Psicología
Hombre y mujer: los dos géneros
Presentación “¡Es que las mujeres son muy raras!”. Esta frase tan común entre los hombres de todas las edades, y convertida ya en casi un tópico, fue la causante del tema de este trabajo de investigación.
Aunque parezca mentira, una simple conversación telefónica con una de mis mejores amigas me llevó a adentrarme en el infinito mundo de lo masculino y lo femenino. A raíz de esa charla, mi compañera me regaló un libro titulado “Los hombres son de Marte, las mujeres de Venus”. Todo esto coincidió con la fecha en la que teníamos que decidir el título del presente trabajo.
El tema del hombre y la mujer, de la naturaleza de lo masculino y lo femenino, despierta siempre nuestro interés y ahora más que nunca, cuando hombres y mujeres intentan comprenderse a sí mismos, y los papeles de ambos sexos juntamente con sus relaciones mutuas están siendo objeto de numerosos exámenes. A ello hay que añadir el aspecto práctico de este tema que nos puede proporcionar información útil y fácilmente aplicable en nosotros mismos y en nuestras relaciones personales.
Si bien la mayoría de la gente es consciente de que existen diferencias psicológicas entre los dos géneros, muy pocos se pueden llegar a imaginar la importancia que tienen éstas en el día a día de cualquier pareja, familia o comunidad con miembros de ambos sexos. Puedo afirmar, casi con total seguridad, que si las personas nos preocupáramos de documentarnos sobre el sexo contrario- cómo piensan, cómo sienten, cómo actúan… -muchos de los problemas sociológicos de nuestra sociedad -valga la redundancia -dejarían de serlo.
Cuanto más me iba adentrando en esta dimensión, de la psicología, más ganas tenía de conocer si no en su totalidad sí en gran parte, esas disimilitudes que hacen que cada día haya más divorcios, que unos trabajos sean más apropiados para ellas que para ellos y viceversa, que haya unas enfermedades más propensas a alguno de los dos sexos…
Al principio de todo, cuando le contaba a mi gente qué trabajo iba a hacer, todos se extrañaban, pero la mayoría de ellos me decían: “Estás loco, es imposible comprenderlas” mientras que ellas respondían: “¡Te servirá de mucho!, cuando lo acabes ya me lo dejarás leer.” No había hecho más que empezar y ya notaba como realmente las desigualdades estaban presentes en todos y cada uno de los comentarios, de las acciones… era fascinante.
Cuando ya empecé a recoger información y a leer, me di cuenta de que todo sobre lo que estaba estudiando era aplicable al día a día e incluso encontraba ejemplos cercanos para todos los temas que se trataban en los libros que yo leía. A su vez, yo seguía hablando con personas de ambos sexos y preguntándoles sobre su modo de actuar en algunas ocasiones en concreto, sobre cómo se sentían en determinados momentos…
Fue entonces cuando, en una conversación con tres mujeres, me afirmaron que ellas y nosotros éramos completamente distintos, es decir: que las mujeres eran sólo mujeres y los hombres sólo hombres. Esas tres señoras sin darse cuenta me acababan de abrir otro frente de batalla en el que yo, hasta entonces, no había caído. Me puse a buscar como un loco sobre este tema, estaba convencido de que aquellas señoras estaban equivocadas, pero no encontraba nada que me demostrara lo contrario. Al cabo de unos días hallé la respuesta a la pregunta que tanto tiempo llevaba en cabeza: “¿El hombre es sólo hombre y la mujer sólo mujer?
Pensé que además de apoyarme en fuentes de información, también seria interesante comprobar de primera mano, que realmente lo que estaba leyendo y estudiando era completamente cierto. Para ello ideé una entrevista destinada a ser pasada a hombres y mujeres de distintas edades. Debía tener todo tipo de preguntas. Así, en primer lugar me permitiría analizar las respuestas obtenidas, para luego profundizar en el tema de una forma más teórica.
A medida que iba pasando entrevistas y las analizaba, podía observar que ambos sexos tenían una pauta de respuestas más o menos homogénea y a la vez distinta entre sí. Esto me llevo a incluir tres tipos de respuestas: una típica masculina, otra típica femenina y otra neutra. Las preguntas eran abiertas pero la mayoría de los entrevistados, sin ellos ser conscientes, se ceñían a las respuestas estipuladas en la entrevista. Así pensé que podía relacionar los dos aspectos que hasta ahora había llevado a cabo en mi trabajo: el ser humano andrógeno y las entrevistas.
Siendo que ésta iba a ser pasada a gente de quince hasta sesenta años de ambos sexos creí que quizás sería interesante ver cómo evolucionaba la parte femenina en un hombre y la masculina en una mujer, en el caso que dicha característica existiera. Así, analicé las entrevistas teniendo muy en cuenta el tipo de respuestas que habían dado mis entrevistados, es decir, si eran más propias de una mujer o de un hombre.
La cosa marchaba bien, ya tenía materia suficiente como para que mi trabajo tomara cuerpo. Todo lo anteriormente mencionado me llevó un buen tiempo analizarlo y extraerle todo el jugo que, a mi forma de ver y entender, tenía. Pero cuando me iba a dormir por las noches y me ponía a pensar sobre este tema, me daba la sensación de que me faltaba algo. Algo de actualidad, que tuviera un peso realmente importante en la sociedad en la que vivimos, quizás una problemática, o no… Estaba realmente perdido. Hasta que un día, un compañero me facilitó un tipo de quiniela-encuesta sobre el machismo y los estereotipos sociales del hombre y la mujer. Por fin tenía la guinda que le faltaba a mi pastel.
Cogí dicha encuesta y me puse a trabajar en ella. Me la leí unas cuantas veces y me pareció excesivamente tendenciosa. Decidí cambiar y modificar levemente las enunciaciones con el fin de no herir excesivamente los sentimientos de los encuestados, pero también teniendo en cuenta que el fin último de la encuesta era descubrir si el machismo y los estereotipos sociales del hombre y la mujer existían realmente.
Mi tutor y yo, decidimos conjuntamente que pasaríamos esta encuesta a gente de entre quince y dieciocho años. Ciertamente me pareció algo muy interesante analizar a gente de mi misma edad, ya que el día de mañana seremos nosotros los que cargaremos con el peso de la sociedad. Una vez pasadas las encuestas, con alguna connotación que otra, sólo me faltaba analizarlas, elaborar gráficos y añadir un breve comentario sobre todas y cada una de las enunciaciones existentes.
Gracias al hecho de introducir en mi trabajo una parte de experimentación, encuesta y entrevista, le daba a éste la condición de trabajo mixto, cosa que en un principio me había propuesto pero que de no ser por la ayuda de mi tutor no sé si habría sido posible.
Sin más dilación doy paso a lo que es la parte importante del trabajo, no sin antes agradecer, a mi tutor, a mis padres y, muy especialmente, a la persona que sin darse cuenta le dio título a este trabajo, el apoyo que durante todo este tiempo he recibido. A todos ellos… Muchas Gracias.
El ser humano andrógeno
El hombre está acostumbrado a pensar que es sólo hombre y la mujer está acostumbrada a pensar que es sólo mujer. En cambio, la psicología nos indica que todo ser humano es andrógino.
“En cada hombre está el reflejo de una mujer y en cada mujer está el reflejo de un hombre” como dice Tormenta Yemeyost en relación a una antigua creencia India. También los antiguos alquimistas nos hablaron sobre el tema: “Nuestro Adán hermafrodita, aunque se nos representa en forma masculina, tiene en sí mismo a Eva, o su parte femenina que va escondida en su mismo cuerpo”. El mismo Génesis nos dice que Dios era un ser andrógino y que los primeros seres humanos creados a su imagen y semejanza eran pues el hombre y la mujer. El capítulo segundo del génesis nos dice también que, cuando Dios hizo a la mujer, hizo caer a Adán en un profundo sueño, le quitó una costilla, e hizo a Eva con la costilla de Adán. Parece obvio que el primer hombre, Adán, fuera a la vez hombre y mujer.
Esta idea de que el ser humano es tanto masculino como femenino, se encuentra recogida en numerosas tradiciones. La mitología persa cuenta cómo Dios hizo primero a un ser de dos sexos; una hembra y un varón en uno solo, que más tarde dividió en dos. También en el chamanismo. El Chamán, el curandero primitivo o
el sanador, tiene muy frecuentemente un espíritu tutelar que le asiste
en sus tareas de sanación y que le enseña e instruye en las artes sanatorias. En el caso de que el Chamán sea un hombre, el espíritu tutelar es femenino y se comporta como si fuera una esposa espiritual. Si es una mujer Chamán, el espíritu tutelar es masculino y se constituye como un esposo espiritual.
En el caso del mundo de la filosofía, también ha habido autores con conciencia de esta característica bisexual. Es el caso del filósofo ruso Nicolás Berdyaev, que escribe lo siguiente: “El hombre no es sólo un ser sexual sino bisexual, que combina en sí mismo los principios masculinos y femeninos en proporciones diferentes, frecuentemente en amargo conflicto. Un hombre en el que faltara por completo el principio femenino sería un ser abstracto completamente al cosmos. Una mujer en la que faltara por completo el principio masculino, no sería persona.
Es únicamente la unión de esos dos principios lo que constituye un ser humano completo. Su unión se realiza, en todo hombre y en toda mujer, desde la perspectiva de su naturaleza andrógina y bisexual. También ocurren la comunión de las dos entidades naturales: la femenina y la masculina”.
Dependiendo de la proporción de “masculino y femenino” que tenga una persona, ésta tendrá una personalidad u otra. La combinación de estos factores pues, da lugar a las distintas personalidades. Lo masculino o femenino es una totalidad; incluye
rasgos psicológicos y físicos. En el caso de que los hombres fueran totalmente masculinos implicaría la homogeneidad de los mismos, es decir: todos los hombres serían iguales. Lo mismo pasaría en el caso de que las mujeres fueran sólo mujeres, serían todas iguales.
En nuestro tiempo, C. G. Jung fue el primer científico que observó este dato psicológico de la naturaleza humana, y fue el primero que la tuvo en cuenta a la hora de hacer una descripción del ser humano en su totalidad.
Jung llamó a los dos opuestos en el hombre y la mujer ánima y ánimus. Entendía por ánima el componente femenino de la personalidad del hombre y el ánimus el componente masculino de la personalidad de la mujer.
Ánimus y ánima se muestran en los sueños, en cuentos fantásticos, en mitos, en lo mejor de la literatura de todas las culturas y, por encima de todo, en la rica fenomenología del comportamiento humano. El ánimus y ánima son pues, como una especie de acompañante desconocido en toda relación humana.
Es natural que, en un tema como éste surja la pregunta de qué se entiende por masculino y qué se entiende por femenino. ¿Existen diferencias entre lo masculino y lo femenino? ¿Se deben las aparentes diferencias entre el hombre y la mujer a distinciones subyacentes psicológicas y arquetípicas, o son el resultado de condicionamientos y roles socialmente asignados?
Puede argumentarse, en favor de la segunda tesis, que los roles que los hombres y las mujeres ejecutan parecen estar diseñados por
las mismas culturas en las que ellos viven. Podría decirse que los hombres y las mujeres hacen lo que hacen sólo porque la sociedad les asigna ese rol o esa tarea concreta.
Según este punto de vista, no existen diferencias psicológicas entre ellos y ellas, siendo sólo la influencia cultural la que produce las aparentes disimilitudes entre lo masculino y lo femenino. Pero no es así. Como más adelante veremos, las diferencias de género son engendradas por una parte a causa de roles sociales asignados desde la antigüedad, y por otra parte a causa de las características psicológicas de los hombres y las mujeres.
A todo lo anteriormente mencionado cabe la siguiente pregunta: ¿Qué es lo masculino y qué es lo femenino? En el caso de que encontráramos una definición, hallaríamos la siguiente objeción: “Pero a veces las mujeres (o los hombres) también hacen eso”. El hecho de que hombres y mujeres puedan realizar muchas veces las mismas funciones, sustenta la idea de que las personas son una combinación de dos polaridades, la masculina y la femenina.
Estas dos polaridades toman la forma de ánimus y ánima, factores que son, por lo general, proyecciones. La proyección es un mecanismo psicológico que se pone en marcha cuando se activa algún aspecto de carácter vital de nuestra personalidad del cual no somos conscientes. No podemos tomar la decisión de que algo se proyecte, sino que esto sucede automáticamente. El hecho de que sean proyecciones hace que no las reconozcamos normalmente como pertenecientes a nosotros mismos, porque parecen estar fuera de nosotros, es decir: Nuestro ánimus y ánima es proyectado en nuestras relaciones inconscientemente y dependiendo de la proporción que tengamos de cada una de ellas.
La definición más clara y más sencilla que nos ofreció Jung es que el ánima personifica el elemento femenino en el hombre y el ánimus el elemento masculino en la mujer. “El ánima es la personificación de todas las tendencias psicológicamente femeninas en la psique de un hombre, como, por ejemplo, las sensaciones indefinidas o los estados de ánimo cambiantes”. “El ánima es una forma arquetípica que expresa el hecho de que el hombre tiene una pequeña cantidad de genes femeninos que no desaparecen en él”. Al igual que lo anteriormente mencionado, el ánimus es una personificación de una pequeña cantidad de genes masculinos en la
mujer. Es decir, a nivel biológico, los rasgos físicos de la masculinidad
del hombre proceden del hecho de tener una cantidad ligeramente mayor de genes masculinos que de femeninos, y viceversa en el caso
de las mujeres. Jung sugiere que el ánima personifica, a nivel psicológico, esta pequeña cantidad de genes femeninos en el hombre, y el ánimus esta pequeña cantidad de genes masculinos en la mujer.
Si esto es así, lo que hace que los hombres y las mujeres sean diferentes no es que ellos sean en su totalidad hombre ni que ellas sean en su totalidad mujer, puesto que cada sexo contiene en cierto modo al otro; es el hecho de que, generalmente, el hombre identifica su ego con su masculinidad y no es consciente de su lado femenino, mientras que las mujeres se identifican conscientemente con su feminidad y su vertiente masculina permanece en el inconsciente.
El ego y el cuerpo tienen, por así decirlo, el mismo signo. El cuerpo de un hombre es masculino, toma la forma que le dictan las hormonas masculinas y se dirige hacia ciertas funciones; el cuerpo de una mujer es femenino y está diseñado para realizar ciertas funciones específicamente femeninas. El ego se identifica con las cualidades masculinas o femeninas del cuerpo y entonces el otro aspecto, ánimus y ánima, pasa a ser una función del inconsciente.
Este es el desarrollo más o menos general en todo ser humano, aunque en algunos casos no se consiga llevar a cabo adecuadamente. Por ejemplo, un hombre puede no conseguir desarrollar un ego lo suficientemente masculino. En tal caso puede obtenerse un ego homogeneizado, una masculinidad afeminada, lo que puede llevar hacia algún tipo de homosexualidad.
· Queda demostrado pues, que la persona está constituida por dos entes; ánimus y ánima (parte masculina y femenina).
· La mezcla entre ánimus y ánima juntamente con otros factores da lugar a la personalidad y a la psicología de la persona.
· Siendo ánimus la parte masculina de la mujer, y ánima la parte femenina del hombre, podemos afirmar que:
- Si hay una parte masculina en la mujer es porque siendo ésta en su origen distinta al hombre, se complementa con aspectos masculinos (ánimus).
- Si hay una parte femenina en el hombre es porque siendo éste en su origen distinto a la mujer, se complementa con aspectos femeninos (ánima).
· Todo lo anteriormente mencionado nos conduce a una inevitable conclusión: Las diferencias de género existen.
Estereotipos de género
Los estereotipos de género son, en mayor o menor medida, los causantes a largo plazo de algunas de las diferencias sociales existentes entre hombres y mujeres. El hecho de que, inconscientemente asignemos según qué trabajos, faenas, etc… a unos o a otros tiene una explicación más bien antropológica.
Ya en los inicios de la sociedad, los hombres y las mujeres desempeñaron papeles distintos en acuerdo a su naturaleza.
Al principio de todo, cuando aún se vivía en cuevas, los hombres eran los que iban a cazar para proporcionar alimento a sus familias. Éstos, se iban de casa mientras que las mujeres se quedaban cuidando de sus hijos, limpiando las pieles de los animales y haciendo todo tipo de trabajos de destreza manual. Parece lógico pues, que mientras los hombres desarrollaban ingenio, fuerza y estrategia para cazar, las mujeres desarrollaban mente y capacidad manual así como un sexto sentido ya existente en ellas llamado instinto maternal.
Con el paso del tiempo se fue evolucionando, y las cuevas y el campo dejaron paso a las casas y la civilización. En esos momentos los roles del hombre y la mujer se acentuaron hasta tal punto que la mujer quedaba completamente subordinada al hombre. Éste, era el que salía a trabajar a la vez que su mujer se quedaba en casa haciendo las tareas domésticas y cuidando de los hijos. Esta situación contenida durante tanto tiempo, ha engendrado todo tipo de enfrentamientos de género entre hombres y mujeres. Ellas pedían el reconocimiento de sus faenas, más libertad y no vivir a la sombra de sus maridos. Ellos por su parte, eran partidarios de no modificar la situación puesto que no les resultaba incómoda.
Hasta el S.XIX las circunstancias siguieron siendo las mismas. No ha sido hasta mediado el S.XX cuando las mujeres consiguen que se les reconozca ante la ley, el derecho a voto, mismos derechos que los hombres…es decir: inician el camino que les tiene que llevar a la igualdad. Pero ya es demasiado tarde. Son más de tres mil años de historia que pesan a las espaldas de la humanidad, y fenómenos como el machismo o el feminismo están extremadamente arraigados en la sociedad. Esto provoca que, muchas veces, no se mire con objetividad a las personas del otro sexo.
Aunque los estereotipos nos parezcan algo grande, algo en lo que los medios de comunicación tienen un alto grado de responsabilidad, en realidad no es tan así ya que un estereotipo puede ser una idea colectiva que se tenga respecto de cualquier cosa, como podría ser una característica. Entonces, por ejemplo, si un grupo de diez, o incluso menos personas, que piensen de la misma forma acerca de cómo se deben combinar los colores para vestirse, han creado un estereotipo, pero específico de ese grupo de personas; entonces un estereotipo, en rigor, no siempre es algo masivo. Son los otros, los que sí tienen que ver con los medios de comunicación, los que afectan la psiquis de las personas y que pueden alterar, como consecuencia, el curso de la sociedad.
Si tratamos de definir la palabra “estereotipo” como lo haría un diccionario obtendríamos una definición más o menos así: “Conjunto de ideas que un grupo o una sociedad obtiene a partir de las normas o patrones culturales previamente establecidos”. Esto demuestra que en el fondo los estereotipos son el producto de la atribución de una determinada característica a objetos (o grupos de personas), que tiene su origen en una generalización indebida o demasiado aproximativa y arbitraria de la realidad, y que, por tanto, tiende a prescindir de cualquier conclusión lógica o de una comprobación experimental.
Aunque se reconozca a los estereotipos una cierta utilidad en la comunicación humana; es evidente que tienden a transformar datos imprecisos en descripciones rígidas, las que se adoptan como parte de lo típico. Los estereotipos también tienden a identificarse con los prejuicios sociales que nacen de una falsa generalización de algún hecho en particular, y que derivan, más que de una conclusión intelectual, de una profunda participación afectiva que rechaza las indicaciones que señala la experiencia (prejuicios).
En la actualidad existen muchos estereotipos que pueden deberse a diferentes características, como clase social, edad, religión, etnia, sexo… y los medios de comunicación son uno de los principales culpables, ya que a través de muchas estrategias comerciales logran establecer modelos de conducta o apariencia que la mayoría de las personas tratará de adquirir. La comunicación presenta estereotipos de casi todos los “tipos” de persona (hombre, mujer, niño, anciano, político, dueña de casa, homosexual y un largo etcétera).
Éstos, si bien se deben en gran parte a los medios de comunicación, existen otros que desde que nacemos nos son inculcados, que tenemos impresos en nuestra mente, que ya son parte de nuestra realidad: los estereotipos de género.
Desde nuestro nacimiento, nuestras familias saben de nuestro sexo, inmediatamente comienzan a estereotiparnos: si el recién llegado es niña se le vestirá con ropas rosadas y su dormitorio se pintará con colores similares y sus repisas tendrán muñecas y peluches; si el bebé es varón se le vestirá con colores celestes y sus juguetes serán desde ese momento coches de juguete, muñecos de hombres corpulentos, rompecabezas, pistolas; estos son los primeros rasgos diferenciadores que tendrán damas y varones a lo largo de toda su vida.
En nuestros tiempos la televisión juega un papel importantísimo en el establecimiento de estereotipos, especialmente de género (o sexo), ya que tiene el potencial de crear valores sociales y ejercer influencia en las personas porque ofrece definiciones, presenta modelos, y puede ser un exponente para inducir a algún cambio. Dentro de los múltiples estereotipos que nos ofrece está el de la mujer ideal que, a través de los anuncios comerciales, muestra a una mujer feliz, espontánea, inteligente, respetable, socialmente aceptable, deseable e influyente. No contradice lo que se le dice, es complaciente, servicial, atenta, etc. Físicamente es delgada, con el cuerpo perfecto y facciones clásicas, bella.
Por consiguiente, esta imagen de la mujer ideal ha sido de gran impacto, ya que ha aumentado la insatisfacción de las mujeres por su cuerpo, aunque todavía no se explica por qué sólo afecta a unas y a otras no.
Las mujeres más jóvenes aparecen como objeto sexual en el que se aplica todo lo mencionado en el párrafo anterior. Las mujeres adultas aparecen en los anuncios como ama de casa, madre, trabajadora, sabia (con respecto a los asuntos del hogar), paciente, bonita, etc. De esta forma los estereotipos que existen sobre la mujer son trasmitidos día a día por televisión, y se encargan de acentuar unos rasgos negativos que no representan lo que es el género femenino, excepto en la mente de los varones que perpetúan como algo natural esos estereotipos.
Ejemplo de lo anteriormente mencionado son los comerciales de detergentes, comida y otros artículos de uso familiar, los cuales presentan a la mujer como la típica ama de casa, débil, indefensa, dependiente (de un hombre), delicada y sensible. Por su parte los vendedores de bebidas alcohólicas y tabaco, por ejemplo, utilizan la imagen de la mujer bella, delgada, eternamente joven, seductora, y tonta, la cual aparenta no tener un cerebro propio. Además, otra imagen muy utilizada es la de la mujer vana y consumidora, que compra por comprar y esto le brinda una satisfacción ilimitada. Esta imagen es muy utilizada por los vendedores de productos de belleza y los dueños de centros comerciales.
Es importante aclarar que todas estas características son falsas representaciones de lo que es una mujer, pero lamentablemente la mayoría de las mujeres aceptan esta imagen que es dada mediante los medios de comunicación como la imagen que deben proyectar. Creen firmemente que éstas reflejan los estándares de la sociedad respecto a lo que es o debe ser la mujer ideal. Lo peor de esta situación es que, debido a la gran importancia que le dan a cumplir con las exigencias del molde perfecto ya establecido, su autoestima se ve en ocasiones seriamente afectada al comparar su verdadera imagen con la imagen idealizada proyectada por los comerciales y al darse cuenta de la gran diferencia existente. Para esta mujer los medios de comunicación son la raíz de la inconformidad e inseguridad experimentadas en su vida. Toda esta insatisfacción puede llevar a la mujer a desarrollar algún tipo de desorden alimenticio o también a la depresión.
Por otro lado está la mujer inteligente, fuerte, capaz y segura de sí misma que se revela contra estos estereotipos, y no permite que los medios de comunicación afecten su autoestima ni confianza en sí misma. Este tipo de mujer está conforme y satisfecha con lo que es y no siente la necesidad ni la presión de entrar en el molde perfecto.
Por otro lado está el cómo ven los hombres ese estereotipo femenino que antes he descrito. Hay que tener en cuenta que, los estereotipos queramos o no, son parte de nuestra sociedad y cultura y con éstos hemos crecido. El hombre admite la imagen de la mujer proyectada en los medios de comunicación como una imagen verdadera, y mezcla los distintos roles presentados hasta generar sus expectativas sobre lo que debe ser la mujer ideal. Estas expectativas son algunos de los factores que generalmente se convierten en la causa de la frustración experimentada por los hombres al comparar a las mujeres de su alrededor -ya sea madre, amiga o pareja- con las mujeres presentadas en los comerciales, y darse cuenta que no cumplen con las expectativas que ellos mediante los medios de comunicación formaron previamente. Los hombres creen que de esta manera tienen derecho a presionar a las mujeres a que alcancen ese modelo perfecto. Por ejemplo: cuando hacen comentarios positivos a las delgadas, y comentarios negativos a las que tienen problemas de sobrepeso.
Esta imagen dada de la mujer por los medios de comunicación logra en muchos casos acrecentar el machismo en los hombres presentando a la mujer como un adorno, o sea, la deja en una posición de permanente subordinación a lo que su hombre es o hace, además de presentarla como un ser humano débil, dependiente e indefensa. Esta imagen de la mujer seductora, bella y tonta puede lograr que los hombres no valoren a la mujer y que la vean solamente como un objeto sexual, distorsionando así el potencial de la mujer como ser humano.
Normalmente lo que estamos acostumbrados a ver en la televisión, en este caso los comerciales, es directamente el estereotipo que existe en la mente de un hombre o definitivamente la mala representación y la subestimación de los roles de la mujer dentro de la sociedad.
Pero el hombre y los estereotipos no sólo se relacionan con respecto de los estereotipos femeninos, sino que también poseen patrones que los estereotipan, que, como habría de esperar, son infundados por los medios de comunicación, especialmente la TV y sus comerciales: Hombre fuerte, valiente, adinerado, independiente, cabeza de familia, agresivo, rebelde, con iniciativa, activo, trabajador, emprendedor, expresivo, no sentimental, protector, potente sexualmente y siempre joven.
Los estereotipos del hombre, en general, lo definen por su situación profesional, es decir, al hombre se le valora por su trabajo, estatus en alguna institución, etc; un hombre siempre será más o menos importante dependiendo de su desempeño profesional; en cambio, desgraciadamente, la mujer se valora por su situación personal (apariencia, forma de ser, etc).
Con la encuesta del presente trabajo mi intención era la de intentar comprobar cómo los estereotipos de género han podido irrumpir en la mente de gente de mi edad. Ésta ha sido pasada a cien adolescentes de entre quince y dieciocho años (cincuenta de sexo femenino y cincuenta de sexo masculino).
Aparentemente cuanto más avanza la sociedad, da la sensación de que más se acerca el objetivo de conseguir la igualdad entre ambos sexos, pero… ¿es realmente así?
Encuesta
Rodea con un círculo según el siguiente criterio
1= “Estoy de acuerdo” X = “Dudo” 2= “No estoy de acuerdo”
Sexo:
Hombre
Mujer
Trabajos…
1. Mi padre es policía, pero no me gustaría que mi madre lo fuera porque es una profesión muy arriesgada. 1 X 2
2. Por mucho que cambien las cosas, el fútbol siempre seguirá siendo un deporte de chicos, porque ellos juegan mucho mejor que las chicas. 1 X 2
3. Es normal que existan trabajos en los que las mujeres no sean aceptadas como los hombres y viceversa. Por ejemplo, daría risa ver una mujer de peón en una obra. 1 X 2
4. Me parece bien que los hombres cobren mayor sueldo que las mujeres porque ellos tienen que mantener las familias. 1 X 2
5. Creo que los hombres y las mujeres pueden desempeñar los mismos trabajos, aunque si fuera en un barco o en un avión preferiría que el piloto fuera un hombre porque creo que lo haría mejor. 1 X 2
6. Si todas las mujeres trabajaran fuera de casa como hacen la mayoría de hombres, los trabajos de la casa no serían propios de unos ni de otros. 1 X 2
Estereotipos…
7. Hay cosas que ellos siempre harán mejor que ellas y viceversa. Por ejemplo, ellos conducen mejor y ellas son más limpias y ordenadas. 1 X 2
8. Las chicas se quejan porque tienen que ayudar en la casa, pero nunca son ellas las que tienen que lavar el coche o poner las estanterías de la casa. 1 X 2
9. Me gustaría que mi padre no trabajara fuera de casa para poder pasar más tiempo con él y entenderme tan bien como con mi madre, que se conoce todos los nombres de mis amigos y podemos hablar.
1 X 2
10. Las chicas son más serias que los chicos: Nunca hablan de deportes o de sexo. 1 X 2
11. Es más fácil ser chica que chico porque ellas sólo tienen que ocuparse de estar guapas, mientras que ellos tienen que ser valientes, inteligentes, divertidos… y guapos. 1 X 2
12. Los chicos y las chicas siempre hacen cosas distintas, porque hemos nacido distintos y eso no se puede cambiar. 1 X 2
13. Me parece normal que los chicos acompañen a las chicas a casa por la noche ya que siempre hay más peligro para ellas que para ellos. 1 X 2
14. Los hombres y las mujeres tienen que ocupar papeles distintos en la sociedad porque ellos son más fuertes y agresivos y ellas más sensibles y sumisas. 1 X 2
15. Es natural que a las chicas les gusten los bebés, porque nacen con un instinto maternal que los chicos no tienen. 1 X 2
Comentario de la encuesta1. Mi padre es policía, pero no me gustaría que mi madre lo fuera porque es una profesión muy arriesgada.
El estereotipo de mujer débil/hombre fuerte todavía se deja notar. Sólo el 41 por ciento de los encuestados se han mostrado en contra de la relación hombre-trabajos arriesgados. Las mujeres han dudado más que los hombres a la hora de responder.
No ha sido hasta finales del S.XX cuando las mujeres han pasado a formar parte de los cuerpos de seguridad. A lo largo de la historia, han sido declaradas incapaces de realizar los trabajos arriesgados, como es el caso de la seguridad a nivel profesional. Poco a poco nos vamos acostumbrando a ver más mujeres con el uniforme de policía, guardia jurado, etc. De todas formas esto es sólo un principio de un largo recorrido hacía la igualdad. Seguramente, si hace cuarenta años hubiera pasado esta pregunta, la primera columna hubiera prevalecido de forma aplastante sobre las demás.
2. Por mucho que cambien las cosas, el fútbol siempre seguirá siendo un deporte de chicos, porque ellos juegan mucho mejor que las chicas.
Aquí quedan reflejadas dos tendencias claramente opuestas; por un lado están los hombres que creen que el fútbol es patrimonio propio y que no tienen intención de dejárselo escapar, y por otro lado están las mujeres, que se resisten a mantenerse al margen del deporte denominado como rey, auque todavía hay muchas que otorgan a los hombres la destreza con el balón en los pies.
En este tema cobra mucha importancia todo lo relacionado con los medios de comunicación. Cada semana se emiten un promedio de seis partidos en las cadenas públicas. ¿Cuántos de esos son femeninos? La televisión, los spots publicitarios… están vendiendo el fútbol como cosa de hombres. A ese factor se le añade el poco interés de muchas mujeres que desprecian este deporte argumentando: “Sólo son veintidós hombres pegándole patadas a un balón”. Todo esto favorece el clima masculino en torno al fútbol.
3. Es normal que existan trabajos en los que las mujeres no sean aceptadas como los hombres y viceversa. Por ejemplo, daría risa ver una mujer de peón en una obra.
Ninguna mujer está de acuerdo en no estar capacitada para desempeñar cualquier tipo de trabajo. En cambio, los hombres parecen ser más clásicos en este aspecto. Ellos ven algunos trabajos más propios para ellos que para ellas, y viceversa.
Desde la antigüedad, el hombre ha estado asociado a los trabajos duros. Esto prevalece todavía entre el colectivo masculino ya que para ellos es como una seña de identidad. La masculinidad se relaciona muchas veces, erróneamente, con la fortaleza. De esta relación se derivan respuestas como las reflejadas en este gráfico, en el que la mayoría de hombres están de acuerdo con la enunciación y la mayoría de mujeres no.
4. Me parece bien que los hombres cobren mayor sueldo que las mujeres porque ellos tienen que mantener las familias.
Resultado claramente en contra de la enunciación puesto que esta forma de ver y entender la familia fue borrada hará ya unos veinticinco años. El modelo de pater familias está un poco atrasado y ahora son hombres y mujeres los que trabajan y llevan dinero a casa. Sólo un diez por ciento de hombres han mostrado respectivamente su duda y acuerdo con dicha enunciación.
Hoy en día ya llevamos varios años desde que la mujer se incorporó al mundo laboral. Si es verdad que aún y estando muchas veces más capacitadas que algunos de sus compañeros, ocupan puestos más bajos y peor remunerados. El hecho de la posible maternidad, con la consecuente baja, juega un papel en contra del sector femenino a ojos de empresarios/as.
5. Creo que los hombres y las mujeres pueden desempeñar los mismos trabajos, aunque si fuera en un barco o en un avión preferiría que el piloto fuera un hombre porque creo que lo haría mejor.
Desde antaño las mujeres han estado privadas de ejercer trabajos con excesiva responsabilidad como puede ser pilotar un avión. La pregunta es: ¿por qué? Nadie sabría responder muy bien a dicha cuestión puesto que ésta sólo se corresponde al ideal machista que hasta hace escasos años tenía la sociedad en sí.
Excepto un pequeño numero de encuestados masculinos que se han mostrado en acuerdo con la enunciación, los demás se han repartido entre duda y desacuerdo. En el caso femenino, ninguna de ellas ha respondido a favor aunque sí algunas han mostrado su duda. Mientras algunas de las propias implicadas sigan dudando de las capacidades femeninas, este erróneo legado histórico y machista no podrá ser borrado de nuestras mentes.
6. Si todas las mujeres trabajaran fuera de casa como hacen la mayoría de hombres, los trabajos de la casa no serían propios de unos ni de otros.
Uno de los razonamientos que desde siempre se ha dado para explicar el hecho de que los trabajos de casa hayan estado ligados a las mujeres ha sido que, mientras los hombres estaban trabajando fuera de casa ellas tenían que dedicarse a las tareas domésticas.
La mayoría de los encuestados han expresado su acuerdo con la enunciación, lo cual propone, como solución directa a la equitatividad de las tareas domésticas, la incorporación de la mujer al mundo laboral. Pero si fuera así, hoy en día las labores de casa ya tendrían que ser tan propias de unos como de otras, y en cambio, aunque cada vez lo son más, todavía falta mucho para que así sea. Entonces, ¿a qué se debe que los trabajos de casa estén ligados en la mayoría de casos a las mujeres?
Está demostrado que los hijos tienden a tomar como correctos los roles que, desde pequeños, han adoptado sus padres. En este caso, si una hija ha visto que desde pequeña su madre ha sido la que ha estado con ella, la que se ha ocupado de la casa… de mayor tenderá a ejercer las mismas labores que ella asocia con su madre. En el casó de que un niño vea a su padre en actitud pasiva ante cualquier tarea doméstica, de mayor adoptará la misma posición inconscientemente. Es una especie de herencia psicológica que pasa muchas veces desapercibida y que sin embargo, tiene repercusiones directas sobre el comportamiento de una persona adulta.
7. Hay cosas que ellos siempre harán mejor que ellas y viceversa. Por ejemplo, ellos conducen mejor y ellas son más limpias y ordenadas.
Otra vez nos encontramos con una enunciación en la que entran en juego los estereotipos de género. En este caso la mayoría de los hombres están de acuerdo con asociar la limpieza y el orden con el género femenino y colocarse a sí mismos una especie de premio a buenos conductores. Por contra, las mujeres se revelan contra el “cartelito” que desde siempre se les ha colgado de limpias y ordenadas.
8. Las chicas se quejan porque tienen que ayudar en la casa, pero nunca son ellas las que tienen que lavar el coche o poner las estanterías de la casa.
También en el mundo de las labores caseras encontramos la influencia de los estereotipos de género. A ellas se les suele hacer responsables de tareas como sacar el polvo, ordenar, cocinar…En cambio a ellos se les atribuyen faenas de otro tipo como las enunciadas en la encuesta: lavar el coche, poner estanterías… ¿A qué es debido este tipo de distribución?
Posiblemente tenemos grabado en el inconsciente lo que anteriormente he mencionado. Por norma se atribuye a la masculinidad la fortaleza, y a la feminidad la debilidad. Es una cuestión puramente antropológica e histórica. Seguramente que si desde los principios ellas hubieran sido las que iban a cazar y ellos los que se quedaban en casa, ahora los papeles estarían cambiados.
Afortunadamente esta mentalidad cada día es menos común entre las mujeres. En el caso de los hombres, algunos ya empiezan a abrirse a la realidad y ven que tanto hombres como mujeres realizan todo tipo de tareas, aunque la mayoría tienen todavía en la cabeza la clásica división de las tareas domésticas.
9. Me gustaría que mi padre no trabajara fuera de casa para poder pasar más tiempo con él y entenderme tan bien como con mi madre, que se conoce todos los nombres de mis amigos y podemos hablar.
Las madres siempre han sido vistas como personas más comprensivas que los padres. Cómo dice el dicho: “madre sólo hay una”. Se puede observar claramente como son las mujeres las que más echan en falta el hablar con sus padres y, en cambio los hombres prefieren hablar con sus madres.
Esto sólo se explica de la siguiente forma. El hombre y la mujer en un matrimonio son como “los dos polos de una pila”. Vamos a poner como ejemplo que él tiene el polo x y ella el y. En el caso de que su descendencia sea masculina (polo x) al tener “la misma polaridad” que su padre, éstos se repelerán, por así decirlo. En cambio con su madre al ser polos distintos, congeniarán bien. En el caso de que la descendencia sea femenina (polo y) ésta se repelerá con su madre, que también es y, pero con su padre se avendrán bien.
El hecho de que haya rasgos psicológicos hereditarios, por lo general, hace que inconscientemente los hijos se lleven mejor con las madres y las hijas con los padres. Es una cuestión en la que entran en juego factores psicológicos, biológicos y personales en última instancia.
10. Las chicas son más serias que los chicos: Nunca hablan de deportes o de sexo.
Otro de los grandes estereotipos de todos los tiempos es el tema de la seriedad de las mujeres en relación al sexo y, aunque en menor medida, al deporte. En los últimos años el género masculino parecía que se había ganado la categoría de simple e infantil en muchos casos y por contra el género femenino había obtenido el título a la seriedad. Por lo obtenido en los resultados, esto ya no es así, aunque algunos de los hombres todavía tienen la visión de que para la mujer las conversaciones de deportes, sexo… son tabú.
La mayoría de ellos y ellas reconocen hablar abiertamente de sexo, deportes o de cualquier tema que se precie sin que eso sea motivo para tachar a un género de serio, infantil o simple.
11. Es más fácil ser chica que chico porque ellas sólo tienen que ocuparse de estar guapas, mientras que ellos tienen que ser valientes, inteligentes, divertidos… y guapos.
Durante mucho tiempo las mujeres han sido tomadas como monedas de cambio. Éstas, mediante el matrimonio convenido, servían para cerrar pactos entre reinos, coronas, terratenientes, etc. De ahí surge la errónea idea de que el género femenino tiene que ser sólo fachada porque, al fin y al cabo, era lo que antaño interesaba.
Sin embargo todavía hay hombres y mujeres que, sorprendentemente, siguen pensando que las mujeres sólo son físico anulando así sus capacidades psicológicas y convirtiéndolas en puros objetos. En este caso los medios de comunicación juegan un papel muy importante presentándonos en muchos casos mujeres objeto, cuyo único aspecto a resaltar es su apariencia.
Por suerte para nuestra sociedad cada vez son menos las personas que piensan de esta manera y, hombres y mujeres, son tomados en cuenta como un conjunto de características tanto físicas como psicológicas.
12. Los chicos y las chicas siempre hacen cosas distintas, porque hemos nacido distintos y eso no se puede cambiar.
Es evidente que hombres y mujeres hemos nacido con distintas características tanto físicas como psicológicas. Ambos sexos tienen un patrón de conducta más o menos homogénea que hace que las mujeres sean mujeres y que los hombres sean hombres. A partir de esa base se construye la personalidad, cada una con connotaciones distintas y acordes con las vivencias, la educación… que cada uno recibe.
Tuve una charla con una profesora de la guardería de Binéfar. Ésta me decía que, año tras año, el primer día de clase sucedía lo mismo. La clase tenía por una parte una zona con cocinitas, muñecas… y por otra una alfombra en el suelo con pelotas, muñecos… En cuanto llegaban, los niños se iban a jugar con pelotas o muñecos hacia la zona de la alfombra, mientras que las niñas se dirigían a las cocinitas y a las muñecas. Esto, por lo que me dijo, es un fenómeno muy corriente en todas las guarderías.
13. Me parece normal que los chicos acompañen a las chicas a casa por la noche ya que siempre hay más peligro para ellas que para ellos.
Tanto mujeres como hombres aceptan el hecho de que ellas tengan más peligros que ellos. Esto es debido al elevado índice de delincuencia, siendo éste mayoritariamente masculino. El hecho de ver un hombre acompañando a una mujer a casa, a dejado de ser un gesto caballeresco para pasar a formar parte del día a día en las relaciones de pareja o, simplemente, de amistad.
14. Los hombres y las mujeres tienen que ocupar papeles distintos en la sociedad porque ellos son más fuertes y agresivos y ellas más sensibles y sumisas.
Las mujeres, aunque no todas, se niegan a aceptar el papel de sensibilidad y sumisión que desde la antigüedad se les ha impuesto. Esto sólo se explica en relación a lo que ha sido la mujer en la antigüedad. Desde siempre el género femenino ha estado subordinado al masculino, y ellas han necesitado del permiso de su marido o su padre para cualesquiera de las acciones que en su vida han llevado a cabo. Hay que recordar que todavía en la actualidad esto sigue sucediendo. En culturas como la musulmana o en las sociedades poco desarrolladas, la mujer sigue viviendo a la sombra de un hombre que le dictamina y delimita todo lo que puede hacer.
En cambio, muchos hombres sí que están de acuerdo con los estereotipos mencionados en la encuesta. Ellos se ven a sí mismos más fuertes y agresivos que sus compañeras, y a ellas las ven con un grado de sumisión y sensibilidad superior al suyo. También hay que tener en cuenta la cantidad de gente que ha dudado a la hora de responder: más ellas que ellos; lo cual puede ser un inicio de la desaparición de los estereotipos anteriormente mencionados aunque, no nos hemos de engañar, son muchos años en que éstos han ejercido su influencia y eso no se cambia de un día para otro.
15. Es natural que a las chicas les gusten los bebés, porque nacen con un instinto maternal que los chicos no tienen.
Es obvia la existencia de un instinto maternal en el género femenino que ellos no tienen. La mayoría de los órganos de una mujer están ordenados hacía su fin último: procrear. En cambio en los hombres eso no es así. Sólo dos mujeres no han mostrado su acuerdo con esta capacidad femenina. Por contra, ellos no parecen estar tan de acuerdo con esta característica, y más de la mitad expresan su duda y su desacuerdo.
Conclusiones del apartado:
· Los estereotipos de género difundidos por los medios de comunicación y los arrastrados a lo largo de la historia todavía están vigentes en la sociedad de hoy en día.
· Las mujeres cada vez se muestran más reacias a adoptar el papel que hasta ahora habían ejercido en la sociedad, aunque algunas de ellas todavía siguen estando de acuerdo con lo que ha sido la mujer a lo largo de la historia. Apuestan por la igualdad.
· Los hombres por contra no han cambiado escasamente de mentalidad. La mayoría siguen defendiendo su supremacía de género a la vez que la desigualdad frente a situaciones cotidianas. También hay que decir que, por contra, algunos de ellos son más flexibles en el tema y creen en la igualdad.
Entrevista
Entrevista del trabajo de investigación:
Generales:
Sexo:
Hombre
Mujer
Tu edad está comprendida entre:
a) 15-20
b) 21-30
c) 31-40
d) 41-50
e) 51-60
¿Crees que el sexo contrario tiene una vida más fácil?
a) Si
b) No
1. ¿Cómo ves a la persona del otro sexo?
Como un bicho raro.
Como una persona distinta a mí, con la que me es realmente difícil comunicarme.
Como una persona distinta a mí, pero que me puede aportar mucho de positivo.
2. ¿Crees que existen diferencias psicológicas entre hombres y mujeres?
Sí, y es necesario aprender a convivir con ellas.
Sí, pero creo que son insalvables.
No, ambos sexos somos iguales.
Modo de afrontar los problemas:
3. Tu pareja hace días que notas que está decaída pero hace como si no le pasara nada, se muestra distante, y reacio/a a hablar del tema. ¿Qué haces?:
a) Le pregunto una vez que le pasa y si noto que le cuesta hablar del tema dejo que el tiempo pase hasta que quiera hablar conmigo.
b) Insisto una y otra vez para que me cuente lo que le pasa. Quiero que note que me intereso por él/ella.
c) Me sabe mal que no confíe en mí no contándome lo que le pasa. Adopto una posición fría y distante yo también.
4. Tu pareja te cuenta un problema que para él/ella es importantísimo. Cuando te lo acaba de contar. Tú…:
a) Le digo que se tranquilice, todo va a ir bien.
b) Le aconsejo y le doy soluciones, seguro que en este momento no sabe qué hacer.
c) Le muestro mi afecto, me lo ha contado sólo para desahogarse.
5. Le cuentas un problema a tu pareja. ¿Cómo te gustaría que reaccionara?
a) Tranquilizándome y diciéndome que todo va a ir bien.
b) Dándome un consejo o alguna solución.
c) Sólo se lo he contado para desahogarme, necesito que me muestre su afecto.
6. Tienes un problema que hace días que te trae de cabeza. ¿Qué haces?
a) Lo afronto yo solo/a y en silencio. No quiero que nadie se tenga que preocupar por mí.
b) Llamo rápidamente a alguien de confianza para contárselo.
c) Cualquier persona es buena cuando estoy mal. Expreso mi problema y mis sentimientos en cuanto puedo.
Motivación:
7. ¿Cómo crees que motivas más a tu pareja?
a) Haciendo que se sientan necesarios/as.
b) Haciendo que se sientan queridos/as.
c) Haciendo que se sientan importantes.
8. ¿Cuál es el sentimiento que más te atemora dentro de una relación?
a) No sentirte necesario/a.
b) No sentirte digno/a del amor que recibes.
c) Sentir que das más de lo que recibes, que pones más de tú parte que tu pareja.
9. ¿Cuál de los siguientes comportamientos te sientan peor en tu pareja?:
a) Que no me escuche cuando le hablo.
b) Que no comprenda mis sentimientos.
c) Que me quite completamente mi autonomía.
10. ¿Cómo prefieres decirle a tu pareja algo que te ha sentado realmente mal de el/ella?
a) Espero a un momento en el que estemos los dos y se lo explico.
b) Le escribo una carta exponiéndole mis sentimientos y el porqué de todo.
c) Prefiero callármelo y no decir nada, quizás se lo tome a mal y discutamos.
Distintos idiomas:
11. Cuando tu pareja te dice “Nada funciona”, ¿qué es lo primero que piensas?
a) Me está reprochando algo.
b) Ha tenido un mal día y necesita comprensión.
c) Seguramente es una cosa momentánea, no hay que hacer caso excesivo.
12. ¿Y cuándo te dice “Ya no me quieres”?
a) Se siente inseguro/a y necesita confianza.
b) He hecho algo que le ha sentado muy mal.
c) El/ella ya no me quiere tampoco.
13 Ves que a tu pareja algo le preocupa en demasía y te dice que está bien, tú piensas…:
a) No me quiere decir lo que le pasa.
b) Realmente no le pasa nada.
c) No necesita ayuda, él/ella solo/a puede solucionarlo.
Conceptos:
14. A qué sexo crees que pertenecen las siguientes necesidades primarias: Confianza, Aceptación, Apreciación, Admiración, Aprobación, Ánimo.
Al hombre.
A la mujer.
A ambos.
15. ¿Crees que, una vez están satisfechas las necesidades primarias de tu pareja y se siente feliz y seguro/a, tiene que sentirse amado/a?
a) Sí, tiene seguridad y se siente feliz, seguro que se siente amado/a.
b) No necesariamente, puede tener otras carencias de distinto tipo.
c) Se puede sentir amado/a sin sentirse feliz y seguro/a.
Errores que cometen los hombres:
16. ¿Cuál de las siguientes conductas hacia tu pareja crees que es correcta?
a) Después de escuchar algo que te ha contado, le das consejos y le dices lo que tú harías en su lugar.
b) Te cuenta algo y le dices que no se preocupe, que no es para tanto.
c) No te tomas al pie de la letra lo que te dice y piensas que sólo habla contigo para desahogarse.
17. ¿Cuál crees que es la forma de “puntuar” de las mujeres?
a) Un regalo de amor, sea pequeño o grande vale lo mismo
b) Depende del regalo, algunos tienen más puntuación que otros.
c) Depende del estado de ánimo en que se encuentre.
Errores que cometen las mujeres:
18. ¿Cuál de las siguientes conductas hacia tu pareja crees que es correcta?
a) Intentas mejorar su conducta ofreciéndole consejos aunque no te los pida.
b) Ves que está preocupado y pasas de él, haces como si nada.
c) Manifiestas tus sentimientos negativos de manera indirecta, con preguntas retóricas.
19. ¿Cuál crees que es la forma de “puntuar” de los hombres?
a) Un regalo de amor, sea pequeño o grande vale lo mismo
b) Depende del regalo, algunos tienen más puntuación que otros.
c) Depende del estado de ánimo en que se encuentre.
Comentario de la entrevista
La entrevista de este trabajo de investigación está estructurada en siete partes. La primera consta de tres preguntas muy generales acerca de la visión personal sobre el otro sexo. La segunda parte tiene como tema principal el modo de afrontar los problemas según cada género. En tercer lugar se encuentra un factor de lo más relevante en toda relación: la motivación. A continuación se trata el registro usado por hombres y mujeres que, aunque parezca homogéneo, lo es sólo en la forma pero no en el contenido. En quinto lugar se encuentra el apartado de conceptos. Y para finalizar, el fragmento final de dicha entrevista está dividido en dos: errores que cometen los hombres (sexta parte) y errores que cometen las mujeres (séptima parte).
Estas partes, en su conjunto, constatan de una entrevista con diecinueve preguntas más una introductoria. Todas ellas están predispuestas para ser contestadas abiertamente pero, a su vez constan de tres respuestas estándar: una típica masculina, otra típica femenina y por último, una neutra.
La entrevista ha sido pasada a diez personas en total, cinco hombres y cinco mujeres. Hay que tener en cuenta que ésta no tiene que tener valor cuantitativo sino que, simplemente, es una referencia a modo de introducción para profundizar de forma teórica en los aspectos mencionados al inicio de esta presentación.
En primer lugar, el comentario de los respectivos apartados tendrá una profundización teórica del tema en cuestión. A continuación se analizarán las respuestas obtenidas en las entrevistas, habiendo hecho previamente un comentario sobre las pautas de respuesta en el caso de que fuera necesario.
Antes de pasar al comentario de la entrevista he de añadir que, cuando haga referencia a alguna respuesta en concreto de algún entrevistado, lo haré citando el género (masculino o femenino) y el grupo de edad al que pertenece dicha persona. Los grupos son los siguientes:
A 15-20 años
B 21-30 años
C 31-40 años
D 41-50 años
E 51-60 años
La psicología de una persona, tanto si es hombre como mujer, consiste en un entrelazado de características que se explican entre sí. Las unas influyen en las otras y viceversa. Si alguna de ellas faltara, se modificaría de tal forma la persona que cambiaría incluso su forma de actuar, de sentir, de ver las cosas… Por lo tanto podemos afirmar que la psicología de una persona es un todo, no la podemos dividir en partes porque todas están estrechamente relacionadas.
Primera parte:
Como ya he comentado antes, la primera parte es simplemente una forma a modo de introducción de la visión personal sobre el otro sexo. En este apartado no se incluirá la profundización teórica puesto que no está ligado a ningún aspecto psicológico diferencial entre hombres y mujeres, sino que sólo se explica en relación a la visión personal de los entrevistados.
¿Crees que el sexo contrario tiene una vida más fácil?
Excepto un hombre, cuya respuesta ha sido afirmativa, los demás han coincidido en decir que la vida de las mujeres no es más fácil que la de ellos. Lo más resaltado en dichas respuestas han sido una en la que se expresaba que las mujeres no tenían la vida más fácil por causas biológicas, y otra en la que se afirmaba que, hoy en día, la vida es indistinta para ambos sexos.
En el caso de las respuestas femeninas, ha sido al contrario. La respuesta afirmativa ha prevalecido sobre la negativa. Esto es así, coinciden en afirmar tres de las mujeres entrevistadas, debido a causas biológicas y a que ellas tienen más dificultades a la hora de su incorporación al mundo laboral. En el caso de las dos respuestas restantes, de mujeres del grupo C y D, han coincidido en decir que es diferente. Una de ellas afirmaba lo siguiente: “Con la madurez me siento más a gusto con migo misma. Si esta pregunta me la hubieran pasado hace un tiempo hubiera respondido que sí”.
¿Cómo ves a la persona del otro sexo?
Las pautas de respuestas eran las siguientes:
Como un bicho raro.
Como una persona distinta a mí, con la que me es realmente difícil comunicarme.
c) Como una persona distinta a mí, pero que me puede aportar mucho de positivo.
Interesante pregunta en la que pensaba que más de uno respondería “a” y que en cambio todos los entrevistados excepto dos han respondido en la línea de “c”. Aparentemente se plantea una cuestión que podía dar lugar a grandes diferencias y, en cambio, casi por unanimidad han respondido que ven a la persona del sexo contrario como distinta, pero con mucho de positivo para aportarles. Ellos han añadido que nos aportan sensibilidad, que son personas con iguales objetivos pero distintos medios… En el caso de ellas ha habido respuestas en las que se afirmaba que los hombres eran más prácticos, aportaban otro punto de vista…
Las dos únicas respuestas distintas a las demás han sido la de una mujer del grupo B y un hombre del grupo E. Ella expuso que hombres y mujeres eran más o menos iguales, y que las desigualdades eran debidas a cuestiones sociológicas (roles, estereotipos). Él, por su parte, opinó que las mujeres sí que eran personas distintas y con las que es realmente difícil, comunicarse añadiendo que por regla general era así, pero en última instancia también dependía de la personalidad de la mujer.
¿Crees que existen diferencias psicológicas entre hombres y mujeres?
Cuando me decidí a incluir esta pregunta en la entrevista, pensé que eran obvias las respuestas que iba a obtener, pero me equivoqué. Como respuestas a esta pregunta redacté lo siguiente:
Sí, y es necesario aprender a convivir con ellas.
Sí, pero creo que son insalvables.
No, ambos sexos somos iguales.
Al igual que en la anterior pregunta, sólo dos personas respondieron negando las diferencias psicológicas entre hombres y mujeres, una mujer del grupo B y un hombre del grupo E. Los demás, tanto ellos como ellas, coinciden en afirmar que sí que existen y que hay que aprender a vivir con ellas. Además, algunos de los apuntes de los entrevistados expresaban que esas diferencias eran positivas, variables según la edad, y que, en muchos casos, de no ser salvadas daban lugar a muchos desacuerdos.
Segunda parte: Modo de afrontar los problemas.
En esta sección se trata una de las mayores diferencias entre hombres y mujeres: el modo que tienen ellos y ellas de hacer frente a los problemas. Mientras que los hombres tienden a cerrarse en sí mismos y a mostrarse introvertidos, ellas por su parte reaccionan manifestándose emotivas y abrumadas. Cuando esto sucede, lo que necesita el hombre para sentirse bien no es lo mismo que lo que necesita la mujer. Él no se siente aliviado hasta que no soluciona sus problemas y ella, en cambio, se siente mejor cuando habla de ellos. La falta de comprensión y aceptación de esas diferencias crea desacuerdos innecesarios en las relaciones.
Un hombre cuando está preocupado nunca habla de sus problemas. En ningún caso le cargará a otra persona con ellos, a menos que la ayuda de esa persona sea necesaria para la solución del mismo. Así pues, su reacción será la de encerrarse en sí mismo a meditar acerca del problema en busca de una solución. En el momento en el que la encuentra saldrá de su introversión y se volverá a mostrar de buen talante. El hombre se siente bien cuando es capaz de solucionar los problemas por sí solo.
Cuando una mujer está preocupada o angustiada por las tensiones del día, para sentirse mejor busca a alguien en quien pueda confiar y le comenta detalladamente su problema. El género femenino se siente en seguida mejor después de manifestar los sentimientos que les abruman. Las mujeres consideran el compartir los problemas con otra persona como una señal de afecto y confianza, no como una carga. Éstas se sienten bien consigo mismas cuando tienen amigas que les muestran afecto y con quienes pueden compartir sus sentimientos y problemas.
Cómo los hombres hacen frente a los problemas:
Cuado un hombre está preocupado, se retira en sí mismo y se concentra en la solución del problema. Suele coger el problema más urgente, o el más fácil. En ese momento los demás problemas o responsabilidades pasan a un segundo plano.
En tales momentos se muestra en sus relaciones cada vez más distante, olvidadizo, insensible y ausente. Cuanto mayor sea el estrés, más inmerso estará en el problema. Entonces, es incapaz de dar a la mujer la atención y el afecto que ésta recibe normalmente y, por supuesto, merece. En el caso que consiga encontrar una solución, inmediatamente se abrirá hacia su pareja y se podrá contar con él en la relación.
En el caso contrario, seguirá mostrándose introvertido y distante. Para liberarse de su obsesión se verá llevado a solucionar pequeños problemas, o a realizar cualquier actividad que le represente un desafío, que sólo exija una parte muy reducida de su mente, puesto que la gran parte de la misma trabaja inconscientemente y sin cesar en la resolución del problema.
En los momentos en los que un hombre se halla en proceso de resolución del problema, éste está incapacitado para dar a su pareja la calidad de atención que ella merece. A la mujer le resulta difícil aceptar dicha conducta. Si al llegar a casa el hombre comentara todos sus problemas, ella podría mostrarse más comprensiva. Pero el hombre no habla de sus problemas y ella cree que no le hace caso. Se da cuenta de que está preocupado, pero comete el error de creer que ella no le importa porque no le dice nada.
En general, las mujeres no entienden el modo en que los hombres hacen frente al estrés. Esperan de ellos que se abran y hablen de sus problemas como hacen ellas y se sienten heridas al no recibir la atención que se merecen.
Cuando un hombre se refugia en sí mismo tiende a olvidarse de que sus amigos pueden tener también problemas. En esos momentos manda el instinto, y éste le dice que antes de poder estar por los demás ha de solucionar primero lo suyo. Los hombres, a su vez, no suelen ser conscientes de en qué medida se vuelven distantes cuando están pasando por un problema. En el caso de que el hombre se diera cuenta de que aislándose hiere a la mujer, sería capaz de mostrarse comprensivo en los momentos en que ella se siente desatendida y menospreciada. Pero generalmente esto no es así y el hombre suele defenderse, surgiendo de este modo la discusión.
Para que haya mejor cooperación, tanto hombres como mujeres deben comprenderse mejor. Cuando ellos no les hacen caso, estas suelen tomárselo como algo personal. Saber que él está haciendo frente al estrés a su manera es de gran utilidad, aunque no siempre ayudará a aliviar el dolor de ella.
En tales momentos es posible que la mujer sienta la necesidad de comentar estos sentimientos. En ese caso es muy importante que el hombre no los invalide.
Cómo las mujeres hacen frente a los problemas:
Cuando una mujer tiene un problema, siente instintivamente la necesidad de hablar de sus sentimientos y de todos los posibles problemas relacionados con ellos. Habla sin dar prioridad ni importancia a ningún problema en particular. Se siente disgustada por todo en general. No tiene un interés inmediato en hallar soluciones a sus problemas, sino que busca alivio en el hecho de manifestarse, expresar sus emociones y verse comprendida.
Así como el hombre cuando está agobiado tiende a concentrarse en un solo problema y a dejar de lado los otros, la mujer agobiada tiende a expandirse y a dejarse abrumar por todos los problemas. Se siente mejor hablando de todos los problemas posibles, sin esforzarse por buscar solución.
Con el fin de sentirse mejor, una mujer hablará de problemas pasados, problemas futuros, problemas potenciales e incluso problemas sin solución. Cuanto más hablan y exploran, mejor se sienten. Así funciona el mecanismo de una mujer. Esperar otra cosa sería negarle a la mujer su sentido del yo. Cuando habla y se ve escuchada, automáticamente se sentirá mejor. Por contra, si siente que no es comprendida, sus problemas pueden cobrar mayor magnitud y pasar a disgustarse aún más. La mujer que no se siente escuchada necesita, para hallar alivio, hablar de otros problemas menos inmediatos.
Puede también hallar alivio en la discusión de los problemas de sus amigos, parientes… Tanto si se trata de un problema propio como de uno ajeno, el hablar constituye una sana y natural reacción femenina ante el estrés.
En esos momentos en que las mujeres hablan de los problemas, los hombres suelen oponer resistencia. Ellos suponen que las mujeres comentan sus problemas porque les consideran a ellos responsables. Cuanto más son los problemas, más culpabilizados se sienten ellos. Lo que los hombree no saben es que tan sólo con prestar atención, los problemas se disiparían en gran medida.
El hecho de que el hombre sólo comente sus problemas por dos razones: o culpa a alguien o busca un consejo, hace que cuando la mujer está enfadada y lo expresa, éste se siente acusado o le parece que le están pidiendo un consejo. En el primer caso, él adoptará una posición defensiva para protegerse del supuesto ataque. Si no es así y al hombre le da la sensación de que le están pidiendo un consejo, este empezará a aportar posibles soluciones sin obtener resultado alguno.
Si el hombre ofrece soluciones, ella sigue hablando de más y más problemas. Él espera que cuando le haya ofrecido dos o tres remedios, ella se sienta mejor. Cuando ve que no es así, él cree que sus soluciones están siendo rechazadas y se considera infravalorado.
Por otro lado, en cuanto el hombre se siente atacado se apresta a defenderse. Cree erróneamente que, si se explica, ella dejará de acusarle. Cuanto más se defiende él, mayor será el enfado de ella. En esos momentos el hombre no se da cuenta de que lo que la mujer necesita es que comprenda sus sentimientos para luego ponerse a hablar de nuevos temas.
Asimismo, los hombres se sienten especialmente frustrados cuando una mujer habla de problemas sobre los que él no puede hacer nada. Por ejemplo cuando ella dice que cobra poco dinero, cuando comenta que la casa es demasiado pequeña… Las mujeres hacen este tipo de comentarios como una forma de expresar sus preocupaciones. Sólo así hallará alivio. Además se sentirá apoyada si la persona que la escucha se solidariza con su frustración.
Los hombres también suelen impacientarse cuando las mujeres comentan sus problemas de manera prolija. El hombre cree de forma errónea que cuando una mujer se extiende hablando, él necesita todos esos detalles para hallar una solución al problema. Se esfuerza por almacenar y evaluar todo lo que escucha y se acaba impacientando.
Además, al hombre le cuesta escuchar porque supone, erróneamente que hay un orden lógico en los saltos al azar de un problema a otro que da ella. Cuando la mujer ha comentado ya tres o cuatro problemas, él se siente enormemente confuso porque está intentando hallar una relación lógica entre ellos, y ésta no existe.
Otra razón por la que el hombre se resiste a escuchar es el hecho de que busca la conclusión. Éste no puede empezar a formularla hasta que no tenga el problema totalmente relatado. Cuanto más se extiende ella, mayor es la frustración de él.
Lo único que una mujer puede hacer en estos casos es comunicarle de antemano la conclusión de la historia para luego pasar a contarle detalles. Estas deben evitar dejar al hombre en estado de suspense. Para ellas esto es algo normal porque gozan dándole mayor intriga a la historia. En cambio ellos sienten frustración.
Los hombres deben aprender que los ataques, acusaciones o críticas de las que se sienten objeto por parte de las mujeres, son sólo cosas del momento y como forma de desahogo. Estos han de descubrir cuánto le alivia a una mujer hablar de sus problemas.
Hay muchos hombres, incluso mujeres, que tienen prejuicios contra la necesidad de hablar de los problemas. Por lo general esto es causado por haber visto a una mujer (probablemente su madre) que no se sentía escuchada y seguía insistiendo en sus problemas. Esto les ocurre a las mujeres cuando no se sienten amadas o escuchadas durante un largo período de tiempo. Ahí el problema yace en el hecho de no sentirse escuchada y no en el de expresar sus problemas.
La mujer, por su parte, debe aprender a comprender que el hecho de que el hombre se encierre en sí mismo durante un tiempo, no es una señal de que ya no la quiere. Ha de comprender que esto es debido a que el hombre está haciendo frente a un problema. Si éstas en vez de reprocharles este hecho les piden atención de forma relajada, sin dejar de aceptarlos, éstos poco apoco se mostrarán otra vez atentos y abiertos como antes. Además, cuando un hombre está profundamente inmerso en sus preocupaciones, la mujer no debe tomárselo como algo personal.
Conclusiones del apartado:
· Cuando un hombre afronta un problema hay que respetarlo y no culpabilizarlo por alejarse. Una vez lo haya solucionado volverá a mostrarse tan afectivo como antes.
· Cuando una mujer afronta un problema debe ser escuchada con la atención y respeto que se merece, teniendo en cuenta que el hablar forma parte de su mecanismo de defensa ante el estrés.
Comentario de la entrevista (II parte)
Una vez hecha la introducción acerca de este tema, analizaremos el fragmento de la entrevista referente a este apartado, que en este caso consta de cuatro preguntas de dicha temática que a continuación comentaré:
Tu pareja hace días que notas que está decaída, pero hace como si no le pasara nada, se muestra distante, y reacio/a a hablar del tema. ¿Qué haces?:
a) Le pregunto una vez qué le pasa y si noto que le cuesta hablar del tema dejo que el tiempo pase hasta que quiera hablar conmigo.
b) Insisto una y otra vez para que me cuente lo que le pasa. Quiero que note que me intereso por él/ella.
c) Me sabe mal que no confíe en mí no contándome lo que le pasa. Adopto una posición fría y distante yo también.
Una de las situaciones más cotidianas es la reflejada en esta pregunta. Son muchas las veces en las que nuestra pareja o alguna persona cercana a nosotros está decaída e intenta eludirlo aunque nosotros lo notemos. En esos casos hay dos pautas de actuación muy diferenciadas:
a) Más típica del género masculino. El hombre, puesto que cuando él está preocupado no le gusta que le molesten, tiende a adoptar este tipo de posición. Se suele preguntar una vez, a lo más dos, y si la persona en cuestión se muestra reacia a hablar del tema se deja hasta que sea ésta la que saque su problema a tema para ser comentado.
b) Más típica del género femenino. Insistir una y otra vez hasta que el poseedor del problema hable del mismo no es recomendable en el caso de que éste sea un hombre. En caso contrario, sí que es positivo adoptar esta posición ya que las mujeres se sienten alagadas cuando ven que alguien se muestra interesado para hablar de aquello que les preocupa.
En este caso es la respuesta “c” la neutra, siendo ésta adoptada muchas veces por personas que sienten que no se confía en ellas.
Las respuestas obtenidas en las entrevistan nos muestran como efectivamente todas las mujeres excepto una, del grupo E, han respondido que son partidarias de insistir e insistir. Alguna apunta que así le muestra su confianza. Además, una mujer del grupo C, añade que es necesario crear el ambiente idóneo para que un hombre hable de sus problemas. Éste, según ella, consiste en mostrarle cariño y que se sienta arropado.
En el caso masculino hay respuestas de los dos tipos. Los hay que optan por insistir y los hay que prefieren preguntar una sola vez. El chico del grupo B expresa que si su pareja mantiene el estado del enunciado de la pregunta durante mucho tiempo (decaída y reacia a hablar del tema), entonces el optará también por mostrarse frío y distante.
Tu pareja te cuenta un problema que para él/ella es importantísimo. Cuando te lo acaba de contar. Tú…:
a) Le digo que se tranquilice, todo va a ir bien.
b) Le aconsejo y le doy soluciones, seguro que en este momento no sabe qué hacer.
c) Le muestro mi afecto, me lo ha contado sólo para desahogarse.
Le cuentas un problema a tu pareja. ¿Cómo te gustaría que reaccionara?
a) Tranquilizándome y diciéndome que todo va a ir bien.
b) Dándome un consejo o alguna solución.
c) Sólo se lo he contado para desahogarme, necesito que me muestre su afecto.
Aquí tenemos dos preguntas exactamente idénticas, cuya única variación es la persona que recibe la acción. Las tres respuestas modelo que he incluido se corresponden generalmente de la siguiente forma:
- El género masculino es más propenso a dar consejos, puesto que ellos cuando expresan un problema esperan recibirlos. Recordemos que cuando un hombre cuenta un problema es para acusar o para que se le de una solución. Esto hará que normalmente los hombres tiendan a dar remedios a personas de ambos géneros indistintamente. Es una cuestión instintiva.
- El género femenino es más versátil. Aunque pueda parecer obvio que lo que hagan sea mostrar afecto, siendo que eso es lo que ellas esperan recibir, muchas veces también actúan dando consejos.
La pauta de modelo restante es neutra. Usada en la mayoría de casos cuando la persona que expresa su preocupación se encuentra en estados de excitación sublime, sea nerviosismo exacerbado, pánico…
De las respuestas masculinas, la más impactante ha sido la del entrevistado del grupo E que afirma lo siguiente: “Ven problemas donde no los hay. Por eso lo único que hay que hacer es tranquilizarlas”. Aunque parezca mentira esta visión del hombre acerca de la problemática femenina es más corriente de lo que parece. Cuando la mujer está disgustada todo lo que hay a su alrededor se tiñe automáticamente de un color oscuro. Entonces ella expresa de forma subjetiva cómo ve las cosas en ese instante. El hombre que ve la situación de forma más objetiva en esos momentos, califica, erróneamente, de autoinventados aquellos problemas sobre los que ella está hablando. De esta forma invalida sus sentimientos, agravándole la situación todavía más.
Acerca de la entrevista femenina, las más jóvenes se decantan por querer recibir soluciones, mientras que las más adultas, por contra, coinciden en esperar simplemente afecto y cariño. En cambio, cuando es su compañero el que les expresa el problema, sus respuestas son del todo versátiles.
Tienes un problema que hace días que te trae de cabeza. ¿Qué haces?
Esta es la última pregunta correspondiente al presente apartado. ¿Cómo actúan ellos y ellas cuando tienen un problema? Las pautas de respuesta son las siguientes:
a) Lo afronto yo solo/a y en silencio. No quiero que nadie se tenga que preocupar por mí.
b) Llamo rápidamente a alguien de confianza para contárselo.
c) Cualquier persona es buena cuando estoy mal. Expreso mi problema y mis sentimientos en cuanto puedo.
Las tres respuestas modelo en este caso, se corresponden de la consiguiente manera:
a) Típica respuesta masculina, así lo constatan las entrevistas. Como hemos visto antes, los hombres no suelen hablar de sus problemas dada la satisfacción que sienten cuando consiguen solucionarlos por sí mismos. Es como un orgullo interior que les fuerza a hacerlo así. Recordemos también que en el caso de que lo cuente, será porque la otra persona tiene que tomar parte activa en la resolución del caso.
- La “b” y la “c”: Son conductas más femeninas. El mecanismo de defensa, por así decirlo, de una mujer frente a un problema consiste en hablar. Teniendo en cuenta lo dicho, la variación entre la pauta “b” y “c” dependerá de la personalidad de la mujer; algunas preferirán contárselo únicamente a gente de confianza y otras hablarán en la primera ocasión que tengan.
Así pues, las respuestas obtenidas en el caso femenino no dejan lugar a duda. Todas ellas han respondido en favor de la pauta “b”. En el caso masculino una única variación en las respuestas. El entrevistado del grupo B ha expresado que él en los casos en que los problemas son serios tiende a contárselo a alguien de confianza. Todas las demás respuestas van acordes con lo estipulado; los hombres interiorizan sus problemas y los guardan hasta solucionarlos.
Tercera parte: Motivación
La motivación es un aspecto muy importante dentro de la pareja. El comprender que el hombre se motiva y adquiere fuerza cuando se siente necesario así como la mujer cuando se siente querida nos abre un nuevo capítulo en las relaciones personales.
Cuando en una relación afectiva el hombre no se siente necesario, poco a poco se vuelve pasivo y carente de energía. Cada día que pasa tiene menos que aportar a la relación. Por contra, cuando siente que su pareja confía en él y en que podrá satisfacer todas sus necesidades, éste adquiere poder y tiene más que aportar.
Con el fin de entender todo lo relacionado con la motivación hemos de tener antes nociones básicas de cómo es el enamoramiento masculino y femenino, y sus diferencias.
Cuando un hombre se enamora:
El enamoramiento de un hombre respecto al de una mujer dista en algunos aspectos. Para él significa dejar, muchas veces por primera vez, de pensar en sí mismo para abrirse a otra persona. El hombre es, por naturaleza, un ser competitivo y desafiante. Su filosofía más primitiva es: “yo gano, tú pierdes”.
Dicha actitud en una edad temprana puede funcionar a la perfección, pero una vez este es adulto le puede resultar perjudicial. Si busca satisfacer sus necesidades a costa de su pareja es seguro que habrá infidelidad, resentimiento y conflicto. El secreto para el gran éxito en las relaciones afectivas consiste en que ambos ganen.
El hombre necesita que la mujer le mande el mensaje: “Te necesito. Tu poder y tu fuerza pueden proporcionarme una gran satisfacción, llenar un vacío que hay en lo más profundo de mi ser. Juntos podríamos ser muy felices”.
Muchas mujeres, de forma instintiva, saben cómo mandar este mensaje. Al principio de una relación, muchas veces, la mujer le dirige al hombre una breve mirada y le dice: Tú podrías ser el que me hiciera feliz. Tal sutileza impulsa al hombre a superar el miedo a iniciar una relación. Conforme pasa el tiempo, lamentablemente, y surgen los problemas y las discusiones, muchas mujeres olvidan cuan importante sigue siendo este mensaje para el hombre, y dejan de enviárselo.
A los hombres les motiva la idea de poder influir en la vida de una mujer. En ese momento nace en ellos una nueva filosofía, una filosofía de “yo gano, tú ganas”.
El amor motiva a un hombre. Éste, cuando está enamorado, se siente capaz de dar lo mejor de sí mismo al servicio de los demás. Cuando su corazón se abre, siente tal confianza en sí mismo que es capaz de producir grandes cambios. Una vez tiene la posibilidad de demostrar su potencial, manifiesta lo mejor de sí mismo. Sólo cuando siente que va a fracasar, regresa a sus viejas costumbres egoístas.
Para un hombre estar enamorado significa empezar a querer a una persona tanto como a sí mismo. Queda de pronto redimido de las motivaciones egoístas y es libre de dar a otras personas, no para beneficiarse personalmente sino por amor. Vive la realización de su pareja como si fuera la suya propia.
En tales momentos, puede soportar con facilidad cualquier dificultad con tal de hacerla feliz, porque la felicidad de ella lo hace feliz a él. En la juventud, el hombre puede satisfacerse sólo cuidando de sí mismo, pero, a medida que madura, encuentra satisfacciones mayores que la autogratificación. A fin de poder realizarse debe empezar a vivir una vida motivada por amor. Aunque todavía necesita recibir amor, su más gran necesidad en esos momentos es darlo.
Muchos hombres están ansiosos de dar amor. El principal problema yace en que no saben qué es lo que les falta. Rara vez vieron al padre dar y satisfacer a la madre. En consecuencia, no sabes que el hecho de dar amor puede constituir una gran fuente de satisfacción para un hombre. Cuando sus relaciones fracasan, el hombre es presa de su abatimiento y se encierra de nuevo en sí mismo. Deja de querer.
En tales momentos se pregunta: ¿por qué? ¿por qué preocuparse? No sabe que ha dejado de querer porque no se siente necesario. No es consciente de que si encuentra a alguien que le necesite, podrá sentirse de nuevo motivado.
Cuando un hombre no siente que está influyendo de forma positiva en la vida de otra persona, le resulta difícil seguir ocupándose de su vida o de sus relaciones. Le resulta difícil sentirse motivado porque no se le necesita. Para el resurgir de la motivación, necesita sentir que se le valora, se le acepta y se confía en él. No sentirse necesario es para el hombre una muerte lenta.
Cuando una mujer se enamora:
Cuando una mujer se enamora espera un hombre afectuoso, devoto, perseverante, pero sobre todo se enamora de la persona que cree que se va a ocupar de ella, la va a cuidar, la ayudará en el camino de la felicidad y la apoyará.
Pocos hombres tienen conciencia de lo importante que es para una mujer sentirse apoyada por alguien que la quiere. Las mujeres son felices cuando creen que van a ser satisfechas sus necesidades. Cuando una mujer está preocupada, abrumada, agotada o desesperada lo que más necesita es simplemente compañía. Necesita sentir que no está sola, que es amada y atendida.
La solidaridad, la comprensión y la valoración, ayudan en gran manera al género femenino a ser más receptivo y a valorar mejor el apoyo que un hombre les brinda. Éstos no se dan cuenta de este hecho porque el instinto masculino les dice que cuando uno tiene un problema lo mejor es quedarse solo. Cuando una mujer está disgustada el hombre, por respeto, se alejará y la dejará sola. En el caso de que se quede a su lado empeorará las cosas intentando solucionar sus problemas. Su instinto no le dice lo importante que es para ella la comunicación, la intimidad y la proximidad. Lo que ella más necesita es que alguien la escuche.
Así como antes comentábamos que la naturaleza del hombre es egoísta, en el caso femenino es todo lo contrario. Las mujeres son pues, más generosas por naturaleza, lo que les lleva en muchas ocasiones a originarles problemas de tipos varios.
El más común de dichos problemas es “el cansancio que produce el dar”. Muchas mujeres están cansadas de dar. Quieren un respiro. Quieren tener tiempo para dedicarse a ser ellas mismas. Quieren tener a alguien que les proporcione apoyo emocional, alguien de quien no tener que cuidar, en resumen.
El cambio que suele producirse en hombres y mujeres conforme maduran es similar. En sus años jóvenes, una mujer está mucho más dispuesta a sacrificarse y adaptarse para satisfacer las necesidades de su pareja. El hombre, en sus años jóvenes, está mucho más absorto consigo mismo y es poco consciente de las necesidades de los demás. A medida que madura una mujer, ésta se da cuenta de que quizás se esté abandonando a favor de su pareja, y cambia. El hombre, a medida que madura, se da cuenta de que debe servir y respetar más a los demás.
Cuando una mujer se da cuenta de que ha estado dando demasiado, tiende a culpar a su compañero de su infelicidad. Está resentida ante la injusticia que representa haber dado más de lo que ha recibido.
Fijar límites y recibir, son dos cosas que asustan a la mujer. Ésta tiene miedo de necesitar demasiado y de que entonces se la rechace, se la abandone o se la juzgue. Cualquiera de estas tres cosas le causan a la mujer gran dolor ya que, en lo más profundo de su inconsciente, abriga la falsa creencia de que no es digna de recibir más.
La mujer es especialmente vulnerable a dicha creencia. En el caso de que de niña presenciara o sufriera abusos sería aún más vulnerable al sentimiento de que no es digna de recibir amor; le resultará más difícil determinar su propio valor. Oculto en el inconsciente, el sentimiento de que no es digna genera el temor a necesitar de los demás. Cree que no va a recibir apoyo. Eso se convierte en un temor, y este temor le impulsa a rechazar el apoyo que necesita. En esos momentos es cuando el hombre recibe el mensaje de que no se confía en él. Éste se siente automáticamente rechazado y se desentiende del asunto. La impotencia y desconfianza de ella transforman sus propias necesidades válidas en expresiones de carencia y le hacen llegar a él el mensaje de que ella no confía en su apoyo. Irónicamente, la primera motivación de los hombres es el sentirse necesarios, pero las muestras de desconfianza lo desaniman. En tales momentos la mujer supone, erróneamente, que es el tener necesidades lo que ha desanimado a su compañero, cuando verdaderamente es la desconfianza juntamente con la impotencia lo que le ha ocasionado al hombre ese desánimo.
Cuando una mujer ve de niña cómo su madre recibe amor, ésta se ve automáticamente digna de él. Al identificarse con la madre no necesitará superar el temor a recibir. Cuando una mujer se da cuenta de que en realidad merece ser amada, está abriendo la puerta para que el hombre sea generoso con ella. En esos momentos el hombre sentirá que lo que él puede aportar puede serle útil a la mujer y empezará a dar. Cuando la mujer se de cuenta de sus necesidades, el hombre se dará cuenta también y deseará darle más. En realidad un hombre dará más si su pareja da menos.
Con gran frecuencia cuando uno de los miembros de la pareja sufre un cambio positivo también el otro cambia. Esta predecible coincidencia entra dentro de la magia de la vida. Del mismo modo que cuando se formula una pregunta se oye la respuesta, cuando la mujer está en verdad preparada para recibir, el hombre empezará a dar.
Al igual que las mujeres, los hombres también tienen un gran temor: a no servir, a ser incompetentes. Compensa este temor dedicándose a aumentar su poder y competencia. El éxito, logro y la eficacia son lo más importante en su vida.
Del mismo modo que las mujeres tienen miedo de recibir, los hombres lo tienen de dar. La posibilidad de excederse a la hora de dar significa exponerse o arriesgarse a ser corregidos, a no ser aprobados, en definitiva al fracaso. Del mismo modo cuando sus logros pasan desapercibidos o no se valoran, en el fondo de su inconsciente se va formando la incorrecta creencia de que no está a la altura.
El hombre es especialmente vulnerable a esta falsa creencia que genera en su interior el miedo al fracaso. Desea dar pero teme fracasar, lo cual le induce a abstenerse. Teme a la inadecuación, por lo que va a intentar eludir riesgos innecesarios absteniéndose en gran parte de dar.
Lo irónico es que, cuando el cariño del hombre es grande, su temor al fracaso aumenta, y da menos. Para evitar el fracaso, deja de dar a las personas que más quisiera dar. En el caso de que el hombre sea inseguro, puede compensar ese rasgo no queriendo a nadie más que a sí mismo. Su respuesta defensiva más automática es: “Me da igual”.
Para un hombre, el primer paso para aprender a dar consiste en darse cuenta de que no está mal cometer errores, que está bien tener fallos y no es preciso tener respuesta para todo.
Del mismo modo que las mujeres son sensibles al sentimiento de rechazo cuando no reciben la atención que requieren, los hombres lo son al sentimiento de que han fracasado cuando una mujer les habla de problemas. Ésta es la razón por la que muchas veces les cuesta escuchar. Él quiere sentirse como una especie de héroe para ella. Cuando ella se muestra decepcionada o infeliz con respecto a algo, él se siente fracasado. La infelicidad de ella confirma su temor más profundo: ha fracasado, no ha estado a la altura.
El niño lo suficientemente afortunado como para ver cómo su padre consigue satisfacer a su madre, entra en las relaciones de la vida adulta con la especial confianza de que va a conseguir satisfacer a su pareja. No le aterroriza el compromiso, porque se siente capaz de cumplirlo. Sabe también que si no consigue cumplirlo, no por eso dejará de ser merecedor de amor y comprensión porque habrá hecho todo cuanto está en su mano. No se condena a sí mismo porque sabe que no es perfecto y que siempre hace cuanto puede.
Muchos hombres no han tenido modelos de rol adecuados durante la infancia. Para ellos, seguir enamorados, casarse y formar una familia es tan difícil como manejar un submarino sin previa preparación. Quizás este hombre consiga navegar, pero es seguro que se acabará hundiendo. Es tan complicado llevar un aparato que ves que se hunde muy a menudo como mantener una relación que fracasa varias veces. Lo cual no lleva a pensar que es lógico comprender por qué muchos hombres y mujeres sin un buen manual de preparación, se rinden en las relaciones afectivas.
Conclusiones del apartado:
· Los hombres deben aprender a dar y las mujeres a recibir.
· Los hombres adquieren fuerza y se motivan cuando se sienten necesarios.
· Las mujeres adquieren fuerza y se motivan cuando se sienten queridas.
· En cuanto el hombre tiene oportunidad de sacar todo su potencial, entonces consigue dar lo mejor de sí mismo. Sólo cuando siente que va a fracasar, regresa a sus viejas costumbres egoístas.
· La tendencia de la mujer a mostrarse compulsiva se relaja cuando recuerda que es digna de ser amada; no es preciso que se gane el amor, puede relajarse, dar menos y recibir más. Lo merece.
Comentario de la entrevista (III Parte)
¿Cómo crees que motivas más a tu pareja?
a) Haciendo que se sientan necesarios/as.
b) Haciendo que se sientan queridos/as.
c) Haciendo que se sientan importantes.
Ya hemos visto cuánta importancia tiene la motivación en las relaciones afectivas. El principal problema de la gente radica en que no saben cómo motivar a sus parejas. Las pautas de respuestas se corresponden de la siguiente forma:
a) Sentirse necesario es por naturaleza la motivación más grande que tiene un hombre. Si éste en algún momento le parece que su función es irrelevante, se sentirá fracasado y se encerrará en sí mismo.
b) Es la correspondiente al género femenino. Para una mujer es importantísimo sentirse querida. Para ello necesita ver que se está por ella, que se la escucha, en definitiva: que recibe el cariño que se merece. En caso contrario, la mujer albergará en su propio interior la falsa creencia de que no es digna de recibir nada, y rechazará la ayuda y los cariños que se le den.
c) Es otro de los sentimientos importantes para un hombre. Sentirse importante para su pareja es para él una gran motivación. Quiere ser como una especie de héroe para ella, que se confíe en él…
En el caso de las respuestas masculinas, creen que lo más importante para una mujer es sentirse querida e importante.
Las respuestas femeninas, han sido más uniformes. Sólo una ha respondido que lo importante para un hombre es sentirse necesario. Todas las demás han coincidido en que lo más relevante para el género masculino es el sentirse querido. Esto es debido a que, erróneamente, la persona da aquello que a le gustaría recibir sin pararse a pensar que, muchas veces, el prójimo puede tener necesidades de otro tipo.
Las mujeres necesitan sentirse queridas y los hombres quieren sentirse necesarios. Es sólo este pequeño matiz el que separa el mundo masculino del femenino.
¿Cuál es el sentimiento que más te atemora dentro de una relación?
a) No sentirte necesario/a.
b) No sentirte digno/a del amor que recibes.
c) Sentir que das más de lo que recibes, que pones más de tú parte que tu pareja.
Los temores cobran gran importancia dentro de nuestras relaciones puesto que éstos pueden aumentar o disminuir dependiendo de lo que suceda en el día a día de la pareja. La correlación de las respuestas con la teoría es la siguiente:
a) Puede ser más propensa a hombres que a mujeres, siendo que para ellos lo más importante es sentirse necesarios. De no ser así, esto repercute a nivel psicológico y anímico en el comportamiento del hombre.
b) Se corresponde en mayor medida con el género femenino. El hecho de que una de las primeras necesidades de la mujer sea la de recibir apoyo de su pareja, contrastada con la errónea creencia de que no es digna de recibirlo, hace emerger en la mujer muchas veces el sentimiento descrito en esta pauta. También es verdad que este sentimiento lo albergan mujeres de avanzada edad puesto que cuando éstas son jóvenes, están tan ocupadas en dar a los demás que no se dan cuenta de lo que realmente necesitan. Es en el momento en que se sienten cansadas de dar, cuando este sentimiento las ataca de forma más o menos impetuosa, dependiendo de las vivencias personales.
c) Es más neutra. Puede corresponder tanto al género masculino como al femenino, ambos a temprana edad. Cuando hombre y mujer son jóvenes tienden a hacer balance de cuánto ponen cada uno de su parte para comparar y sacar conclusiones. Esto, sobre todo en hombres, muchas veces lleva a crear resentimientos sin fundamento que, a lo único que llevan, es a quebrantar la unidad de la pareja. Cuanto más madura la persona más se da cuenta de que la aportación que cada uno hace a la pareja no tiene valor cuantitativo sino cualitativo.
En el caso de las respuestas femeninas, las correspondientes al grupo A y B han coincidido en responder que lo que más miedo les da en una relación es sentir que dan más de lo que reciben. Conforme la mujer madura se decanta más hacia temores referidos a: “Que se enfríe la situación”, “No sentirme digna del amor que recibo a la vez que no sentirme amada, es muy triste”.
Las entrevistas masculinas son más variables. Al igual que en el caso femenino, el entrevistado más joven afirma que su temor más grande es dar más que recibir: “Yo doy, pero también quiero recibir. La cosa tiene que ir al cincuenta por ciento”. Añadir que sólo una respuesta es en la línea de “No sentirme digno del amor que recibo”, la del entrevistado del grupo C. El resto confiesan que su mayor temor es el de no sentirse necesarios: “Lo que más temo es que me tomen por el pito del sereno” comentó con ironía el entrevistado del grupo E.
¿Cuál de los siguientes comportamientos te sientan peor en tu pareja?
La mayoría de las parejas que carecen de comunicación suelen ser las más perjudicadas en este campo. Cada persona tiene una forma de ser distinta e interpreta un mismo estímulo de manera diferente. Lo que para uno no representa una acción ofensiva, para otro puede significar el desencadenante de una discusión. En las parejas con escasa comunicación, suelen cometerse errores de forma inconsciente. Cuando a uno de ellos hay algo que le crispa, por así decirlo, debe comunicárselo a su compañero o compañera con el fin de que éste pueda poner más empeño para la próxima vez evitar tal comportamiento. Es indispensable la predisposición de ambos a cooperar. En caso contrario, la relación se verá enormemente afectada.
Las respuestas propuestas para esta pregunta son las siguientes:
a) Que no me escuche cuando le hablo.
b) Que no comprenda mis sentimientos.
c) Que me quite completamente mi autonomía
a) Siendo esta una respuesta generalizada en la mayoría de personas, es más propensa en el género femenino que en el masculino. Lo que peor le sienta a una mujer por antonomasia es que no se la escuche o que a ella no le de la impresión de que se la está escuchando. Cuando una mujer habla, exterioriza sus sentimientos o formas de pensar. Esto para ellas representa un gesto de confianza muy grande y en el caso de no sentirse escuchadas ven como dicho gesto es rechazado.
b) Es uno de los grandes errores que comenten las personas en las relaciones, en mayor medida las mujeres. Estas tienden a pensar que cuando expresan sentimientos, han de ser comprendidos. Esto nunca puede ser así. Cuando alguien habla de cómo se siente, puede exigir respeto, que su pareja no anule sus sentimientos… pero lo que nunca puede exigir es que la otra persona los comprenda (comprender en el sentido totalitario) puesto que esta tiene otra forma de ver y sentir.
c) Es imparcial. Es propio tanto de hombres como de mujeres el fastidio ante la falta de autonomía, aunque la mayoría de veces se da en personas de temprana edad.
La respuesta más general ha seguido el hilo de “a”. En el caso de las mujeres del grupo D y E han respondido de acuerdo con la respuesta “b”. Como antes he comentado, es uno de los errores más frecuentes que se cometen en una relación. No puedes espera que tu pareja comprenda tus sentimientos puesto que ésta siempre tendrá una manera de sentir distinta a la tuya. Solamente dos personas también, han respondido que lo que peor les sienta es que les quiten la autonomía. Éstas han sido la mujer del grupo B y el hombre del grupo A.
¿Cómo prefieres decirle a tu pareja algo que te ha sentado realmente mal de él/ella?
a) Espero a un momento en el que estemos los dos y se lo explico.
b) Le escribo una carta exponiéndole mis sentimientos y el porqué de todo.
c) Prefiero callármelo y no decir nada, quizás se lo tome a mal y discutamos.
Cuando surgen en una pareja los problemas, es necesario que la comunicación entre los cónyuges sea fluída y sincera. Se deben comunicar las cosas de forma que no se hiera al compañero pero que le llegue el mensaje. A veces eso no es fácil puesto que hombres y mujeres, como veremos en el siguiente capítulo, hablamos idiomas distintos.
a) Es lo que en teoría debe ser. En el momento en el que surge un problema, los que en él están implicados no se encuentran en disposición de pensar con claridad. Por lo tanto, es mejor esperar a un momento en que ambos estén calmados para poder hablarlo.
b) La técnica de la carta cada vez es menos usada. De los pocos usuarios que hay en nuestros días, el tanto por ciento más elevado son del género femenino. Si la mujer ha tenido malas experiencias a la hora de expresar sus sentimientos, tiene miedo de que se repita otra vez y opta por escribir.
c) Es una posición poco usual la de callarte el problema, aunque muchas veces se opta por dicho comportamiento ante el miedo de crear excesivo mal ambiente.
Curiosamente, a esta pregunta todos los entrevistados han respondido que “se esperan a un momento y hablan”, excepto la mujer del grupo E que afirma: “En el momento exploto y lo digo directamente”.
Cuarta parte: Idiomas distintos
Hombres y mujeres usan el mismo código, sin embargo siendo este el mismo los mensajes son completamente distintos. Las expresiones son similares, pero con connotaciones y énfasis emocional distinto. De este modo es muy fácil interpretar mal al otro.
Hombres y mujeres rara vez quieren decir lo mismo aunque utilicen las mismas palabras. La mujer, a diferencia del hombre, no habla en sentido literal. Cuando ella dice “Creo que nunca escuchas”, no espera que la palabra nunca se tome como tal. El uso de dicho término nunca es simplemente un modo de expresar la frustración que siente en ese momento.
Con el fin de expresar sus sentimientos con plenitud, las mujeres se toman licencias poéticas y utilizan diferentes superlativos, metáforas y generalizaciones. Los hombres, erróneamente, toman esas expresiones en sentido literal. Al confundir el sentido que la mujer le da al mensaje, suelen reaccionar de forma poco comprensiva.
A continuación y a modo de ejemplo, adjunto cinco quejas comunes que pueden interpretarse mal:
1. Mujer- Nunca salimos
Hombre- Eso es mentira. Salimos la semana pasada
2. Mujer- Esta casa siempre está hecha una cuadra.
Hombre- No siempre está hecha una cuadra
3. Mujer- Nadie me escucha
Hombre- Pues yo te estoy escuchando ahora
4. Mujer- Nada funciona
Hombre- ¿Quieres decir que tengo yo la culpa?
5. Mujer- Quiero más romanticismo
Hombre- ¿Insinúas que yo no soy romántico?
Podemos observar cómo la traducción literal de las palabras de la mujer pueden confundir fácilmente al hombre que está acostumbrado a utilizarlas en sentido denotativo y como medio de transmitir sólo hechos e información. Una comunicación poco afectuosa y ambigua es el mayor problema que se les puede presentar en las relaciones.
La principal queja que tienen las mujeres en sus relaciones es: “Siento que no me escucha, y si lo hace me interpreta mal” La traducción literal que hace el hombre de esta frase lo lleva a invalidar los sentimientos de la mujer y a rebatirlos. Otra posible forma de comunicar dicho sentimiento por parte de la mujer podría ser: “Siento que no acabas de entender lo que te estoy diciendo ni te importa como me siento. ¿Podrías mostrar cuánto que te interesa lo que yo te pueda decir?” Si el hombre comprendiera de verdad esta queja, discutiría menos y sería capaz de responder de manera más positiva.
El género masculino sin embargo, no entiende que las mujeres manifiesten sus sentimientos de manera distinta. Esto da lugar a discusiones.
Cuando un hombre se calla:
Uno de los grandes desafíos a los que se enfrenta un hombre es el de interpretar correctamente a la mujer y apoyarla cuando ésta habla de sus sentimientos. El mayor desafío de las mujeres es interpretar correctamente y apoyar al hombre cuando éste no habla. Par una mujer es fácil malinterpretar el silencio.
Una de las posiciones que con mayor frecuencia adopta un hombre es la de enmudecer y dejar de comunicarse. Ello se debe a que los hombres y las mujeres procesan la información de forma muy diferente. Las mujeres piensan en voz alta y comparten su proceso de descubrimiento interior con un oyente interesado. La mujer descubre a menudo lo que quiere decir a través del proceso del habla. Este proceso, que consiste en dejar que los sentimientos fluyan mientras los expresa, les ayuda a utilizar su intuición. Se trata de un proceso de todas formas normal y, a veces, particularmente necesario. Los hombres por contra, procesan la información de manera muy distinta.
Un hombre antes de hablar o contestar, rumia primero en silencio o piensa en lo que ha oído y experimentado. De manera interna y callada, imagina la respuesta más correcta o útil. La formula primero en su interior y luego la expresa. Este proceso puede durar desde minutos hasta horas. Y, para más confusión de la mujer, si este no encuentra dicha contestación puede que ni siquiera responda.
La mujer debe entender que, cuando el hombre calla, lo que está diciendo es: “Todavía no sé que decir, pero lo estoy pensando”. Por contra lo que oyen es: “No te contesto porque no me importas y no tengo por qué hacerte caso, además carece de importancia para mí”.
Las mujeres interpretan mal el silencio del hombre según cómo se sienta ese día en particular. A veces, es posible que imagine lo peor: “No me quiere, me odia…” Y esto puede disparar su más profundo temor: “Si me rechaza, nunca nadie me va a querer. No merezco que me quieran”
Es fácil que una mujer imagine lo peor cuando su pareja se enmudece, puesto que una mujer sólo se quedaría callada cuando lo que pudiera decir fuera a hacer daño o porque no quisiera dirigirle la palabra a la otra persona por falta de confianza.
En una conversación femenina, cuando una habla la otra reafirma lo dicho con exclamaciones como: “ah, vaya, pues sí, mmm, oh” El silencio del hombre sin estas respuestas que expresan comprensión, puede resultar muy amenazador para una mujer.
Para evitar dicha amenaza las mujeres han de comprender que cuando un hombre se calla, no es porque hayan cometido ningún terrible error. Esto es sólo porque cuando éste está agobiado se encierra en sí mismo para aclarar sus ideas. En esos momentos el hombre no se abre a nadie, ni a sus mejores amigos. Además, la mujer comete el error de creer que, si hace un montón de preguntas acerca de cómo se siente, prestándole atención, éste se sentirá mejor. Esto no hace más que aumenta el malestar de los hombres. La mujer que se comporta así, desea apoyarlo tal y como le gustaría que la apoyaran a ella. Sus intenciones son buenas, pero el resultado es desastroso.
En el caso masculino, las razones por las que los hombres se muestran introvertidos son:
1. Necesita meditar sobre un problema y hallar una solución practica al mismo.
2. No tiene la respuesta a una pregunta o a un problema.
3. Está disgustado o agobiado. En estos momentos necesita quedarse a solas para tranquilizarse y recuperar su autocontrol. No quiere hacer o decir nada que luego pueda lamentar.
4. Necesita encontrarse a sí mismo.
Esta cuarta razón adquiere gran importancia cuando los hombres están enamorados. A veces, empiezan a perderse y a olvidarse de sí mismos. Sienten que un exceso de intimidad les quita poder. Necesitan regular su distancia con respecto a la pareja. En cuanto se acercan tanto que les parece que pueden perderse, se dispara la alarma y se refugian en sí mismos.
Es importante que la mujer recuerde que no debe intentar hacer hablar al hombre cuando éste no está todavía preparado. El género femenino no comprende la necesidad masculina de estar solos o callados cuando algo les preocupa. Éstas, naturalmente, les intentan hacer hablar. Esperan que, si hay un problema, van a ayudar al hombre haciéndole hablar de él. Por ejemplo:
Mujer- ¿Ocurre algo?
Hombre- No.
Ella se da cuenta de que está disgustado y se interroga acerca del porqué de su silencio. En lugar de dejar que medite interiormente, interrumpe dicho proceso:
Mujer- Sé que algo te preocupa, ¿qué es?
Hombre- No es nada.
Mujer- Estoy segura de que sí, algo te preocupa, ¿qué te pasa?
Hombre- Estoy bien, déjame por favor.
Mujer- ¿Por qué eres así con migo? Nunca me dices nada, ¿Cómo voy a saber lo que te pasa? No me quieres, siento que me estás rechazando.
Llegado este punto, él pierde el control y empieza a decir cosas que posteriormente lamentará.
Para evitar dicha situación, adjunto seguidamente cinco modos de apoyo a un hombre que está encerrado en sí mismo:
1. No desapruebes la necesidad de la introversión.
2. No intentes ayudarle a solucionar su problema ofreciéndole soluciones.
3. No intentes cuidarlo haciéndole preguntas acerca de cómo se siente.
4. No te preocupes ni te apiades de él.
5. Haz algo que te haga feliz. Si él ve distraída a la mujer que ama, siente que ésta confía en que él solo podrá solucionar el problema. Esto para un hombre es de gran importancia.
Si la mujer necesita hablar, es preferible que le escriba una carta para que la lea cuando todo haya pasado. En caso de que la necesidad de conversar sea excesiva, expresar los sentimientos con una amiga le resultará de gran alivio. No le conviertas al hombre en tu única fuente de satisfacción. Hemos de recordar que él quiere que su mujer favorita confíe en que es capaz de ocuparse de sus preocupaciones. Que se confíe en su capacidad para solucionar sus problemas es muy importante para su orgullo, honor y autoestima.
Los hombres quieren que se confíe en ellos incluso cuando no están preocupados. No desean que les ofrezcan un consejo o recibir solidaridad que no han solicitado. Necesitan demostrar lo que valen. Ser capaces de lograr las cosas por sí mismos es un honor para ellos. El hombre se siente apoyado cuando recibe de una mujer el siguiente mensaje: “Confío en tu capacidad para llevar las cosas, a menos que pidas directamente ayuda”
Al hombre le resulta muy difícil diferenciar entre empatía y simpatía. Odia la compasión. Una mujer puede decir “Lamento haberte hecho daño”, y él dirá “No pasa nada” rechazando su apoyo. Del mismo modo, una excesiva muestra de cariño le resulta al hombre asfixiante. El hecho de que una mujer se preocupe exacerbadamente de él, le hace sentir controlado y fastidiado. El hombre no espera de su mujer posiciones maternales (avisos, interrogaciones retóricas…) sino que se confíe en él de manera incondicional.
También el hombre, cuando se aleja, puede comunicar apoyo a una mujer haciéndole saber que, en tales momentos, necesita meditar y tiempo para pensar pero que cuando esté preparado, volverá. Esto representa un gesto tranquilizador a ojos femeninos. Jamás debe juzgarse a una mujer porque necesite que le den seguridades. Si la mujer se sintió abandonada o rechazada por su padre, o su madre concibió lo mismo de su esposo, ella será aún más susceptible al hecho de sentirse abandonada.
Por otro lado, es normal que él se sienta atacado y acusado por los sentimientos de la mujer, en especial cuando ésta está disgustada y habla acerca de sus problemas.
Cuando una mujer habla:
Al igual que los hombres enmudecen, las mujeres tienden a hablar. Son varias las razones por las que las mujeres hablan:
1. Para transmitir o recoger información. (Esta es la única razón por la que el hombre habla).
2. Para explorar y descubrir lo que quiere decir.
3. Para sentirse mejor y más centrada cuando está disgustada.
4. Para crear intimidad. Manifestando sus sentimientos íntimos la mujer puede conocer su yo amante.
Es frecuente que el hombre se sienta atacado y acusado por los sentimientos de la mujer, en especial cuando ésta está disgustada y habla acerca de sus problemas. Éste supone equivocadamente que ella le habla de sus sentimientos porque él es, de algún modo, responsable o culpable. Cuando ella se queja él oye una culpabilización.
A fin de dar a entender al hombre que no está siendo acusado, cuando la mujer exprese sus sentimientos puede hacer una pausa después de unos minutos de comunicación y decirle cuanto bien le hace que él la escuche. Este simple cambio puede hacer que la situación sea muy distinta. Del mismo modo, al tiempo que describe sus problemas, la mujer puede apoyar al hombre valorando el modo en que éste ha contribuído a dar comodidad y satisfacción a su vida.
Las palabras mágicas que pueden apoyar a un hombre son estas: “No es culpa tuya, agradezco mucho que me escuches”.
Tranquilizar a un hombre diciéndole que no es culpa suya sólo sirve siempre que ella no esté realmente acusándole. Si él es el objeto de su ataque, la mujer debe manifestar lo que siente a otra persona. Para hablar con él, debe esperar hasta sentirse más afectuosa y centrada. Puede expresar su resentimiento a alguien con quien no esté disgustada. Esa persona podrá darle el apoyo que necesita. Luego, cuando se sienta más afectuosa y capaz de perdonar, podrá dirigirse a él para manifestarle sus sentimientos con éxito.
Del mismo modo, el hombre debe aprender a escuchar sin sentirse culpable. Éste a menudo acusa a la mujer de culpabilizarle cuando ella está simplemente hablando de sus problemas. Otro modo muy útil de enfocar la cuestión, consiste en que el hombre recuerde que ella siempre tiene derecho a estar disgustada y que se va a sentir mejor cuando exteriorice sus sentimientos.
A medida de que el hombre aprende a escuchar e interpretar correctamente los sentimientos de la mujer, la comunicación se hace más fácil. El escuchar es un arte, y como tal requiere práctica. A veces el hombre no se da cuenta de que no puede escuchar hasta que ella empiece a hablar. Si lo que oye es para él muy frustrante, no debe intentar proseguir: sólo conseguirá estar cada vez más irritado. No les sirve a ninguno de los dos. Lo que puede decir en cambio, respetuosamente, es: “De veras quiero escucharte, pero ahora me resulta difícil. Creo que necesito pensar y reflexionar sobre lo dicho”.
Conclusiones del apartado:
- Para una buena comunicación, tanto hombres como mujeres deben tener presentes las diferencias existentes entre ambos:
-Ellos deben aprender a escuchar sin sentirse culpables.
-Ellas deben aprender a aceptar el silencio como un mecanismo masculino ante algunos sentimientos.
Comentario de la entrevista (IV parte)
En el presente capítulo las explicaciones de las preguntas incluidas en la entrevista sólo serán de carácter femenino, puesto que son las mujeres las que usan “recursos poéticos” en el habla. En el caso de las dos primeras preguntas de este apartado, describiré con detalle la connotación femenina de las afirmaciones enunciadas.
Cuando tu pareja te dice “Nada funciona”, ¿qué es lo primero que piensas?
a) Me está reprochando algo.
b) Ha tenido un mal día y necesita comprensión.
c) Seguramente es una cosa momentánea, no hay que hacer caso excesivo.
Cuando una mujer dice que nada funciona un hombre debería oír: “Hoy me siento abrumada, me alegra poder compartir mis sentimientos contigo, parece que nada me sale bien. Dame un abrazo y dime que no es como yo lo veo, eso sería un gran alivio”, Por contra, en la mayoría de casos el hombre ve una culpabilización.
Las respuestas propuestas se corresponden con:
a) Atañe más en particular al género masculino, en el caso que éstos no sepan el modo en que una mujer expresa sus sentimientos.
b) Es una posición más femenina la de mostrar comprensión. Esto es debido a la concordancia que esta reacción tiene con su forma ser. El hecho de que cuando hablan no sea para culpabilizar, excluye dicha sensación cuando son ellas las que escuchan, a no ser que sepan el modo en el que un hombre expresa sus sentimientos.
c) En este caso, aún siendo esta respuesta la de carácter neutro tiende a ser más propia del hombre que de la mujer. Muchas veces el género masculino alberga la errónea sensación de que los problemas femeninos son muchas veces “autoinventados”
Curiosamente las respuestas obtenidas en esta pregunta son tan versátiles en hombres como en mujeres, puesto que éstas dependen del conocimiento que el entrevistado tenga sobre el otro género. Las tres opciones aparecen como respuesta en ambos sexos prevaleciendo mínimamente sobre las demás la “b”.
¿Y cuándo te dice “Ya no me quieres”?
a) Se siente inseguro/a y necesita confianza.
b) He hecho algo que le ha sentado muy mal.
c) El/ella ya no me quiere tampoco.
Cuando la mujer formula dicha frase el hombre tiende a sentirse ofendido, cuando lo que ella realmente quiere decir es: Hoy tengo la sensación de que no me quieres. Se que en realidad no es así pero me siento insegura. Necesito de tu amor y de esas dos palabras mágicas “Te quiero”. Me siento bien cuando me dices eso.
a) Es una respuesta muy femenina. Las mujeres cuando expresan ese sentimiento es porque se sienten inseguras, lo cual hace que ellas piensen que cuando es un hombre el que lo expresa, sea por lo mismo.
b) Es más propensa a ser de carácter masculino por todo lo mencionado en la teoría de este apartado.
c) Respuesta neutra que depende de la personalidad de cada uno.
Las respuestas femeninas han sido variadas aunque la ha predominado es la “a”. Además la mujer del grupo D afirmó lo siguiente: “El sentimiento de querer no es etéreo. No se puede pasar de querer a no querer de la noche al día. Si se siente así es por inseguridad”.
Los hombres han respondido todos en la línea de “a”. Sólo uno, el entrevistado del grupo E, expresa lo siguiente: “Cuando una mujer te dice que ya no le quieres, es un mecanismo de defensa”. Aunque parezca una contestación atípica, son muchos hombres, sobretodo de edad avanzada, los que piensan de este modo. Esto es debido a una visión de la mujer como un ser que habla de forma “retorcida” para obtener sus intereses.
Ves que a tu pareja algo le preocupa en demasía y te dice que está bien, tú piensas…:
a) No me quiere decir lo que le pasa.
b) Realmente no le pasa nada.
c) No necesita ayuda, él/ella solo/a puede solucionarlo.
En este caso en concreto, las respuestas son tan válidas para ellos como para ellas. Éstas dependerán mucho de la persona y de sus vivencias personales. Quizás la única relación válida es que los hombres son más propensos a pensar en la línea de “c” y las mujeres en la línea de “a”, quedando la respuesta “b” como neutra.
Las respuestas masculinas, como he comentado sobre estas líneas, han sido de acuerdo con “No necesita ayuda, él/ella solo/a puede solucionarlo”. En las respuestas femeninas, son todas excepto una las que afirman que “No me quiere decir lo que le pasa”. Esta otra ha sido la entrevistada del grupo A, que expresa que cuando un hombre no te cuenta algo es porque no necesita ayuda.
Quinta parte: Conceptos
Típicamente, los hombres dan en las relaciones lo que ellos quieren recibir, y las mujeres lo que ellas quieren recibir. Ambos suponen, equivocadamente, que el otro tiene las mismas necesidades y deseos. El resultado: resentimiento e insatisfacción por ambas partes. En este apartado detallaré cuales son las necesidades afectivas de hombres y mujeres.
La mayoría de nuestras complejas necesidades emocionales pueden resumirse como una necesidad de amor. Hombres y mujeres tienen por igual seis necesidades amorosas características, todas ellas de igual importancia. Los hombres necesitan básicamente: confianza, aceptación, apreciación, aprobación y ánimo. Las necesidades básicas de una mujer son: cariño, comprensión, respeto, devoción, valoración y seguridad.
Los hombres necesitan recibir Las mujeres necesitan recibir:
1. Confianza 1. Cariño
2. Aceptación 2. Comprensión
3. Apreciación 3. Respeto
4. Admiración 4. Devoción
5. Aprobación. 5. Valoración
6. Ánimo 6. Seguridad
He aquí las diferentes clases de amor o necesidades primarias relacionadas de dos en dos. Desde luego, todo hombre o mujer necesita en última instancia las doce clases de amor. Definir las que necesitan las mujeres no implica que los hombres no las necesiten también. Es decir, el hombre igualmente requiere cariño, comprensión, respeto, devoción, valoración y seguridad.
Hemos de entender como necesidad primaria la que es preciso satisfacer antes de poder recibir y apreciar plenamente las otras clases de amor. El hombre es plenamente receptivo y capaz de apreciar las seis clases de amor femeninas al igual que la mujer con las masculinas. Sin embargo para poder realmente valorar y apreciar estas clases de amor, sus necesidades primarias han de haber sido satisfechas previamente.
Hay un aspecto muy importante en estas nuevas clases de amor, y es que éstas son recíprocas. Cuando un hombre manifiesta su cariño y comprensión, la mujer comienza instintivamente a actuar de forma recíproca dándole a cambio la confianza y aceptación que él requiere como necesidad primaria. Este fenómeno forma parte de la grandeza del amor.
Cariño y confianza
Cuando el hombre muestra interés por los sentimientos de la mujer y una sincera preocupación por su bienestar, ella se siente amada y atendida. Automáticamente, ella empieza de manera natural a confiar más en él.
Cuando la actitud de la mujer hacia su pareja es abierta y receptiva, el hombre siente que se confía en él. Entonces, cuando su primera necesidad está cubierta, éste se mostrará más cariñoso y atento con los sentimientos de ella.
Comprensión y aceptación
Cuando un hombre escucha sin someter a juicio, con comprensión y afinidad, ella se siente atendida y comprendida. Una actitud comprensiva recoge el sentido de lo que oye y se esfuerza por valorar lo que se le está comunicando. Cuanto más satisfecha tenga la mujer la necesidad de comprensión, más fácil le será dar al hombre la aceptación que necesita.
Cuando la, mujer recibe con amor al hombre y no intenta cambiarlo, él se siente aceptado. La aceptación por parte de la mujer no implica que ésta crea que su pareja sea perfecta, sino que confía en que él solo podrá mejorarse. Cuando el hombre se siente aceptado, le resulta mucho más fácil escuchar y dar a la mujer la comprensión que ésta necesita y merece.
Respeto y apreciación
Cuando la respuesta del hombre hacia la mujer desvela reconocimiento y prioridad a los derechos, deseos y necesidades de ésta, al notar que se tiene en cuenta lo que piensa y siente, se ve respetada.
Cuando la mujer reconoce haber recibido beneficio personal y valora los esfuerzos y la conducta del hombre, él se siente apreciado. En esos momentos, él se da cuenta de que sus esfuerzos no son en vano y se siente motivado a dar más a la vez que a respetar a su compañera.
Devoción y admiración
En el momento en que el hombre da prioridad a las necesidades de la mujer y se compromete a apoyarla, ella siente satisfecha su necesidad de devoción. La mujer se crece cuando se siente halagada y especial. El hombre satisface dicha necesidad cuando da más importancia a los pensamientos e intereses de ella que a los suyos propios. Cuando la mujer siente que es lo primero en la vida del hombre, le es más fácil admirarlo.
Del mismo modo que la mujer necesita devoción, el hombre necesita ser admirado. Esto significa mirarlo con maravilla, gozo y una aprobación entusiasmada. El hombre se siente admirado cuando ella se asombra de sus características o dotes únicas. Estas pueden ser: Humor, integridad, madurez, comprensión, romanticismo… y otras virtudes que suelen considerarse anticuadas. Cuando el hombre es admirado, se siente lo bastante seguro como para mostrar devoción a la mujer y adorarla.
Valoración y aprobación
Cuando el hombre no pone objeciones a los sentimientos y deseos de la mujer ni lucha contra ellos sino que los acepta y confirma su validez, ella se siente valorada. Valorar significa no anular los sentimientos de la pareja y hacer que no se sienta culpable por el hecho de sentirlos. Es reafirmar el derecho de la mujer a sentir. En tales momentos, el hombre puede estar seguro de recibir la aprobación que él necesita.
En lo más profundo de su ser, todo hombre tiene la necesidad de sentirse el héroe de su amada. La actitud aprobadora de la mujer da fe de la bondad del hombre y manifiesta una satisfacción con respecto a él. Una actitud aprobadora identificará o buscará las buenas razones que hay detrás de las acciones del hombre. Cuando éste recibe la aprobación que necesita, le resulta más fácil valorar los sentimientos de la mujer.
Seguridad y ánimo
Cuando el hombre muestra una y otra vez que quiere, respeta valora y consagra a su compañera, la necesidad de seguridad en la mujer se ve satisfecha. Esta última necesidad es una especie de resumen de las demás puesto que incluye varias de las anteriormente mencionadas. Es muy importante la perseverancia por parte del hombre en esta última necesidad.
Del mismo modo, el hombre tiene como necesidad primaria el que la mujer le de ánimos. Una actitud alentadora por parte de la mujer da esperanza y valor al hombre al expresar confianza en sus capacidades y forma de ser. Al igual que en el caso femenino, esta última necesidad también adquiere la característica de “resumen”. Cuando la actitud de la mujer revela confianza, aceptación, apreciación, admiración y aprobación, ello anima al hombre a ser lo mejor posible. Éste al sentirse alentado, está motivado para dar a la mujer la seguridad afectiva que ésta necesita.
Conclusiones del apartado:
· Una buena comunicación exige participación por ambas partes. El hombre debe esforzarse por recordar que no es lo mismo quejarse de problemas que culpabilizar, y que cuando una mujer se queja sólo está intentando liberarse de su frustración hablando de ella. La mujer debe aprender a respetar el silencio del hombre, interpretándolo como un tiempo neutro para encontrarse a sí mismo y reflexionar sobre lo oído.
Comentario entrevista (V parte)
¿A qué sexo crees que pertenecen las siguientes necesidades primarias?: Confianza, Aceptación, Apreciación, Admiración, Aprobación, Ánimo.
Al hombre.
A la mujer.
A ambos.
La respuesta correcta a esta pregunta sería: “Al hombre”. Aunque es verdad que ambos sexos necesitan de las doce clases de amor que hemos comentado en la parte teórica, el que necesita confianza, aceptación, apreciación, admiración, aprobación y ánimo como necesidades primarias es el hombre.
Sólo dos respuestas de los entrevistados han sido correctas; dos hombres del grupo A y C respectivamente. El resto han respondido que se trataba de necesidades homogéneas para ambos sexos, excepto la mujer del grupo E que afirma que son necesidades primarias femeninas.
¿Crees que una vez están satisfechas las necesidades primarias de tu pareja y se siente feliz y seguro/a, tiene que sentirse amado/a?
a) Sí, tiene seguridad y se siente feliz, seguro que se siente amado/a.
b) No necesariamente, puede tener otras carencias de distinto tipo.
c) Se puede sentir amado/a sin sentirse feliz y seguro/a.
Es un error muy común entre los hombres el de pensar de la siguiente forma: Si he satisfecho todas las necesidades primarias de la mujer y ésta se siente feliz y segura, ella tiene que saber que es amada. Este razonamiento es una verdad a medias. Sí que es cierto que la mujer, al tener satisfechas sus necesidades afectivas primarias se siente amada, pero no en su totalidad. Además de sus necesidades primarias, también juegan un papel muy importante las seis que corresponden al género masculino juntamente con la perseverancia e hincapié en la sexta necesidad amorosa de la mujer: seguridad.
Del mismo modo, si la mujer no sabe cuales son las necesidades primarias del hombre tiende a dar un amor preocupado en vez de confiado, lo que actúa de forma contraproducente en la relación.
La respuesta correcta a esta pregunta es la “b”, puesto que la pareja puede tener carencias de otro tipo. Cuando hablamos de “carencias de otro tipo” nos referimos a que puede echar en falta alguna de las necesidades del sexo opuesto, ya que hemos de recordar que el ser humano es andrógeno.
Las respuestas femeninas han sido todas de acuerdo con la “b” excepto la de la mujer del grupo D que ha respondido: “Sí, tiene seguridad y se siente feliz, seguro que se siente amado”, matizando que el sentir felicidad y seguridad implica un mínimo de amor pero no su totalidad.
En el caso masculino, las respuestas han sido variables. Los ha habido que han respondido en la línea de “a” y otros en la línea de “b”. En este último caso, el entrevistado del grupo C afirma lo siguiente: “La mujer simple, con que tenga satisfechas las necesidades primarias y se sienta feliz y segura ya vale. En caso contrario puede tener carencias de otro tipo”.
Sexta parte: Errores masculinos
En general, los hombres no se dan cuenta de que se comunican de manera poco respetuosa e insolidaria con la mujer. Es posible que un hombre sepa que ella no es feliz con él, pero a menos de que comprenda por qué ella no se siente amada y qué es lo que necesita, él será incapaz de cambiar esta actitud. Al comprender las necesidades primarias de la mujer, el hombre podrá mostrarse más comprensivo y respetuoso con respecto a esas necesidades.
A continuación doy una lista de seis errores comunicativos frecuentes entre el género masculino, en relación con las necesidades primarias de la mujer.
1. El hombre no escucha, se distrae fácilmente y no hace preguntas que muestren interés por su parte
- Ella no se siente amada porque el hombre no da muestras de consideración ni cariño hacia la mujer. La primera necesidad está insatisfecha.
2. El toma literalmente el sentido de las frases que ella está expresando para desahogarse. Cree que pide soluciones y él las otorga.
- Ella no se siente amada porque no está siendo comprendida.
3. El escucha pero a continuación se enfada y acusa a la mujer de disgustarlo y deprimirlo
- Ella no se siente amada porque sus sentimientos no están siendo respetados.
4. El quita importancia a los sentimientos y necesidades de ella en favor del trabajo, niños…
- No se siente amada porque el hombre o le demuestra devoción como a alguien especial.
5. Cuando ella se disgusta, el hombre le explica porqué él tiene razón y por qué ella no debe enfadarse.
- Ella no se siente amada porque el hombre no valora sus sentimientos.
6. Después de escuchar, él no dice nada o se aleja
- La mujer no recibe la seguridad que necesita
Comentario (VI parte)
¿Cuál de las siguientes conductas hacia tu pareja crees que es correcta?
a) Después de escuchar algo que te ha contado, le das consejos y le dices lo que tú harías en su lugar.
b) Te cuenta algo y le dices que no se preocupe, que no es para tanto.
c) No te tomas al pie de la letra lo que te dice y piensas que sólo habla contigo para desahogarse.
Es usual entre los hombres, como he comentado en el apartado anterior, cometer errores motivados en gran parte por la falta de respeto y afecto emocional hacia la pareja. A continuación, un breve comentario de las pautas de respuesta a la actual pregunta:
a) El hecho de que los hombres cuando cuentan algo sea para pedir consejo o culpabilizar, les lleva en muchos casos a dar consejos no solicitados a sus parejas. Al no comprender de la necesidad femenina de exteriorizar los sentimientos, estos actúan igual que si estuvieran hablando con un amigo o persona del mismo sexo.
b) Anular los sentimientos de una mujer no es una de las mejores opciones que un hombre puede tomar cuando está siendo objeto de la exteriorización de sentimientos femeninos. Cuando un hombre le dice a una mujer “Venga, que no es para tanto” ella en su interior está oyendo “No seas exagerada, estas siendo víctima de un problema autoinventado y no hay que hacer excesivo caso”. En esos momentos la mujer no se siente amada ya que no está siendo valorada.
c) Respuesta correcta. La mujer cuando habla de sus cosas, de lo que le pasa, sentimientos… tiene como único fin desinhibirse. Además no usa el sentido literal de las palabras sino que le añade connotaciones que hacen, muchas veces, confundir al hombre. Sólo con la comprensión de las diferentes necesidades emocionales, se pueden evitar errores de este tipo.
Los entrevistados más jóvenes han acertado cuál era la conducta idónea, mientras que los más veteranos, grupos C, D, E, han tomado las otras opciones erróneas.
¿Cuál crees que es la forma de “puntuar” de las mujeres?
a) Un regalo de amor, sea pequeño o grande vale lo mismo
b) Depende del regalo, algunos tienen más puntuación que otros.
c) Depende del estado de ánimo en que se encuentre.
La expresión “forma de puntuar” en esta pregunta hace referencia a la ponderación femenina acerca de lo que hace un hombre por ella, es decir: regalos de amor en su más amplio sentido.
A diferencia de los hombres las mujeres otorgan, por así decirlo, “un punto” a cada regalo de amor. Indiferentemente de si es grande o pequeño, tiene más o menos valía, una mujer siempre le otorgará “un punto”. Esto en los hombres crea confusión ya que en ellos se alberga la falsa creencia de que dependiendo del tamaño del regalo, este valdrá más o menos.
Obviamente en todo regalo juega un papel importante la originalidad, el momento en que se recibe... pero, la puntuación femenina es mucho menos variable y más homogénea que la masculina.
Únicamente los entrevistados del grupo E y D han respondido correctamente, si así puede decirse, a la presente pregunta. Los tres restantes han dado respuestas varias:
- Grupo a: “Depende, unos valen más y otros menos sobretodo en relación con su originalidad”
- Grupo B: “Depende del estado de ánimo en que se encuentre”
- Grupo C: “Depende de el nivel de conocimiento acerca de tu pareja que demuestre el regalo. Es decir, si el regalo le da la señal a la mujer de que su pareja la conoce, será más”
A continuación adjunto quince modos de ganar puntos a los ojos de una mujer:
1. Resiste la tentación de solucionar sus problemas y, en cambio, solidarízate con ella.
2. Hazle un cumplido acerca de su aspecto.
3. Siempre que vas a alejarte, hazle saber que necesitas tiempo para reflexionar pero que volverás.
4. Abrázala al menos cuatro veces al día y dile que la quieres.
5. Procura mostrarte cariñoso sin necesidad de excitación sexual.
6. Préstale más atención a ella que a los niños, así ellos verán que ella recibe tú atención primordialmente.
7. Haz pequeñas escapadas románticas.
8. Trátala como la tratabas al principio de la relación.
9. Haz tareas en casa sin que ella te lo mande.
10. Prepárate para dormir juntos y acuéstate a la misma hora que ella.
11. Dale de palabra las gracias cuando haga algo por ti.
12. Observa como se encuentra y coméntaselo. Después pregúntale como le ha ido el día.
13. Cuando la escuches hablar, mírala a los ojos.
14. Hazle saber que la has echado de menos mientras estaba fuera.
15. Llévala a pasear sin los niños o busca momentos especiales para estar a solas con ella.
Séptima parte: Errores femeninos
En lo más profundo de todo hombre hay un héroe o un caballero vestido con una armadura resplandeciente. Por encima de todo, desea poder servir y proteger a la mujer a la que ama. Cuando siente que ella confía en él, es capaz de sacar su parte noble. Se vuelve más atento. Cuando no siente que se confía en él, pierde su vitalidad y energía y, pasado un tiempo, puede dejar de ocuparse de la mujer.
Imaginad un caballero vestido con una armadura resplandeciente que cabalga a través de la campiña. Oye de pronto a una mujer que llora desconsolada. En un instante, el caballero vuelve a la vida. Lanza el caballo al galope y se dirige hacia el castillo donde la mujer está encerrada, vigilada por un dragón. El noble caballero desenvaina el sable y mata al dragón. Por último, la princesa le acoge amorosamente.
Cuando vuelven a la aldea, la familia y los aldeanos le dan una calurosa bienvenida. Le invitan a quedarse a vivir allí y es aclamado como un héroe. Él y la princesa se enamoran.
Al cabo de un mes, el noble caballero parte para otro viaje. En el camino de vuelta, oye a su amada princesa que llora pidiendo ayuda. Otro dragón ha atacado el castillo. Cuando llega hasta el dragón, el caballero desenvaina el sable para matarlo.
Cuando va a asestarle el golpe, la princesa grita desde la torre “Deja el sable, utiliza este lazo. Te irá mejor.” Le lanza el lazo y le dice cómo tiene que utilizarlo. Vacilante, él sigue sus instrucciones. Rodea con él el cuello del dragón y, a continuación, tira con fuerza. El dragón muere.
Durante la cena de celebración, el caballero piensa que en realidad no ha hecho nada. De algún modo, el haber usado el lazo ofrecido por la princesa y no su propio sable, no le hace sentir muy digno de la admiración y la confianza del pueblo. Después del suceso, se siente ligeramente deprimido y olvida sacarle brillo a la armadura.
Un mes más tarde vuelve a salir de viaje. A punto de marcharse, armado con su sable, su princesa le recomienda que, por prudencia, coja también el lazo. Cuando vuelve a casa, un dragón está atacando el castillo. El caballero desenvaina el sable pero vacila pensando que debería usar el lazo. En esos momentos de duda, el dragón escupe fuego y lo derriba, cayendo este al suelo. Aturdido, mira hacia la ventana dónde está su amada y esta le dice “Usa el veneno, el lazo y el sable no sirven” Éste usa el veneno y derrota al dragón. La gente le aclama con júbilo pero él se siente avergonzado.
Sale una tercera vez de viaje y su princesa le recomienda que coja además del sable, el veneno y el lazo. El caballero se irrita pero los coge por si acaso. Esta vez, durante el viaje, oye a otra mujer que le pide auxilio. Mientras se dirige presuroso hacia ella, se siente de nuevo animado y confiado. Pero cuando de nuevo va a usar el sable se pregunta a sí mismo qué arma debe de usar. Recuerda entonces cuál era su ánimo antes de conocer a su princesa, en los tiempos en los que sólo llevaba sable. De nuevo, lleno de confianza, se desprende del lazo y del veneno y carga contra el dragón con su viejo sable. Mata al dragón y los aldeanos del territorio de la nueva princesa lo aclaman.
El caballero de la armadura resplandeciente no regresó jamás a su princesa. Se quedó en este otro pueblo y vivió feliz por siempre.
Recordando que en todo hombre hay un caballero de armadura resplandeciente, podrás recordar las necesidades primarias del hombre. Es verdad que el hombre puede agradecer a veces la atención y la ayuda, pero revivirlas en exceso merma su confianza y le resta fuerzas.
Las mujeres no suelen darse cuenta de que en ocasiones se comunican de forma poco solidaria y dañina para el ego masculino. La mujer puede intentar mostrarse sensible a los sentimientos del hombre pero, debido a las divergencias de necesidades entre ellos y ellas, no prevé de manera instintiva sus necesidades.
En el comentario de este apartado comentaré una serie de errores comunes en las mujeres y daré una lista de diez modos de ganar puntos a ojos de un hombre.
Comentario entrevista (VII)
¿Cuál de las siguientes conductas hacia tu pareja crees que es correcta?
a) Intentas mejorar su conducta ofreciéndole consejos aunque no te los pida.
b) Ves que está preocupado y pasas de él, haces como si nada.
c) Manifiestas tus sentimientos negativos de manera indirecta, con preguntas retóricas.
Al igual que en el caso masculino, las mujeres no suelen darse cuenta de que, en ocasiones, se comunican de forma poco solidaria y dañina para el ego masculino. He aquí un breve comentario de las pautas de respuesta incluidas en la entrevista:
a) En el momento en que una mujer ofrece consejos no solicitados a un hombre, esta está convencida de que le está dando apoyo y ayuda al hombre para que este prospere. Si embargo, él en vez de recoger consejos, lo único que oye es: “No confío en ti, no puedes hacerlo solo, necesitas mi ayuda”. En esos momentos, el hombre no se siente amado porque no está recibiendo la confianza que necesita.
b) Aunque a simple vista pueda parecer un comportamiento un tanto brusco e insolidario, para un hombre es muy importante que se le deje solo en los momentos en que tiene que hacer frente a un problema. En dicho caso, él agradecerá la soledad que le permitirá reflexionar acerca de lo sucedido para encontrar una solución. De lo contrario, la perseverancia e insistencia por parte de su pareja para que exprese sus sentimientos, actuarán de tal forma que el hombre se distanciará notablemente de su pareja.
c) Es un comportamiento muy común entre el género femenino la manifestación negativa e indirecta de los sentimientos, así como el uso de preguntas retóricas tales como: ¿Como has podido hacer eso? O ¿Y esto? ¿Todavía no lo has hecho? ¿Has vuelto a manchar la camisa?... De esta forma, la mujer lo único que consigue es que él no se sienta amado porque no está recibiendo la aprobación que necesita.
Las entrevistadas correspondientes al grupo C y D han respondido correctamente. En cambio los grupos restantes han manifestado que es positivo ofrecer consejos para mejorar su conducta. Además la entrevistada del grupo B añade: “Creo que es correcto porque a mí también me gustaría que me lo hicieran”.
¿Cuál crees que es la forma de “puntuar” de los hombres?
a) Un regalo de amor, sea pequeño o grande vale lo mismo
b) Depende del regalo, algunos tienen más puntuación que otros.
c) Depende del estado de ánimo en que se encuentre.
Al contrario que las mujeres, los hombres sí ofrecen distintas puntuaciones a los regalos de amor. Es más, también otorgan puntos de castigo si la conducta de su pareja no se corresponde con la esperada. También juegan un papel muy importante factores como la originalidad.
Las respuestas obtenidas han sido muy diversas:
- Las respuestas del grupo A y C han sido: “Un regalo de amor, sea pequeño o grande vale lo mismo”
- En el caso de los grupos B y D la respuesta ha sido: “Depende del regalo, algunos tienen más puntuación que otros”
- Únicamente la entrevistada del grupo C ha respondido: “Depende del estado de ánimo en que se encuentre” añadiendo “Depende también de la persona”
Ha continuación adjunto una lista con 10 modos de ganar puntos a los ojos de un hombre:
1. Él te decepciona y tú no le castigas.
2. Cuando le has hecho daño y comprendes su dolor, le pides disculpas y le das el amor que él necesita.
3. Cuando él se aleja, no le haces sentir culpable.
4. Él se disculpa por un error cometido y lo recibes con amor, aceptación y perdón.
5. Él te pide que hagas algo y le dices que no, sin dar una lista de razones por las que no puedes hacerlo.
6. Te alegras de verlo cuando llega a casa.
7. En ocasiones especiales pasas por alto errores de él que normalmente te disgustarían.
8. Le pides apoyo en lugar de dedicarte a comentar lo que él ha hecho mal.
9. Manifiestas tus sentimientos negativos sin perder la calma y sin acusarle, rechazarle o desaprobarle.
10. Le muestras tu admiración acerca de alguna de sus cualidades.
Conclusiones
A lo largo del trabajo he ido incluyendo las conclusiones respectivas a cada uno de los apartados. A modo de conclusión general de lo que es la psicología en la pareja decir lo siguiente;
- La calidad de las relaciones entre hombre y mujer pasa por conocer y comprender las diferencias de unos y de otros, no en intentar eliminarlas como es el caso del feminismo. En estas desigualdades se encuentra el secreto para que el amor de una pareja no naufrague en el intento, pues hemos de tener presente que lo que nos atrae son las diferencias.
Bibliografía
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- Héritier, Françoise: Masculino/femenino, El pensamiento de la diferencia, EDITORIAL ARIEL, 2002.
- Liaño, Hugo “Cerebro de hombre, cerebro de mujer” EDICIONES B,
- Montalat, Ramón: Los novios, el arte de conocer al otro, EDICIONES PALABRA, 1993.
- Sanford, John: El acompañante desconocido, EDITORIAL DESCLÉE
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- Scola, Angelo: Hombre-mujer: el misterio nupcial, ENCUENTRO EDICIONES, 2001.
La palabra andrógino viene de las dos palabras griegas andros y gynos, que significan hombre y mujer respectivamente y se refiere a aquél que combina en su personalidad elementos masculinos y femeninos
Hyemeyohsts Storm, Seven Arrows (Nueva York, Harper and Row, 1962), pp 14
Nicolás Berdyaev. The destiny of man. (Nueva York, Harper Torchbooks, 1960) pp 61-62.
Palabras derivadas del verbo latino animare, que significa dar vida, porque, para él, ánima y ánimus eran como el alma o el espíritu vivificador en el hombre y en la mujer.
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C. G. Jung, Speaking. Ed. Wm. Mc Guire and R.F.C. Hull, (Princeton, N.J. Princeton. University Press) pp, 296.
Esto es así excepto en las preguntas cuya respuesta no está sujeta en grado relevante a la psicología de género, sino a la personalidad del entrevistado/a.
Gray, John “Los hombres son de Marte, las mujeres de Venus” HARPERCOLLINS PUBLISHERS INC. 1992 pp.178
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Enviado por: | Pablo Ceresuela Torres |
Idioma: | castellano |
País: | España |