza, que más adelante serían utilizados para matar seres humanos.

    Mujeres y paradigmas

    Ninguna de estas tres corrientes es del todo falsa, pero ninguna logra dar cuenta lógicamente del problema.

    A través del tiempo y basándose en estas tres corrientes hemos sacado varias conclusiones como la de que el arma existía en la mente del hombre antes de ser inventada, que antes de la mujer ser sometida al poderío del hombre ya había sido cosificada por el mismo. Por ejemplo, no había forma de controlar la natalidad sin controlar el cuerpo de las portadoras de la capacidad de reproducción.

    Esto convierte a la mujer en materia prima para la reproducción de la descendencia del patriarca, lo que presuponía poder sobre ella, además de la primera mercancía de la historia de la humanidad.

    La mujer se convirtió en cosa apropiable. Uno de los orígenes de la sujeción de la mujer se dio frente a la necesidad del patriarca de reproducirse. Cuando la reproducción humana pasa a ser un problema [la superpoblación], el nacimiento de más niñas que de niños, resulta no deseado. Este es un motivo de la aborción masiva de criaturas femeninas detectadas gracias a aparatos ultrasónicos.

    Ciencia como religión. Religión como ciencia

    El patriarcado fue legitimado, no sólo religiosamente, sino mediante el recurso de la ciencia. La ciencia sería concebida, en ese mismo orden, como medio para controlar la naturaleza exterior al hombre, incluyendo dentro de esa naturaleza a la mujer.

    No es casualidad tampoco, que en el siglo XVII hayan tenido lugar las cazas de brujas, o más bien, las persecuciones masivas a mujeres que no se dejaban ordenar en el orden jerárquico, patriarcal y capitalista que emergía, ni dejaban que les afectara el sistema de disciplinización sexual que pretendía imponer la Iglesia.

    Las cazas de brujas perseguían dos objetivos:

  • La reconstitución del orden público y familiar por medio de la confabulación entre Iglesia-Estado.

  • Expropiar a las mujeres de sus conocimientos acerca del cuerpo humano [la mayoría de estas mujeres eran parteras o simplemente conocían secretos del parto]. Esta área sería más adelante monopolizada por una medicina ejercida exclusivamente por hombres.

  • Brujas, caníbales y yerbas

    Las mujeres que no se adaptaran al orden familiarista impuesto por la revolución industrial fueron convertidas en brujas. El hombre se autoelevó a entidad sobrenatural y con ello desterró a la mujer del reino de la naturaleza.

    Este fue el primer paso hacia la moderna discriminación de la mujer. Naturaleza y mujer eran aquello que debía ser subordinado al hombre. El hombre se entendió a sí mismo como representante de la cultura y definió a la mujer como representante de la naturaleza.

    Creyéndose propietario exclusivo de la razón, el patriarca, mediante mecanismos teológicos y científicos se desnaturalizó, y, peor aún, desracionalizó a la naturaleza. El patriarca religioso y racionalista, lesionó su propia sexualidad, a la que le confirió el carácter de pecaminosa, lastimando de paso la sexualidad de la mujer.

    El feminismo no sólo cuestiona los orígenes de la cientificidad moderna. Plantea también que el proyecto patriarcal de modernidad se encuentra en plena vigencia, sobre todo en aquellos territorios donde no está sometido al control político del movimiento feminista, como en los países que, utilizando la propia jerga patriarcal, son considerados "subdesarrollados".

    Tanto naturaleza como mujeres son hoy, en las regiones de "desarrollo", degradadas a la categoría de "recursos".

    Simone de Beauvoir, al plantear el antagonismo entre el hombre como ser trascendente y la mujer como prisionera de una inmanencia determinada por el hombre. Su deducción fue que las mujeres, para romper las barreras que las separaban de los hombres, deberían iniciar la conquista de la trascendencia, lo que también quería decir, abandonar la condición de objetos o personas "naturales" y convertirse, al igual que los hombres, en portadoras de la razón, de la cultura y de la ciencia.

    En el sentido de que tarea de las mujeres es defender su inmanencia, combatiendo el principio de trascendencia que, al ser patriarcal, es opresor para las mujeres.

    El patriarca para ejercer poder sobre la naturaleza, se entendió a sí mismo como sobrenatural, extranatural, e incluso, antinatural. El feminismo, en cambio, renaturaliza el patriarca, y con ello lo obliga a desaparecer.

    Del libro “Introducción a la Sociología”:

    Mujeres: la minoría del 52 por ciento

    En Estados Unidos las mujeres son una mayoría numérica [52%], sin embargo, encajan en la definición clásica de grupo minoritario de Louis Wirth que dice que un grupo minoritario es aquel "compuesto por personas quienes, a causa de sus características físicas o culturales, son separados de los demás en la sociedad en que viven por el trato diferencial y desigual, y quienes por lo tanto se consideran a ellos mismos como objetos de discriminación colectiva".

    La desigualdad en el trabajo

    Ahora una mayoría (57%) de mujeres casadas trabaja, casi el doble que en 1960. El incremento más grande ha sido de madres que trabajan. En 1960, sólo las madres con hijos menores de 16 años estaban en la fuerza de trabajo; hoy están en más de 67%, incluyendo 60% de aquellas con hijos menores de 6 años. Casi todas las mujeres estadounidenses contemporáneas trabajarán en el mismo punto de sus vidas, y se espera que la mujer promedio pase en la fuerza de trabajo 12 años más que la generación de su madre.

    El pago desigual

    En promedio, las mujeres ganan 70 centavos por cada dólar que ganan los hombres, lo que quiere decir que una mujer tiene que trabajar 10 días para ganar lo mismo que un hombre gana en 7.

    Según el Acta de Pago Igual (Equal Pay Act) de 1963 y el Acta de Derechos Civiles (Civil Rights Act) de 1964, declararon ilegal pagar a un miembro de un grupo o categoría particular menos que a alguna otra persona por el mismo trabajo. Ambas leyes son vigentes pero aún así, en promedio, las mujeres ganan menos que los hombres.

    La segregación por el género

    En las dos últimas décadas, las mujeres han irrumpido en ocupaciones que antes sólo eran para hombres. Un número creciente de mujeres está convirtiéndose en abogadas, doctoras, dentistas, banqueras, corredoras de acciones, catedráticas, periodistas, cantineras, policías, tipógrafas, militares e instaladoras de teléfonos.

    Hasta cierto grado, el mercado de trabajo está segregado por el género. Los mundos de los "los trabajos de hombres" y "los trabajos de mujeres" son muy diferentes; estos empleos son muy desiguales en poder, pago y prestigio.

    Las ocupaciones "femeninas" no sólo se pagan menos que las ocupaciones "masculinas", sino que también ofrecen menos beneficios (seguros de salud y planes de pensiones), menos oportunidades de promoción y menos seguridad en el trabajo.

    Movilidad y trabajo

    Muy pocas mujeres se abrieron paso hasta el tope de las escaleras corporativas y de las burocracias del gobierno. Por ejemplo, en las corporaciones Fortune 500 y Service 500, menos del 5% de los directores senior son mujeres; minoría que podría ganar el doble de su sueldo sólo al cumplir 10 años de rendir sus servicios a la compañía.

    Mas sus testimonios dicen que sienten chocar con un techo de cristal, el cual describen como una barrera tan sutil como invisible. La mayoría de las mujeres están confinadas a trabajos de bajo salario, sin futuro. Aunque los hombres desempeñen profesiones "femeninas", generalmente tienen una experiencia totalmente opuesta.

    Bibliografía

  • Gelles, Richard J. 1999. Introducción a la Sociología. 5ta Edición. Editorial MacGraw-Hill. México.

  • La Revolución que nadie soñó [no recuerdo el autor].

  • 1

    8




    Descargar
    Enviado por:Mh069
    Idioma: castellano
    País: República Dominicana

    Te va a interesar