Literatura
¿Hacia dónde volarán los pájaros?; Saúl Schkolnik
HACIA DONDE VOLARAN LOS PAJAROS
LOS ACACIOS.
Pedro y Nancho jugaban fútbol. Nancho fue a buscar la pelota y al mirar hacia la salida del pasaje vio a Tomás y el Gordo Yánez con Paula y Claudia.
Dejo de jugar y fue a juntarse con ellos. Hablaban de la Navidad que se aproximaba. Fernando y Tomás viven en ese pasaje, donde hay una plaza que tiene viejos acacios.
Rodrigo, su hermano menor, participaba de sus juegos desde el segundo piso, donde estaba el dormitorio que ambos compartían.
Muchas veces Nancho se escapaba por la ventana para seguir jugando. Eso era cuando estaban más chicos.
Cuando crecieron, a Rodrigo le hicieron una pieza en el primer piso y Nancho quedó solo, lo que a veces le daba tristeza porque extrañaba a su hermano.
DE CÓMO EMPEZAR A POLOLEAR.
Un día estaban Nancho y Tomás trepados en el acacio y llegaron Paula y Claudia a conversar. A ellos les dio vergüenza bajar y se quedaron allí sin hacer ruido. Y escucharon la conversación de las 2 amigas.
Claudia le confesó a su amiga que le gustaba mucho Tomás y que le había escrito una poesía.
Tomás se inclinó mucho sobre la rama del árbol y cayó justo encima de Claudia. Fue así como empezaron a pololear.
RODRIGO (Y ALVARO).
No sólo Fernando había crecido. También lo había hecho su hermano Rodrigo, que recordaba algunas escenas de su niñez: su mamá haciéndole cariño, a su padre jugando con él. Pero la actitud de su padre pronto cambió a causa de la enfermedad de Rodrigo, tenía las piernas paralizadas. Su padre casi no se le volvió a acercar desde entonces.
Le decía paralítico o flojo, tonto, retardado, torpe. Tenía vergüenza de un hijo así, que ni siquiera podía jugar fútbol.
Se negó a llevarlo al colegio y le dijo a la mamá que le enseñara ella en casa.
Cuando Rodrigo creció decidieron separarlo de Nancho y hacerle el dormitorio en el primer piso, porque así era más cómodo para él.
La relación entre los hermanos no se alteró.
A LA ESCUELA.
Un domingo su abuelo llegó mas temprano que de costumbre a la casa de Rodrigo, y se encerró en la cocina a hablar con sus padres. Escuchó las voces de su padre discutiéndole al abuelo, pero después de un rato al parecer accedió a lo que su abuelo y Juani le decían.
Esa semana la vida de Rodrigo cambió, lo llevaron a un Centro de Rehabilitación, a la escuela llamada Manantial. El primer día él se asustó al ver a tanta gente grande y niños, pero una niña lo calmó, ésta le habló y ambos se hicieron amigos, ella se llamaba Elisita. Ese día Rodrigo conoció a una señorita a la que llamaban Tía Silvia, y al director de la escuela.
OTRO PASITO MÁS.
Nancho y su padre, Álvaro salieron en la mañana a trotar, después de que éstos salieran Rodrigo decidió levantarse. Acercó las muletas hacia su cama para poder tomarlas con facilidad. Siempre le decían que era un niño muy inteligente, pero el pensaba que esto no importaba porque habían muchas cosas que éste no podía hacer. Esto le dio fuerzas y logró levantarse. Aún no podía soportar su peso en las piernas, pero logró hacer pequeños movimientos, lo que le permitió desplazarse, tuvo equilibrio. De repente se tropezó con un bolsón que alguien en la noche anterior había dejado en el suelo. Después de eso comenzó a llamar a su mamá.
DE VISITA.
Después de comer el papá decide que en la tarde irán de visita donde el tío Nino. Nancho no quería ir porque tenía un paseo con sus amigos. La mamá le dice que vaya, pero podía volver antes para salir con sus amigos.
Al llegar a la casa Nancho conoce a Emilia. Y cuando le preguntan si acaso tenía que irse, él responde que no.
ENOJADO CON DIOS.
El abuelo va de vivita y tiene una conversación con Rodrigo. El niño le dice a su abuelo que está enojado con Dios, porque era distinto a los otros niños. Y al preguntarle Dios no le respondió. Pero la tía le dijo que Dios no hablaba directamente y justo a la semana siguiente pasó un cura, un obispo.
Y a través del obispo Dios le respondió que tenía que tener fe.
MUCHO SOBRE QUÉ MEDITAR.
El abuelo le contó a Álvaro lo ocurrido con Rodrigo.
Ese día Álvaro salió a caminar y se encontró con un viejo amigo que ahora era sacerdote. Se pusieron a conversar.
El amigo le dijo que quizás Rodrigo no estaba enojado con Dios sino con alguien diferente, que lo culpaba por ser paralítico.
Álvaro reflexionó que el enojo era con él por haberlo tenido abandonado todo ese tiempo.
EMILIA.
Tomás invitó a salir a Nancho, junto con las chicas. Pero Nancho no aceptó, ya que tenía intenciones de ir a ver a Emilia.
Nancho le pide ayuda a su amigo para que lo encubra con su madre. Esa tarde Nancho se arregla para salir y su mamá le preguntó a dónde iba, y éste le dijo la verdad: “Quiero ir a ver a una niña”. Luego enrojeció y dijo que se trataba de Emilia.
¡BANDIDOS!
Nancho y Emilia habían salido a caminar al cerro. Ambos iban callados, sin saber qué decir.
Hablaron de temas ecológicos y de talar árboles. En eso ven a 2 bandidos que estaban cortando un pino. Los niños decidieron ir a contarle al padre de Emilia, que era el administrador del parque. Llegaron don Nino y algunos cuidadores. Los bandidos huyen, dejando en el lugar su hacha y una cajita.
Nancho estaba contento por haber podido espantar a un par de ladrones, se sentía como un héroe y Emilia su heroína.
Ella lo invitó a caminar para decirle algo importante. Nancho estaba emocionado. Pensaba que ella se le iba a declarar.
Emilia estaba seria. Se sentaron en una mesita de picnic, hacía calor. Hablaron al mismo tiempo y luego se rieron. “Dime tú”… “No, tú primero”.
Emilia habló. Le dijo a Nancho que lo encontraba simpático y ella sabía que le gustaba, pero le gustaría que sólo fueran amigos porque había otro niño que a ella le gustaba.
Nancho se sintió muy mal y triste. Se sintió ridículo y tenía ganas de estar muy lejos. Volvieron en silencio. Se separaron sin despedirse.
Nancho volvió a su casa. Se sentó en los acacios. Estuvo un buen rato pensando en lo sucedido, luego entró en la casa para ver la hora.
COLEGIO Y AVENTURAS.
Nancho le contó la historia de los bandidos a su hermano, pero omitió lo que había sucedido con Emilia.
Rodrigo le contó sus aventuras de la escuela. Le habló de su compañera Isabelita y de Enrique.
Luego le mostró algo muy importante: estaba aprendiendo a subir la escalera.
Nancho se emocionó mucho y luego lo ayudó a volver a su cama. Nadie sabía de este progreso de Rodrigo.
Justo cuando estaba volviendo a su cama, llegó la mamá.
¿QUÉ COME UNA GOLONDRINA?
Al día siguiente Nancho había salido con sus amigos y Rodrigo estaba en su pieza mirando TV. De pronto, Rodrigo sintió un golpe en la ventana a causa de un pequeño pájaro que había chocado contra el vidrio.
Rodrigo tomó el pajarito. Jamás había tenido una mascota porque su mamá no lo dejaba.
Paula fue a visitarlo, pero él sin saludarla siquiera procedió a mostrarles el pajarito que había encontrado. Estaba herido.
La mamá le dijo que podía quedárselo, pero tenía que cuidarlo y alimentarlo. Y podría tenerlo hasta que estuviera sano. Su amiga Paula le ayudaría a cuidarlo.
NUEVAS AMISTADES.
Salieron Tomás, Claudia, la prima y Nancho. Se fueron a un café de Bellavista y Claudia y Tomás decidieron dejarlos solos un rato.
De repente llegaron los amigos de Clara a ese lugar. Y se pusieron a tomar cerveza. De repente llegó Emilia con sus padres y vio que el niño que le gustaba, Rober, estaba tomando.
Emilia le fue a discutir y vio que Nancho estaba también en ese grupo de jóvenes. Luego, ella se fue con sus padres. Y Nancho se fue para su casa sintiéndose raro, muy extraño.
NADA DE QUÉ VANAGLORIARSE.
Nancho se fue a su casa, Clarita le preguntó si quería que lo acompañara, pero éste no quiso. Se sentía muy mal. Llegó a su casa y tuvo la fortuna de que todos estaban ocupados y no le tomaron atención.
Álvaro estaba meditando, ya que en el almuerzo su esposa le había contado que Rodrigo había hecho un cuento relacionado con lo que él sentía, pero el personaje era un caballo.
Después Álvaro meditó, porque hace meses atrás no hubiera aceptado leer aquel cuento. Sin embargo, esta vez lo leyó con ternura.
SECRETOS.
Claudia le contó un secreto a Tomás. Clarita la fue a ver porque quería saber la dirección de Emilia para ir a contarle que Nancho no había tomado, para que no pensara mal de él.
Ella se lo quería contar porque pensaba que Nancho al hablar tanto de ella podía estar enamorado. Entonces fueron a casa de Emilia para explicarle toda la situación. Y Emilia dijo que si Nancho quería la podía llamar.
LA DECISIÓN.
Tomás había prometido no contarle el secreto a Nancho, pero igual le contó. Mientras le contaba que Emilia se estaba interesando por él, estaban con Rodrigo.
Rodrigo les contó que una vez en su terapia de kinesiología el kinesiólogo le dijo que caminara, entonces él dio un paso, pero se cayó. Todos se rieron de él, pero luego se levantó solo y dio un paso.
Cambiaron el tema y Nancho prometió llamar a Emilia.
La llamó pero no estaba. Emilia lo llamó de vuelta y él no estaba. Prometió llamarla al día siguiente.
LA PERSECUSIÓN.
Al día siguiente no pudo llamarla porque estaba preparando una fiesta con su curso. En la tarde tampoco pudo llamarla porque estaba con algunos compañeros de curso y su profesor en la Alameda, frente a la Universidad de Chile.
Cuando estaban ahí vio a los bandidos, que días atrás querían cortar los árboles. Los empezaron a perseguir. Los 2 bandidos huyeron en su auto, manejando como locos. Se dirigirían al cerro San Cristóbal, para esconderse. Los chicos los persiguieron en un taxi.
EL RAPTO.
Cuando pasaron por el peaje, divisaron a don Nino y le pidieron ayuda. Don Nino estaba muy angustiado. Les contó que habían raptado a su hija Emilia, porque en la tarde había recibido una llamada diciéndole que si no les devolvía la cajita no vería más a su hija.
Ahí supieron que los bandidos habían raptado a Emilia.
Los niños le dijeron a don Nino que sabía hacia dónde se dirigían. El taxista, don Nino y los niños se fueron en distintas direcciones.
ALGO ALEGRE Y ALGO TRISTE.
Mientras ocurría el ajetreo con los bandidos, Rodrigo se dedicaba a hacer sus ejercicios de rehabilitación.
Durante la clase de ciencias entró la tía Silvia y habló con el profesor. Les dijeron a los niños que irían de paseo sorpresa.
Todos estaban muy contentos ante la expectación de salir y estuvieron haciendo chistes y bromas. Hablaron de las supersticiones de la gente, de lo que querían ser cuando fueran grandes, rieron e hicieron bromas.
LA FLOTILLA AÉREA.
Los amigos fueron cerca de la caseta del funicular, estaban pensando qué hacer para encontrar a los bandidos. A Claudia se le ocurrió unirse con otros niños más pequeños y volar teniendo en la mano cada uno un globo de gas, eso no resultó y al final decidieron subir por el funicular. Nancho mira al cielo y piensa lo bueno que sería poder volar como un pájaro y se pregunta ¿hacia dónde volarán los pájaros?
¿Y LOS BANDIDOS?
Los bandidos tuvieron una gran y turbulenta escapada. No pagaron el peaje y casi atropellaron al cobrador. Rudi quería recuperar la caja con sus preciados recuerdos. Además iba muerto de miedo porque pensaba que Lucho se iba a desbarrancar. Decidieron ir primero a buscar a Emilia. Rudi le ordenó a Lucho ocultarla en una bodega, pero a Lucho le dio pena hacerle daño a la niña y decidió llamarla por teléfono mejor.
Se bajaron del auto y llegaron a una caseta oculta por algunos arbustos, pero la niña no estaba ahí. Rudi la había llamado y le dijo que se fuera a la bodega, pero ella le dijo que no podía porque tenía un paseo.
Decidieron ir a su casa, raptarla y así recuperar la cajita de los recuerdos.
El taxista los iba a alcanzar y decidieron tomar la parte derecha del camino, que llevaba al zoológico, que era justo el lugar donde Emilia estaba de paseo.
TODOS AL CERRO.
El grupo entró al funicular. Se bajaron en la entrada al zoológico. Justo vieron que los bandidos llegaban en la camioneta. Nancho comunicó por el intercomunicador a don Nino. El taxista también llegó al mismo lugar.
Los bandidos vieron a los niños y decidieron darse media vuelta y escapar. Pero no podían, porque un bus escolar le impedía el paso.
Esa mañana Emilia recibió una llamada telefónica muy extraña y decidió no contarle nada a su papá porque quizás no le creería. Ella dijo que no podía ir a las 4 de la tarde porque tenía un paseo al zoológico con su curso. La niña pensó que era una broma y decidió no hacerle caso.
ENTRE LÁGRIMAS Y CHIMPANCÉS.
A Rodrigo le dieron la sorpresa, los niños estaban felices por el paseo al zoológico, un bus grande y amarillo los estaba esperando en la puerta de la escuela. También iban algunos padres, a Rodri le extrañó no ver a su mamá, porque ella siempre iba a todos los paseos.
El niño estaba nervioso porque nunca había ido al zoológico. El único problema que tuvieron fue el de la camioneta de los bandidos que no los dejaba pasar.
Al bajar del bus Rodrigo vio a alguien, casi se desmayó de impresión. Era su papá. ¿Me dejas llevarte Rodrigo?, le preguntó.
Rodrigo no sabía qué pensar, estaba sorprendido. Su papá le dijo que tenían mucho de qué conversar. Y llorando le dijo que lo quería. Ambos lloraban de felicidad.
Después todo el paseo fue una maravilla, recorrieron el zoológico mirando los animales hasta llegar a la jaula de los chimpancés. Allí estaba Emilia.
De repente pasó Nancho persiguiendo a los bandidos.
EN EL ZOOLÓGICO.
Todos los personajes coinciden en el zoológico. Emilia, Rodrigo y su padre, los bandidos, don Nino, los niños y el taxista.
El encuentro ocurrió en la jaula de los monos. Los bandidos vieron a Emilia y Lucho iba a ir a arrojarla a la fosa de los monos. Por suerte la niña se agachó y lucho fue el que se cayó a la fosa.
Rudi arrancó, pero fue rodeado por los niños en sillas de ruedas, de la Escuela Manantial. Y Nancho se tiró encima de él para atraparlo. El taxista y los guardias también lo estaban persiguiendo y finalmente es atrapado.
ALGO TERMINA…, ALGO COMIENZA.
Todos estaban contentos por haber atrapado a los bandidos. Emilia no tenía idea de nada y cuando supo le dio un beso y un abrazo a Nancho.
Claudia y Tomás se fueron solos a caminar por el zoológico y al final Rodrigo le muestra a su padre que podía subir unos escalones de la escalera del zoológico. Todos lo aplaudieron al ver su gran logro.
FIN.
Los bandidos le pagaron al taxista los daños ocasionados a su vehículo. Y éste no presentó ninguna demanda en su contra.
Rudi recuperó la caja con sus recuerdos de niño y Lucho ahora odia mas que nunca a los monos, a los niños y a los árboles. Ambos fueron sentenciados a un año de cárcel por cortar pinos sin autorización e incluidos en un programa de rehabilitación, donde debían plantar árboles durante sus 365 días de reclusión. ….. ¡Fin!
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Enviado por: | Lucas Goycoolea Molina |
Idioma: | castellano |
País: | Chile |