Religión y Creencias
Encíclicas papales
I .-Introducción
La preocupación social de la Iglesia
La Iglesia ha mostrado su preocupación por la cuestión social de muchas formas. El Magisterio de los Romanos Pontífices ya ha hecho referencia varias veces a esta cuestión desde la publicación de la “Rerum Novarum” (León XIII) aprovechando los aniversarios de ésta. A partir de la obra de León XIII el Magisterio ha creado más obras de este tipo formándose un "corpus" doctrinal renovado gracias a la reflexión sobre los hechos de la historia. La Iglesia intenta guiar a las personas para que, con la ayuda de la razón y de las ciencias humanas, respondan a su vocación de constructores de la sociedad terrena.
20 Aniversario de la encíclica “Populorum Progressio”
Encíclica“Populorum Progressio”( Pablo VI [26, marzo, 1967])
Esta Encíclica está en constante actualidad teniendo en cuenta las celebraciones que se sucedieron durante ese año de diversas formas y en diversos ambientes (eclesiástico y civil). La Pontificia Comisión Iustitia et Pax envió el año anterior una carta a los Sínodos de la Iglesias católicas Orientales y a las Conferencias Episcopales para pedir propuestas sobre el mejor modo de celebrar su aniversario y además mejorar y actualizar sus enseñanzas. La Comisión promovió al final del aniversario una conmemoración donde Juan Pablo II participó con un discurso final. Considerando también las respuestas dadas a la mencionada carta, creyó conveniente dedicar una encíclica al tema de la “Populorum Progressio”.
Continuidad y renovación de la Doctrina Social de la Iglesia
Los objetivos de esta encíclica son: homenajear este documento de Pablo VI y su importante enseñanza y reafirmar la continuidad de la doctrina social junto con su renovación continua. Porque continuidad y renovación son una prueba de la validez permanente de la enseñanza de la Iglesia. La doctrina es constante porque mantiene la misma inspiración de fondo en sus "principios de reflexión", en sus "directrices de acción" y en su unión con el Evangelio; A la vez es siempre nueva porque debe someterse a las adaptaciones y condiciones históricas.
Momento histórico dramático
Juan Pablo II quiso con esta Encíclica recordar (e intentar que no se olvide) el mensaje de “Populorum Progressio” adaptándola a la sociedad de los años 80. Él creía que, aunque habían pasado 20 años, los valores eran similares a los de entonces; se observa que los cambios han sido muy rápidos y notables. El motivo de esta reflexión es el de indicar la necesidad de ver el desarrollo con otro punto de vista y de actuar de un modo diferente para llevar a cabo este desarrollo.
II .-Novedad en la Encíclica “Populorum Progressio”
Cuando ésta apareció Pablo VI ya avisó de su novedad. Para la reflexión de “Sollicitudo rei Socialis” fue necesario volver a leer atentamente la Encíclica de Pablo VI para descubrir numerosos aspectos de su enseñanza. Debe tenerse en cuenta que el Concilio Vaticano II se clausuró apenas un año antes de la publicación de la obra.
Aplicación de las enseñanzas del Concilio
“Populorum Progressio” muestra las enseñanzas del Concilio porque nace de la preocupación de la Iglesia por los temas sociales. Se puede decir que la Encíclica “Populorum Progressio” es como la respuesta a la llamada del Concilio, con la que comienza la Constitución Gaudium et spes. Esas palabras expresan el motivo fundamental que inspiró el documento del Concilio: la situación de miseria que sufren muchos seres humanos. La miseria y subdesarrollo son “las tristezas y las angustias”. El Concilio quiere indicar que todavía existe un horizonte de “gozo y esperanza”.
La Encíclica intenta dar una enseñanza social sobre los temas hablados en el Concilio: la conciencia del deber de la Iglesia de "escrutar los signos de los tiempos y de interpretarlos a la luz del Evangelio"; la conciencia de su misión de "servicio", distinta de la función del Estado, aun cuando se preocupa de la suerte de las personas; la referencia a las diferencias de la situación de las personas; la confirmación de la enseñanza conciliar respecto al "destino universal de los bienes"; el aprecio por la cultura y la civilización técnica que contribuyen a la liberación del hombre, sin dejar de reconocer sus límites; la insistencia sobre el "deber gravísimo", que atañe a las naciones más desarrolladas. El concepto de desarrollo propuesto en la Encíclica surge de la impostación que la Constitución pastoral da a este problema. La Encíclica se presenta como una aplicación de la enseñanza del Concilio referente a lo social.
Desarrollo de los pueblos
La Encíclica se puede articular en tres puntos:
1º.-La Encíclica “Populorum Progressio” habla del desarrollo y se coloca en la línea de la “Rerum Novarum”, que trata de la "situación de los obreros".Puede parecer extraño la preocupación de la Iglesia (considerada como institución religiosa) por el "desarrollo" y la "condición obrera". Éstos dos temas son de carácter ético y cultural y, por tanto, la iglesia debe intervenir en este campo para poder aplicar la Palabra de Dios a la vida de las personas.
Universalidad de la cuestión social
2º.-“Populorum Progressio” habla de lo que se conoce como "cuestión social"
Hasta la escritura de este documento no se había hablado con toda claridad de la cuestión social. En la Encíclica de Pablo VI se observa como ha adquirido una dimensión mundial y describe una "directriz de acción". Esto significa que además de los problemas sociales “locales” también hay que hacer frente a otros de carácter mundial. Existe un grave problema de distribución de la riqueza mundial ya que los lugares con mayor población son los más pobres y menos desarrollados. La Encíclica intenta despertar la moralidad de las personas para que tomen conciencia de este hecho, sobretodo si son cristianos porque tienen una obligación moral. También señala que el desarrollo no significa la acumulación de riquezas a costa de los pobres y que se tiene una obligación moral para con ellos.
"El desarrollo es el nuevo nombre de la Paz"
3º.- La novedad de la Encíclica se observa en una frase del párrafo final del documento que puede considerarse como la conclusión: "el desarrollo es el nombre nuevo de la paz".
Si la cuestión social ha adquirido una dimensión mundial también necesita una solución que venga de todos, la no resolución de este problema puede conllevar a una respuesta violenta por parte de las víctimas de esta injusticia (comienzo de la guerra). Más grave aún es el hecho de que el dinero que podría ayudar a mucha gente en su desarrollo es utilizado para armas y el enriquecimiento de unos pocos. “Si "el desarrollo es el nuevo nombre de la paz" , la guerra y los preparativos militares son el mayor enemigo del desarrollo de los pueblos”. Así explica Pablo VI que “desarrollo” tiene un sentido más profundo que el de “dinero” (esto es egoísmo). La paz sería posible en un mundo dominado por el bien común y el “desarrollo espiritual” de todos como fruto de “la justicia más perfecta del hombre”.
III .-Panorama del mundo contemporáneo
Debido a que el mundo actual no es igual al mundo que había cuando Pablo VI escribió su Encíclica, en estos puntos se trata la visión del “desarrollo de los pueblos” en la actualidad.
La esperanza de desarrollo, muy lejana de la realidad
Lo primero a destacar es que el desarrollo de estos pueblos se ve lejos en la realidad.
De esto no hablaba “Populorum Progressio” ya que sólo se limita a poner este hecho en conocimiento de todos para que entre todos los solucionáramos (se era más optimista en aquellos años) construyendo infraestructuras, etc... La ONU tomó algunas medias con el fin de ayudar a muchas naciones, algunas de ellas independientes desde hacía tiempo, pero la mayoría nacidas a raíz del proceso de descolonización. La Iglesia sintió el deber de profundizar en los problemas planteados desde un punto de vista espiritual para darles un mayor empuje.
Aunque se ha hecho mucho para paliar estos problemas aún parece que los resultados son negativos, lo cierto es que lo hecho es positivo pero poco y todavía falta por hacer. Jesús es quien nos manda para terminar con el sufrimiento y la desesperación de las mujeres, niños,...que viven en la miseria.
Alargamiento de abismo entre Norte y Sur
Se produce un aumento de las diferencias de desarrollo entre el Norte “rico” y el Sur “pobre”(término inexacto y sólo orientativo porque incluso existen diferencias dentro de las mismas fronteras). “La abundancia de bienes y servicios disponibles en algunas partes del mundo, sobre todo en el Norte desarrollado, corresponde en el Sur un inadmisible retraso y es precisamente en esta zona geopolítica donde vive la mayor parte de la humanidad”. Debido a las diferencias en salud, trabajo, condiciones de vida,... quizás “abismo” no sea la mejor palabra porque estas diferencias aumentan de forma acelerada mientras que un abismo no cambia su posición. Al aumento de estas diferencias sociales también contribuyen las diferencias culturales de los distintos países. Se habla de 1º mundo, 2º mundo...estos términos muestran la desunión de las personas; esta terminología tiene un contenido moral frente al que la Iglesia no debe ser indiferente.
Indicadores del Subdesarrollo
También existen diferencias importantes en el ámbito cultural: el analfabetismo, la dificultad de acceder a niveles superiores de instrucción, las diversas formas de explotación... Son cosas más difíciles de solucionar que en el mundo desarrollado. También suele reprimirse el derecho a la iniciativa económica , esto destruye el espíritu de iniciativa (capacidad creativa) y crea la pasividad y dependencia del individuo. Esto provoca un sentido de frustración y despreocupación de la vida nacional que termina con la “emigración psicológica”. La nación en sí es privada de su subjetividad porque depende de otras naciones (no tiene soberanía propia); esa nación sería el “objeto” víctima del totalitarismo de otras naciones. Existe también otro tipo de pobreza: negación de derechos humanos, de libertad,...son bienes necesarios. Hoy día el subdesarrollo es económico, cultural, político y humano y no sólo económico como suele pensarse.
Causas de este empeoramiento
A pesar de los esfuerzos la situación ha empeorado. Entre las causas está la pasividad de las naciones subdesarrolladas (de los que tienen el poder político y económico en esas naciones) y la falta de apoyo desde las naciones desarrolladas que no ayudan lo que deberían. Deben ser denunciados mecanismos (promovidos por intereses) manejados desde los países desarrollados que provocan que las diferencias no sean más pequeñas y sometidos a un análisis ético. “Populorum Progressio” previó este empeoramiento, la prueba está en la existencia del “4º mundo”.
Crisis de la vivienda
Las diferencias aumentan significativamente si el país actúa independientemente de los otros sin formar parte de una sociedad mundial. Esto es malo para los países pobres, los ricos y más aún para los más débiles. Uno de los indicadores del subdesarrollo es la crisis de la vivienda.
En el Año Internacional de las personas sin techo, querido por la ONU, la atención se dirigía a todas las personas que carecen de un lugar para vivir e intentaba la concienciación de las personas del 1º mundo. “La falta de viviendas se verifica a nivel universal y se debe, en parte, al fenómeno siempre creciente de la urbanización. Hasta los mismos pueblos más desarrollados presentan el triste espectáculo de individuos y familias que se esfuerzan literalmente por sobrevivir, sin techo o con uno tan precario que es como si no se tuviera”. El problema de la vivienda puede considerarse como la consecuencia de las carencias económicas, sociales,...y muestra lo lejos que nos encontramos del desarrollo de estos pueblos.
Desempleo y subdesempleo
Es otro indicador visible del subdesarrollo por su incidencia negativa en el estado y desarrollo de los pueblos. En estos países donde hay mucho crecimiento demográfico (mucha población joven) la posibilidad de empleo aumenta mucho, al contrario que en países desarrollados. Esto puede llevar a la falta de respeto propio de cada persona. De este hecho se habla en la Encíclica “Laborem exercens”: “Existen grupos enteros de desocupados y subocupados”.
La deuda internacional
Otro tema a tratar es el de la deuda internacional que tienen los países poco desarrollados con los más desarrollados. La Pontificia Comisión Iustitia et Pax le ha dedicado un documento. El problema de la deuda es que el dinero que deberían invertir en el desarrollo lo invierten en intentar ganar dinero para pagar la deuda. Por esto el dinero destinado a estos pueblos se ha convertido en freno del desarrollo. Esto hace reflexionar sobre el carácter ético de la independencia de los pueblos.
Dos bloques contrapuestos: Capitalismo liberal y Colectivismo Marxista
Se centra la atención en el carácter político de la situación: los bloques opuestos Este y Oeste. Movidos por un origen ideológico (sistemas inspirados: en Occidente en el capitalismo liberal y en Oriente, en el colectivismo marxista). Cada una promueve unas formas antitéticas de organización del trabajo y estructura de la propiedad. La existencia de dos formas de poder y pensamiento distintos provocó también la militarización del sistema. Esto se produjo al término de la 2ª Guerra Mundial, durante 40 años fue llamado “guerra fría” o “guerra por poder”, debido a la posible amenaza de una guerra abierta. Actualmente se ha acordado la destrucción de parte de este material nuclear pero la amenaza continua y esto es preocupante.
Actitud crítica de la Iglesia
Este enfrentamiento entre los dos grandes mundos desarrollados es muy perjudicial para el desarrollo del resto de pueblos porque éstos dependen de las dos potencias, conque también se produce una división ideológica en los países subdesarrollados y se refleja en el interior de los mismos países. Esto aumenta el abismo ya existente. Por esto la actitud de la Iglesia es crítica, los países desarrollados se preocupan más de sus problemas económicos,... que de los países pobres necesitados de ellos. Los países independizados recientemente que necesitan ayuda para encontrar su propia identidad cultural y política se ven comprometidos en conflictos ideológicos que producen divisiones internas e incluso guerras civiles porque destinan las ayudas a la militarización y propaganda ideológica. Esto ha dado origen al Movimiento internacional de los países No Alineados, que constituye un aspecto positivo.
Tendencia al imperialismo
“Los Países subdesarrollados en vez de transformarse en Naciones autónomas se convierten en piezas de un mecanismo y de un engranaje gigantesco”. Esto suele suceder con los medios de comunicación social (dirigidos por el Norte) que imponen una visión de la vida distinta a las exigidas por el desarrollo. Cada bloque tiene una tendencia al imperialismo (tentación en la que se cae muchas veces). Esto impide la cooperación de todos por el bien común. En resumen, la división del mundo es un obstáculo para el desarrollo de los pueblos; pero la necesidad de dinero (debido a gastos militares y burocracia ineficaz) parece favorecer procesos de diálogos útiles para la paz.
Producción y comercio de armas
Populorum Progressio afirma que es más importante el desarrollo de los pueblos que el de las armas. Las naciones poderosas usan sus recursos para garantizar su propia seguridad en lugar de ejercer un posible liderazgo cumpliendo con los países que aspiran a su desarrollo porque el liderazgo se puede justificar sólo con la voluntad de contribuir al bien de todos. Una nación que se cierre a las demás está incumpliendo con un deber ético fundamental. Esto se corrobora en Cf. Sal 33 (32), 10. Las naciones subdesarrolladas se encuentran traicionados por el Occidente (aislado y egoísta) y por el Oriente (que parece ignorar los motivos de sus ayudas).
Es sabido por todos que la producción de armas disminuye el desarrollo, pero mientras las ayudas tienen fronteras impasables, el comercio de armas existe en todas partes, pasando incluso las fronteras de los bloques. También se sabe que las ayudas económicas hacia los países en vías de desarrollo se utilizan en parte para la compra de armamento al mundo desarrollado (Pontificia Comisión Justitia et Pax). A esto se añade el peligro de las armas atómicas, el desarrollo parece llevarnos más cerca de la muerte que de una vida “más humana”(como deseaba Populorum Progressio). Las consecuencias son: refugiados de guerra, catástrofes naturales, persecuciones, discriminación, se reflejan en los rostros de las personas que no pueden encontrar un hogar. Tampoco se puede ignorar otro problema importante en el mundo desarrollado: el terrorismo. Motivado por ideologías para crear una sociedad “mejor” pero no son justificables (muertes, raptos, destrucción,...) porque se traducen en matar por matar. "El cristianismo prohíbe ... el recurso a las vías del odio, al asesinato de personas indefensas y a los métodos del terrorismo".
El problema demográfico
Existe un grave problema contradictorio en la cuestión de demografía. Mientras en el Norte la natalidad disminuye, hay países donde los gobiernos limitan el número de hijos. Este crecimiento demográfico puede obstaculizar el desarrollo, pero “no está demostrado que cualquier crecimiento demográfico sea incompatible con un desarrollo ordenado”. Los países que limitan la natalidad no están respetando el derecho de libertad de decisión que poseen las personas. Suelen ser los pueblos más pobres los más afectados, a veces con presión económica exterior; esto tiende al racismo.
Aspectos positivos
También existen aspectos positivos a destacar. Hay personas que tienen conocimiento de este mal y se preocupan de intentar erradicarlo, esto se demuestra en las asociaciones de carácter mundial creadas, influenciadas por la Declaración de los Derechos Humanos y por sociedades mundiales como la ONU. Es una solidaridad necesaria a nivel de naciones porque todos los hombres deben unirse para evitar las catástrofes. La paz es de todos o de nadie (indivisible) y exige la división equitativa de los recursos para conseguir la justicia. Esto ha llevado a darnos cuenta de la necesidad de preservar la naturaleza y sus recursos. Mucha gente se ha sacrificado con su trabajo para crear una sociedad más igualitaria. Es gracias a este tipo de cosas que en el mundo actual no es todo tan negativo, hay gente que se preocupa por los valores positivos.
IV. EL AUTÉNTICO DESARROLLO
El desarrollo es un proceso condicionado por el hombre, y es éste quien debe luchar por conseguirlo. Pero desarrollo no en el sentido económico-social, sino en el “progreso” de tipo “iluminista” (filosofía), ya existió la experiencia del desarrollo con dos guerras mundiales, la amenaza atómica,...
La mera acumulación de bienes no proporciona la felicidad humana
El desarrollo no está necesariamente vinculada al dinero, se ha comprobado que el dinero en manos de pocos no da la felicidad, pero sí aumenta las diferencias. Si los recursos no tienen un objetivo moral se vuelven contra el propio hombre. Existe también un superdesarrollo, tan maligno como el subdesarrollo, que hace al hombre esclavo de los bienes y el placer, es la sociedad consumista, que intenta buscar algo más perfecto que lo anterior y tirar lo anterior a la basura, sin darse cuenta de lo que puede ayudar eso a otra persona. Cuanto más se posee más se desea, siempre se está insatisfecho e infeliz. Ya Pablo VI señalaba la diferencia entre “tener” y “ser”, hoy más acentuada: “Tener” objetos no perfecciona de por sí al sujeto, sino contribuye a la maduración de su “ser”, es decir, a la realización de su vocación humana como tal. El problema se encuentra en la confusión de “ser” y “tener”, las mayores injusticias se producen porque son pocos los que poseen mucho y muchos los que poseen poco. Los que tienen poco no llegan al “ser” porque el culto del “tener” les confunden los valores y los que tienen mucho carecen de lo indispensable. Se subordina el “ser” al “tener”, ese es el mal. Las características de un desarrollo pleno fueron descritas por Pablo VI.
Realidad trascendente del hombre
El desarrollo necesita de los bienes pero el abuso del consumo y de lo superficial es peligroso. Deben verse como don de Dios y respuesta de los hombres, realizada plenamente en Cristo. El hombre tiene afinidad a las otra criaturas, debe custodiar y cuidar su edén, a la vez que debe someterse a la voluntad de Dios y a sus límites; “el hombre tiene una verdadera afinidad con él”. El desarrollo debe ser subordinar su dominio a la inmortalidad, ésta es su realidad trascendente.
Cooperar al desarrollo de todo hombre y de todos los hombres
El hombre es criatura e imagen de Dios, su tarea es “dominar” las demás criaturas y “cultivar el jardín”, pero dentro de la ley divina. Si el hombre desobedece a Dios, la naturaleza ya no lo reconoce como señor. La historia humana descrita en la Biblia está llena de cosas buenas siempre amenazadas por el pecado que se difunden como respuesta a la vocación divina del hombre y la mujer. El desarrollo es “un momento de la historia iniciada en la creación”, en peligro por la infidelidad a Dios. Aquél que renuncie a esta tarea faltaría a la voluntad de Dios, En “Laborem Exercens” se refiere a la vocación del hombre al trabajo, porque el hombre es el protagonista del desarrollo. Incluso Jesús se refiere a esto en la parábola de los talentos.
Los adornos superfluos de los templos y los objetos preciosos del culto, al servicio de los pobres
También la fe en Cristo guía en la labor de colaboración. Al igual que Cristo, nosotros debemos superar los obstáculos: el subdesarrollo y el superdesarrollo, para llegar a lo perfecto, en un proceso indefinido. La Iglesia considera su deber dirigir a la humanidad hacia el desarrollo (plenitud) para servir al plan divino. Desde los padres de la Iglesia se ha intentado siempre deshacer las diferencias, aliviar las miserias con lo necesario (no lo superfluo). Pablo VI sigue esta enseñanza en su encíclica, inspirado en Gaudium et spes, en esta se quiere insistir en la gravedad del asunto y pedir fuerza a Dios para los cristianos.
Un imperativo común
Esta labor no es una labor individual (mucho menos individualista) sino colectiva, de todos para todos (la Iglesia católica, las otras Iglesias , los hermanos separados,...), al mismo tiempo, en todos los rincones del mundo, si no, se hace a expensas de alguna parte del mundo. Todos los pueblos tienen derecho al desarrollo pleno (económico, social y cultural) y esta necesidad no es pretexto para imponer una forma de vivir o de fe.
Carácter moral del desarrollo
El desarrollo tiene un carácter moral que se demuestra con la necesidad de respetar los derechos humanos, personales y sociales, económicos y políticos, los derechos de las Naciones y de los pueblos, no se alcanza explotando sólo la abundancia de bienes y servicios. Si estas exigencias morales no son respetadas todo lo demás será inútil y despreciable porque el desarrollo real implica el valorar estos derechos comunes. Los principales son: en cada nación: los derechos de la familia, la justicia, la vida, la libertad,...en el ámbito internacional: el respeto de la identidad de cada pueblo, la igualdad (como ya decía la ONU). Para que esto sea posible debe hacerse con solidaridad y libertad, debe fundarse en el amor al a Dios y al prójimo, favoreciendo las relaciones entre los individuos y las sociedades, lo que Pablo VI llamaba la “civilización del amor”.
Conservación de la naturaleza
El desarrollo también debe respetar la naturaleza para tener ese carácter moral. No se deben utilizar a los otros seres (vivos o inanimados) de la forma que apetezca por intereses económicos, al contrario, ésta debe tenerse en cuenta para no romper la conexión en este sistema ordenado. No deben usarse los recursos como si fueran inagotables porque no lo son y eso repercutirá en el futuro. También hay que controlar el desarrollo debido a la industrialización que genera gran contaminación y ocasiona graves problemas de salud. Las exigencias morales del desarrollo deben ser respetadas, la libertad del hombre dada por Dios no es un poder absoluto, el hombre no debe abusar de las cosas sino que todo tiene una limitación impuesta por Dios.
V. UNA LECTURA TEOLÓGICA DE LOS PROBLEMAS MODERNOS
Desde la encíclica de Pablo VI no se ha dado este desarrollo (o se ha dado muy poco) debido a razones, además de económicas y políticas, de orden moral. Cuando se disponga de recursos mediados por las convenientes decisiones políticas y morales (inspiradas en la fe), entonces se llegará al desarrollo verdadero.
Un mundo sometido a estructuras de pecado
Un mundo dividido en bloques donde dominan diferentes formas de imperialismo es un mundo sometido a estructuras de pecado. La suma de factores negativos crea un obstáculo difícil de superar. Estas estructuras se fundan en el pecado personal, en actos concretos de las personas, que las introducen y dificultan su eliminación. Pecado o estructuras de pecado: Se puede hablar de “egoísmo”, “estrechez de miras”, “cálculos políticos errados” o “decisiones económicas imprudentes”, no se puede analizar profundamente la acción del hombre sin que implique un juicio ético-moral de los actos. Esta valoración es de por sí positiva, sobre todo si es totalmente coherente y se funda en la fe en Dios, en esto se diferencia el análisis socio-político y la referencia al “pecado” y “estructuras de pecado”. Es por esto que la voluntad de Dios se hace presente (su plan sobre los hombres, su justicia y misericordia), para no incumplir los Mandamientos, de lo contrario se perjudicaría al prójimo condicionando obstáculos y la ofensa de Dios.
Afán de ganancia exclusiva y sed de poder
Opuesto a la voluntad divina están las opiniones y acciones que conllevan "estructuras" características: el afán de ganancia exclusiva y la sed de poder, para intentar imponer a los demás la propia voluntad. Caracterizadas mejor con: "a cualquier precio". Se encuentran unidas y las víctimas no sólo son individuos únicos. Esto favorece las “estructuras de pecado”, Tras estas formas de imperialismo también se esconden nuevas formas de idolatría: dinero, ideología, clase social y tecnología. Identificar de esta forma el mal en la cuestión del desarrollo de los pueblos es identificar el camino para superarlo.
Creciente interdependencia entre los hombres y entre naciones
Es un camino largo, complejo y amenazado por la fragilidad de las imprevisibles acciones humanas, pero debe ser emprendido firmemente hasta el final. Esto implica un valor moral que los creyentes reconocen como requerido por voluntad de Dios. Es necesario que aquellos responsables de una vida más humana se den cuenta del cambio necesario en las actitudes espirituales que definen las relaciones de cada hombre consigo mismo, el prójimo, comunidades humanas, la naturaleza en función de unos valores superiores: el bien común y el pleno desarrollo. Este modo de ser es la “conversión”, especialmente en relación con Dios, el pecado cometido, el prójimo y sus consecuencias. En el camino de la conversión es un valor positivo la superación de los obstáculos morales. El signo de la conversión se observa en la conciencia moral de los hombres ante una injusticia cometida en países lejanos. Cuando la interdependencia existe en los aspectos económico, cultural, político y religioso la correspondiente respuesta como “virtud” es la solidaridad, un sentimiento profundo de responsabilidad y conciencia. Las estructuras de pecado sólo pueden vencerse con la actitud contraria y con ayuda de Dios: la entrega por el bien al prójimo.
La solidaridad, un camino hacia la paz y hacia el desarrollo
Los miembros de una sociedad deben reconocerse a ellos mismos como personas y practicar la solidaridad con los más débiles porque deben sentirse responsables de ellos. Los grupos intermedios no deben insistir de forma egoísta en sus intereses particulares sino que también deben respetar los intereses de los demás. Un avance positivo es la solidaridad entre los pobres y las manifestaciones pacíficas frente a los poderes públicos. Las naciones más fuertes deben sentirse responsables de las más débiles para mantener la hegemonía e instaurar un sistema igualitario y respetuoso. La solidaridad nos hace ver al otro como un semejante y una ayuda, un invitado más al banquete de Dios. Lo contrario (la explotación, la opresión,...) se une en el peligro de una guerra, conllevando la eliminación de la autonomía e integridad territorial de las “zonas de influencia”, al igual que el pecado y las “estructuras de pecado” también se oponen al camino de la paz y el desarrollo. La solidaridad que proponemos es un camino hacia la paz y hacia el desarrollo, que no son posibles sin la renuncia del imperialismo de cualquier tipo y la desconfianza existente. Al igual que la paz es fruto de la justicia (Pío XII) también lo es de la solidaridad y sólo se podrá conseguir con la realización de la justicia social e internacional y con la práctica de las virtudes que favorecen la convivencia.
Solidaridad humana y cristiana
La solidaridad es una virtud cristiana. A la luz de la fe, la solidaridad tiende a superarse a sí mima, el prójimo se convierte en imagen viva de Dios con lo que debe ser amado igual que se ama al Señor y estar dispuesto al sacrificio. Será entonces cuando Dios nos dé un nuevo criterio en nuestra visión del mundo, se percibe la fe de un mundo nuevo inspirado en la solidaridad, reflejo de la vida de Dios. Por eso la solidaridad debe cooperar a nivel individual, nacional e internacional para vencer las “estructuras de pecado” a favor del desarrollo y la paz. Muchos santos dan testimonio de solidaridad como San Pedro Claver o San Maximiliano María Kolbe.
VI. ALGUNAS ORIENTACIONES PARTICULARES
La Iglesia no tiene técnicas
La Iglesia no tiene soluciones técnicas que ofrecer al problema del subdesarrollo ni propone sistemas o programas económicos y políticos. Pero es experta en “humanidad” y esto la lleva a extender su misión en busca de la felicidad. El desarrollo no puede reducirse a un problema técnico porque perdería su contenido y se traicionaría a los hombres; por eso la Iglesia debe decir algo sobre esto, cumpliendo con su misión evangelizadora dando una contribución a la solución de un problema proclamando la verdad de Cristo. Para esto usa su doctrina social, favoreciendo el planteamiento correcto y sus soluciones mejores. Las cuestiones aquí analizadas son principalmente morales porque este problema no puede prescindir de la dimensión moral. La doctrina social de la Iglesia no es un sistema político alternativo sino que tiene categoría propia; no es una ideología sino el resultado de una reflexión, cuyo objetivo es interpretar la realidad conforme las enseñanzas del Evangelio; pertenece al ámbito de la teología moral. Denuncia los males e injusticias a la vez que evangeliza en el campo social.
Opción preferencial por los pobres
La doctrina social de la Iglesia debe abrirse a una perspectiva en la línea del Concilio Vaticano II y de las recientes Encíclicas. Existe el amor preferencial por los pobres, sobre todo imitando la vida de Cristo, que se aplica a nuestro modo de vivir y a las decisiones que deben tomarse sobre la propiedad y el uso de los bienes. Hoy día este amor no deja de abarcar las muchedumbres hambrientas, mendigos, sin techo, no puede olvidarse esta realidad. Nuestra vida cotidiana debe estar marcada por estas realidades. Al igual que los responsables de las naciones y Organismos internacionales no han de olvidar dar la precedencia a la creciente pobreza. Pero los pobres no disminuyen, aumentan, en todos los países. Los bienes de este mundo están destinados a todos, la propiedad privada es necesaria pero no anula tal principio. No ha de olvidarse la existencia de una pobreza especial, privación de los derechos fundamentales de la persona, derechos de libertad religiosa e iniciativa económica.
Algunas reformas necesarias
Esta preocupación por los pobres debe traducirse en acciones hasta alcanzar algunas reformas necesarias. Localmente depende de cada sitio pero no hay que olvidar la cuestión internacional. El sistema internacional de comercio hoy discrimina los productos de las industrias de los países en vías de desarrollo, mientras desalienta a los productores de materias primas. Existe una cierta división internacional del trabajo, los productos a bajo coste de algunos países, sin leyes laborales eficaces o demasiado débiles en aplicarlas, se venden en otras partes del mundo con grandes beneficios para las empresas. El sistema monetario mundial se caracteriza por la excesiva fluctuación de los métodos de intercambio y de interés, en detrimento de la balanza de pagos y de la situación de endeudamiento de los países pobres. Las tecnologías constituyen uno de los problemas principales del intercambio internacional y de los graves daños que se derivan de ellos porque son muchos los países que no tienen la tecnología necesaria. Las instituciones y las Organizaciones existentes han actuado bien en favor de los pueblos. Sin embargo, la humanidad necesita un grado superior de ordenamiento internacional, al servicio de las sociedades, de las economías y de las culturas del mundo entero.
El desarrollo requiere espíritu de iniciativa por parte de los países que lo necesitan. Cada uno ha de actuar según sus propias responsabilidades, sin esperarlo todo de los países más desarrollados y colaborando con los otros países subdesarrollados. Cada uno debe aprovechar lo mejor posible su propia libertad, debería poder alcanzar iniciativas que respondan a las exigencias de la sociedad, debería darse cuenta también de las necesidades reales que tienen que hacer frente. El desarrollo de los pueblos comienza en el compromiso de cada pueblo para su desarrollo ayudado por los demás. Es bueno que las naciones en vías de desarrollo animen a sus ciudadanos mediante la culturización y a una libre circulación de la información. Todo lo que favorezca la alfabetización y la educación de base, como proponía la Encíclica Populorum Progressio es una contribución directa al verdadero desarrollo; para esto las naciones deben darse cuenta de sus necesidades prioritarias y darles solución (la desnutrición con alimentos aumentando la producción, reformar las estructuras políticas,...)
Colaboración internacional
Para esto es necesaria la colaboración de todos: los países desarrollados y los subdesarrollados. Haría falta que se abriesen las fronteras a todos los productos, se establezcan formas de cooperación, se asocien para trabajar más eficientemente y extiendan todo eso al mundo financiero. La interdependencia es real en muchos países pero debe ser reconocida en los países poderosos. Estas naciones deben constituir organizaciones inspiradas en la igualdad, libertad y colaboración. La solidaridad universal requiere su autonomía y libre disponibilidad pero al mismo tiempo, requiere disponibilidad para aceptar los sacrificios necesarios por el bien común.
VII. CONCLUSIÓN
La liberación de los pueblos significa que alcanzan el pleno desarrollo y una “vida más humana”. Se debe aspirar a la liberación de cualquier forma de esclavitud porque es noble y válido y porque favorece el desarrollo. Un ser humano sólo es libre cuando es él mismo; la verdadera liberación viene venciendo el pecado y sus estructuras. Debemos ser libres con la libertad de Cristo, convirtiéndonos en siervos de todos, para realizar el proceso desarrollo-solidaridad.
La Iglesia tiene el deber de afirmar la posibilidad de superación de los obstáculos del desarrollo y la confianza en la liberación, prometidas en el Reino de Dios. También la Iglesia confía en el hombre a pesar de su maldad porque el hombre es la imagen de Dios. Todos estamos llamados a afrontar el reto del desarrollo en la última década del segundo milenio. Hay motivos muy importantes como la amenaza de la guerra mundial y sin fronteras, la dignidad de la persona humana, la naturaleza,...y debe hacerse de forma pacífica; también la Iglesia se siente implicada en este camino cuyo éxito final espera. Es necesario que todos los hombres y mujeres se den cuenta del problema y lo afronten con solidaridad, tal y como lo exige la dignidad de las personas. Tanto los hijos de la Iglesia como los laicos deben tener el compromiso cristiano y ser testigos y operadores de la paz y la justicia, porque este objetivo es necesario para todos, para una vida digna, sin importar religión alguna.
Nada terrenal se identifica con el Reino de Dios, pero la realización de estas cosas hace anticipar en cierto modo la gloria del Reino; pero la espera de este Reino no es excusa para desentenderse de los hombres. Lo que hagamos en esta vida no habrá sido en vano porque “los frutos de la naturaleza y nuestro esfuerzo volveremos a encontrarlos limpios y transfigurados cuando el Reino de Dios llegue a la tierra. Ahora este Reino se hace presente en la Eucaristía, en cada uno de nosotros. Nuestros bienes y obras (el pan y el vino) sirven para la venida del Reino definitivo ofreciéndonos como sacrificio, uniéndonos entre nosotros esperando y preparando la venida del Reino. Los que participamos en la Eucaristía somos llamados a descubrir el sentido profundo de nuestras acciones a favor del desarrollo y la paz y a recibir energías de Él para empeñarnos más generosamente.
En este Año Mariano deseo confiar a ella los esfuerzos que se hacen y se harán para contribuir al verdadero desarrollo de los pueblos, propuesto y anunciado por Pablo VI. A la madre le presentamos las situaciones individuales y sociales para suplicar frente a sus ojos misericordiosos, con fe y esperanza. María es quien se dirige a su hijo y le dice:”No tienen vino”, quien alaba a Dios Padre porque exaltó a los humildes; su solicitud maternal se interesa por aspectos personales y sociales de los hombres. Con esta frase quiero confiar todo lo expuesto a María y a Dios:”Oh Dios, que diste un origen a todos los pueblos y quisiste formar con ellos una sola familia en tu amor, llena los corazones del fuego de tu caridad y suscita en todos los hombres el deseo de un progreso justo y fraternal, para que se realice cada uno como persona humana y reinen en el mundo la igualdad y la paz”.
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Enviado por: | Odin |
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