Historia


Inmigración italiana en las costumbres argentinas


CONSECUENCIAS DE LA

INMIGRACIÓN ITALIANA

EN LAS COSTUMBRES

ARGENTINAS

PRESENTACIÓN DEL TRABAJO

Nuestro trabajo, a través de una breve introducción tendrá el objetivo de ilustrar los reflejos históricos, sociales, culturales de esa inmigración.

En particular nos ocuparemos de la literatura, viendo las aportaciones de los escritores inmigrantes; del lunfardo, que es claramente el producto de la llegada de los inmigrados; del tango, con sus letras de origen italiano y su estilo melancólico.

Además veremos las recetas italianas que crean de nuevo los sabores de nuestra cocina en las mesas argentinas.

Intentaremos comprender  la cultura, los estilos de vida y  los procesos de fusión de los que descendieron de los barcos y que han puesto muchos ladrillos para la construcción de la nación argentina.

CONSECUENCIAS DE LA INMIGRACIÓN ITALIANA

EN LAS COSTUMBRES ARGENTINAS

INDICE

PARTE I

Introducción

Tipos de inmigrantes

PARTE II

Lunfardo

Literatura

PARTE III

Cocina

Estilos de vida

Artículos Periodísticos

Parte I

INTRODUCCION

La cultura argentina tuvo un paulatino cambio gracias al aporte de la fuerte inmigración, en particular la italiana. Si bien lo normal habría sido que los inmigrantes se adaptaran a la cultura existente, el proceso fue inverso o, más bien, recíproco.

DESEMBARCO Y PERSPECTIVAS INICIALES

Durante una primera etapa la incorporación y colocación de los inmigrantes europeos, estuvo en manos de los especuladores privados, que impusieron condiciones típicamente negreras ante una casi nula intervención de los gobiernos. Carentes de toda protección, al llegar a Argentina los colonos fueron víctimas ante todo de la codicia de los consignatarios locales.
A los contingentes de inmigrados se los "alojaba" en barracas, construcciones inadecuadas con carencia absoluta de higiene y de comodidades elementales, desde donde partían remesas de brazos al interior o a trabajos urbanos. Muchas veces los inmigrantes, trasladados al interior, fueron verdaderos pioneros en lugares de vida imposible, adonde son enviados para favorecer la especulación de propietarios de tierras.

Las colonias del norte y del sur (como las del litoral, los ferrocarriles y los saladeros) absorbieron grandes contingentes de mano de obra provocando habitualmente en los centros importantes (Buenos Aires en primer lugar) una saturación de oferta que tendió a empeorar las condiciones de trabajo. No fue ésta la única modalidad de ingreso e internación, distintas sociedades mixtas propiciaron ensayos de colonización con asistencia inicial del inmigrante y, claro, su colocación. Estas experiencias ofrecieron una relativa protección al recién llegado mientras se abrían camino las ideas que reclamaban una directa tutela oficial desde su desembarco.

La ley argentina del 10 de octubre de 1876 determinó una intervención oficial en gran escala, desde el control sanitario hasta la organización administrativa a través de organismos especializados y técnicos. Las autoridades procuraban así controlar también el mercado de trabajo donde el obrero extranjero tenía un valor de cambio, se trataba entonces de colocarlo de acuerdo a las necesidades que reclamaba el desarrollo del país, limitando en todo lo posible el margen de la opción individual.

La ayuda de los connacionales también fue, a menudo, factor decisivo en la radicación o, al menos, en la colocación inicial de los extranjeros. Se dieron las situaciones de protección a determinados grupos raciales o religiosos (el caso de los judíos que fomentaron una vasta empresa de colonización).Ciertos sectores de la colonia, ya enriquecidos, asumían por lo tanto una actitud paternalista frente al inmigrante que hablaba su misma lengua o, a veces, provenía de su mismo pueblo. Esta ayuda se organizó a través de entidades protectoras que mantenían o sostenían a los recién llegados procurándoles ubicación o mediante recomendaciones.
Operaron también, aunque con opuestos fines, ciertas agencias de colocación dedicadas a explotar la miseria y la ignorancia de aquellos que escapaban al control de la dirección de inmigración.
En 1913 todavía perpetraban en Buenos Aires abusos que motivaban la intervención policial.
Así comenzó, la lucha, la gran lucha por hacer dinero y vivir un mejor calidad de vida.

TIPOS DE INMIGRANTES

Existían distintos inmigrantes, de acuerdo a los orígenes y a las intenciones con que llegaban. La intención de los inmigrantes `pobladores' era justamente poblar la tierra, asentándose en una propiedad que les permitiese asegurar, mediante el trabajo duro, una buena renta al capital del que disponían, el cual, había de incrementarse tanto por la forzosa valorización de la tierra una vez trabajada, como por acumulación del producto de ese trabajo.

Contrariamente a dicho tipo de inmigrantes, estaban también los `llamados'. Estos inmigrantes se caracterizaban por pasar aprietos en Europa; por lo tanto, debido a que eran parientes de inmigrantes que al llegar a nuestro territorio habían instalado una casa de comercio, eran llamados para que vengan a probar su suerte en la Argentina, y se dispersaron por el país estableciendo boliches; dando lugar a personajes omnipotentes como el almacenero en el campo dueño de un boliche en las inmensidades de La Pampa o Río Negro; o al muchachuelo español, que luego de desembarcar, caerá tras un mostrador, centenares de leguas tierra adentro, donde comenzará a servir copas a los parroquianos de poncho, chiripá, bota de potro y sonoras espuelas, que tal vez saluden a un futuro millonario en el listo galleguito. Pero no deberíamos olvidar que también hubieron inmigrantes dedicados intensamente a la agricultura, a los tambos, a las chacras, etc., dejando completamente de lado a la actividad de crear boliches.

Otro tipo de inmigrantes característico es el `golondrina'. Estos inmigrantes llegan en la época de la recolección de las cosechas, cuando se pagan los jornales a precios exagerados, y luego, con los ahorros bajo el ala, emprenden el viaje de retorno, tomando el trasatlántico como quien toma el tranvía. Estos inmigrantes son los que han hecho el viaje varias veces. No debemos olvidar que los inmigrantes `golondrinas' y los braceros de cualquier nacionalidad que vagaban por todas partes en busca de trabajo, iban a parar eventualmente y cuando querían darse el lujo de acomodar el dolorido cuerpo en algo más blando que la tierra en las posadas o alojamientos.

En cuanto a los gringos y a los gallegos que se establecieron en fincas reducidas nada sabían de las tradicionales tareas camperas, ni podían competir con el gauchaje en el manejo y dominio del ganado, y hasta le temían al caballo. El gringo era, en cualquier actividad del campo, un servidor de la tierra, mientras que el gaucho estaba acostumbrado a gozarla.

Parte II

LUNFARDO

Como consecuencia de la inmigración masiva que caracteriza el periodo que va desde mediados del siglo pasado hasta la mitad del presente, la cultura argentina de hoy resulta modificada por las costumbres de los europeos y en particular las de los italianos. La gran incidencia que tuvieron los rasgos culturales italianos en este proceso de asimilación tiene principalmente dos razones:

La primera es de carácter cuantitativo y se explica mirando los datos estadísticos del proceso inmigratorio. La idea de una repoblación de Buenos Aires se sostiene en las cifras demográficas y en los porcentajes de inmigrantes que en 1914 alcanza el valor del 49 por ciento. Casi 12 millones de descendientes de  italianos, emigrados cuando Europa no podía saciar sus poblaciones, llevaron valores y tradiciones que representaban todo lo que quedaba en sus manos y también la base sobre la cual construir y cambiar gradualmente sus propias costumbres, según lo que se les presente en el nuevo mundo.

La segunda es de tipo cualitativo y concierne a las semejanzas entre los elementos culturales que entran en contacto. Tener raíces comunes, como en este caso el hablar una lengua de derivación latina, es un catalizador para una fusión de valores porque contribuye a derrumbar las barreras culturales y los prejuicios. Suele decirse con razón que no hubo en Buenos Aires un proceso claro de asimilación de tipo tradicional; esto es, cuando una sociedad receptora sólidamente constituida desde el punto de vista sociodemográfico recibe migraciones externas y les impone un sistema cultural más o menos uniforme. En tales casos tradicionales, los inmigrantes deben sufrir un proceso de adaptación a la situación preexistente y, en muchos casos, constituyen una minoría étnica. El camino entonces fue inverso, la existencia de ciertos ámbitos de integración (barrio periférico, escuela nacional obligatoria y gratuita, ciertas formas de expresión artística,etc.) que fueron borrando paulatinamente las diferencias culturales está comprobada por varios especialistas, como Francis Korn y James Scobie; así que más que asimilación lo que hubo en Buenos Aires fue fusión lisa y llanamente. Los estilos de vida que los inmigrantes iban a aprender no revolucionaban completamente los valores sedimentados y por lo tanto los viejos modelos de vida no se perdían, servían de puente hacia los nuevos.

En la perspectiva socio-cultural el proceso que se manifiesta expresa una amalgama, una interrelación cultural y una fusión étnica; esto sucede con la penetración de la lengua del inmigrante en la literatura. A fines del siglo pasado Buenos Aires fue parangonada frecuentemente con una torre de Babel: "promiscuidad de tipos y promiscuidad de idiomas. Aquí los sonidos ásperos como escupitajos del alemán, mezclándose impíamente a las dulces notas de la lengua italiana; allí los acentos viriles del inglés haciendo dúo con los chisporroteos maliciosos de la terminología criolla; del otro lado las monerías y suavidades del francés, respondiendo al ceceo susurrante de la rancia pronunciación española".

La literatura argentina en los años que van desde 1870 hasta 1930, reproduce el complejo proceso de asimilación de la temática, de la lengua, de los contrastes culturales, provocados por el fenómeno inmigratorio. Desde la década del 50, en la literatura, en la música popular (el tango), en los mas-media (dramas radiofónicos, historietas) y en el cine, el inmigrado sigue cubriendo papeles notables. El lenguaje del italiano y el mismo lenguaje del español en sus peculiaridades regionales (gallego, catalán, andalús, etc.) se convirtieron en el núcleo de la comicidad, en el sainete (género teatral popular que tuvo gran difusión en los años 30). Los diálogos más serios del inmigrante se convierten en cómicos en su lenguaje, como si su imperfección formal no pudiese tener contenidos serios. Sin embargo, en el momento en que hace la caricatura del interlocutor inmigrante, el argentino absorbe el lenguaje del otro.

Los italianismos se difundieron, al principio, en los estratos más bajos de la sociedad, contribuyendo al enriquecimiento del vocabolario "lunfardo". En la zona del Río de la Plata se da la tendencia a designar como lunfardo al lenguaje de los suburbios, o sea, la jerga de los delincuentes. Los barrios de Buenos Aires fueron el escenario donde se encontraron los gauchos que llegaban del interior y los inmigrantes europeos en busca de su primera ocupación. En estos lugares de emarginación las dos culturas establecieron los primeros contactos y produjeron, al principio, esta forma de comunicación que tiene como su objetivo principal el de disimular las intenciones de quienes las practican. La estructura del lunfardo se nutre de la sustitución de sustantivos, verbos, adjetivos e interjecciones castellanas por términos, a los que les cambia el significado, provenientes del italiano, de sus dialectos, de las lengua indígenas y hasta de palabras españolas. Un elemento auxiliar del lunfardo es el vesre, o sea, la pronunciación de las palabras cambiando el orden de las sílabas: tango es gotán, bacán es camba, viejo es jovie, cabeza es zabeca y así sucesivamente. Obviamente ese "idioma" no tiene reglas fijas y muestra un enorme dinamismo; la gente del hampa y los internos de las cárceles ensayan continuamente variaciones que, cuando tienen éxito y son aceptadas, se expanden a velocidad vertiginosa. Por lo tanto el lunfardo entendido como forma de comunicación entre delincuentes representó solamente una etapa de desarrollo de esta jerga que con el pasar del tiempo fue convirtiéndose en una lengua popular hablada por diversos sectores de la población.

La inmigración italiana dejó en las letras de tango y en las conversaciones de los argentinos un número considerable de vocablos de los dialectos peninsulares y del italiano. Los italianismos conservados con el mismo significado, o con una extensión del significado y con modificaciones en la grafía que adaptan aproximadamente la pronunciación de la palabra italiana al castellano, se ven en la siguiente lista. Es notable la forma directa, casi brutal y sin embargo muy eficiente con la que se castellaniza la palabra italiana: generalmente eliminación de las "dobles","sh" por "sc", "yi" por "gi", "ch" por "cc", agregado de una vocal ("es") para expresar la "s" inicial, vocal que se suprime casi siempre al final, a la manera de los dialectos del norte de Italia.

LITERATURA

Historia de la literatura argentina

De 1810 a 1879
Dentro del panorama de las literaturas de Hispanoamérica, el origen de la Argentina carece de los rasgos amerindios que distinguen a la Mexicana y Peruana. Los primeros registros son crónicas de viajeros extranjeros y el primer poeta argentino es Luis de Tejeda. Las letras de la época crecen al amparo del fervor independentista, aparecen los esbozos de la gauchesca. El gaucho de Martin Fierro de José Hernández representa el sentimiento y el carácter nacionales. Germina una literatura de madurez intelectual y política, mientras en la poesía decae el espíritu combativo. Las crónicas costumbristas y las históricas, a través de Domingo F. Sarmiento, testimonian el sentimiento de la organización nacional.

De 1880 a 1900
La generación de 1880 acentúa la coloración europeizante y la primacía cultural de Buenos Aires por antonomasia. La corriente inmigratoria de variada composición étnica acentúa el cambio de la gran aldea a la urbe cosmopolita.
Hacia final de siglo surge el modernismo, caracterizado por el preciosismo y el simbolismo.Lateralmente surgen otras dos líneas de creación: el criollismo, pontificador del realismo rural con Roberto J. Payró y el sencillismo, una poética de lo popular.

De 1900 a 1940
La primera generación consolidada dentro de la literatura argentina es, sin duda, la de los martinfierristas, movimiento que aporta una doctrina intelectual representada por el ultraísmo e iinfluida por el realismo ruso. Al final de esa década y comienzo de la siguiente se insertan los novísimos, una promoción de poetas, narradores y dramaturgos que postulan la reflexión filosófica del hombre y la restauración de la esencia de la Argentina.

De 1940 a 1960
La generación de 1940 se centra en la poesía, desarrolla lo descriptivo, lo nostálgico y lo memorioso. Los narradores se alinearon en el idealismo, en el realismo, con algunos toques urbanos y costumbristas. Hacia1950 surge el neohumanesimo como respuesta al nuevo estado del pensamiento de postguerra. En un andarivel corren los vanguardistas, los existenciarios y quienes concilian ambas tendencias con soporte regionalista. Se percibe, en la mayoría de estos escritores, una fuerte influencia de los autores anglosajones e italianos.
 
El reflejo de la inmigración en la literatura argentina

Sarmiento y Alberdi

Para analizar tal reflejo empezamos con una síntesis sobre el pensamiento di Alberdi y Sarmiento ante la inmigración como introducción a las obras de los intelectuales posteriores.

En su obra Facundo Sarmiento trata la problemática demográfica inmigratoria a través de la dicotomía civilización/barbarie: " El mal que aqueja a la República Argentina es la extención, el desierto la rodea por todas partes y se le insinúa en las entrañas; la soledad, el despoblado, sin una habitación humana, son por lo general, los límites incuestionables entre unas y otras provincias...La ciudad es el centro de la civilización argentina, española, europea; allí estan los talleres de las artes, las tiendas del comercio, las escuelas y colegios, los juzgados, todo lo que caracteriza, en fin , a los pueblos cultos (Sarmiento, D.F.: Facundo EUDEBA 1961, p.24). La lucha entre ciudad y desierto es la historia nacional de Argentina, pero si hacia 1845 estaba triunfante el desierto, ahora la fuerza positiva de la ciudad lo anulará para siempre. La presión de la pampa es de una abundancia espontánea que impide la comunicación y la sociabilidad y promueve una vida estática; en cambio, los enfoques que hace el autor sobre la ciudad culminan en la afirmación laudatoria de la capital: "Buenos Aires puede volver a ser lo que fue, porque la civilización europea es tan fuerte allí, que a despecho de las brutalidades del gobierno se ha de sostener" (p.71). "El contacto con los europeos de todas las naciones es mayor aún desde el principio que en ninguna parte del continente hispanoamericano: la desespañolización y la europeificación se efectúa en diez años de un modo radical, solo en Buenos Aires se entiende" (p.106).
La ciudad adquiere capacidad de autorredención y rescatará en misión civilizadora al resto del país en la medida en que haya asimilado formas europeas y se haya liberado del componente hispánico. La Hispanofobia se opone en Sarmiento a las prohibiciones coloniales para el ingreso de extranjeros, reacciones similares a las de la revolución que opuso la liberdad de comercio contra el monopolio y la libertad de culto contra la uniformidad religiosa.
Tanbién para Alberdi la inmigración es medio de progreso y de cultura, en efecto en su obra Las Bases se incribe el lema de la política demográfica liberal: en América gobernar es poblar, este es el supuesto fundamental de la transformación que necesita la América del sur. Hasta 1853 su pensamiento era que la ciudad representa mejor el principio progresivo y la campaña el principio estacionario, después ha cambiado: "la localización de la civilización en las ciudades y la barbarie en las campañas, es un error de historia y de observación cuyo catecismo es Facundo". " Las consecuencias de considerar bárbaras a las campañas, es que la agricultura y ganadería se desdeñan por las ciudades donde nunca hubo industrias... España consideraba que en las ciudades el hombre se volvía más dócíl y en las campañas más libre, por eso trató de concentrarlos en ellas" (Alberdi J.B.: Palabras de un ausente en que explica a sus amigos del Plata los motivos de su alejamiento. T.VII p.162).
El problema es que en el sueño liberal los europeos eran por sí mismos la encarnación de la civilización. Sin embargo, los hechos fueron diferentes, porque los inmigrantres provenían de los sectores proletarios y campesinos más desposeídos de sus paises; habían tenido un contacto escaso con las formas culturales elevadas de sus países. Por eso en uno de sus últimos artículos las desilusionadas observaciones del viejo Sarmiento terminan por coincidir con las del cauto Alberdi: " Lo más atrasado de Europa, los campesinos y gente ligera de las ciudades, es lo primero que emigra"(El Diario, 12 de septiembre de 1887).

Los otros autores

Fray Mocho, escritor y periodista, fue redactor de La Nación, que junto a La Prensa constituían la prensa libre permitida por el gobierno oligárquico. Eso era posible porque el gobierno creyó poder combatir a la prensa opositora con sus propios diarios, además la prensa libre era parte de la herencia de la clase dirigente que era propietaria y principal redactora de estos diarios.
Utilizó su profesión para crear obras por medio de un realismo costumbrista de buena factura. Su lenguaje es el de todos los habitantes de la ciudad y la utilización del lunfardo y de la jerga ítalo-argentina se funcionalizan en una literatura aún vigente.
La actitud de este autor hacia los inmigrantes es de simpatía y de aceptación, aunque expresada con un tono caricatural: el gringo, el cocoliche, el gallego no lo alarman, son parte de su público.
El sentimiento de simpatía hacia el inmigrante de Mocho es reemplazado por Eduardo Gutiérrez con la defensa del antiguo habitante de la pampa. En un momento en que para el gaucho estaba claramente perfilada su suerte, Gutiérrez en su obra Juan Moreira lo glorifíca no obstante sea fatalmente condenado a la desgracia, víctima de la sociedad que ya no lo necesita, reemplazado por el inmigrante.
" En la estancia como en el puesto, prefieren al suyo el trabajo del extranjero, porque el hacendado que tiene peones del país está expuesto a quedarse sin ellos cuando se moviliza la guardia nacional, o cuando son arriados como carneros en una campaña electoral." ( Gutiérrez, Edmundo: Juan Moreira EUDEBA, 1960).
Veinte años después Roberto Payró relata la vida de un político fraudulento y exitoso en Las divertidas aventuras de un nieto de Juan Moreira. Payró, uno de los fundadores del partido socialista, expresa en su obra el punto de partida básico del partido como defensor de la inmigración y liquidador de la vieja `politica criolla': "El que esto escribe no quiere mal al nieto de Juan Moreira , ni a don Mauricio Gómez Herrera, ni a ...¡ Tantos otros! ¿Para qué citar nombres? Pero cree que ha sonado la hora de acabar con el gauchismo, de no rendir culto a estos fantasmas del pasado, de respetar la cultura en sus mejores formas y de preferir el mérito modesto al exitismo a todo trance".
En los años de la europeización de la Argentina, en los cuales empieza a ser una nación ocupada en mostrar la imagen exterior del país con abundancia, ostentosos palacetes art nouveau y parques de cuidado diseño francés, Rojas quiere despertar a la sociedad argentina, turbar la fiesta del mercantilismo cosmopolita y subrayar la situación de dependencia del país con respecto al capital inglés. No postula un rechazo hacia la inmigración, pero quiere su asimilación, también a través de la educación que, con la libertad de enseñanza, impidió que una educación nacionalista asimilara las corrientes inmigratorias a la tradición cultural argentina. A través de ese nacionalismo, con su obra La restauración, regresa a la tradición española y se opone al espíritu `positivista' de la cultura oficial.
Como Rojas también Lugones cree en la importancia de la escuela para formar hombres libres y justos: "Por lo mismo que somos un país extenso y fértil, necesitamos poblarlo con trabajadores inteligentes. Así, nuestra carta fundamental asigna al gobierno entre sus principales deberes, el fenómeno de la inmigración... Hay que asegurar, también, la libertad y la justicia, ...
no han de estar limitadas a la legislación, sino incorporadas a las costumbres que valen más que las leyes; siendo aquí donde la acción de la escuela adquiere una alta importancia. ( Lugones, L. : Didáctica, Bs As. 1910).

Parte III

Cocina

La emigración italiana a Argentina tuvo consecuencias no solo en la política, la economía y las relaciones sociales, sino también en la cocina y los hábitos alimenticios. Argentina es un país generoso en gastronomía; a sus platos típicos, se suman muchos otros que son el resultado de la influencia de la inmigración. Los argentinos unen a la hora de la mesa los atributos de la cocina heredada de sus antepasados; por ejemplo la pasta, de tradición italiana, junto a otros platos, tiene lugar en la mesa de todas las familias argentinas. La mayor parte de las recetas se basa en el consumo de carne y por eso la comida argentina es rica en proteínas. Por ejemplo, comer un asado de carne de vaca cocinado a la parrilla es una arraigada costumbre argentina; cada uno de los pasos para realizar un buen asado es una ceremonia casi reglamentada.

Estilos de vida

Hablar de las consecuencias de la inmigración italiana a la Argentina es una tarea muy difícil porque nunca se encontrarán obras y libros específicos sobre este tema; sobre todo si se considera el aspecto cultural y todo lo que se refiere al estilo o a los estilos de vida, al trabajo, y a las costumbres.

Estamos frente a umbrales invisibles y confines lábiles porque dentro del calderón cultural de un país y de manera particular en una realidad tan peculiar como la argentina, parece muy complejo arriesgar distinciones y demarcar fusiones tan arraigadas en la cultura de un país que absorbió brazos, cerebros y culturas distintas, muy ávidamente y en un tiempo bastante corto; consiguiendo crear una entidad cultural con sus propias características, distinta respecto a las progenitoras y al mismo tiempo más sólida y completa, como todas las hibridaciones nos enseñan.

Gracias a la proverbial hospitalidad argentina, el mundo criollo y el de los inmigrantes, lleno de esperanzas, se fundieron con mucha facilidad. Ahora, bajo el enorme "paraguas" de la cultura argentina, encontramos costumbres gallegas, huellas de la grandeur francesa, el rigor alemán, los postres típicos del mundo turco, modismos y las universales recetas italianas. Lo que hace que la Argentina y su cultura sean tan peculiares es que pueden parecer sólo una mezcla de muchas, distintas realidades culturales que el hambre europea y la pampa desierta han empujado a aquellas tierras vírgenes y hambrientas de cultura y desarrollo. La Argentina, como ya he dicho, tiene su propia cultura sincrética y sinérgica, viva y autónoma respecto a las distintas culturas que, sin embargo, se encuentran en ella.

La "italianidad" originaria que contribuyó a la formación de esa cultura argentina de hoy se puede claramente advertir en muchas de las costumbres. Ya he mencionado las ricas recetas regionales italianas, súbito estimadas; en las mesas transoceánicas campean lasañas atractivas y explosiones de tucos y salsas, a partir de la "a la boloñesa" y "a la carbonara" , hasta la "a la arrabbiata" , sin olvidarse la "Principe di Napoli" (¿Qué nombre es más evocador?). Además en los barrios más bajos de las ciudades se difundió un idioma que fue, sin ninguna duda, el precursor de la integración, mejor dicho, de la creación de esta "cultura de culturas" , por el hecho de que es gracías a la comunicación que la gente se relaciona. El lunfardo es el lenguaje que prescinde de las lenguas, siendo una conmistión y selección de palabras en que encontramos unas claramente de origen italiano, junto a otras de procedencia diferente. La contribución italiana a la creación de la peculiaridad cultural y de los modelos de vida argentinos es igualmente reconocible en la fundación, en las grandes ciudades y en el interior, de asociaciones de socorros mutuos y hospitales italianos. Sólo en Buenos Aires, aún hoy, hallamos la Associazione Unione e Benevolenza, el Teatro Coliseo, la Associazione Massalubrense, la Associazione Campani, la Associazione Mazzini, la Associazione Siciliana, la Società Friulana, la Federazione Lucana, el Centro Calabrese, la Associazione G.Gentile, el Circolo Trentino, el Club Italiano, el Ospedale Italiano, la Unione Ossolana, la Associazione Cristoforo Colombo, la Scuola T.Devoto, el Istituto Luigi Pirandello en San Miguel e la Associazione Scuole Italiane XXI Aprile a Mendoza, en Tigre la Associazione Dante Alighieri y el Circolo Sardo en San Miguel de Tucumán.

Esto fue fundamental en la creación de una conciencia de la comunidad, contrapuesta al individualismo imperante entre los nativos. Otras aportaciones de la comunidad italiana, siempre refiriéndose a las huellas tangibles, fueron la difusión del amor por el arte lírico y por el bel canto y una laboriosidad desconocida entre los criollos, que se contentaban de niveles de vida menos acomodados pero sin ritmos frenéticos.

Creo que se podría seguir enumerando mucho más en esta lista de afinidades que unen la Argentina de hoy a Europa y a Italia en particular, que al partir con su mundo encerrado dentro de una valijita, una vez allá lo abrió y plasmó, dejándose modelar por la Argentina. Aún estoy convencido que un poquito, mucho de Italia, del sentirse italiano, de la singular cultura italiana podemos verlo, a escondidas, en el puerto de Buenos Aires, en sus barrios viejos, en las grandes plazas, en las miradas de la gente, sobre los tejados y dentro de los portales; creo que no me voy a equivocar afirmando que la "italianidad" se advierte en los corazones, que es impalpable como los sentidos, que está libre en el aire desde Buenos Aires hasta Ushuaia.

Pensando en la Argentina me gusta mucho la imagen un poco enigmática de todo un mundo encerrado, o liberado en un único país.

Artículos periodísticos

Una cultura que se fusionó con las costumbres argentinas

La inmigración italiana fue la mayor en la historia del país

ð Entre 1880 y 1930 más de cuatro millones de italianos desembarcaron en tierras argentinas

ð Hoy, hay más de 16 millones de descendientes y más de 500.000 pasaportes

Inmigración italiana en las costumbres argentinas

No se equivocaba aquel que denominó a la Argentina como "la segunda patria de los italianos". Entre 1880 y 1930 más de cuatro millones de italianos emigraron hacia la Argentina.

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Sin embargo, la inmigración se detuvo desde hace 50 años. Dante Ruscica, encargado de prensa de la embajada de Italia en la Argentina, dijo que en la actualidad hay alrededor de un millón de italianos en el país. Además, aseguró que viven más de 16 millones de personas de sangre italiana y que hay 500.000 ciudadanos con doble nacionalidad.

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En la Argentina, los inmigrantes debían comenzar una nueva vida. Construir nuevas raíces y empezar de cero. No era una meta fácil, pero tampoco imposible.

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Grandes referentes de la historia argentina fueron italianos o descendientes de ellos. Por caso, el general Manuel Belgrano, creador de la bandera argentina, era hijo de italianos.

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Así, fueron muchos, y en diversos aspectos, los que marcaron la historia, la cultura y definieron el rumbo de un país que empezaba a crecer. La mayoría de los italianos que llegaron a la Argentina eran piamonteses, genoveses, venecianos, calabreses, sicilianos y napolitanos.

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La zona que hoy se conoce como La Boca, hasta principios del siglo XIX, estuvo prácticamente deshabitado. Entre 1830 y 1852 comenzaron a instalarse familias genovesas y, en 1895, tenía una población de 38.000 habitantes, de los cuales 14.000 eran italianos.

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Cultura italoargentina

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La cultura argentina tuvo un paulatino cambio gracias al aporte de la fuerte inmigración, en particular la italiana. Si bien lo normal habría sido que los inmigrantes se adaptaran a la cultura existente, el proceso fue inverso o, más bien, recíproco.

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Los italianismos se difundieron rápidamente, lo que enriqueció el vocabulario lunfardo. Por ejemplo, la palabra mufa, que se usa para designar a la mala suerte, deriva de muffa , que significa moho; pibe proviene de pive , que en xeneize (lengua de Génova) significa aprendiz.

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Así, muchas palabras de origen italiano fueron adoptadas por los argentinos y hasta incursionaron en el tango. La cumparsita es el caso más relevante: el título deriva como diminutivo del italiano comparsa , que significa actor secundario.

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La gastronomía italiana ejerció durante los tiempos de la gran inmigración europea una notable influencia sobre las costumbres culinarias de la Argentina, que se proyectó hasta la actualidad. A ella se debe la popularidad de las pastas, la pizza y la buseca, entre otros alimentos.

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Fueron italianos los propietarios de las mejores confiterías de Buenos Aires, tales como el Café Tortoni, el Café de París y la Confitería del Molino, entre otras. Y también de prestigiosos restaurantes, como La Sonnámbula o La Emiliana, que ofrecían las mejores especialidades de la cocina italiana, novedosa por entonces.

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Si bien a partir de 1880 fue mayor el arribo de italianos, ya en 1870 eran 80.000 los inmigrantes de ese país. El censo realizado en 1898 indicó que en la Argentina había un millón de italianos, es decir, el 25 por ciento de la población, mientras que un tercio del resto eran argentinos descendientes de italianos.

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Matías Cohen

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<< Comienzo de la nota

No se equivocaba aquel que denominó a la Argentina como "la segunda patria de los italianos". Entre 1880 y 1930 más de cuatro millones de italianos emigraron hacia la Argentina.

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Sin embargo, la inmigración se detuvo desde hace 50 años. Dante Ruscica, encargado de prensa de la embajada de Italia en la Argentina, dijo que en la actualidad hay alrededor de un millón de italianos en el país. Además, aseguró que viven más de 16 millones de personas de sangre italiana y que hay 500.000 ciudadanos con doble nacionalidad.

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En la Argentina, los inmigrantes debían comenzar una nueva vida. Construir nuevas raíces y empezar de cero. No era una meta fácil, pero tampoco imposible.

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Grandes referentes de la historia argentina fueron italianos o descendientes de ellos. Por caso, el general Manuel Belgrano, creador de la bandera argentina, era hijo de italianos.

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Así, fueron muchos, y en diversos aspectos, los que marcaron la historia, la cultura y definieron el rumbo de un país que empezaba a crecer. La mayoría de los italianos que llegaron a la Argentina eran piamonteses, genoveses, venecianos, calabreses, sicilianos y napolitanos.

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La zona que hoy se conoce como La Boca, hasta principios del siglo XIX, estuvo prácticamente deshabitado. Entre 1830 y 1852 comenzaron a instalarse familias genovesas y, en 1895, tenía una población de 38.000 habitantes, de los cuales 14.000 eran italianos.

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Cultura italoargentina

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La cultura argentina tuvo un paulatino cambio gracias al aporte de la fuerte inmigración, en particular la italiana. Si bien lo normal habría sido que los inmigrantes se adaptaran a la cultura existente, el proceso fue inverso o, más bien, recíproco.

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Los italianismos se difundieron rápidamente, lo que enriqueció el vocabulario lunfardo. Por ejemplo, la palabra mufa, que se usa para designar a la mala suerte, deriva de muffa , que significa moho; pibe proviene de pive , que en xeneize (lengua de Génova) significa aprendiz.

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Así, muchas palabras de origen italiano fueron adoptadas por los argentinos y hasta incursionaron en el tango. La cumparsita es el caso más relevante: el título deriva como diminutivo del italiano comparsa , que significa actor secundario.

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La gastronomía italiana ejerció durante los tiempos de la gran inmigración europea una notable influencia sobre las costumbres culinarias de la Argentina, que se proyectó hasta la actualidad. A ella se debe la popularidad de las pastas, la pizza y la buseca, entre otros alimentos.

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Fueron italianos los propietarios de las mejores confiterías de Buenos Aires, tales como el Café Tortoni, el Café de París y la Confitería del Molino, entre otras. Y también de prestigiosos restaurantes, como La Sonnámbula o La Emiliana, que ofrecían las mejores especialidades de la cocina italiana, novedosa por entonces.

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Si bien a partir de 1880 fue mayor el arribo de italianos, ya en 1870 eran 80.000 los inmigrantes de ese país. El censo realizado en 1898 indicó que en la Argentina había un millón de italianos, es decir, el 25 por ciento de la población, mientras que un tercio del resto eran argentinos descendientes de italianos.

Matías Cohen




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Enviado por:Maro
Idioma: castellano
País: Argentina

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