Sociología y Trabajo Social


Estigma: La identidad deteriorada; Erving Goffman


No sería acertado comenzar este trabajo sin puntualizar la definición de estigma. Así, por tanto, podemos definir estigma como “marca o señal en el cuerpo”, según el diccionario de la Real Academia Española, existe otra definición que también es acertada para la consecución de este trabajo: “desdoro, afrenta, mala fama”. En el libro también se hace referencia a estigma como un término para referirse a signos corporales con los cuales se intenta exhibir algo malo y poco habitual en el status moral de quien lo presenta, debemos decir que esta definición la crearon los griegos.

Más tarde, durante el cristianismo, se agregaron al término dos significados metafóricos: el primero hacía alusión “a signos corporales de la gracia divina, que tomaban la forma de brotes eruptivos en la piel”; el segundo “referencia médica indirecta de esta alusión religiosa, a los signos corporales de perturbación física”.

Hechas las “presentaciones” de estigma podemos comenzar el trabajo.

Para el trabajo comentaré las ideas más significativas que he ido anotando mientras leía el libro.

El primer capítulo se basa fundamentalmente en la descripción de las personas estigmatizadas, hace referencia, por tanto, a la situación en la que se encuentran y de cómo se esfuerzan por hacer menos visible su falta física o psíquica.

Es por esto que cuando nos encontramos con una persona desconocida que además posee un defecto dejamos de verlo como una persona corriente y nos causa un sentimiento de menosprecio, cuando menos de pena, la cual, a mi parecer no merecen ya que muchos de ellos quieren ser tratados como personas normales, carentes del estigma.

Es importante señalar que no todos los defectos son temas de discusión, esto es porque determinados defectos no son admitidos en nuestra sociedad, quiero decir, no es tan grave una persona sorda o ciega o con una malformación que una persona homosexual, un antiguo delincuente o una prostituta.

Este libro hace referencia a tres tipos de estigma. El primer puesto lo ocupan las malformaciones físicas. En segundo lugar, los defectos del carácter del individuo como son la falta de voluntad, pasiones tiránicas o antinaturales, creencias falsas y rígidas o la deshonestidad. Por último los estigmas tribales de la raza, la nación y la religión, susceptibles de ser transmitidos por herencia y contaminar por igual a todos los miembros de una familia.

Según esta “clasificación” me da la impresión de que cualquier persona es susceptible de estar estigmatizada, ya que todo lo que no sea normal a los ojos de la sociedad es rechazado por salirse de los cánones establecidos por ella. Prueba de ello es lo que dice el libro unas cuantas líneas más abajo, creemos, por definición, desde luego, que la persona que tiene un estigma no es totalmente humana.

Es por ello que un individuo que podía haber sido fácilmente aceptado en un intercambio social posee un rasgo que puede imponerse por la fuerza a nuestra atención y que nos lleva a alejarnos de él cuando lo encontramos, anulando el llamado que nos hacen sus restantes atributos.

Algo que siempre nos ha llamado mucho la atención con respecto a las personas estigmatizadas es el gran esfuerzo que hacen por corregir su incapacidad, me refiero al manejo de áreas de actividad que por razones físicas o incidentales consideramos inaccesibles para quien posea su defecto, como puede ser para una persona lisiada cabalgar, nadar o pilotar un avión. Esta situación me parece muy favorable para ellos ya que les crea una seguridad para estar mejor integrados y demostrarnos que no existen, prácticamente, limitaciones para ellos.

También podemos encontrarnos con el caso contrario, es decir, aquella persona que utiliza su incapacidad para evadirse de todos los deberes desagradables de la vida social, y de la cual ha terminado por depender utilizándolo no solo como medio razonable para evadirse de la competencia sino como una forma de protegerse de la responsabilidad social. Es por eso que si el paciente recupera su vida normal se encuentra desprotegido, averiguando que la vida no es tan sencilla.

Para tratar de ayudar a estas personas existen en la comunidad grupos que tratan estigmas concretos, como puede ser una agrupación de personas con problemas auditivos o visuales. Estas asociaciones están conformadas y dirigidas por personas que poseen este estigma, tratan de dar apoyo y consejo a quien lo necesite, es decir, aquellas personas que se encuentran de manera repentina con la enfermedad o incapacidad y se encuentran perdidos en un mundo totalmente diferente y nuevo para ellos.

Esta situación provoca que casi siempre alguna de estas personas incapacitadas por su labor dentro de la sociedad sea más reconocida. Sea como fuere, aquellos que compartes el estigma de la persona célebre se vuelven repentinamente accesibles para los normales que los rodean en forma más inmediata y son objetos de una ligera transferencia de crédito o descrédito.

Existen, según el libro personas sabias. Un tipo de persona sabia es aquella cuya sabiduría proviene de sus actividades en un establecimiento, que satisface tanto las necesidades de quienes tienen un estigma particular como las medidas que la sociedad adopta respecto de estas personas. Un ejemplo de estas personas son las enfermeras y terapeutas. Un segundo tipo de persona sabia es aquella que se relacione con un individuo estigmatizado a través de la estructura social; esta relación hace que en algunos aspectos el resto de la sociedad más amplia considere a ambos como una sola persona. Por lo tanto, la esposa del enfermo mental, la hija del expresidiario, la familia del verdugo, están obligados a compartir parte del descrédito de la persona estigmatizada con la cual los une una relación.

Otra idea importante que encontramos en este capítulo es aquella en la cual nos habla de que cuando un individuo se encuentra de repente incapacitado le cuesta más relacionarse con las personas que ya conocía de antes que con personas que aún no conocía. Ya que las personas que lo conocían antes se ven afectadas por los recuerdos y son incapaces de brindarle un trato natural, mientras que las personas desconocidas lo ven simplemente como una persona que tiene un defecto.

El segundo capítulo comienza con la definición de desacreditado y desacreditable. El primero es el que hemos visto a lo largo del primer capítulo. Sin embargo el segundo término se refiere a aquella persona en la cual su diferencia no se revela de modo inmediato, y no se tiene de ella un conocimiento previo ( o, por lo menos, él no sabe que los demás lo conocen ).

Para conocer la información acerca del individuo, información referida a sus características más o menos permanentes, contrapuestas a los sentimientos, estados de ánimo e intenciones que el individuo puede tener en un momento particular, esto es lo que se llama información social.

Dentro de esta información podemos reconocer signos, que se denominan “símbolos”. Estos símbolos pueden afianzar la imagen que ya teníamos del individuo o por el contrario pueden constituir un reclamo de prestigio y honor, en este caso se denominará “símbolo de status” o “de prestigio”. Puede ocurrir, sin embargo, el caso contrario, en el que un símbolo no indique un status o posición, sino que puede llamar la atención sobre una degradante incongruencia de la identidad, disminuyendo nuestra valorización del individuo, estos se denominan “símbolos de estigma”. Por otro lado existen los desidentificadores, que tienden a quebrar una imagen en una dirección positiva deseada por el actor, y que no busca otra cosa que formular un nuevo reclamo para suscitar profundas dudas sobre su identidad real.

Otro punto que me ha llamado la atención es el problema de la “visibilidad” de un estigma particular, es decir, en qué medida ese estigma sirve para comunicar que el individuo lo posee.

En primer lugar, hay que distinguir la visibilidad de un estigma de su conocimiento. Cuando un individuo posee un estigma muy visible, el simple contacto con los demás dará a conocer dicho estigma. Pero el conocimiento que los demás tienen de él dependerá de otro factor además de la visibilidad corriente: que conozcan o no al estigmatizado (rumores).

En segundo lugar, cuando un estigma es inmediatamente perceptible sigue en pie el problema de determinar hasta qué punto interfiere con el fluir de la interacción.

En tercer lugar, es necesario separar la visibilidad de un estigma de ciertas posibilidades de lo que podría denominarse su “foco de percepción“.

Por consiguiente, y en términos generales, antes de hablar del grado de visibilidad hay que especificar la capacidad descodificadora de la audiencia.

También es conveniente señalar como un determinado sector o entorno social puede verse acostumbrado a un cierto estigma por la proximidad que tienen a él. Un ejemplo de esto podría ser un pueblo en el cual hubiese un hospital de ciegos, las personas de esta comunidad verán como algo normal a las personas ciegas, ya que las estarán viendo continuamente. Esto se denomina familiaridad. Es importante señalar que aunque la familiaridad es buena no siempre reduce el menosprecio. Por consiguiente, sea que interactuemos con extraños o con amigos íntimos, descubriremos que las huellas de la sociedad quedan claramente impresas en estos contactos, poniéndonos, aún en este caso, en el lugar que nos corresponde.

Un aspecto importante que me ha llamado especialmente la atención es que los estigmatizados pretenden ocultar con más celo su discapacidad a los familiares por miedo a hacerles daño o para protegerles. Un ejemplo muy bueno que nos describe el libro es aquella familia en la que uno de los padres tiene una discapacidad y considera que los niños de la casa no pueden enterarse ya que les perjudicaría muy gravemente.

Es interesante comentar que las personas que encubren su incapacidad se ven envueltas continuamente en un enorme nivel de ansiedad. Además se siente algo ajeno a su nuevo “grupo”, ya que posiblemente no puede identificarse en forma total con las actitudes que ellos tienen hacia los que son como él. Por último se

da por supuesto que la persona que se encubre prestará atención a aspectos de la situación social. Se puede esperar, pues, que aquellos que se encubren empleen voluntaria y estratégicamente,

diversos tipos de distancia. De esta forma evitará las relaciones más íntimas en las cuales se vea obligado a divulgar información.

Introducidos ya en el tercer capítulo que nos habla de la alineación grupal e identidad del yo. Primeramente nos habla de la ambivalencia en la cual el individuo estigmatizado adquiere estándares de identidad que aplica a sí mismo, a pesar de no poder adaptarse a ellos, es inevitable que sienta cierta ambivalencia respecto de su yo. El individuo estigmatizado presenta una tendencia a estratificar a sus pares según el grado en que sus estigmas se manifiestan y se imponen. Puede entonces adoptar con aquellos cuyo estigma es más visible que el suyo las mismas actitudes que los normales asumen con él. Mantenga o no una estrecha alianza con sus iguales, el individuo estigmatizado puede revelar una ambivalencia de la identidad cuando se ve de cerca de los suyos comportarse de manera estereotipada, poner de manifiesto en forma extravagante o lastimosa los atributos negativos que se le imputan. Pienso que esto es debido a que el individuo a adquirido recientemente la incapacidad y no está preparado todavía para asumirlo, es por eso que rechaza su condición y no se identifica con el problema ni con las personas que tienen su misma incapacidad.

Posteriormente nos habla de las alineaciones endogrupales, que son los grupos, en el sentido general de individuos ubicados en una posición semejante, pues aquello que el individuo es, o podría ser, deriva del lugar que ocupa su clase dentro de la estructura social. Uno de estos grupos es el agregado formado por los compañeros de infortunio del individuo. El verdadero grupo del individuo es, pues, el agregado de personas susceptibles de sufrir las mismas carencias que él por tener un mismo estigma

El individuo estigmatizado puede también cuestionar de manera abierta el desagrado semioculto con los que los normales lo tratan, y esperar “encontrar en falta” al “sabio” que se autodesignó como tal, es decir, continuar el examen de las acciones y de las palabras de los otros hasta obtener algún signo fugaz de que sus demostraciones de aceptación son tan solo una apariencia.

Además al llamar la atención sobre la situación de su propia clase, consolida en ciertos aspectos una imagen pública de su diferencia como algo real y de sus compañeros de infortunio como grupo real. Su desprecio por una sociedad que lo rechaza se comprende solo en función de la concepción que esa sociedad tiene de la dignidad, del orgullo y de la independencia.

Más abajo nos habla de las alineaciones exogrupales en las que se pretende que la persona estigmatizada se considere desde el punto de vista de un segundo agrupamiento: los normales y la sociedad más amplia por ellos constituida. En este caso se recomienda al individuo que se considere un ser humano tan pleno como cualquier otro, alguien que, en el peor de los casos, es excluido de lo que, en último análisis, es simplemente un área de la vida social. No debe avergonzarse de él o de otros que lo poseen, ni tampoco comprometerse tratando de ocultarlo.

Los normales no tienen, en realidad, la intención de dañar; cuando lo hacen es porque no saben cómo evitarlo. Cuando la persona estigmatizada descubre que los normales tienen dificultades para ignorar su defecto, tratará de ayudarlos, tanto a ellos como a la situación social, mediante esfuerzos conscientes para reducir la tensión.

Todos estos comentarios e ideas que nos hace el autor me parecen muy útiles para estas personas que sufren un estigma. Me parecen importantes ya que estas personas, según mi opinión, sufren más por la discriminación de que son víctima, que de la dolencia o estigma que padecen.

En el cuarto capítulo nos habla de las normas, estas se refieren a la identidad o al ser, y pertenecen, por consiguiente, a un género especial. Se refiere a como el individuo obedece a unas normas dictadas por una sociedad y como las acepta, o las rechaza. Mientras algunas de estas normas pueden ser por lo general sustentadas con total adecuación por la mayoría de las personas en la sociedad, hay otras que adoptan la forma de ideales y constituyen estándares ante los cuales casi todo el mundo fracasa en algún momento de la vida. Esto que acabo de decir es un tema de actualidad en nuestra sociedad, me refiero a las cientos de adolescentes que dejan de comer para perseguir unos estereotipos, provocando en su cuerpo una enfermedad que puede causarles la muerte por inanición. Esta norma viene dada por las imágenes televisivas de mujeres extremadamente delgadas que desfilan o actúan y que probablemente también se vean obligadas a estrictas dietas para conservar la “triste figura”.




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Enviado por:Jose
Idioma: castellano
País: España

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