Psicología


Farmacodependencia


  • FARMACODEPENDENCIA

  • En el lenguaje popular y científico existen varios términos que de alguna manera indican la relación de una persona con una sustancia: drogadicción, alcoholismo, fármacodependencia, tóxicodependencia, adicción.

    La Farmacodependencia se define como un estado psíquico y a veces también físico producido por la interacción entre un individuo y un fármaco, caracterizado por los comportamientos o reacciones que incluyen el uso compulsivo de la sustancia, continuo o periódico, para provocar sus efectos psíquicos y a veces para evitar el malestar determinado por su ausencia.

    La Dependencia Física consiste en la adaptación fisiológica a una sustancia. Algunos autores la denominan también neuro adaptación. El consumo permanente de psicoactivos produce modificaciones en el sistema nervioso central, en la neuronas, sinapsis, etc. El organismo se “acostumbra” a recibir su “dosis” de psicoactivos; al no serle suministrada ésta, se origina la “protesta”: el comienzo de la crisis de abstinencia. El organismo biológicamente hablando, comienza a “necesitar”, a depender de una sustancia.

    La Dependencia Psicológica se define como el impulso al consumo periódico o permanente de una sustancia, con el fin de experimentar un placer o disminuir un dolor. Convierte al consumidor en una especie de esclavo, que no podrá realizar sus actividades normales sin recurrir al “bastón”, en cuya ausencia le será imposible caminar.

    Es importante aclara que los dos fenómenos descritos están relacionados: lo psíquico y lo físico son los componentes del individuo, Hay momentos donde “pesa” más uno de los dos, pero siempre existe una mutua influencia.

    Algunos tipos de sustancias psicoactivas son los siguientes:

    • ALCOHOL: Inicialmente desinhibe a la persona. La vuelve extrovertida. Después la deprime. Es considerada depresor del SNC.

    Algunos efectos: Produce dependencia psicológica, física y tolerancia. Esta última puede frenarse, es decir que en algún momento la persona con la ingestión de unas pocas cervezas, o tragos, se “emborracha”.Por el contrario, en la mayoría de los otros psicoactivos la persona tiene que consumir cada vez más sustancias para sentir sus efectos. El alcohol afecta el razonamiento, la memoria (se producen lagunas). La suspensión repentina del consumo de alcohol por parte de un adicto puede producir temblores, alucinaciones y hasta convulsiones.

    • TRANQUILIZANTES: Son medicamentos depresores del SNC.

    Algunos efectos: pueden producir sueño, desinterés. Son relajantes. Disminuyen la ansiedad y afectan el Sistema Límbico y el hipotálamo. La interrupción repentina del consumo puede producir insomnio, temblores, delirios y convulsiones. Conocidos como “pepas”.

    Algunos son: Librium, Nobrium, Diazepan, Quait.

    • BARBITÚRICOS: Son medicamentos depresores del SNC

    Algunos efectos: sirven como antiepilépticos, anestésicos y sedantes. Producen muchos cambios en el carácter de la persona, falta de coordinación motora, desórdenes en el razonamiento. Afectan el bulbo raquídeo. Como en el caso de los tranquilizantes menores, la interrupción repentina del consumo puede producir temblores, delirios y convulsiones. Conocidos como “diablo rojo”, “arco iris”, “cielo azul”.

    Algunos son: Seconal, Fenobarbital, Tuinal, Nembutal.

    • OPIO: Depresor del SNC. Es el jugo o sustancia base de origen natural de la Papaver Somniferun Album.

    Algunos efectos: produce sueño, cambio de humor, dificultad de concentración, disminución de los dolores, dependencia física y psicológica, tolerancia, crisis de abstinencia, afecta el sistema cardíaco, vascular y gastrointestinal. La interrupción del consumo puede producir vómitos, mareos y convulsiones.

    • MORFINA: Es el principal alcaloide del opio. Depresor del SNC.

    Algunos efectos: Produce sueño, disminuye las sensaciones de dolor, afecta el hígado y el sistema cardiovascular y gastrointestinal. El humor o genio es muy variable. La dificultad para concentrarse es muy notoria

    • HEROÍNA: Derivado de la morfina.

    Algunos efectos: Produce un “flash” muy caliente que progresivamente recorre todo el cuerpo con sensaciones lumbares y abdominales que el adicto define como un “orgasmo generalizado”. Después vienes los efectos tranquilizantes, analgésicos y algo de euforia. La suspensión produce temblores, rinorrea, diarrea, escalofríos, depresión e insomnio.

    • TABACO: Estimulante del SNC.

    Algunos efectos: produce una sensación de energía y relajación muscular. El humo del cigarrillo contiene cerca de cuatro mil sustancias varias de las cuales son cancerigenas. La nicotina es la más influyente en la dependencia física, psíquica, tolerancia y crisis de abstinencia.

    • INHALANTES: Depresores del SNC. Normalmente son productos sintéticos derivados del petróleo. Normalmente son los más utilizados por los niños o gamines de la calle.

    Algunos efectos: embriaguez, pérdida del apetito, cansancio muscular, tos, hemorragia, trastornos en la percepción. A largo plazo pueden causar hepatitis y lesiones cerebrales. Origina dependencia física, psíquica, tolerancia y crisis de abstinencia. Conocidas como “pegantes” y “chupar”.

    Algunos son: thinner, gasolina, pegantes, nafta, quita manchas y pinturas.

    • CANNABIS: planta de la cual se deriva la marihuana.

    Algunos efectos: puede ser estimulante, sedativo o un alucinante. En los hombres la cantidad y calidad de los espermatozoides se ven afectadas y en las mujeres son frecuente los problemas menstruales. Conocido como “la hierva” y “la mona”.

    • ANFETAMINAS: estimulante del SNC.

    Algunos efectos: aceleran los ritmos cardio-respiratorios, disminuyen el apetito, causan mareos, ansiedad, sudoraciones abundantes. El consumo crónico puede causar alucinaciones y delirios de persecución. Conocidas como “pepas”, “speed”, “despertadores”.

    Algunos nombres: benzedrina, dexedrina y bifetamina.

    • COCAINA: estimulante del SNC.

    Algunos efectos: aumento del ritmo cardiaco y respiratorio. Sensación de placer. Aumento de la capacidad de atención, disminución de la fatiga, sed y hambre. Aumento del deseo sexual, pero la vez impedimento de la erección. Ansiedad, agitación, convulsiones. Cuando su uso es crónico pueden aparecer ideas persecutorias y agresividad. Se conoce como “perico” y “nieve”.

    3. EL PACIENTE ADICTO

    La palabra “adicto” remite a la antigua Roma, en donde cuando un sujeto no podía pagar una deuda entregaba su vida como adicto, es decir, como esclavo. De este modo, “salía” de su condición de deudor entregando su libertad como pago.

    Igual destino de esclavitud tiene quien recurre a la droga -etimológicamente significa mentira, embuste, cosa de mala calidad-, pues mediante la medicación de sustancia psico-bio-neuro-psico-tóxicas, en la ilusión de superar debilidades o flaquezas, en lugar de liberarse o independizarse, se vuelve drogodependiente.

    Podemos decir, entonces, que el adicto vive permanentemente un malentendido y que además, por norma, es malentendido, y lo que es aún más trágico, racionaliza su patología en términos de una ideología de vida --o mejor dicho, de muerte- asumiendo un delirio que es diferente en contenido de lo que conocemos en la psicosis, pero similar en su estructura. Para ellos la “química” es algo similar a la búsqueda de la “piedra filosofal” para los “alquimistas”, pero en este caso son los adictos quienes se ofrecen a sí mismos como roedores para sus investigaciones.

    Los requerimientos necesarios que constituyen un delirio son: no responder al juicio de realidad ni a la prueba de la experiencia; constituirse en una ideología de vida (o de muerte), de acuerdo con la cual el sujeto vive (o muere).

    Siempre señalamos que para entender a un adicto hay que invertir el sentido de nuestro pensamiento: en su búsqueda de placer se daña; en su búsqueda por encontrarle sentido a su vida, se mata; en su afán de independencia, se vuelve esclavo; buscando liberarse de los vínculos simbióticos humanos no resueltos con sus objetos primarios, a sea la familia o sus equivalente, se procura una simbiosis química. En síntesis, en su intento por ser, acepta vivir como un no-ser, y morir con la fantasía maníaco-omnipotente de vencer la finitud, condición inherente a nuestra pertenencia al reino animal y de difícil aceptación por el género humano, que desde siempre intenta negociar con todos los dioses de los que tiene conocimiento, su interés en vencer la muerte y llegar a ser inmortal. El correlato de esta postulación es la incapacidad y/o fracaso en su búsqueda de una identidad propia.

    Un elemento que aparece muchas veces en los pacientes adictos es la recurrencia al delito como medio de conseguir drogas o dinero para adquirirlas. Es decir, se establece una modalidad psicopática y narcisista por excelencia, donde cuenta exclusivamente su necesidad, sin importar la necesidad, la seguridad, la integridad, los sentimientos del otro. Cuando no se cumple este ideal narcisista, el adicto puede llegar a ponerse extremadamente violento, paranoico, e incluso llegar al crimen como reacción mágico-omnipotente de venganza, en un encadenamiento de este tipo: “el otro tiene que tener lo que yo no tengo; el otro lo tiene y no me lo da; el otro tiene que desaparecer porque su existencia resalta mi invalidez”.

    CONDUCTAS Y RASGOS DE CARÁCTER DEL ADICTO

    En el análisis de los toxicómanos nos hemos encontrado con características de ordenes muy diferentes y sin embargo, comunes y presentes en casi todos ellos:

    • Conducta Compulsiva en busca de gratificaciones regresivas, se toma la droga compulsivamente o se pretende frenar el descontrol emocional mediante ella por deficiente control de los impulsos, especialmente en crisis o arrebatos del conflicto narcisista profundo, como ocurre en los bebedores ocasionales en los que una herida en su autoestima les precipita en el acto compulsivo.

    • Falta de tolerancia a las frustraciones que en la mayoría de las ocasiones no son en realidad tales, pero el sujeto las convierte en traumáticas.

    • Inestabilidad afectiva dado que tienen ideas contradictorias de lo que son y desean.

    • Alteración de la identidad, la mayoría de las propagandas de las drogas legales está basada en el poder de las mismas de dar una identidad definida.

    • Juicio alterado de su realidad por exceso o por defecto de autovaloración. Existen licores que basan su propaganda en este fallo de la personalidad. Síntomas que nos hablan de alteración o patología de los sistemas yoícos afectados por la excesiva carga que supone el uso abusivo de las proyecciones. Se sienten débiles y sin valor y lo tienen, pero lo han transferido a otros. Al licor, a las drogas, al dinero.

    • Fallos en las sublimaciones por eso mismo la publicidad les excita por el lado del sexo mecánico, exótico en paraísos agrestes, solitarios. Son personas que se aburren de los productos de la cultura humana y por eso, toda su juerga acaba en el bar. Igualmente encontraremos frecuentemente la tríada: regresión, oralidad y narcisismo. En esta tríada están basados los anuncios de los cigarrillos americanos.

    • Influenciables, aunque no siempre por lo bueno (con lo que no suele identificarse, ni apenas percibir). Suelen descargar sus aspectos desvalorizados sobre la familia a la que dejan perder o no la aprovechan como fuente de gratificación, creando a su alrededor seudo familias en los grupos donde convive.

    • Suelen ser personas fluctuantes, ambivalentes, influenciables por la opinión del último que les dice algo, de lo último que se lleva, de su último impulso.

    • Suelen ser inquietos en el plano narcisista, van de flor en flor, de tema en tema, de trabajo en trabajo, etc. Siempre deseando con avidez, son demasiado sensibles a una opinión contraria.

    • Por su falta de autoestima se verán siempre amenazados, lo que les da esa particular capacidad para estar siempre alerta ante la pérdida de su sitio; y su sitio tiene que ser el primero dado que se consideran los tontos incapaces de dejar lo que los arruina.

    • Personalidad disociada , encantadores de puertas para afuera y destructivos en casa y en familia.

    • Predominio de lo mágico, pregenital y fálico, como opuesto a las cosas conseguidas después de un esfuerzo y una preparación tenaces, de la superación personal con método, trabajo planificado, concentración y con la ayuda adecuada para superar las limitaciones propias.

    • Mediante una acción se intenta bloquear o enquistar, fijando con la sustancia adictiva la amenaza del yo (todo yo débil se siente amenazado desde el propio sujeto y desde el exterior).

    5. ORIGEN DE LA FARMACODEPENDENCIA

    Diariamente se presenta con mayor frecuencia sujetos que han iniciado su consumo de drogas en la pubertad (8-10 años) y adolescencia temprana (15 años). Algunos interrumpen dicho consumo, mientras que otros lo perpetúan. Pero, ¿qué factores intervienen para que esto se produzca? Un factor a considerar podría ser la estructura de personalidad de la pareja parental -por ejemplo, un cuadro narcisista grave, esto es, narcisismo en tanto estructura que subyace determinados cuadros comportamentales, tales como psicosis, perversiones, paranoia e hipocondría-. Otros factores que también se consideran podrían ser cuadros de alcoholismo o drogadicción en los padres. Se supone en consecuencia que la incidencia de los vínculos tempranos en la personalidad del adicto crónico es un factor primordial a reflexionar.

    “Es probable que en la conformación de la personalidad del drogodependiente, hayan tenido lugar experiencias traumáticas en los dos primeros años de vida promoviendo un cuadro crónico”

    A continuación se explicarán los conceptos utilizados:

    -Cronicidad: Se toma este término en el sentido psicoanalítico de fijación al trauma tal como es concebido en el artículo “Más allá del principio del Placer”(1920). La fijación al trauma se produce cuando no hubo suficiente satisfacción en determinada fase -de evolución de la libido- y las pulsiones reprimidas y sus representantes permanecen inmodificadas en el inconsciente reclamando satisfacción. Esta, a su vez, está sujeta aun modo traumático de descarga, constituyendo una compulsión de repetición que se instaura más allá del principio del placer.

    A través de la repetición se buscará alcanzar en la actualidad aquel placer funcional que no halló satisfacción en determinado nivel.

    Para el niño recién nacido su madre es “todo”. Ella es la encargada de codificar los mensajes que su hijo le envía hasta que éste pueda hacerse cargo por sí mismo -yo-. Así la madre deberá discriminar si su hijo llora porque tiene hambre, porque necesita que le cambien los pañales, etc. Para ellos deberá estar “sintonizada” con el niño de manera de poder dar sentido a estos reclamos, y asegurar una respuesta adecuada.

    Es fundamental la “permanencia” de la madre al cuidado del bebé de manera de asegurar una cierta “continuidad” que garantizará su desarrollo psíquico y físico. Si se cumple la condición de permanencia de la madre, el niño podrá interiorizarla y posteriormente, tolerar su ausencia -perceptual- dado que se habrá establecido una representación -ligazón- en el inconsciente.

    Por el contrario, en el niño que devendrá adicto, se piensa que es muy posible qe la madre, a través de sus excesivas frustraciones, impida que se establezca la continuidad necesaria para que se forme la representación interna de sí misma -simbolización-. Estos niños necesitan aferrarse a los objetos que funcionan como proveedores de suministros, siendo abandonados y/o reemplazados por otros cuando dejan de cumplir esta finalidad. Al no poder mantener las cualidades del objeto en su interior, el niño, buscará compulsivamente establecer una relación con un objeto que sustituya a la madre en tanto único objeto capaz de satisfacerlo. Aquí podríamos pensar que la repetición ocupa el lugar de la representación.

    - Experiencias Traumáticas: El concepto de Trauma (Estudios sobre la histeria [1895d] y Proyecto de Psicología (1950a[1887-1902]) comienza con una connotación esencialmente sexual.

    La acción del trauma supone la existencia de dos acontecimientos. Habría una primera escena llamada de seducción donde el niño sufre una excitación sexual causada por un adulto, sin que en él se despierte trauma alguno. Posteriormente, generalmente después de la pubertad, se produce una segunda escena de apariencia insustancial que evoca por alguna línea asociativa a la primera.El recuerdo de esa primer escena desencadena un aflujo de excitaciones sexuales que desbordan las defensas del yo.

    En el tiempo que media entre ambas escenas se establece una defensa originada por el yo frente a hechos dolorosos, que Freud llama "defensa patógena", es la Represión. De esta manera, a partir de la situación traumática post-puberal, explica la Neurosis.

    En 1920 Freud consideraba el traumatismo como una afluencia excesiva de excitaciones en relación a la tolerancia del aparato psíquico. Fallaría el principio de constancia al ser el aparato incapaz de descargar la excitación.

    Finalmente en 1926 y, de una manera más abarcativa, en la segunda tópica Freud considera una especie de simetría entre el peligro externo y el interno: o sea, el yo es atacado tanto por las excitaciones pulsionales como por los estímulos externos más allá de lo tolerable, reclamando rápida satisfacción.

    Ahora bien, en la medida en que esta satisfacción no se produce, el bebé se enfrenta con el "sentimiento de desamparo" que es el prototipo de la situación traumática generadora de angustia.

    El bebé, debido a la inmadurez de su sistema nervioso, vive una serie de emociones que se le presentan de manera desordenada y fraccionada que lo dejan expuesto y lo condicionan a depender de manera absoluta de alguien -generalmente la madre- que pueda "ponerse en su lugar" y, de esta manera, comprenderlo en sus necesidades.

    La reiteración de las experiencias de satisfacción se agrupan en huellas que constituyen inscripciones primordiales regidas por el principio de placer conformándose un yo primitivo (Yo real primitivo).

    Posteriormente, en función de la acumulación de experiencias el Yo evoluciona, se aparta de la identidad de percepción, el principio de placer se sustituye por el de principio de realidad y las primitivas inscripciones se ligan con representaciones verbales. De esta forma las tensiones podrán ser neutralizadas y elaboradas, y no requerirán una descarga inmediata. Por ejemplo el niño podrá pedir comida a su madre cuando tenga hambre. Dirá "papa" en vez de llorar desconsoladamente.

    Por el contrario las huellas de experiencias dolorosas, donde la insatisfacción se reitera liberan una cantidad de excitación que se atenúa a través de una identificación primaria. Esta está regida por el principio de compulsión a la repetición para alcanzar una satisfacción que se sitúa más allá del principio de placer.

    Las experiencias de privación conforman un trauma debido a la considerable cantidad de energía pulsional que queda sin ligar. Trauma es ruptura de ligaduras. Esto implica que se desorganiza el sistema de representaciones.

    Se ha observado que la madre del adicto es una madre frustradora; es una mujer desorganizada por su propia angustia y depresión. Es posible que pase al acto de una manera que no se puede prever y que transmitirá toda esa angustia a su hijo. Como resultado de esto tenemos que, el niño, verá duplicada toda su tensión disponiendo solamente de su cuerpo para expulsar lo malo. Todo el trabajo intrapsíquico de su madre no se establecerá dado que ésta permanece fijada en su propia conflictiva edípica (con su propio padre) no resuelta.

    Es una madre que, si bien permanece físicamente presente, esta ausente psíquicamente. Actúa "como sí" estuviera cumpliendo con su rol de madre desde lo formal, pero permanece conectada con su propia conflictiva dejando al niño sólo en su vínculo afectivo.

    Por otra parte, si bien se dijo que para ser internalizada por el niño debe cumplir con el prerrequisito de permanecer en forma constante a fin de que éste pueda establecer las ligaduras entre el objeto (madre) y su representación psíquica en el inconsciente, debemos aclarar que se hacía referencia no solamente a una presencia física sino a una presencia que asegure una conexión afectiva. Una presencia que garantice una relación empática entre la madre y su hijo.

    Se piensa que en el caso del adicto el trabajo de ligazón con las representaciones esta interferido por la significación incestuosa inconsciente, formándose lo que podríamos llamar "agujeros" o "blancos" en la conformación de su personalidad debido a la precariedad de la conformación de su aparato psíquico, producto de la energía que queda sin ligar.

    A manera de síntesis diremos que estamos ante un trauma específico, característico de las adicciones un: trauma de tipo narcisista. Este trauma se produce a partir de un vínculo con una madre que desarrolla sus funciones "como sí", desde un plano puramente formal, psíquicamente ausente en la relación bipersonal, que lo frustra y erotiza sistemáticamente.

    Si consideramos que, del contacto con la madre dependerá la posibilidad de acceder a un sentimiento de sí mismo (autoestima), nos encontramos con un sujeto profundamente empobrecido. Esta falta de fortaleza interna tratará de ser compensada a través de un aferrarse a los objetos externos que servirán de "ayudantes" a un Yo carente.

    El vínculo con el otro estará signado por la presencia física del objeto y, las cualidades del mismo se perderán ante el alejamiento. Esto se produce debido a la carencia elaborativa. Esta carencia es la que explica que ante cualquier conflicto o tensión se produzca una fuga a la acción. El adicto hará todo lo que pase por su cabeza en rechazo a toda irritación.

    Los afectos serán reemplazados por "pseudoafectos" o "afectos como sí", estableciendo relaciones intermitentes con los otros en función de la satisfacción de sus necesidades. Se apoderará de los atributos de los objetos a partir de una regresión a la omnipotencia primaria.

    A través del objeto droga el adicto intentará dar sentido a su existencia, encubriendo, a través de los "como sí" de sus sentimientos, actitudes y vínculos, una soledad, pobreza interior y miedo a realidad que le resultan sumamente amenazantes.

    - Personalidad: Hace referencia a conductas o rasgos que son característicos de la historia vital del sujeto, producto de la selección y modificación de las identidades parciales que se plasmarán en una nueva estructura, que no dependerá de lo histórico solamente sino, de la interacción entre los miembros del medio en el que vive, especialmente, la familia.

    Estas identidades parciales surgen en función de sucesivas identificaciones, aún desde las épocas mas tempranas, en la relación del niño con su madre.

    La identidad final da cuenta de una organización e integración de todas estas identidades parciales aportando una vivencia de unidad que involucra madurez emocional, física y sexual.

    8. CONSIDERACIONES ACERCA DEL TRATAMIENTO

    Sabemos que las drogas, representan un ente ideal, mediante el cual se busca un estado de grandeza, que es utilizada para aumentar la disociación y para evitar los rigores del Súper-Yo, conservar el pensamiento mágico y omnipotente impiden al sujeto percatarse de la dirección en que van sus impulsos: la de la autodestrucción.

    Todo esto nos debe hacer pensar que se requiere una gran preparación para poder ayudar a estas personas mediante la técnica psicoanalítica que se describirá a continuación.

    Un tratamiento psicoanalítico promueve cambios en las personas durante el acto terapéutico y después del mismo. Esto es especialmente delicado en los adictos, pues cada vez que se produce una mejoría le suele seguir un empeoramiento, una vuelta a la droga. Los pacientes durante el tratamiento, aprenden a valorar la angustia como una señal de aviso que no es necesario tapar con droga, porque puede enseñarnos bastante de lo que somos. Se levantan las represiones patológicas. Todos estos cambios indican que disminuye la ansiedad siendo capaces de poner en palabras sus estados de animo en vez de actuarlos y transformarlos en el ritual de la toma de la droga. Todo va acercando al sujeto a integrar su personalidad disociada y/o utilizar la disociación de manera instrumental.

    8.1. La Pareja Analítica:

    Sabemos que en las parejas los miembros deben acoplarse el uno al otro y que las buenas parejas aprovechan los aspectos que funcionan bien de la mente de ambos para amar, trabajar, comprender y gozar. En las malas parejas ocurre lo contrario, se explotan las mutuas dificultades o puntos débiles para dañarse y atarse de manera adictiva. En las buenas parejas, lo que uno hace de negativo al otro también le afecta, pero, con prontitud, se trata de restituir el vínculo apoyándose en lo que les une y poniendo en funcionamiento la capacidad de tolerar los defectos o limitaciones.

    La pareja analítica es generalmente una buena pareja. El tipo de amor entre ellos está limitado por el setting de trabajo, por las condiciones del marco de trabajo en que están ubicados. Este amor debe ser el justo para que el terapeuta no esté demasiado implicado, y sobre todo, para que el continuo desamor que ronda todo proceso terapéutico por parte del paciente pueda ser entendido como un artefacto de la transferencia sobre él.

    Una buena pareja analítica será una de las metas a conseguir en todo tratamiento, y loes cuando ambos gozan de trabajar juntos, aportando cada uno su parte; por consiguiente, también las limitaciones y puntos ciegos.

    Este trabajo de pareja es especialmente difícil en los adictos, dado que ya están en simbiosis con la droga (su pareja en lo profundo) y tienden a intelectualizar el psicoanálisis o cualquier tipo de terapia. Son capaces de modificar muchas cosas, de curarse de muchos achaques pero, el núcleo psicótico, el núcleo narcisista, las zona autista de la personalidad, los aspectos perversos siguen siendo “tratados”, actuados, mantenidos, controlados, disociados y aislados de la conciencia al drogarse y no son accesibles a la terapia.

    En cada técnica o método terapéutico se reactivan aspectos de la personalidad que seguramente no se van a impulsar en otras. Por eso en los adictos, por lo general se prefiere empezar con terapia de grupo, que ampliará la grupalidad interna, la socialización, la capacidad de sentir a los otros como fuente de placer, lo que facilita el recoger dentro de sí lo que está proyectado fuera, en la droga, a la vez que introduce en ellos la capacidad de depender de los seres humanos y de colaborar en la tarea común de reconocimiento de su condición de adictos, cosa negada en todos los casos aunque parezca que sí lo hacen.

    Mediante el tratamiento, se trata de vincular fragmentos inconexos de memoria, de vivencias, pensamientos y sentimientos, de historia presente reactivada en la relación con el psicoanalista, sin tratar de que el paciente se convenza de nada.

    Durante la terapia se precisa de períodos de casi abstinencia de la droga pues, por lo general, siempre droga y terapia son incompatibles, debiéndose realizar la terapia, en ocasiones, en comunidad terapéutica, con ayuda de la terapia de familia o de pareja y otros medios médico-psicológicos. O sea, un pre-análisis.

    En el marco analítico, los conocimientos se dan o aparecen cuando el psicoanalista encuentra un paciente preparado para encajar estos conocimientos, lo cual excluye toda apertura aleccionadora, de amonestación o deseo de curarlo, etc. Porque, sencillamente, determinados conocimientos y cambios de una persona sólo se van a dar si hay una distancia adecuada, unas condiciones apropiadas de trabajo, un clima de confianza, intimidad, neutralidad y respeto por la parte adulta del paciente, valorando su capacidad de recuperarse y trabajar, su buena intención, la honestidad y valentía que suponen el ponerse en manos de otra persona: en suma, alguien que ha tenido el valor de párale tren, revisar las vías y rectificar el rumbo con la ayuda de un profesional especialmente preparado para esta tarea auxiliar.

    Cabe anotar que después de muchos años de investigaciones se conocen una gran cantidad de cuadros psicopatológicos, muchas cosas son previsibles, se está en condiciones de ver el futuro de los pacientes. Pero se sabe y no se sabe y, como los padres, se conoce y no se conoce a los pacientes; los terapeutas pueden serles útiles, pero no pueden conducir sus vidas, y ni siquiera saben que será lo mejor para ellos. Pero a pesar de esto, sabemos que son indispensables para el proceso de regeneración de los pacientes y más cuando estos dos hacen una buena pareja.

    8.2.La Técnica:

    La técnica, en su aplicación concretada en las sesiones de terapia, sería uno de los útiles puestos en marcha para hacer posible un proceso psicoanalítico.

    En ésta, la correcta interpretación de la realidad psíquica, realizada en el mejor de los climas profesionales posibles, será una de las finalidades.

    No se puede garantizar ni prometer la curación, pero si ofrecer el instrumento que la hace posible, el psicoanálisis, el cual se trata de afinar constantemente. Con esa herramienta, se puede desvelar muchos saberes que, a su vez, producirán liberaciones de energías reprimidas, de la vida de la fantasía, de la vitalidad, lo cual conducirá, ciertamente, a la enorme mejoría que pueda obtenerse en estos casos.

    La terapia se ve focalizada en clarificar los movimientos pulsionales, las múltiples caras del significado, las confusas maniobras defensivas y resistenciales, las excesivamente rígidas o por el contrario frágiles estructuras de la personalidad, el funcionamiento mental y las ansiedades, así como otros aspectos de la realidad psíquica que se desarrollarán cuando se despliega sin trabas, sin prisas y sin fecha un proceso psicoanalítico. Cada una de estos aspectos necesitará un desarrollo en el paciente, un tiempo psíquico para su despliegue que no pueda ser acelerado, puesto que su personalidad será respetada dentro de un proceso que conducirá a un desenlace natural.

    Acabamos de referirnos a los mecanismos de defensa, trabajar en su esclarecimiento en sus múltiples y confusos disfraces, constituyen una parte esencial del método. Entre otras cosas, suponen unas mentiras implícitas, es decir, debajo de ellos hay fantasías, no realidades, no hechos, sino versiones de los mismos, fantaseadas, soportadas y transformadas por los estados emocionales primitivos que las han cristalizado en verdades a medias o falsas certidumbres defensivas. Estados emocionales que se van a avivar, a reproducir en las sesiones y que darán lugar a repetición de las “soluciones” neuróticas o adictivas como el deseo de fumar en las sesiones u otras maneras de actuación en el interior del consultorio.

    Se podrán ver las fantasías sin mucho fundamento sobre las personas significativas de la vida de los adictos, la discriminación entre lo que percibe como si fuera externo y lo que se añade de los preconceptos, de las fantasías íntimas, históricas y de la novela familiar. Las más significativas, en ese momento, van a ser las referidas a la terapeuta, al la que le va a interesar que en ese clima distorsionador por lo intenso, esquizo-paranoide, se reacondicionen de nuevo las respuestas emocionales y se encuentre el verdadero valor que para la vida mental tiene el sostener fantasías equivocadas o carecer de ellas.

    Durante El tratamiento se van a evidenciar estados emocionales primitivos que, a su vez, van a determinar un pensamiento, una funcionalidad del Yo y una evolución del Súper-Yo (conciencia severa acusadora o protectora), con sus introyectos; dado que, la conciencia o el súper-Yo contiene valores y actitudes que el niño y hasta la especie vivieron, y representa ordenanzas para castigarse, perdonarse o protegerse.

    Formas y contenidos de lo inconsciente que en la persona, por lo demás, están siempre presentes, disociados, reprimidos, desplazados, o posiblemente convertidos en padecimientos físicos, estados emocionales que no pueden encontrar sus palabras ni representación.

    Los síntomas pueden sustituir a muchas cosas que no pueden ser pensadas por lo dolorosas, o representar deseos y fantasías encubiertas o satisfacciones substitutivas. La búsqueda de éstos significados y su elucidación es lo que el terapeuta busca sin descanso.

    La técnica trata de descubrir centrándose en el nivel vivencial; evitando encaminarnos a hablar del inconsciente, o quedarnos en lo pre-consciente aunque, el mismo, esté incluido en el proceso.

    En ese sentido ayuda mucho estar atento a la percepción de la presión que el paciente ejerce sobre el terapeuta, una de las cuales será el tratar de mantener una posición desde la cual, siente que está a salvo porque, “solo son interpretaciones”.

    Uno de los fenómenos a los que el psicoanalista ha de estar más atento en las sesiones es al del uso de la ayuda que el paciente recibe, así como las interpretaciones, del tiempo, de los sueños, etc. Es necesario apercibirse de cuando y de que manera se manifiestan las resistencias y con qué calidad. Aquí sería conveniente incluir que patologías utilizan de manera maligna la ayuda que se les presta, cosa frecuente en algunos adictos con fuerte componente paranoico.

    8.3. La Contratransferencia:

    Simplificando, serían aquellas emociones que provoca el paciente en el terapeuta. Por eso se debe ser lo más técnico y riguroso posible en todas las normas y procedimientos psicoanalíticos, sin por eso dejar de ser auténtico y dejarse llevar de su experiencia, sin temor a ser empático dentro de lo posible y, a veces, capaz de expresar emociones negativas hacia los actos del paciente, aunque no hacia la esencia de él mismo.

    En la contratransferencia, el psicoanalista, necesita conocer que partes del paciente han sido divididas y proyectadas dentro de él. Partes no deseadas que necesita colocar en otros, en este caso, el analista, lo mismo que coloca lo curativo y lo ideal en la droga para mantener quizá su estructura.

    Por eso, el paciente mentado se introduce dentro del psicoanalista con sus impulsos, en unión a sus objetos - la imagen de su padre ausente, de su madre, de su hermano preferido por la madre juntamente a la imagen denigrada de sí mismo-., para dominarlo y controlarlo. Y permanecer indomable, tratándose con sus drogas y asegurándose de que lo que no le gusta, lo que le comunica su psicoanalista permanecerá lejos de él. Menospreciar a su psicoanalista le produce ansiedad, que debe detectarse bajo la horma de un suspiro fugaz, de una inmovilidad, miradas de sesgo, risitas...

    8.4. El Método:

    Consiste en cuatro o más sesiones por semana en las que el paciente cuenta lo que le ocurre, lo que le mortifica o simplemente lo que se le viene a la mente. Se sabe que con menos sesiones no se desarrollaría adecuadamente el proceso necesario para que pueda llamarse psicoanálisis.

    En la esencia del método está el tratar de descubrir cada día el poder de adecuar las palabras a las emociones en ambas partes de la pareja analítica. La receptividad del psicoanalista no es mágica, ni pasiva; porque, sabe que su experiencia emocional y la de paciente deben ser transformadas en interpretaciones. El método es interpretativo.

    El método psicoanalítico produce una frustración por sí mismo en los adictos, dado que no está permitida otra cosa que poner en palabras lo que se experimenta las sesiones; no se hace otra cosa que hablar y ellos están acostumbrados a actuar, pues fumar, beber o inyectarse son acciones. Cada vez que tienen un conflicto pretenderán “curarlo” mediante la acción de drogarse; en verdad sólo podrá manifestar en las sesiones que tienen ganas de droga o de beber y averiguar el por qué.

    Así pues, la presencia del método produce frustración ero, por lo demás, el psicoanalista no busca para nada producir tensión, ni ansiedad, ni frustración. El paciente está ahí para ser atendido y esa atención debe ser la interpretación del material que el paciente aporta.

    8.5. Riesgo del Tratamiento:

    El paciente en su proceso de recuperación debe aprender a “desdrogarse”, o recuperar su capacidad de “vivir sin drogas” si previamente había tenido logros en los cuales poder apoyarse para su recuperación.

    Ningún objetivo es más temido que éste, y el momento más riesgoso del proceso terapéutico es cuando se sienten bien y pueden salir solos y/o regresar a sus hogares (en el caso de los internados), pues deben enfrentar las realidades en las que huyeron en el mundo ilusorio de las drogas. En este sentido, experimentan un tipo de reacción similar a la que caracteriza el proceso de recuperación del psicótico. Debemos, entonces, prepararlos para que puedan tolerar esta situación, pues por norma general encuentran droga “en algún lugar donde la tenían escondida”, siempre “por casualidad”; o también “por casualidad” se encuentran con alguno de sus “amigos” y/o proveedores que les hacen un “regalito”.

    En la actualidad la causa más común de las recaídas en la droga, es la incapacidad de estos sujetos de tolerar el límite, que significa decir “no” al consumo del alcohol, ya que éste reactiva la necesidad de la droga, en especial de la cocaína.

    4. LA FARMACODEPENDENCIA SEGÚN OTTO FENICHEL.

    El farmacodependiente representa al típico “impulsivo” cuyo afán es encontrar algo que le brinde satisfacción, seguridad y autoafirmación.

    El adicto le da a la droga un significado sutil e imperativo y busca en ésta una satisfacción interior. Por esa razón lo más importante es determinar los orígenes del deseo de este tipo de gratificación y su naturaleza, teniendo en cuenta que la adicción a las drogas se diferencia de los demás tipo de adicción debido a sus efectos químicos que pueden ser sedantes o estimulantes.

    Los drogadictos son personas predispuestas a reaccionar ante los efectos químicos de cualquier tipo de droga (alcohol, morfina, etc.) de una forma particular, de una forma que no sólo satisface su deseo oral que se traduce a anhelo sexual, sino también satisface su necesidad de seguridad y autoestima, siendo su estructura psíquica lo que indica el origen y naturaleza de la dependencia.

    Es un factor muy importante el estudio previo de la conducta impulsiva. Este tipo de pacientes son personas que nunca estimaron lo suficiente las relaciones objetales por tanto se hallan fijados a su estado narcisista-pasivo, mostrando interés sólo por su propia gratificación y viendo a los objetos como simples proveedores. Erógenamente se centran en la zona oral y la piel de donde obtienen alimento y calor, autoestima y razón de vivir.

    Los adictos no toleran la tensión, el dolor, la frustración ni la espera, situaciones de las que procura escapar rápidamente para refugiarse en los efectos del tóxico y obtener así una gratificación tan grande que le resta importancia al dolor y frustración presentes cuando el efecto de la droga desaparece y que lo lleva a un nuevo uso del fármaco, pero esta vez en una dosis más intensa que va incrementando la dependencia y gradualmente lo aleja de la realidad. De esta manera el adicto comienza a reemplazar todos sus impulsos por anhelo farmacotóxico, hasta que finalmente su realidad se reduce a la ingestión de la droga.

    Las tendencias orales y cutáneas aparecen manifiestas cuando la droga se ingiere por la boca o mediante inyecciones hipodérmicas, resultan como producto de la acción de la “tensión amorfa” (transformación de la libido en energía desorganizada a manera de deseos y conflictos internos revelados confusamente) y su acción dispara increíblemente el autoestima habiendo una concordancia entre las satisfacciones eróticas y las narcisísticas.

    Para Simmel, la elación o exaltación producida por los efectos del tóxico es una “manía artificial” ya que en el proceso final de la adicción el paciente estadios de exaltación (cuando se droga) con estadios de depresión (a “la mañana siguiente”), que corresponden a estadios de hambre y saciedad en el bebé psíquicamente inmaduro y en cuyo proceso, poco a poco van prevaleciendo las depresiones que obligan al paciente a ingerir dosis de droga cada vez más altas en un período de tiempo más corto y que a causa de la disminución del efecto se incrementa la tensión. La inyección hipodérmica es usada como protección ante dicha tensión que se relaciona con el hambre y el sentimiento de culpa.

    El aumento de la dependencia y a su vez de la tensión erótica o amorfa, hace que el adicto percate su progresiva desintegración, no sólo a nivel físico sino también mental. Como esta desintegración representa un peligro para el aparato psíquico, el paciente afronta este peligro (bastante real) de la única manera que conoce, aumentando la dosis, y cayendo así en un círculo vicioso donde la exaltación cada vez es más corta y la depresión de “la mañana siguiente” se torna permanente.

    En el caso de los adictos al alcohol, la elación les proporciona satisfacción y alivio. Tras la disolución del Super-yo por efectos del alcohol, los obstáculos para la realización de deseos parecen menos, para algunos adictos por la disminución de las inhibiciones superyóicas y para otros por el abandono de las frustraciones externas de la realidad y su sustitución por sueños placenteros.

    El alcohólico se caracteriza por su personalidad oral y narcisista. El alcohólico crónico manifiesta fijación a la etapa oral producto de frustraciones orales infantiles que afectan su personalidad dentro de la cual se destaca el carácter inconsciente oral y homosexual del paciente.

    Es muy importante analizar que llevó a la persona a recurrir al alcohol y establecer si el deseo de beber y la elación que esto produce rige el autoestima y la psicosexualidad del paciente. Si esto se presenta de manera muy arraigada, se puede tratar de una psicosis alcohólica maníaco-depresiva.

    En este tipo de Psicosis la adicción, tras su abuso constante, se torna decisivamente insuficiente y se utiliza como último recurso para evitar la caída depresiva, lo que supone una inutilidad del mundo de objetos y lleva al adicto a una ruptura con la realidad.

    Tausk, por su parte se pronunció con respecto al delirio alcohólico profesional calificándolo como una manifestación de excitación sexual reducida a impotencia por el alcohol y característica de homosexuales y narcisistas.

    En general todas las adicciones constituyen intentos infructuosos por dominar la culpa, la angustia y la depresión, sentimientos que el paciente aprende a “controlar” mediante el uso de sustancias tóxicas que pasan de ser la resolución del problema a convertirse en el problema real, y en vez de alejar el peligro al que tanto temía el paciente termina incrementando el mismo a un punto arrollador.

    Psíquicamente cuando el paciente cede ante el impulso de drogarse, el Yo demuestra al Superyo su autodestrucción y este castiga al Yo llevándolo a la perdición mediante la satisfacción de sus deseos. Así el Yo consigue la sexualidad y el placer que quería pero de una forma dañina y peligrosa.

    Este tipo de comportamiento instintivo representa un intento desesperado e inadecuado de descargar la tensión erótica y amorfa experimentada interiormente por el adicto a manera de liberación de la tensión y alivio a la depresión.

    7. DINÁMICA PSÍQUICA DE LA FARMACODEPENDENCIA

    La identidad psíquica y sexual que estructura la personalidad se fortalece y desarrolla a lo largo de toda la vida e incluye tanto logros como fracasos.

    Los farmacodependientes a nivel familiar generalmente adoptan la posición de un hijo más, abandonando su postura de marido y padre. Mantienen aparentemente buena relación con los hombres pero no tienen amigos y ven el lugar de trabajo como un ente que les proporciona seguridad y la oportunidad de formar su identidad y de ser alguien.

    El amor les representa un fracaso. El adicto es incapaz de amar a plenitud al otro sexo o al suyo propio, por eso no tiene amigos ni se lleva bien con las mujeres. Esto lo lleva a recurrir al licor, tabaco o cualquier tipo de droga como única salida para disimular su desagrado por el otro sexo y para anestesiar la conciencia de su realidad.

    El adicto no relaciona para nada su adicción con sus limitaciones emocionales

    No ve la sustancia tóxica como él realmente la está utilizando, como una venda que le imposibilita ver lo que realmente es. El tóxico cumple la función de anestesiar el dolor y frenar la conciencia.

    Este tipo de impulsivos que se dan a la droga, tienen fallos internos (que todos tenemos) que le generan tensión y culpa inconsciente tratados con “el medicamento de turno”. Ante la imposibilidad que su aparato psíquico débil le representa el adicto es incapaz de aceptar sus limitaciones, de amar o ser amado, de sacrificar cosas, de postergar los impulsos y de aceptar la frustración como parte normal del vivir.

    El farmacoadicto es incapaz de aceptar y superar lo malo que lleva dentro, de contrarrestar el poder de los objetos malos y ganarse la confianza del Yo y debido a su fragilidad Yóica tiene fluctuaciones en su autoestima y falta de dominio sobre los peligros objetales y narcisistas.

    El dependiente no puede encarar esa realidad inconsciente o consciente a la que le teme, al contrario, trata de alejarla para que así no halla contradicción entre lo que el necesita ser, necesita que los demás piensen de él y lo que realmente es. Esta situación dual produce una profunda tensión en el adicto que lo lleva a refugiarse en el droga.

    Para el adicto lo que cuenta es el placer del momento, de lo no corriente que lleva a hacer cosas no corrientes, que llaman la atención, que hacen que cuentes, que sobresalgas, cosas que son noticia, que aumenta las ventas y la audiencia.

    Aquí, la publicidad entra a jugar en la adicción. La depresión por la decepción de la vida y del amor lleva a muchas personas a refugiarse en sustancias tóxicas que usualmente son vendidas como símbolos de hombría, felicidad y placer, siendo los medios publicitarios en su ciego afán por conquistar el mercado lo que lleva a la mayoría de esas personas a ceder ante lo tóxico impulsados por el deseo de satisfacción y por las falsas imágenes sobre la realidad que la publicidad les ofrece.

    FALLOS EN LOS SISTEMAS DE ADAPTACIÓN Y ANÁLISIS YOICOS:

    Los adictos son víctimas de temores fóbicos, lo cual los lleva a tener fallos en su sistema de adaptación y procesos yoicos.

    El adicto tiene un vacío o carencia que trata de compensar con acumulaciones anales o fálicas (poder, dinero, éxito, e.t.c),es incapaz de adaptarse a su condición de mortal y además es incapaz de aceptar que la vida es un perder y encontrar ya que esto supone un esfuerzo de adaptación a la realidad mayor al que el adicto es capaz de tener. Ante esto el paciente

    Elabora un mundo inclinado artificial que le causa dolor y que lo lleva a encontrar en el tóxico el refugio que lo protege del fracaso y que le apacigua el dolor.

    El farmacodependiente es incompetente a la hora de amoldarse a variadas circunstancias del vivir sobretodo si estas crean sentimientos de culpa o frustración, sentimientos que debe rápidamente anestesiar con un vaso de licor, con el tabaco o algún otro fármaco.

    Ejemplo de defensa maníaca:

    Un sujeto que ha vivido toda su vida en calidad de desadaptado con inestabilidad emocional y laboral se declara marxista y enemigo del capitalismo. Tiene una postura agresiva latente ante “ los idiotas incapaces de ver la verdadera esencia de las cosas”, es decir ante los idiotas incapaces de ver las cosas como el, lo cual lo lleva a sentimientos de engrandecimiento.

    Este adicto se cree un legítimo sucesor de Marx en la tierra, lo suplanta y utiliza aspectos de él que le sirven para cimentar la base omnipotente y narcisista de su personalidad. En este caso el paciente usa la difamación como una defensa contra la envidia que el mismo siente por la figura de Marx la cual utiliza para su conveniencia y para ocultar su realidad, que es un terrible conservador y machista.

    Sin embargo llega un momento en que el paciente siente que la usurpación de la ideología Marxista no le es suficiente para ser realmente superior a los demás, es entonces cuando recurre a los tóxicos. El resultado de su identificación maníaca con Marx lo lleva a querer controlar a todo el que puede, pues su envidia lo ha llevado a simplificar a Marx como controlador.

    Este caso no supone otra cosa más que la búsqueda de una figura paternal a la cual amar y que armonice con su propia inteligencia. El “marxista” que tenía una muy mala relación con su progenitor busca en Marx a ese padre que debía amar y que no lo hizo por ser éste un pobre zapatero de pueblo.

    La carencia de capacidad yoica por parte del paciente de hacer una defensa maníaca moderada y no patológica ante el sentimiento de culpa y frustración, lo lleva a refugiarse en la droga que le “proporciona” el poder y la capacidad de ser igual de fuerte en lo profesional y afectivo como lo es con la lengua, en lo hecho que en lo hablado.

    9. COMENTARIOS AMPLIADOS SOBRE EL SIGNIFICADO DE BEBER.

    Generalmente el borracho en franca contradicción exalta sus capacidades.Bebe para evitar el ser tocado por la realidad exterior o interior que lo acosa, para engrandecer sus virtudes y esconder lo malo de sí mismo, para diluir la realidad y solaparse en los placeres de la omnipotencia y el narcisismo.

    Para muchos hombres el beber sirve para borrar su posible tendencia homosexual y por ende confirmar su sexualidad insegura por medio de productos que venden cuerpo de mujer, que venden hombría y que le sirve para autoafirmarse ante los otros.

    Los bebedores son personas incapaces de gozar con la compañía de sus semejantes, por lo que recurren a la bebida para que esta intervenga y sentir la suficiente fuerza como para relacionarse.

    El alcohol para el adicto no es más que un conjunto de significados salvadores, curativos, sedantes o estimulantes. A pesar de la bebida en muchas ocasiones es utilizada como un instrumento para curar la falta de satisfacción sexual, sólo los alcohólicos ignoran la impotencia sexual que esta produce.

    La bebida puede ser utilizada para tapar los malestares psíquicos producidos por un estado interior de defectos y culpas y las carencias psicológicas fundamentales originadas en el desarrollo psicosexual, especialmente en la etapa oral y fálica.

    El alcohólico maltrata a su mujer con el fin único de que no este cariñosa ni sexuada, ya que si lo esta puede quedar evidenciada su poca capacidad sexual y amatoria y si no, éste se va a sentir rechazado teniendo allí una excusa perfecta para refugiarse en el licor. Este tipo de personas siempre tienen ser el centro de atención, así tenga que negar a otros y valerse de su enfermedad.

    Este tipo de adicto bebe para complacerse en fantasías y pensamientos normalmente frenados por el Superyo. Luego de maltratar a la esposa se pone celoso afirmando el pensamiento de que ella está con otro y así justificarse y negar sus malos tratos, pero interiormente, tratándola de esa manera, lo único que desea es que en realidad se vaya con otro.

    El adicto quiere que su pareja sea tan gratificante y sometida, tan capaz de aguantar y poderosa como fantaseo a su madre en su infancia. Esto se debe a la persistencia de sus teorías sexuales infantiles que lo empobrecen emocionalmente. El amor perdido reactiva una situación infantil de apego y soledad que busca disolver en Whisky.

    Se culpan por los pecados que no reconoce su conciencia. Debido a que su personalidad es narcisista y egocéntrica se sienten culpables al reafirmar, fuera de casa, su bondad y entrega. Así busca olvidar sus penas, embeberse con una alegría ficticia y huir de la depresión latente y la culpa con el uso de licor.

    La publicidad también interviene en la bebida. Ésta embauca, especialmente a los jóvenes, vendiendo ideas de que el licor es sinónimo de felicidad y aceptación social. El ingerir colectivo de una botella que pasa de boca en boca es un proceso defensivo social que restaura la unión entre el bebé y la madre y cura las ansiedades de desintegración, es una fantasía grupal del cuerpo materno característico de las pandillas. El ceder colectivo ante el impulso de tomar significa el deseo de volver a asa comunicación primaria, cómoda e ideal que se tenía con la madre, y que ahora se traduce como al sentimiento de seguridad de pertenecer a una comunidad ideal que goza de superioridad.

    A menudo se vende la idea que bebiendo se triunfa sobre algún mal o temor.

    Así la adicción se termina utilizando como una técnica de supervivencia psíquica donde el licor cumple la función de insensibilizar ante el sufrimiento, la maldad y el miedo. La bebida guía a la independencia de la realidad y divide al adicto mentalmente ( por un lado la bebida en un ideal de libertad, bondad y felicidad y por el otro destruye neuronas, los aparatos reproductores, provoca gastritis crónica, neuritis etc) haciéndolo frágil e inestable, por un lado, en la fase de exaltación por la bebida, confirma su grandeza y ánimo y por el otro, en la fase de depresión, crece su angustia, culpa y temor.

    El alcohólico en su proceso de adicción comienza a notar su deterioro físico y la pérdida de sus cualidades y se entrega al intento de luchar contra la fantasía de desintegración, pero a este punto la dependencia es tan grande que el adicto pretende encontrar su despeje, talento claridad y lucidez, precisamente donde las perdió, en las botellas de cerveza y en los bares.

    Esto se debe, quizás a que muchas adicciones se presentan como tentativa de construir una apariencia de identidad y corporeidad que protege del temor de la muerte psíquica. El bebedor teme caer en el deterioro mental y perder sus virtudes, entonces busca en la bebida ese algo que le proporcione identidad. Cuando bebe sus ideas fluyen de manera sobresaliente y sin tanto esfuerzo, habla más espontáneamente y mejor, a la vez que se siente aceptado ya que esta haciendo lo que todos hacen, beber.

    Sylvie le Poulichet, expuso sobre el uso de tóxicos que era una tentativa de mantenerse fuera del mundo, de producir un nuevo cuerpo. Una persona donde habite el placer primitivo, idealizado y no alcanzable, necesita recurrir al fármaco para poder alcanzar dicho placer. Algunos solo alcanzan la capacidad de poner en palabras lo que piensan, de disfrutar un goce erótico de un discurso muy bien construido que inutiliza las ideas de otros, si llenan su cuerpo de tóxico.

    Así como las bebidas se usan para reanimar un psiquismo empobrecido, equivale a una sexualidad primitiva autoerótica. Las relaciones con el otro sexo para el adicto tiene la misma función que el alcohol, engrandecer su personalidad y prometer la seguridad y potencia que siente carecer.

  • Culto al Presente o Presentismo:

  • Además de la disociación mente-cuerpo que experimenta el adicto, se debe tener en cuenta otra disociación: la disociación temporal, que es el mecanismo de defensa psicológico fundamental en las practicas adictivas. Hemos denominado a este aspecto del problema “presentismo”.

    Vivimos en una etapa de la historia de la humanidad en la cual, a pesar de tener conciencia de la historicidad de nuestras vidas, por motivos ideológicos (también sociales, políticos, económicos), vivimos un culto al presente casi absoluto, que además suma se efectos negativos al presentismo propio de los adictos. Esta modalidad narcisista, antropocéntrica y profundamente ecocida, homicida y suicida, que no vacila en la conquista del poder a cualquier costo, sin prestar atención a los medios para conseguirlo y a las consecuencias que produce, sustenta el presentismo como un ideal casi absoluto. El futuro en negado y/o presentado como altamente persecutorio. Ya prácticamente no existen utopías esperanzadoras acerca del futuro, y cuando se habla del descubrimiento de otros mundos, en la ficción resulta habitual encontrar personajes siniestros y destructivos.

    Pues bien, las drogas psico-neuro-bio-socio-tóxicas facilitan una notable base de sustentación del presentismo al generar químicamente negación. De este modo se cierra el circulo vicioso: la negación no permite concienciar las consecuencias del uso de las drogas mientras las personas están bajo sus efectos, razón por la cual solo es posible tratarlas cuando se encuentran en abstinencia.

    En cuanto al Yo del adolescente, que coyunturalmente está sometido a toda clase de presiones internas y externas, que vive un presentismo lógico para su edad, ¿Qué le ocurre cuando el contexto socio-familiar lo acosa y presiona hasta niveles insoportables? Su predisposición a recurrir a drogas psico-neuro-bio-socio-tóxicas que le ofrezcan una salida inmediata, aunque ilusoria, lo convierte en un candidato ideal -así lo comprenden los vendedores de drogas, que dirigen su aparato de propaganda hacia ellos como su objetivo predilecto-.

    3. Razones para no Consumir Drogas

    Consumí para ser feliz y conocí la infelicidad

    Consumí para ser sociable y me aislé de los demás

    Consumí para ser amable y me volví amargado

    Consumí para hacer amigos y me quedé solo

    Consumí para poder soportar los dolores de la vida y caí en la autocompasión

    Consumí para poder dormir y me levanté cansado

    Consumí para ser más hombre y me volví impotente

    Consumí para trabajar mejor y perdí el empleo

    Consumí para tener más confianza y empecé a temblar

    Consumí para ser valiente y me llené de temor

    Consumí para sentirme seguro y empecé a dudar de mi mismo

    Consumí para ser creativo y empecé a olvidar las cosas

    Consumí para olvidar y me atormentaron los recuerdos

    Consumí para sentirme libre y me convertí en esclavo

    Consumí para resolver mis problemas y estos se multiplicaron

    Consumí para ayudarme a vivir e invité a la muerte

    Consumí para tener la experiencia del cielo y conocí el infierno

    Por todo esto.... ya no consumo alcohol ni droga!

    Anónimo

    6. IMPULSO DE VIDA E IMPULSO DE MUERTE

    Muchas personalidades para sobrevivir y combatir la tristeza, angustias y dificultades, escribes. Otros caen en la droga para “curarse”. Las drogas se usan como un método fracasado de curación de la falta de autoestima, y en muchos casos para engrandecer la personalidad.

    El adicto es un creador, como el escritor y el artista, pero..., de su propia muerte, su oxígeno es el humo tóxico. El creador verdadero tiene el mismo miedo, la misma inseguridad y desesperanza, pero es conciente de ella y la transforma en comunicación y vida para el idioma. Y dice: “con la experiencia de la literatura puedo caminar por el vació”.

    Una capacidad de espera, de creencia en lo bueno y de dependencia de los otros que el adicto no tendrá.

    Personas con adicciones leves a drogas socialmente admitidas, tabaco, alcohol, recurren el algunos momentos a la relación con lo tóxico para “tratar” sus núcleos psicóticos, par darse satisfacciones regresivas, para frenar aspectos perversos o psicopáticos latentes, para dominar aspectos envidiosos o momentos sádicos reactivados por alguna situación vital. Por tanto, son micro-descompensaciones que pasan inadvertidas a una observación normal al ser tratadas con drogas sociales.

    El adicto, más o menos conciente se siente vació y solo, con un lugar psíquico que deberá ser llenado de amor, de relaciones con personas presentes, aunque tengan sus limitaciones; pero debido a factores y dinámicas complejas, no puede usar lo que sí tiene alrededor para llenarlo...porque no lo podrá hacer con las personas que lo rodean, que le frustraran permanentemente en sus fantasías sobre lo que si deberían darle, o lo que, deberían ser y no son. Esta frustración no será del todo consciente y originará un conflicto del que se derivará la adicción.

    La relación con el objeto de amor, es difícil por su dificultad interna par vincularse con lo bueno y por el tipo de elecciones objetales y situacionales que suele establecer.

    No es la relación con el mundo exterior lo que le frustra, es su necesidad de mantener algo excitante y tormentoso en su vida y su retirada del placer natural lo que importa comprender. El adicto cree que es por las condiciones de vida social por lo, que se ha precipitado en la droga. Pero realmente la frustración y la carencia viene lejos en la vida individual. Por eso el tratamiento debe ir sobre los factores internos más que los externos.

    La situación frustrante se dirige hacia objetos parciales, secundarios e imprecisos que son fabricados por la publicidad, con apariencia de verdaderos. La sociedad nos presenta objetos con apariencia de buenos, que pasan a ser metas sociales, profesionales, afectivas, generando un circulo vicioso de frustración debido a la debilidad de la estructura mental de los consumidores de este tipo de mercaderías.

    El adicto coloca al objeto de la adicción mediante la identificación proyectiva masiva, unos atributos que la droga en sí no tiente. Mecanismo con el que logra cambiar alucinando, las cualidades del objeto de la adicción, sacándolas de dentro de sí mismo, e inoculándolas en el objeto, como consecuencia de lo cual, éste se va a convertir en algo profundamente necesario. Quiere decir, el Yo de adicto saca una parte de su psiquismo y la coloca en el objeto de la adicción; con lo cual, la dependencia que aparece ahora ya como de algo exterior, seria, de algo que previamente ha estado y aún lo está en el interior de su psiquismo, aunque él la percibe fuera.

    El adicto utiliza la denigración de aspectos de su interior, que producen la baja de autoestima y lo dejan con sensación de vacío y falta de recursos, y alucinación de lo idealizado dentro de la droga. Por eso el dejarla es asimilado a vacío. Además se queda sin la voluntad yóica necesaria para cortar esa adicción, porque el Yo ha perdido ciertas cualidades con estas operaciones mentales tan primitivas. Es un sujeto depresivo que sufre un vacío interior por las pérdidas del pasado, del presente y de aspectos de sí mismo. Es una personalidad dependiente del objeto bueno-malo de su interior, vivido fuera como si estuviera n la droga, en la institución buena que los sujeta, en el objeto de enamoramiento idealizado e irreal.

    Dejar la droga es equivalente a dejar una relación masoquista con algo del interior al propio psiquismo y dejar de usar métodos arcaicos de relación con uno mismo y con los demás. El salir de ahí, presupone una reorganización libidinal y de economía psíquica compleja, lo cual no resulta fácil y más si se trata con un Yo debilitado en funciones relacionadas con esa carencia básica.

    El objeto de la adicción es investido de cualidades benéficas, o sea del amor, como lo que da sentido a la vida. Las adicciones son una tentativa de supervivencia psíquica, a fin de salvaguardar consentimiento de integridad del Yo. Pero, esta tentativa, que es del lado de la vida, sufre una invasión por la pulsión de muerte.

    El objeto de la adicción es un representante de algo que existió en etapas primitivas del desarrollo que luego se perdió y ahora pertenece al orden de lo irrepresentable. Estos son objetos de deseo, pero no de la realidad presente. En las adicciones hay algo más que una regresión, existe una forma de sadomasoquismo arcaico. Una forma de sadismo contra los semejantes y masoquismo primitivo y suicida.

    Un bebedor dice: llego a casa, me tomo unas copas, y eso me relaja. Antes de ser alcohólico, decía lo mismo pero de su mujer y sus hijos ¡que objeto valioso y erótico debe haber en el interior de la botella que pueda competir con el placer de la paternidad y de una mujer! Eso es a lo que se llama objeto arcaico y apego sexual primitivo. Cabe preguntarse si el ser humano está constituido para buscar su propia destrucción, bajo la apariencia de una promesa de liberación instantánea del displacer.

    No es posible hablar de libertad en la dependencia química de las drogas. Es obvia la contradicción entre libertad y dependencia, el adicto fracasa en sus anhelos de libertad y rebelión, sometiéndose y estupidizándose en una identificación masoquista con su familia o con la sociedad que critica y desvaloriza. O sea, termina siendo como ellos.

    Podemos conceptualizar la drogodependencia como una situación de esclavitud cuya práctica significa “un proyecto de muerte”.

    Cuando el adicto va al tratamiento no busca “curarse”, en sentido de reconstruir o crear su proyecto vital, sino “perfeccionarse”; es decir, consumir sin sufrir daño. Cambiar, reconstruir, modificar o crearse un “proyecto de vida”, exige un esfuerzo y un fuerte compromiso que se debe mantener a lo largo de la vida. Por norma general tratan de continuar con sus prácticas tanáticas, creyendo que pueden hacerlo sin dañarse. Sin embargo, la curación se hace posible cuando se logra revertir el proceso adictivo y generar un “proyecto de vida”.

  • REVESTIMIENTO ERÓTICO DEL TABACO

  • El núcleo melancólico del fumador, está de antemano en el sujeto antes de fumar; y el fumar, es externalizado y concretado en la sustancia tabaco que se mete, de vuelta, dentro de su cuerpo.

    Un adicto bebe y fuma porque las drogas le permiten un acceso a un tipo de placer, más allá de lo que entendemos por placer, entre la vida y la muerte. Los tóxicos le permuten una regresión al cuerpo materno del narcisismo primitivo. El tabaco simboliza los contenidos invasores, persecutorios y destructivos, el núcleo narcisista más primario y por ello menos organizado y más cargado de energías instintivas, tanto eróticas como tanáticas.

    LA CONFUSIÓN: El adicto llega a confundir lo que quema por dentro: lo que envenena es confundido con lo bueno, haciendo sentir que lo bueno es la destrucción.

    Lo relaciona con un padre y una madre que queman y de los cuales no se puede desprender.

    Lo “malo” ocupa todas sus energías, su acción, su interés. Sus relatos se refieren a defectos, a fallos, deficiencias y maldades de la gente y de los ambientes, lo que evidencia la subordinación adictiva ha fijado, como tantas personas una escena donde hay una victima y un agresor, un atacante y un desfavorecido, esta escena de procedencia infantil, es decir, de experiencias de su propia infancia esta tras todos sus análisis y vivencias de la vida.

    Persiste en el convencimiento profundo de que “lo bueno” es débil y sin valor; lo mismo que lo corriente, lo normal, el trabajo, la honradez no tiene su estimación.

    Drogarse es un confirmar que los objetos que persiguen, que atacan, son mas y mejores que los “pobres” objetos buenos. Para muchos adictos, el trabajo, la profesión es una pobre cosa desvalorizada, una fuente de sufrimiento y tensiones, no un hontanar de satisfacción.

    DE LA UTILIDAD ATRIBUIDA A LOS TOXICOS.

    Los publicistas creen que los alcohólicos no son aptos para el gozo de las cosas corrientes. Les recomiendan un tratamiento a base de ron para esa futilidad y falta de capacidad de goce al escuchar jazz, gospel, blues. La energía, la alegría, las emociones escasean, se necesita la juerga, algo de toxico o mucho para estar contento, debido a una incapacidad yóica para estarlo de forma natural moderada y constante en el contacto con los otros, con la vida o con el quehacer de toda los días.

    Los publicistas hacen que el alcohólico crea que ha conseguido a la mujer cuando en realidad se ha tomado unas copas, para lo cual las meten dentro de las botellas, seductoras, ofreciéndose como objeto de consumo en el interior del licor.

    Como vemos la toma de drogas sirve para mantener fantasías compensatorias e infantiles sobre las relaciones humanas que deberían haber sido superadas dando lugar a una vida mas limitada pero posible y real.

    De igual forma se deben comprender las alteraciones de la identidad subyacentes. Necesitan tomar drogas para mediante su magia, hacerse la ilusión de ser otras personas, en otra situación, en otra realidad; a ello contribuye la publicidad para mantener o restaurar el equilibrio de omnipotencia narcisista de las etapas primitivas del desarrollo y porque lo falso ejerce un atractivo.

    La utilidad de las copas, nada mas con el pie en la calle, o el primer cigarrillo en la cama puede ser una manera de asegurarse mediante el tóxico la sensación de continuidad del existir (que le falta), apoyándose en la continuidad del objeto de la adicción, al comprobar la presencia de la droga a su lado. En suma, que al estar la droga al alcance y visible continuamente ahí cree que el también lo esta; si tiene la droga a mano, no aparecerá la carencia y la falta de continuidad psíquica que le amenaza. Al adicto le es vital sentir que tiene la droga que sustituye e impide el acceso a los vínculos de amor y de continuidad psíquica.

    Estos aspectos son resaltados en una propaganda donde una mujer con gestos de “marimacho” cuando fuma, cree estar recuperando el falo que le falta y haber entrado en posesión de eso que tiene el padre, los hombres que imagina les hace poderosos, fantasea ser igual a ellos fumando; usa el tabaco para negar lo que le falta y restaurar o reconstruir la seguridad narcisista normal desfalleciente. Un intento maníaco o mágico de reconstruir aspectos precoses de su desarrollo, que han disminuido o impedido ciertas funciones mentales como la adecuada identificación con la madre y oculto desprecio y envidia del padre o el odio de la madre por no haberla hecho del “sexo fuerte”. Pero cuando pone el cigarrillo por encima de sus hombros y mira con cara de felicidad, esta denunciando con sus gestos su triunfo infantil e irreal.

    El adicto piensa mal porque tolera mal las etapas por las que pasa el humano cavilar cuando se pone a la fama, debilitado por el habito de usar la magia (el toxico) al que atribuye la creación de alguna de la obras maestras del ser humano. Fuma para satisfacer las deficiencias de una parte de su mente que regresa a la etapa mágica ante la menor dificultad y de manera automática que impide precisamente mantenerse serenos al pensar.

    Pretende “curar” lo que son carencias precoses de los primeros momentos de la vida (sobre estas carencias o fallas de la personalidad, se hacen los negocios del trafico de drogas.)

    El adicto usa el tabaco o el licor con eficacia: como tranquilizante, estimulante, sedante y freno de impulsos de todo tipo. Cree que el tabaco produce despeje intelectual, da seguridad, puede ser una prueba de hombría y de valor, calma preguntas comprometidas, sienta muy bien después de comer cuándo la comida y los comensales no han podido calmar todas sus tendencias orales, libera ataduras, apunta las inseguridades. Es una buena indicación de desazones, da compañía cuando no se tiene, es un buen final de una comida con alguien que lo intranquiliza, es capaz de romper el hielo de la fobia inicial ante un encuentro, relaja la compañía de un marido con el que se tienen conflictos. Pero, la experiencia confirma que las personas no se abstienen de las adicciones tan fácilmente por mucho que se les aconseje o se informe de sus peligros. Cuando las dejan es porque ha precedido una toma de conciencia muy profunda.

    El sujeto adicto confunde la sustancia real, o sea el tabaco, con lo que representa psíquicamente para el; es una identidad de percepción entre lo que tiene dentro de su inconsciente y lo que ve en el cigarrillo. Confunde su adentro con el afuera, el significado subjetivo para el y lo que objetivamente tiene adelante. Algo semejante a lo que ocurre en otros procesos de alucinosis y por lo que se puede considerar un fallo de los sistemas lógicos.

    Existe un vacío personal que se podría llamar con algo mas real que lo que el adicto tiene adelante, así que ese vacío, esa necesidad de curarse de su enfermada, hacen que cargue el cigarrillo con una gran cantidad de significados; pero eso solo el lo ve: es lo que se llama alucinosis.

    Se ha cubierto estas hojas secas con una carga de personajes significativos de su inconsciente, se ha generado una transferencia desde el interior hacia la sustancia.

    La depresión del adicto representa un duelo no realizado. Encuentra felicidad y “curación” con un contenido que solo esta en su mente, que le da un placer, pero el la resaca se le aparecerá en su verdadero y mortífero rostro, si repite cigarrillo tras cigarrillo es porque no encuentra lo que busca y tampoco puede enterrar y despedirse de ese goce. Es un encuentro con algo que calma y cura por sugestión. Es un reencuentro imaginario que pretende curar el desencuentro con algo real.

    Esta en el terreno de las pulsiones, que nunca van a encontrar su plena gratificación. Por eso se ha dotado al humo del cigarrillo de atributos de perfección, de completud, de omnipotencia, de suavidad acariciante de pulmones.

    Parte del problema, en este síndrome es la necesidad de placeres excitantes, erotización del peligro, sensación se superioridad que le da el tabaco al adicto. Placeres que no están en la realidad física del mismo y por tanto deben ser fabricados artificialmente, atribuyéndole lo que no posee mediante mecanismos maníacos.

    En conclusión, el adicto ve en la sociedad todo lo malo de su interior. La muerte no le concierne, y por eso, puede suicidarse con el tabaco.

    TABLA DE CONTENIDO

    INTRODUCCIÓN

  • OBJETIVOS

  • FARMACODEPENDENCIA

  • EL PACIENTE ADICTO

  • LA FARMACODEPENDENCIA SEGÚN OTTO FENICHEL

  • ORIGEN DE LA FARMACODEPENDENCIA

  • IMPULSO DE VIDA E IMPULSO DE MUERTE

  • DINÁMICA PSÍQUICA DE LAS ADICCIONES

  • CONSIDERACIONES ACERCA DEL TRATAMIENTO

  • LA PAREJA ANALÍTICA

  • LA TÉCNICA

  • LA CONTRATRANSFERENCIA

  • EL MÉTODO

  • RIESGO DEL TRATAMIENTO

  • COMENTARIOS AMPLIADOS SOBRE EL SIGNIFICADO DEL BEBER

  • REVESTIMIENTO ERÓTICO DEL TABACO

  • CONCLUSIONES

  • ANEXOS

    BIBLIOGRAFÍA

    BIBLIOGRAFÍA

    • FENICHEL, Otto. Teoría Psicoanalítica de las Neurosis. Editorial Paidós.

    • KALINA, Eduardo. Adicciones, Aportes para la Clínica y la Terapéutica. Buenos Aires: Editorial Paidós, 2000.

    • LUNA, José Arturo. ¿Qué Hacer con un Hijo Adicto? Bogotá: Editorial San Pablo, 1996.

    • RODRÍGUEZ, José Antonio. ¿Por qué nos Drogamos? España: Biblioteca Nueva.

    • RODRÍGUEZ, Pio Quinto. Memorias de un Drogadicto. Barranquilla-Colombia: Tipografía Unión Ltda.2000

    • www.cij.gob.mx/tratamiento/trabajo/drogadiccion.htm

    • www.elreparo.org.ar/capitulo%207.htm

    INTRODUCCIÓN

    La farmacodependencia es una problemática que se evidencia cada vez más entre personas de cualquier edad, sexo y condición; que queriendo escapar de una realidad “insatisfactoria”, sólo logra esconderse tras una cortina de humo que lentamente va acabando con sus vidas.

    En este trabajo, basado en diferentes fuentes bibliográficas tratamos de manera más profunda esta problemática, enfocándonos en la teoría psicoanalítica, describiendo los orígenes, diferentes tipos de adicción y variables que se deben tener en cuenta para el estudio de la farmacodepedencia.

    Es importante resaltar que la situación del adicto no se debe sólo a sus conflictos en los primeros años de vida, sino también al contexto familiar y el entorno social en el que se desenvuelve, los cuales estimulan esta conducta inapropiada.

    Describimos también las drogas más comunes y sus efectos; y aprovechando la extensión de la adicción al tabaco y al alcohol, abordaremos de igual manera sus efectos nocivos sobre gran parte de la población.

  • OBJETIVOS

  • GENERAL:

    Describir desde la perspectiva psicoanalítica el fenómeno de la farmacodependencia y la problemática que se presenta a su alrededor, teniendo en cuenta que ésta es una conflictiva intra psíquica por la fijación en una de las etapas psicosexuales.

    ESPECIFICOS:

    • Conocer las causas que llevan a la adicción.

    • Describir las características comunes entre los individuos dependientes.

    • Diferenciar las sustancias psicoactivas y sus efectos.

    • Dar a conocer las situaciones traumáticas que vive el farmacodependiente.

    • Considerar algunas pautas que se deben tener en cuenta para la terapéutica en pacientes adictos.

    11. CONCLUSIONES

    Al finalizar la realización de este trabajo podemos concluir que la dependencia a sustancias psicoactivas se debe a conflictos inconscientes en la estructuración psíquica del individuo afectado, donde éste por medio de la utilización de las diferentes drogas trata de escapar de su realidad y engrandecer su personalidad.

    Por otra parte, es importante resaltar que la adicción se caracteriza por una dependencia tanto física como psíquica, produciendo fuertes cambios en la vida de la persona convirtiéndose en un ser se vulnerable, compulsivo, intolerante e inestable entre otras características.

    Durante la terapia psicoanalítica una parte clave consiste en lograr que el paciente llegue a expresar con palabras sus angustias y ansiedades, en vez de utilizar las drogas como medio de desahogo. Por esto y por varias razones, el tratamiento es esencial para la recuperación del paciente y la conversión de su “proyecto de muerte” en un “proyecto de vida”.

    Dejando a un lado la necesidad del entendimiento de esta problemática para las diferentes temáticas del psicoanálisis, resaltamos también la importancia de la realización de este tipo de trabajos de carácter investigativo, para nuestra formación universitaria, especialmente para la realización de trabajos más profundos y de la tesis a la hora de nuestra graduación. Por lo tanto, apoyamos estos proyectos y los realizamos con mucho entusiasmo.

    A N E X O S




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    Enviado por:Opa
    Idioma: castellano
    País: Colombia

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