Literatura
Fortunata y Jacinta; Benito Pérez Galdós
Papel del matrimonio y visión de la maternidad.
El matrimonio
Una de las mayores y más reconocida obra de Galdós es Fortunata y Jacinta donde queda fielmente reflejada la sociedad burguesa de la época. A parte del reflejo de los modos de vivir de esta sociedad, el autor nos transmite una fiel imagen del papel de la mujer dentro de esta estructura social.
Dentro del papel que cumple la mujer en la obra, se puede destacar el tema de la maternidad tan vinculada a esta. De este modo la necesidad que tiene Jacinta de experimentar la maternidad es vista como el deseo de encontrar su sitio social ya que el puesto de madre le puede dar una identidad clara dentro de la estructura social del momento histórico en el que transcurre la trama de la novela. El matrimonio se ve como una especie de contrato cuyo uno de los principales fines es procrear y como Jacinta no se queda embarazada siente esta ausencia como una falta suya, está incumpliendo el contrato matrimonial.
En la novela hay numerosas alusiones al matrimonio. En realidad se trata de la historia de dos mujeres casadas, de dos matrimonios.
Es importante plantearse cuál es el papel del matrimonio en el siglo XIX. Engels en El origen de la familia nos dice que la primera opresión de clase coincide con la opresión del sexo femenino por el masculino. Afirma que dentro del matrimonio la mujer y los niños son propiedad y siervos del hombre. La mujer, limitada a su función reproductora, está al servicio de la familia, de la casa marcada con el nombre del padre. En el matrimonio esposa y madre son dos términos inseparables. La mujer debe renunciar a cualquier otra alternativa fuera de la maternidad para alcanzar su “felicidad” conyugal. A esta se le exige una doble maternidad dirigida por un lado al niño y por otro al marido, dirigida al sexo masculino.
La primera parte de la novela está dedicada a la narración de las causas que llevaron al matrimonio a Baldomero y a Bárbara, padres de Juanito. Juanito se hace amante de Fortunata y después marido de Jacinta. Este matrimonio debería producir un heredero que llegará al final y de este modo Jacinta podrá honrar el contrato matrimonial.
En el caso de Fortunata que se casa con Maximiliano existe una diferencia porque ella no quiere asumir las expectativas maternales propias de su condición de esposa. Ella tiene sus propias ideas sobre los vínculos legales que unen a una pareja y quiere ponerlas en práctica. Quiere cambiar un niño por otro y aquí podemos ver esa noción de doble maternidad. Desea cambiar al hijo por el padre y así lo expresa dirigiéndose a Juanito: “ Escucha nenito de mí vida lo que se me ha ocurrido. Una gran idea; verás le voy a proponer un trato a tú mujer. A ver qué te parece. Yo le cedo a ella un hijo tuyo y ella me cede a mí su marido. Total, cambiar el nene chico por el nene grande.
En realidad Fortunata piensa que si no hay niños no hay matrimonio y que por ser ella la madre también es la verdadera esposa.
De este modo el equilibrio que expresa Freud, mujer = esposa = madre, se rompe en esta novela, los términos aquí no se igualan. Tenemos una esposa estéril y una madre amante. Para igualar los términos tenemos que tener en cuenta que la esposa tiene que actuar como madre el hijo y del marido. Por eso Fortunata no tiene inconveniente en cambiar los niños y Jacinta se esfuerza en cumplir con la otra maternidad, la dirigida al esposo.
Queda claro que el papel de la niña cuando se hace mayor es el de ser esposa y madre. Este papel es pasivo, sin habla porque la palabra, el lenguaje está esencialmente ligado a la actividad, a lo masculino. En la novela hay numerosas alusiones a la falta de preparación intelectual de todas las mujeres. Por ejemplo: “ Jacinta no tenía ninguna especie de erudición. Había leído muy pocos libros. Era completamente ignorante en cuestiones de geografía”. También se menciona el poco interés de las mujeres por la historia. Sólo les interesa su propia historia de maternidad. Estas mujeres, por tanto, son propiedad del hombre y están puestas al servicio de su reproducción: la feminidad, la maternidad y el matrimonio no pueden desligarse.
La maternidad
En cuanto a la maternidad, Jacinta es la casada estéril, inútil en un sistema económico basado naturalmente en la producción, la mujer es integrada como productora de hijos, como madre. Por lo tanto el matrimonio entre Juanito y Jacinta es un fracaso.
Jacinta pesca un marido estupendo: “ la tercera de las chicas, Jacinta, pescó marido al año siguiente. ¡Y qué marido!. El uso del verbo “pescar” refuerza la idea de la conveniencia de un marido como Juanito a la vez que insinúa que la mujer /esposa/madre de Juanito puede ser cualquiera, mientras que un pez, una adquisición como él, un “delfín” es única. Hay muchas pescadoras para un sólo varón.
Los datos que se nos aportan en la novela sobre Jacinta nos demuestran que será tan fracasada en el matrimonio como su madre. Isabel Cordero tiene nueve hijos pero sin embargo este exceso productivo tampoco la hará valiosa en el mercado patriarcal ya que siete de sus hijos son hembras. El desprecio por la descendencia femenina se muestra claramente: “de estas nueve cifras siete correspondían al sexo femenino ¡vaya una plaga que le había caído al bueno de Gumersindo! ¿Qué hacer con siete chiquillas? ¿Cómo casarlas bien a todas? ¿De dónde iban a salir siete maridos buenos?”.
Queda claro que la descendencia femenina es una carga. El único fin de la mujer es el de casarse y procrear, no sirve para ninguna otra cosa. Coser y tejer son primordialmente tareas femeninas. Freud dijo que “ aunque las mujeres no hayan contribuido más que marginalmente a los descubrimientos e invenciones, sí tienen una técnica que les es propia: la técnica del trenzado y el tejido”
Las mujeres cosen mientras charlan y piensan, hablan de los hijos, de la maternidad.
Freud asocia la acción de coser y de tejer con el deseo que tiene la mujer por tapar sus faltas o defectos. Jacinta no tiene hijos y el marido le es infiel, es realmente culpable por mostrar esta falta, esta doble ausencia como mujer (falta de pene) y como madre (falta de hijos). Es primordial tener descendencia masculina, cuando la descendencia es femenina es porque se ha producido una desviación de esta regla, es un fallo por parte de la madre que debe ser tapado. De este modo, Jacinta ya nace con una marca de negatividad, es mujer, se define a partir de su “no - ser - hombre”. No es un muchacho y por tanto no es responsabilidad del padre. Isabel, la madre, y no su marido, será la encargada de sacar el dinero de debajo de las piedras, de encargarse de la economía familiar para colocar bien a las hijas. Solamente se podrán salvar estas hijas inútiles encontrando un buen marido y casándose.
A Jacinta le llegará el matrimonio con Juanito. Su suegra trata de buscar y escoger una buena esposa para su hijo, esta tiene que ser adecuada para sustituirla en el papel de madre. Pero Jacinta es una mercancía inútil, su esterilidad la anula como mujer.
Los capítulos dedicados a la compra del primer niño son los únicos que la muestran en un papel activo. Todo este episodio de la compra del niño es considerado como una transacción comercial que puede resumirse en las siguientes palabras de Jacinta dirigidas a su marido: “Considéralo una compra que hemos hecho. Si compráramos un perrito, ¿no querrías verlo?”. Para dar por finalizado este asunto, Juanito le dice a su mujer: “ Y ahora despídete de tú novela”. A Jacinta se le niega la escritura. Las mujeres no escriben textos. Jacinta vuelve otra vez a la sujeción del esposo, a la economía patriarcal que impide la apropiación del hijo por la madre. Se queda sin hijo, sin nada. Mujer que no es madre, no es mujer.
En este momento Fortunata es la otra mitad, el complemento de Jacinta que tiene lo que a ella le falta. Pero a esta otra le falta la fidelidad. A la mujer le está prohibido el adulterio porque la fidelidad de la mujer es la única certidumbre que el hombre tiene de que sus bienes, sus riquezas y su ser, van a pasar a sus hijos y a sus nietos. La fidelidad de la esposa es la garantía de la inmortalidad del marido. Fortunata será la madre pero tanto ella como Jacinta salen perdiendo porque en ninguna se manifiesta lo establecido: mujer = esposa = madre.
El nacimiento del niño
Como ya se ha comentado, Fortunata cree que dando a luz a un heredero de Juanito podrá hacerse con una identidad y así ser vista como mujer a los ojos de Juanito. Necesita ocupar el puesto de esposa que legalmente pertenece a Jacinta.
El papel de Fortunata - madre es el siguiente: el padre es el que engendra al niño, por tanto este llevará su nombre, ella lo cuida y estará junto a él únicamente en cuanto se necesite de ella. Cuando el hijo ya no necesite de la madre, será arrancado de ella y devuelto a su padre, a su dueño. Teresa M° Vilarós ha visto una similitud entre la concepción de Juanín por Fortunata y la de Jesús por la Virgen. Existen numerosas similitudes con la historia del nacimiento de Cristo. A María le anuncia la noticia un ángel y a Fortunata Maxi (su marido). Al marido el embarazo le es anunciado en sueños, cumple la función de anunciador y de padre putativo como San José, no tiene nada que ver con la concepción del niño.
Fortunata una vez conseguido su objetivo empieza a darse cuenta de la inutilidad del esfuerzo porque una vez amamantado el niño no pertenece a la madre y debe volver a la casa paterna. Ahora Jacinta, gracias al hijo de Fortunata va a poder representar su papel. No ha sido el recipiente del niño pero será su cuidadora. Cuando Fortunata ve que no puede amamantar al niño, ve también su final y dice: “Si me muero me llevo a mí hijo conmigo. Es mío, le he dado la vida”. Aquí Fortunata está en un error porque según la concepción de la época, ella, como todas las mujeres, es en última instancia estéril, concibe pero no engendra. Únicamente el padre es el que procrea. Fortunata ha cumplido ya su papel de recipiente. El hijo vuelve al padre y la madre herida de muerte por la separación se seca y se descompone.
El cuerpo de Fortunata queda expulsado porque era un suplemento ya innecesario.
Visión de la mujer como mercancía o alimento.
Fortunata y Jacinta como mercancías ante el sexo masculino.
Un regalo debe ser gastado, consumido o comido, el alimento es una de las formas más comunes de regalo. Según Hyde el intercambio de regalos toma siempre una forma erótica y esto lo podemos ver en la lectura de esta novela. La obra nos presenta dos momentos importantes donde aparece el ofrecimiento de un regalo. El primero se muestra al principio de la novela con el ofrecimiento el huevo crudo que Fortunata hace a Juanito. El segundo es el ofrecimiento del niño como si se tratase de un regalo. En ambos casos la persona que ofrece el regalo es Fortunata.
Existe una similitud entre el huevo crudo y el niño, el huevo sería un hijo en estado embrionario mientras que el niño es ya el polluelo. La diferencia es que los destinatarios de los regalos son distintos, Juanito en el caso del huevo, Jacinta en el caso del niño. También el desenlace es distinto, Juanito no acepta el huevo pero Jacinta sí acepta el niño.
Si a estos intercambios añadimos la noción de regalo aparecerán los conceptos de usura y propiedad. El dinero en la teoría freudiana de la sexualidad está estrechamente relacionado con lo masculino, con el concepto de regalo y con el nacimiento de los hijos.
Cuando Juanito rechaza el huevo, rechaza el sistema de intercambio que todo regalo implica y debería haber rechazado, por tanto, un intercambio erótico con la joven. Sin embargo, el rechazo del huevo no se corresponde con un rechazo sexual hacia Fortunata. Juanito rechaza el regalo pero se apropia de Fortunata, no existe intercambio, esto le da el poder y la autoridad patriarcal basado en la venta o intercambio de mercancías. Para Hyde la mercancía tiene un coste, mientras que el regalo tiene un valor. El valor del regalo no tiene precio mientras que el valor de la mercancía sí lo tiene.
El rechazo de Juanito del huevo-óvulo de Fortunata implica el rechazo de todo valor de Fortunata a favor de coste. Como mujer, Fortunata, es para Juanito una mercancía de precio irrisorio y fácilmente intercambiable. Como sexualizados objetos de uso, Fortunata y Jacinta son para Juanito artículos disponibles de bajo y nulo coste, más irrisorio aparece aún su potencial de fecundación a no ser que esté autorizado por el hombre.
Juanito rechaza el huevo de Fortunata porque no lo necesita. Se constata que las mujeres percibidas como objetos son intercambiables para el hombre, Juanito, por tanto, es propietario. A él no le interesa un intercambio de regalos, solo quiere poseer porque en todo intercambio de regalos aparecen tres obligaciones: dar, recibir y corresponder, y esto último es lo que Juanito no quiere.
Fortunata le ofrece el huevo que es a la vez embrión humano y óvulo femenino. Como embrión el huevo nos remite a la descendencia y por tanto a la única forma posible de inmortalidad humana, como óvulo a la necesidad de incorporación de lo femenino a la consumación del acto que lleva al hombre a su inmortalidad. Fortunata al regalar el huevo se ofrece de forma total, evoca la imagen de Eva ofreciendo la manzana a Adán. Ella es para Juanito imagen del demonio y de la tentación. El huevo y el óvulo de Fortunata es un regalo tan peligroso para el hombre como la manzana del árbol prohibido.
De todos modos el regalo que hace Fortunata de su feminidad y maternidad será la representación de algo nuevo que empieza. Jacinta recogerá y cerrará el círculo oval de la feminidad empezando por Fortunata. Cuando Fortunata muere renace Jacinta en una maternidad esta vez regalada por otra mujer.
La mujer vista como alimento
Es en su viaje de bodas cuando Jacinta tiene las primeras noticias de la existencia de Fortunata. En este viaje Galdós plasma un sentimiento de tensión y angustia. Esta tensión entre la pareja aparece reflejada en la transposición paisajística. Todo este viaje en el tren representa el viaje por el canal vaginal hacia la luz, puede considerarse como un parto, la persona embarazada esta vez no es una mujer sino que se trata de Juanito. Jacinta es la comadrona y el ser que nace es Fortunata.
Fortunata, de nuevo, está asociada al huevo símbolo de la feminidad y la fertilidad. El primer contacto entre las dos mujeres está definido por este huevo-óvulo y enmarcado en un juego de espejos inversores, el hombre da a luz a la mujer. La comida y la descendencia vuelven a unirse y aparecen en este momento de la novela como premonición y anticipación de la esterilidad de Jacinta y de su futura obsesión con tener hijos. Aquí ya sospecha Jacinta la existencia de un hijo entre su marido y Fortunata.
Cuando Jacinta piensa: “A su tiempo maduran las uvas (...) y sabré si hay o no algún huevecito por ahí” quiere aceptar y participar del ofrecimiento de Fortunata. Lo que Juanito no hizo, quiere hacerlo ella.
De nuevo tenemos el concepto de mujer como una mercancía y como una comida, Juanito se come a las dos pero a la vez las rechaza. Fortunata descrita aquí por él aparece comiendo un huevo y Jacinta está constantemente haciendo referencias a la comida.
En la narración de su primer encuentro con Fortunata Juanito le dice a Jacinta golosa, inmediatamente cambia el ansia por comer algo dulce de Jacinta, es decir, el ansia sexual por su propia ansia voraz. Jacinta a la vez que es golosa es también apetecible para él porque tiene ganas de comérsela y la convierte así en algo suyo. Las dos mujeres están imprimidas por el ansia de voracidad del hombre, son figuras maternales que se asocian a la comida, en definitiva son devoradas por Juanito.
Cuando Juanito rechaza el huevo de Fortunata a pesar de hacerla su amante ella se convierte en carne. Goldman llama la atención sobre el hecho de que las chuletas no sólo parecen ser el alimento más nombrado en la novela sino que también representan a Fortunata, ella es una chuleta o chulita y por tanto carne en el sentido prohibido, queda representada como un objeto de deseo sexual y como tentación femenina, esta lista para ser devorada por todos los hombres que la rodean excepto por su marido.
Maximiliano tenía problemas con la comida y estos se pueden señalar como una métafora de su impotencia sexual ya que como hemos visto la mujer aparece como alimento. Él tampoco puede ser padre y el hijo que tiene su mujer no es suyo.
Al papel de Fortunata como carne podemos añadir su papel como droga. Así lo dice Ballester: “Es peligroso sostener relaciones con Fortunata. Ella es droga fuerte”. Por causa de esta doble asimilación de Fortunata, la mujer se percibe a la vez como bueno y malo, como ángel y como diablo, como remedio y como veneno. La mujer madre que representa se ve como una droga capaz de destruir. Todos los hombres la consumen en el sexo y avaricia y pretenden de una forma u otra aprovecharse de esta droga.
Cuando Fortunata es eliminada de la novela deja un espacio abierto equivalente al vacío que para el hombre supone la castración. El cuerpo masculino pretende curarse de este miedo con lo femenino, con la mujer convertida en droga que cura.
La muerte de Fortunata aparentemente permite restablecer el orden primero de la novela: nada ha cambiado. Pero todos los que se han aproximado a Fortunata quedarán marcados por la droga de por vida: Ballester pierde su farmacia y al ser farmacéutico pierde su identidad. A Maximiliano se le castiga con su desaparición del mundo real, es encerrado en un manicomio. Solamente parece mantenerse intacto Juaito Santa Cruz que se hace irónicamente monstruoso, gracias a esta ironía es el que peor parado queda al final de la novela: “No ser nadie en presencia de su mujer, no encontrar allí aquel refugio a que periódicamente estaba...”
El papel masculino de la mujer: Doña Lupe.
La masculinidad de Doña Lupe es evidente a lo largo de toda la novela. Viuda se pone al mando de la familia, la madre ocupa el puesto de padre. Los huérfanos y sobrinos de Doña Lupe toman y aceptan a su tía como sustituto de unos padres ausentes.
La falta de un pecho de Doña Lupe por la enfermedad nos lleva a pensar en las míticas amazonas, mujeres que se cortaban un pecho para poder empuñar mejor el arco y las flechas. Se elimina la parte del cuerpo femenino destinada a alimentar a los hijos. Estas mujeres se relacionan con el alimento de una manera secundaria, a través de la caza y de las armas. Doña Lupe reproduce este tipo de relación, ella es la encargada de la custodia de la familia y de darles cobijo y alimento pero a la vez ella no es el recipiente y la nodriza, para ser madre tiene que ser también padre: ser hombre y mujer al mismo tiempo. Su metamorfosis hacia lo masculino es completamente o casi completa en el sentido de que lo económico es lo más importante para ella. Se relaciona con sus hijos (sus sobrinos) siempre desde la administración y por lo tanto más como un padre que como una madre, sus sentimientos se insertan en lo patriarcal.
Imagen de la mujer en la obra de galdós.
Al estudiar la obra de Galdós y el papel que tiene en ella la mujer debemos atender al nuevo camino que toma la novela en España.
Como influjo de la ciencia en la concepción de la obra literaria, el novelista pretenderá una observación rigurosa de la realidad, semejante a la del científico experimental. Ya no se huye de la realidad sino que se propone retratarla, frecuentemente con intención crítica. Así nace el realismo y con este la sublime figura de don Benito Pérez Galdós.
La novela es el género adecuado para lo que el escritor se propone: desarrollar la epopeya de la vida diaria. Busca una fidelidad descriptiva que se ejercerá en dos direcciones: los ambientes y la psicología. El novelista ha de ser siempre un visionario, alguien que sabe mirar para ver luego visiones verídicas, aunque no toda mirada es capaz de engendrar visiones. Hay quienes no alcanzan nada puro, o sólo ve espejismos, otros que se figuran personajes, mientras que está el verdadero novelista cuya mirada, universo donde lo que verdaderamente encarna la fiereza de la misma realidad es, precisamente, la mujer, esta es el elemento clave en la obra de Galdós para mostrar lo que está sucediendo en España. La mujer en la obra de Galdós no parece ser una creación artística, sino un ser con existencia propia. La múltiple presencia de la mujer en la obra de Galdós es un aspecto de gran interés ya que es la primera irrupción de la mujer en la literatura española. Afirma María Zambrano en su obra La España de Galdós que este es “ el primer escritor español que introduce a todo riesgo las mujeres en su mundo. Las mujeres múltiples y diversas, reales y distintas, ontológicamente iguales al varón... y esta es la novedad... existen como el hombre, tienen el mismo género de realidad, es lo decisivo y lo que se da a ver”.
Frente a la mujer real en Galdós en una de nuestras obras universales, El Quijote, no hay ninguna mujer real de gran talla. Dulcinea no es la mujer real sino la que Don Quijote inventa (como ocurre durante toda la Edad Media), es simplemente la amada, un cúmulo de perfecciones, de quien el caballero recibe un impulso vital y espiritual para seguir adelante. En realidad Cervantes ten{ia una opinión muy diferente sobre la mujer, véase cuando Don Quijote dice a Basilio en el capítulo XXII: “ opinión fue de no sé qué sabio que no había en todo el mundo sino una sola mujer buena”. Este ejemplo resulta sumamente revelador de lo que fue la mujer en la vida española. Apenas se le ha dado individualidad, sino que su existencia se da en tipos y en géneros.
Cuando Galdós comienza a novelar ya la mujer ha obtenido esa existencia individual. Ya la vida europea estaba llena de mujeres, ésta existe, vive en el mundo, donde el hombre la encuentra con una realidad propia: “ a la mujer idea, fantasma, engendro poético han sucedido las mujeres”. Pronto aparecen escritoras, pintoras y, en fin, la mujer ejercerá un papel muy relevante en la vida social europea.
Esta posibilidad de hacer historias de mujeres es heredada del Romanticismo. Para Galdós la unidad está en el individuo, siendo la sociedad y la cultura el conjunto que resulta de la unión de diversos individuos: “ la historia es la suma de las historias”. Galdós está enamorado de sus personajes, sobre todo de los femeninos cuya historia transcribe impecablemente. Galdós es un heredero, pues, del Romanticismo, aunque estas mujeres no son románticas; lo que realmente hace es transcribir el mundo español, esquivo a todo lo romántico.
Los personajes femeninos en la obra de Galdós.
Algunos personajes femeninos de gran importancia dentro de la obra de Galdós son las llamadas “ desheredadas”, Paquita Juárez de Misericordia, “ la de Bringas”, Eloísa Bueno de Guzmán y la desheredada por antonomasia, Isidora de Aransis, uno de los más trágicos personajes de Galdós. En tales figuras poco importa su amor al lujo y su profundo materialísmo, sino esa furia que las hace desafiar al destino, al mundo. Así Isidora “ nunca cede, cuando el infortunio y la miseria la cercan, tampoco cede, pues al firmar la renuncia a su herencia firma su renuncia a la vida”
Por el contrario los hombres en Galdós tienen mucho de pasivo: Ángel Guerra, León Roch, Bueno de Guzmán, son víctimas que se han dejado arrastrar. Las mujeres sí son activas, como dice María Zambrano: “ Hay que admirar esa lucha por sus trapos, por sus sombrillas, por sus sombreros, por sus lazos y flores”. Quizá haya en esta lucha cierto sarcasmo, tal vez la mujer haya sido cercada por la sociedad o acaso por el hombre. Todas o casi todas luchan por su distinción, por su nobleza, son “ seres de amenazada sustancia, parecen los últimos espejismos de una España con Virreinatos y Adelantados, de la España del gran capitán y sus tesoros, del Duque de Osura el Grande”. Lo que pretende Galdós es burlarse no de esas mujeres, sino de las grandezas del pasado español. Son la caricatura de las glorias pasadas.
Las desheredadas son personajes de verdad que luchan y resisten inagotables. El de mayor estatura heroica es Fortunata, hija del pueblo de Madrid. Es el origen clarísimo de un pueblo. Más abajo socialmente hay alguien muy pobre, una criada llegada de la Alcarria, Benigna de Casía, “Nina”, la de Misericordia. Es un personaje que alcanza la creación en un humilde empleo, saca de la nada lo que su señora necesita para sustentarse y lo que necesita para mantener la dignidad, para aparentar. Nina pide limosna “con la naturalidad de quien piensa que el pedir y el dar es la ley del mundo, de quien no cree en la justicia sino en la misericordia”.
Nina, Fortunata, Tristana, Eloísa, ... no son más que “verdaderos arquetipos del ser y el estar de los españoles”. Ya Zambrano al leer por primera vez a Galdós se dio cuenta de que “leía a España por dentro”. La obra de Galdós es un mundo de personajes que arrastra consigo toda la historia de España.
A lo largo de su creación artística el autor va a recoger auténticos representantes de una clase media donde destacará precisamente un personaje femenino que intenta conservar los privilegios sociales y la lujosa vida que vivieron antaño, “representantes de una clase que vive hacia el exterior sin darse cuenta que con ello están labrando su propia destrucción y la destrucción de lo que les rodea”.
A diferencia de Doña Paca, Rosalía Pipaón o la femenina familia de Villaamil está Nina, “ su trabajo, su fortaleza de carácter, la fuerza de voluntad...”.
Señala J. M° Jover el importante papel de la mujer en las obras de Galdós: “la señorita, la mujer de clase media alta es introvertida (pasiva, en este caso), frente a la mujer del pueblo, extravertida, presente siempre en el mercado, en la plazuela, en el corro callejero; en la calle levantada cuando soplan vientos de revolución”. Señala el autor la simpatía que siente Galdós por las clases populares de la ciudad. Por ejemplo: frente a la cobardía de Doña Paca y lo que ella representa, a un pueblo español que quiere volver a ser lo que era antaño pero que no hace nada para conseguirlo, está Nina que sí sabe luchar por sobrevivir en ese mundo caótico y materialista.
Breve análisis del papel de la mujer en Misericordia y Miau.
Como ya hemos señalado es importante el papel de la mujer luchadora que aparece representado en la obra de Galdós. Misericordia y Miau son dos obras importantes de Galdós, a estas hay que unirle la novela más conocida del autor Fortunata y Jacinta. Podemos hacer un breve análisis del papel de la mujer en las dos primeras obras y extendernos más en la función que tiene la mujer y lo femenino dentro de Fortunata y Jacinta por ser esta considerada una de las grandes creaciones del autor.
Misericordia.
Evidentemente en 1897, cuando Galdós escribe Misericordia, elige más lo malo que lo bueno de una clase media.
Es precisamente un personaje femenino, Doña Paca, el más completo representante, junto a Frasquito Ponte, de esa clase media, que nuestro escritor llevará tantas veces a sus novelas, poniendo en práctica sus ideas teóricas. Una clase media que intenta conservar los privilegios sociales y el ritmo de vida que tuviera en sus años de apogeo: Doña Paca vive del pasado y sus mejores horas son aquellas en que rememora, al lado de Ponte, buenos tiempos, resucitando personas y personajes que, directa o indirectamente, pasaron por su vida. Doña Frasquita es descuidada, frívola y caprichosa, personaje que vivió hacia fuera sin mesura y los esfuerzos de ayer le han conducido a la vergüenza de hoy: “ ¿ Pero a dónde voy yo con esta facha, sin ropa decente, temiendo tropezarme a cada paso con personas que me conocieron en otra posición, o con tipos ordinarios y soeces a quien se debe alguna cantidad?” (Capítulo X)
Nina será el centro de Misericordia porque ella es un personaje único en el mundo de Galdós, en la novela española, “pues que está en el centro de la acción, llevando sobre sí la carga de todo lo que sucede”
Miau.
Las mujeres de la familia, como dice R. Gullón, están “bien asentadas en el espacio de la cursilería y que, por inconsciencia, frivolidad y estupidez amargan la vida a Villaamil, se desviven por aparentar lo que no son, perdiéndose en vagos recuerdos de un ayer en el que, durante un instante, alguien las vio, o dijo verlas según ellas se imaginaban”
Viven entre la realidad y la apariencia. Se refugian en el mundo de la ópera como un modo de evadir su verdadera y penosa situación. Viven de los recuerdos de un pasado glorioso, justo lo que está pasando en España durante el siglo XIX. Se mira hacia el antes con orgullo y se quiere volver a él pero a través del recuerdo, ya que esta es una forma sencilla, sin gastar energías en trabajar por sacar adelante lo que es la España del momento.
Conclusión.
Nada mejor que terminar nuestro trabajo recogiendo la opinión de María Zambrano, expuesta en su obra La España de Galdós:
“ Hay un aspecto de singular interés y protagonismo en la obra de Galdós y es la múltiple presencia de la mujer. Primera irrupción de la mujer en la literatura española, hasta Galdós ausente en ella.
A Galdós le cae en suerte contar historias de mujeres en un país que no acepta su propia historia, que no se doblega a ella y que, tratándose de la mujer, entiende la historia como sombra, como culpa solamente”.
Vida y obra de Benito Pérez Galdós.
Nuestro novelista nació en Las Palmas en el año 1843. Ya a muy temprana edad se empezó a sentir atraído por la pintura y por la música. Entre los años 1857-1862 compuso algunos poemas y un drama en verso de escaso interés, así como un escrito satírico, Un viaje redondo por el bachiller Sansón Carrasco. Estudió derecho, durante estos años en Madrid asistió a numerosas tertulias, cursos y conferencias. Comenzó en la actividad periodística con sus colaboraciones en La nación (1865) donde insertó su traducción al castellano de Pickwick de Dickens, autor que junto a Cervantes y Balzac ejercen una profunda influencia en su obra.
Los años posteriores fueron de total consagración en su tarea literaria. Realizó pequeñas incursiones políticas, como diputado liberal, que le permitió observar de cerca el funcionamiento y la burocracia del estado. En 1897 ingresó en la Academia Española. A finales de siglo su ideología le encaminó hacia un socialismo humanitario. En 1906 fue elegido diputado republicano. Es significativo el hecho de que la Academia se negara a apoyar su candidatura al premio Nobel por razones políticas, hecho que se repitió en dos fechas, 1905 y 1912.
Los últimos años de Galdós fueron tristes: coincidieron las dificultades económicas y la progresiva ceguera con el fracaso de sus últimas obras teatrales y el olvido en que le sumió la joven generación de autores.
Galdós es después de Lope de Vega el autor más fecundo de la literatura española: sesenta y siete novelas, veintidós obras teatrales y un gran número de ensayos y artículos periodísticos. Su obra nos ofrece un amplio panorama de la vida social del siglo XIX; en ella se hayan representadas íntegramente las distintas capas sociales (con predominio de la clase media) y se reflejan los acontecimientos y problemas políticos, sociales, ideológicos y culturales. Él piensa que “la novela debe ser imagen de la vida” (La sociedad presente como materia novelable.)
Su obra se inicia con un relato en el que se mezcla fantasía y realidad, La sombra (1871), y dos novelas históricas: La fontana de oro (1868) y El audaz: historia de un radical de antaño (1871). Se propone estudiar los orígenes de la Revolución española relacionándolos con su repercusión en el presente, este propósito lo continúa en las dos primeras series de los Episodios nacionales (1873-1879).
A la cuestión religiosa presente durante los años 70 responden cuatro novelas: Doña Perfecta (1876), Gloria (1876-1877), donde se confronta el fanatismo cristiano de la familia de Gloria con el fanatismo judío de la madre de Daniel Morton; La familia de León Roch (1878) y Marianela (1878). En ellas Galdós denuncia el clericalismo y la intolerancia religiosa.
Con La desheredada (1881) el autor inicia el ciclo de novelas contemporáneas en donde refleja fielmente la vida madrileña. Los personajes proceden de toda clase de ambientes y reaparecen en distintas novelas. Entre las primeras novelas de esta serie figuran El amigo manso (1882), El doctor centeno (1883), Tormento (1884) y La de Bringas (1884). En estas novelas los personajes aparentan un bienestar que no poseen, se les unen Lo prohibido (1884-1885), Fortunata y Jacinta (1887), Miau (1888) y la serie de Torquemada (1889-1895). A partir de 1891 el autor se inspira en el neocristianismo de la novela rusa, pertenecen a esta etapa novelas como Nazarín (1895), Halma (1895) y Misericordia (1897).
En 1898 reanuda la redacción de los Episodios nacionales. Por esta época se encuentra también su renovado interés por el teatro. Ya con anterioridad había escrito La loca de la casa (1892) y El abuelo (1897), novelas dialogadas que no son representables a causa de su extensión. Escenificó diversas novelas suyas y compuso dramas y comedias: La de San Quintín (1894), Electra (1901), Mariucha (1903), etc. El teatro de Galdós representó en su época un paso definitivo hacia la modernización del diálogo y las situaciones y un intento de crear un teatro de ideas en la línea de Ibsen.
El autor y su obra:
-
Vida y obra de Benito Pérez Galdós.
- Imagen de la mujer en la obra de Galdós.
Los personajes femeninos en la obra de Galdós.
- Breve análisis del papel de la mujer en Misericordia y
Miau.
Fortunata y Jacinta.
-
Papel del matrimonio y visión de la maternidad.
El matrimonio.
La maternidad.
El nacimiento del niño.
-
Visión de la mujer como mercancía o alimento.
Fortunata Y Jacinta como mercancía ante el sexo masculino.
La mujer vista como alimento.
-
El papel masculino de la mujer: Doña Lupe.
Índice:
-
El autor y su obra.
Vida y obra de Benito Pérez Galdós.
Imagen de la mujer en la obra de Galdós.
Los personajes femeninos en la obra de Galdós.
Breve análisis del papel de la mujer en Misericordia y
Miau.
-
Fortunata y Jacinta.
Papel del matrimonio y visión de la maternidad.
El matrimonio.
La maternidad.
El nacimiento del niño.
Visión de la mujer como mercancía o alimento.
Fortunata y Jacinta como mercancía anta el sexo
Masculino.
La mujer vista como alimento.
El papel masculino de la mujer: Doña Lupe.
- Conclusión.
El papel de la mujer en la obra de Benito Pérez Galdós:
Fortunata y Jacinta.
3° Filología Hispánica.
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Enviado por: | Maria |
Idioma: | castellano |
País: | España |