Literatura
Gargantúa y Pantagruel; François Rabelais
Índice
Introducción 1
¿Qué es Thélème? 3
Sobre las creencias de Rabelais 8
Rabelais y Erasmo 9
Rabelais y Tomás Moro 12
Conclusión 17
I.Introducción
La primera mitad del siglo XVI es en Francia una época de transición y como cualquier época de transición participa de elementos antiguos, heredados de la época anterior y de elementos nuevos que son el inicio de una nueva época, una época de renovación donde priman otros intereses.
Rabelais en su obra ha construido un juego de ambigüedades, y se ha servido de un arte combinatorio, donde no solo usa lo heredado y no tiene interés en perderlo sino que a la vez introduce lo nuevo: Todas las nuevas ideas que trae consigo este nuevo despertar, el Renacimiento. Se trata de una lenta y profunda transformación económica, social y religiosa que irá marcando el ideal de un hombre nuevo, el hombre tomará otras iniciativas y sobre todo será dueño de si mismo y de su destino.
Esto es lo que supone el Renacimiento, una rotura de las viejas creencias hacia nuevos ideales, supone una desmitificación eclesiástica así como la aparición de inventos y una visión nueva del mundo, el hombre es ahora el protagonista y aunque se sigue notando el peso de la tradición medieval estamos ante la posesión de una nueva inteligencia.
Es en esta época donde Rabelais da a luz a su obra “Gargantúa” un conjunto de herencias medievales y una nueva visión del mundo.
Sobre estos elementos, que incluso pueden ser comunes a otros escritores o tener intención similar, introduce novedades. La obra de Rabelais se centra en unos elementos muy marcados como la pedagogía y la didáctica, en lo cómico y la risa, en la sátira, así como un elaborado lenguaje del que se sirve para buscar los efectos que quiere; descoloca la realidad vigente para colocarla en posición auténtica y provocante. Distorsiona esta realidad con palabras inventadas, y juega con ellas para exagerar y buscar sobre todo el efecto cómico sin olvidar que Rabelais se propone un fin: la didáctica, el enseñar y transmitir; un fin totalmente humanista.
Dentro de estos elementos Rabelais ha introducido sus propios ideales, así como unas ideas religiosas y filosóficas en las que se basa en otros humanistas, como Erasmo de Rotterdam (1467-1536) y Tomás Moro (1480-1535), el cual a su vez tomó referencias de Platón para elaborar su “Utopía” en 1516. Lo que plantea no es totalmente nuevo como tal. Tomás Moro propone en este libro una visión de un estado ideal, igualitario en el que nadie posee nada en propiedad y los magistrados son elegidos por el pueblo. Ya se ve que esta utopía no es nueva, ya fue pensada por Platón, aunque no por ello dejó de tener éxito.
II.¿Qué es Thélème?
Rabelais construye una utopía en los últimos capítulos del libro Gargantúa. Esta utopía es la Abadía de Thélème (nombre derivado del griego, que tiene como significado tranquilo y apacible) mandada construir por Gargantúa para el monje. Thélème es la recompensa para el hermano Juan, así como podría ser también la recompensa para los cristianos virtuosos.
Rabelais forja esta utopía partiendo de la contemplación de la naturaleza y la vida, sosteniendo que el hombre es bueno porque nació bueno, solamente ciertos usos lo corrompen. Thélème es algo más que una abadía, es un mundo convertido en una reunión de hombres y de mujeres educados y buenos, con ganas de estudiar y en el que no existen preceptos y normas. Bajo la divisa “Haz lo que quieras” que rige los destinos de los thélèmitas todos los hombres allí son libres. Thélème es el deseo de fundar una abadía donde la libertad sea la última regla. Aunque Thélème es un regalo para el monje representa en cierto modo el ideal de Gargantúa.
Thélème transgrede lo que se conoce como convento, realmente Thélème no tiene nada que ver con los conventos religiosos, pues son demasiadas las diferencias que determinan esta abadía. Aunque se crea en una religión alimentada de la lectura y meditación de las Santas escrituras, no tiene importancia porque la vida de los habitantes de Thélème es totalmente libre.
Los habitantes de Thélème son bellos y virtuosos tan inteligentes que no necesitan normas ya que no llevarán a cabo ningún acto de libertinaje, habitan igual hombres que mujeres, con unas ocupaciones ociosas. No vive mas que gente honesta y virtuosa, cuya educación ha sido conducida inteligentemente y ellos tienen el sentido de lo que deben hacer, tiene esa bondad inicial.
Repasando el dialogo de este capítulo, observamos en él detalles importantes. Solo quedaba el monje por dotar y Gargantúa lo quería hacer abad de Semitté pero él rehusó.
Pues “¿Cómo podría gobernar a los otros -decía el monje- si no sabría n gobernar a mí mismo? -otorgarme el fundar una abadía a mi gusto”
Satisfizo la demanda de Gargantúa, ofreciéndole entonces el país de Thélème hasta el río Loire, a dos leguas del gran bosque de Port Huault: y el fraile le pidió que instituyera su orden al contrario de otros.
-
En primer lugar -dijo Gargantúa- no habrá que construir murallas a su alrededor, ya que todas las demás abadías están fieramente amuralladas...
-
Muy cierto -dijo el monje- que donde por todas partes hay muro por fuerza se murmura, y hay mucha envidia y mucha conspiración.
Rabelais no tenía la intención de que Thélème fuera un convento tradicional, sobre este diálogo vemos como el monje no quiere apelar a las normas y transgrede todos los convencionalismos propios de un convento de esta época.
Otros detalles significativos del alejamiento a toda religión convencional es la relación de igualdad que existe entre los dos sexos, y la gran simpatía que existe entre hombres y mujeres. La mujer es tratada igual que al hombre.
El amor que nace de un hombre y una mujer conduce al matrimonio y a una vida de felicidad.
En Thélème no son amores platónicos, ellos se casan, y ellos dan a sus maridos toda la alegría que puedan desear.
Thélème es generalmente considerada como el ejemplo de libertad, aunque existen otros puntos de vista, como el de Michel Beaujour que lo desmiente. En efecto:
Los thélèmitas que quieren casarse deben dejar el convento, incluso el tabú de la sexualidad es igual de estricto.
Existe una selección rigurosa para la entrada, puesto que solo son recibidos en Thélème las jóvenes bellas, bien formadas e inteligentes e igualmente los hombres.
Para entrar en Thélème es preciso ser rico.
Este último detalle puede extrañar, pero el autor siente gusto por el lujo y lo deja patente en todas sus formas, es manifestado cuando describió tales maravillas, como telas de oro y plata, las joyas, el oro por todas partes etc...
No hay que olvidar que es la época de las cartillas, donde los arquitectos se interesan por la decoración exterior e interior tanto como de la construcción, Gargantúa es la expresión de este tiempo y la de su autor.
Volviendo a lo anterior, nada prueba que Thélème sea un ejemplo de convento ideal pero si se puede decir que es un anti-convento. Resultando, además, una gran paradoja, se puede creer que Rabelais lanza una nueva herejía a partir de la tendencia del bien que existe en el hombre.
Las creencias de Rabelais no están totalmente definidas, pero lo que esta claro es que el autor no tiene necesidad de instituciones ya que él cree en el libre arbitrio, donde un papel importante a la gracia, y es que a pesar de todo, Dios deja al hombre libre siendo cada uno responsable de sus actos, el hombre puede resistir a las tentaciones y decidirse por el bien o por el mal. Este hecho no deja de ser una paradoja.
El autor a lo largo de su obra denuncia lo que hay de perjudicial en ciertas instituciones y en otras creencias. Por un lado critica la vida de los conventos, acusa a la Facultad de Teología de creer en supersticiones y, sin embargo, afirma la religión evangélica y muestra la belleza de la virtud y una filosofía basada en una gran fe hacia un Dios salvador del hombre, así como la confianza en la bondad natural humana, al menos dentro de una elite. Eso es lo que muestra en Thélème, refugio de los justos, es la cita donde se endoctrina a nobles caballeros y damas bondadosas y bellas.
¿Qué es entonces Thélème? Para Rabelais, la naturaleza trae consigo la paz, la armonía y la belleza de igual forma que lo antinatural y las imposiciones generan malestar y discordia.
A partir de estos pensamientos Rabelais abandona todo residuo medieval, disociándose hacia una nueva ideología y una nueva fe. Intentando vivir con libertad natural y de una manera más humana proponiendo como vía para ello la educación.
Como conclusión podemos decir: Rabelais propone una religión de la palabra donde no son questionan los sacramentos ni las instituciones, no una iglesia pero si una fe cuya substancia está en el Evangelio.
“Fay ce que tu Vouldras”
III.Sobre las creencias de Rabelais
Se puede afirmar que existe un parentesco intelectual entre Erasmo de Rotterdam y Rabelais, así como una gran admiración hacia Tomás Moro.
Puede que se sintiese mas cerca de Erasmo que de Moro, en el que su obra parece nacida de la indignación ante la situación económica inglesa, donde elabora una constitución utópica.
III.1. Rabelais y Erasmo
Puesto que Rabelais sigue las ideas y los textos de Erasmo estudiaremos las creencias en las que se ha podido inspirar. Las ideas políticas de Erasmo se fijan en un príncipe, es decir, en una monarquía (forma de gobierno muy extendida en la Europa de esa época), pero desearía que fuera el mejor posible, el que sus cualidades reflejen al más capaz para ejercer el poder.
Dentro de la religión Erasmo condena todo lo que ha sido conservado del paganismo, todo lo que no se deriva directamente de las enseñanzas de Cristo o de San Pablo, todo lo que parece pura superstición. Erasmo piensa sobre todo en los doctores de la Sorbona y muestra hasta que punto puede ser traicionado el pensamiento evangélico.
En su crítica, los monjes son el objeto de los ataques más frecuentes, de las caricaturas y ridiculizaciones. Los monjes son perezosos y avaros, los conventos imponen esclavitud, piensan que con sus votos ya hacen el bien y están salvados, pero se dejan tentar fácilmente. Estas criticas encuentran su forma definitiva en:”l´Eloge de la Folie” en la cual Rabelais podría haberse inspirado para su obra Gargantúa.
La sátira que hace Erasmo de cristianismo tal y como era comprendida y practicada, por los que no pertenecían al movimiento evangélico, con creencias provenientes de la autoridad eclesiástica y de la Sorbona se parece a la sátira que Rabelais realiza en Gargantúa.
Es en este aspecto donde cobra importancia el capítulo de Thélème puesto que realiza un ataque a los conventos, puede incluso creerse que ese capítulo ha sido creado como pura recreación crítica a los conventos y por extensión ha necesitado crear una alternativa a ellos que pusiese de manifiesto las creencias de Rabelais, introduciendo de modo visible las nuevas filosofías e ideales que trae consigo el renacimiento, dando como resultado la utopía de Thélème. Este capítulo permite una doble lectura.
Desde luego encontramos rasgos que separan a Rabelais de Erasmo, por ejemplo: la amenaza que supone para Erasmo el demonio. Rabelais no niega su existencia pero cree en su poder, Rabelais es un hombre alegre con una fe serena mientras que Erasmo es un hombre triste con una fe inquieta.
Realmente no tiene lugar hacer comparaciones entre Erasmo y Rabelais.
Erasmo de Rotterdam era un teólogo, cuya obra es en buena parte hecha de comentarios y explicaciones de textos bíblicos o religiosos y tratados sobre la vida religiosa etc.
A pesar de ser de espíritu reformista nunca fue partidario de Lutero pues creía en la unidad de la cristiandad.
Según Erasmo, la teología debería orientarse principalmente hacia el estudio de las Escrituras para encontrar los ideales del cristianismo primitivo.
Si afinamos mucho, podemos ver a Rabelais más como un combatiente que como un pensador evangelista, entusiasmado por las ideas de Erasmo.
III.2. Rabelais y Tomás Moro
Otra de las fuentes a las que hay que acudir para comprender la utopía de Thélème es el pensamiento de Tomás Moro.
Utopía se nos presenta como un concepto intrigante, etimológicamente parece fácil hacerla derivar del griego: Un prefijo negativo “ou” y el sustantivo “topos” designaría una negación topográfica “el no lugar”. Moro latiniza el termina y escribe “utopía” en lugar de “outopía” , construyendo así una forma ambigua.
Tanto Moro, como Erasmo y Budé se permitieron la licencia de crear neologismos e incluso los “utopistas” posteriores se apuntaron al juego semántico, aportando nuevas palabras: Distopía, antiotopía, cacotopía, oudetopía, metopía etc.
Utopía no debe confundirse con sueño, quimera, profecía e ilusión frustrada, imposible, huída o excusa. Para nosotros utopía la traduciríamos como “cerca de ningún lugar”. No se trata de pura ficción sino que es una realidad posible, próxima a todos y a todo si se ponen las condiciones para su posibilidad. Sería el futuro, que no es, pero será.
Las fuentes de “Utopía” no resulta difícil localizarlas, puesto que el propio Moro las facilita: La obra política de Platón, la Philosophia de Christi y los relatos de viajes de la época.
Todas las utopías arrancan de algo, tienen una referencia, bien de hechos o personas.
De toda la inspiración platónica donde más se detiene es en el plano político, formulando una planificación de la sociedad. Moro conocía pefectamente la obra de Platon, se identifica con sus planteamientos y coinciden ampliamente. No hay que olvidar que para muchos Platón tenia un sabor precristiano.
La obra de Platón “La República” trata del tema: La justicia en el individuo y en el Estado. Se trata de una utopía política en la que el gobierno pertenece a los filósofos (o los gobernantes han de practicar la filosofía). Gobierno, por tanto, monárquico o aristocrático, pero en el que la aristocracia es una aristocracia de la virtud y del saber, no de la sangre. Los gobernantes no serán conducidos por la ambición personal y el derecho del más fuerte, se inspiran en la contemplación del orden inmutable de las ideas.
La ciudad platónica se compone de tres clases sociales que se corresponden con las partes del alma. A cada clase se le asigna una tarea y virtud: Se trata de una organización política estrictamente jerarquizada. No todos los hombres están igualmente dotados por la naturaleza ni deben realizar las mismas funciones. En cada uno predomina un alma y ha de ser educado de acuerdo con las funciones que deba realizar: El Estado platónico es ante todo una institución educadora. La meta de Platón era la Polis ideal: en Moro, la Polis cristiana.
Tomás Moro recuerda las democracias antiguas y expone las condiciones de un régimen político ideal. Él piensa que con las instituciones como las de Francia o Inglaterra no hay ninguna esperanza de mejoría para la sociedad. Los reyes continúan ciegos ante todo, los cortesanos corrompidos y las pobres gentes oprimidas.
El mal viene en gran parte porque existe un número de hombres que poseen todo y no hacen nada, mientras que la mayoría de los habitantes no tienen casi nada y trabajan para vivir. El único remedio es la supresión de la propiedad privada. Dentro de un estado ideal, la doctrina de Cristo inspiraría a las personas y a las instituciones. Nadie sería perseguido por sus opiniones. La tolerancia sería la regla, incluso el respeto a los materialistas que serían excluidos solamente de las magistraturas y de las funciones públicas. La moral de una nación así sería elevada y rigurosa.
Moro de gran importancia a las condiciones económicas, piensa que del régimen de la propiedad y de la organización del trabajo dependen la salud y la felicidad de la nación. En un país donde la tierra sería un bien común, donde todo el mundo trabajaría y no habría pobres y la cuestión social sería regulada por la felicidad general.
Se consideraría la guerra como el peor de los males. Se procuraría la máxima felicidad a todos los ciudadanos, no se encontrarían categorías desfavorecidas.
En la mayoría de los países, los bienes son consagrados al lujo: fiestas en la corte, fasto del rey y de los señores arruinando la nación. En Utopía el lujo estaría proscrito. Sería un Estado rico puesto que toda la actividad de los ciudadanos estaría consagrada a la producción incluso los prisioneros de guerra añadirían su trabajo al de los ciudadanos.
“Trabajar para la felicidad general es religión.”
Por último Tomás Moro no admite la monarquía ni la sociedad fundada sobre los privilegios del nacimiento y el dinero. Juzga necesaria una estricta disciplina para conservar la igualdad.
Moro es un católico practicante, defensor del Catolicismo contra las nuevas herejías, perfecto conocedor de la Biblia y la Patristica que pretende exportar el ejemplo de los primeros cristianos a una sociedad mercantilizada.
Fuentes próximas Tomás Moro las encontró en los relatos de viajes que divulgó Americo Vespucio y que tuvieron una gran repercusión.
“Tierras exóticas, pueblos que viven en comunidad, que desprecian el oro, sin propiedad, en arreglo a la naturaleza e incluso, sin rey.”
Visión que no se parecía en nada a la actual realidad y de la que se sirvió para su “Utopía”.
En realidad, el siglo XVI fue una época de florecimiento de la sensibilidad religiosa y de numerosas transformaciones. Se amplia el marco geográfico con el descubrimiento de América, las corrientes europeas de carácter espiritual manifiestan un deseo de reforma de la iglesia y una vuelta a los orígenes.
La Reforma tuvo amplias repercusiones políticas (apoyo de príncipes alemanes, etc.) y sociales (guerras de los campesinos en Alemania), provoca continuos conflictos (guerra contra los hugonotes en Francia).
La Contrareforma (Trento, 1545-1563) y la fundación de la compañía de Jesús (1540 configuran conservar para el catolicismo los países del sur de Europa.
IV.Conclusión
Escribir aquí la conclusión.
XVII
III
I.Introducción
IV
II.¿Qué es Thélème?
XI
III.Sobre las creencias de Rabelais
XIV
III.1. Rabelais y Erasmo
XX
III.2. Rabelais y Tomás Moro
XXI
IV. Conclusión
Descargar
Enviado por: | Mayte Noeno |
Idioma: | castellano |
País: | España |