Filosofía y Ciencia
Gurúes, Profetas o Visionarios
¿ Gurúes, Profetas o Visionarios ?
Gurú es una palabra que proviene del sánscrito gurús y que significa “maestro”. El término comenzó a ser utilizado en el hinduismo para nombrar al jefe religioso o al maestro espiritual. Con el tiempo, su significado se extendió al lenguaje popular para hacer referencia a aquel al que se le reconoce autoridad intelectual o se lo considera un guía espiritual.
En la India, el gurú era quien enseñaba al discípulo la recitación de un mantra. También se encargaba de la instrucción vinculada a los sastras (las escrituras sagradas) y, en la ceremonia de investidura del alumno, actuaba como sacerdote.
Un gurú, según la tradición hinduista, es un ser que alcanzó la iluminación (es decir, es algo más que un profesor de religión). Gracias a su estado de conciencia, el gurú está en condiciones de sacar al discípulo de la oscuridad y revelarle la verdad divina que se oculta en su interior, mediante prácticas como la meditación y la oración.
Las sociedades occidentales utilizan el término para referirse a las personas que saben mucho sobre una determinada materia.
Profeta: Persona que tiene el don, inspirado por Dios y hablando en su nombre, de predecir hechos que van a suceder, en particular relacionados con el destino o la salvación del hombre. Hombre que acredita ser portador de la revelación divina, y la explica de forma acomodada a su medio ambiente. En un sentido más amplio, dícese de persona que conjetura predicciones sobre hechos futuros, a partir de ciertas señales o desde su intuición.
Visionario: Dícese de la persona que se adelanta a su tiempo o tiene visión de futuro. En un sentido más exagerado: dicho de alguien que por su fantasía exaltada se imagina y cree con facilidad cosas quiméricas.
A partir de la definición de estas tres palabras, según la Real Academia Española, se intenta incursionar en una compleja trama cognitiva que rodean a los individuos, que por extrañas razones viven una realidad fuera del tiempo que el resto de la comunidad no percibe, o aún con un cierto esfuerzo no les es posible sintonizar con las teorizaciones, opiniones y hasta creaciones avezadas, y que estos “aventureros” se atrevieron a exponer y que aún conscientemente saben que serán tildados por fantasiosos en el mejor de los casos, psicóticos y hasta la inquisición en el extremo más vernáculo, porque seguramente desestabilizaban verdades que se adoptaban como absolutas.
Pero mientras convivían con más detractores y críticos que aliados, es decir pensaban y trabajaban seguramente en la más sombría soledad, lo más sorprendente es que sus únicos aliados son su convencimiento y el tiempo, que con su transcurso los reivindicó la mayoría de las veces, y muchos de ellos no pudieron ver durante su transcurso terrenal, materializadas sus teorías. Peor aún muchos de sus adversarios declarados desearon luego compartir su gloria refleja.
Fuera de algún dejo de apasionamiento, en que se estuviera tentado a incurrir, esta exposición pretende de manera tímida abordar superficialmente la comprensión de esos procesos interiores que se detonan ante determinados estímulos externos que puedan desarrollar esa “visión” en algunas personas, que los adelanta al resto en el tiempo, y que se permiten contar y convencer a los “normales” sobre el futuro y argumentar sobre el mismo. Simultánea y paralelamente sus trabajos, desatan una catarata de críticas, opiniones, tratados, convenciones, movilizaciones, adversarios y adeptos, es decir algún grado de autenticidad y valoración intelectual tendrán, porque no pasan ni desapercibidos ni mucho menos indiferentes.
Esta es la faceta que rescatamos desde el texto de Alvin Toffler, solamente como uno de los referentes contemporáneo de una larguísima y frondosa historia que abarca varios segmentos: las artes, la ciencia, la filosofía, la política, la técnica, la industria y los negocios por nombrar por lo menos las disciplinas o segmentos más importantes, y por las que pasaron personajes como Arquímedes, Nostradamus, Galileo Galilei, Leonardo Da Vinci, Blas Pascal, Beethoven, julio Verne, Henry Ford por nombrar solamente los más populares, y sin entrar en comparaciones de ningún tipo, dado que todos pertenecen a orígenes, épocas, contextos y actividades diferentes.
¿Cuál/es serían sus objetivos principales o secundarios que motivarían a algunas personas, crear o vaticinar sobre hechos y realidades futuras?
¿En donde residiría su rédito o crédito consciente o inconsciente, personal, político, económico, o bien de otro tipo permitirse arriesgar con antelación determinadas predicciones?
¿Sus elaboraciones se sustentan en investigaciones reales surgidas desde su actividad?, ¿Son demasiados imaginativos? ¿Pueden o son considerados auténticos visionarios?, ¿Estudiosos, o meros observadores de la realidad?, ¿Razón o intuición?, ¿En qué proporción?, ¿Sus ideas tienen o llevan largo tiempo de gestación?, ¿Esperan los momentos oportunos para exponer o expresar sus posturas?, ¿Trabajan individualmente o en equipo?
Estas intrigas, interrogantes o más bien reflexiones son las que inducen muy frecuentemente a buscar respuestas, o explicaciones variadas, en este caso para un contexto, que presenta una realidad con apariencia caótica, que suscita ciertos estados de confusión y desorientación general, transiciones conflictivas y turbulentas hacia escenarios potenciales confusos e inciertos, por parte de quienes somos testigos vivientes de tiempos que podrían ser históricos. Sin embargo se repite la historia. Asistimos a la aparición de “profetas”, “gurúes” o “visionarios”, parafraseando el título, que tratan de disponer los hechos que configuran la realidad en un cierto orden, para empezar a documentar su “visión” futura a cierto tiempo vista, y que su transcurso paulatinamente le van dando la razón.
Será que por una extraña condición humana, explicaciones más o menos sensatas a algunas de las intrigas que plantea la realidad, quizá interrogante filosófico-existencial, y permitirnos entender racionalmente cierta complejidad, a lo mejor creemos que por lo menos reduciría la ansiedad o la angustia que nos provoca la incertidumbre de lo desconocido, de lo incontrolable. La homeostasis psíquica del ser humano es otra tendencia natural. Es como aferrarse a la racionalización de una esperanza de cambio a un contexto que parece irreversible, quizás?.
Probablemente ciertos aventurados posean algunas cualidades o talentos “extras”, innatos o bien desarrollados a partir de alguna causa o fenómeno por el cual nos sentimos tentados a averigüar, investigar y tratar de explicar, si es posible, como piensan, como trabajan, y sobre todo el motivo de su aventura, porque el costo y el riesgo de sus vaticinios, o bien los puede catapultar a la popularidad y posteridad, como así también sepultarlos en el olvido, o quizás dilapidar años de trabajo por un “error táctico o de cálculo”.
Este último punto, y según la realidad de los últimos tiempos, en cuanto al desarrollo tecnológico que ha facilitado enormemente el acceso a la información y su divulgación masiva, juega un rol casi lapidario e inmediato, ya sea a favor o en contra sobre quienes ejercen y desarrollan la actividad de escritor y relacionadas: analistas, conferencistas, críticos y similares, porque está en juego su reputación y credibilidad.
En general los objetivos primarios y coyunturales van surgiendo como producto del trabajo permanente y la relación constante con la actividad. En los tiempos actuales los espacios para la creatividad se han reducido enormemente, porque ya muchas cuestiones ya están o bien pensadas, o solucionadas y materializadas. Prácticamente hoy se puede hacer todo, porque la tecnología y sus elementos han facilitado enormemente el trabajo. La actividad de escritor, y las anexas no están al margen de éstas prerrogativas.
En relación a lo anterior, se puede extrapolar y adaptar con una leve reformulación la definición de profeta, liberándola de sus connotaciones religiosas, como portador de revelación divina, y ubicarla en los tiempos modernos, se ubicaría muy cercano al concepto de visionario. Similar a la definición de gurú, que ya ha tenido una temprana adaptación occidental. De esta manera los tres términos adoptarían una idea más aproximada a un concepto más científico por los métodos de trabajo, de estudio, de investigación, que conformaría la mayor proporción del tiempo dedicado en esta actividad, antes reservada a un lugar más lúdico y bohemio, y con un concepto de imaginación más romántico. En la actualidad la imaginación estaría más cercana a la inducción o a la deducción, métodos de razonamientos científicos, que explicarían la causalidad y no la casualidad de la realidad.
La cantidad de información disponible, en los distintos formatos como soporte, la facilidad de su acceso prácticamente ilimitada, la oferta tecnológica imperante, el panorama en cuanto a comunicaciones y medios, el estado de avance de la técnica y de la ciencia, configura un escenario inmejorable para trabajar con cierta comodidad, es decir sólo resta la capacidad de trabajo, que aplicada con disciplina, orden y consecuentemente, prácticamente la actividad de escribir, se empieza a reducir a una aplicación sistemática en donde los objetivos de la misma tengan verdadero sentido.
El resultado de lo anterior acerca esta actividad a una disciplina científica por lo metódica, que realizada con orden y método y el debido entrenamiento, donde la razón juega un rol muy importante, se desarrolla la imaginación, y la conjunción de ambas permite conectar lógicamente ideas que en principio pueden estar aisladas, y los mecanismos de inducción y deducción surgen hasta si se quiere, naturalmente promoviendo como resultado la “iluminación” o la tan mentada “inspiración”.
Tomando como referencia la popular frase de Albert Einstein:
“El genio se construye de 1% de inspiración y 99% de transpiración, y cuando aparezca la inspiración nos tiene que encontrar trabajando”
La intuición, es prácticamente el aspecto de menor proporción en cuanto está muy ligada a la imaginación, y sería “el agujero negro” de este proceso, porque es difícil de explicar dentro de un mecanismo donde en la actualidad quedan muy poco espacio para el azar, dado que el proceso es prácticamente racional de principio al fin. Está prácticamente todo calculado, aunque la sensación sea otra. Lo intuitivo queda reducido a “olfatear” el sentido de la oportunidad, en cuanto al momento de “montar” el escenario exacto para publicar las “revelaciones”.
De cualquier manera, siempre existe el talento. Y precisamente la verdadera cualidad de los escritores en estos segmentos, cuyo género parece estar al límite de la “ficción” reside en pensar anticipadamente a sus contemporáneos. Esta conjunción sintetizada y elaborada con antelación en una realidad que exige precisión y todo está tan “ajustado” es encontrar el momento y la necesidad exacta para vislumbrar el sentido de la oportunidad, que precisamente no se capta a través de algún órgano sensorial o perceptivo. Ese es el margen que se le asigna a la intuición, que constituye la legítima ventaja competitiva.
El resto, los réditos, los créditos, los beneficios y el reconocimiento, en el general de los casos, son simplemente consecuencias naturales, producto del trabajo, del estudio y de la permanencia en la actividad, más allá de que esta sea realizada individualmente, o liderando equipos de trabajo. Ya prácticamente no existen pioneros en los distintos quehaceres del ser humano. Los pioneros fueron creadores. En el mejor de los casos se puede hablar de innovadores y continuadores con estilos interesantes o “toques” personales que puedan tener una “llegada” más masiva.
Por lo tanto no interesa un disloque intelectual acerca de una importancia digna de justificarse vinculada a la obra en sí de Alvin Toffler, pero sí destacar y exponer estas directrices, dado que a lo largo de a historia ha habido y habrán seguramente otros adelantados en las distintas áreas del conocimiento y del hacer que habrán de entrever por anticipado escenarios futuros. Algunos más avezados, incluso hasta dejaron las bases técnicas y científicas para que sus sucesores las retomaran y les imprimieran la forma y el aspecto terminal. Otros tuvieron que pagar altos precios, como condenas, discriminación, descreimiento y aislamiento, y en el peor de los casos no poder asistir en su vivencia terrenal a la materialización de sus anticipos como especie de reivindicación o revancha.
Los grandes hombres hablan sobre ideas,
Los hombres promedio hablan sobre cosas,
Y los hombres pequeños hablan sobre.....
otros hombres.
Bibliografía:
Ernesto Sábato - 2006 - “El escritor y sus fantasmas” - Buenos Aires - Seix Barral - 1ra.Edición.
Adrián Paenza - 2005 - “Matemática ¿Estàs Ahí” - Episodios 1, 2, 3,14..., 100 - Buenos Aires - Siglo Veintiuno Editores Argentina - Colección Ciencia que ladra.
Peter Drucker - 1999 - “Las nuevas realidades” - España - Editorial Sudamericana - 1999.
Mario Bunge - 1995 - “La Ciencia - Su método y su filosofía” - Editorial Sudamericana - 1997.
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Enviado por: | Carlos Luis Leporati |
Idioma: | castellano |
País: | Argentina |