Antropología
Folclore de la República Dominicana
Desde el momento mismo del descubrimiento de la Española, cuando Colón y sus acompañantes pisan tierra y entran en comunicación con los aborígenes, tiene lugar un proceso más o menos complejo de relaciones raciales y culturales entre los unos y los otros.
Los contactos de los españoles con los nativos de la isla fueron desde el principio conflictivos, tanto que produjeron la progresiva, pero implacable desaparición de los nativos. Ya hacia 1560 apenas quedaban algunos grupos dispersos de indígenas, sin mayores consecuencias para el futuro progreso de miscegenación que daría nacimiento al hombre dominicano. A diferencia de otros países de América, Santo Domingo no presenta en la actualidad el nuevo tipo étnico común a otras latitudes del continente: el mestizo.
La temprana desaparición de los naturales de la Española fue también causa que su cultura, que a la llegada de los conquistadores atravesaba por una etapa neolítica, de cultivo intenso de la agricultura y producción de cerámica y materiales líticos, no pasara a integrarse por completo a la simbiosis operada más tarde con la cultura de otros grupos foráneos.
De la cultura taína restan muy pocos remanentes, y estos corresponden sobre todo a los aspectos materiales de la misma. Hay que advertir, por lo demás, que varios de esos aspectos perduraron a través del esclavo africano, quien los hizo suyos y los incorporó a sus costumbres y hábitos de trabajo.
Así, por ejemplo, cuando los taínos empezaban a extinguirse, los negros habían logrado ya dominar la técnica del cultivo de la yuca y la preparación del casabe, que era el alimento básico de aquellos. A través de los esclavos africanos, los taínos legaron a nuestra cultura el cultivo de roza, cuya quema y tala de árboles serían luego continuadas por los plantadores azucareros.
Otros elementos importantes de la cultura material taina que subsistieron y aparecen hoy incorporados a la vida y actividad cotidianas del dominicano son:
instrumentos como la canoa, la hamaca, el caracol usado como trompeta para dar avisos- y la cuchara de higüero;
técnicas como el sistema de pesca denominado barbasco o "encandilamiento", el ahumado para la conservación de las carnes, la cestería -especialmente mediante el empleo de cuerdas de cabuya y la petaca de yagua, el encendido de hornos de carbón, la utilización de la piel de ciertos peces para limpiar y rayar vegetales, etc.;
productos agrícolas como la batata, la yautía, la jagua, el jobo, el maíz, el lerén, el maní, etc. Todos ellos forman parte de la dieta dominicana.
El mundo espiritual del taíno apenas dejó huellas en la cultura criolla, y las pocas muestras de ese mundo se hallan fuertemente sincretizadas con las creencias y ritos cristiano-africanos. Podemos citar, al respecto, la sacralización de ciertos caciques taínos, elevados a la categoría de luases o divinidades del panteón voduísta; las supersticiones relativas a las hachas indígenas, popularmente conocidas como "piedras de rayo" y el mito de la ciguapa, entidad femenina que camina con los pies al revés.
La mayor aportación del taíno a la cultura dominicana hay que buscarla, sin duda, en el lenguaje. Numerosos vocablos forman parte del habla criolla.
Los grupos étnicos que proporcionarán el mayor caudal de rasgos y complejos a la cultura nacional son el español y el africano, con una evidente e indiscutible prevalencia del primero sobre el segundo a pesar de la opinión de algunos sociólogos e historiadores, cuya posición antiespañola los lleva a menospreciar la preponderancia hispánica para encumbrar las influencias ejercidas por los esclavos de distintas naciones africanas. Esta falsa actitud ha de ser vista, sin embargo, como una reacción frente a la ideología de la clase burguesa y españolizante, en la cual los prejuicios raciales, unidos a una incomprensión del pasado, teñida de etnocentrismo y que las invasiones haitianas del sigo XIX acrecentaron al máximo, impidieron valorar justamente el rico fondo etnográfico del esclavo africano, y, en consecuencia, sus contribuciones a la cultura vernácula.
Otra cosa muy distinta aconteció con la visión del aborigen. El indigenismo no fue sólo un aspecto más de la corriente romántica, que nutrió las páginas de la litera dominicana, a partir de la obra de los hermanos Javier y Angulo Guridi, desde 1840, sino que actuó también como filosofía de recambio en la lucha de los criollos contra la Anexión de la República a España. La ausencia de una clara y definida identidad cultural entre aquellos que, paradójicamente, ostentaban con orgullo su filiación hispánica, condujo a no pocos intelectuales, en un momento en que la metrópoli intentaba retener su centenario dominio sobre la antigua colonia, a buscar en la cultura indígena unos valores que, infortunadamente, habían dejado de tener vigencia casi en los albores mismos de la administración española.
No es extraño, por tanto, que las escasas investigaciones sobre la realidad social dominicana apuntaran exclusivamente a rescatar y valorar el folklore de ascendencia hispánica, el cual, si en verdad es hegemónico, no constituye nuestra única veta etnográfica. Para los hispanistas a ultranza, las tradiciones negras no se viven ni se recuerdan. Y ni siquiera la historia las menciona. Será necesario citar al notable afroamericanista M. J. Herkovits, quien nos dice que la persistencia de africanismos ocupa en Santo Domingo un lugar prominente en toda América.
El proceso de colonización, caracterizado en principio por el modo de producción minera y más tarde -agotado éste- por el azucarero, obligó al conquistador a introducir en Santo Domingo -desaparecida la mano de obra indígena, poco resistente al trabajo forzado- al negro africano en calidad de esclavo.
La presencia del negro en la isla data de los primeros años de su descubrimiento. Sabemos con certeza que ya en 1503 existían en la Española esclavos suficientes en número como para rebelarse y huir a los montes, ya que el gobernador Ovando se quejaba de las fugas y malas costumbres que los africanos daban a los nativos, con quienes convivían en sus refugios apartados de los centros urbanos.
Los esclavos traídos a Santo Domingo procedían de diversas zonas de África y, por tanto, pertenecían a culturas diferentes. En las primeras épocas esos esclavos eran ladinos, es decir, nacidos en España y cristianizados, pero a medida que el tráfico y comercio se intensificaban y las autoridades de la colonia reclamaban más mano de obra servil para las plantaciones y otros quehaceres, se permitió la introducción de negros bozales, importados directamente de África.
El negro africano llegó, pues, a Santo Domingo, en calidad de esclavo, y fue él quien completó, con su trabajo forzado, la actividad del español conquistador. Es por tanto la situación de esclavitud la que marca, como trazo fundamental, la presencia del negro en la isla. Como esclavo, y a causa de esa situación, el negro arribó a América con sus culturas quebrantadas. Arrancado por la fuerza de su tierra, transportado y trasplantado a un nuevo hábitat, obligado a integrarse a una sociedad que no era la suya y en la que se encontraba en una posición de absoluta subordinación económica y social, el negro africano vio así destruida su organización tribal y política, sus formas de vida familiar y, en fin, todas sus estructuras sociales originales. Mientras el español se limitó a importar su sociedad y civilización, no teniendo que hacer otra cosa sino adaptarlas a un nuevo medio, la esclavitud, al desgarrar la cultura africana original, sólo permitió que el negro trajera consigo sus creencias y valores, debiendo sujetarse, en cambio, a una sociedad distinta a la suya e impuesta por su amo blanco.
Aun cuando el trasplante de esclavos negros tuvo como escenario un hábitat similar al existente en la costa occidental africana, las características singularmente dramáticas de ese trasplante impidieron que aquellos pudieran mantener intactas sus culturas. La sacudida violenta y atroz que significó para ellos su desarraigo solar, y el régimen de opresión a que fueron sometidos, ni siquiera les dejó utilizar enteramente sus técnicas en relación con el nuevo ambiente. De ahí que, en la actualidad, tal como dice Bastide (1969), no puede hablarse de civilizaciones o culturas africanas en América, sino de culturas negras o más bien de rasgos, restos de esas culturas.
Varias décadas han transcurrido desde la aparición de la obra de Nina Rodríguez, y mientras a lo largo de ese tiempo un número considerable de especialistas han venido dedicándose en otros países a estudiar los vestigios o remanentes culturales negroafricanos en el Nuevo Mundo, en Santo Domingo las aportaciones del hombre de color continúan siendo ignoradas en gran parte. Hasta hace poco, y sólo de pasada, se hacía referencia, si bien en términos peyorativos, a ciertos aspectos del África "salvaje" y "supersticiosa" incrustados, como un tumor maligno, en las entrañas del alma dominicana, y aún así esos aspectos fueron siempre vistos como extraños y producto de aciagas circunstancias históricas.
Para los afroamericanistas, Santo Domingo constituye un campo de trabajo fértil y virgen, no sólo por la escasez de investigaciones realizadas hasta hoy, sino por las excelentes y envidiables condiciones sociológicas que el país ofrece.
En efecto, la población negra y mulata existente en Santo Domingo, es el resultado de diversas migraciones:
1) las procedentes directamente de África, ocurridas en la época de la colonia. Estas migraciones comienzan en los años iniciales del siglo XVI y se continúan prácticamente hasta el siglo XVIII.
El mito de la escasez de mano de obra negra, sustentado calurosamente por los hispanistas a ultranza, no resiste el más somero análisis de las fuentes históricas. A partir de la primera mitad del siglo XVI la población de color era tan numerosa y los cimarrones pululaban por todos los puntos de la isla con tan desparpajo que la Corona española se vio obligada a dar instrucciones a las autoridades de la colonia con el fin de doblegar a los rebeldes. La abundancia de esclavos africanos mereció que Fernández de Oviedo (1959) dijera que La Española era una copia fiel de África.
2) las migraciones de esclavos fugitivos desde la colonia francesa de la parte occidental de la isla, compuesta generalmente de negros fugitivos, huidos de los rigores de sus amos, y que nutrieron la colonia española desde la época inicial del establecimiento de los franceses en la isla.
Estos esclavos provenían directamente de África, y en ciertos casos llegaron incluso a formar comunidades como la de San Lorenzo de los Mina, que es hoy barrio o sector de la ciudad de Santo Domingo.
3) los llegados de otros puntos de las Antillas, sobre todo de las Menores, ya dominadas por franceses, ingleses, holandeses, etc.
Más modernamente, ya en el período republicano, la afluencia de negros a Santo Domingo continuó en gran número. Cabe citar:
4) el tráfico de trabajadores negros desde las Antillas inglesas en el primer tercio de este siglo para laborar en los ingenios azucareros del este de la isla, y cuyos descendientes se conocen hoy entre nosotros con el nombre de cocolos
5) la inmigración de ex esclavos norteamericanos, propiciada por el presidente haitiano Boyer a partir de 1822, cuando logra el control de toda la isla. Estos inmigrantes se avecindaron en Puerto Plata y la península de Samaná. Si bien la inmigración concluyó pronto, los descendientes de esos ex esclavos constituyen en la actualidad un grupo étnico y cultural bien definido y son objeto de interés por parte de varios antropólogos norteamericanos.
6) la numerosa mano de obra importada desde Haití, y cuyo flujo prosigue hoy, la cual se ha incorporado en gran parte a la población dominicana, ya legal o ilegalmente.
Todas esas migraciones han contribuido grandemente a aumentar los distintos procesos de transculturación operados en Santo Domingo desde los primeros días de la esclavitud.
Remanentes culturales africanos se observan en Santo Domingo en muy diversos aspectos: música, baile, creencias mágico-religiosas, cocina, economía, diversiones, hábitos motores, lenguaje, etc. Un estudio pormenorizado de esos remanentes está todavía por realiza a pesar de los intentos parciales llevados a cabo hasta ahora por algunos investigadores. Es necesario además precisar la procedencia tribal de los esclavos, y una historia más documentada de la esclavitud en Santo Domingo debe emprenderse de inmediato.
Veamos a continuación, en forma sumaria, los principales vestigios negroafricanos presentes en la cultura dominicana actual.
Tal vez la mayor influencia del esclavo africano se observe en la música y baile. Tal influencia se origina en las danzas, que como la calenda, se practicaban en Santo Domingo, como en otros lugares de América, desde los años iniciales de la esclavitud. Debemos al padre Labat, quien viajó por las Antillas en el siglo XVIII, una descripción bastante minuciosa de la calenda.
De esta danza derivan, según investigaciones realizadas por el folklorista Fradique Lizardo, varios de nuestros ritmos populares. Uno de los más generalizados de todos es los palos, nombre con que se designa tanto al ritmo como a los membranófonos utilizados. Ritmos nacionales de obvia impronta africana son la sarandunga, los congos, la jaiba, el chenche matriculado, etc. La salve, que al decir de la etnomusicóloga norteamericana Martha Davis, es la más típica de los géneros tradicionales dominicanos, presenta dos estilos: uno claramente español, amétrico y antifonal, y otro polirrítmico, fuertemente hibridado entre lo español y lo africano. Entre los instrumentos de origen africano cabe citar los palos, el balsié, la gallumba, etc.
La música popular dominicana está íntimamente ligada a la cultura religiosa, y se interpreta sobre todo en las llamadas fiesta de santos, conocidas también, según la zona del país, como velaciones, velas o noches de vela. Otros ritmos populares son de evidente origen español, como la mangulina y el carabiné.
Las creencias mágico-religiosas dominantes entre las capas campesinas y populares dominicanas reflejan el sincretismo cristiano-africano operado desde los tiempos de la colonia. El vodú dominicano es de obvia procedencia haitiana, pero sus rasgos y complejos se muestran degradados en Santo Domingo. Al panteón voduísta criollo se han incorporado muchas divinidades o loas nativos. El rasgo más característico del vodú dominicano es el que lo relaciona directamente con la actividad mágica. Las correspondencias entre los loa y los santos católicos son similares a las haitianas.
La magia dominicana es también una mezcla heterogénea de creencias y ritos africanos y europeos, estos últimos especialmente españoles. Animales míticos como el bacá y el galipote proceden de Haití. Las clásicas brujas y las características que las rodean son españolas. De Europa nos viene la superstición del mal de ojo, la supuesta existencia de lugarús (loup-garou) y numerosos hechizos y encantamientos, amén de la mayoría de las artes adivinatorias.
Los ritos funerarios contienen muchos rasgos de ascendencia africana que son compartidos con otros países de América. Un ejemplo típico es el baquiní o velorio del angelito.
En el campo económico destacan las diversas instituciones de ayuda mutua, existentes tanto en los campos como en las ciudades. En los medios rurales, estas instituciones se presentan en forma de agrupaciones de campesinos que se reúnen para colaborar en determinadas faenas agrícolas, como siembras, talado de bosques, preparación del terreno, etc. Reciben el nombre de juntas o convites y presentan características similares al combite haitiano, estrechamente emparentado con el dokpwe de los fon de Dahomey. Dichas faenas se acompañan de cantos e instrumentos musicales que sirven de estímulo y coordinación en el trabajo. Todos los miembros de una junta están obligados a reciprocar la ayuda prestada y colaborar en las labores de los demás. Al finalizar la jornada se celebra una fiesta que corre a cargo del propietario del terreno.
Otra institución de ayuda mutua, de origen africano, es el sistema de crédito rotativo que se conoce con el nombre de san y que corresponde al Esusu yoruba. Como en Nigeria y otras partes de Afroamérica, el san lo integran preferentemente mujeres. Consiste, como es sabido, en el establecimiento de una caja común a la que cada participante del san contribuye con una suma mensual o semanal. Cada socio recibe, en forma rotativa, el valor total de la caja, empezando por el que la organizó.
La cocina dominicana contiene productos y platos de procedencia africana. Entre los primeros figuran el guandul, el ñame y el funde. Platos típicamente africanos parecen ser el mofongo, preparado a base de plátanos verdes y, derivados de la cocina cocola, el fungí y el calalú. Una bebida común entre los esclavos negros era el guarapo, que se saca del jugo de caña de azúcar.
De los cocolos descendientes de los inmigrantes negros de las Antillas británicas nos vienen ciertas diversiones como las practicadas por los buloyas o Guloyas y los Momís, ambos de la ciudad oriental de San Pedro de Macorís. Los primeros, según la opinión más generalizada, son grupos de máscaras que representan, aunque en forma muy degradada, escenas del combate bíblico entre David y Goliat. Los segundos son un remanente de las tradiciones inglesas del Mummer's Play, traído a las islas antillanas por los colonizadores británicos, obras dramáticas que se escenificaban en Navidad. Los momís, según Martha Davis, tienen un aspecto carnavalesco en el que se advierten influencias africanas, sobre todo en los trajes y el comportamiento de sus integrantes.
Ciertos juegos infantiles practicados hasta hace poco han sido reportados por el investigador Veloz Maggiolo como de origen africano. Son ellos el fufú, formado por un botón grande y un hilo que se pasa por dos orificios de dicho botón; las castañuelas de palitos; la bocina, fabricada con una caja de fósforo y la "cajita".
La influencia africana en el lenguaje dominicano no es muy significativo, pero aún así es posible rastrear numerosos vocablos importados por el esclavo negro y que se han incorporado al léxico popular. Una gran parte de esos vocablos es común a otros países antillanos, como Cuba y Puerto Rico. Citamos, entre otros, las voces bemba, bachata, guineo, quimbamba, añangotarse, etc.
Si la cultura dominicana es una simbiosis rica y dinámica de distintas influencias -indígena, negra, española- conviene preguntarse en qué momento de la historia de Santo Domingo comienza a producirse esa simbiosis. La respuesta no es fácil y para encontrarla habría que remontarse, tal vez, a los comienzos del siglo XVIII, cuando lo que Veloz Maggiolo denomina el "sentido del criollismo", empieza a surgir a partir de las devastaciones del gobernador Osorio, hecho que condujo, a la división de la isla en dos colonias.
El término criollo, aplicable en sentido general a todo lo originario de los países americanos, estaba reservado exclusivamente, a partir del siglo XVI, para denominar a los hijos y nietos de africanos nacidos en estas tierras. El documento más antiguo que atestigua la presencia de esa palabra se encuentra en el testamento de Juan de Castellanos, en la parte que hace relación a los esclavos domésticos, propiedad de este autor. En esa relación aparecen los nombres de varios esclavos domésticos, como "Ambrosio, negro criollo"; "Andrés, criollo de Santo Domingo", etc. (Álvarez: 1974). En 1590, el padre Acosta lo utiliza para nombrar a los nacidos de españoles en Indias, y el Inca Garcilaso de la Vega lo aplica indistintamente a los españoles y negros. Ya en el siglo XVIII el adjetivo criollo designa a todos los nacidos en América, no importa la casta o mezcla de donde provengan. Se exceptúan de este calificativo a los descendientes de indígenas.
El criollo, o nacido en América, inició así un proceso de adaptación a la tierra y al clima que lo obligaron a rechazar la cultura de sus mayores para crear otra más acorde con su medio ambiente. Ese vivir diferente es el que da origen a la cultura criolla, distinta por tanto a la de los europeos que siguieron llegando al Nuevo Mundo.
Existe documentación que prueba que en ciertas zonas americanas, como en México, esos matices culturales diferenciales son ya observables en las postrimerías del siglo XVI. Un ejemplo evidente lo tenemos en la obra de Juan de Cárdenas, médico sevillano que en su obra, editada por primera vez en 1950, se refiere a las novedades que en cuestión de modales, expresiones verbales y actitudes mentales distinguen al nacido en Indias del "cachupín venido de Indias".
El proceso de formación de la cultura dominicana, que puede situarse a partir del siglo XVII, responde pues a la necesidad del criollo de adaptarse al hábitat donde vive y es el resultado de un largo y prolongado mecanismo de transculturación que se inicia sobre todo a partir de la cultura española, lógicamente predominante, a la que luego se mezclarán ingredientes procedentes de la aborígen y africana.
A estos ingredientes habría que añadir los derivados de etnias y nacionalidades de inmigración reciente, como la árabe, la asiática y la judía, si bien esta inmigración no es muy significativa en el proceso de criollización cultural.
¿Pertenece la cultura dominicana a lo que se conoce como el "área cultural" del Caribe? La expresión "área cultural" es un artificio inventado por los antropólogos para designar un espacio geográfico dentro del cual conviven pueblos que presentan culturas más o menos parecidas. Ahora bien, lo que llamamos "Caribe" ha sido delimitado de diversas maneras. Ciertas clasificaciones hacen comprender en él solamente a las islas que bañan el mar de las Antillas y el Atlántico, pero otras incluyen Centroamérica y la costa norte de Sudamérica. Por otra parte, lo que Wagley denomina "la esfera de la Plantación", cuyos rasgos define a partir fundamentalmente del Caribe, abarca no sólo las zonas señaladas, sino también el sudeste de los Estados Unidos.
Es obvio que la cultura dominicana en nada se asemeja a la centroamericana, ni a la del sudeste norteamericano, y los rasgos que comparte con los países de la costa norte de Sudamérica son bien pocos. Habría entonces que delimitar el espacio del "área cultural" del Caribe, para que en él pudiese tener cabida la cultura dominicana a las dos Antillas: las mayores y las menores. Pero las primeras incluyen a Jamaica, cuya cultura es muy diferente a la nuestra, y en cuanto a las segundas, colonizadas por diversas potencias europeas, apenas es posible observar ciertos rasgos comunes. Tal vez los dos únicos países que más se parecen culturalmente al dominicano sean Puerto Rico y Cuba y, en menor medida, Haití.
Por otra parte, la "esfera de plantación" o afroamericana señalada por Wagley (1968) abraza el noreste del Brasil, la Guayana francesa, Surinam, Guyana, la costa caribeña de América Central, el Caribe y el sudeste de los Estados Unidos. El propio Wagley ha sumarizado los rasgos comunes a esta región, de los cuales los más importantes son: monocultivo bajo el sistema de plantación, estructura social rígida, sociedades multirraciales, débil cohesión comunitaria, pequeños propietarios campesinos bajo el régimen de subsistencia y régimen familiar de carácter matrifocal, todo ello influido por supervivencias negroafricanas tanto en el folklore como en las creencias religiosas.
Qué rasgos de los indicados se encuentran en Santo Domingo es difícil de indicar, pero parece que una estructura social rígida no es aplicable a la cultura dominicana y la matrifocalidad de nuestra familia es muy discutible. Grupos como los Bush Negro de Surinam y la Guayana francesa o los Caribes Negros de St. Vincent, son totalmente ajenos, culturalmente hablando, al pueblo dominicano.
Si existe una cultura del Caribe en la cual esté incluida la dominicana es requisito obligatorio definir previamente cuál es el espacio geográfico implícito en ese término y qué se entiende por esa cultura.
Danza Ritual de Palos o Atabales
Esta danza íntimamente ligada a la celebración de los luases, aunque no es la única en que se practica. La versión presentada permite apreciar a los Reyes Los Palos, que son el que es la más extendida geográficamente y todo dominicano la conoce.Hay lugares que se han desatado más, como son: San Juan, Cabral, Barahona San Francisco de Macorís, Cotuí, La Vega, El Seibo e Higüey. Es un baile de una sola pareja que es rodeado por espectadores que se agrupan alrededor, hay derecho a improvisar y bailar hasta que alguien les toca el hombro, indicándoles con esto su deseo de sustituirlo. La coreografía debe variar hasta final, casi siempre la mujer es la que pone el baile, para que el hombre la siga y no se salen de de los patrones ya establecidos.
Oli, Oli, Oli
Comparsa del carnaval de Samaná, de gran fuerza escénica, que difícilmente puede olvidarse una vez vista. Es baile interpretado únicamente por hombres, los cuales llevan unos garrotes con los que golpean el piso durante las evoluciones del baile. Luego suben a algunos de los practicantes en dos de los garrotes y el que logre mantenerse arriba será paseado en hombros por los demás,a la vez que se entona un aire con palabras de patois de la península. Fue escogido por Fradique Lizardo, para ser presentado en la noche final de Miss Universo de 1977.
Baile de las Cintas
Versión de Nibaje (Santiago) de este baile cuya extensión puede decirse con propiedad que es mundial. Es baile carnavalesco, alegre y festivo, durante el cual los practicantes se acompañan con el toque de palillos.
Carabiné
Bailes de grupo circular que presenta numerosas figuras, las cuales son ordenadas por un bastonero quien dirige a los danzantes. Los instrumentos usados son el cuatro y guitarra además el baslsie. Los inmigrantes Canarios trajeron sus bailes y costumbres, notamos que la coreografía del carabine se parece a la de los bailes Canarios. Suponemos que los haitianos vieron bailar a los moradores de San Carlos y quisieron aprender dicho baile. Se logra un baile híbrido con coreografía Europea y ritmo Africano.
Magualina
Baile propio de la región sureña del país. Se practica inmediatamente después Carabiné, por lo cual recibe también el nombre de "Cola". Este baile no se brinca ni tiene figura alguna, pues no es más que la versión criolla del vals.
Mascarade o Wild Indians
Comparsa de carnaval que constituye uno de los legados de los cocolos a nuestra cultura. Baile de gran fuerza y esplendor que, por su ritmo, traje y coreografía, constituye uno de los elementos más vistosos e impresionantes de nuestro carnaval.
Ga-Gá
Conjunto de bailes carnavalescos que, aunque altamente erótico, no es obsceno- no ni pornográfico, ya que el erotismo en el mismo cumple una función de invitación a la vida y al renacimiento de la naturaleza. Consta de los bailes siguientes:
Paseo - Preparación para ejecutar la ceremonia
Baile de los Reyes de Loaladi - Es el simbolismo de la primavera
Baile de la Muerte - Una muñeca de tamaño natural representa el mal, al cual hay que alejar para que reine el bien.
Baile de los Heraldo del bien y la alegría - Se proclama la desaparición del mal y se invita a todos a participar.
Salida - El grupo se aleja, buscando otro lugar donde hacer de nuevo la representación.
Caín y Abel
Simpática comparsa de carnaval de algunas ciudades del Norte del país, en la cual se escenifica la muerte de Abel a manos de Caín. La hacen dos personas que llevan el diálogo cantado.
Polka
En Santo Domingo se ha creado una versión de la Polka que, aunque sigue en principio la línea tradicional europea, ha buscado soluciones propias que se adaptan a los instrumentos que la interpretan.
Mazurka
Este baile, cuando estuvo en boga en Santo Domingo, llegó a ser tan ampliamente extendido que el pueblo se compenetró completamente con el mismo, creando una versión dominicana.
Bamboula
En esta danza se encuentran unidos elementos muy diversos, pues su coreografía evoca los movimientos de las más puras danzas cortesanas del siglo XVIII, que contrastan con el ritmo netamente africano de los tambores y los mandos de las figuras, dados en un dialecto del francés que refleja el hablado en la Luisiana a principios del siglo XIX. Esta danza ritual se practica únicamente en la Península de Samaná con motivo de la Fiesta de San Rafael.
Congos
Danza ritual de innegable de origen negro. Se practica únicamente en el poblado de Villa Mella y en San Lorenzo los Mina, con motivo de las fiestas del Espíritu Santo. Es danza coreográfica muy simple, pero hermosa.
Sarandunga
Este es el nombre de una fiesta ritual, en la cual la población negra de Baní celebra el sortilegio de verano, asociándolo a San Juan Bautista. Durante la fiesta se interpretan tres danzas y una procesión, las cuales son:
Jacana: Es la danza de las personas mayores. De las tres danzas de la fiesta es la que posee mayor cantidad de figuras. En el montaje que de la fiesta de la Sarandunga hace el BFD, la Jacana es el baile que introduce a los danzantes al escenario.
Capitana: En un principio esta danza debería sólo bailarla la dueña de la imagen del santo, pero se ha hecho extensiva a los espectadores.Se caracteriza por el pañuelo blanco que agitan los danzantes.
Morano: Es la procesión en la cual e pasea la imagen de San Juan Bautista por la calles de la ciudad.
Bomba: En realidad Bomba y Capitana, tienen el mismo ritmo, lo que induce a pensar que, aunque se conserven los nombres y figuras de ambas danzas el ritmo de una de ellas se perdió. Pero no obstante los danzantes adoptaron las figuras de la una al ritmo de la otra. Fue rescatada por Fradique Lizardo tras una intensa labor de investigación.
Merengue
Es el baile considerado nacional por ser conocido de todos y de todos querido. Según algunos, es el prototipo del baile ciabaeño, pero otros aseguran que es de la "línea". Aunque la propagación comercial le ha agregado un gran número de adulteraciones, el Ballet Folklórico Dominicano ha preparado una composición coreográfica donde se presenta el merengue con toda su pureza. La figura central interpreta el "Merengue Campesina", recogido por Fradique Lizardo más recientemente en Licey al Medio (Provincia de Santiago de los Caballeros).
Baile de la yuca
Es un baile practicado en el mismo centro geográfico del país. Al parecer es de ritmo africano con coreografía europea, probablemente de un baile de aceituneros de la provincia de Jaén (España). El nombre de yuca nada tiene que ver con la planta del mismo nombre sino que proviene de los Djukas bantúes (Africa). Es un baile que presenta dos variantes: una cuadrada, recogida por Edna Garrido y otra redonda, recogida por Fradique Lizardo.
El Carnaval Dominicano es una de las tradiciones más coloridas y celebraciones más alegres de la República Dominicana. En el mismo participa todo el pueblo, que se lanza a las calles a disfrutar, compartir y celebrar con alegría.
Su mayor intensidad ocurre a finales del mes de febrero en su último fin de semana, aunque dependiendo de la región, se celebra todos los fines de semana del mes de febrero e incluso hasta inicios de marzo. Existen otras fechas particulares en las que algunas poblaciones celebran carnavales aislados, pero con la misma creatividad y entusiasmo mostrado en febrero por toda la nación.
Pero es febrero el mes de Carnaval en la República Dominicana y el júbilo y la celebración masiva en las calles y clubes sociales son el sello que distingue estas fechas.
En la celebración del Carnaval Dominicano se aprecia, en particular en los atuendos y disfraces, una mezcla muy variada por regiones de elementos y tradiciones africanas traídas por los esclavos transportados al Nuevo Mundo y las costumbres y ropajes europeos de sus amos y colonizadores.
Se confunden en las festividades los diablos cojuelos, con sus trajes de capa cubiertos de espejos, cascabeles y cencerros, que ridiculizan a los señores medievales, con los platanuses y otros disfraces netamente africanos, así como un sinnúmero de manifestaciones de la creatividad popular.
El Carnaval es la fiesta popular de mayor tradición de República Dominicana. Se produce desde la colonia, en víspera de la cuaresma cristiana, cuando los habitantes de Santo Domingo se disfrazaban como un remedo de las carnestolendas europeas.
Si desde el siglo XVI «hubo máscaras en la ciudad de Santo Domingo», lo cierto es que la tradición colonial creció con las gestas republicanas del 27 febrero de 1844 y del 16 agosto de 1865, al punto de que casi desde entonces nuestros carnavales se celebran en estas fechas, no importa si se encuentran fuera de las carnestolendas y por lo común ya dentro de la propia cuaresma, por lo menos la primera.
Roba la Gallina
También observamos en el carnaval costumbres simpáticas, como la de Roba la Gallina, que consiste en un personaje disfrazado (típicamente con busto y trasero abundante) que va por los colmados y tarantines (establecimientos comerciales) pidiendo para sus pollitos, que no son más que los jóvenes del pueblo que le siguen en alborozada procesión.
El grupo anda en ruidoso jolgorio cantando estribillos repetitivos como:
ti-ti, manatí
ton-ton, molondrón
roba la gallina, palo con ella
Los dueños de los establecimientos entregan dinero o dulces a la gallina, quien a su vez los lanza hacia atrás a sus seguidores, los cuales reciben en animada algarabía.
Se dice que el personaje Roba la Gallina viene del pasado cuando a quien se encontrase robando gallinas se le untaría brea y se le haría pasear por el pueblo cubierto de plumas de gallina.
Los Diablos Cojuelos
Los Diablos Cojuelos andan sueltos por las calles atemorizando a la población y azotando las personas con sus vejigas y fuetes o látigos.
El Diablo Cojuelo era un demonio travieso y juguetón que colmó la paciencia del mismo diablo y éste lo arrojó a la tierra, lastimándose una pierna al caer, quedando cojo o "cojuelo".
Su disfraz ridiculiza el de caballeros medievales con capa y pantalones anchos de colores vivos y máscara representando un animal o rostro horrible y espantoso.
Se me Muere Rebeca
Representa a una madre desesperada que quiere llevar a su hija que se encuentra gravemente enferma. Va gritando todo el camino, de pronto se para, enseña a la hija (en representación una muñeca), mientras un coro le va respondiendo.
Se para en los colmados pide golosinas para la hija enferma, pero realmente las reparte entre los niños, que la siguen con insistencia.
Califé
Es un poeta criticón, que en versos, va criticando en forma jocosa a todos los personajes de la vida política, social y cultural; es seguido por un coro y esta vestido de frac negro, camisa blanca y un gran sombrero negro.
Los Africanos
Personajes pintados de negro, con carbón y aceite quemado de carro, van grupos de hombres y mujeres, imitando a negros esclavos, bailando por las calles como parte del carnaval.
Los Indios
También salen comparsas de niños y niñas, así como de personas adultas, imitando a los antiguos habitantes de la isla, con plumas arcos y lanzas, con todo el cuerpo pinto, llmandolos "Indios".
De una de esta comparsas se originó una representación teatral con un drama, que expresa la relación de los españoles con los indigenas, que constituye la muestra mas importante del teatro del carnaval.
La comparsa con más tradición que aún representa este drama se llama "La comparsa de San Carlos", localizada en un popular barrio de Santo Domingo.
La Muerte
Es la representación de una calavera, con todo y mascara, en la ciudad de Santo Domingo, acompañaba tradicionalmente a los Diablos y recibe tradicionalmente el nombre de "La muerte en Jeep".
Nicolás Den Den
Nicolas Den Denes un oso, que apesar que va amarrado a una cadena que manipula un hombre , que representa a un domador, va bailando y haciendo reir a los niños y niñas que asisten al carnaval en santiago.
En Montecristi, le llaman el Oso Nicolás.
Los monos de Simonico
Son tradicionalmente "Los monos de Somonico". Consiste en una comparsa disfrazados de estos animales con un traje hecho en flecos. Son oriundos de Villa Duarte, un sector popular de Santo Domingo.
Los Pirulíes
Son niños disfrazados de"indios"con una falda hecha con flecos de coco, que van bailando en las calles de Cabral Baraona.
Los Alí Babá
Son comparsas con motivaciones orientales, cuya caracteristica principal es una sincronizada coreografía , van bailando con todo el cuerpo al ritmo básico que le dan los redoblantes y bombos dentro de una marcada influencia de los "Cocolos"de San Pedro de Macorís a nivel musical y las aportaciones en la danza correspondiente a Luis Alberto Torres Chacón.
Los Platanuses
Son unos personajes de carnaval de Cotuí que se cubren el cuerpo con hojas secas de plátano y se cubren la cara con una mascara de Higuero. pintado en diferentes colores.
Las Marimantas
En Yerba Buena, una comunidad rural a cinco Kilometros de Hato Mayor, salen las marimantas, personajes carnavalescos cuyo cuerpo está cubierto de ramas verdes de árboles, con una máscara de cuero de vaca, cubierta la cabeza con un caparazón que le sirve de guarida al comején.
El Doctor
Pintados de carbón y varios colores, con unos espejuelos de cáscara de naranja con alambres y con un maletín, va queriendo el Doctor curar a todo el mundo, especialmente a las mujeres.
Los Trasvestis
Es uno de los personajes más comunes, pícaros y alegres que tiene el carnaval, donde los hombres se visten de mujer y van divirtiendo a todos los asistentes al carnaval.
El Papelón
Al grito de "A que no me quemas el Papelón!", un hombre disfrazado de mujer va provocando con su trasero, mientras otro personaje trata de quemárselos, haciéndolo con extraordinaria gracia que todo el mundo provoca risa.
Los Galleros
Dos campesinos, con sus gallos en mano, deciden jugar gallos en plena vía pública y cuando están en medio de la pelea llega un policía, desbarata el juego e intenta llevárselos presos.
Se produce un dialogo lleno de sátira, lo que se convierte en una divertida muestra de teatro carnavalesco.
Bailes de Disfraces
Con motivos de las fiestas de carnaval son organizadas en los clubes sociales privados, centros nocturnos y discotecas bailes de disfraces en los cuales se acostumbra premiar los atuendos más originales y llamativos. Con motivos de las fiestas de carnaval son organizadas en los clubes sociales privados, centros nocturnos y discotecas bailes de disfraces en los cuales se acostumbra premiar los atuendos más originales y llamativos. Con motivos de las fiestas de carnaval son organizadas en los clubes sociales privados, centros nocturnos y discotecas bailes de disfraces en los cuales se acostumbra premiar los atuendos más originales y llamativos.
Los disfraces típicos para los bailes populares y fiestas en las calles consisten en vistosos trajes de demonios armados de fuetes o látigos y vejigas de res infladas para azotar con ellas a los espectadores y otros participantes de las actividades.
Las Comparsas
Las comparsas son grupos de baile que escojen un tema tradicionalmente festivo o alegórico a cosas típicas dominicanas, organizando una presentación de música, baile y color que da vida a los animados desfiles de carnaval y en los cuales se premia las comparsas mejor preparadas y ejecutadas.
En los clubes sociales de importancia, también existe una presentación y premiación paralela de comparsas, conjuntamente con sus bailes de disfraces.
Durante meses los participantes de las comparsas ensayan su número y los organizadores coordinan la preparación de los atuendos, accesorios y escenarios (en los casos de las comparsas con carrozas), involucrando una gran cantidad de personas en la preparación de los eventos.
El Carnaval de la ciudad de Azua, situada en el Sur-Oeste del país, es uno de los más antiguos entre nosotros, el cual se celebraba, además del período de carnestolenda, para sus fiestas patronales en honor a la virgen de las Mercedes.
Hoy en día se han incorporado expresiones de Indios y otros personajes a nivel de fantasía. Además de las festividades de Carnestolenda y las fiestas patronales, hay carnaval en la celebración de la batalla del 19 de Marzo, mezclando con esto, lo festivo con lo patriótico, común durante la colonia española.
Bonao, es una de las poblaciones más antiguas de la isla que hoy compartimos con Haití, cuyo nombre honra a un cacique indígena de la región.
A pesar de sus ricas minas, durante años estuvo bajo la jerarquía socio-económica-jurídica-política de la ciudad de la Vega. Lo mismo ocurrió, a pesar de sus individualidades, con el carnaval, aunque la presencia de Petán, hermano del dictador Trujillo, promovió el carnaval de la élite con desfiles y bailes privados, al mismo tiempo que llevaban comparsas populares del carnaval de Santo Domingo.
A partir del 1990 se inicia un proceso de cuestionamiento y transformación del carnaval de Bonao en la búsqueda de su propia identidad, con la aparición de grupos carnavaleros, como los Charamicos, Los Truenos, Los Caraduras, Los Seis, de cuyos esfuerzos surgió el Comité Organizador del Carnaval de Bonao, (COCABO).
El carnaval de Bonao es la fiesta más importante de este pueblo, constituyendo uno de los más fascinantes, creativos, organizados y rico de todo el país, definido ya con su propia individualidad e identidad.
En Cabral, una pequeña población situada en las cercanías de Barahona, como parte del Carnaval Cimarrón, diferente al carnaval europeo de carnestolenda, encontraremos a las Cachúas, nombre dado por la presencia de sus cachos, al final de la Semana Santa.
Las Cachúas, con un mameluco coloreado y alas de murciélago, tienen una de las máscaras más hermosas del país sin pintura, en base a papel multicolor de vejiga y crepé, donde sobresale una enorme cabellera.
Sus celebraciones culminan el lunes después de Semana Santa, con saludos, repicando sus fuetes y quemando un Judas en el cementerio de Cabral.
Este carnaval, con la musicalidad de sus fuetes y sus cabelleras, constituye la muestra más trascendente de su cultura popular.
Aunque hubo una élite española, explotadora de las ricas minas de oro de Cotuí, los sectores populares, descendientes de negros congos africanos, terminaron adueñándose del carnaval, convirtiéndolo en uno de los más ricos creadores y democráticos del país, donde el pueblo es su principal protagonista.
Aunque habían personajes de carnaval, como or ejemplo: El Muñeco, Los Tiznaos, comunes a otros lugares del país, en él va a surgir una variedad muy particular.
Pero de todos ellos Los Platanuses van a ser los más impactantes y hermosos, de los cuales surgen Los Papeluses.
Con sus trajes de hojas de plátanos secas y sus máscaras vegetales de higüeros, adornados indiscriminadamente de comején y panales de avispas, el carnaval de Cotuí logra una hermosa dimensión artística, cultural y antropológica, única en el país.
En la comunidad de La Joya, en Guerra, al igual que en la de El Peje, La Joyita, El Cachón, La Baría, Tierra Blanca y Copao, como expresión de un Carnaval Cimarrón, aparecen Los Negros como los personajes principales, los sábados santos.
Tradicionalmente se colocan hojas de plátanos en la parte inferior de su traje, hechos de desechos, con unas máscaras de higüeros adornadas con algodón llenas de cadillos.
Al mismo tiempo que divierten, Los Negros se convierten en los guardianes de la conducta de los niños durante el año entero, en estas comunidades pobres, llenas de creatividad, originalidad e identidad.
Para algunos investigadores, las primeras manifestaciones de carnaval de la isla que hoy compatimos con Haití, y de América, se realizaron en lo que es hoy las Ruinas de la Vega Vieja, en Febrero de 1520, en ocasión de una visita de Don Fray Bartolomé de las Casas.
Se tenia noticia que los habitantes de la Vega Vieja se disfrazaban de moros y cristianos y realizaban festejos que evolucionaron en las celebraciones actuales.
Durante años el carnaval vegano mantuvo una expresión predominantemente españolizada, simbolizada en una expresiva teatralización, el baile de las cintas y sus Diablos Cojuelos, con trajes simples de color rojo, amarillo, verde y con sus máscaras representativas del diablo medieval, andromorfo, mefistofélico, con sus dos cachitos frontales clásicos, orejas grandes, boca abierta y dientes al aire, la cual fue posteriormente criollizada con barbas de cuero de chivo.
Cada domingo del mes de febrero en horas de la tarde, los Diablos Cojuelos salen a la calle armados de sus vejigas de toro, golpeando a todo el que ose bajar a la calle, pero respetando a los que se mantienen en la acera o calzada.
El centro de la actividad es la calle Padre Adolfo, pasando por el Parque de las Flores, donde los diablos azotan a los transeúntes que los provocan o abandonan la calzada y donde se culmina con un desfile de más de 80 grupos de comparsas.
Esta dimensión pintoresca, herencia colonial, se transformará con la presencia afro, donde jugaron importante papel migraciones cubanas y los pobladores de los barrios populares de la Vega.
Actualmente el carnaval vegano es el evento cultural más importante de esta ciudad que lleva el nombre del fértil valle que la sustenta y ha sido declarado Patrimonio Folklórico Nacional por la Cámara de Diputados.
Montecristi tiene una hermosa tradición de carnaval popular, muy singular y extraordinariamente simbólico, expresado privilegiadamente en Los Toros como personaje central, que se dramatiza con sus enfrentamientos con Los Civiles.
Estos consisten en un verdadero duelo con fuetes (látigos), con los que se procura derribar al oponente o atemorizarlo.
Los Toros tienen el rostro cubierto con una máscara de lechón (cerdo) y usan vistosos trajes de colores, revestidos en su interior con material para protegerlos de los azotes de sus contrarios.
Los Civiles en cambio, deben usar pantalones cortos y ropa normal.
El ganador del encuentro es quien soporta con mayor éxito los embates del contrario o quien consigue derribar a su oponente.
Muchas otras tradiciones pintorescas pueden observarse en la celebración del carnaval en Montecristi, como la divertida Roba la Gallina, popular entre grandes y chicos.
Símbolos mágicos-religiosos de purificaciones, de valor, de machismo, de relaciones, le dan identidad al carnaval de Montecristi.
Desde el final del siglo pasado, hay informaciones sobre el carnaval en la ciudad de Puerto Plata, el cual se enriquece con la llegada de grupos cubanos al principio del presente siglo.
A pesar de las transformaciones socio-económicas, resultado de un desarrollo turístico que sobrepasó las expectativas y previsiones, el auge de un carnaval en la búsqueda de identidad se produce en los últimos diez años, por el esfuerzo y la capacidad creadora de una generación de jóvenes inquietos.
El Diablo Cojuelo, como personaje central se convierte en Taimacaro. Este personaje reproduce deidades tainas en sus máscaras, con un hermoso traje, donde se simbolizan elementos de la cultura española y en cintas multicolores las esencias africanas en sus brazos, que se complementan con los caracoles del Atlántico como identidad del pueblo de Puerto Plata.
En Salcedo, la tierra bendita de las Hermanas Mirabal, el personaje central de su carnaval es el Diablo Cojuelo, el cual recibe el nombre de Macarao.
Estos tienen un traje increiblemente vistoso, en base a los hermosos contrastes multicolores que da el papel crepé, los cuales van acompañados por una gran variedad de máscaras, las que simbolizan y representan animales, como es el caso de los elefantes, por ejemplo.
Este carnaval es rico no solamente en símbolos, sino también en tradiciones. El último día de carnaval, al este finalizar, el pueblo, que hasta entonces les temía y respetaba, se abalanzan sobre los Mascaros y les arrancan todos los papeles de adornos, en un acto simbólico de purificación, a fin de obligarlos a confeccionar el próximo año un nuevo traje, dejando las calles llenas de un arcoiris radiante que se lleva el viento.
El rasgo más característico del carnaval macorisano es la presencia de los Guloyas, diablos vestidos con trajes de llamativos colores, adornados con espejos pequeños y capa amarilla y roja. Con sus vejigas de toro y fuetes, bailan al compás de la flauta, el cencerro y la tambora.
En 1795 ya habían carnavales para las fiestas patronales, en honor a San Santiago, para Corpus Christi y para la carnestolenda (tres días antes del miércoles de ceniza), en la ciudad de Santiago de los Caballeros, cuyas manifestaciones provenían desde los días de la colonia española.
Al igual que en la ciudad de Santo Domingo, inicialmente el carnaval se dividía en función de la estratificación social de las clases sociales existentes en Santiago, con manifestaciones en clubes privados por parte de los sectores pudientes y en las calles de los barrios populares, particularmente en La Joya y los Pepines, de donde surgirán los Lechones y Los Pepines de la ciudad disfrazados con coloridos trajes atacándose mutuamente, siguiendo una larga tradición de vieja rivalidad entre ellos.
Los Lechones usan máscaras que se asemejan cerdos, mientras que los Pepines usan máscaras con cuernos puntiagudos.
Como expresión marginal, en relación con la cultura dominante, los moradores de los barrios populares, realizan un Carnaval Cimarrón, en San Juan de Maguana, en el Sur-Oeste del país, lleno de creación y originalidad.
Aparecen personajes únicos, como Cocoricamo, reportado por Don Fernando Ortíz, en el carnaval de la Habana, Cuba, a principios de siglo, compuesto básicamente por una cabeza de caballo y las Tifuas, con un vestuario elaborado con desechos de su medio y una impresionante máscara, la cual tiene el mayor contenido Afro-Simbólico del país.
Hoy, manteniendo las líneas básicas originales de esta dimensión se enriquece este carnaval con las máscaras de José Manuel Jiménez (El Super), llenas de colorido y originalidad.
De acuerdo con la documentación existente, antes de 1520 ya había carnaval en la ciudad de Santo Domingo, Primada de América, declarada por la UNESCO, como Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Si bien los carnavales de Santiago y La Vega son los más importantes en cuanto a tradición y popularidad, el carnaval de Santo Domingo es el centro de las actividades oficiales, iniciándose con el acto aislado (unos días antes del verdadero inicio del carnaval) de la coronación del Rey Califé.
En pleno apogeo colonial se celebraban los carnavales de carnestolenda, pero también como culminación de grandes acontecimientos y festividades religiosas, en honor a San Juan Bautista, Las Mercedes, San Miguel, San Carlos, Corpus Christi, entre otros.
El carnaval se transforma a partir del presente siglo, sobre todo a mediados, con los cambios socio-económicos-políticos-urbanos de la ciudad, donde el pueblo surgirá como un protagonista fundamental.
Mientras en la calle el Conde y los clubes privados se va a expresar el carnaval de las élites europeizadas, el Parque Enriquillo va a convertirse en el centro del carnaval popular, de donde van a surgir una rica cantidad de personajes, como:
El área principal de celebración es la amplia avenida George Washington, a orillas del Mar Caribe, en el denominado malecón.
Allí se acondicionan plazas para numerosos eventos y la zona se convierte en una enorme fiesta que se prolonga por varios días (típicamente el fin de semana más cercano al 27 de febrero).
Concluye con un gran desfile por el malecón de carrozas y comparsas de colores llamativos al ritmo de merengue, deslumbrando a los espectadores y contagiándolos con su baile.
Hoy en día, hay carnavales para Febrero y para Agosto, manteniendo así una tradición cultural-artística-social.
Las principales comidas dominicanas son locrio, moro y asopao. Todas elaboradas a base de arroz. Además se destacan los platos de víveres y carnes, como el sancocho. Los granos, como la habichuela, los guandules y otros complementan la dieta diaria; ya sea mezclados con arroz o en salsas.
Si la comida sirve para describir los pueblos, puede afirmarse que los dominicanos son creativos por naturaleza y necesidad. Elementos nativos se conjugaron con los de las culturas africana y europea para preparar las mezclas más exquisitas.
Según María Ramírez de Carías en su libro La Cocina Dominicana, la dieta diaria está compuesta a base de arroz.
La cocción del arroz está clasificada en tres categorías básicas: locrio, moro y asopao.
El locrio consiste en arroz cocinado con pollo, carne de res, pescado, salchichas o mariscos y algunas veces cocido en leche de coco.
El moro es una mezcla de legumbres, vegetales o granos y en ocasiones también se le agrega leche de coco.
Mientras que el asopao se prepara de forma parecida al locrio, pero tiene una consistencia espesa y se le suele agregar cerveza. Además de servir para calmar el hambre del mediodía, es ideal para reuniones de amigos y familiares.
Los granos complementan esta dieta. Se cocinan cremas de guandules y habichuelas para acompañar el arroz blanco. El arroz blanco se elabora con agua, aceite y sal. Las carnes completan por lo general el manjar más común en esta media isla; arroz, habichuela y carne, a este plato también se le conoce como "la bandera dominicana", y se consume al mediodía.
Los víveres, como la yuca, el plátano y el ñame también ocupan un lugar importante en los hábitos alimenticios y regularmente se sirven en la cena, sancochados y acompañados de huevos o embutidos.
Pero, con los víveres también se preparan platos para el almuerzo o destinados a ocasiones especiales.
El rey de estas comidas es el sancocho. El sancocho se preparada a base de carnes, maíz, yuca, plátano y otros elementos. Se utiliza regularmente cuando hay encuentros familiares u otro tipo de celebraciones. El sancocho se sirve acompañado de arroz blanco y aguacate.
Su preparación es una excelente excusa para armar un "can", como se conoce en buen dominicano a un buen encuentro entre amigos. Dicen que si se acompaña de unos tragos, en una madrugada lluviosa sabe mucho mejor y hasta invita al romance.
Hay además, una gran variedad de comidas adicionales, utilizadas para merendar y en actividades sociales, especialmente las frituras y los dulces.
Entre las frituras, el frito elaborado a base de plátano verde es el rey, pero también se elaboran delicias de harina.
Sazones y Utensilios. Entre los condimentos más utilizados en la cocina dominicana se encuentran el ajo, ají, pimienta, las verduras, como el puerro, que es el tallo de la cebolla, la cebolla misma, y otras verduras.
El ajo y los demás sazones suelen molerse en un mortero o pilón, para posteriormente agregarlas a las comidas. El pilón es una vasija de madera acompañada de un palo en el mismo material, llamado mano de pilón.
Otro utensilio básico en la dieta de los dominicanos es la cuchara de madera. Este instrumento se utiliza para mover los dulces.
Los dulces. En el país se elaboran dulces a base de coco, leche y frutas como la guayaba o la cereza.
El municipio de Baní en la provincia Peravia, es el lugar más famoso en la elaboración de dulces, aunque los mismos se pueden encontrar en distintas variedades en todo el país, incluyendo Santo Domingo.
Baní, se encuentra en el Sur Central a menos de 50 kilómetros de Santo Domingo. Existe un puesto de ventas al inicio del pueblo, en la carretera principal que lo une con la capital llamado Las Marías donde se pueden encontrar muchas variedades. El dulce de higo es recomendado de forma especial.
EL ORIGEN. Dice el político dominicano Hugo Tolentino Dipp, en el prólogo del libro La Cocina Dominicana de la autora María Ramírez de Carias que la cocina criolla se desarrolló entre los siglos XVI al XIX, cuando la parte Este de la isla fue abandonda por España y hubo que "echar mano" a cuanto elemento hubiera disponible para no morir de inanición.
La escasez de un elemento europeo fue sustituido por un nativo. Las cocineras esclavas negras procuraron preparar platos exquisitos para el amo blanco con los elementos que tenían disponibles.
Las pocas especias que llegaban del Viejo Mundo, traídos en los barcos negreros se mezclaron con los vegetales y rubros nativos, como la yuca, de la cual aún hoy se extrae el pan que originalmente usaban los taínos, el cazabe.
También se impuso el sabor africano con la incorporación del plátano, frutas como la sandía y otros elementos como la gallina de guinea.
La comida dominicana tuvo otras influencias como la árabe, traída por los andaluces de España o la china, pero todo se adaptó a las posibilidades y limitaciones que habían en la isla.
Donde encontrar las comidas. En Santo Domingo, usted puede encontrar platos típicos en restaurantes de primera categoría.
En la Canasta, un lugar ubicado en la avenida George Washington, frente al Mar Caribe, son especialistas en hacer mondongo cocido y sancocho. El mondongo se prepara con las vísceras de la vaca.
El Conuco es otro restaurant típico ubicado en la Casimiro de Moya 152 en Gazcue, un barrio al sur de la Capital. El plato especial de aquí es el sancocho, aunque también se puede hallar desde arroz, habichuelas y carnes, hasta moros, locrios y otras variedades.
Y si desea algo aún más popular, le recomendamos trasladarse a la Ciudad Oriental de Santo Domingo y visitar un buen restaurante debe darse una vuelta por la cafeteria La Bernia. La Bernia está ubicada en la calle Arzobispo Meriño esquina Navarrete en Los Minas.
La Bernia es famosa por sus cocidos, sancochos y sopas, que puede tomar después de un buen "can", pues trabajan hasta la madrugada.
La base de la religión dominicana es el catolicismo. Sin embargo, como en todos los estratos de su cultura, el dominicano no puede escapar al sincretismo que le caracteriza.
La religiosidad popular está conformada por componentes católicos que se aúnan a elementos de la herencia religiosa indígena y africana. Además hay templos católicos, adventistas, pentecostales, evangélicos y de otras iglesias cristianas.
El culto a la Virgen tiene dos manifestaciones primordiales: la de La Virgen de la Altagracia (celebrada el 21 de enero), quien es la patrona de todo el país, y la de la Virgen de las Mercedes (24 de septiembre).
Ambos son días feriados y se celebran con grandes procesiones en Higüey, donde está la Basílica de la Altagracia, y en La Vega con la procesión hasta el Santo Cerro.
Todas estas expresiones conforman el perfil cultural-religioso del pueblo dominicano.
La ropa de los bailarines puede influir en la naturaleza de sus movimientos. Las bailarinas japonesas, por ejemplo, se encuentran limitadas por la estrechez kimonos. Por otro lado, algunos elementos del vestuario como las faldas amplias, los pañuelos o la capas pueden ser manipulados por los bailarines como en la cuenca chilena. El atractivo visual de una danza puede aumentar gracias al colorido de los trajes típicos del país.
Se puede definir como folklore el conjunto de tradiciones populares y costumbres relativas a la cultura y la civilización de un país o región. Estos se manifiestan en diferentes aspectos, en lo social, lo material y lo espiritual, dependiendo del hecho que se represente.
La intención de este trabajo es presentar algunos de los aspectos más relevantes del folklore de nuestro país, ya que en estos se encierra el saber de un pueblo influenciado por una gran cantidad de culturas a nivel mundial desde tiempos coloniales, que es el primer punto que se trata en este trabajo, ya que no se puede estudiar la cultura y el folklore de una nación sin conocer su origen y su evolución a traves del tiempo. Luego tratamos acerca de los bailes y danzas folkloricas, que en nuestro pais son muy importantes.
Se puede observar la profundidad con que es tratado el tema del carnaval, ya que este es considerado la máxima expresión del folklore de un pueblo, porque recoge su historia desde los mas remotos origenes y reune a sus diferentes clases sociales.
Ademas de estos temas se encuentra nuestra gastronomía, caracterizada por el sancocho y la bandera nacional (arroz, habichuela y carne), tambien estan las tradiciones religiosas entre las cuales el culto a la virgen es la mas practicada.
Espero que este trabajo sea de su agrado y que la información que contiene sirva para afianzar sus conocimientos en el tema como me ha ocurrido a mí.
Al realizar este trabajo he podido aprende diferentes formas de nuestro folklore que aun no conocia, como es el caso de nuestro origen étnico y cultural y parte de nuestras danzas folkloricas, por eso puedo afirmar que ahora tengo muchos mas conocimientos sobre nuestro pueblo.
En conclusión puedo decir que el folklore es en si la indentidad de un pais, ya que este contiene todas sus tradiciones, creencias y formas de actuar. Este abarca su musica, bailes, comidas, festividades y religión. Tambien es importante decir que nuestro folklore es considerado como uno de los mas creativos debido a su colorido y bellas representaciones. Espero que le haya gustado.
-“Notas de la cultura dominicana”, por Marcio Veloz Maggiolo
-Dominicana.com
-Folleto sobre el folklore
-Carnaval.com
-El folklore - Secretaría de Estado de Turismo
-Dominicana.com
-Rincondominicano.com
Descargar
Enviado por: | Chikabeeper |
Idioma: | castellano |
País: | República Dominicana |