Carlos II fue el último rey de la dinastía de los Habsburgo y no tuvo descendencia, por lo cual tuvo que elegir un sucesor, entre los cuales, los que más derechos tenían era el archiduque Carlos de Austria (de la rama austriaca de los Habsburgo) y Felipe de Anjou (de la casa de Borbón). Finalmente Carlos II nombró como sucesor a Felipe de Anjou nieto del rey de Francia Luis, monarca más poderoso de Europa, ya que era el mejor aliado para una España ya muy debilitada.
Aún así, cuando Felipe de Anjou subió al trono como Felipe V, las mayores potencias europeas se alarmaron debido a la posible unión de Francia con España, ya que además Luis XIV había reconocido los derechos sucesorios de Felipe V al trono francés. Por ello, Inglaterra, Holanda y Portugal apoyaron al candidato austriaco en su lucha por el trono español provocando la guerra de Sucesión, la cual fue una guerra europea (enfrentamiento del bando franco-español contra Austria, Inglaterra, Holanda y Portugal, y, posteriormente también Saboya) y una guerra civil española puesto que la Corona de Aragón fue partidaria del candidato austriaco, mientras que la Corona de Castilla apoyó al candidato francés.
Pero más tarde la guerra finalizó debido a la elección del archiduque Carlos de Austria como emperador de Alemania tras la muerte de su hermano, lo que supuso la posibilidad de la formación de un potente bloque hispanoalemán. Por ello Inglaterra presionó para firmar la paz, que se acabaría firmando con la paz de Utrecht (1713); mediante la cual, Luis XIV retiró a su nieto de la sucesión al trono francés. La paz de Utrecht fue una serie de tratados que se firmaron entre los que participaron en la guerra de Sucesión, entre los cuales destaca el tratado de paz y amistad francobritánica.
Los británicos fueron los que salieron más beneficiados del conflicto, ya que obtuvieron todo tipo de ventajas: militares (como la demolición de la base naval francesa de Dunquerke); mercantiles, como el asiento de negros (derecho a introducir esclavos negros en la América española durante 30 años) o el navío de permiso (autorización para enviar a América un navío al año con una determinada cantidad de mercancías para su venta); y finalmente, también obtuvo ventajas territoriales como la obtención de Gibraltar, Menorca (cedidas por España) y Terranova (cedida por Francia).
España fue la que salió más perjudicada ya que, a cambio del reconocimiento de Felipe V como rey, perdió todos sus territorios europeos: a Saboya se le adjudicó Sicilia y a Austria los Países Bajos católicos, Milán, Nápoles y Cerdeña. Aún así, más tarde Austria cambiaría Cerdeña por Sicilia con Saboya.
Tras esta paz lo que se produjo fue un equilibrio entre tres grandes potencias rivales: Francia, Austria e Inglaterra; acabándose con la hegemonía de Francia en la segunda mitad del siglo XVII. Además España pasó a ser una potencia de segundo orden y aliada con Francia.