Educación y Pedagogía


Ensayo sobre la lengua y comunicación en el sordo


MARGINACIÓN AL SILENCIO

“Cuando un niño aprende a hablar adquiere un

Sistema de signos que como cualquier

otra institución social se desarrolla

deacuerdo a una praxis socio-cultural”.

Vigotsky.

Desde el momento en que nacemos luchamos por hacernos sentir, primordialmente para la satisfacción de las necesidades vitales, y luego para expresar lo que sentimos. Desde muy pequeños nos invade un deseo por comunicar a otro nuestra visión del mundo y las inquietudes que sobre ella tenemos. Esperamos que ese otro tenga algunas respuestas. Posteriormente, y en un deseo de trascendencia e inmortalidad, algunos plasmamos el pensamiento y aquella cosmovisión para que esas preguntas y respuestas lleguen a otros, derribando las barreras del tiempo.

La mayoría de los seres humanos, aquellos que utilizamos la lengua hablada para comunicarnos, nos apropiamos de la lengua materna gracias a la audición. Aprendimos a hablar escuchando como los demás se comunican. Somos capaces de expresar, por medio de la palabra, todo tipo de sensaciones, emociones y situaciones, y en este proceso encontramos la poesía, la música, la literatura… Pero en estos términos un curioso podría preguntarse ¿Cómo puede la persona sordomuda acceder a aquellas formas literarias, artísticas y científicas? ¿Cómo puede expresarse, comunicarse y conocer otras visiones de mundo? Es decir, si algún individuo no posee la audición y por lo tanto no ha aprendido a hablar ¿cómo puede dar a conocer aquello que siente y lo que le inquieta? Por otra parte ¿cómo es y cómo ha sido la relación entre persona hablante y no hablante? Trataré de dar respuesta a estas preguntas dejando abierta la crítica, el debate y la controversia.

1. Comenzaremos en orden inverso, y por la interrogante ¿qué relación se ha establecido entre hablante y no hablante? Lo primero que se debe mencionar, es que el sordo ha sido considerado por la educación especial como una persona con necesidades especiales. Históricamente, estas han sido rechazadas, excluidas e incluso repudiadas por la mayoría de la humanidad. En la antigüedad, por ejemplo, era una práctica común el asesinato de los niños que presentaban alguna deficiencia o malformación. Durante la Edad Media, la iglesia condenó el infanticidio, pero consideraba que los individuos con alguna clase de anormalidad, física o mental, estaban poseídos por espíritus demoníacos y debían ser expuestos al exorcismo. En los siglos XVII y XVIII, estos sujetos eran encerrados en manicomios y cárceles, indistintamente y junto a asesinos, ladrones y toda clase de delincuentes. Observamos en estos casos una constante: el individuo con necesidades especiales es aislado, segregado y discriminado por la sociedad, ya sea por creer que representa un peligro para esta, o por considerar que la comunidad sólo puede causarle daño.

Vale la pena aclarar que estos hechos corresponden a la actitud de la mayor parte de la sociedad. Es necesario mencionar algunos personajes que se interesaron por la educación e integración del sordomudo. Entre ellos encontramos al fraile Pedro León Ponce, quien a mediados del siglo XVI escribiría “Doctrina para los mudos-sordos”; Juan Pablo Bonet, que en 1620 publica “Reducción de las letras y el arte de enseñar a hablar a los mudos”; o al abate Charles-Michel de L′Epee, quien construirá la primera escuela para sordos en Francia. Se debe destacar la importancia que estos personajes tuvieron para la creación de la educación especial, pero podemos advertir que muchos de estos trataban de hacer hablar al sordomudo, negándoles e incluso impidiéndoles la posibilidad de desarrollar una lengua diferente al a oral.

El panorama comienza a mostrarse favorecedor, hasta el siglo XX, cuando la persona con necesidades especiales es reconocida legalmente. En 1959 la Organización de las Naciones Unidas (ONU) declarará que el niño∗ con deficiencia física o mental, debe ser protegido, ofrecérsele una educación, tratamiento, y asistencia particular. Es sólo hasta 1978 cuando comienza a desarrollarse una filosofía de integración escolar, donde se incluya al sujeto con necesidades especiales en la educación. Encontramos en todo esto que no llevamos siquiera medio siglo de la historia humana reconociendo íntegramente a estos individuos, y tal vez en la actualidad tampoco se haga tal cosa.

Abordada ya, y a grandes rasgos, la relación histórica entre persona sorda y persona hablante, trataremos ahora la afinidad comunicativa existente entre ambas. Ejemplificaremos este caso con una historia extraída de El Carnero, una obra literaria de mediados del siglo XVII, escrita por Juan Rodríguez Freyle:

En este tiempo sucedió que en la ciudad de Tocaima, don García de Vargas mató a su mujer, sin tener culpa ni merecerlo, y fue el caso: en esta ciudad había un mestizo sordo y mudo de naturaleza, hijo de Francisco de Sanz, maestro de armas…

Habían traído a la casa grande de Juan Díaz un poco de ganado para de el matar un novillo; desjarretáronlo, era bravo y tuvieron con el un rato de entretenimiento. El mudo se halló en esta fiesta. Muy grande era la posada de don García, y a donde tenía a su mujer y suegra. Cuando mataron al novillo estaba el don García en la plaza. Pues viniendo hacia su casa se topó al mudo en la calle, que iba de ella. Preguntóle por señas de dónde venía; el mudo le respondió por señas, poniendo ambas manos en la cabeza, a manera de cuernos; con lo cual el don García fue a su casa revestido del demonio y de los celos con las señas del mudo, topó a la mujer en las escaleras de la casa, y dióle de estocadas. Salió la madre a defender a la hija, y también la hirió muy mal.

Acudió la justicia, prendieron al don García, fuese haciendo la información y no se halló culpa contra la mujer, ni más indicio de lo que el don García confesó de las señas del mudo, con lo cual todos tuvieron el hecho por horrendo y feo…

Casos como el de El Carnero, son los que han llevado a que la persona sorda sea excluida de actividades educativas, laborales y sociales en general; y lo que es peor, que se le juzgue como un sujeto discapacitado, deficiente, anormal, inválido… y otro tipo de calificativos que no vale la pena mencionar. Encontramos con esto, que el mayor problema que se presenta en la relación sordo-hablante, es el del no entendimiento. Cuando una persona sorda se enfrenta a un hablante y viceversa, aparece un conflicto comunicativo, ya que ambos poseen sistemas lingüísticos diferentes, cosa que no ocurre cuando el sordo se comunica con otro sordo. Alguien podría pensar que con los traductores de lengua de señas, tal problema comunicativo podría solucionarse. Esto en parte es cierto, pero se evidencia un nuevo y grave problema. Todos, en algún momento deseamos tener un instante íntimo de comunicación con otra persona, un lapso de tiempo en el cual podamos manifestar nuestro gusto, interés, frustración, angustia, impaciencia, temores, o simplemente algo que no queremos que otros sepan. Esto es relativamente fácil para cualquiera de nosotros, pero en el caso del sordomudo tendrá que intervenir un traductor el cual violará su intimidad, quedando al descubierto aquello que es reservado y sólo puede ser conocido por cierta persona. Puede presentarse también la circunstancia de que el mensaje inicial sea malentendido, tergiversado, cambiado, manipulado o divulgado por el traductor.

2. ¿Cómo puede expresarse, comunicarse y conocer otras visiones de mundo la persona sorda que no desarrolla una lengua oral? Para dar respuesta a esta pregunta, retomaremos los conceptos de la cita inicial de Vigoksty, y su concepto de habla en el niño. Observamos allí que los sonidos y el manejo de estos son de significativa importancia para la adquisición de la lengua oral, pues el habla se logra mediante la captación y emisión de sonidos, es decir la audición y pronunciación de palabras. Pero se debe tener en cuenta que en el sordomudo se presenta una dinámica distinta. El hecho de que un niño sea sordo, no significa que le sea imposible adquirir un sistema de signos lingüísticos diferente al utilizado por la comunidad hablante. En este caso, y según sus disposiciones físicas, sociales y mentales, el niño desarrollará o se apropiará de otro método comunicativo, con el cual podrá expresarse, comunicarse, hacerse sentir, entender y ser entendido. Algo similar le ocurriría a cualquiera de nosotros, si por alguna razón perdiera el habla. Encontraríamos entonces una forma alternativa de manifestarnos: escribiríamos, moveríamos las manos, los pies, haríamos gestos, inventaríamos sistemas codificados de golpes o movimientos…utilizaríamos el cuerpo con infinitas posibilidades. Queda claro entonces, que el habla no es la única condición para que se presente el lenguaje y la comunicación. Así pues, la persona sorda se comunicará mediante una lengua materna distinta.

Una lengua materna o natural es aquella que se adquiere por medio de una praxis socio-cultural, una interacción con miembros del grupo. La lengua natural de la comunidad hablante es la oral: auditiva y con emisión vocal; mientras que en las personas sordas se presenta un lenguaje de señas visuales y corporales. La primera es auditiva, pues la recepción de un mensaje se hace a través de la captación del sonido; y vocal, pues se responde emitiendo un vocablo, que será captado por otro. La lengua de señas es visual, en cuanto se accede al mensaje por medio de la vista; y corporal, ya que se contesta con un movimiento físico, manual comúnmente, y una gestualidad facial. Como en todo ser humano, en el sordomudo la comunicación también se presenta, sólo que en este caso, la audición como medio receptor de un código lingüístico, es sustituida por la vista, y la pronunciación como procedimiento emisor, por el movimiento y las señas manuales

La lengua oral no se presenta bajo una misma forma alrededor del planeta. De igual talante ocurre con la lengua de señas. Mientras que en la oral encontramos variaciones del tipo idiomático: español, inglés o alemán; en la lengua de señas encontramos variaciones en cuanto a lugar de origen, así por ejemplo, tenemos la lengua de señas inglesa(LSI), la americana(LSA), la española(LSE) o la colombiana(LSC). Esto debido, entre otras cosas, a la diversidad de culturas, costumbres y tradiciones dentro de las sociedades humanas. Mientras que en la lengua oral se ha tratado de imponer el inglés como idioma internacional, la Federación Mundial de Sordos ha fijado un alfabeto dactológico internacional.

3. ¿Cómo puede la persona sorda acceder a aquellas formas literarias, artísticas y científicas que desarrollan el pensamiento? La persona hablante accede a estas por medio de la lectura. Esta consiste en la interpretación de símbolos verbales de una lengua oral, plasmados o impresos en algún lugar, un papel, una pantalla, un muro…etc. El sordomudo puede también utilizar la lectura como medio potenciador de conocimiento. La forma principal por la cual este sujeto obtiene acceso a la información, es por medio de la lengua de señas. No obstante, el sordomudo puede desarrollar habilidades tanto en la lectura como en la escritura. Para lograr esto se le debe instruir desde muy pequeño en la obtención de una segunda lengua, aquella de signos y representaciones verbales. Existen diversos métodos para la enseñanza de la lecto-escritura en el sordo. Entre estos encontramos la lectura audiovisual, en la cual se enseñan las palabras por medio de logotipos, abreviaturas, cifras…etc. Y la lectura ideográfica, que consiste en ilustrar las letras y palabras, acompañadas de un dibujo, o de un contexto que la represente. Observamos que el proceso de enseñanza de la lectura en el oyente es similar al del sordo, pero a este último se le dificulta más debido al escaso conocimiento de la estructura sintáctica del lenguaje verbal.

Los gobiernos, por medio de la escuela, deben hacerse responsables de la educación de la persona sorda, asegurándole, entre otras cosas el acceso a la lengua de señas propia de su nación, la enseñanza de una segunda lengua que le permita potenciar sus conocimientos y acceder a las formas de estudio, artístico y científico, que despliegan el pensamiento. Pero la tarea no debe limitarse a los estados. Cada uno de nosotros debe cambiar la percepción que sobre la persona sorda ha tenido. Debemos ser concientes que como a cualquiera de nosotros, al sordomudo se le manifiesta un deseo y una necesidad por hacerse sentir, por conocer otras visiones de mundo y por expresar la propia, sólo que este posee un sistema comunicativo diferente al nuestro, pero no por esto debe ser excluido. Atrás deben quedar los antiguos y falsos imaginarios con los que solía asociar a estos sujetos.

∗ Como se aclaró anteriormente, la persona con necesidades especiales debe ser atendida desde muy temprano para que pueda desarrollar sus funciones lingüísticas y cognoscitivas, de ahí el énfasis en la niñez especial y su educación.




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Enviado por:Fernando Paez Lobo
Idioma: castellano
País: Colombia

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