Historia


Estados Unidos en entreguerras


TEMA 35. ESTADOS UNIDOS EN ENTREGUERRAS (1919-1939)

La Primera Guerra Mundial para EEUU fue corta (entró en 1917), lejana, sin las secuelas desastrosas de Europa y la puerta que le abrió los mercados que antes monopolizaban Inglaterra y Francia. Ciertamente fue para el país una fuente de extraordinarios beneficios: durante las hostilidades fue el proveedor de la Entente y luego de todos los ex beligerantes; la fuerte demanda le obligó a aumentar su producción y el excedente de su balanza comercial produjo un flujo de capitales que le permitió liquidar parte de sus deudas y ser el acreedor del mundo, convirtiéndose en una potencia financiera que prestó a Europa y suplió a ésta en la financiación de los países sudamericanos.

La primera intervención de EEUU en Europa estaba aureolada por la política exterior del presidente demócrata Woodrow Wilson. Pero tras la victoria, los americanos confían la administración del país a los republicanos, que la conservaron hasta 1933. Fue un período feliz, al menos hasta 1929. Con la elección de los republicanos se retornaba pura y simplemente a la política y a los métodos anteriores a 1914 mediante la típica enunciación liberal de no intervención en los asuntos propios de la iniciativa privada, esencialmente de la capitalista. Se retornó a la “normalidad”, según el slogan republicano durante la campaña presidencial de 1920.

En política exterior, la “normalidad” tras la etapa de intenso intervencionismo internacional significó no un decidido repliegue aislacionista sino, en todo caso, una menor presencia internacional. EEUU participó en la reconstrucción económica de Europa, multiplicando sus inversiones en Gran Bretaña y en Alemania (Planes Dawes y Young), reflejando la nueva posición acreedora de EEUU. Sin duda, esta política no era desinteresada, pues al invertir en Europa los americanos facilitaban el reembolso de las deudas contraídas con ellos por sus antiguos aliados. Sin embargo, esta política intervencionista carecía de coherencia: mientras se desarrollaban las relaciones financieras y económicas con Europa, EEUU se escudaba tras unas barreras aduaneras que impedían a sus deudores vender sus productos en el mercado americano y acumular así divisas para el pago de sus deudas.

En política interior, la “normalidad” significó el fin de las reformas progresistas y el comienzo de una era de no intervención, de búsqueda de satisfacciones individuales, de disfrute y de enriquecimiento. Era la `prosperity', favorecida por una serie de transformaciones materiales, que alcanzó ampliar capas sociales urbanas que, gracias a los avances técnicos, pudieron acceder a los bienes de consumo en forma de electrodomésticos, radios, automóviles... (→ De este bienestar quedaron excluidos los campesinos al romperse el equilibrio entre los precios industriales y agrícolas en favor de los primeros; el sector agrario, que perdió más de medio millón de hectáreas de cultivo, quedó sumido en una gran crisis cuya principal consecuencia fue el éxodo a la ciudad de un millón y medio de personas).

En dos palabras puede resumirse la década de los 20 en EEUU: riqueza y aislamiento.

La economía asimiló los avances de la segunda revolución industrial y los índices de crecimiento fueron prodigiosos. Destacan tres factores que influyeron en el crecimiento económico: 1º) los grandes yacimientos petrolíferos que posee el país; 2º) el incremento de la producción de electricidad (lo que permitió modernizar las máquinas y, por tanto, perfeccionar los procesos de producción); y 3º) los procedimientos tayloristas de trabajo en cadena que incrementan la producción.

Aislacionismo porque al no verse afectado por los problemas demográficos de Europa, pudo restringir la inmigración y disfrutar egoístamente y en solitario su bienestar (establecimiento de cupos que limitaban el número de inmigrantes a 162.000 por año). El aislacionismo también crea un clima de recelo hacia las ideas procedentes de Europa que son consideradas nocivas para la sociedad de la opulencia. Se recrudece el racismo (el Ku-Klux-Klan se refuerza con nuevos adeptos); se acentúa el anticomunismo y el antianarquismo (proceso y condena de Sacco y Vanzetti, ejecutados no por sus hechos, sino por ser italianos y anarquistas). Otra medida que se adoptó fue la prohibición del consumo de bebidas alcohólicas (conquista de la sociedad puritana y virtuosa, la Ley Seca -decreto Volstead-). Sus resultados no pudieron ser más nefastos. Raramente una ley ha sido tan contumazmente transgredida, ni a su amparo se ha producido tal aumento del delito organizado (establecimientos de venta clandestina de licores, bandas de gangsters que controlaban los lucrativos mercados del alcohol y el juego).

La expansión puede resumirse en tres capítulos:

  • Desarrollo industrial.- Fue posible precisamente por la guerra, que aceleró la producción industrial a un ritmo acelerado, sobre todo en siderurgia, eléctricas, construcción e industrial químicas. En cambio, los sectores tradicionales (construcciones navales, textiles y carbón) sufren una crisis estructural. También la agricultura, tras varios años difíciles, ha de afrontar una profunda reconversión: así surgen los belts, extensas regiones consagradas a una producción agrícola determinada.

  • Concentración de empresas.- Agigantamiento de las empresas que se convirtió en un factor de poder y eficacia, y fue favorecido por el gobierno republicano. Ello sería la base de la competitividad mundial americana. En 1929, sólo 200 empresas poseían la quinta parte del capital norteamericano. Ejemplo típico de concentración industrial lo tenemos en la industria del automóvil: General Motors, Ford y Chrysler.

  • Expansión bancaria y bursátil.- También en la Banca se dio la reducción y la concentración, siguiendo las mismas pautas organizativas que la industria. Desde la guerra, los valores en Bolsa experimentan subidas continuas.

  • A principios de 1929 muchos creían que se había conseguido la meta de una sociedad opulenta, dirigida por el beneficio y el consumo de bienes materiales. Unos meses después, en octubre, una crisis profunda estalla y somete a interrogantes la viabilidad del liberalismo capitalista.

    • La crisis de 1929

    Hasta septiembre de 1929 la tendencia de la Bolsa de Nueva York había sido al alza (en 6 años había experimentado una subida del 340 %). Pero en la última semana del mes de octubre se hundió la Bolsa de Nueva York. El 29 de octubre (jueves negro) bajaron rápidamente los índices de cotización de numerosos valores. El pánico provoca una fiebre de ventas que no encuentran comprador. Esta espectacular baja de las cotizaciones se produjo al derrumbarse las esperanzas de los inversores después que la producción y los precios de numerosos productos cayeran por espacio de tres meses consecutivos.

    ¿Cuáles fueron las causas? La prosperidad económica y el ambiente de optimismo que hubo entre 1924 y 1929 estaba amenazado por una serie de desequilibrios en el sistema que fundamentalmente se debía a:

      • Una superproducción tanto industrial como agrícola.- Durante la guerra y para paliar el déficit industrial de los países beligerantes, los países industrializados que se mantenían al margen de la contienda incrementaron su producción. Los países nuevos no industrializados se vieron obligados a suplir las compras de productos manufacturados que realizaban en Europa con la improvisación de una industria propia. Después de la guerra, ni los países industrializados no combatientes no disminuyeron su capacidad productora ni los países nuevos desmantelaron sus industrias, en tanto que los países beligerantes reconstruían sus industrias y alcanzaban pronto los niveles de producción de 1914. Este estado de sobreproducción general provoca un aumento continuo de los stocks y la oferta superaba la demanda. A pesar de este desfase entre producción y ventas las cotizaciones no dejaban de subir.

    ¿Cómo puede explicarse que las cotizaciones de las empresas subieran sin vender una parte de su producción? Pues por

      • La inflación del crédito.- Las necesidades de capitales para la reconstrucción después de la guerra estimularon la generalización de los créditos, que pronto no guardaron relación con la actividad económica. Se había empezado concediendo créditos a la industria para la financiación de las reparaciones y los nuevos equipos. Se continuaba concediéndolos para la amortización de los primeros préstamos. También la venta a plazos tuvo un gran desarrollo ya que permitía comprar sin dinero.

    Cuando se produjo la caída de las cotizaciones en 1929, muchos inversores (que habían recurrido a préstamos para así poder comprar más acciones) quisieron vender sus valores para así hacer frente a sus deudas. Esta tendencia a vender producía una mayor baja de las cotizaciones y cuanto más bajaban, la necesidad de vender era más perentoria. En un mes el índice de la Bolsa de Nueva York (Down Jones) bajó en un 40 %.

    A causa del hundimiento de la Bolsa mucha gente retiró su dinero de los bancos y éstos, no pudiendo hacer frente a tantos depositantes que reclamaban se les devolviera su dinero, se vieron abocados a la quiebra (→ En torno a unos 5.000 bancos norteamericanos cerraron en el período comprendido entre 1929 a 1932).

    En seguida, la crisis de la Bolsa repercute de inmediato en la industria y el comercio, pues muchas empresas obtenían créditos con la garantía de los títulos que poseían, títulos que desaparecen ahora. A causa de la restricción de créditos, muchas empresas abocaron a la bancarrota. Todo ello produjo un aumento considerable del paro y una disminución de los salarios que a su vez suponía una disminución del poder adquisitivo de la población.

    Muy pronto la crisis económica de los EEUU se extendió al resto del mundo ya que la economía mundial había alcanzado un considerable grado de interconexión. Tras el crack financiero se prohibió la salida de capitales americanos que habían jugado un papel vital en la economía de países como Alemania y, en general, de la mayor parte de Europa.

    El descenso de la producción industrial es brutal, afectando profundamente a países en que la expansión del crédito era mayor (EEUU y Canadá) o en los que dependían de capitales extranjeros (Alemania y Austria).

    La producción agrícola también se verá muy afectada. El descenso de los precios agrícolas supuso la pérdida del poder adquisitivo de los campesinos, que se encierran en una economía autárquica (→ desaparición de sus mercados).

    • El “New Deal” de Roosevelt

    En el terreno político, el crack del 29 era el resultado de la política liberal, individualista y, sobre todo, hipercapitalista mantenida por el partido republicano.

    La consecuencia fue el triunfo del candidato demócrata en las elecciones presidenciales de 1933 (→ Hasta 1953 los republicanos no volvieron a ostentar el poder).

    El nuevo presidente, Franklin Delano Roosevelt, aplica una nueva política económica denominada “New Deal” (= Nuevo Trato) con el fin de sacar al país del estancamiento y de la depresión.

    El New Deal se materializó en un amplio conjunto de reformas económicas y sociales que, preservando los valores de la sociedad democrática, devolvieron al país la confianza en su capacidad para recobrar la prosperidad económica.

    Sus primeras medidas fueron de orden financiero: Roosevelt, tras cerrar todos los bancos y reabrir sólo los bancos federales de reserva, aprobó dos leyes por las cuales creó un sistema de garantía estatal de depósitos que permitió sanear muchos bancos y restablecer el mecanismo de los créditos, que se conceden a los estados más afectados por la crisis y el paro.

    En el terreno agrícola, se proporcionaban subsidios e indemnizaciones a los agricultores para que limitaran la producción de ciertas cosechas y estabilizar así los precios.

    En el plano industrial, se abolió el trabajo de los niños, se establecieron salarios más altos y se redujeron las horas de trabajo. Se establecieron unos códigos para la justa regulación de la competencia empresarial y del trabajo.

    Desde el punto de vista social, el principal esfuerzo del Gobierno fue encaminado a dar trabajo a los desempleados. Para ellos se emprendieron numerosas obras públicas (juzgados, escuelas, hospitales, carreteras) que dieron trabajo -por lo general, temporal- a unos 2 millones de personas.

    El “segundo New Deal” (1935-38) se inició una vez que las primeras medidas habían devuelto la confianza al país, y después de que Roosevelt fuera reelegido en 1936. Sus objetivos fueron consolidar la obra iniciada, frenar la contraofensiva conservadora (que había logrado paralizar por anticonstitucionales distintas iniciativas) y ampliar la cobertura social para la masa de la población (→ se introducían los seguros sociales en EEUU y se proporcionaba dinero a los solicitados). En este período se reconoció el derecho a la sindicación y se regularon las relaciones entre trabajadores y empresarios.

    El New Deal, tomado en su conjunto, no consiguió todos sus objetivos: se logró estabilizar la economía, pero no se consiguió el crecimiento propuesto.

    Lo que no se puede negar es que el New Deal había supuesto una labor legislativa que, por su volumen y capacidad de innovación, superó a todo lo hecho anteriormente por cualquier administración norteamericana. La creación de nuevos organismos federales había propiciado lo que era en realidad una auténtica revolución institucional. El New Deal palió la miseria rural, proporcionó trabajo temporal a millones de personas, electrificó la Norteamérica rural, sentó las bases del estado del bienestar, desplazó el poder social en favor de los sindicatos y trajo considerables beneficios sociales a las minorías étnicas marginadas de las grandes ciudades, en especial, a la minoría negra.

    En el plano internacional, Roosevelt renunció desde el principio a la idea de colaborar con el resto del mundo en la solución de la crisis. Los asuntos domésticos requerían toda su atención. Sus relaciones exteriores en esta época fueron mínimas e insolidarias (→ De hecho, la gran depresión es el adiós al espíritu de Locarno. Cada potencia se desatenderá de los problemas colectivos. El camino hacia la guerra comienza por una actitud de recelo e insolidaridad, esta actitud se adopta durante los 3 años de la gran depresión. En las políticas nacionales se reafirma el intervensionismo estatal y los gobiernos autoritarios -ascenso de los sistemas totalitarios-). Durante la guerra civil española, Roosevelt se había manifestado a favor de la República, pese a que oficialmente mantuvo la neutralidad. Durante largo tiempo mantuvo la misma actitud respecto a la contienda europea, debido a la presión de la opinión pública norteamericana, que deseaba permanecer al margen del conflicto. Además, en 1937 el Congreso y el Senado habían aprobado una ley de neutralidad que impedía incluso la venta de armamento a los aliados (este punto fue revocado en 1939).




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    Enviado por:Antonia
    Idioma: castellano
    País: España

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