Don Carlos: es un joven honrado y atrevido, cualidad que se revela casi al final del libro.
Doña Irene: es una señora egoísta, avasalladora que habla sin parar y que le gusta escribir cartas.
Doña Francisca: es una muchacha obediente que finge ser ingenua y que se siente culpable por un amor un tanto latoso.
Don Diego: es un caballero generoso, comprensivo y razonable. Está influido considerablemente por la gente.
Rita, Simón y Calamocha: son los tres criados bastante cómicos que aparecen en la obra.
RESUMEN POR ACTOS:
ACTO 1:
Esta obra se desarrolla principalmente en una posada de Alcalá de Henares y trata de que Don Diego, de acuerdo con Doña Irene (madre de Doña Francisca), han establecido el matrimonio de Don Diego con Doña Francisca, sin consultar a ésta. La madre es la que obliga, en cierto modo, a que se case, ya que sabe que su hija la va a obedecer.
Doña Irene está enamorada del sobrino de Don Diego, al que conoce por Don Félix, llamado realmente Don Carlos. Doña Paquita ama a otro hombre, a Don Félix, que le va a salvar del matrimonio con Don Diego.
ACTO 2
Doña Francisca está nerviosa y presionada por su madre. Don Diego pregunta si ésta está enamorada verdaderamente y si la relación lleva buen camino, pero Doña Irene no le deja contestar y, dominando, le obliga a responder que todo va bien, sin tener en cuenta los sentimientos de su hija. Más tarde Don Carlos se le declara y se van muy rápido a cenar.
En la cena, Simón (criado de Don Diego) se encuentra a Don Carlos y a Calamocha (criado de éste) y les pregunta qué hacían en el mismo hostal.
Carlos se ve obligado a marchar a Zaragoza ya que habían estado hablando el tío y su sobrino. Doña Francisca, bastante enfadada, acude al cuarto de Don Carlos y ve que no está.
ACTO 3:
Doña Francisca se muestra reacia al no ceder ni a ruegos ni a amenazas cuando llegue el gran momento, el momento en el que debe pronunciar el “sí” definitivo. Los dos enamorados están anonadados porque se ha enterado Don Carlos de que su rival es Don Diego, su tío.
La pareja renuncia a su felicidad, pero Don Diego, enterado del sacrificio que se habían puesto, desiste en sus propósitos y convence a Doña Irene de que debe casar a su hija con Don Carlos.
Don Diego pasa de ser un amante correspondido a ser un amante del cual se burlan. Se hace juez y abogado.
Finalmente, tras una larga historia de llantos, perdones y demás, Don Diego renuncia y permite que sean una pareja feliz.