Historia


Herejía


HEREJIA: EL CONCEPTO.

En su primera acepción, en griego, Herejía significa elección, elegir, se emplea para designar una determinada doctrina que se presenta con pretensión de autoridad. Actualmente se toma en mal sentido, pero en un comienzo, por ejemplo, se utilizaba para designar a sectas como la de los saduceos, fariseos, o por parte de los judíos hacia los cristianos; ahora se utiliza para indicar una doctrina errónea desarrollada fuera de la Iglesia. En sentido general, se entiende como una “desviación de la doctrina del Señor; esta significación va a ser decisiva para el uso de la palabra herejía en la historia”.

En la antigua Iglesia la herejía fue considerada desde el principio como un crimen grave, porque ella significa la disolución de la unidad eclesiástica de la fe. “Los que cayeron en la herejía fueron tratados como pecadores públicos, es decir, se les somete a la disciplina penitencial de la Iglesia en su forma más rigurosa”.

Según el canon 1325 del derecho canónico (Corpus iuris canonici), “se considera como hereje a un bautizado que quiere mantener el nombre de cristiano, pero niega o pone pertinazmente en duda una verdad que debe aceptarse con fe divina y católica”

En esta definición debemos entender tres importantes elementos:

1. - Solo un bautizado puede ser hereje.

2. - El delito de herejía implica el error o la duda en relación con la verdad revelada por la ortodoxia.

3. - El hereje tiene la voluntad “pertinaz” de mantenerse en el error o en la duda, a raíz de esto, es que sólo el “error voluntarius” se condena, y cae en el derecho penal cuando esta postura se manifiesta al exterior por medio de palabras o signos.

La antigua Iglesia establecía una clara diferencia entre aquel que se encontraba culpable fuera de la Iglesia, y el que sin culpa propia seguía una falsa doctrina a través del principio de derecho penal “nulla poena sine culpa”, que debía aplicarse también a aquel que “sin voluntad, no acepta en su totalidad la verdad que debe aceptarse en virtud de la fe divina y católica”.

Por esto se distingue entre hereje material y hereje formal.

  • Hereje material: Es el que niega la verdad de una manera inconsciente.

  • Hereje formal: Es el que por voluntad propia, contumaz y pertinazmente, niega la verdad.

Actualmente, el Concilio Vaticano II (1962, convocado por Juan XXIII), no ha empleado las palabras hereje o herejía y en todos sus decretos se habla de los “cristianos no católicos separados”, o de los “hermanos separados”. Ateniéndonos al directorio ecuménico, podemos suponer que el concepto de hereje se ha modificado tras el Concilio Vaticano II. La concepción que enseñó San Agustín en el siglo V, según la cual no se puede llamar hereje a aquel que nació fuera de la Iglesia católica, se impone una vez más. Según esto, hoy en día, solamente sería hereje aquel que se situara por su propia voluntad fuera de la doctrina católica.

CARACTERISTICAS DEL HEREJE.

Para profundizar más en las características de los herejes, analizaremos la opinión de un teólogo: M. D. Chenu, quien parte de la etimología griega de la palabra: “Elección”, es una elección del espíritu ante las verdades que presenta la ortodoxia, quien debe dividir, de acuerdo a su criterio y su propio juicio, esa unidad objetiva para “elegir” tal o cual de las verdades reveladas. Herejía, entonces, sería verdad, aunque parcial, que se convierte en error en tanto que se toma como una verdad total; este es, según la ortodoxia el error de aquel que abraza una herejía.

La idea de herejía puede extenderse más allá de las confesiones religiosas, “hasta las ideologías, que comportan un compromiso total del ser humano, la entrega a una causa, con la especie de absolutismo que implica un destino supremo”. Ejemplos de esta entrega son ideologías políticas o concepciones filosóficas de mundo, regímenes totalitarios, etc., que a veces llegan al borde de la sacralización, donde el individuo hace una elección, que puede llamarse en sentido amplio una herejía frente a la ortodoxia. Ello indica que no solamente puede tratarse de la doctrina de la Iglesia Católica.

Ortodoxia y Herejía, se emplearan, en nuestro estudio, estrictamente en el dominio de la religión, concretamente en relación con la fe: será ortodoxo aquel que da su consentimiento al conjunto de verdades reveladas, “con una franqueza completamente leal y confiada en él diálogo con Dios”, y hereje aquel que separa, o que tiene su elección, acerca del contenido de esas verdades. Herejía y Ortodoxia dependen, en todo sentido, de la estructura y dinamismo de la fe, ésta, en sus estatutos normales y explícitos, contiene dos elementos estrictamente coherentes:

  • Adhesión interior del espíritu a la divinidad con la que se está en comunicación de su misterio,

  • Y ello, explícitamente en una comunidad cuyo lazo íntimo está constituido, precisamente por esa adhesión de cada uno de sus participantes.

Según lo anterior, la fe personal sólo encuentra su lugar o su regulación dentro y a través de una comunidad de creyentes (dialéctica persona-comunidad), esto es, una exigencia interna y estructural de la fe católica. La herejía implica una ruptura con este consenso de la población, de tal manera que el hereje comete los siguientes actos:

  • Impertinencia hacia el dios cuya palabra pretende escuchar la comunidad.

  • Distanciamiento hacia la comunidad cuyo consensus es, sino una regla jurídica, una superficie sustentadora de la comunicación de los misterios divinos.

  • Sobre el hereje mismo, los teólogos plantean tres observaciones importantes:

    1.-El acto del hereje se produce en el interior de su fe, y no mediante una eliminación de la fe, por eso como decíamos anteriormente, sólo un bautizado puede ser hereje, fuera de la iglesia se convertiría ya no en hereje sino en un infiel o en apóstata (quien reniega de su fe).

    • El hereje es un creyente ferviente, “incluso apasionado, intelectualmente antes de serlo sociológicamente”, según esto, la fe desencadena en su interior, en su mismo intelecto, una curiosidad de penetrar en los misterios del dogma, buscando lograr una intellectus fidei, inteligencia de la fe, “La intimidad de esa santa exigencia constituye la grandeza conmovedora del hereje, aunque se encuentre a veces afectado por un cierto desequilibrio psicológico”. Por esto en su comunidad es temido y admirado a la vez, a veces su rebelión es reflejo de una necesidad profunda y real del conjunto de su comunidad, lo que suscita reacciones desesperadas y angustiadas de los jefes de los fieles y conformismo en los creyentes.

    • No es siempre un intelectual, con bastante frecuencia es el propio pueblo, sobrecogido por fuertes emociones, más instintiva que razonada, quien reaccionará frente a la ortodoxia, situaciones que son denominadas como herejías populares, las que analizaremos más adelante.

    2.-El hereje es pertinax, pertinaz, ante las reacciones de la comunidad, cuya verdad se ha puesto en duda, se obstina, tanto por la pasión intelectual que lo anima, como por la adhesión sincera de la parte de la verdad que defiende.

    3.-La herejía se presenta, a veces, como una innovación progresista, y a veces como una vuelta a la pureza primitiva.

    Estas son definiciones dadas por un teólogo, pero es importante resaltar que el historiador debe considerar hereje a quien la autoridad religiosa de ese momento reconoce como tal, según señala R. Morghen; y que la ruptura con la comunidad no basta para constituir herejía, sino que hace falta que el individuo y el grupo que permanece separado, tomen conciencia de esa separación y la admitan; la conciencia de estar separado es según R. Manselli el punto fundamental de la herejía. Por lo tanto, es sólo una opinión teológica de la herejía, que concuerda en cierto modo con la definición de Isidoro de Sevilla, para quien Heretici, qui de Eclessia reccesserunt, es decir, es hereje el que ya no acepta o critica los dogmas cristianos, y rechaza el magisterio de la Iglesia que anteriormente reconocía; la mayoría de los historiadores concuerda en reconocer que el hereje no es ni un anormal, ni un neurótico, sino un hombre preocupado de la verdad al que el dogma de las verdades reveladas ya no le satisface, y que puede ser inducido a ese estado por razones personales, de orden metafísico, o por constataciones sociales, que le hacen percibir en la sociedad cristiana constituida, anomalías, desviaciones que ya no corresponden a las directrices iniciales.

    Siguiendo con el mismo razonamiento, esta actitud puede ser obra de uno solo, que al expresarse, representa las mismas aspiraciones, o las mismas necesidades de reforma, o que se plantean los mismos problemas, según Thouzellier; desde un principio no existe un hereje aislado, o por aislado que esté, no lo sigue estando por mucho tiempo, y tarde o temprano, reunirá a su alrededor un grupo de adeptos que lo seguirán por las razones anteriormente mencionadas. Del iniciador quedará la denominación, por ejemplo, valdenses (Valdo), ebionitas (Ebión), arrianos (Arrio), etc.

    Cuando el hereje y su grupo se separan de su medio social primitivo para formar otro, que generalmente es reconstituido en sus elementos esenciales, nace la originalidad del grupo herético, que consiste en la nueva forma de vida de sus miembros, que contrasta con la colectividad de la que proviene; en general, “una Iglesia herética representa una familia de adeptos a una misma creencia que, a medida que evoluciona, se organiza en jerarquía y constituye sus cuadros”. Esto quedaría fielmente representado en el ejemplo de la herejía cátara, que analizaremos más adelante.

    “Las herejías de la Edad Media —señala R. Morghen—, aún dentro de la variedad de sus proposiciones tienen un punto de partida y de llegada común: la actitud de polémica y de lucha que todas adoptaron hacia la Iglesia romana y la jerarquía, ya fuera porque deseaban un retorno antihistórico a la Iglesia apostólica de los primeros siglos, ya fuera porque aspiraban a la creación de una nueva Iglesia que, según se creía, sería más fiel a las enseñanzas del Evangelio que la Iglesia romana”.

    Entonces, las principales características generales de la herejía, es ruptura con la ortodoxia, y con las leyes unánimemente reconocidas en la Europa medieval. Es también tradición y resurgimiento de oposiciones antiguas y tenaces, que se han filtrado a través de los siglos y reaparecen aprovechando ciertas condiciones. “Es, además, adaptación a las nuevas exigencias de la vida, nueva aportación en el factor tiempo de la humanidad en marcha, ya sea ruptura de una forma religiosa o social en el presente, resurgimiento de ciertos legados del pasado o esperanza de una rearmonización de los factores religiosos y sociales en el futuro. El hereje tiene conciencia de ser ortodoxo y conserva la esperanza de vencer en el nombre de la verdad evangélica”.

    Todo lo anterior son características generales, sin embargo ya veremos que lo particular tiene mucho que decir en esta historia.

    HEREJIAS CULTAS Y HEREJIAS POPULARES.

    Aquí surge el gran problema de la complejidad histórica de los movimientos de herejía, los cuales no se deben minimizar ni simplificar. Para no formar puntos de vista preconcebidos hay que comprender que los movimientos de reforma nacen desde dos planos: uno de los medios populares, y otro de los medios cultos. El primero nace de la necesidad de encontrar la religiosidad y las respuestas que la Iglesia no está entregando; en el segundo plano, en ocasiones las polémicas permanecen en el nivel religioso, con carácter dogmático o evangélico, otras veces actuarán en el plano político; pero todas tienen como punto de partida combatir la hegemonía eclesiástica antes de la Reforma gregoriana, y luego, porque las medidas tomadas por ésta parecieron insuficientes.

    En primer lugar, analizaremos las herejías cultas, también llamadas herejías dogmáticas, teóricas o intelectuales, obra de teólogos o filósofos, que fueron condenados como herejes por las diferencias en relación con el dogma ortodoxo de la Iglesia. Frente a estos herejes, no puede constatarse de manera general la frase no hay hereje aislado, expresada anteriormente, porque ellos pudieron tener discípulos, sin que por esta razón fueran iniciadores de una secta herética organizada, puede incluso ocurrir lo contrario, porque la Iglesia intenta a toda costa aislar a estos herejes.

    El grupo social al que pertenece no está constituido por otros herejes, sino por otros eruditos, cuya intención no es hacer herejía, sino ser más sabios, por lo tanto, no pretenden oponerse a la fe ni al dogma.

    A pesar de esto, a veces herejes cultos dieron origen a herejías populares o a una secta herética, ejemplo de esto es John Wyclef, que fue un erudito teólogo de la Universidad de Oxford, que se hizo hereje al final de una vida de estudios, pero jamás quiso crear una secta herética; luego de su muerte, los lolardos se convirtieron en sus seguidores y constituyeron una secta herética.

    Al igual que Jan Hus, que murió en la hoguera en 1415 sin crear una secta herética, la secta que lleva su nombre (husitas), y reivindica sus doctrinas se constituye años después de su muerte.

    Los dos ejemplos en su vida pertenecieron a grupos universitarios y clericales, jamás a grupos heréticos. El problema es en qué medida los motivos doctrinales y religiosos de estos eruditos fueron los mismos que los de sus seguidores posteriores, y a raíz de qué factores sociales una herejía culta se modifica para transformarse en una herejía popular.

    Según H. Grundmann hay que tener en cuenta las diferencias que existen entre los heresiarcas, o herejes originales, y los sectadores de herejías preexistentes, porque mas de una vez herejías nuevas se insertan en antiguas y se mezclan con ella. “Existen razones para admitir que una secta herética no conserva nunca la doctrina de su heresiarca epónimo sin alterarla. Creo que la determinación y la estructura social de una secta herética pueden asimismo sufrir modificaciones y cambios”.

    Ahora, ¿Qué es lo que llamamos precisamente “popular” en esta época?

    Para la época medieval, puede designarse como popular, todo lo que no sea clerical o monacal y docto, es decir, todo lo que sea laico. Ahora, en la Edad Media, los laicos, incluidos los nobles, son generalmente analfabetos, por lo tanto, incapaces de leer la Biblia o cualquier otro texto y como el carácter fundamental del cristianismo es ser la religión del Libro su contraparte fue una cultura sobre todo oral y en lengua “vulgar”. Entre estas dos culturas, “cuyo enfrentamiento nos parece que ha representado uno de los rasgos más importantes de la sociedad feudal, existían unas relaciones complejas, en la que la incomprensión llegaba hasta una hostilidad abierta, sin impedir empero algunos intercambios, favorecidos en ocasiones por los mismos conflictos”.

    Por lo tanto son oyentes, no lectores, escuchan a los predicadores, a los poetas, a los juglares, y por supuesto a los herejes. Y como el punto de partida de cualquier herejía es casi siempre el esfuerzo de alcanzar la verdadera intellectus fidei, inteligencia de la Biblia; y como pocas herejías medievales se basaron en una inspiración inmediata o razonamiento personal, había que leer la Biblia para correr el riesgo de ser hereje, por ello es casi imposible “que un laico se haga hereje sin haber sido arrastrado a la herejía por otros herejes más cultos que él, es decir, por la propaganda herética”. Es importante recalcar que casi todas las herejías, incluso el Catarismo, se apoyan en la Biblia y aportan una interpretación distinta a la que ofrece la ortodoxia, entonces las causas que arrastraron a una persona hacia una herejía, y le mantienen en ella difieren de las que permitieron el nacimiento de dicha herejía.

    Mas claramente lo plantea Schmitt, quien plantea una relación entre una “cultura escrita, latina, urbana y clerical, garante de la ortodoxia cristiana, dotada de un poder espiritual y temporal, y productora de nuestros textos, y una cultura distinta, popular, oral, en lengua vernácula, campesina, laica, igualmente cristiana (aunque en sentido diferente) y tomada como objeto de represión”. Este llama a la primera “cultura intelectual” y a la segunda “cultura folclórica”, para evitar el amplio sentido del termino “popular”.

    Una gran diferencia entre herejías populares y cultas, es que la gran mayoría de las primeras “que recogían de modo tosco, doctrinas de origen mas sofisticado”, fueron condenadas por la ortodoxia.

    Esta diferencia es fundamental para explicar las relaciones que existen entre las herejías cultas y herejías populares. Generalmente el paso de lo culto a lo popular se efectúa indirectamente, de manera gradual se produce la penetración en las creencias populares de nociones que tienen su fuente en las escuelas o en las discusiones de los eruditos.

    Y aunque según G. Leff, no es una relación de causalidad, según la cual, “las teorías cultas serian una fuente directa de las creencias populares, a menudo, hay una sorprendente relación entre unas y otras”

    En este proceso de fines de la Edad Media, donde la evolución religiosa, intelectual y social parecían ir a la par, se pueden aislar tres momentos principales de convergencia entre lo culto o lo popular.

  • En 1220, hizo su aparición él ultimo de los movimientos reformistas, el de las ordenes mendicantes, aceptado por la Iglesia; un siglo mas tarde, estos movimientos perdieron su fervor inicial y se institucionalizaran en la Iglesia con el aumento de sus riquezas; el descontento ante esto, que antes era canalizado en estas órdenes y su precepto de pobreza (en el ejemplo de la vida de Jesús y sus apóstoles), desencadenaron una serie de movimientos irregulares. Desde el punto de vista religioso, el desarrollo de estos movimientos, no reconocidos por la Iglesia, marca la diferencia entre el año 1200 y el 1300. Estos medios no eclesiásticos, se convirtieron en la única vía para la eterna aspiración a la pobreza apostólica. Esto en manos de laicos, inevitablemente, se convirtió en objeto de sospecha de herejía.

  • En 1277, ocurre una crisis intelectual, la condena por la Universidad de Paris de mas de doscientas tesis, principalmente sobre temas de filosofía pagana (Aristóteles y filósofos islámicos), que marcó el fin del intento de conciliar la filosofía y la teología, el conocimiento natural a los artículos de fe. Aquí nace la separación entre ambos campos, se acentúa la escasa confianza que podía depositarse en el mundo creado como testimonio de los caminos de Dios. En Guillermo de Occam (Inglaterra), y sus discípulos, esta doctrina cobra una forma que tuvo “efectos devastadores al demostrar la imposibilidad de llegar a una teología natural”. En materias de teología, solo la fe es suficiente y necesaria para creer.

  • Creciente interés por las nuevas formas de organización eclesiástica que traían consigo modificaciones en la estructura interna de la Iglesia, especialmente en la relación Iglesia - fieles / Iglesia - Estado y la cuestión del poder temporal y la gracia; un movimiento de protesta general contra los privilegios eclesiásticos, la riqueza y el relajamiento del clero, se desarrollaba simultáneamente en el pueblo, sacudido por catástrofes, por ejemplo en 1185 Jerusalén volvió a caer en manos musulmanas y los acontecimientos son el lenguaje por el que Dios se expresa, si los cristianos no han sabido conservar la ciudad santa, es porque no son dignos de ella, sin duda, el orgullo y la codicia guían la mano de los soberanos y la Iglesia, esto sumado a las altas rentas de los prelados que ni siquiera residían en sus lugares de tributaje, la simonía y el nicolaismo presentaban un panorama general nada alentador para el pueblo, que ya tomaban conciencia de todas estas situaciones.

  • De todos estos puntos fue de donde surgieron los principales problemas, tanto cultos como populares en la Baja Edad Media, y puede afirmarse “que todas estas corrientes convergieron en la toma de conciencia que se produjo en la sociedad en la Baja Edad Media”. De aquí que todas las discusiones “cultas” se tradujesen en oposición “popular” en el plano religioso, no por su carácter herético, “sino que respondían al estado de la sociedad de ese tiempo”.

    La doctrina de pobreza apostólica, dio origen a un principio rector de toda reforma religiosa, ya fuese ortodoxa o herética, la pobreza de Cristo representa la conjunción de las distintas tendencias heterodoxas de la Baja Edad Media.

    El ejemplo mas claro de esto es una doctrina de origen popular y laico, el de la secta valdense, cuyo fundador, Pedro Valdo, no era culto, ni erudito ni un monje; era un rico comerciante de Lyon, casado, que no sabia leer la Biblia, ni ningún escrito teológico. Un día caminando por la calle escucho una canción cuya letra lo dejo profundamente conmovido, entonces se dirigió a dos sacerdotes doctos de Lyon y les pregunto como volverse perfecto como Dios quiere, le responden que según la Biblia, manda entonces a traducir al francés el Nuevo Testamento, se lo aprende de memoria y comienza a predicar por los caminos. Como esta actividad se les era prohibida por el arzobispo, acabara siendo desobediente y hereje, porque dirá que según el evangelio hay que obedecer mas a Dios que a los hombres, todos sus seguidores se aprenderán de memoria como él los textos bíblicos con el fin de difundir la palabra de Dios entre sus amigos, a pesar de todo lo que aprenden no se convierten en eruditos, los valdenses no desarrollan ni sueñan con desarrollar jamas una teología erudita y especulativa, al igual que otras tantas sectas heréticas, desde los cataros hasta los husitas. Desde ese punto de vista “los valdenses representan la secta no erudita, laica y popular por excelencia, aunque no creo que los motivos originales y la intención primaria de dicha herejía sean de carácter popular o social: son religiosos, cristianos, bíblicos.”.

    Un ejemplo de herejía, que trataremos con detenimiento, es el caso de los cataros, herejía culta que fue predominante en el siglo XIII:

    LOS CÁTAROS.

    Antecedentes:

    Esta religión evangélica es una forma arcaizante del cristianismo, que interpreta los preceptos del evangelio, pero con una visión dualista, a propósito de esto se distinguen dos tipos de dualismo:

  • Dualismo rígido: oposición firme de los dos principios (bien y mal) con todo el rigor filosófico del maniqueísmo persa.

  • Dualismo mitigado: que no tiene el rigor filosófico de la oposición de los dos principios, sino más bien la conciencia de la oposición existente entre el bien y el mal en la vida moral del hombre, dualismo que es totalmente evangélico.

  • Esta religión se propago, de los siglos X al XV, por Asia menor y Europa Occidental, un hecho parece evidente. En torno al año 1000 un sacerdote, Cosmas, explica en una carta, que hay una herejía dualista predicada en Bizancio y también en Bulgaria, donde el Pope Bogomil, que significa “amigo de Dios”, ayuda a consolidarla desde su elevada posición en la jerarquía.

    El aspecto más importante es tomar conciencia que ya en el año 1000 los dualistas maniqueos estaban presentes en Europa. El dualismo es una filosofía desarrollada por Mani, un persa gnóstico del siglo III que considera que desde el principio existe una dualidad absoluta en los dos principios no engendrados y equivalentes: el bien y el mal. La luz y las tinieblas. Dios y la materia. El dualismo contrapone a Dios, autor de los espíritus, del bien del Nuevo Testamento a Satanás, autor de la materia, del mal y del Antiguo Testamento. El sentimiento según el cual el mundo es obra de Satanás y por lógica intrínsecamente malo, conlleva la necesidad de huir de él, imitar la vida piadosa y hallar la paz interior de los apóstoles. La corriente maniquea tuvo muy buena acogida entre los pensadores cristianos. El propio San Agustín fue uno de los que se sintieron atraídos por esta concepción sencilla del mal palpable en el mundo, opuestas a las fuerzas del bien. Mani fue una persona con gran fuerza comunicativa, un gran escritor que dejo una gran cantidad de textos relativos a su filosofía.

    Lo que interesa del dualismo es la aplicación practica de sus seguidores hacen de él, situándonos en el camino de los bogomilos se hallan los antecedentes del Catarismo, estos ponen en practica una existencia de humildad y de penitencia, abocada a la plegaria y a la vida interior, revestidos de ropas sencillas, alimentados frugalmente, caminando y mendigando incesantemente, para ellos todas las pompas de la iglesia y sus sacramentos, los iconos y las oraciones ostentosas son vanidad y vacío. El hecho de que este mundo sea malo es para los bogomilos una experiencia vivida de la cual extraen una enseñanza. Satanás hermano de Cristo e hijo de Dios, se ha apartado del Señor, y ha sido él quien ha creado el mundo, el Dios del Génesis, de las tablas de la ley y del Antiguo Testamento. Estos elementos bogomilos continuaran siendo piedras angulares de esta religión.

    En Lieja alrededor de 1144 es cuando se observa la presencia de unos nuevos herejes que cuentan ya con una jerarquía bien definida, practican la castidad y profesan horror por el juramento. Estos nuevos herejes llevan la vida de los apóstoles, desprecian los bienes materiales, rehusan los alimentos carnívoros, rezan día y noche, empleando el Padrenuestro como principal oración.

    En el Concilio de Reims de 1148 se menciona sin darle mayor importancia que “hacia el sur de Francia viven unos maniqueos que rechazan el matrimonio, que son tejedores, que se desplazan de un lado a otro acompañados de mujeres”, mientras las autoridades de este Concilio despachan este asunto sin mas comentarios, los cataros ya habían establecido su primer obispo del que se tenga conocimiento en Albí.

    A partir de aquí su presencia se comienza a notar por la Lombardia, Nápoles, Inglaterra y Alemania, es en la ciudad de Colonia donde empiezan a llamarlos los “kathari”, los puros. También reciben los nombres de publicanos, tejedores, “bogues” (deformación de bogomilos); pero el nombre mas conocido fue el de albigenses, pero no esta claro por que, puesto que en Albí no había mas catarros que en otras poblaciones, quizás es por la existencia del primer obispo herético, o tal vez por la resistencia que presentaron los habitantes de esa ciudad para que el obispo católico no quemara vivos a unos heréticos, llegando a obtener la liberación de los implicados. Dicha denominación era ajena a los heréticos, ya que ellos siempre sé autodenominaron “los cristianos”.

    Mientras los cátaros se iban consolidando en la zona sur de Francia (Lenguadoc) se producen dos hechos claves: el Concilio de Tours (1163), presidido por el papa Alejandro III; y el otro la reunión de Lombers, donde se produjo un debate entre católicos y cátaros, la propagación catara era demasiado evidente para que la Iglesia no intentara ponerle remedio. Alejandro III lo dice claramente: “una condenable herejía se ha asentado en el país de Tolosa, desde donde ha llegado hasta Gascuña, infectando a un gran numero de personas”. Pero los prelados occitanos no tenían fuerza suficiente para llevar a cabo ninguna política efectiva, por esta falta de iniciativa se intenta un proyecto de reunión en la ciudad de Lombers, situada a diecisiete kilómetros al sur de Albí, se trataba de celebrar un debate entre la más alta jerarquía occitana, católica y los dirigentes cataros.

    El debate, calificado de antemano como controvertido, se llevaría a cabo delante del pueblo; según Godes fue un dialogo de sordos, los cátaros no se dejaron interrogar “¿por qué los lobos, los hipócritas, los seductores que se adornan con vestimentas centelleantes y llevan en el dedo un anillo ornado de piedras preciosas tienen que pedirnos explicaciones?”; los prelados hicieron caso omiso de cuanto tenia que ver con la moral y contraatacaron con el dogma; los cataros eludían precisamente esas cuestiones. Llego un momento en que los prelados obtienen una respuesta contundente: “es verdad, nosotros no creemos en el Antiguo Testamento”. La parte católica ya tiene donde agarrarse:”Muy bien, os declaramos pues hereticos”. Los cataros no reconocen la condena y se dirigen al pueblo, que sigue el debate, explicando lo que ellos consideran la fe justa y verdadera.

    Una vez más queda abierta la fisura que separa a unos y a otros: el dogma por sobre todas las cosas. El encuentro concluye con palabras fuertes y la amargura de la imposible convivencia.

    Las desavenencias explotaron con un hecho crucial condicionado por la Iglesia, La Cruzada, que se convocaría frente a ellos y que haría que desapareciesen de la faz de la tierra.

    El día quince de enero de 1208, Pedro de Castelnau, legado papal se disponía a atravesar el Ródano en compañía de su séquito, este personaje volvía de una reunión con un noble cátaro que había sido excomulgado, y hacia las gestiones para levantarle la pena si este ayudaba a extirpar la herejía. La reunión concluyó de mala manera, no llegaron a ningún acuerdo y cuando volvía, a punto de pisar la madera de la barcaza que había de conducirlo a la otra ribera del Ródano, unos tolosanos impidieron el paso a Pedro y su séquito, se entabló una discusión entre un cortesano y el propio legado, la disputa fue subiendo de tono hasta que Pedro fue herido y antes que amaneciera murió. Esta fue la mecha que prendió el fuego.

    La noticia de la muerte del legado llegó a oídos del papa Inocencio III quien empezó a mover los hilos para vengar la muerte de su legado, en primer lugar, le escribió al rey de Francia donde exponía las circunstancias de la muerte del embajador papal y que había llegado la hora de librar al Lenguadoc de la plaga herética: Otorgamos indulgencia plenaria a todos los que lleven a efecto la venganza por la sangre inmolada del justo... pero el rey Felipe Augusto era ante todo un hombre cauto, que tenia otros problemas y no deseaba embarcarse en esta aventura, por mas que contara con la bendición de Roma.

    Ante la negativa francesa Inocencio III decide convocar por su cuenta la cruzada, la primera en tierra cristiana. A lo largo de 1208 se predico la cruzada contra los cataros y se comenzaron a concentrar las primeras fuerzas, todas ellas de barones franceses, un cronista las describe como un agrupamiento tan grande como yo no había visto otro igual . La razón del éxito al llamado papal se explica por las ventajas espirituales y materiales que los futuros cruzados extraerían de la aventura, estas ventajas se centraban, entre otros beneficios menores, en la absolución de todas las faltas cometidas con anterioridad; las mismas indulgencias que para una cruzada en Tierra Santa, pero sin las contrariedades de un largo viaje, los desiertos tórridos y de grandes gastos; el compromiso de servir como cruzado durante una cuarentena, es decir simplemente por cuarenta días, las deudas que daban prorrogadas de inmediato sin ninguna acumulación de interés hasta el regreso; el botín, la rapiña que alentaba a cualquier guerrero, hoy para nosotros parece una desgracia pero a los nobles de la época fue lo mejor que les pudo pasar.

    Así comenzó la destrucción de la herejía catara, y poco a poco, luego de largos y sangrientos asedios, comenzaron a caer las principales ciudades contaminadas de enemigos de Cristo. Una de las más importantes es Béziers, de donde seleccionamos una anécdota para demostrar el celo de los cruzados en extirpar la herejía: al preguntársele al legado papal como podían reconocer, entre la multitud de vencidos, a los buenos de los malos, el obispo Arnaut Almaric responde las celebres frases: Matadlos a todos, que Dios ya reconocerá a los suyos....

    Como la zona del Lenguadoc, está llena de castillos (recordemos que Francia es el principal representante del Feudalismo), la cruzada duro bastante tiempo, ya que hubo nobles que se resistieron a los cruzados, y los castillos siempre estaban preparados para largos asedios, por lo que la conquista de uno era una tarea de grandes esfuerzos, para esto toma el mando de las fuerzas cruzadas el conocido guerrero Simón de Monfort, quien seria el que acabaría con la herejía para siempre con sus dotes de gran estratega y ferocidad reconocida.

    Mientras tanto los cataros habían ido de castillo en castillo, escapando del asedio de los cruzados llegaron a los dominios de los condes de Tolosa. Unos cuantos comenzaron a poblar el que seria el ultimo reducto: Montsegur.

    Finalmente, en 1243, luego de casi medio siglo de luchas que pasaron de persecución de herejes a luchas políticas por la importancia estratégica del Lenguadoc donde se concentraban las influencias de los reyes de Asturias, Aragón, Cataluña, Francia y el Papa de Roma, cayeron los últimos perfectos después de un cerco que duro de 1243 hasta el 16 de marzo de 1244. La capitulación, precedida de una negociación, donde cuatro cataros pudieron huir llevándose supuestamente grandes tesoros y los textos de la doctrina, quedo en los términos de que los defensores de Montsegur se les perdonaran sus pasadas culpas, sin embargo, debían comparecer ante la Inquisición para confesarse y contar todo lo que supieran. Esto corría para los habitantes católicos de la ciudad, de los albigenses, ninguno abjuro y así, unos doscientos mártires del Catarismo fueron pasto de las llamas en un cercado de palos y estacas , situado con toda probabilidad al pie de la montaña de Montsegur.

    Así termina este episodio de la persecución hereje en la historia, veremos otros casos antes de hacer una conclusión general.

    El caso dolcinita:

    Secta de claros rasgos apocalípticos e influenciada por Joaquín del Fiore, los dolcinianos se consideraban una secta de perfectos que observaban un modo de vida semejante al de los primitivos apóstoles. Dolcino cuestionaba la jerarquía eclesiástica desde el Papa hasta los inquisidores, y no le reconocía capacidad de criticar, modificar o condenar la vida de los apostólicos.

    Además de esa iluminación de conocimiento, pretendía tener otra previsión de acontecimientos. Decía que se producirían novedades en el dominio temporal y en el espiritual, habría diversas etapas que se sucederían hasta la entronización de Dolcino como Papa, entonces predicarían la recta fe de Cristo a la que todos serian convertidos.

    Al ser perseguidos y capturados, en sus declaraciones ante la Inquisición se sacan las siguientes conclusiones:

  • Se declaran apostólicos. Al parecer, no moran siempre en comunidad de grupos extensos pero tratan de mantenerse en contacto, por lo menos con alguno de los suyos. Tienen conciencia de constituir un grupo con una doctrina determinada, consideran a Dolcino apóstol y piensan que será Papa antes de su muerte de acuerdo con su propia predicción; creen en el Anticristo que les ha anunciado.

  • Se declaran contrarios a la jerarquía religiosa, representada por el Papa y la Iglesia, consideran que solo la Iglesia primitiva fue perfecta, luego perdió esa perfección debido a las riquezas y las posesiones que adquirió.

  • Lo más destacado de esta doctrina es la prédica, pero también es posible que hubiera formas de culto como practicas nudistas para probar que eran capaces de vencer la tentación de la carne, al igual que se les acuso de doctrinas demoníacas como orgías incestuosas, muertes rituales de niños y adoración a Satanás.

    La secta al final desapareció, tanto por la persecución como porque al extenderse, perdió cohesión y precisión de doctrina, algunos años mas tarde de la muerte del heresiarca, aparecen algunos aspectos de sus tesis; pero sin duda alguna fue una secta de gran influencia durante este periodo y ejemplificadora del estado de la sociedad de la época que permitía que estas herejías florecieran.

    Para cerrar este estudio de casos, analizaremos la ultima herejía, de naturaleza completamente distinta a las anteriores:

    La Herejía del Santo Lebrel

    Este es un caso especial, analizaremos una herejía -según Schmitt-completamente folclórica, por primera vez descrita por el fraile dominico Étienne de Bourbon en el siglo XIII, quien escribió un Comentario Teológico Sobre los Dones del Espíritu Santo, que es un compendio de exempla, es decir de historias autenticas utilizadas por los predicadores en sus sermones para edificar a los fieles y encaminarlos en la vía de la salvación. Un exemplum de este compendio es el que comentamos a modo de presentación de un distinto tipo de herejía:

    DE ADORATIONE GUINEFORTIS CANIS (De la adoración del can Guinefort)

    Hemos de hablar en sexto lugar de las supersticiones injuriosas, algunas de las cuales son injuriosas para Dios y otras para el prójimo. Son injuriosas para Dios las supersticiones que otorgan los honores divinos a los demonios o cualquier otra criatura: es lo propio de la idolatría, y también lo que hacen las miserables mujeres echadoras de suertes, que piden la salvación adorando a los arbustos de madreselva o haciéndoles ofrendas; desprecian a las iglesias o a las reliquias de los santos, llevan a sus hijos a estos arbustos o a hormigueros o a otros objetos, para que se produzca la curación.

    Es lo que ocurrió recientemente en la Diócesis de Lyon, donde me encontraba yo predicando contra los sortilegios y escuchar las confesiones, numerosas mujeres confesaron que habían llevado a sus hijos a san Guinefort.

    Y como yo creía que era algún santo, realice una investigación y comprendí finalmente que se trataba de un perro lebrel que había sido matado de la manera siguiente.

    En la diócesis de Lyon, cerca del pueblo de las clausuras, llamado Neuville, en la tierra del señor de Villars, existió un castillo, cuyo señor tenia un hijo pequeño de su mujer. Un día, como el señor y su esposa hubieran salido de su casa y la nodriza había hecho lo mismo, dejando al niño solo en la cuna, una enorme serpiente entro en la casa y se dirigió hacia la cuna del niño. Al verla, el lebrel, que se había quedado en la estancia, persiguió a la serpiente y la ataco debajo de la cuna, la derribo y cubrió de mordeduras a la serpiente, que se defendía y mordía a su vez al perro. El perro acabo por matarla y la arrojo lejos de la cuna. Dejo la cuna y, también, el suelo, su propio hocico y su cabeza impregnados con la sangre de la serpiente. Agotado por su lucha contra la serpiente, el perro se mantenía en pie cerca de la cuna. Cuando entro la nodriza, creyó, ante esta visión, que el niño había sido devorado por el perro y lanzo un terrible alarido de dolor. Al oírlo, la madre del niño acudió a su vez, vio y creyó lo mismo y lanzo un grito semejante. De igual manera, el caballero, al llegar a su vez a la estancia, creyó lo mismo, y sacando su espada, mato al perro. Entonces, acercándose al niño, lo encontraron sano y salvo, durmiendo dulcemente. Buscando una explicación, descubrieron a la serpiente destrozada y muerta por los mordiscos del perro. Reconociendo entonces la verdad de lo sucedido, y deplorando él haber matado de manera tan injusta a un perro tan sumamente útil, lo arrojaron en un pozo situado delante de la puerta del castillo, echaron encima una gran cantidad de piedras y plantaron en las proximidades unos arboles en memoria de este hecho. No obstante, el castillo fue destruido por la voluntad divina y la tierra, convertida en un desierto, abandonada por sus habitantes. Pero los campesinos que llegaron a enterarse de la noble conducta del perro y de como había sido muerto, aunque inocente y por una acción de la que debió obtener recompensa, visitaron el lugar, honraron al perro como a un mártir, le rogaron por sus enfermedades y sus necesidades y muchos fueron víctimas de las de las seducciones y de las ilusiones del diablo que, por este medio, empujaba a los hombres al error. En especial las mujeres que tenían hijos débiles y enfermos fueron sobre todo quienes los llevaron a este lugar. En un poblado fortificado distante como una legua de ese lugar iba a buscar a una vieja mujer que les enseñaba la manera ritual de proceder, de hacer las ofrendas a los demonios, de invocarlos y que les conducía a ese lugar. Cuando se encontraban en él, ofrecían sal y otras cosas; colgaban en los arbustos de los alrededores los pañales de los niños; hundían un clavo en los arboles que habían crecido en el lugar; hacían pasar desnudo al niño entre los troncos de dos arboles: la madre, colocada a un lado, sostenía al niño y lo arrojaba nueve veces a la anciana que estaba situada en el otro lado. Al invocar a los demonios, suplicaban a los faunos que residían en la selva de Remite que acogieran a este niño enfermo y debilitado ya que, según creian ellos, les pertenecían; y que les devolviesen su niño gordo y lustroso, sano y salvo, que ellos se habían llevado consigo.

    Una vez hecho esto, estas madres infanticidas volvían a coger su hijo y lo colocaban desnudo al pie del árbol sobre la paja de una cuna y con el fuego que habían llevado, encendían a un lado y otro de la cabeza dos lamparillas que median una pulgada y las fijaban en el tronco por encima de la cuna. Seguidamente se retiraban hasta que las lamparillas se hubiesen consumido, de manera que no pudiesen ni escuchar el llanto del niño ni verlo. De esta manera, al consumirse las lamparillas quemaron enteramente y mataron a varios niños, como hemos sabido por no pocas personas. Una mujer incluso me refirió que acababa de invocar a los faunos y se retiraba ya, cuando vio un lobo que salía de la selva y se aproximaba al niño. Si no hubiera regresado junto a él, movida a piedad por su amor maternal, el lobo, o el diablo, bajo su apariencia, como ella misma decía, habría devorado al niño.

    Cuando las madres volvían junto a su hijo, y lo encontraban vivo, lo llevaban a las rápidas aguas de un arroyo próximo, llamado el Chalaron, en el que lo sumergían nueve veces: si salía con bien de las aguas y no moría inmediatamente, o poco después, significaba que tenia las vísceras muy resistentes.

    Nos trasladamos a ese lugar, convocamos al pueblo de esas tierras y les predicamos contra todo lo que le hemos referido. Hicimos exhumar al perro muerto y talar el bosque sagrado y ordenamos quemar este con los huesos del perro. Y yo hice que los señores de la tierra emitieran un edicto previendo el embargo y la expropiación de los bienes de quienes en adelante acudiesen a ese lugar para perpetuar estos ritos.

    Este caso se enmarca dentro de una serie de definiciones acerca de las supersticiones, es lo que Santo Tomas de Aquino llama Superstición del Culto indebido al verdadero Dios, es decir, el mal uso del culto cristiano. Aquí, el rito de adorar a un perro como un santo le parece al inquisidor una burla sacrílega de la verdadera peregrinación, una ofensa hecha al culto de los santos porque según Etienne de Bourbon estas mujeres desprecian la Iglesia y las reliquias, que para él son las únicas eficaces, el solo hecho de que los campesinos se sintieron capaces de definir los criterios de santidad, aun si el santo hubiese sido humano, le parecía subversivo. Al Papa, y solo a él le corresponde proceder a la canonización de los santos, luego de un estricto proceso realizado por tres cardenales, que llevaban a cabo una minuciosa investigación con testigos de fe, acreditación de milagros, etc. Para el Dominico este culto constituía un desafío lanzado a las autoridades de la Iglesia aunque la represión solo fue un sermón de reconvención y no la muerte de los herejes.

    El autor propone que la lenta cristianización de Occidente, este tipo de cultos indebido del verdadero Dios, adquirió cada vez mayor importancia. Para San Agustín debía ser combatido como prioridad como Idolatría, es decir, de los antiguos dioses paganos, que ahora pasaban a ser demonizados por la Iglesia Medieval, lo que analizaremos en el segundo capitulo.

    Diccionario Teológico, Sacramentum Mundi, editorial Clie, Barcelona, 1982, p. 385.

    Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo Americana, Espasa Calpe, Barcelona 1958.

    Diccionario de Teología, Nicolás Bergier, librería Carnier hnos, París 1854.

    Diccionario Teológico, (n.1), p. 387.

    Enciclopedia Universal, (n.2), p. 645.

    Diccionario Teológico, (n.3), p.1145.

    Diccionario Teológico, (n. 1), p. 390.

    AA.VV. , Herejías y Sociedades en la Europa Preindustrial siglos XI-XVIII, recopilación a cargo de Jacques Le Goff, Editorial Siglo veintiuno de España S.A., Madrid 1987. Texto que es una compilación de un coloquio del mismo nombre el año 1962, la cita es la conferencia de M. D. Chenu, llamada “Ortodoxia y Herejía. El punto de vista del Teólogo” (pp.XX-XX)

    Conformidad con el dogma católico.// Conformidad con la doctrina fundamental de cualquier secta o sistema. En Diccionario de la lengua castellana, editorial Aristos, p. 438.

    M. D. Chenu, Ortodoxia y Herejía..., (n.8), p. 2.

    M. D. Chenu, Ortodoxia y Herejía..., (n.8), p. 3.

    M. D. Chenu, Ortodoxia y Herejía..., (n.8), p. 4.

    M. D. Chenu, Ortodoxia y Herejía..., (n.8), p. 5.

    Las opiniones de R. Manselli y R. Morghen se hallan en la discusión posterior de la conferencia de M. D. Chenu, (vid. n.8), p. 7.

    C. Thouzellier, Tradición y resurgimiento en la herejía medieval. Consideraciones, (n.8) p. 75.

    C. Thouzellier, Tradición y resurgimiento... (n. 8) p. 76.

    C. Thouzellier, Tradición y resurgimiento..., (n. 8) p. 77.

    R. Morghen, Problemas en torno al origen de la herejía en la Edad Media, (vid n.8) p. 91.

    C. Thouzellier, Tradición y resurgimiento... , p. 78.

    H. Grundmann, Herejías Cultas y Herejías Populares en la Edad Media, (vid n.8), p.159-162.

    H. Grundmann, (n.20), p. 160.

    Jean-Claude Schmitt, La Herejía del Santo Lebrel, Muchnik Editores, Barcelona 1984, Pagina 11.

    H. Grundmann, Herejías Cultas y Herejías..., p. 160.

    J. C. Schmitt, La Herejía del Santo..., (n.22), p. 22

    G. Leff, Herejía Culta y Herejía Popular en la Baja Edad Media, (vid n.8)p. 167.

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    G. Leff, (n.25), p. 169.

    H. Grundmann, Herejías Cultas y Herejías..., p. 161.

    R. Morghen, Problemas en torno al origen..., p. 91.

    Jesús Mestre Godes, Los Cátaros: problema religioso, pretexto político, editorial Península, Barcelona 1995, p. 97.

    J. Mestre, (n.31) p. 99.

    . J. M. Godes, Los Cátaros, problema..., (n.31), p 173

    J. M. Godes, Los Cátaros, problema..., p. 175.

    Paul Labal, Los Cátaros, herejía y crisis social, Editorial Critica (Grupo Editorial Grijalbo), Barcelona 1988, cap. 10, p. 213.

    Monje calabres, de postrimerías del siglo XII, propone una lectura original del mundo y resitúa los grandes acontecimientos del pasado y los que anuncia en una visión panorámica. Para él la humanidad esta al borde de sufrir una especie de mutación. El signo visible de esta incubación es la acción y el empuje de un nuevo tipo de herejes, estos hombres pestíferos, se encuentran sembrando el error, diseminados por toda la tierra, estos herejes anuncian que vendrá su maestro, El Anticristo. Y así distingue tres etapas en la historia de la humanidad: la del Padre (Antiguo Testamento), la del Hijo (Nuevo Testamento) y la del Espíritu Santo, que esta por venir y para la que deben prepararse todos los seres humanos, esta creencia fue muy influyente en su tiempo.

    La historia de Dolcino y los dolcinitas esta extraída de Marginalidad en la Edad Media, Nilda Guglielmi, Editorial Biblos, Argentina 1998, cap. 6, p.286-294.

    J. C. Schmitt, La Herejía del Santo Lebrel, (n. 22), p. 36-37-38.

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    Enviado por:Leonardo Mora
    Idioma: castellano
    País: Chile

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