Historia


Guerra Civil española (1936-1939)


GUERRA CIVIL ESPAÑOLA

1936-1939

Tres acontecimientos importantes de la historia contemporánea de España tuvieron lugar en los primeros 40 años del siglo XX:

  • La Dictadura de Primo de Rivera de 1923

  • La II República de 1931 a 1936

  • La Guerra Civil de 1936 a 1939

El hilo conductor de las mismas fue la gran crisis política que amenazaba el sistema de la Monarquía Parlamentaria, basado en el turno pacífico de los gobiernos.

La Dictadura y la República constituyeron dos intentos de frenar la crisis política. La Dictadura no solo no consiguió detener la crisis, sino que arrastró a la Monarquía en su caída, dando origen a la II República, que tampoco conseguiría el consenso político de todos los españoles, ahondándose la crisis hasta llegar a una ruptura violenta en la Guerra Civil.

La Guerra Civil fue el acontecimiento más dramático de nuestra historia reciente. Puso fin a un proceso de apertura y modernización que, a pesar de todos los problemas, quería poner al país en situación equiparable a la de las democracias occidentales; es también la culminación de un proceso de lucha de clases sociales que se había iniciado 20 años atrás en la crisis de 1917. La victoria del llamado bando nacional en 1939, cortará el proceso democrático abierto en 1931 y se resolverá con la implantación de una dictadura personal que duró 4 décadas.

Además la guerra española también tuvo repercusión mundial y se convirtió en un pulso internacional ente los 2 grandes modelos que estaban en juego: el democrático y el autoritario.

CAUSAS POR LAS QUE SE INICIA LA GUERRA

Las circunstancias históricas en las que se desarrolló la Guerra Civil respondían a problemas no resueltos en la sociedad española:

  • Una economía atrasada, incapaz de satisfacer las necesidades de un pueblo.

  • Una oligarquía (poder controlado por un pequeño número de individuos o por una clase social) terrateniente(caciques) que solo se preocupa de mantener su propiedades y privilegios y no es capaz de introducir cambios que beneficien a todos.

  • Una estructura social con enormes diferencias (ricos muy ricos y p0bres muy pobres)donde la clase media era muy insuficiente para servir de elemento equilibrador.

  • La sociedad estaba políticamente divida en dos bandos:

Las derechas: donde prevalecía la concepción del mundo más conservadora y que unía lo político y lo social con lo religioso.

Las izquierdas: que estaban decididas a romper las estructuras existentes.

ANTECEDENTES DE LA GUERRA CIVIL

  • El 12 de abril de 1931 tuvieron lugar elecciones municipales que dieron lugar a la caída de la monarquía y a la implantación de la II República en España. En el Gobierno estaban representadas todas la fuerzas progresistas del país:

Derecha liberal republicana: Niceto Alcalá Zamora (presidente)

Miguel Maura.

Los radicales: Lerroux y Martínez Barrios.

izda. liberal republicana: Azaña, Álvaro de Albornoz y

Marcelino Domingo

Partidos regionalistas: Casares Quiroga

Socialistas: Largo Caballero, Indalecio Prieto y

De los Ríos.

En junio convocaron las Cortes y en diciembre aprobaron la nueva Constitución. Los primeros decretos fueron para tratar de solucionar los gravísimos problemas que existían y que necesitaban medidas urgentes para garantizar la estabilidad del nuevo régimen: El problema agrario, la reforma militar, satisfacer las reivindicaciones regionalistas del País Vasco y Cataluña, el problema educativo (el 80% de la población era analfabeta), reforma de la relación iglesia-estado(el rechazo de la iglesia al nuevo régimen y el marcado aire anticlerical de los grupos republicanos llevaron a “la quema de conventos” en mayo, fue un enfrentamiento entre monárquicos y republicanos y el problema social (promovido por los anarquistas que convocaron un gran número de huelgas y manifestaciones).

Hubo dos etapas o bienios:

Bienio progresista o Azañista (1931-1933)

Bienio derechista o radical-cedista (1933-1936).

El primer periodo se caracterizó por el clima de tensión permanente y de crisis política ya que los gobiernos eran atacados tanto desde la izquierda a través de huelgas y levantamientos obreros y campesinos, como desde la derecha a través del boicot y de la resistencia a las reformas propuestas en el parlamento.

En 1933 hay un agravamiento de la crisis política y social. Los obreros y campesinos aumentaron sus protestas para agilizar las reformas y la patronal presionó al gobierno que se vio obligado a reprimir las huelgas utilizando las fuerzas de orden público. Hubo un intento de golpe de estado por parte del General Sanjurjo ( la Sanjurjada) que pretendía formar un Gobierno republicano de derechas; pero fracasó y Sanjurjo fue apresado y condenado a pena de muerte (posteriormente le fue conmutada). Se da un rápido ascenso de los partidos de derechas y se crean:

CEDA(Confederación Española de Derechas Autónomas) creado por Gil Robles.

RENOVACIÓN ESPAÑOLA Liderado por Calvo Sotelo.

FALANGE ESPAÑOLA fundado por José Antonio Primo de Rivera que en 1934 se fusionaría con las JONS.

COMUNIÓN TRADICIONALISTA (carlistas).

En las elecciones generales del 19 de noviembre de 1933 hay un triunfo de los partidos de derechas y Lerroux es nombrado jefe del gobierno. Durante esta etapa se suprimen las medidas tomadas en el bienio anterior y que perjudicaban a las clases altas : Amnistía para los participantes de la Sanjurjada, mantener en la cárcel a los anarquistas que habían intentado un golpe de estado en diciembre, defensa de los privilegios de la iglesia, paralización de la Reforma Agraria, freno a las autonomías, paralización de la Reforma Militar que colocó en destinos claves a militares como Goded, Mola o Franco.

En octubre de 1934 se da una revolución que fue el momento más crítico de la II República después del estallido de la Guerra Civil. Cuando en septiembre, tras una crisis ministerial, accedieron tres representantes de la CEDA al gobierno, los dirigentes socialistas dieron la orden de una huelga general, que fue seguida masivamente en las zonas industriales y urbanas, pero no en el campo. Fue muy conflictiva sobre todo en Asturias y Cataluña. El 12 de octubre la revuelta había sido sofocada en todo el país salvo en Asturias, y el gobierno encargó a Franco la represión, llevándola a cabo con una gran virulencia dirigida por la legión africana. Franco fue apodado “el carnicero de Asturias”.

En 1935 aumenta la separación entre los partidos de izquierdas y los de derechas. A lo largo de este año se fueron preparando las dos grandes coaliciones que se enfrentarían en las elecciones del año siguiente: La Derecha se unió en EL BLOQUE NACIONAL (defendían un estado autoritario de corte fascista plenamente antidemocrático) la CEDA y la FALANGE no se unen al bloque nacional y tantean al ejército para dar un golpe de estado y las IZQUIERDAS. Hubo un escándalo de sobornos que afectó a los líderes del partido republicano “El escándalo del Estraperlo”( se trataba de una autorización hecha por algunos de los principales altos cargos, a cambio de sobornos, a un fabricante holandés para introducir en casinos españoles una máquina de juego) y que provocó la caída de Lerroux del gobierno y Alcalá Zamora convoca nuevas elecciones en enero de 1936. Azaña es nombrado presidente de la República y Casares Quiroga Jefe del Gobierno. Se dispersó a los militares más peligrosos (Franco a Canarias, Goded a Baleares y Mola a Pamplona). Pronto el gobierno se verá atacado tanto por la izquierda obrera como por la derecha, que acusan al gobierno de la radicalización de la violencia callejera entre los grupos de pistoleros obreros y fascistas , la quema de iglesias y las huelgas. El gobierno teme un golpe de estado de la derecha.

LA SUBLEVACIÓN

El golpe de estado comenzó a fraguarse desde el mismo instante en el que se conocieron los resultados de las elecciones de enero. La derecha ya se había aproximado al bando del ejército antirrepublicano en la revolución del 34 y durante el bienio radical cedista. El golpe de estado será planificado y organizado por el General Mola desde Pamplona bajo el apodo del “Director”. El fue el encargado de coordinar el levantamiento y de buscar el apoyo de elementos procedentes de organizaciones políticas opuestas al gobierno: monárquicos, falangistas y carlistas tradicionalistas. Hubo muchos problemas, no para conseguir apoyos para el golpe, sino entre los partidos políticos para ver que tipo de gobierno se establecería después del golpe. Este golpe que se venía gestando desde marzo, se precipitó en junio de 1936 por el asesinato de un teniente de asalto republicano, José Castillo. Este suceso provocó la reacción de los grupos radicales de izquierda que secuestraron y posteriormente asesinaron al líder del Bloque Nacional José Calvo Sotelo. Este asesinato provocó la entrada de Franco, hasta entonces dubitativo, en el bando golpista y fue el general que inició la sublevación desde Marruecos el 17 de Julio de 1.936.

En la tarde del 17 de julio se inicia la sublevación en la guarnición de Melilla. Los oficiales rebeldes se hicieron con la ciudad sin excesivas dificultades, situación que se repitió esa misma tarde en Ceuta y Tetuán. Esa noche, Franco emprendía vuelo desde Canarias a bordo de un avión Dragon Rapid, contratado en Londres días atrás. Tras hacer escala en Casablanca, el día 19 llegaba a Tetuán para ponerse al frente del Ejército

de África.

El Jefe de Gobierno, Casares Quiroga, no comprendió la importancia de la rebelión, y perdió unas horas decisivas en las que no tomó ninguna medida concreta ni dio instrucciones a las autoridades provinciales; tampoco hizo caso de las peticiones de los sindicatos y partidos obreros de que les entregara armas. En la mañana del día 18, Queipo de Llano se incorporó al golpe en Sevilla, y con la ayuda de sólo un centenar de oficiales , soldados y algunos falangistas, consiguió dominar todos los centros neurálgicos de la ciudad. Cuando los sindicatos quisieron reaccionar, era ya tarde.

El golpe triunfó en casi todas las capitales de Castilla, incluidas Valladolid y Burgos, en algunas ciudades gallegas, y en Andalucía occidental y Extremadura, donde Huelva, Jerez, Cádiz y Cáceres quedaron bajo la autoridad de los insurrectos. También Baleares y Canarias estaban en sus manos.

En la tarde del día 18, abrumado por la situación, Casares Quiroga dimitió. Azaña hizo un ultimo intento de conciliación: encargó a Martínez Barrio formar gobierno y abordar una negociación directa con el general Mola para pactar un gobierno de concentración, con el compromiso de que no se tomarían represalias contra los sublevados. Pero Mola rehusó, convencido como estaba de que el golpe era necesario y de que iba a triunfar. Desde ese momento, el enfrentamiento era imparable. Esa misma noche, el PSOE y el PCE convocaban a la movilización de toda su milicia.

Durante el día 19 otras ciudades fueron quedando bajo dominio del bando sublevado: en el Norte, la Coruña se añadió al resto de Galicia, y en Oviedo el coronel Aranda se hizo con el control de la ciudad tras engañar a las milicias mineras, que partieron confiadas hacia el Sur para ayudar en la defensa de Madrid. En Andalucía los sublevados consiguieron desembarcar algunas unidades del ejército de África, que iniciaron una marcha hacia el Norte con el objetivo de enlazar las dos zonas en que había triunfado el golpe.

El pronunciamiento fracasó, sin embargo, en otros puntos importantes: la mayor parte de Aragón, Asturias, toda Cantabria, Cataluña, Levante y buena parte de Andalucía oriental permanecieron leales a la República. En Vizcaya y Guipúzcoa, la actitud del PNV, que declaró su lealtad al gobierno republicano, inclinó la balanza contra la sublevación.

Pero el fracaso más grave se produjo, sin duda, en Madrid y Barcelona. En la capital catalana, la CNT lanzó a los obreros a las calles y se hizo con armas para enfrentarse a las tropas golpistas; rechazaron el avance de los insurrectos y al general Goded solo le quedó rendirse. En Madrid, en la mañana del día 19 los golpistas dirigidos por el general Fanjul, se atrincheraron en el cuartel de la Montaña. José Giral, que esa misma mañana había formado gobierno, entregó armas a las milicias obreras, formadas apresuradamente por socialistas y comunistas con la ayuda de algunos oficiales, y tomaron el cuartel el día 20. Los otros cuarteles sublevados, en Getafe y Campamento, fueron reducidos rápidamente.

En general, el golpe triunfó en función de dos condiciones fundamentales: la rapidez y coordinación de sus protagonistas, y la capacidad de reacción de las fuerzas populares. La clave estuvo en las dudas de muchos gobernadores y alcaldes, que rehusaron la orden de entregar armas a la población, temerosos de su uso posterior. También fue fundamental la actitud de la Guardia Civil, que en varias ciudades inclinaron la balanza al tomar partido por uno u otro bando.

La relación de fuerzas era bastante equilibrada, en términos generales. La República superaba a la zona rebelde en el dominio de las regiones industriales: toda la siderurgia, la industria mecánica, la textil, buena parte del hierro y del carbón, estaban en sus manos. Además contaba con reservas suficientes de trigo en la Mancha y de cultivos como el arroz o los cítricos levantinos. El bando nacionalista, como pronto fue conocido, tenía las reservas de cereal y ganado de la meseta norte y Galicia, además del carbón leonés y las minas de Riotínto. La República aventajaba en otro aspecto importante a los sublevados: contaba con las reservas de oro del Banco de España.

Pero esa superioridad se resquebraja si atendemos a los efectivos militares. La gran mayoría de los oficiales del ejercito de tierra se habían sublevado y esto obligó al gobierno republicano a recomponer un ejército sobre la base de las milicias obreras. La marina y la aviación ( los aviones que quedaron), estaban con ellos.

Los primeros días de la guerra sirvieron para consolidar los frentes. En la sierra madrileña las columnas nacionalistas fueron contenidas por la milicias obreras, quienes también consiguieron recuperar Guadalajara y Alcalá de Henares. En Andalucía Queipo se adueñaba de las regiones vecinas abriendo una cuña en la Andalucía republicana. En Aragón los republicanos consiguieron recuperar terreno, pero no pudieron conquistar ninguna de las tres capitales. Todos estos frentes permanecerían bastante estables durante el resto de la guerra.

El 5 de agosto, gracias a la ayuda alemana, se inició el traslado masivo del ejército de África a la Península. El 14 de agosto las tropas de legionarios y regulares tomaron al asalto la ciudad de Badajoz y esto permitió enlazar las dos zonas del bando sublevado, y el suministro de ayudas al ejército de Mola.

ORGANIZACIÓN DE LOS DOS ESTADOS

La sublevación tuvo una consecuencia similar en ambos bandos: la ausencia de un poder organizado, si bien con caracteres distintos. Un accidente fortuito costó la vida, el día 20 de abril, al general Sanjurjo, cuando iba a hacerse con la dirección del alzamiento. El territorio sublevado quedó en manos de un puñado de generales, sin clara jefatura entre ellos. El poder se organizó a través de bandos que, siguiendo instrucciones de Mola, establecieron un régimen autoritario.

En el lado republicano la situación fue más caótica. La red de gobernadores civiles y militares estaba completamente deshecha, y el Gobierno no tenía la capacidad de ejercer su función ejecutiva. El poder real estaba, en casi todas las zonas, en manos de los comités organizados por los partidos y sindicatos. En estos comités mandaban los líderes obreros que sustituyeron la autoridad establecida.

Las primeras semanas después del golpe fueron de una violencia inusitada en ambos bandos. Los ajustes de cuentas, los paseos, los juicios sumarísimos o las ejecuciones y asesinatos sin juicio proliferaron. Es imposible calcular cuántos miles de personas fueron ajusticiadas de forma más o menos irregular en aquellos días. Fruto de esa violencia moría ejecutado, días después del golpe, el poeta Federico García Lorca en su Granada natal.

Desde el estallido del conflicto, ambas partes se apresuraron a solicitar ayuda extranjera. Tanto Franco como Mola acudieron de inmediato a sus contactos con Italia y Alemania para solicitar fondos, armas y, sobre todo, barcos: la clave del sostenimiento militar pasaba por conseguir desembarcar en la Península las tropas africanas. Franco quien mas suerte tuvo: consiguió el envío de varios barcos mercantes a través de una sociedad creada al efecto por las autoridades alemanas, y este éxito fue una de las claves de su encumbramiento posterior. Pronto, las armas, los asesores militares y las primeras unidades alemanas e italianas comenzaron a llegar. El Gobierno republicano tuvo menos fortuna. De entrada, sus peticiones de auxilio chocaban con un cuerpo diplomático que masivamente apoyaba la sublevación. Aunque inicialmente el gobierno frente-populista francés fue proclive a entregar armas a la República, pronto la intervención de los alemanes les hizo desistir. Inglaterra no quería provocar una conflagración mundial en torno a la crisis española y promovió la creación del Comité Internacional de No Intervención, en el que se integraron 27 países, entre ellos Inglaterra, Francia, Alemania e Italia. Este acuerdo resultaría un completo fraude: mientras las democracias gala y británica se apresuraron a cumplirlo, Italia y Alemania continuaron enviando material, hombres y dinero al bando nacionalista. Mientras, Stalin consideraba seriamente la posibilidad de intervenir en ayuda de la República española.

Las tensiones internas que aparecieron entre los diversos grupos del bando republicano (comunista, socialista, republicanos,anarquistas y trotskistas), no hicieron sino debilitar la capacidad de reacción de la República. En agosto, el Gobierno intentó regular las milicias para convertirlas en embrión de un ejército popular: el día 3 se establecieron los Batallones de Voluntarios, pero la inferioridad militar era patente. El 5 de septiembre se formó un nuevo Gobierno de unidad, con socialistas, comunistas, republicanos y nacionalistas, presidido por Largo Caballero

En el bando nacionalista los generales sublevados formaron en Burgos, el día 24 de julio de 1936, la Junta de Defensa Nacional, como órgano provisional del Estado. Estaba presidida por el general Cabanellas (el más antiguo) y asesorada por una serie de comités que se encargaron de tomar las primeras medidas. Se restableció la bandera roja y gualda, se extendió el estado de guerra a todo el territorio y se dictaron medidas de ley marcial. Se prohibieron las reuniones y se estableció una rígida censura a la prensa; también se disolvieron todos los partidos y sindicatos del Frente Popular y se incautaron sus bienes. Sólo la Falange y los Requetés continuaron su actividad, aunque subordinada al Ejército, y sus símbolos fueron los únicos permitidos.

Desde los primeros días el aparato de propaganda del nuevo régimen inició una campaña para transformar la rebelión en un alzamiento nacional, en un movimiento supuestamente popular y de masas contra la República marxista. Se negaba que fuera una guerra civil presentando al otro bando como antiespañol y a la República del Frente Popular como un país de caos, detrás del cual estaba una conspiración de Moscú para establecer el comunismo en España. La mayor parte de la jerarquía de la iglesia apoyó la conspiración y presentó la lucha como una cruzada para salvar a España del ateísmo.

El apoyo militar alemán e italiano, no tardó en llegar para los nacionalistas. Para Hitler, se trataba de probar sus armas, obtener una posición sólida en el Mediterráneo y, sobre todo, poder adquirir en compensación materias primas españolas. El conseguir este apoyo, el peso del ejército de África y las primeras operaciones en Extremadura, convirtieron a Franco en el más influyente de los generales sublevados. Pronto se planteó la necesidad de establecer un mando único, y tras varias discusiones entre los generales, y pese a la oposición de Cabanellas, se decidió otorgar la jefatura a Franco. El 1 de octubre de 1936 tomaba posesión en Burgos como “jefe del Gobierno del Estado español” Franco se convertía así en: Jefe del Partido único, Generalísimo de todos los ejércitos y Jefe del Estado; en principio este nombramiento solo sería vigente mientras durara la guerra. Una Junta Técnica de Estado, compuesta casi exclusivamente por militares, le asesoraría en su función.

LA BATALLA DE MADRID

Durante septiembre y octubre del 36, el avance de las tropas nacionalistas fue continuo. En el Norte, el objetivo primordial de Mola fue la conquista de Irún, para aislar a las provincias vascas de la frontera francesa. Tras una larga resistencia, el día 4 de septiembre caía la ciudad, completamente arrasada, y nueve días después se rendía San Sebastián. Las fuerzas republicanas consiguieron detener el avance en el ría Deva a finales del mes, estabilizando el frente.

En el Sur, Ronda caía en manos de los nacionalistas, que terminaban también con la resistencia de los mineros de Riotinto. El 3 de septiembre Yagüe entró en Talavera y tras reorganizar sus fuerzas, el día 21 tomaba Maqueda. El camino de Madrid parecía ahora abierto, pero, entonces, Franco tomó una decisión que posiblemente fue decisiva para el resto de la guerra: optó por desviar el esfuerzo para liberar Toledo, en cuyo Alcázar venían resistiendo un grupo de sublevados, mandados por el coronel Moscardó. El día 27 de septiembre del 36 las fuerzas mandadas por Varela entraban en la ciudad, donde Moscardó les recibió con unas palabras que han quedado para la historia: “Sin novedad en el Alcázar”. La “liberación” de Toledo se convirtió en una baza propagandística para los nacionalistas. La toma de Toledo retrasó el asalto a Madrid, que fue preparándose durante todo el mes de octubre. El día 18 las fuerzas de Varela llegaban a Illescas y se iniciaba una operación de tenaza sobre la capital, desde el Sur y el Oeste. El Gobierno comenzó a preparar la defensa: se decidió que el presidente Azaña se trasladara a Barcelona, se militarizaron las milicias y se organizaron las primeras Brigadas Mixtas, compuestas por tropas del ejército y milicianos.. Ya desde septiembre se había trasladado hacia Cartagena todo el oro y la plata del Banco de España. Hasta la capital llegaban decenas de miles de refugiados y los problemas de abastecimiento comenzaban a acuciar, mientras se producían los primeros bombardeos. Llegaron los primeros tanques rusos y varias columnas de los frentes del Norte. La vida en la ciudad continuaba y el espíritu de resistencia popular era continuamente alimentado por la propaganda de los partidos.

El 2 de noviembre del 36 las tropas franquistas avanzaron hasta Móstoles y Pinto, y dos días después dominaban el sur de Madrid. El Gobierno abandonó la capital rumbo a Valencia, lo que produjo la indignación del pueblo madrileño, y se constituyó la Junta de Defensa de Madrid, presidida por el general Miaja. En la noche del 7 el hallazgo fortuito del plan de ataque de los asaltantes permitió reorganizar todo el dispositivo de defensa, por lo que el primer asalto a la capital fracasó.

Ese mismo día entraban en Madrid los soldados de las primeras Brigadas Internacionales, voluntarios de todo el mundo reclutados y preparados durante las semanas anteriores por técnicos soviéticos, que supusieron un refuerzo moral para la defensa de la ciudad. También en esos días, en los bombardeos de los asaltantes intervenían los Junkers de la Legión Cóndor alemana. La dura resistencia de Madrid se prolongó aún varios días. El 16 los asaltantes consiguieron atravesar el Manzanares a la altura de la Ciudad Universitaria, pero no pudieron ampliar la cuña ante la resistencia de los defensores atrincherados en el Puente de los Franceses. En los días siguientes, se combatió palmo a palmo en los edificios de la Universidad, que quedaron arrasados, al tiempo que arreciaban los bombardeos sobre el centro de la ciudad. Finalmente, tras estrangularse la cuña, Franco decidió desistir del asalto frontal a Madrid.

Entonces se inicia una serie de operaciones sucesivas con el objetivo de completar el cerco de la ciudad. El primer intento fue por el Noroeste, entre el 30 de noviembre del 36y el 15 de Enero del 37,

y permitió a las tropas de Varela avanzar hasta la carretera de La Coruña, pero sin romper las comunicaciones republicanas con la sierra. En febrero del 37 las tropas franquistas atacaron en el valle del Jarama; la resistencia republicana y la dureza de los combates durante dos semanas llevaron finalmente ambos bandos a desistir. La batalla del Jarama fue una de las más encarnizadas de la guerra. En ella entró en juego todo el armamento de élite acumulado y en la que también tuvieron un papel primordial las fuerzas extrajeras de ambos bandos.

Mientras, Málaga había sido conquistada por los nacionalistas. El 7 de febrero el cuerpo expedicionario italiano enviado por Mussolini, tomó la ciudad, que carecía de defensas organizadas y sin apoyo naval. Los italianos, animados por su éxito en Málaga, y tras el relativo fracaso del Jarama, propuso a Franco una operación desde Guadalajara, dirigida por ellos con apoyo español. Franco aceptó y el 8 de marzo de 1937 los italianos atacaron, avanzando hasta Brihuega y rompiendo el frente. Pero el mal tiempo y la descoordinación permitieron a los republicanos rehacer, enviar refuerzos desde Madrid y contraatacar y tras repeler el ataque pasaron a la ofensiva. La derrota italiana fue total, pero las tropas republicanas, exhaustas, no pudieron continuar abriendo la brecha. La derrota de la batalla de Guadalajara tuvo dos consecuencias importantes: obligó a los italianos a aceptar la dirección franquista (se dijo que la derrota no disgustó del todo a Franco) , y convenció al Caudillo (como ya se le llamaba)de abandonar la idea de tomar la capital. La batalla de Madrid fue importante en el bando republicano ya que reforzó la voluntad de resistencia y contribuyó a formar el ejército popular.

Ante estas derrotas, se abandona el frente de Madrid, y Franco inicia

LA CAMPAÑA DEL NORTE

Para muchos historiadores fue la batalla más decisiva de la guerra, y la que inclinó la balanza a favor de los Nacionales.

A partir de finales de marzo del 37, los nacionalistas vuelcan todo su empeño bélico en acabar con la zona republicana que había quedado aislada, en el Norte de la Península, entre Vizcaya y la parte oriental de Asturias. Su objetivo era hacerse con el control de las importantes industrias y materias primas de la región cantábrica y eliminar el frente de la retaguardia, que impedía volcar todo el esfuerzo bélico en el frente principal, en torno a la capital.

El 31 de marzo de 1937 se inició la campaña en Vizcaya. Durante varias semanas, los continuos ataques de la Legión Cóndor machacaron las ciudades próximas a Bilbao. Un duro ataque sobre Durango precedió a la destrucción de Guernica, cuyo bombardeo, el 26 de abril, sirvió a la Luftwaffe alemana para probar sus tácticas de guerra. Guernica quedó totalmente destruida, y el escándalo mundial fue mayúsculo. A partir del 11 de junio del 37, el avance nacionalista hacia Bilbao resultó imparable, derrumbándose el frente. El Gobierno vasco decidió abandonar la capital, y se negó a cumplir la orden del Gobierno central de destruir las industrias para que no cayeran en manos del enemigo. El día 19 las tropas navarras e italianas entraban en Bilbao, y cuatro días después Franco derogaba el Estatuto Vasco y los conciertos económicos. Durante la campaña vasca, el día 3 de junio, Mola moría al estrellarse su avión cerca de Burgos. Si la jefatura de Franco era sólida, ahora desaparecía el único general que podía disputarle la primacía en el gobierno.

Una vez caído Bilbao, el coronel Rojo, ahora Jefe del Estado Mayor, planeó una ofensiva en Brunete, con el objetivo de romper el cerco de Madrid y aliviar la presión sobre las maltrechas fuerzas del norte. El día 15 de julio del 37 tiene lugar la batalla de Brunete y los republicanos consiguen, gracias al efecto sorpresa, tomar varios pueblos, entre ellos Brunete. Pero fallos de coordinación impidieron profundizar la brecha, y a partir del día 18 las tropas del general Varela contraatacaron con éxito.

La ofensiva sobre Santander se inició el 14 de agosto de 1937. El día 15 cayó Reinosa, y el avance franquista fue rápido. Pese a la consigna de Prieto, desde Valencia, de resistir a toda costa, desde el día 23, ante el avance nacionalista se decidió la evacuación que se llevó a cabo apresuradamente. El día 26 de agosto de 1.937 caía Santander, en medio del júbilo de una población mayoritariamente derechista.

De nuevo el Estado Mayor republicano intentó una maniobra de distracción desesperada. El día 24 de agosto lanzaron una ofensiva con el frente próximo a Zaragoza, con el objetivo de romperlo y sitiar la ciudad, pero la pronta reacción defensiva, en torno al pueblo de Belchite, evitó que la brecha pudiera ampliarse.

El día 1 de septiembre de 1937 comenzó la ofensiva en Asturias. Aunque la inferioridad republicana era ya clara, la resistencia fue aquí mayor; tanto la compleja topografía como el espíritu de resistencia de los mineros asturianos hicieron que durante más de un mes las fuerzas nacionalistas no consiguieran apenas avances, pese al insistente fuego y a los bombardeos. Pero el día 10 de octubre, las unidades de Solchaga rompieron el frente, y a partir de ahí las líneas se fueron derrumbando. El día 21 de octubre de 1937 caía Gijón, y se iniciaba una violenta operación de limpieza contra las cuencas mineras, cuya vieja tradición revolucionaria fue castigada con especial dureza. Con la caía de Gijón, la zona republicana del Norte dejaba de existir. Las cuencas mineras del carbón y del hierro , y una buena parte de la industria pesada pasaban a manos franquistas.

LA CAMPAÑA DEL ESTE

Después de la conquista del Norte de España, Franco tenía dos opciones: intentar de nuevo la conquista de Madrid o lanzarse hacia el Mediterráneo desde el frente del Ebro.

Tras la pérdida de la zona cantábrica, el Estado Mayor republicano necesitaba recuperar la iniciativa. Después de un mes de preparativos y de estructuración del nuevo Ejercito de Maniobra, el día 15 de diciembre de 1937atacaron Teruel y el día 22 los republicanos tomaban la ciudad aragonesa. Entonces Franco optó por responder y durante más de un mes ambos ejércitos lucharon en condiciones climáticas tremendas, hasta que los últimos defensores republicanos optaron por abandonar la ciudad. El 25 de febrero de 1938 las fuerzas franquista ocupaban de nuevo Teruel. El 9 de marzo, una ofensiva general en frente de Aragón hizo que las líneas republicanas cedieran y los franquista tomaron Belchite, Alcañiz y Montalbán, al tiempo que avanzaban también por el Pirineo. También cayeron en poder de los nacionalistas Barbastro, Fraga y Lérida. Finalmente, el día 15 de Abril del 38 las tropas dirigidas por Camilo Alonso Vega alcanzaban el Mediterráneo, a la altura de Vinaroz, partiendo en dos la zona republicana; así Cataluña quedó aislada de Madrid y Valencia.

Ahora los franquistas se dirigen hacia el Sur para tomar Valencia. Pero los sucesivos ataques hacia el Sur chocaron con la tenacidad de un ejercito, que si bien tenía poca capacidad ofensiva si era capaz de defender sus posiciones.

La llegada franquista al Mediterráneo produjo una grave crisis interna en el Gobierno republicano. Se preparó un ataque de gran envergadura en un desesperado intento para enlazar de nuevo las dos zonas republicanas y detener el avance de los nacionales. En la noche del 24 de julio de 1938 las fuerzas republicanas atacaron en masa y consiguieron atravesar el río Ebro( la batalla del Ebro). Esta operación pilló por sorpresa al mando franquista. Pero esta ofensiva se detuvo por: la falta de apoyo aéreo y la acumulación de unidades con que Franco respondió al ataque. A partir de aquí los republicanos pasaron a la defensiva. El día 28 de octubre del 38 se inicia la última contraofensiva donde la aplastante superioridad nacionalista le permite avanzar mientras los republicanos iban retirando sus posiciones al otro lado del río, todo este proceso terminó el 15 de noviembre del 38. La batalla del Ebro había terminado y el ejército republicano había agotado allí sus últimas reservas. Esta fue la batalla más sangrienta.

El 16 de noviembre de 1938 se produce la despedida de las Brigadas Internacionales.

El 23 de diciembre el ejército nacionalista desencadenó su última ofensiva sobre Cataluña. El ejército popular apenas pudo sostener los frentes unos pocos días, y a partir del 1 de enero de 1939 el avance franquista se hizo imparable. Las unidades republicanas retrocedían. La capital catalana caía el día 26 de enero, Gerona el 5 de febrero, y las últimas unidades republicanas pasaban el frontera el día 13 de febrero del 39.

Las diferencias internas dentro del Frente Popular eran ya patentes, y algunos mandos habían establecido ya contactos con los franquistas para negociar la rendición. Pero los intentos de negociación eran rechazados sistemáticamente por el gobierno de Burgos, que tampoco aceptó en febrero de 1939, la única condición que pedía Negrín (en ese momento Jefe del Gobierno): el compromiso de no emprender represalias contra los vencidos.

La quiebra en el bando republicano no tardó en producirse. En la noche del 5 de marzo del 39, un golpe de estado encabezado por el coronel Casado y por el dirigente socialista Julián Besteiro depuso al Gobierno de Negrín, y el día 12 de marzo Casado pudo controlar Madrid. Inició entonces un desesperado intento de negociación con el gobierno de Burgos, pero éste acabó imponiendo la rendición sin condiciones. El 28 de marzo del 39 unidades franquistas entraban en Madrid, al tiempo que varios miles de españoles intentaban abandonar el país por los puertos levantinos, sin éxito. Tras la toma de Alicante y la captura de 15.000 prisioneros que no habían conseguido embarcar, Franco firmó, el día 30 de marzo de 1936, su célebre último parte de guerra.

EL BALANCE DE LA GUERRA

Uno de los aspectos más discutidos entre los historiadores es el de las pérdidas humanas ocasionadas por la guerra. Las cifras son muy diferentes, tanto por la dificultad que supone medir la mortandad en una guerra, como por el hecho de que sean o no incluidas las muertes indirectas, causadas por el hambre, la alteración de la natalidad o la represión de la posguerra. De forma aproximada si a las muertes que ocasionó la guerra y la posguerra, sumamos el medio millón de exiliados republicanos, las pérdidas demográficas superan con creces el millón de habitantes, a esto habría que añadir la caída de natalidad habida durante la guerra.

En el terreno económico significó la vuelta a una estructura predominantemente agraria ya que el tejido industrial había sido destruido. Una buena parte de las ciudades del país, sobre todo del Norte, estaban arrasadas, lo mismo que una buena parte de la red de comunicaciones terrestres y el parque automovilístico. Al enorme endeudamiento causado por la guerra, hay que añadir la pérdida del oro del Banco de España. La caída de producción en todos los sectores se prolongará hasta la década de 1950. Como consecuencia de todo esto la renta nacional y per cápita se hundieron, y para la gran mayoría de los españoles la época de la posguerra fue una época de hambre.

La derrota republicana fue seguida del exilio masivo, y en el estaban incluidos la gran mayoría de los científicos, ingenieros, catedráticos, escritores y artistas del país. Las consecuencias de la ausencia de esa elite cultural y científica fueron muy graves, por cuanto retrasó durante varias décadas el desarrollo de España.

Por último el efecto moral de la guerra que dejó marcadas a varias generaciones por el trauma del sufrimiento durante los tres años de conflicto, pero también por la represión posterior, el clima de revancha, de persecución y la imposición de una escala de valores unilateral, la de los vencedores, que prolongó durante muchos años la división y el enfrentamiento entre los españoles.




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Enviado por:Selmo
Idioma: castellano
País: España

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