Su amor por este arte empezó cuando pudo asistir a la primera proyección de los hermanos Lumière en el Gran Café de París. Allí conocerá el gran invento del cinematógrafo y pronto se hará con uno, pues vio en él una herramienta para mejorar sus trucos en el teatro.
Será gracias a un error de la manivela (del cinematógrafo) que descubra la posibilidades de este invento, pues ante sus ojos un ómnibus se transforma en una carroza funeraria. Desde ese momento no parará de realizar pequeñas producciones. Se mantuvo en el negocio durante 16 años, tras los cuales se tuvo que retirar. Los espectadores querían nuevas cosas, menos fantásticas y más realistas. La producción semanal aumentó y él no pudo mantener el ritmo. Finalmente quedó relegado. En el patio de su casa, donde había hecho tantas cosas, quemó todas sus películas, alrededor de 500. Se podría decir que fue su manera de suicidarse, de matar un sueño. En ellas existía toda clase de material: películas no vistas, películas en color, en blanco y negro, atrezzo, etc.
El documental también contiene declaraciones de otros directores de cine, que agradecen a Méliès su empeño y su experiencia, pues ha sido para ellos su inspirador.
Aquí me gustaría hacer un paréntesis y recomendar a todos aquellos que aún no han visto La invención de Hugo (2011) de Martin Scorsese que la vean, pues podrán entender un poco más quien fue ese tal George Méliès, al que tanto admiramos hoy en día. Cierro paréntesis.
En la segunda parte de la proyección pudimos ver Viaje a la luna (1902), pero no cualquiera, sino una copia a color pintada a mano rescatada de la filmoteca de Cataluña, la cual se encontraba en un estado bastante deplorable.
Con mucha paciencia la filmoteca de Francia, junto con Tom Burton, responsable de Technicolor Creative Service, se embarcaron en la laboriosa tarea de reconstruir casi la totalidad del film, para lo que tardaron varios años. Pero como ellos mismos afirmaron: "lo difícil lo hacemos inmediatamente y lo imposible nos lleva algo más de tiempo". Terminaron su tarea en el 2010, cuando se proyectó por primera vez la película en un pase en Cannes.
Tras ver ambas proyecciones podemos dilucidar hasta dónde llega el amor por el cine. Méliès fue un visionario de su época, como muchos otros directores lo son hoy en día. No los releguemos como hicieron con Méliès.