Literatura


El nombre de la rosa; Umberto Eco


“EL NOMBRE DE LA ROSA”

El joven benedictino Adso de Melk está a punto de irse a Roma con su padre, militar; pero ante la imposibilidad de ello Marsilio decide que acompañe al sabio franciscano Guillermo de Baskerville, de 50 años, antiguo inquisidor en Inglaterra e Italia, a visitar durante dos semanas una serie de abadías , sin saber exactamente la misión que llevaba.

Primer día de mes de noviembre llegaron a una abadía benedictina.

PRIMER DIA

En esta abadía el abad Abbone le explica a Guillermo el hallazgo de un monje llamado Adelmo en un barranco, muerto, golpeado por las rocas mientras caía, arrojado desde unas ventanas del edificio de la abadía. Le autoriza a Guillermo a que investigue el caso. Le autoriza a hacer todo lo necesario para esclarecer el caso, menos que entre en la biblioteca, la mejor biblioteca de todas las abadías , cuya entrada estaba totalmente prohibida a todo el mundo a excepción del bibliotecario.

Hay en este capítulo una amplia y recargada descripción de la abadía , con sus estatuas, columnas , capiteles, ventanas, y todo tipo de adornos de la más variada concepción, todo de una belleza extraordinaria. En esta abadía vive un antiguo conocido de Guillermo, llamado Ubertino da Casale. De la orden cluniacense. Se saludan como viejos conocidos y mantienen una larga conversación de tiempos en los que coincidieron entre las autoridades de la Iglesia. Hacia 18 años que no se veían y charlan mucho y muy animadamente delante de Adso. Estando Guillermo y Adso en la capilla de la abadía junto con Ubertino aparece un personaje misterioso. Es un monje de cara perversa, feo, poco agraciado de facciones animales llamado Salvatore el cual vive en esta abadía porque en su día le salvo Ubertino da Casale de otros castigos populares. En medio de un vocabulario casi ininteligible y raro emplea una palabra que llama la atención de Guillermo la palabra es ¡penitenciage! Que deja una duda abierta entre G. Y Ubertino, quien dice que se le habrá escapado esta palabra por casualidad.

Aquel mismo día también habló Guillermo con el monje que cuidaba la huerta el cual era un herbolario especializado. Intercambiaron diversas recetas para comidas y curas de enfermedades, todo a base de vegetales lo cual interesó mucho a Adso . En esta conversación G. Preguntó al herbolario si tenía trato con Adelmo, el fallecido, a lo cual contestó que no, que Adelmo convivía con otros monjes, sobre todo con Berengario. El monje herbolario se llamaba Severino de Santemerano.

También ese día conocieron al monje Malaquías, el bibliotecario, uno de los grandes protagonistas de este libro, el cual les enseñó la antesala de la biblioteca, pero de nuevo les recordó que estaba totalmente prohibido entrar en ella. Solo podía entrar, única y exclusivamente el bibliotecario. En aquella antesala les fue mostrando a G. Y a Adso, los distintos trabajos que en ella se hacían. Había una serie de monjes trabajando en distintas mesas y en un determinado momento se produjo un intercambio de palabras entre los monjes que trabajaban y los visitantes en la que se mencionó el nombre de Adelmo. Hubo miradas suspicaces entre unos y otros. Aquí se pudo ver la mirada que en ese momento el ayudante del bibliotecario llamado Berengario da Arundel dirigió a Venencio, otro monje que admitió su amistad con su “queridísimo Adelmo”.

Tuvieron oportunidad de conocer a Jorge de Burgos el segundo monje mas viejo de la abadía, ciego totalmente, y yo diría que el auténtico protagonista de esta dramática historia.

Conocieron también al monje vidriero de la abadía. El encargado de los trabajos de forja y cristal que se llevaban a cabo en la abadía., se llamaba Nicola da Marimondo. En un momento de la conversación Guillermo mostró a Nicola sus “lentes” hechas de vidrio a modo de piedras preciosas y que le permitían ver bien de cerca y leer letra pequeña, ya que por su edad tenía la vista cansada. A Nicola estas lentes le parecieron una joya y le pidió a Guillermo que se las dejara examinar para ver si él podía intentar fabricar otras parecidas.

Una vez que entraron en conversación Nicola le dijo a Guillermo que en la abadía ocurrían cosas muy extrañas, sobre todo en la biblioteca. Que veía luces por la noche , que era muy extraño, que no sabía si serían fuegos fatuos, o el resplandor de los bibliotecarios muertos. Todo un misterio. Estaba anocheciendo y se veía a todo el mundo retirarse a sus aposentos. Tanto monjes como servidores de la abadía.

Fueron a cenar y se sentaron en la mesa del abad, quien les presentó a todos los monjes. Los monjes guardaban silencio durante la cena y solo se escuchaba la voz del lector de turno. Si tenían que decirse algo entre ellos , se comunicaban con lenguaje de signos manual, es decir, con los dedos. Durante la cena sonsacaron al abad que el edificio de la abadía se cerraba por dentro durante la noche . Por un momento pensaron que haría Malaquias el bibliotecario cuando todo se cerraba y donde dormiría.

SEGUNDO DIA

Madrugaron como todos los monjes y estando en la capilla rezando las oraciones propias del alba entraron alarmados tres servidores que se dirigieron al abad diciendo que había un hombre muerto. Se acercaron a los chiqueros de los cerdos y en una tinaja llena de sangre de cerdo estaba metido un hombre sin vida que resultó ser Venancio de Salvemec , el especialista de griego en la biblioteca, al cual conoció Guillermo el día antes.

Lo llevaron al laboratorio del herbolario y examinaron su cuerpo. No tenía ninguna señal de maltrato, ni heridas ni contusiones. Pensaban que había sido envenenado. Guillermo preguntó a Severino, el herbolario, si tenía pócimas para envenenar, a lo cual contestó Severino que sí, que en el laboratorio había de todo, pero que no había echado nada de menos.

Guillermo interroga a dos jóvenes monjes sobre la muerte de Adelmo. Eran Bencio de Upsala y Berengario da Arundel, ayudante del bibliotecario. El primero habla de una discusión que tuvieron media docena de monjes entre los que se encontraban los dos muertos y además Malaquias el bibliotecario, Jorge el ciego y otros.

Berengario le cuenta que vio a Adelmo antes de morir, paseando como un fantasma por el cementerio. Guillermo piensa que Adelmo se suicidó porque estaba atormentado por algo malo que había hecho y a su vez intuyó que Berengario estaba asustado por la visión que había tenido del muerto. Guillermo sospecha que algo existía entre ambos, Adelmo y Berengario, y tira de la lengua a este último pero Berengario se resiste a hablar y le pide a Guillermo confesión, para contarle lo que sabe bajo secreto de confesión pero Guillermo se la niega. Con este relato pasamos a la hora tercia.

G. observa una discusión en la cocina entre el cocinero y Salvatore aquel monje extraño del que hablamos al principio. El cocinero le insinúa a Guillermo que ese monje tiene por la noche extraños comportamientos pero no quiere decir más. Salvatore los mira y se va como huidizo sin hacerles ni caso.

Otro monje, Aymaro de Alessandría, se queja también de que en la abadía ocurren muchas cosas extrañas sobre todo en la biblioteca, dice que el abad no manda nada y que la abadía es una cueva de locos.

Sostuvo también un largo diálogo con Jorge de Burgos, un monje español, sobre si Cristo reía o no o si los cristianos deban de reír, en definitiva una gran conversación sobre la risa, que es toda un a lección para Adso que no entiende nada de nada. Después Guillermo se acerca a la antesala de la biblioteca y se acerca a la mesa del difunto Venancio para ver si encuentra alguna pista sobre su muerte, pero Bencio le dice que dej e la investigación y que le siga, que tiene algo muy importante que decirle. Después de hablar en él, Guillermo y Adso, dudan si en realidad Bencio quería decirles algo o lo que quería era alejarles de la mesa de Venancio.

SEGUNDO DIA HORA SEXTA

En la que Bencio contó como una noche vio a Adelmo salir corriendo de la celda de Berengario y como este le perseguía. Después salió hacia el cementerio y otro monje, Venancio, también había observado estas acciones, si bien no sabía este último que Bencio se había dado cuenta de su presencia, aunque escondido.

A la mañana siguiente apareció el cadáver de Adelmo. Se deduce que Berengario se sentía atraído por Adelmo y tuvieron algún contacto sexual aquella noche. G. y Adso se pusieron a especular y a hacer cábalas sobre la muerte de los dos monjes y de quienes podían ser sus autores y al final decidieron que había que entrar como fuera en la biblioteca si es que les era posible.

La hora nona es irrelevante para los fines de Guillermo y Adso. No ocurre nada nuevo ,salvo que G. y el abad se enfrascan en una larga conversación, de tal altura que deja boquiabierto a Adso. Se habla de la representación que están esperando que llegue de Avignon y para entonces el abad quisiera tener alguna pista cierta sobre los hechos en los que han fallecido dos monjes.

Guillermo y Adso se proponen ir esa noche a la biblioteca, sea como sea, a pesar de la prohibición, y se despiden para ir a descansar cada uno a su celda.

Durante la hora de vísperas se dan un paseo por el claustro y encuentran un anciano monje, el más viejo de la abadía, quien les cuenta raras historias de monstruos de mar, de la bestia de las siete cabezas y diez cuernos. Le escuchan de compromiso y con habilidad Guillermo consigue sonsacarle por donde se entra a la biblioteca cuando todo está cerrado, y con esta información preparan el plan para atacar la biblioteca.

Llegada la noche entran en el scriptorium o antesala de la biblioteca y la primera visita es a la mesa del fallecido Venancio. Hay que decir que llegan a esta sala a través de la puerta de un altar de la iglesia llamado el altar de las calaveras, por las muchas que había colocadas a su alrededor.

Cuando llegan a la mesa de Venancio se dan cuenta de que alguien los está expiando en la oscuridad. De pronto este individuo se da cuenta de que lo han visto y escapa. Guillermo y Adso le persiguen pero no lo pueden atrapar. No tienen ni idea de quien pudiera ser. Cuando Guillermo llega de nuevo a la mesa de Venancio se da cuenta de que le han robado sus lentes, imprescindibles para poder hacer cualquier trabajo delicado y más en la biblioteca. ¿quién era el ladrón.?¿por donde había escapado? También echan de menos un libro que había encima de una mesa y que se lo ha llevado el mismo sujeto.

A pesar de intentar entrar en la biblioteca no lo consiguieron. Descubrieron un gran laberinto, se metieron en él,se perdieron y después de mucho rato encontraron la bajada de la escalera de pura casualidad. Tuvieron grandes sustos pues aquello iba de asombro en asombro. Salas con espejos donde se veían reflejados completamente deformados como para que se asustaran, salas perfumadas con hierbas capaces de intoxicar a cualquiera que permaneciese en ellas, pasadizos con frías corrientes de aire que te podían helar. Todo muy misterioso. Al salir se encontraron con el abad que les preguntó donde habían estado a lo cual no contestaron. En un momento determinado el abad dice que echa de menos ya largo tiempo a Berengario, el ayudante del bibliotecario. Lo buscan por toda la abadía y no lo encuentran . Cuando se dirigen a su celda ven que esta vacía pero encuentran un paño lleno de sangre junto al camastro. Esto es lo que dio de sí el segundo día de estancia en la abadía.

TERCER DIA

En otro pasaje del libro se describe un encuentro entre Salvatore y Adso en el cual el primero cuanta a Adso largas historias de su vida pasada, sin decir nunca que llevó una vida herética al lado de Dulcino, un hereje que fue duramente sentenciado y que llegó a la abadía gracias a Remigio da Varagine, cillerero de la abadía que le había ayudado a vivir en la abadía a cambio de que este guardara una serie de secretos que más tarde se habrían de descubrir. Al final Adso le pregunta si conoció al hereje Dulcino y en ese momento Salvatore de mal humor se da la media vuelta y deja plantado a Adso.

Guillermo se dirige a la herrería para con la ayuda de Nicola el fraile herrero, fabricarse unas nuevas lentes que le eran tan necesarias. Mientras trabajan en esto G. cuenta y no para todo cuanto sabe sobre herejes , castigos y torturas, mientras que Adso permanece inmóvil escuchando con la máxima atención. En esto son llamados por el abad, que les quiere decir algo, y se encaminan a su encuentro.

Este día Adso tiene una larga conversación con el fraile Ubertino donde le cuenta largas historias vividas por él y de las que Adso se maravilla y queda extasiado. Esa noche Adso encuentra una muchacha aldeana en la cocina, se sorprende de tal cosa y no se explica que hace allí, pero el caso es que se miran ambos extrañados y al verse solos hacen el amor y disfrutan de sus cuerpos y cuando todo esto termina la muchacha escapa corriendo y Adso queda como en una nube, pensando que ha sido una experiencia bella y bonita pero en un movimiento de cabeza descubre horrorizado un gran corazón sangrante, casi vivo, envuelto en paños de tela enrollada que sin duda se había dejado la muchacha. Era un corazón de animal.

Cuando Adso esta extasiado en la cocina pensando en la experiencia que ha vivido con la muchacha es descubierto por Guillermo que le pregunta que hace allí. Este dice que se quiere confesar de tal acto puesto que piensa que ha pecado y una vez confesado Guillermo le absuelve y le dice que no se preocupe demasiado que lo que le ha ocurrido y lo que ha hecho es algo natural que no tiene mayor importancia. En ese mismo momento ya casi a punto de amanecer sospechan del escondite de Berengario. Tienen una idea. Piensan que puede estar escondido en los baños y se dirigen hacia alli. y después de unas pesquisas dan con el cuerpo de Berengario ahogado en uno de los baños.

CUARTO DIA

Guillermo y Severino , el herbolario, analizan el cuerpo de Berengario y descubren que, tanto las yemas de los dedos, no todos, y la lengua los tienen negros, al igual que le ocurrió a Venancio, que también fue asesinado en la abadía y empiezan a sospechar que alguien robó un veneno, hace ya años, del herbolario de Severino y pudiera utilizar para envenenar a los monjes. En ese momento sospechan de los más cercanos a la biblioteca, pero no están seguros.

Guillermo interroga bruscamente a Salvatore ya que está seguro de que este sabe algo y éste le dice que él que sabe muchas cosas es Remigio , el cillerero, éste dice saber cosas sobre la muerte de Venancio y también confiesa sobre otros actos que ocurren en la abadía como la entrada de mujeres en la cocina. G. les dice que no comentará nada con nadie de lo que le han dicho y que se queden tranquilos que nada les va a ocurrir.

Aquel mismo día Severino entrega las lentes que en su día le fueron robadas por Berengario, las cuales fueron halladas en sus ropas, y Nicola el vidriero le obsequia con otras que el mismo había fabricado.

Descubren también a aquel día un folio que suponen escrito por Venancio pero que no pueden entender porque está escrito en griego. No obstante piensan que esto les puede facilitar las cosas de cara a la investigación que están llevando.

A la hora sexta de este cuarto día Adso se va al campo a buscar trufas junto con Severino y otros frailes y se encuentran en el camino con una delegación de franciscanos que se dirigen a la abadía. Avisan a Guillermo y este los recibe con muestras de afecto.

Les preparan una mesa con exquisitas viandas y en torno a ella charlan animadamente sobre todo del Papa Juan XXII y también de la comisión de frailes que llegará mañana procedentes de Avignon. También llegan a la abadía el cardenal Del Poggetto y Bernardo Gui , inquisidor, del que todos habían oído hablar y que se dedicó rápidamente a interrogar a los laicos, sobre los sucesos de la abadía, y también a los campesinos, al revés de lo que había hecho Guillermo que empezó preguntando a los frailes.

Por la tarde después de una copiosa cena en la que hubo cantidad y calidad de todo los forasteros se retiran a sus oraciones y algunos poniendo pretextos de cansancio y salud se retian directamente a sus celdas a hacer la digestión de la gran cena que se habían metido y a digerir los exquisitos vinos que habían tomado. Mientras Guillermo y Adso emprenden nuevamente camino a la biblioteca, que les tenía intrigados. Con un par de lámparas que habían cogido de las cocinas siguen sus indagaciones sobre los hechos que quieren descubrir. Ven libros maravillosos, pero Adso se encuentra como distraído y es que esa noche no hace más que pensar en el suceso que le ocurrió con la aldeana a la que no puede olvidar.

Por la noche los arqueros de Bernardo de Gui descubren a Salvatore y a la muchacha de siempre haciendo labores de nigromancia y brujería. Hay que decir que estas aldeanas y otras entraban a la abadía porque Salvatore las daba alimentos de la cocina ya que ellas eran muy pobres no les quedaba más remedio que aguantar todas estas cosas con tal de llavar alimentos para los suyos.

El caso es que son apresados por los arqueros y conducidos a las celdas que existían en la abadía para estos casos, hasta ser interrogados por Bernardo en las próximas horas. Adso ha visto a la muchacha y ella le ha reconocido con la mirada. Todo el mundo se retira a descansar al finalizar este cuarto día.

QUINTO DIA

Lo primero que ocurre el quinto día es una reunión entre las legaciones que habían llegado en la que además participan Guillermo, el abad, y otros frailes de la abadía en la que, entre otras cosas, se discute la pobreza de Jesús. La reunión se va acalorando y al final los distintos grupos de frailes según sus tesis, se acaban insultando duramente, y la reunión alcanza unas cotas máximas de dureza , incluso ofendiéndose mutuamente a pesar de las palabras del cardenal y del abad que tratan de calmar la situación. Adso al igual que los novicios asistentes se queda atónito de cuanto ve y cuanto oye.

Durante la reunión Guillermo es avisado de que Severino quiere verle ya que , dice, ha encontrado algo entre sus hierbas y medicinas. Guillermo le dice que lo guarde muy bien que ahora no puede ir pero que en cuanto termine la reunión está con él.

El encuentro entre Guillermo y Severino, el herbolario, es observado con interés por algunos monjes que tratan de enterarse del hallazgo de Severino, estos son Jorge de Burgos, Aymaro de Alessandría y parece que Bencio también ha presenciado la escena se producen unos movimientos extraños de estos monjes en torno a este descubrimiento y ante los movimientos raros de estos monjes, Adso observa y trata de seguir a Jorge de Burgos a ver donde va, pero Jorge se le escapa. Entonces ve a Remigio , el cillerero, que sigue a Severino, pero confía que, en caso de que quiera hacerle algo, Severino sabrá defenderse y Adso vuelve a la sala capitular donde se sigue celebrando la reunión. Allí llega la terrible noticia de que han asesinado a Severino en el herbolario.

Todo el mundo corrió hacia el herbolario fin de ver lo que había ocurrido. Severino yacía en el suelo en medio de un gran charco de sangre y con el cerebro medio abierto por un fuerte golpe. El local estaba todo revuelto como si alguien hubiese estado buscando algo desesperadamente, los libros y otros utensilios estaban todos tirados por el suelo. ¿quién habría sido?

Allí estuvo Malaquias, también el cillerero, también estuvo Bencio, pero... ¿quién era el asesino?

Guillermo y Adso se pusieron a buscar alguna pista que les pudiese clarificar algo, buscaban algún libro extraño que les pudiese ayudar en la investigación. No encuentran nada y acaban marchándose de nuevo a la sala capitular y piensan que quizá Bencio haya robado el extraño libro que parece esconder el secreto de todo lo que ocurre en la abadía, pero de momento es solo una sospecha, no se puede confirmar nada.

Mientras tanto en la sala capitular las cosas iban a mas y a petición de Bernardo el inquisidor fue llamado Remigio el cillerero a declarar lo que sabía. Se le acosó duramente para hacerle hablar y que dijese todo cuanto sabia. Reconoció que tenía complicidad en ciertas cosas con Malaquias el bibliotecario , pero fue tan duramente acosado por Bernardo que acabó diciendo cosas que había hecho y otras que no había hecho con tal de que acabara el interrogatorio al que fue duramente sometido Dijo que en sus tiempos había cometido autenticas herejías a las ordenes de Dulcino. Se acaloró e insultó duramente a Bernardo y a todos los suyos y dijo haber matado a Adelmo a Venancio a Berengario y a Severino por diferentes motivos a cada uno. Guillermo lo mira confundido porque piensa que Remigio está mintiendo, que lo que quiere es que lo maten ya y no le sigan torturando con tanta pregunta .Así que a pesar de que se cree todo lo referente a su mala vida pasada con Dulcino, no acaba de creerse que él sea el asesino de los monjes.

Tal y como se están poniendo las cosas por parte de Bernardo, Guillermo le dice a Ubertino, que también tiene un pasado confuso , que abandone la abadía, y se entera que Bencio ha sido nombrado ayudante de Malaquias el bibliotecario y que el libro que todos están buscando ha sido cogido por éste y llevado a ocultarlo en la biblioteca. A continuación fueron todos a los rezos y dijo el sermón Jorge de Burgos , un sermón muy largo y duro en el que vino a decir, disimuladamente, que lo que esta acurriendo en la abadía era normal por una serie de cosas que el sabía pero todo esto lo dijo en clave y Guillermo parece que le entendió y que le hizo pensar que este monje ciego era clave en todo esto de los asesinatos. Al día siguiente se marcharon todos los forasteros del convento, llevándose a Remigio y a Salvatore y también a la muchacha prisioneros para después juzgarles y si procedía matarles y torturarles.

SEXTO DIA

En el transcurso de las oraciones de la mañana cantó el coro de la abadía y todos acudieron a la iglesia menos Malaquias. Al cabo de un rato apareció y se sentó en su asiento sigilosamente, pero instantes después caía desplomado al suelo y quedaba muerto. Antes de morir quiso confesar algo a Guillermo pero balbuceó algunas palabras ininteligibles. Todos pensaron de nuevo que en la abadía había otros asesinos. Malaquias también tenía negra la lengua y los dedos. Se nombra bibliotecario a Bencio y a Nicola se le nombra cillerero, al menos de momento.

Adso manifiesta haber tenido un bonito sueño que le ayuda a interpretar Guillermo los forasteros se van. El abad habla con Guillermo y le dice que se vaya, que esperaba más de él, que ni ha hecho nada, ni ha descubierto nada, prácticamente le echa y le dice que se vaya a la mañana siguiente que por la noche puede haber peligro. Pero antes, y en un último intento de descubrir algo y casi por casualidad descubren la entrada a la biblioteca donde aparentemente se guarda el deseado y buscado libro.

Antes de intentar subir a la biblioteca habían observado extraños movimientos de algunos monjes de la abadía, sobre todo los de mayor edad, y presentían que algo estaba ocurriendo o que iba a ocurrir. A través de unos ruidos descubren que alguien se ha quedado atrapado en un pasadizo secreto anterior a la entrada de la biblioteca la cual es muy difícil de abrir y puede morir allí ya que al rato empieza a faltar el aire y la atmósfera. El infortunado da golpes pero no pueden descubrir quien es. Más tarde se sabría que era el abad.

El caso es que Guillermo y Adso consiguen al fin entrar en la sala llamada “ finis Africae” que es la que parece que guarda el ansiado libro pero....¡ oh sorpresa! Ven en la oscuridad una silueta de un monje que estaba sentado junto a una mesa. Era Jorge de Burgos, el ciego. “os estaba esperando”, les dice a los dos. Y aquí en este pasaje es donde se revela todo lo ocurrido en la abadía ya que el ciego es conocedor perfecto de todo cuanto ha ocurrido.

Guillermo le hace cantar todo el entramado de la muerte de los frailes, unos matan a otros y otros mueren envenenados al tocar con los dedos humedecidos con la lengua las paginas del libro maldito que estaban impregnadas de veneno. Jorge cree que Guillermo no sabe nada del tema y le invita a ojear el libro para que también se envenene, pero Guillermo que ya se imaginaba la escena lo hace pero con guantes Se entabla entre Guillermo y Jorge una dialéctica de gran relevancia en las que cada uno expone su filosofía acerca del contenido del famoso libro. Desde luego el ciego es un auténtico sabio. Aquí Jorge descubre que es el que ha tendido una trampa al abad para que queda atrapado en el laberinto y no pueda entrar en la biblioteca. El ciego se manejaba bien por los pasillos en la oscuridad. A estas horas, dice, el abad ya habrá muerto asfixiado.

Al final de la discusión el ciego anuncia que todavía tiene que haber otra muerte y esta es la suya. Ante el asombro de Guillermo y Adso empieza a comerse las páginas del libro y Guillermo trata de impedirlo, más que por salvar al viejo por hacerse con el preciado libro pero el viejo es muy listo y se defiende a pesar de su ceguera. En un determinado momento y en un golpe de habilidad les apaga la lámpara de un manotazo y se ríe fuerte y maliciosamente diciéndoles que ahora todos están a oscuras y que el tiene ventaja en la oscuridad. Se escapa de la habitación y Guillermo y Adso tardan en reaccionar por falta de visibilidad. Al final recuperan de nuevo la lámpara, la encienden y tratan de atrapar a Jorge, y éste antes de ser atrapado y mediante una refriega con Guillermo le quita la lámpara y la arroja con fuerza y va a caer al lado de unos libros que empiezan tímidamente a arder.

En principio tratan de apagar este pequeño fuego que se va extendiendo poco a poco, que empieza a propagarse por las estanterías de la biblioteca hasta que el fuego empieza a salir por la ventanas y los monjes y habitantes del exterior empiezan a darse cuenta de que la biblioteca está ardiendo, pero no existen posibilidades de apagarla, primero porque nadie sabe entrar y segundo porque no hay medios ni agua ni personal capacitado para apagar un fuego de esas características.

Pero no fue solo la biblioteca lo que ardió. El golpe de mano del ciego sobre la lámpara de sus adversarios, acabaría con toda la abadía y con muchos de sus habitantes, tanto personas como animales. Aquello fue un caos. Las llamas se propagaron dentro y fueran de la abadía como una terrible plaga, mientras Adso y Guillermo que habían conseguido salir de la biblioteca se disponían a huir.

La abadía ardió durante tres días y tres noches y todo quedo destruido. Fue algo horrible.

Guillermo y Adso emprendieron la huida pero llegó el momento de separarse ya que cada uno tenia diferente destino. A Adso le dio mucha pena separarse de Guillermo al que admiraba profundamente a pesar de sus errores. Este le dio ánimos de cara al futuro diciéndole que era un joven con gran porvenir y en ese momento le regaló una de las lentes que tenía para que tuviera un recuerdo suyo. Con un gran abrazo se despidieron para siempre.

Aún Adso , años después, volvió a la abadía a contemplar sus ruinas. Encontró ruinas , desolación y miseria, si bien como conocía todos los entresijos del convento, se internó entre sus ruinas y aún encontró en algunos rincones restos de folios y de libros que con gran cariño trató de recomponer. Entre estos recuerdos y otros muchos paso los últimos años de su vida.




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Enviado por:Noelia Hernández
Idioma: castellano
País: España

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