Historia


Estatua de la Libertad


- La historia -

Con la antorcha en la mano y la Declaración de independencia norteamericana,

en la otra `Miss Liberty' lleva más de un siglo dando la bienvenida a todos los visitantes de Nueva York y detrás de tal escultura se esconde una gran historia, una historia que comienza, aunque resulte curioso, con el mismísimo pueblo francés:

Todo empezó en 1870, durante le guerra Franco-Prussia. Fue en aquel momento cuando el paladín Laboulaye junto a Bartholdi idearon un plan consistente en obsequiar a EU con la estatua de la libertad para que de dicha manera se mostrara que el gobierno francés también estaba dedicado a la idea de la libertad humana; ésta, con una antorcha alzada al cielo, iluminando al mundo con la llama de la franqueza y en la mano izquierda, grabada en una tablilla, la Declaración de Independencia motivaría al gobierno y a la población estadounidense a que se construyera la estatua. Con inteligencia, persuasión, buenas ideas y simpatía, Bartholdi llegó a reunirse con grandes personalidades tales como el presidente Ulyses S. Grant, Horace Greeley o el senador Charles Summer.

Todos los entrevistados de Bartholdi quedaron gratamente impresionados por el proyecto, pero sin tomar ningún tipo de decisión pues era demasiado costoso.

Fue en 1874, cuando se lanzó la campaña de la Estatua y se fundó un comité de recaudación de fondos( La unión franco-americana) para la causa. Un pedido de fondos publicado en los periódicos en 1875.

Se acordó, también que Francia pagaría la estatua y América el pedestal.

El objetivo de este comité era el de poder entregar la estatua el 4 de julio de 1876, cuando se celebraría el centenario de la independencia Americana. Todo tipo de galas y eventos se celebraron para recaudar los fondos requeridos y se seleccionaron los talleres Caget, Gauthier y Compañía para construir la colosal obra de arte.

La técnica utilizada consistió en el Rapoussé, técnica esencial para la creación de formas esculturales, mediante el moldeo a martillo de franjas metálicas.

La anterior era la única manera de construir la estatua y poderla transportar al otro continente.

El diseño del intrincado esqueleto de la estatua fue encomendado a Alejandro Gustave Eiffel, recordado hoy en día por la creación de la mismísima torre Eiffel.

Los fondos llegaban muy lentamente y así lo hacía también la construcción. Bartholdi comenzó a temer el no tener lista la escultura para la fecha acordada y por ello decidió que al menos sería enviada la gigantesca mano levantando la antorcha que se vería expuesta durante la Feria Internacional del Centenio. No obstante, la mano de la estatua llegó a Philadelphia cuando la feria estaba ya por terminar.

Transcurrieron largos años hasta que el sueño de Bartholdi y Laboulaye no se vió realizado, hecho que este último no logró, pues falleció durante ese periodo.

Fue el 28 de Octubre de 1886 la Estatua de la Libertad fue desvelada públicamente. También para completar el sueño de este gran escultor, a la isla Bedloes le fue cambiado el nombre, por la Isla de la Libertad en 1956 (Ochenta años después de su recomendación.

Hoy día, la Estatua de la Libetad cumple a cabalidad el cometido que le fuera encomendado desde un principio, y saluda airosa a los visitantes que se llegan hasta la preciosa bahía de Nueva York.

Ellis Island (nombre que se le adjudicó más tarde) fue la puerta de entrada por la que más de 12 millones de inmigrantes pasaron entre 1892 y 1954 en la búsqueda de libertad religiosa, de expresión, y de oportunidades económicas en los Estados Unidos.

A causa de su única e histórica importancia fue declarada parte del Monumento Nacional de la Estatua de la Libertad en 1965.

Después de un período de renovación que duró ocho años, a un costo de $156 millones, la Fun- dación Statue of Liberty-Ellis Island reabrió la isla al público en 1990. Localizada en la parte alta de la bahía de Nueva York, a corta distancia del puerto de Nueva Jersey, Ellis Island fue conocida originalmente a los nativos americanos como kioshk, o Gull Island, nombrada así por las aves que en ese entonces eran sus únicos habitantes. Consistiendo nada más que de tres acres de barro suave y arcilla, estaba tan baja que raramente creció por encima del nivel de la bahía. La isla fue comprada por los gobernadores coloniales de Nueva Amsterdam (más tarde Nueva York) a los nativos americanos el 12 de julio de 1630, por ciertas cargas o parcelas de artículos.

Cambió de propietarios independientes muchas veces durante el siglo siguiente. Durante los años 1700, la isla fue irreverentemente conocida como Gibbet Island, debido a la ejecución en la horca de un "gibbet" o árbol de la horca, a los criminales del estado.

Como hemos visto la isla Ellis ha pertenecido a varios propietarios y se la ha conocido con varios nombres.

Por medios nunca determinados oficialmente, la propiedad pasó a las manos de Samuel Ellis por la época de la Revolución Americana. Ellis trató sin éxito, vender la isla.

Ellis todavía era propietario de la isla cuando murió en 1794.

En su testamento la dejo al hijo sin nacer, de su hija, que se encontraba embarazada, Catherine Westervelt, con dos condiciones: que el bebé por nacer fuese varón, y que el niño pudiese llevar su nombre.

Nació un niño, pero murió en la infancia. Los títulos de la isla fueron disputados por otros miembros de la familia.

El 21 de abril de 1794, la ciudad formalmente cedió la única parte de la isla que no tenía propietario conocido, una estrecha faja cenagosa entre el agua y la parte alta del oleaje . (Samuel Ellis había hecho transferencia de la propiedad de la isla al estado, pero murió antes de que las formalidades se hubiesen terminado. A pesar de toda la actividad militar que se había formado la isla continuaba siendo una propiedad privada, alquilada para anticipadas fortificaciones militares.

El estado de Nueva York cedió su derecho de jurisdicción legal sobre la isla al gobierno federal en febrero de 1808.

Después de varias inspecciones por parte del ejército federal, se concluyó que la posición en el puerto de la Isla Ellis la hacía de un valor estratégico indispensable para la seguridad de la nación, pese a potenciales problemas de construcción.

Pero la disputada batalla de los derechos de la propiedad fue cediendo, y cualquier construcción que pasara de la marca del oleaje tenía que ser derribada, si miembros de la familia Ellis cambiaban de parecer acerca del acuerdo del contrato. Finalmente, un comité de neoyorquinos fue nombrado para estimar el valor de la isla. Las cifras llegaron y no fue menos de $10,000, una cifra muy grande para una tierra que no parecía satisfacer ningún tipo de uso a principios de 1800.

En junio de 1809, el estado de Nueva York compró la Isla Ellis al precio recomendado por la junta, fue inmediatamente reembolsado cuando el gobierno federal tomó posesión de la isla el mismo día. Al menos, la construcción que había sido aprobada un año antes, empezó.

Después de enfebrecidas y dificultosas preparaciones, Fort Gibson, con 15 cañones y 182 cañoneros, ocupó su lugar al iniciarse la guerra en 1812. Fort Gibson no fue necesitado.

Cuando pasaron los años, el ejército y la armada tuvieron poco uso para la isla. Ella fue utilizada solamente para almacenar munición, hasta que en 1890 fue escogida por el Comité de la Cámara sobre inmigración como sitio para la nueva estación de inmigración para el puerto de Nueva York.

 

EMPIEZA LA CONSTRUCCION

Cuando finalmente fue seleccionada la Isla Ellis, fueron autorizados $150,000 para mejoras y construcciones. Para hacer utilizable la fangosa y pequeña isla, cada penny y más podrían ser gastados.

Para empezar, tenía que dragarse un canal de 1.200 pies de largo y 200 de ancho, a una profundidad de más de 12 pies. Nuevos muelles tenían que ser construidos. La tierra (de las excavaciones para los túneles del tren subterráneo y de la Grand Central) tuvo que ser llevada para crear el piso para las nuevas construcciones. Y como no había suficiente agua fresca en la isla, cavaron pozos artesanales y cisternas. Los primeros edificios fueron construidos de pino de Georgia, con techos de pizarra. El edificio principal tenía dos pisos de altura, cerca de 400 pies de largo y 150 pies de ancho. Cuatro torres de una altura de cuatro pies marcaban las esquinas del edificio. Había cuartos para equipajes en el primer piso, con una amplia sala de inspección sobre ellos.

Los pequeños edificios incluían un dormitorio para detenidos, un pequeño hospital, un restaurante, cocinas, una estación de equipajes, una planta eléctrica y una casa de baños.

Algunos de los edificios de ladrillo del antiguo Fuerte Gibson, también fueron convertidos en espacio para oficinas y dormitorios.

El personal incluyó agentes de inmigración, intérpretes, oficinistas, guardias, matronas, porteros, vigilantes y cocineros, lo mismo que personal de mantenimiento, como ingenieros, bomberos, pintores y jardineros. Los puestos de salud estaban atendidos por médicos y enfermeras. El número de empleados variaba de acuerdo al número de inmigrantes; el promedio oscilaba entre 500 y 850 personas. Con frecuencia, cuando la inmigración aumentaba, la necesidad fue mayor que el número de empleados disponibles. La mayoría de los trabajadores se trasladaba a la isla por ferry desde Manhattan. Cuando se abrió oficialmente la estación para inmigrantes, el primero de enero de 1892, su costo final había llegado aproximadamente a los $500,000, y se había convertido en una ciudad a sí misma.

EL CAMBIO DE LEY EN 1891

Tan superiores como eran las nuevas edificaciones en comparación con las viejas salas de acomodación, fueron las leyes que encaraban los inmigrantes.

Una ley más comprensiva de inmigración había sido aprobada en la primavera de 1891.

Además de las categorías previamente establecidas de "indeseables", ahora los inspectores detectaban los polígamos, gente con prontuarios por crímenes, envolviendo la "moral deshonesta" y todas las personas sufriendo de alguna enfermedad contagiosa.

Mientras las compañías de vapores habían sido previamente declaradas responsables por revisar a sus pasajeros antes de embarcarlos en Europa, ahora ellas eran además responsables del regreso de los deportados a su lugar de origen, y por el costo de sus alimentos y alojamiento mientras estuviesen detenidos aquí.

Los extranjeros que entrasen al país ilegalmente, o llegasen a ser una carga pública dentro de un año de su arribo (debido a pre-existentes condiciones antes de arribar) eran deportados.

Enmiendas adicionales fueron hechas a la ley en 1893. La combinación de esta estricta ley, el miedo al cólera en 1892 y el pánico financiero de 1893, seguidos por varios años de depresión económica, empezaron a mostrar sus efectos.

El número de inmigrantes llegando a la ciudad de Nueva York decreció dramáticamente en 1898, cuando solamente 178.748 extranjeros pasaron a través de la Isla Ellis.

EL INCENDIO DE 1897

Afortunadamente, había solamente 200 personas en la Isla Ellis en la noche del 14 de junio de 1897.

Un poco después de medianoche, sin ninguna prevención, un desastroso incendio se desató en el lugar. Los edificios quedaron envueltos en llamas como si fuesen de papel. Nadie perdió la vida.

El Congreso inmediatamente apropió $600,000 para reemplazar las estructuras perdidas, con otras a prueba de fuego. Durante los dos años y medio que tomó reconstruir la Isla Ellis, el proceso de inmigrantes fue conducido en el viejo Barge Office.

SURGE DE LAS CENIZAS

Cinco firmas arquitectónicas en la ciudad de Nueva York entraron en competencia del gobierno para reconstruir la Isla Ellis; una pequeña firma, llamada Boring & Tilton, ganó la asignación. El edificio principal, todavía considerado uno de los pocos grandes edificios de Nueva York, se compuso de ladrillo rojo, con marcos de acero y piso de concreto. El edificio principal tuvo entonces 338 pies de largo, y 168 de ancho. Un dramático techo arqueado fue instalado en 1918 y cuidadosamente adornado con baldosas por una familia inmigrante, proveniente de España.

La isla original fue aumentada a diez acres , con la adición de la segunda isla de 3 acres. Esta segunda isla incluyó hospitales y un edificio para administración. La tercera isla, de cinco acres, fue agregada en 1913, aumentando locales para hospitales, a fin de aislar inmigrantes con enfermedades contagiosas. La nueva estación de inmigración de la Isla Ellis, costó para ser terminada $1.5 millones. Fue reabierta el 17 de diciembre de 1900.

Pese a la incuestionable superioridad física de la nueva estación de inmigración, una "revisión" tendría repercusión en los años siguientes.

Al planear la reconstrucción, los funcionarios no calcularon en más de medio millón de inmigrantes los que pasarían a través de Nueva York, en su vía hacia nuevas vidas en América. Fue un evidente mal cálculo.

UNA CUEVA DE LADRONES

Tan graciosa como lucía por fuera la nueva estación, los interiores estuvieron plagados de corrupción y crueldad por los años siguientes.

Los inspectores demandaban sobornos a los inmigrantes que parecían tener dinero; si el soborno fuese cuestionado o demorado para llegar, el inmigrante era detenido. Otros inspectores admitían graciosas y bellas jóvenes, a condición de que ellas se reuniesen con ellos más tarde en un hotel. Los agentes de ferrocarriles vendían boletos a precios inflados. Los inmigrantes se veían obligados a comprar cajas con almuerzos que no deseaban, por un valor mucho mayor. Los emplea- dos del cambio de moneda simple mente mentían acerca de las tasas de cambio, y entonces se embolsillaban la diferencia. Algunos inspectores americanos de inmigración fueron descubiertos emitiendo certificados de ciudadanía falsos por una suma establecida, y compartían las utilidades con los funcionarios de los barcos. Cuando en 1901 esta situación infestada de avaricia llegó a la atención del presidente Theodore Roosevelt, la limpieza de la Isla Ellis empezó en un mes.

Varios funcionarios de antigüedad, inclu- yendo el comisionado de inmi- gración y el director de la Junta de Inmigración en Washington, fueron reemplazados.

LIMPIEZA DE LA CORRUPCION

En Abril de 1902, William Williams, un joven abogado de Wall Street, fue nombrado como el nuevo comisionado.

En poco tiempo su Isla Ellis estuvo limpia. El concedió nuevos contra- tos para la comida, cambio de moneda y concesiones de equipaje solamente para el mejor servicio posible.

Los empleados fueron ampliamente reprimidos de las bebidas (una vez cosa completamente común), se prohibieron los favores especiales (tales como pases gratis para los ferrocarriles), y constantemente se les recordaba tratar a los inmi- grantes con "amabilidad y consideración" (grandes avisos fueron colocados en todas partes). En unos pocos meses su política de reforma había cambiado completamente la atmósfera en la Isla Ellis.

LOS AÑOS DE LA GUERRA

Con la llegada de la Primera Guerra Mundial en agosto de 1914, cesó la inmigración a América.

Muchas naciones europeas cerraron sus fronteras, los mares fueron seguros para viajar y el desempleo en América fue creciente.

La Isla Ellis se convirtió en el hogar de los que no fueron admitidos en los Estados Unidos, pero que tampoco podían regresar a sus países de origen. Ella sirvió como un centro de internado para 1.500 marinos alemanes y 2.200 sospechosos de ser espías.

El gran hospital se convirtió en Departamento de Guerra y la Armada, para el cuidado de casi 700 soldados y marinos heridos.

UNA SEGUNDA AMENAZA DE CATASTROFE

La estación de inmigrantes de la Isla Ellis estuvo a punto de dejar de existir el 30 de julio de 1916.

Black Tom Wharf, un área de carga del ferrocarril, estaba localizada en el puerto de Nueva Jersey, a unos pocos cientos de metros de la isla. Allí, vagones y 14 lanchas cargados de dinamita y municiones esperaban transferir sus cargas en la bahía. Cerca de las dos de la mañana, saboteadores hicieron explotar la carga, resultando en dos golpes separados, que tuvieron una repercusión de 90 millas a la redonda, llegando a Filadelfia. Balas, bombas , proyectiles y granadas, estuvieron explotando en el aire por horas. Cerca de 500 inmigrantes y 125 empleados estaban durmiendo cuando eruptó la primera explosión.

Casi todas las ventanas de la isla se rompieron instantáneamente. Las puertas se retorcieron y los techos se derribaron. Con los proyectiles volando sobre sus cabezas como fuegos artificiales, el personal llevó a los inmigrantes a sitio seguro en la esquina este de la isla, y de allí , a ferrys que los llevaron a la oficina de lanchones en Manhattan. Nadie resultó herido seriamente , pero el daño en la Isla Ellis llegó a los $400,000. Los saboteadores nunca fueron aprehendidos.

Con el fin de la "Gran Guerra", muchos americanos pidieron restricciones para la llegada de inmigrantes. En 1917 una nueva ley de inmigración fue aprobada, la que especificaba 33 clases de extranjeros que no podrían ser admitidos. La nueva ley redujo grandemente el número de inmigrantes por algún tiempo, pero en 1921 el número de arribos trepó una vez más a 500.000.

Nuevas y estrictas leyes fueron aplicadas en 1921 y 1924. Una revisión final, agregando un sistema de cuotas, se puso en efecto.

Otra provisión de la nueva ley estableció que todos los inmigrantes fuesen inspeccionados en las oficinas consulares de sus países de origen, en vez de hacerlo a su arribo en América, cambiando el sistema de inmigración por siempre. Las propuestas por cerrar la Isla Ellis fueron hechas a principios de 1925, pero el procesamiento de inmigrantes no cesó enteramente hasta finales de 1954, cuando solamente 21.500 inmigrantes de todas las clases pasaron a través de sus puertas.

En sus años finales, parte de la Isla Ellis fue usada como estación de guardacostas.

Durante la Segunda Guerra Mundial, la isla sirvió como un centro de detención para extranjeros enemigos. Entonces, en Noviembre de 1954, la Isla Ellis fue declarada propiedad sobrante por la Administración de Servicios Generales. Una era importante en la historia de América se había cerrado.

RENACIMIENTO Y RENOVACION

Por más de 20 años la Isla Ellis estuvo abandonada. Calefacción, agua y electricidad fueron cortadas, y solamente fantasmas de 12 millones de almas inmigrantes caminaban por sus alas. Se hicieron intentos por vender la propiedad, pero hubo muchos que se opusieron a la idea.

Un estudio de la NPS fue conducido durante el período de 1963-1964, describiendo por qué la isla podría convertirse en monumento nacional, como recuerdo de parte de la herencia americana.

La recomendación fue aceptada, y el presidente Lyndon B. Johnson proclamó oficialmente a la Isla Ellis como parte del Monumento Nacional de la Estatua de la Libertad, el 11 de mayo de 1965. En 1982, el presidente Ronald Reagan pidió a Lee Lacocca, director de la Junta de la Corporación Chrysler de América,hacerse cargo de un esfuerzo del sector privado para recolectar los fondos necesarios para restaurar la Estatua de la Libertad y la Isla Ellis. La Fundación Estatua de la Libertad-Ellis Island fue formada para conseguir $230 millones que se necesitaban para completar la restauración de esos importantes monumentos nacionales. El mayor proyecto de restauración de su clase en l a historia de América. Más de $160 millones en donaciones individuales y de corporaciones fueron dedicados al proyecto de la Isla Ellis solamente. La Isla Ellis fue reabierta e inaugurada el 10 de Septiembre de 1990, como una unidad del Servicio Nacional de Parques, del Departamento del Interior de los Estados Unidos, administrada por el superintendente del Monumento Nacional Estatua de la Libertad y la Isla Ellis.

  • LA ESTATUA -

Miss Liberty está hecha de cobre, mide 44m y se alza sobre un enorme pedestal de hormigón armado, de 49m de altura, que el arquitecto Richard Morris Hunt creó junto a una peana dórica coronada por una logia neoclásica de hormigón armado y granito, para equilibrar el tamaño de la estatua . Un poste dentral ancla sus 255t a la base y su armazón interior está recubierto de cobre. Sólo la cabeza ya mide 5m. Y eso que, cuando se la mira desde lo lejos parece pequeña en comparación con los rascacielos...

La cromatografía de la estatua había sido monocroma hasta que en su restauración se añadió el color a la cara y la llama de la antorcha pasó a ser dorada.

En el vestíbulo encontraremos la antorcha recubierta de oro.

Para subir a la corona, el punto mas alto ,abierto a los visitantes, de la estatua hace falta recorrer los 354 escalones, aunque por supuesto, también se podrá subir por los ascensores, aunque solo hasta los primeros 167 peldaños, los restantes, habrá que subirlos a pié.

Y está es, fue y será la Estatua de la Libertad, una obra neoclásica, símbolo de la independencia y la libertad de las personas.




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Enviado por:Familia Costa Román
Idioma: castellano
País: España

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