Crueldad, crisis, angustia y amor: `Haz clic aquí'
Por Horacio Otheguy Riveira
Una nueva aventura de Escritos en la escena plantea varias situaciones tragicómicas en torno al abuso y la banalidad de móviles, vídeos, Internet… y otras armas igualmente cargadas.
Escritos en la escena es un feliz intento de animar a jóvenes autores para compaginar su voluntad de escritores con la de todo el quehacer escénico: durante dos meses explora con los actores un argumento y lo pone en pie en un esbozo de puesta en escena que se presenta al público en una producción bien diseñada, seria, profesional.
La búsqueda abierta y el buen hacer escénico han logrado en la pasada temporada tres espectáculos sumamente interesantes: el testimonial e histórico Proyecto Milgram, de Lola Blasco, dirigido por Julián Fuentes Reta; un divertido homenaje a un gran autor español: La comedia que nunca escribió Mihura, de Carlos Contreras, dirigida por Tamzin Townsend; y una atractiva panorámica de la España de la transición en plena movida de aquel Madrid del alcalde Tierno Galván: La ceremonia de la confusión, de María Velasco con dirección de Jesús Cracio.
Esta última obra terminaba con una frase amarga: “Nos lleva mucho tiempo ser jóvenes, y cuando lo conseguimos ya es demasiado tarde”. Aquí y ahora, muchos meses después, Haz clic aquí, por una compañía completamente diferente, toma la alternativa y en un nuevo estado de confusión agita un reconfortante planteamiento: la búsqueda del amor y la solidaridad donde parece imposible en el maremágnum de vídeos, móviles y llamadas al vacío, abandonos familiares y bárbara explotación económica… se arman parejas, se tienen hijos, se replantea la vida como si fuera mucho más que una coyuntura más o menos desgraciada, más o menos feliz.
Una paliza que abre las puertas del día a día
Una pelea callejera a las puertas de una discoteca. Entre varios golpean con saña a un muchacho y una chica le machaca la cara con el tacón de su zapato. La rabia les ciega. Una rabia seguramente cargada de droga y alcohol contra un tipo indefenso. Son jóvenes, están metidos a fondo en una soledad que ya no se reconoce como tal porque viven rodeados de gente en una angustia sorda, y ensordecidos por un golpeteo de música y banalidad.
Un vecino asiste a la desmedida paliza, la graba con su móvil de última generación, y a partir de allí se desarrolla el conflicto: el vecino bueno y listo, el buen espía es un abogado que se las sabe todas, su pareja es una periodista que necesita un buen reportaje para frenar su casi seguro despido. Los dos acabarán a merced de la crisis generalizada por la que siempre se justifica dejar gente en la calle por el bien de la mejora económica del país.
Mientras tanto conocemos a la joven feroz del zapato en ristre: una chica como tantas, atrapada en la soledad de una familia sin padre, con una madre que quiere ser compañera pero que la deja sola demasiadas veces…
Buen reparto con Nerea Moreno
Haz clic aquípresenta —como es habitual en el ciclo Escritos en la escena— un trabajo de creación “casi” colectiva, porque el autor y director José Padilla dirige los pasos de sus intérpretes, pero ellos le reescriben sus ímpetus, ideas y sentimientos: entre todos buscan respuestas ideológicas y plásticas, artísticas y escénicas en un brillante contexto de aportes técnicos, pues en su elaboración les asiste un muy buen trabajo de ambientación general con especiales logros en el diseño de iluminación.
Todo acompasado por diálogos de notable eficacia y una muy interesante flexibilidad en los actores que, además de contar con personajes bien establecidos, se desdoblan en personajes secundarios que aportan buen ritmo a la función, al tiempo que impulsan un desarrollo mayor.
Pablo Béjar es el chico que recibe los golpes, el de la soledad de quien nunca encuentra a nadie en casa, el borrachuzo mezcla de víctima y tal vez futuro verdugo. Mamen Camacho y Gustavo Galindo, la pareja que genera el drama, Mamen con buena disposición para el melodrama y Gustavo muy dúctil en los toques de comedia. Ana Vayón es la jovencita tan sexy como atolondrada, la niña de mamá aparentemente protegida, y la que lanza un grito atronador de advertencia, de pedido de auxilio. Su madre es interpretada por Nerea Moreno, una actriz con más experiencia y formidables interpretaciones en su haber, como por ejemplo La Encamada de La Rosa de Papel (una de las tres obras que integraban Avaricia, lujuria y muerte, de Valle Inclán): aporta la tensión precisa con voz muy reconocible, grave y profunda, que permite al autor y director plasmar mejor la idea general de un trabajo que cada tarde ajusta sus tuercas, matiza escenas y voluntades, quizás modifique el final…