Sociología y Trabajo Social


Imaginario no comunitario del inmigrante


Sumario

Prólogo. 2

Aproximación teórica sobre la creación del imaginario. MTG. 3

Factores materiales e institucionales. 3

La base cultural y el contexto histórico. 5

Los Medios de Comunicación de Masas. 9

Marxismo: la posición clásica. 9

El enfoque sociocultural. 11

El enfoque estructural-funcionalista. 11

Funcionalismo individual. 12

Adaptación del marco teórico a nuestro objeto de estudio. MTE. 13

Mapa conceptual y modelo de análisis. 17

Hipótesis. 18

Operativización de los conceptos. 19

Propuesta de validación empírica. 20

Planificación de recursos. 21

Bibliografía. 22

Nos propusimos en un primer momento, estudiar la relación entre el incremento de la delincuencia y el aumento de la inmigración en España de la que se ha hecho eco la actualidad. Al hacer una revisión teórica sobre esta problemática, nos dimos cuenta que esta vinculación no era directa, sino que se debía a una lectura precipitada o interesada de los datos oficiales. Esta lectura incorrecta se debía principalmente, a la sobrerepresentación de los inmigrantes que se daba en las estadísticas, y que tendía a englobar y tipificar como delito todo tipo de infracciones, como el hecho mismo de no tener papeles.

Aunque no existe una demostración empírica de la asociación de la inmigración con la delincuencia, las encuestas realizadas por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), mostraban una percepción negativa extendida en la opinión pública española hacia el colectivo de inmigrantes, especialmente el magrebí. Nuestra intención fue en este momento indagar en las causas que provocaban esta percepción.

Existe un amplio consenso en situar las fricciones y factores motivadores que originan las diferentes percepciones de los inmigrantes, a partir de las características de la sociedad receptora. Es decir, que son factores endógenos los que determinan el grado de aceptación o rechazo de los españoles a este colectivo, y no las características propias de los recién llegados.

Algunas lecturas nos llevaron hacia el concepto de imaginario. Es decir, una construcción social de significados, que forman ideas acerca de los elementos que constituyen la vida social. Dentro de estos elementos, el que nos interesaba era el imaginario que se construía alrededor del inmigrante no comunitario, el cual entendíamos, se había formado a partir de la distinción entre el nosotros y el ellos, es decir, entre lo propio y lo ajeno, entre lo autóctono y lo foráneo.

A partir de este punto, nos centramos en el imaginario, en la creación y difusión del mismo, puesto que pensamos que éste era decisivo en la formación de la opinión de las personas. Nos pareció interesante ahondar en los factores motivadores de este imaginario, entre los más trascendentes identificamos los factores culturales, los materiales y los institucionales. Además, identificamos un papel relevante de los medios de comunicación de masas, y nos preguntamos en qué medida influyen en la creación, difusión, apoyo y evolución de éste imaginario.

Es relevante señalar el momento de creación de este imaginario, que diversos autores sitúan al principio de la década de los noventa, momento en que se hace efectiva la ley de extranjería de 1985 -desarrollada por exigencia del resto de países que integran la UE-, y momento en el que comienza una época de recesión y crisis económica.

Aproximación teórica sobre la creación del imaginario.

Factores materiales e institucionales como condicionantes del imaginario.

Una primera teoría, desarrollada en la investigación realizada por el CEDIME, analiza el impacto de la inmigración desde el punto de vista de los factores y condicionantes materiales (como son la posición en la estructura ocupacional, la legislación inmigratoria del país receptor, etc.) con los que se encuentra la población inmigrante en la sociedad receptora, y cómo éstos determinan la percepción colectiva de los inmigrantes como actor social, alejándose de planteamientos culturalistas, pues “tras las diferencias culturales se ocultan relaciones de clase, de grupo de intereses o de otras categorías de la estructura social”.

En este marco teórico, para comprender el impacto de la inmigración en la sociedad española y la consiguiente formación de la opinión pública, no sólo han de tenerse en cuenta los aspectos simbólicos que rodean a la construcción social de la imagen del inmigrante, sino también analizar las reacciones sociales a los factores objetivos, como son las características del mercado laboral, la existencia de una economía sumergida, la incidencia del paro, las condiciones de la vivienda o los flujos migratorios -que pueden producir una percepción de invasión o avalancha entre otros-. Y por otro lado cabe considerar las condiciones institucionales, como la regulación e instalación de los inmigrantes, en su condición de residentes o trabajadores, que se lleva a cabo a través de medidas legislativas, y que dan lugar a una estratificación y marginalización en el trabajo.

Argumenta que las condiciones materiales pueden generar situaciones de competencia entre inmigrantes y autóctonos, mientras que los factores institucionales contribuyen a construir la figura del inmigrante ante la opinión pública y definen a su vez el estatus legal de los inmigrantes y sus consecuencias. En esta teoría toma importante relevancia los medios de comunicación en su papel de transmisores y como definidores de estos dos ejes, es decir, de los condicionantes materiales e institucionales.

Ejes que inciden en la población española, de manera que ésta desarrolla lógicas de exclusión hacia los inmigrantes en base a tres dimensiones: la seguridad ciudadana, la identidad cultural -como agresión a «nuestras» costumbres y por temor a la reducción de la diferencia cultural- y la dimensión económica o la competencia por los recursos.

Sobre la creación del imaginario y su difusión nos hacemos eco de una segunda teoría, sustancialmente diferente de la anterior. Ésta basa la exclusión y rechazo al «inmigrante no comunitario» como consecuencia de la creación desde el Estado de este imaginario, a partir del tratamiento político de la inmigración, la difusión y manipulación de la información por los medios de comunicación y los discursos antiinmigratorios. Es decir, que el imaginario no es creado por la opinión pública en sí misma -a partir de la interacción entre colectivos y su percepción de los hechos- sino que le es dado por los discursos antiinmigratorios y por las políticas públicas desde las instancias gubernativas, poniendo el acento en los procesos sociopolíticos y cognitivos, en cuyo seno se estructura y difunde una conceptualización dominante de las migraciones que las reducen a un problema o una amenaza. De esta manera, según esta teoría, los Estados tratan de justificar sus fracasos en esta materia y en todas aquellas sobre las que incide, como el paro, la delincuencia, el recorte del gasto público y las privatizaciones entre otras.

La novedad de esta teoría respecto a la anterior, radica en la acentuación de que para comprender las actuales migraciones y la formación del imaginario a partir de las interacciones y relaciones entre autóctonos, comunitarios e inmigrantes, “son necesarias, además de las descripciones sociodemográficas y de las condiciones de vida y trabajo de los migrantes, un acercamiento que contextualice y englobe el fenómeno sociohistóricamente”. Un acercamiento que, no ignorando las características de la sociedad receptora, las tensiones y conflictos internos que la recorren, intente desentrañar las condiciones en las que esta coexistencia se produce y las representaciones que, necesariamente, resultan de ella. Analiza la construcción de esta figura social a partir de los procesos sociales mediante los cuales se produce o construye «el miedo al extranjero»

Esta teoría postula que las retóricas y las prácticas de la inmigración no surgen ni espontáneamente ni únicamente de los márgenes sociales y/o políticos, sino que en gran medida son preformuladas y difundidas en, y a través de, las reglamentaciones jurídicas, los medios de comunicación, las industrias culturales, el sistema educativo, las instituciones religiosas, el sistema político… y en las conversaciones e interacciones cotidianas. De manera que desde este entramado social e institucional se diseminan ciertas nociones, estereotipos, representaciones e ideologías que instituyen determinadas figuras sociales antagónicas y complementarias, como pueda ser nacional/ extranjero, civilizado/ bárbaro, honrado/ ladrón, pacifico/ violento…

La base cultural y el contexto histórico. La idea de alteridad y la percepción de competencia.

Una extensa tercera teoría manifiesta la importancia de las diferencias culturales como factor motivador de los conflictos entre grupos a partir de los cuales se crean diferentes actitudes y opiniones frente a los inmigrantes, abordando diversidad de aspectos de la cultura y tradiciones de la sociedad receptora, ya de por sí heterogénea y variada.

Para estudiar las opiniones que se tienen en España sobre los extranjeros desde este enfoque se considerará en primer lugar la obra que construye un marco de análisis según el cual hay que tener en cuenta tanto el contexto histórico como los grupos sociales determinados que se configuraron a través del proceso que transformó la sociedad tradicional en la sociedad moderna. Aún así, no se puede considerar ésta transición como algo puramente dicotómico, pues está sujeta a contradicciones y matices que hacen que la realidad social sea más heterogénea. Así, uno de los valores aportado por la modernidad, como es la idea de progreso y universalismo, no explica el aumento de las desigualdades y la exclusión, por ejemplo.

Otra obra consultada, que tiene en cuenta una relación más específica entre catalanes y marroquíes, parte de la base que para entender la convivencia de la sociedad catalana con otras culturas, y los posibles problemas que ésta pueda provocar, hay que analizar la idiosincrasia de la misma. Los valores de los catalanes son en general, la familia, el trabajo, los amigos y conocidos, el ocio, la religión y la política, en este mismo orden. Vemos, por tanto, como se centran en el grupo primario (familia) y la estabilidad económica (trabajo), así como también en el microgrupo, es decir, amigos y compañeros. Se dejan en segundo plano las dimensiones colectivas de la vida. Éstos valores se insertarían en lo que el primer marco de análisis considera consecuencias de la modernización de la sociedad, y la forma en que se relacionan las personas dentro de ésta.

De cara a la convivencia, este mismo realizado señala que, vista la importancia que se da a la familia en la sociedad catalana, la diferencia de culto religioso no sería el factor principal que explique el rechazo, ya que en el seno de las familias catalanas hay poca exigencia de consenso religioso -muchas parejas difieren en sus creencias religiosas-. Por otro lado, un hecho destacable como posible origen de diferencias es la idea de “pareja” que tiene la opinión pública autóctona, y que choca con el concepto que tienen los marroquíes. Mientras que los catalanes valoran más los aspectos materiales y la dinámica propia de la pareja -buenos ingresos, aficiones comunes, etc.-, en las parejas marroquíes se valoran criterios como la clara diferenciación de papeles o roles y la importancia de la familia extensa, frente a la idea de familia nuclear que impera en la sociedad autóctona.

Otro factor de conflicto puede ser la concepción moral de la sociedad. Mientras que la opinión pública autóctona hace una clara distinción entre la esfera pública y la privada, es decir, hay una cierta tolerancia en los aspectos privados aunque se contradiga en cierto modo con sus creencias morales -homosexualidad, divorcio, etc.-, la sociedad marroquí, y las sociedades musulmanas en general, tienden a agrupar los comportamientos privados con las normas del Islam.

Según el modelo de análisis presentado en el estudio de 1995 existe un tipo de discriminación cultural que considera que las culturas son universos cerrados e inmodificables en sus rasgos fundamentales lo que denominan “supuesto esencialista”. Por otro lado, existen culturas incompatibles que no pueden coexistir pacíficamente. Esto hace referencia a culturas cerradas consideradas inferiores por estar menos avanzadas en el proceso de modernización. Según ésta concepción la única vía posible es: la asimilación a la nueva cultura (la local) o la segregación total de los extranjeros. Así, la actitud de la población autóctona depende de su percepción de la cultura extranjera -si la considera compatible, agresiva, irreconciliable, entre otras.-

La autoidentificación nacional, es decir, el hecho de sentirse catalán y/o español es un factor relevante a la hora de establecer una diferenciación entre el “nosotros” y el “ellos”. En Cataluña se da una clara distinción entre estos dos conceptos, a causa de la creencia de que se sentirán más catalanes los nacidos en Cataluña y de padres catalanes que los hijos de inmigrantes. Es importante resaltar que existe, en este punto, una delimitación del campo “extranjero” al de los inmigrantes pobres, que aparecen más como consumidores de recursos de la sociedad local, que como productores de riqueza.

Las ideologías sociales reinantes en la sociedad catalana construyen una imagen del inmigrante. Dichas ideologías son fruto de un proceso, en el que influyen varios factores. Con respecto al contexto histórico y político, los dos enfoques que hasta ahora hemos expuesto coinciden en señalarlos como decisivos a la hora de formar las diferentes ideologías sociales, de las que se desprenderían imágenes y estereotipos colectivos en relación con los inmigrantes: “[...] las actitudes e ideologías frente a los extranjeros se asientan sobre estereotipos colectivos, generados tanto por la experiencia histórica como por los avatares actuales de las relaciones internacionales”.

En cuanto a la formación de estos imaginarios, además de los condicionantes “macro”, hay condicionantes “micro” que tienen que ver con aspectos individuales de las personas. Así, las actitudes y las motivaciones de éstas, están fundamentadas en procesos pre-conscientes o inconscientes en relación con elementos básicos de la personalidad y elementos afectivos. Es decir que hay una ambigüedad generada por lo desconocido -los colectivos de inmigrantes- y que dichas actitudes no se forman mediante una lógica racional.

Hay una amplia gama de actitudes, que van desde la xenofobia hasta la acogida y el respeto de los extranjeros. Se puede decir que la actitud de los españoles hacia los inmigrantes varía según el origen de éstos, recibiendo una opinión menos desfavorable los colectivos latinoamericanos, y la más desfavorable los magrebíes. Con respecto a ésta última percepción, se podría decir, siguiendo con la explicación histórica, que se ha ido fundamentando a lo largo de la historia, por las relaciones “aliados-enemigos” entre el norte de África y España.

Otro estudio realizado por el CIS, señala que existe una cierta percepción de competencia de la población autóctona frente los inmigrantes. Esta competencia se ve reflejada en las “áreas polémicas”: el derecho a la participación política y en el poder, el derecho a la cobertura de necesidades básicas por parte de las políticas estatales y el efecto de la participación de los inmigrantes en la economía y el trabajo. En el ámbito político, el recelo proviene de la percepción de que si los inmigrantes acceden a la política podrían promover medidas a favor de sus derechos que, en muchos casos, serían opuestos a los intereses de la sociedad autóctona.

Por lo que refiere al ámbito laboral, el estudio señala dos tendencias básicas a la hora de argumentar el papel que desarrollan los inmigrantes -aunque no está centrado en el colectivo marroquí-: la de quienes creen que trabajan en aquellos sectores despreciados por los españoles y las de quienes argumentan que están aquí quitando puestos de trabajo a los autóctonos. La segunda tendencia, muy extendida, refleja una percepción de los inmigrantes como una amenaza para la sociedad receptora, hecho que fácilmente puede desembocar en actitudes de rechazo frente a ellos.

Dichas actitudes de rechazo producidas por la percepción de competencia son, en muchos casos, próximas al racismo. En el análisis realizado se distingue entre varias posiciones de los españoles frente al mismo: el racismo por motivos económicos, el cual es más extendido en las clases bajas -ya que los más cualificados no ven en el inmigrante esta amenaza- un posicionamiento que responsabiliza a los empresarios de la situación actual -culpándoles de traer a inmigrantes para realizar los peores trabajos, empeorando la situación laboral en general-, y finalmente aquellos que creen en la necesidad de ser tolerantes, ya que ven el racismo como un peligro para el mismo grupo autóctono.

Con respecto a las actitudes de rechazo hacia el extranjero, tenemos que el racismo, juntamente con el de xenofobia y el de etnocentrismo, se utiliza para designar un conjunto de comportamientos discriminatorios, que no siempre tienen un referente físico-biológico. Se habla, pues, de un nuevo racismo que no se refiere a razas sino a culturas y que predica la segregación sistemática de los diferentes. En este caso, “los otros” serían colectivos a los que se atribuye determinadas características -nacionalidad, etnia, cultura o una combinación entre estos elementos- que los configuran como “inferiores”. Este concepto de “otros” tiene la particularidad de que se refiere más que nada a la categoría “inmigración”, que es un grupo que no incluye a todos los extranjeros o que, por el contrario, incluye parte de la población local -minorías étnicas, “desviados sociales”, etc.-

Siguiendo con ésta aproximación, vemos que el mecanismo básico de las diferentes manifestaciones del neorracismo contemporáneo es la negación de una identidad cultural a ciertos colectivos. A éstos se les atribuye una característica “natural” que constituiría la esencia de su ser, que no es modificable en lo fundamental. Esta naturaleza los configuraría como inferiores por definición.

Los Medios de Comunicación de Masas en la difusión del imaginario

Existen diferentes corrientes teóricas sobre la repercusión de los Medios de Comunicación en la opinión pública. A continuación haremos un breve repaso de algunas de estas perspectivas de análisis:

Marxismo: la posición clásica.

En esta perspectiva de análisis se sitúan los medios de comunicación como un instrumento de producción, con sus factores y relaciones, que probablemente se hallan bajo la propiedad monopolística de una clase capitalista, nacional e internacionalmente organizada, y que sirven a los intereses de esa clase. Esta teoría postula que los mass media operan ideológicamente diseminando las ideas y las visiones del mundo de la clase dominante, negando las alternativas que puedan conducir al cambio o a una creciente concienciación de la clase obrera y sus intereses, impidiendo la movilización de esta conciencia en oposición política activa y organizada. Existen distintas variantes de análisis de inspiración marxista de los medios de comunicación modernos:

-La teoría político-económica: Ésta tiene un enfoque que se centra más en la estructura económica que en el contenido ideológico de los medios. El carácter predominante del conocimiento de y para la sociedad que los medios de comunicación producen, puede explicarse en términos generales por el valor de cambio de los diferentes tipos de contenido, y por los intereses económicos subyacentes de los propietarios y de quienes toman las decisiones. Las consecuencias de esto pueden observarse en la reducción de las fuentes independientes de los medios de comunicación, la concentración en los mayores mercados, la evasión del riesgo de concienciación y el desprecio de los sectores más pobres de la audiencia potencial.

Una critica vertida sobre este enfoque señala la dificultad de explicar los elementos de los medios de comunicación bajo control público, en términos de funcionamiento del mercado libre.

-La escuela de Francfort y la teoría critica: Los teóricos críticos, que hoy siguen lo que se ha dado en llamar enfoque “culturalista” deben mucho a la obra de los integrantes de esta escuela, especialmente a Adorno y Horkheimer, y a Marcuse. El énfasis que la escuela de Francfort pone en los medios de comunicación como poderoso mecanismo de contención del cambio ha sobrevivido y enlaza con el “enfoque hegemónico”. Los teóricos críticos marxistas pueden representarse como la combinación de una visión centrada en los medios y de otra centrada en la dominación de clase. No desprecian la diversidad de formas sociales y materiales existentes, y su visión general del poder de los medios de comunicación pone el énfasis en la conservación del orden existente, y no en el cambio.

-Teoría hegemónica de los medios: se centra en la ideología misma, en las formas de su expresión, sus vías de significación y los mecanismos mediante los cuales sobrevive y florece, cuya conciencia consigue invadir y moldear. La ideología, como definición distorsionada de la realidad y de la imagen de las relaciones de clase, no es dominante porque la clase dominante la haya impuesto por la fuerza, sino que es una influencia cultural penetrante y deliberada que sirve para interpretar la experiencia de la realidad de una manera encubierta, pero coherente. Es decir, que sitúa los medios de comunicación como un aparato ideológico del Estado.

El enfoque sociocultural.

El enfoque culturalista o sociocultural, que hoy en día ejerce una influencia cada vez mayor sobre el estudio de los medios de comunicación de masas, se debe a la escuela de Francfort, así como de otras tradiciones de análisis humanistas y literarias. Se distingue por un enfoque más positivo de los productos de la cultura de masas y por el deseo de comprender el significado y el lugar que se asigna a la cultura popular en la experiencia de grupos particulares de la sociedad -jóvenes, minorias étnicas y otras categorías marginales- El enfoque cultural trata de explicar también el importante papel que desempeña la cultura de masas en la integración y subordinación de los elementos de desviación o de oposición de la sociedad. Es la experiencia de los subgrupos en el seno de la sociedad, la que condiciona la interacción entre los medios de comunicación y las personas.

El enfoque estructural-funcionalista:

Este enfoque es una versión de la teoría sociológica general que explica las actividades recurrentes e institucionalizadas en términos de las necesidades de la sociedad. Las supuestas necesidades de ésta se relacionan sobretodo con la continuidad, el orden, la integración, la motivación, la orientación y la adaptación. La sociedad debe verse como un organismo en el cual los medios de comunicación contribuyen esencialmente a su funcionamiento. El énfasis recae, pues, en la imagen que presentan los medios de comunicación como red de conexiones en todos los sentidos mencionados, con lo que se asegura la integración y el orden internos. Según este enfoque, la contribución de los medios de comunicación es la de atender las necesidades y demandas de la sociedad, ya sean individuos o colectivos. Los medios de comunicación se autodirigen y autocorrigen en base a unas reglas institucionales políticamente negociadas. Se diferencia de los enfoques marxistas sobretodo en su aparente objetividad y aplicación universal.

La finalidad de los medios de comunicación en el conjunto de la sociedad, según esta corriente teórica, sería en primer lugar la de proporcionar información sobre acontecimientos y situaciones, así como explicar, interpretar y comentar su significado, indicando las relaciones de poder y apoyando la autoridad y las normas establecidas; estableciendo órdenes de prioridad y señalando estatus relativos. Otras funciones importantes serían expresar la cultura dominante y reconocer subculturas, así como proporcionar entretenimiento y diversión. A estos aspectos estructural-funcionalistas, Wright añade la función movilizadora, que consiste en hacer campaña en favor de los objetivos sociales en las diferentes esferas de la vida social.

El enfoque funcionalista ha sido criticado por su aparente conservadurismo, que surge de la voluntad de preservar el presente: se da por bueno y necesario lo que existe y parece normal.

Funcionalismo individual.

Esa teoría trata las funciones y disfunciones individuales considerando los medios de comunicación desde el punto de vista de sus audiencias, y se interesa por cuestiones diferentes empleando métodos y conceptos distintos. Se centra en la conducta individual y en las motivaciones de los individuos, así como en las consecuencias que suponen. Su conexión con el funcionalismo estructural consiste en que a menudo las motivaciones individuales tienen su origen en la experiencia social, pues el contexto social da forma a su expresión y satisfacción, y por último, en que el conjunto de sus consecuencias revierten sobre la estructura social. El funcionalismo individual trata de explicar por qué la gente presta atención a los medios de comunicación en general, a determinados canales o tipos de contenido de los mismos, qué satisfacciones espera y recibe de ellos y cuál es el resultado de su recepción. Para ello hace un inventario de las funciones de los medios de comunicación sobre el individuo que son, principalmente, informarse y buscar acontecimientos y condiciones pertinentes en su entorno, aprender y autoeducarse, reforzar la identidad personal -afirmando sus valores personales- e identificándose con otros individuos que son apreciados como modelos. Otras funciones son la integración e interacción social -identificarse con otros y alcanzar un sentido de la pertenencia, capacitarse para conectar con ellos y ayudar a representar roles sociales-. Por último, los medios cumplen una función de entretenimiento, evasión o distracción de los problemas.

Adaptación del m. teórico a nuestro objeto de estudio.

A partir de la revisión teórica, nos proponemos describir de qué manera se construye el imaginario del inmigrante no comunitario e identificar los factores que influyen, así como examinar el papel que juegan los medios de comunicación como difusores y reforzadores del mismo.

Para empezar, diremos que un concepto clave en nuestro trabajo es el imaginario del inmigrante no comunitario, entendiendo imaginario como una construcción social constituida por ideas colectivas. Éstas no se rigen por una lógica racional, sino que tienen un componente afectivo, en el plano individual, y se construyen a partir del contexto histórico en el plano social, condicionado por diversos factores.

Más concretamente, nos centraremos en el imaginario del inmigrante no comunitario. Puesto que en los datos oficiales sólo se distingue entre extranjeros e inmigrantes del llamado Tercer Mundo y este criterio de distinción es arbitrario y subjetivo, consideraremos como inmigrante no comunitario al inmigrante procedente del Magreb, por ser el colectivo africano más numeroso en nuestra sociedad.

La creación de este imaginario viene dada por diversas dimensiones, como son la base cultural, los condicionantes materiales y los factores institucionales, como principales elementos causales.

Para entender el contexto en el que se genera el imaginario, es preciso situar temporalmente su aparición, que dado el consenso de varios autores que han investigado en este campo, identificamos a principio de la década de los 90, coincidiendo con la entrada en vigencia de la Ley de Extranjería de 1985 y el inicio de una etapa de crisis de recesión económica en España.

Entre los factores motivadores, uno de los más apuntados como decisivo en la creación de dicho imaginario, lo constituye la base cultural de la sociedad receptora que se define como el conjunto de creencias, valores, normas y prácticas comunes a un grupo social determinado. Las dimensiones que tratamos en nuestro análisis son las creencias religiosas y los valores propios de la sociedad española, entre los que destacamos la familia y la identidad nacional, por considerar que son los que en mayor medida evidencian la idea de alteridad; la distinción entre “ellos” y “nosotros”. Las creencias religiosas se basan en ritos y símbolos que encarnan valores, y que en el caso de la cultura magrebí se acentúa su importancia. Estos valores definen la concepción moral de la sociedad: Las sociedades occidentales hacen una clara distinción entre la esfera pública y la privada, mientras que en las sociedades musulmanas tienden a agrupar los comportamientos privados con las normas del Islam.

La concepción de familia como grupo primario de socialización, que se tiene en nuestro país, difiere de la visión que tienen los inmigrantes de origen magrebí. Esto sucede, tanto en su composición como en sus diferentes funciones, ya que mientras en la sociedad española se presenta un modelo nuclear donde los roles son flexibles, en la sociedad magrebí predomina la familia comunitaria, caracterizada por la segregación sexual donde cada miembro tiene asignado un rol predeterminado.

La identidad nacional refuerza la base cultural de la nación y de los individuos que la componen, favoreciendo la distinción entre el “nosotros” y el “ellos”, entre aquellos en los que “existe” un sentimiento de pertenencia a la nación, que le compromete y lo diferencia frente a las otras; y aquellos que no se identifican con la nación que los acoge.

La cultura, conformada por estos sistemas de valores, tiene como principal función la cohesión social y la identificación de un grupo determinado frente al resto. Así, la presencia de individuos ajenos al grupo genera una percepción de amenaza o competencia que modela la imagen del grupo al que se le adscribe.

Otra de las causas que influye de forma determinante en la creación del imaginario viene dada por los condicionantes materiales que estarían formados por factores objetivos, como son las características del mercado laboral y las condiciones de la vivienda, y que desde la sociedad receptora genera una cierta percepción de competencia por el acceso a los recursos, que se agrava en situaciones con altas tasas de desempleo, crisis o recesión económica, o con la dificultad para acceder a una vivienda digna.

A su vez, éstos condicionantes delimitan el acceso de los inmigrantes a los recursos, provocando su “encasillamiento por parte de los autóctonos. Es decir, que estos condicionantes producen un “agrupamiento” de los inmigrantes en ciertos colectivos laborales y en determinadas zonas residenciales, lo que provoca que la sociedad receptora desarrolle una determinada percepción de estos como actor social, una visión estereotipada de los inmigrantes.

El tercer condicionante que consideramos en nuestro estudio como determinante en la creación del imaginario, y muy vinculado al anterior, lo suponen los factores institucionales, que comprende la regulación de la entrada e instalación de los inmigrantes en la sociedad receptora realizada a través de medidas legislativas y políticas públicas. Estos factores no solo contribuyen a construir la figura del inmigrante ante la opinión pública, sino que, al mismo tiempo, definen objetivamente el estatus legal de los inmigrantes y sus consecuencias; el “campo de posibilidades” de los inmigrantes en el mercado de trabajo, que lleva a su jerarquización, su relación con la administración y el acceso a los recursos públicos.

Como cuarto factor motivador de la construcción del imaginario, consideramos el papel de los Medios de Comunicación de Masas (MCM), matizando que es en su difusión, reforzamiento o alteración, donde cobran verdadera relevancia y no en su origen.

Entendemos que los Medios de Comunicación de Masas funcionan como mediadores, instituciones que difunden pautas, ideologías, símbolos y modelos. Los Mass Media se convierten en “creadores” de productos culturales construidos colectivamente por diferentes actores y según factores sociales y estructurales.

Los Medios de Comunicación son portavoces de la voz de las elites, es decir, del discurso social dominante: “Repiten las formas que sirven para definir y legitimar el orden social establecido”. Los MCM difunden construcciones sociales, mediante la influencia que ejercen sobre el receptor, que se halla subordinado al mensaje transmitido, puesto que lo asume como el reflejo objetivo de la realidad, dejando a un lado su subjetividad y abandonando todo componente crítico. De esta manera, los MCM difunden una imagen del inmigrante no comunitario escogiendo ciertos aspectos de su situación y la transmiten a la opinión pública, homogeneizando las opiniones individuales y modelando, reforzando y extendiendo así un imaginario. Cabe anotar que este imaginario, como ya se ha especificado antes, viene ya condicionado por otro tipo de factores y que las informaciones acentúan los posibles sentimientos de competencia, de diferencia cultural, entre otros, a partir de la situación personal del receptor -condiciones materiales, valores, etc.-

Esta utilización de la información difundida por los mass media trata de perpetuar el status quo, el sistema de valores dominante.

Establecidas las relaciones causales de los factores condicionantes del imaginario, tomaremos como objeto de estudio el papel de los Medios de Comunicación de Masas. Los condicionantes materiales, los factores institucionales y la base cultural no serán estudiados directamente pero sí serán considerados como variables antecedentes del objeto de estudio, puesto que hay una relación de retroalimentación entre ellos.

Mapa conceptual y modelo de análisis.

El modelo de análisis presentado muestra claramente como cada uno de los factores condiciona la creación del imaginario del inmigrante no comunitario -ver (a)-.

Por un lado, los Medios de Comunicación influyen sobre el imaginario. -ver (c)-. Por otro, los MCM están condicionados, en distinto grado, por cada uno de los factores que hemos considerado condicionantes del imaginario -ver (d)-.

El imaginario, a su vez, incide sobre los factores condicionantes, produciéndose una retroalimentación. -ver (b)-.

Hipótesis.

Tras el del mapa conceptual expuesto, a partir de la revisión teórica aplicada a nuestro objeto de estudio, y establecidas las relaciones de dependencia entre las distintas variables, concluimos que:

Los Medios de Comunicación de Masas son determinantes en la construcción del imaginario, y no ejercen una simple influencia.

Los Medios de Comunicación de Masas son difusores de ideología.

Los Medios de Comunicación de Masas influyen sobre el individuo.

No resulta extraño afirmar que los MCM constituyen, por sí mismos, otro factor condicionante del imaginario del inmigrante no comunitario, puesto que los MCM se encuentran influenciados precisamente, por los mismos factores condicionantes. Así pues, en un primer momento la base cultural, los condicionantes materiales y los factores institucionales actuarían como variables independientes sobre el imaginario y los MCM, que serían las variables dependientes. Y ya en un segundo momento, centrándonos en nuestra hipótesis, los MCM pasarían de ser una variable dependiente de estos factores a una variable independiente explicativa del imaginario. Partiendo de nuestra hipótesis, trataremos de establecer, no solamente una asociación entre la variable Medios de Comunicación y la variable Imaginario del inmigrante no comunitario, sino una relación causal directa entre estas dos variables

Operativización de los conceptos.

Pasaremos a buscar indicadores de la información que se difunde, a través de los Medios de Comunicación de Masas, sobre los inmigrantes no comunitarios.

-Uno de los indicadores sería el porcentaje de tiempo dedicado a temas de inmigración no comunitaria en los telediarios y otros programas informativos o culturales(documentales, magazines, entre otros) del ámbito nacional y autonómico. De la misma manera, analizar el porcentaje de páginas destinadas a temas de inmigración en la prensa escrita.

-Otro indicador se basaría en establecer una tipología de situaciones en las que aparezcan inmigrantes no comunitarios en una franja horaria de máxima audiencia -comprendida entre las 19:00 y las 23:00-.

A continuación, procedemos a establecer indicadores sobre el imaginario del inmigrante. A causa de la dificultad de operativizar un término tan abstracto como es el de imaginario, nos vemos obligados a establecer ciertas dimensiones que giran entorno a la percepción que tiene la población autóctona del inmigrante no comunitario. Tendremos en cuenta tres dimensiones del imaginario: los valores religiosos del inmigrante no comunitario, la posición que ocupa el mismo dentro del mercado laboral y la idea de identidad nacional de la población autóctona. Estableceremos un indicador para cada una de estas dimensiones:

-Respecto a los valores religiosos, se establecería una tipología de atributos o cualidades que los autóctonos relacionen con el Islam, que permitiría saber qué valores o principios religiosos se identifican con el inmigrante -altruismo, discriminación, etc.-

-En referencia a la posición ocupada por el inmigrante dentro del mercado laboral, nos interesaría ver qué nivel y tipo de formación se le atribuye, también a partir de una tipología.

-Finalmente, referente a la idea de identidad nacional, habría que analizar en qué grado los autóctonos perciben una “alteración” o “modificación” de sus rasgos culturales, provocada por la inmigración; y si es así, cuál es su valoración al respecto. Para poder establecer un indicador también sería necesaria una tipología que clasifique estas percepciones.

Propuesta de validación empírica

Teniendo en cuenta los indicadores descritos, y a causa del carácter intensivo de nuestra investigación (número elevado de variables a estudiar y población reducida), una primera estrategia de recogida de información sería la observación del contenido de los programas televisivos, y artículos de prensa.

A continuación, consideramos que la mejor manera de obtener el conjunto de opiniones y actitudes que, en definitiva, conforman el imaginario es el análisis del lenguaje de las personas. Es por esta razón que sería pertinente emplear el método del grupo de discusión, que preferimos a la encuesta porque las opiniones, y más si son negativas, difícilmente se expresaran abiertamente como respuesta a una pregunta concreta. Esta investigación se llevaría a cabo con un mínimo de 5 grupos de discusión, integrados por 7 personas cada uno, escogidas a modo de muestra representativa en diferentes partes del territorio.

De esta manera, los grupos de discusión se centrarían en la percepción de los autóctonos sobre el Islam, qué posiciones laborales relaciona la población española con los inmigrantes no comunitarios y como piensan los autóctonos que la presencia de inmigrantes puede modificar sus propias características culturales.

Ya llegados a este punto, resultaría interesante el análisis comparativo del lenguaje de los Medios de Comunicación con el de los miembros del o los grupos de discusión, tratando de encontrar paralelismos que aporten precisiones acerca de la influencia de los MCM en los individuos. Con tal de establecer la relación de cada miembro del grupo de discusión con los Medios de Comunicación se les sometería, antes del debate, a un reducido cuestionario donde se recojan los medios consultados.

Planificación de recursos

Nos quedan por determinar los recursos que serán necesarios para el desarrollo de la investigación y el tiempo requerido para su realización.

Los recursos humanos comprenden: un equipo de tres sociólogos con un sueldo de 1200 euros mensuales para cada uno de ellos durante los 6 meses que dura la investigación, y la contratación de un psicólogo a media jornada durante el período de trabajo de campo, estimado en 600 euros mensuales lo que supondría un total de 23.400 euros en recursos humanos. En concepto de desplazamientos a los diferentes lugares donde se realicen los grupos de discusión, la cifra se elevaría a un total de 300 euros.

Se necesitará para la realización de la investigación un local durante los 6 meses que dure la investigación y material de oficina diverso. En caso de que el local no pueda ser cedido por el patrocinador, su coste se calcula en 600 euros mensuales, es decir un total de 3.600 euros. El coste del material de oficina está estimado en 600 euros, comprendiendo material diverso y el alquiler de un equipo audiovisual para filmar las sesiones de discusión.

También formaría parte del presupuesto una compensación, ya sea en metálico o en otros productos, a los asistentes a los grupos de discusión, 35 personas en total. La suma ascendería a 630 euros.

El coste de la investigación ascendería a un total de 28.530 euros.

La investigación se prevé realizarla en 6 meses, divididos en tres fases: la fase preparatoria, que supone la consulta de material bibliográfico y la contratación del profesional. La siguiente fase, la del trabajo de campo comprende las sesiones de discusión, la selección de sus miembros, así como la recogida de datos mediante la observación de diferentes Medios de Comunicación. La última fase, el análisis de datos y la realización del informe de investigación. La distribución del tiempo se ve clara en la siguiente tabla:




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TABLA RESUMEN DE COSTES (en €)

Planificación Temporal de las

Fases de la Investigación

Retribuciones Salariales

23400

En

Fe

Ma

Ab

Ma

Ju

Desplazamientos

300

Fase Preparatoria

Material de Oficina

600

Trabajo de Campo

Enviado por:Guy Montag
Idioma: castellano
País: España

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