Filosofía y Ciencia


Heidegger


VERDAD, REALIDAD, CONCORDANCIA

¿Qué se entiende habitualmente por “verdad”? Esta palabra “verdad”, elevada y al mismo tiempo desgastada, casi hueca, alude a aquello que hace verdadero lo verdadero. ¿Qué es algo verdadero? Decimos, por ejemplo: “Es una verdadera alegría colaborar en el éxito de ésta tarea”. Pensamos: es una alegría pura, real. De acuerdo con esto hablamos de oro verdadero a diferencia del falso. El oro falso no es realmente lo que parece. Es sólo una “apariencia” y por tanto irreal…

Sin embargo, no sólo a una alegoría real, al oro auténtico y a todo ente de esa especie, los llamamos verdaderos, sino que llamamos verdadero o falso, también y ante todo, a nuestros enunciados sobre el ente, que puede ser, él mismo, según su especie, auténtico o inauténtico, y en su realidad así o de otra manera. Un enunciado es verdadero cuando lo que dice coincide con la cosa sobre la que se enuncia. También en este caso decimos: concuerda. Pero ahora no concuerda la cosa, sino la proposición. Lo verdadero, sea una cosa verdadera o una proposición verdadera, es aquello que concuerda, lo concordante. Ser verdadero y verdad significan concordar y, por cierto, de un doble modo: por un lado, la concordancia de una cosa con lo que se presume acerca de ella y, por otro, la coincidencia de lo mentado en el enunciado con la cosa.

Martin Heidegger

De la esencia de la verdad.

1. Explique el significado en el texto de verdad y concuerda.

Verdad: Es la concordancia entre lo que se dice de algo y lo que ese algo es; Heidegger considera que, después de la radical crítica nietzcheana, la doctrina de la verdad debe situarse más allá de la oposición clásica “verdad-falsedad”. Debe recuperarse el sentido griego de “a-létheia”, que no debe traducirse por verdad, sino por “des-cubrimiento” o “des-velación” del Ser.

Concuerda: Es cuando lo que sabemos de algún objeto y las pruebas empíricas que podemos obtener de éste son iguales o pueden tener el mismo significado.

La relación que podemos obtener sobre ambos términos es que la concordancia forma parte de la verdad, ya que si lo que decimos concuerda con la realidad, es que lo dicho es verdad.

2. Exponga la temática planteada en el texto y la justificación teórica del autor.

El autor, con ésta fragmentación, nos quiere inculcar el significado de verdad como pureza o realidad, coincidencia o concordante. Ya que el se apoya en la idea de que si lo que pensamos coincide con la realidad empírica, pertenece a la verdad.

La teoría que nos plantea Heidegger nos proporciona la estructura básica de la verdad, que las demás teorías también mantienen. La formulación clásica la proporcionó Aristóteles: “Decir de lo que es que no es, o de lo que no es que es, eso es falso; decir de lo que es que es y de lo que no es que no es, es verdadero”. En esta fómula están contenidos los elementos que intervienen en el acto de conocer:

  • Lo que es: el objeto;

  • El decir: el sujeto y su representación del objeto.

La verdad se entiende como una relación especial de “ajuste” entre los dos elementos mencionados a la que se denomina “correspondencia” o “adecuación”. Éste es el concepto que espontáneamente nos formamos de la verdad: la concordancia entre lo que se dice de algo y lo que ese algo es.

Esta correspondencia no puede ser material, porque los objetos no entran en nosotros al ser conocidos, sino que es una correspondencia formal, dado que se estable entre la representación que nos hacemos del objeto y el objeto mismo.

Tomás de Aquino, en el siglo XII, situaba esta correspondencia formal entre el objeto y nuestra representación de él (el concepto), y lo expresaba con estas palabras: “Verdad es adecuación entre el entendimiento y la cosa”.

Ludwig Wittgenstein, en el siglo XX, lo hace entre los hechos y la estructura lingüística formal que los expresa (la proposición): “Nosotros nos hacemos figuras de los hechos. Para conocer si la figura es verdadera o falsa debemos compararla con la realidad. La proposición es una figura de la realidad”.

Esta concepción se torna problemática en cuanto formulamos algunas de las siguentes cuestiones: ¿En que consiste el “ajuste”, la “correspondencia” o la “adecuación” entre lo que decimos y la realidad? ¿Cómo puede saberse lo que algo es con independencia de nuestro decir? ¿Qué papel desempeña el decir en la determinación de lo verdadero y que papel corresponde a los objetos? ¿Es posible salir de nosotros mismos y de nuestro lenguaje para comprobar la conexión entre el pensamiento y la realidad desde una posición objetiva y externa a esa relación?

El autor expone que el concepto que dice, que espontáneamente nos formamos de la verdad y que ésta corresponde a la concordancia entre lo que se dice de algo y lo que ese algo es, lo refleja en el texto diciendo que, lo verdadero, sea una cosa verdadera o una proposición verdadera, es aquello que concuerda, lo concordante. Ser verdadero y verdad significan concordar y, por cierto, de un doble modo: por un lado, la concordancia de una cosa con lo que se presume acerca de ella y, por otro, la coincidencia de lo mentado en el enunciado con la cosa.

Y el concepto de que, la correspondencia formal se estable entre la representación que nos hacemos del objeto y el objeto mismo, lo representa en el texto diciendo que, un enunciado es verdadero cuando lo que dice coincide con la cosa sobre la que se enuncia.

3. Describe el contexto histórico, cultural y filosófico.

Martín Heidegger nace en Messkirch (Alemania) en 1889. Su formación filosófica se vio asediada por tendencias metafísicas de Aristóteles y los escolásticos, al igual que la obra de Brentano. En 1911 pasa a estudiar filosofía y ciencias en la universidad de su cuidad natal, donde tuvo como maestro al filosofo neokantiano Rickert. En 1914 se gadúa con la tesis “La doctrina del juicio en el psicologismo”; en ese mismo año comienza la Primera Guerra Mundial que representó la participación de todos los estados europeos, excepto España, Holanda, Suiza y los países escandinavo, los europeos fueron además ayudados por diversos aliados exteriores, como Estados Unidos, Canadá y Australia, fundamentalmente.

Al año siguiente pasa a la docencia en esa misma universidad. En 1916, conoce al fundador de la fenomenología Edmund Husserl en la universidad de Friburgo. Se alista en las filas del ejército alemán en la Primera Guerra Mundial. Su magisterio en Manburgo data de 1923, donde recibe la influencia de los escritos axiológico-antropológicos de Séller.

Prepara después su obra fundamental “El ser y el tiempo” que fue publicada en 1928, la cual fue dedicada a Husserl. Ese mismo año fue nombrado catedrático en la Universidad de Friburgo. Al año siguiente la bolsa de Nueva York produce una gran depresión, la crisis bursátil comienza con la euforia especulativa de los años anteriores; la quiebra provoca una crisis financiera y económica en bancos y empresas de todo el mundo, en Europa los países más afectados son Alemania y Austria, Alemania no puede asumir las reparaciones y el banco austriaco Kredit Anslat suspende los pagos y arrastra a los grandes bancos alemanes.

En 1933 es nombrado rector de la Universidad, cargo que abandona en 1944 tras la ocupación de las fuerzas francesas en la Segunda Guerra Mundial. Heidegger era un ferviente seguidor del Nacionalsocialismo, y en el cual aspiraba a convertir su filosofía en la doctrina oficial del partido.

El 28 de enero de 1933 Adolfo Hitler, máximo dirigente de dicho partido es nombrado canciller de Alemania. Se inicia así la puesta en práctica de una de las ideológicas que más vidas cobró; en seis años él y sus seguidores convirtieron a Alemania en una temible maquinaria bélica que llevó al mundo a la peor conflagración que ha conocido la humanidad: la Segunda Guerra Mundial en la que casi todos los Estados del mundo intervinieron pero en distinto grado y que provocó la división del mundo en dos bloques. La guerra era necesaria, lo más asombroso de la Guerra Fría es que medio mundo ha estado convencido durante cuarenta años de su estallido, más o menos inminente; los aparatos propagandísticos de ambos bloques convirtieron en arte de persuasión las necesidades de seguir insuflando presupuesto a los ministerios de la guerra, la humanidad esperaba lo peor.

Las potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial se reunieron en San Francisco para hacer realidad el viejo sueño de un organismo capaz de arbitar los conflictos internacionales, a lo que llamaron ONU.

En 1966, Heidegger decide cobijarse en la soledad y se traslada a su casa de campo de Todnauberg, hasta que muere en 1976.

Heidegger dejó un legado filosófico alto y contamos actualmente con un gran número de obras y ensayos: El ser y el tiempo (1927), Carta sobre el Humanismo, ¿Qué significa pensar?, Introducción a la metafísica, ¿Qué es la metafísica?, Kant y el problema de la metafísica, El origen de la obra de arte, Holderlin y la esencia de la poesía, la esencia de la verdad, ¿Qué es eso de filosofía?, Arte y poesía, La frase de Nietzsche: “Dios ha muerto”, entre otras.

La cultura de la época sufría una profunda crisis, pero el momento de explosión definitiva de la vanguardia coincide con la Primera Guerra Mundial, la conciencia del absurdo sacrificio que significaba y con la promesa de una vida diferente alentada por el triunfo de la revolución socialista en Rusia.

Corrían los días de 1916 cuando en Zurcí (territorio neutral durante la guerra), Tristan Tzara un poeta y filósofo alemán, prófugo de sus obligaciones militares, decidió fundar el Cabaret Voltaire. Esta acta de fundación del Dadaísmo, explosión invista que proponía el rechazo total: “El sistema DD os hará libres, romped todo” ese deseo de destrucción de todo lo establecido llevó a los dadaístas, para ser coherentes, a rechazarse a sí mismos: la propia destrucción.

La furia Dadá había sido el paso primero e indispensable, pero había llegado a sus límites Bretón y los surrealistas unen la sentencia de Jean Arthur Rimbaud (que junto con Baudelaire, Lautremont, Jarry, Van Gogh y otros serán reconocidos por los surrealistas como sus “padres”): “hay que cambiar la vida”, con aquella de Marx: “hay que transformar el mundo”. Surge así el surrealismo al servicio de la revolución que pretendía recuperar aquello del hombre que la sociedad, sus acontecimientos y sus represiones le habían hecho ocultar: su más pura esencia, su Yo básico y autentico.

A través de la recuperación del inconsciente, de los sueños, de dejarle libre el paso de las pasiones y deseos, de la escritura automática, del humor negro, intentan marchar hacia una sociedad nueva en donde el hombre pueda vivir a plenitud. En este pleno ejercicio de la libertad que significó la actitud surrealista, tres palabras se unen en un solo significado: amor, poesía y libertad.

El existencialismo es uno de los más influyentes sistemas filosóficos de ésta época, una tendencia particular de la concepción humanista que tiene por objetivo el análisis y la descripción del sentido y contradicción de la vida humana. Desde el punto de vista del existencialismo, el individuo no es una parte mecánica de un todo único, sino lo íntegro por sí mismo.

Uno de los precursores de la doctrina existencialista es Sören Kierkegaard (1813-1855), filósofo y teólogo danés, quien analizó detallada y profundamente tales rasgos de la existencia del hombre como aflicción, temor o amor. Para muchos existencialistas, otra fuente de esta doctrina, aparte de Kierkegaard, está representada por Federico Nietzsche (1844-1900).

Así como los marxistas hicieron uso del método dialéctico de Hegel, los existencialistas más recientes utilizan para sus descripciones el riguroso método fenomenológico de Husserl.

Martín Heidegger (1889-1976) y Jean Paul Sartre (1905-1980), son otros pensadores que han contribuido considerablemente al desarrollo del existencialismo. También puede ser considerado en esta corriente, José Ortega y Gasset (1883-1955), aun cuando su línea de pensamiento raciovitalista escapa en muchos puntos de varios de los supuestos básicos del existencialismo.

Independientemente de la diversidad que caracteriza al enfoque existencialista de las situaciones de la vida humana, esta concepción se singulariza también por la sensibilidad para con todos los problemas de la existencia individual, así como por la confianza en las fuerzas creadoras personales.

En esta época también han existido otros filósofos que han contribuido al desarrollo de la filosofía, como Wittgenstein, que ha influido notablemente: por una parte, el neopositivismo se considera una tesis fundamental marcado por las ideas del Tractatus; por otra parte, la filosofía del lenguaje, especialmente el análisis del lenguaje cotidiano ha sido vista como una continuación de la investigación wittgensteniana.; o como Popper, que se ha distinguido por sus críticas al desterminismo historicista y a todo historicismo en general, y por sus aportaciones a la fundamentación epistemológica del conocimiento científico.

4. Relacione la teoría del autor con otras que se hallan dado en la historia de la filosofía, opinión personal razonada y actualidad.

La relación que se establece entre la teoría de Heidegger, la de Hegel, James y la de Peirce, Apel y Haberlas; es que todas se plantean la verdad, pero cada una la describe por un criterio diferente.

Heidegger en su verdad como correspondencia o adecuación describe la verdad como la concordancia entre lo que se dice de algo y lo que ese algo es, es decir que lo que decimos de algo corresponde con la realidad de ese algo, como nos indica el criterio de correspondencia entre el pensamiento y la realidad que explica que lo que pensamos será verdadero si al comprobarlo coincide con la realidad empírica.

Hegel en su verdad como coherencia defiende que la verdad se alcanza históricamente, el todo que expresa la verdad del saber es histórico y sólo al final de la historia se muestra en toda su magnitud y sentido; como nos indica el criterio de tradición que explica que se toma por verdadero aquello que a lo largo del tiempo se ha aceptado como verdadero y goza de un apoyo popular o institucional.

James en su teoría pragmatista de la verdad en la que entiende la adecuación como adaptación, un enunciado en verdadero si funciona como instrumento útil y eficaz para resolver problemas o para satisfacer necesidades; como nos indica el criterio de utilidad

En el que un enunciado será verdadero cuando sea beneficioso y útil para nosotros.

Por último, Peirce, Apel y Haberlas entre otros con su teoría consensual de la verdad destacan la necesidad del diálogo como marco para ir descubriendo cooperativamente la verdad de la proposiciones, que une varios criterios de verdad.

En mi opinión, creo que la más acertada es la teoría consensual de la verdad ya que pienso que cuando decimos algo estamos dando a entender que tenemos razones suficientes para convencer a otros interlocutores de la verdad de la suposición. Me ha gustado hacer este trabajo porque he aprendido mucho sobre historia y sobre el dolor de la gente que tuvo que vivir en las dos Guerras Mundiales.

Verdad, realidad

o

concordancia.




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Enviado por:Kaysuka
Idioma: castellano
País: España

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