Historia


Guerra Civil española (1936-1939)


LA GUERRA CIVIL (1936-1939)

Intro + 16.3. La dimensión internacional del conflicto

La Guerra Civil es el acontecimiento más importante del siglo XX en España, e incluso hoy en día sigue teniendo una gran repercusión en la vida política. En su momento, fue el acontecimiento más relevante de los medios de comunicación: se consideró una lucha entre la democracia y los fascismos, un microcosmos de lo que estaba ocurriendo en Europa. A nivel internacional, era un adelanto de lo que iba a ocurrir.

Es el resultado de la situación española desde la Restauración: el enfrentamiento entre los que querían modernizar el país y los que querían mantener sus privilegios.

Estalla como consecuencia del asesinato del Capitán Castillo de la Guardia de Asalto por fascistas miembros de la Falange Española y en represalia se mata a Calvo Sotelo, líder de la extrema derecha.

El golpe de Estado estaba ya previsto y debía desarrollarse en agosto de 1936. Lo había organizado Mola, que pretendía imponer una dictadura militar transitoria para volver a una República o una Monarquía. Al frente de la Dictadura estaría el general Sanjurjo, y apoyaban el golpe los terratenientes y la Iglesia.

Estos dos asesinatos precipitan los acontecimientos: el 17 de julio, Franco se subleva y cruza el Estrecho con ayuda del ejército alemán. El 18 se subleva toda la Península.

Se pensaba que todos los militares se iban a sublevar, pero el problema se plantea cuando algunas guarniciones no secundan la sublevación: ha fracasado.

Triunfa en Castilla, Galicia, Aragón… las zonas agrarias en general, y la II República se mantiene en Madrid, el País Vasco, Cataluña y Andalucía excepto las ciudades, es decir, en las zonas industriales.

En Madrid y Barcelona las fuerzas están divididas, pero los fieles a la República, con el apoyo de los obreros, logran imponerse.

En Zaragoza terminan por imponerse los nacionales.

Al fracasar el golpe militar, comienza la Guerra Civil, que divide a España en dos grandes grupos: la zona republicana, apoyada por los intelectuales, la burguesía y las clases trabajadoras, y la zona sublevada, con el apoyo de los terratenientes y la Iglesia, que la llegó a convertir en una cruzada contra el Marxismo.

Los republicanos tenían a su favor la legitimidad y unos 14 millones de españoles detrás, junto con las zonas industriales. Contaban asimismo con el apoyo de la opinión pública mundial (llegada de las Brigadas Internacionales de Alemania, Francia, América, Inglaterra… que fueron un apoyo moral porque transmitían al resto del mundo la situación del país) y las potencias democráticas, como Francia.

En Gran Bretaña, Chamberlain era partidario de no intervenir para evitar un enfrentamiento con Alemania, con la que firmó el Tratado de Versalles. Además, creía que el fascismo era un freno a la expansión de la revolución rusa del 17.

Los nacionales contaban con 17 millones de españoles a sus espaldas, así como con el apoyo de las zonas productoras de trigo, que les aseguraban el pan, toda la Iglesia y los profesionales del ejército. En cuanto a potencias extranjeras, contaban con Alemania, que quería probar los aviones que había fabricado, a pesar del Tratado de Versalles, e Italia, donde había triunfado el fascismo.

Por iniciativa del gobierno de Gran Bretaña, se firma en el 36 el pacto de No-Intervención, donde están incluidos Italia, Alemania y la Unión Soviética, por el que se comprometen a no ayudar a ninguno de los bandos, pero:

  • Alemania manda aviones a cambio de minerales imprescindibles para seguir fabricando armas.

  • Italia envía infantería y tanques de forma gratuita.

  • La URSS vende armas (tanques usados en la Primera Guerra Mundial y aviones) a los republicanos.

16.1. La sublevación militar y 16.2. El desarrollo de la guerra.

La Guerra Civil se plantea como una guerra de columnas. El ejército tiene dos focos: uno en el norte, con el general Mola al frente y el apoyo de los Requetés, que se dirige de Pamplona al País Vasco, y otro que es una columna procedente de África que se dirige a Sevilla, donde estaba el general Yagüe.

Franco, oficialmente, se dirigía a Madrid, pero en realidad va a Badajoz, conquistando pueblo por pueblo. Llega a las puertas de la capital en noviembre, encontrándose con que los republicanos, que se han quedado sin ejército, se han organizado en milicias que incluso se veían enfrentadas entre sí hasta aquel momento. Fue Dolores Ibarruri, la Pasionaria, quien logra coordinar a las milicias al grito de “No pasarán” y contienen en la ciudad universitaria al ejército nacional.

La batalla es muy intensa hasta febrero del 37, pero el frente se va a mantener hasta marzo del 39. Ante la llegada del ejército nacional, el gobierno de la República se desplaza a Valencia, dejando al general Miaja al frente de una Junta y al general Rojo encargado de las milicias que defendían la capital.

El año 1937 comienza con una batalla iniciada por los nacionales con el objeto de aislar Madrid (la batalla del Jarama). Ambos grupos la consideran como un éxito: los nacionales porque han conseguido atravesar el Jarama y los republicanos porque han conseguido echar a los nacionales.

La otra gran batalla es la de Guadalajara, con el mismo objetivo de aislar Madrid, esta vez dificultando sus comunicaciones con Cataluña. En esta batalla, las tropas italianas sufren una gran derrota a manos del Ejército Popular de la República.

Los nacionales intentan entonces ocupar las zonas industriales. La batalla del norte fue relativamente fácil porque el País Vasco sólo contaba con el ejército autonómico. Se bombardeó la ciudad de Guernica para que los alemanes pudieran ensayar los aviones, pero para los nacionales era un símbolo porque allí se había firmado el estatuto de autonomía del País Vasco en el 36 y querían mostrar que el Estado iba a ser centralizado.

Desde Bilbao, el ejército sublevado se dirige a Santander. Para poner dificultades, los republicanos inician maniobras de distracción que obligaran al ejército nacional a dispersar sus fuerzas en Brunete y Belchite. Aun así, la campaña del norte finaliza con éxito por parte de los nacionales.

En invierno de 1937, los republicanos inician la batalla de Teruel, donde concentran todas sus fuerzas. Fue la más dura de la Guerra Civil por las condiciones meteorológicas; fue el invierno más frío de España. Ganaron los nacionales, lo que les sirvió para avanzar por el Maestrazgo, y el gobierno republicano se trasladó a Barcelona. Los nacionales llamaron a esta campaña la campaña de Aragón.

En 1938 se produce la batalla del Ebro, iniciada por los republicanos con la intención de recuperar el territorio perdido. Avanzan desde Tarragona por el Ebro y ocupan Gandesa, pero finalmente ganan los nacionales y comienzan su avance hacia el norte de Cataluña, encontrándose con resistencia en Barcelona. Se exilian el gobierno de la República y el de la Generalitat, pero siguen gobernando desde fuera del país.

El presidente del gobierno, Nin, es partidario de seguir luchando, pero parte del ejército de la zona central está ya negociando con Franco. Intentaron dividir España en dos zonas, una republicana y una nacional, pero Franco no quiso aceptar; sólo aceptaría una rendición incondicional.

Sólo quedaba por dominar el Levante. Mucha gente intentó exiliarse por mar, igual que lo habían hecho otros hacia Francia en la rendición de Cataluña, pero nunca aparecieron los barcos que habían prometido recogerlos.

El 1 de mayo, Franco firmó el último parte de guerra, en el que declaraba que la guerra había concluido.

16.4. La evolución política de las dos zonas

La República es el gobierno legalmente constituido cuando comienza la Guerra Civil. Pone en marcha las medidas que habían sido anuladas en el bienio conservador, pero cuando estalla la guerra los gobiernos que se suceden se van a encontrar con la desintegración del Estado y la revolución social.

El gobierno no supo prever la guerra, y por ello dimitió Casares Quiroga, que es sustituido por Martínez Barrio, quien tiene como objetivo fundamental poner fin a la guerra negociando con los sublevados. La negociación fracasa y en mayo es sustituido por el gobierno de Giral.

Simultáneamente se produce un derrumbe del Estado porque el poder está en manos de los Comités, Juntas, etc. (surgen organismos en las provincias que van a dirigir la vida política del país y están formados por hombres de izquierdas sin coordinación. Las ciudades se organizan en milicias que obedecen a sindicatos o líderes, también sin coordinación entre ellos). Se produce un enfrentamiento entre el gobierno de la República y estos organismos, y se plantean dos formas de hacer frente a la situación:

Para el gobierno y la mayoría de los partidos políticos, es prioritaria la guerra sobre la revolución.

Los sindicatos dan prioridad a la revolución sobre la guerra. Quieren una colectivización de la riqueza y entonces se iniciaría la guerra con los sublevados.

En julio y agosto del 37 van a colectivizar sobre todo en Cataluña buena parte de las industrias y la tierra del País Vasco y Andalucía. Se hacían requisas.

El gobierno de Giral tiene que hacer frente a la guerra, pero él toma al ejército regular que ha permanecido fiel a la República y lo desmonta, entrega armas a las milicias y decreta la formación de ejércitos voluntarios colocando al frente a los antiguos oficiales.

En septiembre, Giral también dimite y pasa a gobernar Largo Caballero. Éste va a formar un consejo de ministros formado por comunistas, socialistas y anarquistas. También cuenta con el apoyo de los sindicatos, que va a ir creciendo gradualmente.

Este gobierno, que residía en Valencia, se da cuenta de la necesidad de unificar el ejército, para lo que elabora una serie de decretos para disolver las milicias, integrándolas en el ejército, pero ellas rechazan esta integración, especialmente en Cataluña. Los anarquistas (con Nin al frente) y el POUM no aceptan y ocupan el edificio de Telefónica en Barcelona y se inicia una nueva guerra civil, que termina con el sometimiento por parte de anarquistas y POUM.

Hay así un solo ejército, porque Largo Caballero había invitado a las Brigadas Internacionales a abandonar el país. Es destituido y desprestigiado y el último jefe del gobierno de la II República va a ser Negrín.

Negrín cuenta con todas las fuerzas de izquierda, sobre todo el partido comunista, muy reducido pero de gran peso porque tiene el apoyo de la URSS, que les vende armas y ha enviado expertos de guerra (comisarios políticos). Los comunistas imponen al gobierno de la República la preferencia de la guerra sobre la revolución y exigen a Negrín que devuelva las fábricas a sus antiguos propietarios, pues esa será la mejor forma de obtener el máximo rendimiento.

La política exterior de Negrín consistió en obtener el reconocimiento del gobierno de la República. Él proponía un sistema político democrático para una vez que acabara la guerra: se celebrarían unas elecciones para constituir el nuevo gobierno.

El 1938, la política exterior sufre un grave revés: los alemanes logran que se reconozca en la Conferencia de Munich su derecho a conquistar territorios. Los ingleses firman este documento. A pesar de ello, el gobierno plantea la necesidad de resistir porque la Guerra Mundial es inevitable y así se podría enlazar una con otra. Pero como ésta se retrasa, sus aspiraciones se van disminuyendo. Ofrece a Franco una propuesta de rendición en la que no hubiera represión contra los ciudadanos, pero éste sólo quiere la rendición incondicional.

En marzo del 39, el presidente de la República y el de la Generalitat se exilian, pero dejan a Miaja al frente de una Junta en Madrid con la intención de resistir.

El 1 de abril finaliza el periodo republicano en España.

Durante todo este periodo se intentó mantener toda la legislación que se había elaborado en los últimos años, pero las dificultades de la guerra y la política de los sindicatos lo impidieron.

Finalizada la guerra, se produjo un exilio masivo de los republicanos hacia Francia y de allí a América.

Cuando el ejército se subleva, no tenía objetivo político concreto, sólo terminar con el Frente Popular. Mola había planteado un sistema político republicano con Sanjurjo al frente y algunos dirigentes políticos querían el regreso a una monarquía. El problema viene cuando la sublevación no triunfa y se inicia la Guerra Civil, que en diciembre del 36 se sabía que iba a ser larga.

A corto plazo, los sublevados se plantean cómo conseguir el triunfo militar: unión de fuerzas y después la organización del territorio que tienen que administrar.

La Junta de Defensa se encuentra con dos fallecimientos imprevistos: los de Sanjurjo, en julio del 36 y Mola en el 37. Se hace necesario buscar un líder que aglutine todas las tendencias, y se elige al general Franco, que es nombrado Jefe de Estado (Burgos, octubre del 36) y general de los ejércitos. La sede de la Junta se traslada a Salamanca y se establecen en Burgos y Valladolid juntas locales.

Desde el primer momento, Franco va a gobernar por decreto. Los decretos son militares y abolen todas las medidas sociales elaboradas en la República. Se elabora la ley de depuración de funcionarios.

En noviembre del 36, la necesidad de aunar las fuerzas convierte a Franco con el apoyo de Serrano Suñer y Fernández Cuesto en jefe de la Falange. Desde entonces, el general adopta algunos símbolos falangistas, como la camisa azul y la gorra roja de los carlistas, aunando así a estos dos grupos y los monárquicos en la Falange Española Tradicionalista y de las JONS. Se adoptan la bandera actual y la marcha real como himno nacional.

En abril del 37, por decreto, se suprimen todas las actividades políticas, cierran los institutos de enseñanza media, se establece la censura previa y se prohíbe la expresión del pensamiento.

En julio, Goma justifica la sublevación y se considera como una cruzada.

En enero del 38, Franco forma el primer gobierno, formado por falangistas, tradicionalistas y, fundamentalmente, militares.

Uno de los decretos más importantes es el Fuero del trabajo, un conjunto de normas en las que se establecen las condiciones laborales que tienen como objetivo evitar la conflictividad general. Se crean los sindicatos verticales, que engloban a empresarios y trabajadores.

Por la ley de prensa del 38 se regula todo tipo de publicación pero con censura. Esta ley se mantiene hasta 1962, cuando Fraga elabora otra menos estricta.

16.5. Las consecuencias de la guerra.

Al principio se calculaba que habrían muerto en torno a un millón de personas, pero ahora se cree que fue medio.

El número de exiliados es muy difícil de cuantificar, porque la gente huía sin dejar constancia de cuántos eran. Se exiliaron soldados, mujeres y niños en unas condiciones durísimas.

Del exilio a Francia se inicia otro a América, sobre todo a Méjico, que se vio muy beneficiado porque el mayor porcentaje de exiliados eran los intelectuales y científicos que ya iban formados. En España hubo un vacío intelectual durante varias generaciones porque no había profesores y las nuevas leyes educativas ponían programas que evitaban la apertura de las mentes.

Desastres económicos, sobre todo en la zona republicana. Se destruyen fábricas, puentes, etc. Y se somete a la producción a un ritmo superior al normal. Los campos de cultivo se destruyen o abandonan y, al final de la guerra, hay hambre que no se puede paliar porque estalla la II Guerra Mundial y no se pueden importar productos. España se alía con Italia y Alemania en dicha guerra, pero no nos podían proporcionar alimentos y, al terminar, España se aísla hasta el 52, cuando se producen grandes penurias.

Represión sistemática: al final de la guerra civil se detiene al ejército republicano y se lleva a campos a todos aquellos que habían sido conocidos. Mueren miles de personas por la propagación de la tuberculosis. Se mantienen la censura, la prohibición de expresar el pensamiento, la de reunión…




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Enviado por:Bruji
Idioma: castellano
País: España

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