Historia


Holocausto nazi


Espacio Vital

El internarse dentro de un contexto histórico es complejo, ya que implica considerar múltiples variables de distintos aspectos y materias, como podrían ser la política, la sociología, religión y por supuesto la historia.

Es más complejo aún si se trata de un acontecimiento de carácter mundial, como lo es la segunda guerra. Conflicto que afectó a todos los países del mundo y es un episodio central en la historia del hombre y más aún en el hombre del siglo XX.

Dentro de este ámbito histórico nos centraremos en el tema nazi-judío, siendo en esta ocasión nuestra materia de estudio los campos de concentración y en forma más especial la vida de los judíos y el contraste con el pensamiento nazi.

Dentro de la vida de los judíos y pensar nazi analizaremos el llamado espacio vital, que es importante dentro de la comprensión del conflicto y especialmente para comprender la política expansionista de los alemanes.

Para realizar este trabajo nos evocaremos a la cotidianeidad de la vida de los prisioneros de los campos de concentración, que en este caso no necesariamente deben ser judíos, aunque en su mayoría si lo eran, y a la vida de los judíos en Francia. Además de introducirnos al punto de vista de Hitler, que es representativo de los nacionalsocialistas y del pensamiento Alemán.

Lo primero que se debe considerar al comenzar este trabajo es lo que se entenderá como espacio vital. Para ver el espacio vital con tintes más prácticos diremos y consideraremos, de aquí en adelante, que es el sitio que necesita un determinado grupo o individuo para desarrollarse plenamente en su condición de pueblo, grupo o simplemente ser humano.

Diremos, además, que el espacio vital debería ser inviolable, es decir, que este espacio que se posee no debe ser intervenido por acciones ajenas, dejando plena autonomía para el libre desarrollo del grupo que lo ocupa.

Tambien añadiremos que el concepto de espacio vital fue abrazado por Hitler y propuesto dentro de sus ideas y pensamientos para conducir a Alemania al sitio donde él creía se merecía estar.

Para comenzar a adentrarnos en el espacio vital, veremos en primer término al prisionero recluido en un campo de concentración.

Para lograr captar éste lugar independiente, aislado de intervenciones externas, es decir el espacio vital del prisionero, se debe conocer la vida del prisionero medio para así conocer el lugar que le quedaba para desarrollarse.

Lo primero que diremos con respecto al prisionero es que su vida estaba completamente vulnerada, es decir, su cotidianeidad estaba manejada completamente por agentes externos. Desde que comenzaba el día hasta que concluía por la noche, solo se remitía a obedecer y seguir ordenes.

La vida diaria del prisionero medio se desarrollaba de la siguiente forma: por la mañana se debían formar y luego caminar un largo trayecto hacia su lugar de trabajo, para luego pasar todo el día trabajando en condiciones totalmente deplorables, luego volvían caminando de vuelta al campo donde se les daba un diminuto pedazo de pan acompañado por un poco de sopa, después de eso volvían nuevamente a sus barracas donde dormían y convivían muchos prisioneros totalmente hacinados.

La frase "los hombres sólo contaban por su número de prisionero. Uno se convertía literalmente en un número" ejemplifica como se quitaba a los prisioneros su condición humana y pasaban a ser solo estadísticas, solo una herramienta que en caso de ser inútil simplemente se desechaba, del mismo modo en caso de servir, el prisionero se conservaba y se utilizaba hasta el fin de sus energías.

Todo lo anterior lo ejemplifica claramente la frase "los prisioneros se consideraban totalmente a merced del humor de los guardias -juguetes del destino- y esto los hacia más inhumanos..."

De todo esto se desprende que los prisioneros no tenían vida privada, es más, éstos añoraban tener un momento de soledad, un instante donde no hubieran guardias o compañeros, pero estos momentos eran muy escasos, por no decir inexistentes.

Al ver las condiciones de vida de los prisioneros uno tiende a sentir que no poseen ni tiempo ni lugar para sí mismos y, por lo tanto, cabe hacerse la pregunta ¿posee el prisionero, dentro de su vida en el campo de concentración, espacio vital?.

Para tratar de responder esta pregunta, primero veremos como los prisioneros trataban de sobrellevar el día a día en el campo de concentración.

Al tratar, el prisionero, de sobrepasar todas las dificultades nos encontramos con un elemento clave, la huida hacia el interior.

Esta huida hacia el interior el prisionero la ocupaba como herramienta para aislarse del mundo terrible del campo. La mejor utilización de la vida interior como herramienta para desenterderse del martirio impuesto, estaba condicionada a la riqueza de la vida intelectual, es decir, aquellas personas que antes de ser internadas a un campo de concentración habían cultivado su intelecto y su vida espiritual lograban soportar mejor la vida del campo.

Esto queda claramente ratificado con las ideas que señala Viktor Frankl "Esta intensificación de la vida interior ayudaba al prisionero a refugiarse contra el vacío, la desolación y la pobreza espiritual de su existencia... bajo su influencia llegábamos a olvidarnos de nuestras terribles circunstancias"

Entonces, volviendo a la pregunta anterior, podemos apreciar claramente como esta libertad de pensamiento, de vida interior, de vida espiritual es ese espacio infranqueable, inviolable, a pesar de las torturas y circunstancias de la vida del campo de concentración, que posee el prisionero. Por lo tanto podemos afirmar que el prisionero posee espacio vital, aunque no el espacio óptimo para el desarrollo pleno, y este espacio es la libertad espiritual, la libertad de sustraerse.

Podemos afirmar esta aseveración con la frase "Es esta libertad espiritual, que no se nos puede arrebatar, lo que hace que la vida tenga sentido y propósito". Se señala claramente como la libertad infranqueable es lo que sustenta la vida del prisionero del campo de concentración.

Se destaca que, en esta ocasión, el espacio vital no es un espacio físico, como se pudo suponer en algún momento. Esta suposición es muy valedera, porque en un territorio se puede desarrollar un pueblo en ámbitos como la economía o la civilización. Pero al carecer de este espacio físico, el prisionero ocupa un espacio interior, que tiene la ventaja de ser, garantizadamente, infranqueable.

Frankl, Viktor E., el hombre en busca de sentido, Barcelona, Herder, Novena edición, 1988, Pp 58.

Frankl, Viktor E., el hombre en busca de sentido, Barcelona, Herder, Novena edición, 1988, Pp 58.

Ibídem, Pp 59.

Frankl, Viktor E., el hombre en busca de sentido, Barcelona, Herder, Novena edición, 1988, Pp 59.

Ibídem, Pp 47.

Frankl, Viktor E., el hombre en busca de sentido, Barcelona, Herder, Novena edición, 1988, Pp 47.

Ibídem, Pp 70.




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Enviado por:Peter Pino
Idioma: castellano
País: Chile

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