Educación y Pedagogía


Els infants que es perden al bosc: identitat i llenguatges en la infància; Andrea Canevaro


Trabajo individual

Grupo T3

Didáctica y atención a la diversidad

19 de Octubre 2004

Nens que es perden al Bosc. Identitat i llenguatge en la infancia. Andrea Canevaro. Eumo 1985.

Elaboración de una reflexión personal

Antes de empezar la lectura, relacioné involuntariamente el título del libro de Canevaro con el antiguo dicho “los árboles no dejan ver el bosque.”

Y en realidad, la cantidad de figuras y simbolismo presentes en la redacción del texto me ha hecho sentir perdido, como el niño del cuento... y sin poder ver el bosque. Y lo que es peor todavía, con cierto sentimiento de culpa por no ser capaz de verlo.

Debería sumar la complejidad que alcanza la exposición en algunos párrafos -casi incomprensibles- con algunos problemas de traducción que no ayudan precisamente a mejorar la situación. Así que en un primer momento estuve tentado de dividir la lectura en dos apartados: textos comprensibles e incomprensibles.... Finalmente he optado por trabajar cuento a cuento, encabezando sus títulos los diferentes apartados, que no indexo por considerar que forman parte de un todo.

Debo decir también que he intentado localizar trabajos anteriores sobre este texto a través de Internet que quizá pudieran facilitarme la tarea. Pero no hay nada aparte de alguna reseña editorial.

Afortunadamente, el trabajo con los grupos de clase, realizados con posterioridad a la redacción de este texto, me han permitido añadir a lo ya trabajado algunos aspectos que se me habían escapado por completo. Los añadidos los incluyo con un tipo de letra diferente.

Concluyo con un pequeño resumen.

Cesc Revolta:

La fijación de un estereotipo y la pérdida de la identidad. Los mensajes adecuados e inadecuados.

Una de las ideas que se desprenden del primer cuento es la de pérdida de la identidad de los niños: como resultado de comportamientos no convencionales y no ajustados a las “normas” el adulto encuadra al niño en una imagen prefijada.

En el caso de Cesc -que hace barrabasadas con la comida y con su madre- queda marcado por el estereotipo del niño molesto y ya no puede desprenderse de él. Toda sus actitudes enfrente de los adultos parece estar encaminada a llamar la atención, a pedir ayuda.

Pero los adultos no lo comprenden así y lo condenan, basándose en sus prejuicios (la buena educación, las normas, el respeto...) a quedar encerrado en un mundo de reducidas dimensiones, apartado de los demás.

Quizá Cesc utilizaba un sistema equivocado para pedir ayuda. Pero seguramente tampoco entendía los mensajes que le llegaban y por tanto no entendía lo que esperaban de él.

El grupo que presento este capítulo se refirió a la pérdida de identidad que supone verse bajo la etiqueta de un estereotipo. El niño pone en marcha acciones para llamar la atención con un uso no formal de las cosas, en búsqueda de una respuesta desde el adulto, pero con un mensaje equivocado. La respuesta no puede ser aceptar todas las conductas, sino que ante un intento de comunicación debe hacérsele explícito el hecho y ofrecer entonces una respuesta.

Nap-Buf o Pulgarcito

La escuela como continuación del hogar o como burbuja aislada e intolerante. La aportación de los niños.

Todos los niños llegan a la escuela con cierto temor: la escuela les exige determinados comportamientos.

Algunos ya conocen esas exigencias y la escuela no es más que la continuación de su cultura familiar y de su clase social. Pero para otros puede ser un choque violento con hábitos, normas, actitudes que desconocen y con las que no llegan a vincularse nunca: la gran casa que es la escuela y la educación escolar son un modelo nuevo.

Y como la escuela y sus responsables no se detiene a considerar lo que los niños saben, los niños no pueden aportar nada. Al contrario. Tienen que aprender a leer y a escribir lo antes posible.

Y todo se supedita a ese fin, convirtiendo la lectura y la escritura en un nuevo suplicio en vez de favorecerlas como dos acciones comunicativas placenteras y creativas, que permiten conocer nuevos mensajes y lanzar los propios, que permiten soñar y despegar de entre los árboles del bosque.

Canevaro dice que la escuela es absurda si ignora los conocimientos del niño y si organiza un programa sin tenerlos en cuenta ¿Y no es eso lo que suele hacer la escuela?

Por eso hay niños que aprenden a leer, pero no saben leer.

Al trabajarlo en los grupos de clase aparece el concepto de construcción de la identidad. En una primera fase ligado a la madre y sin identidad propia. En una segunda fase, desligándose paulatinamente, aprendiendo a jugar tanto sólo como con los iguales se va desarrollando la propia identidad. Se entiende la vuelta a casa como una continuación del proceso de desarrollo: “cuando un niño se pierde le cuesta volver a encontrar el camino.”

El patito feo

El rechazo a la diferencia. La igualdad obligatoria.

Las diferencias nos asustan. Entramos en una casa que no conocemos y puede ocurrir cualquier cosa. Por eso observan al patito feo como se recela de todo lo diferente, lo nuevo.

¿Y cuál es el resultado de la inclusión? Siempre la incerteza. No todos los patitos feos se tornan cisnes. Y eso lo deben saber los educadores, que no pueden situar sus propias expectativas más allá de la realidad: tienen que ofrecer al niño diferente una relación lo más “normal” posible y tienen que aceptar al niño diferente tal como es.

Las expectativas pueden ser un estímulo para el maestro. También pueden ser una ayuda, un motor para el niño. Salvo cuando el educador pretende que el niño siga siendo siempre un niño o incluso “otro niño”

Hay dos etapas sucesivas:

  • Rechazo a la diferencia

  • Aceptación del otro (la diversidad no existe)

  • Las expectativas del educador hacia el alumno deben ser las ajustadas

    Blancanieves

    La sociedad y el orden por encima de todo. La sociedad del anonimato y el modelo único.

    La sociedad le pide a la escuela que reproduzca y conserve su orden social y económico, delega en ella el control ideológico y de supeditación a las demandas del sistema productivo. Tiene que producir adultos capaces de perpetuar el sistema, de ampliarlo. A cambio pueden disfrutar de sus ventajas: el sistema les ofrece un lugar en el mundo feliz del “bienestar”, la sanidad, la técnica...y, desde luego, educación para sus hijos.

    Pero reclama anonimato y consenso.

    En ese anonimato y consenso no hay lugar para los diferentes, porque los diferentes “se ven, se miran”. Así que la solución puede ser encerrarlos, apartarlos, o considerarlos irrecuperables o ineducables...

    Es la educación especial, que ha servido de válvula de escape a la educación “normal” que se ahorra así tener que re-pensarse, replantearse su funcionamiento.

    ¿Quiénes son ineducables o irrecuperables? Hay una respuesta clara: los que no aprueban los exámenes, meta final y máxima de la educación más tradicional. Y la más rígida: el problema es el modelo único. Pero la intención de integrar al niño diferente “sea como sea” en la escuela -sin cambiarla- está condenada al fracaso. La escuela debe valorar la diversidad y por tanto crecer con ella.

    La escuela necesita un nuevo modelo estructural que no valore sólo los resultados sino también la capacidad de relación y la comunicación con el niño.

    El niño que es transforma en sapo

    Sólo el cariño hace milagros. De cómo el amor transforma al niño.

    En el niño salvaje vimos como sólo el cariño puede llegar a humanizar al pequeño. Ni los castigos ni el control de las conductas logra conseguir nada. El niño comienza a vivir con las caricias y el cariño ofrecido.

    Es el caso de los niños acogidos en centros especiales, que se relacionan sólo con niños en circunstancias parecidas a la suya, en un medio casi sanitario, sin atenciones personales o vínculos afectivos fuertes. El contacto con otros niños y otra realidad motiva al niño diferente y ayuda a los “normales” a no creerse el centro del mundo y también motiva al maestro.

    Los dos cuentos anteriores forman parte del mismo capítulo. En clase se presentaron de una manera muy sintética, refiriéndose a que los “malos estudiantes” se crean su propio mundo y se van alejando cada vez más de las expectativas originales.

    El geógrafo de los niños

    El lenguaje del cuerpo y la palabra. La formación como revulsivo.

    ¿Qué clase de persona es ese geógrafo que sin ver, tocar, oler, oír y hasta gustar a los niños es capaz de decir cómo son y cómo deben ser?

    No es de extrañar que en una educación exclusivamente formal algunos niños hasta olviden que tienen un cuerpo para expresarse y sólo puedan hacerlo a través del lenguaje. Mejor dicho, del lenguaje escrito. Si recuperan el valor expresivo del cuerpo, no sólo los niños con problemas, sino todos los niños, también renace el valor de las palabras, vuelven a ser creíbles.

    Frente a la expresión y la vitalidad infantil, del deseo de comunicarse, está la imagen estanca que lo quiere pasivo, incapaz e irrecuperable, que “solo puede recibir nuestra bondad.”

    Las normas no deben de ninguna manera enclaustrar las manifestaciones de todo tipo que en las diferentes etapas de desarrollo muestran los niños: los juicios ni los valores deben ser tolerados como una diversión para adultos en las edades tempranas.

    Tampoco obligar al niño diferente a continuar siendo siempre un niño, negándole la manifestación de sus intereses o de su sexualidad, protegiéndoles por miedo a esas mismas manifestaciones que abren la puerta a su expresión corporal.

    En la realización del niño, atípico no, también está la realización del educador.

    Canevaro trata más adelante el tema de la formación, indicando que no puede ser un elemento que se agote en el mismo sistema y aislado de las condiciones del entorno. Sugiere una formación permanente que esté en continuo contacto con las realidades económicas , sociales y culturales que envuelven la educación.

    Se habla en clase de la contractualidad y del lenguaje corporal. Del contacto físico como valor primordial, incluso por encima de los contenidos.

    Sobre la contractualidad, recordamos los contratos alumnos/profesores habituales en secundaria.

    Por fin, el grupo indica que no es bastante el academicismo, que debemos ir mucho más allá.

    Pinocho

    Yo no quiero encerrarme en la escuela. Quiero ver mundo.

    El niño está obligado a ir a la escuela aunque no le guste. Para que sus padres le quieran. O para irse preparando para un futuro no muy lejano, en el que tendrá que ir a trabajar, aunque no le guste, para que lo “quiera” la empresa. El niño aprende lo que es el chantaje y la amenaza en su propia piel a bien temprana edad.

    ¿Cuáles son los valores de la escuela? ¿Qué es el éxito? ¿Qué es lo que hay que aprender?

    Las preguntas de Gepeto se repiten como en un eco. Pero todavía hay quien relaciona éxito con dinero, títulos académicos con éxito, aprendizaje con acumulación de datos, enciclopedismo con saber. Las manos del carpintero modelan la madera, la recrea. Pero eso no sirve para ser importante, eso no se enseña en la escuela.

    Hay niños que son carpinteros, que llegan a la escuela sabiendo cosas que el maestro no sabe. ¿no puede aprender el maestro de ellos? ¿No podemos poner la escuela en la calle o meter la calle en la escuela para darle verdadero sentido de comunidad? La escuela podría ser un sitio diferente, donde el día a día fuera una aventura tan interesante como descubrir un descampado o comenzar un nuevo juego.

    En clase hablamos de la pérdida de afecto cuando no se cumplen las expectativas. Y que cumplirlas, llegar a justificarlas, podía ser un baremo del “éxito”

    Las estructuras actuales de la escuela eliminan de su seno a una parte de alumnos que no pueden aceptarla porque les condiciona y les obliga.

    Resumen:

    El libro presenta unos ejes principales en la construcción de la identidad en los diferentes capítulos:

  • En la familia y las relaciones que se establecen

  • En la escuela y el modelo que transmite

  • En el papel del educador y las expectativas

  • En la estructura social que determina cómo es la escuela

  • En la contractualidad. La relación maestro alumno

  • En el sentido de la escuela

  • Y todo su discurso gira alrededor de conceptos relacionados con la diversidad, la corporeidad y la identidad y el papel de la escuela para favorecer el desarrollo mediante pautas individualizadas.

    La idea de Canevaro es trasmitir la necesidad de una educación tolerante (sin entender tolerancia como condescendencia desde el poder), que no responda a esquemas preconcebidos, que acepte la diversidad en un sentido amplio (social, biológica, cultural, etc.), que enseñe a los niños a ser críticos, a aceptar los propios errores y a disculpar los de los demás, a rebelarse contra la injusticia, la desigualdad y la violencia, a primar el esfuerzo colectivo sobre el individual, a dar prioridad a los valores de solidaridad, amistad y paz.

    Pero parece obvio que la escuela del 2004 todavía tiene mucho camino por recorrer para acercarse a esa idea. Y también la familia. Ambas metidas en la vorágine de un mundo lanzado a toda velocidad hacia no se sabe muy bien donde. Aparentemente, un lugar con cada vez menos valores, más injusto y más insolidario.

    Hay mucho camino para recorrer y parece difícil. Pero podemos ir dando pasitos.




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    Enviado por:Víctor Cassi
    Idioma: castellano
    País: España

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