Literatura
El muro; Klaus Kordon
Capitulo 1:
La ciudad, el río, el chico.
En la desembocadura Pepo, el extraterrestre.
Una idea.
Había una vez una gran ciudad donde vivían dos chicos, un varón y una nena. El chico se llamaba Matías y sus amigos lo llamaban Matu. La chica se llamaba Angelika y para todos era Angie.
La ciudad constaba de dos partes. Una quedaba al este; la otra, al oeste. Matu vivía en la parte este de la ciudad; Angie, en la parte oeste. Pero entre este y oeste había una frontera muy recta y hostil. La ciudad se llamaba Berlín.
A través de la ciudad dividida corría un río. Hacia el sudeste, entraba en la ciudad y hacia el noroeste volvía a salir. El río se llamaba Spree y en sus orillas había mucho verde, pero también muchas fábricas y casas. Y el tramo del río que atravesaba la ciudad también estaba dividido.
Matu vivía no muy lejos de Spree, entonces siempre se sentaba en la barranca, apoyaba los codos sobre las rodillas, la cabeza sobre las manos y miraba el agua y siempre soñaba con el río, sabía que el Spree desembocaba en el Havel y este a través de varios ríos y canales desembocaba en el Elba. Y el Elba desembocaba en el océano Atlántico Norte.
De repente algo lo despertó del sueño haciéndole cosquillas, era Pepo Klemm, su compañero de banco en la escuela y su mejor amigo.
Obviamente, Pepo no se llamaba Pepo de verdad, sino Damián, aunque nadie sabia bien el porque del sobrenombre. Pepo no era muy bueno que digamos para la escuela, la profesora había organizado para él clases de apoyo, y Matu siempre se quedaba a ayudarlo pero ese día no tenia ganas de pensar en la escuela. Matu tomó una rama y la arrojó al agua, le pregunto a Pepo donde podría llegar esa rama, él se quedo un momento pensando y luego re respondió que la rama no podía llegar a ningún lado porque se pudriría, Matu se quedó mirando a Pepo un largo rato y luego le propuso que tenia que ser otra cosa más sólida y no una rama, en ese momento Pepo dijo de una botella, a Matu le había gustado la idea, pero no se animaba a decírselo, pero igualmente él percibía que había dicho algo genial, Matu se quedo mirando el Spree y pensó que su mensaje tal vez podía llegar a América, Pepo entonces recibió los elogios merecidos, y le preguntó si el quería enviar uno pero Matu no negó, se dio media vuelta y se marcho.
Capítulo 2:
Angie de Leo
Una pequeña charla
El mundo de las damas
Una casita con jardín.
El mismo día en que Matu y Pepo miraban el Spree, también Angie estaba mirando el río. Solo que unos kilómetros río abajo, en la desembocadura del Hansa. Allí, entre las muchísimas casas había un pequeño puente sobre el Spree: la pasarela de la calle Wullenweber. Justo al lado había un sauce en el cual se encontraba Angie descansando magníficamente sola, ella estaba triste ya que hacia una semana que vivía en ese barrio, antes vivían en el Leopold-Platz, también en Berlín Occidental. Ella había crecido en aquel barrio, y conocía chicos, negocios, a sus vecinos y cada esquina le era familiar, allí todo le parecía extraño, los chicos le parecían idiotas, especialmente los de la escuela que la llamaban “bagre” desde el primer día de clases, porque era un poco mas chiquita, más flaca y más pálida que ellos.
Angie en el antiguo barrio jugaba al fútbol en el equipo femenino del Club de Fútbol de Leo.
Un grito de la madre que la llamaba apurada, porque se tenia que ir a trabajar, y mientras se dirigía a la casa pensaba que si sus padres no se habrían mudado tan lejos no andarían tan apurados, en el camino se le adelanto un chico en bicicleta, ella lo había visto un par de veces y sabía que sus padres eran turcos y que tenían una pequeña sastrería en la esquina de la calle Solinger.
Al pasarla el chico le tiro una risita sobradora, ella giró su rostro, pero se había puesto colorada, le pasaba cada vez que un chico la miraba así.
El chico frenó, se bajó de la bici y la miró de frente, se apartó el pelo de la cara. Tenía cabello azabache, anchas cejas negras y tez muy morena. El había encontrado su brazalete rojo y se lo devolvió, Angie se pudo aún más colorada que antes, lo tomó, le agradeció y continuo su camino, el chico se subió a la bici y se echó a andar junto a ella.
El se presento y le dijo que se llamaba Cabbar, pero que le decían Boby.
Angie se detuvo ya que estaba frente a su casa, Boby se bajo de la bicicleta y le sugirió seguir la charla, esta ves había sido él el que se puso colorado, y no afloro ninguna risita, Angie le contesto que si y propuso que se vean al día siguiente a las tres, ya que la tienda donde trabajaba su madre abría y no le estaría encima.
Ella ingreso a la casa, si la madre salió apresuraba al trabajo ella trabajaba en “ El mundo de las damas” una tienda de ropa de lo más elegante, no le agradaba trabajar ahí, pero no había podido encontrar tan rápido otro empleo.
En cambio en padre era jefe de personal en Seguros y Beneficios y a veces tenia que llevar al aeropuerto a amigos de la compañía.
Angie se puso a pensar en Boby, y se puso de muy buen humor, de repente sonó el teléfono, era el padre avisando que a la noche no iba a llegar para cenar, colgó y se quedo muy triste y amargada porque nadie la comprendía, la madre siempre debía irse a “EL mundo de las damas” y el padre que llamaba continuamente: no aguantaba más.
Capítulo 3:
Matías Loerke, RDA
El chico bajo las palmeras
Rejas en el agua
Una prueba.
Al día siguiente amaneció soleado, mientras Angie se levantó enseguida para poder ver a su papá por la mañana, aunque fuera por un ratito, Matu se quedó en la cama para poder seguir pensando un poco en su idea. Aunque la idea era más bien de Pepo no lo había dejado dormir en toda la noche.
Primero se había quedado una hora leyendo “Los hijos del capitán Grant”, un libro en el que también había un mensaje en una botella, y luego se había quedado todavía un rato más largo pensando en el libro.
El mensaje en una botella del que hablaba el libro procedía del desaparecido capitán Grant. El lord, que encontraba su botella con el mensaje, partiría en busca del capitán y llevaba a los hijos de este con él. En su búsqueda recorrían el mundo entero, vivían aventuras increíbles, pero al final encontraban al capitán.
Matu no estaba muy satisfecho ya que la botella había sido encontrada en la panza de un tiburón, y él quería saber hasta dónde habría llegado una botella arrojada al mar.
Pero al fin era igual, si su botella no llegaba hasta América, llegaría tal vez al África o a Australia. Eso también era lejos. Echaría al río una botella con un mensaje, eso estaba decidido. No se lo diría a nadie, porque no quería que los demás lo tomaran por loco.
Matu se levantó , se sentó en el escritorio y sacó una hoja de papel. En el libro el capitán había redactado su mensaje en tres idiomas, pues no podía saber a donde llegaría su carta, así que Matu también hizo lo mismo: alemán, inglés y ruso. Francés y Español lamentablemente no sabía.
Primero en alemán. Mi nombre es Matías Loerker, vivó en la Nueva AvenidaKrung 72, República Democrática Alemana, 1193 Berlín. Tengo casi doce años y voy a sexto grado. Quien encuentre este mensaje, escríbame. Responderé seguro.
Mis amigos me llaman Matu. Muchos saludos Matías Loerke, RDA.
Así luego en inglés: my name is ....., luego en ruso. Moja imja Matías Loerke, ja schiwu...., escribió en alfabeto cirílico debajo del texto inglés, guardó el papel con el mensaje para su botella en la cartera.
La botella también era un tema, ya que no sabía que clase de botella tenía que utilizar, pensó en una botella vacía de su padre, pero luego se dio cuenta que el corcho podía llegar a pudrirse.
El abuelo Haase aún tenía guardadas en el sótano un par de viejas botellas con una traba a presión. La trababa un metal y el tapón de porcelana: no podían abrirse en el agua. Si el abuelo le regalaba una, el problema estaría resuelto, y eso lo podría lograr tranquilamente ya que Pepo y él le traían continuamente cosas del sótano.
De repente el grito de su madre par que valla al colegio, siempre iba con Pepo que todas las mañanas lo esperaba en la esquina, Matu caminaba muy rápido ya que quería tener el texto listo antes de que comenzara la hora, cosa de poder salir corriendo directamente hacia lo del abuelo Haase, y el pobre Pepo lo venia corriendo con la lengua fuera y a los gritos, ya que no entendía nada.
Antes de que comenzara la hora ya tenia su texto listo, ahora sólo tenia que esperar que la case terminara.
Por fin sonó el timbre anunciando que la quinta hora había terminado, Matu salió tan rápido del aula que Pepo ni siquiera alcanzó a verlo.
El abuelo Haase vivía en la Avenida del Dique, en el cuarto piso, pero hasta el sótano había cinco escaleras, y con setenta y cuatro años y ciática en la columna y reuma en las articulaciones bajar le resultaba una gran aventura.
Era gracias a la escuela que Matu y Pepo estaban a su cargo, ellos se alegraban de que les hubieran asignado al abuelo Haase y no unos de esos viejos cascarrabias.
Matu subió corriendo hasta el cuarto piso, saludo al abuelo y le pregunto si no necesitaba nada del sótano, el abuelo le dijo que le podía subir algunas papas ya que le quedaban pocas, Matu tomó las llaves del sótano y el canasto de papas, volvió enseguida con en canasto lleno y en la mano una de las viejas botellas, el abuelo le preguntó para que la quería y le dijo que no sabía que por ahí la podía llegar a necesitar, el abuelo insistió con la pregunta y Matu dio vueltas pero al final le contó cual era su plan, el abuelo le dijo que la idea no era mala, pero que lamentablemente no iba a funcionar ya que su botella tenia que atravesar Berlín Occidental y no iba a poder hacerlo ya que según el abuelo había rejas debajo del agua, Matu un tanto decepcionado le pregunto si igual podía conservar la botella, el abuelo sonriente le respondió que si, pero con la condición de que cuando llegara a algún destino le avisara si es que todavía estaba con vida. Luego se fue rápido a su casa y sacó la botella y la comenzó a limpiar, luego tomó el secador de pelo y la seco por dentro para que la carta no se humedeciera, después se sentó y leyó una vez más el texto, luego simplemente enrolló las hojas juntas, y las introdujo en la botella, luego pensó que sería conveniente meter las hojas en una bolsa de plástico, así que abrió la botella, retiró las hojas y las colocó en la bolsa, luego cerro la botella, solamente quedaba ir al Spree y arrojarla.
Capítulo 4:
Cabbar y Boby
El regreso de los muertos vivos
Una acción salvadora
Wimbledon-Pimbledon.
Pasaron los días y Matu había arrojado hace tiempo su botella al Spree. Y Angie por su parte se sentaba en la orilla del río, la mayoría de las veces con Boby .
Angie entre tanto se había convencido de que Boby solo querría charlar, necesitaba alguien que lo escuchara. Angie lo sabía bien: que Boby conversara con ella no era ningún honor, con ella el caradura se animaba a hacer cosas que con otras chicas no. Pero ella no se lo tomaba mal ya que ella hubiese hecho lo mismo en su lugar, mientras tanto Angie había empezado a gustarle a Boby, ella se había dado cuenta ya que él no lo podía disimular.
Curiosamente Boby y Angie discutían sobre cuál era la ciudad mas linda: Hamburgo o Berlín, Munich o Berlín, Sututtgart o Berlín, Colonia o Berlín. Angie siempre era muy crítica todas la ciudades le parecían fantásticas, salvo Berlín.
Era un día muy caluroso y Boby y Angie se encontraban a oírlas del río, Boby le estaba contando acerca de una película de zombis que había visto en el cine, cuando de repente Angie vio en el agua una antigua botella con algo claro en su interior, entonces los dos se pusieron de pie, Angie le dijo que había una hoja dentro de la botella, para que busque algo con que tomarla, Boby busco una rama pero no llegaba, entonces se inclinó hacia delante y cayó al río, quiso volver a la orilla pero Angie no lo dejó, ya que estaba en el agua podía agarrar la botella, Boby dio unas brazadas y logró tomar la botella, entonces Angie le festejo y lo felicito, solo deseaba mostrarle lo agradecida que estaba con él, Boby estaba nuevamente parado a su lado y chorreaba barro por el pelo, su jean y su camiseta estaban hechos sopa.
Angie destapó y espió por el cuello de la botella, efectivamente adentro había una bolsa, la sacó y la leyó en voz alta: “ mi nombre es Matías Loerke. Vivo en la Nueva Avenida Kurg 72, República Democrática Alemana, 1193 Berlín. Tengo casi doce años y voy a sexto grado. Quien encuentre este mensaje, escríbame. Responderé seguro. Mis amigos me llaman Matu. Muchos saludos. Matías Loerke, RDA...”
Angie imagino que Matu solo quería buscar un amigo, entonces se fue a la casa, desplegó un mapa de Berlín Occidental y busco la calle de la Matu. Trataba de imaginarse como vivía ese tal Matu pero no podía, ya que sabía muy poco de él, entonces buscó el álbum de fotos, ya que ella le iba a enviar
una foto.
Capítulo 5:
Visitantes
Cosas que sólo hacen enojar
Cacería
Una prueba.
Otra vez pasó una semana y Matu seguía mirando el río soñando con la botella.
Estaba compungido y decidió volver a casa, no pudo dormir bien toda la noche, soñaba con la botella y se despabilaba a cada rato.
Al día siguiente Pepo se sentó tranquilamente junto a Matu, le guiñó un ojo y se puso a contemplar el río, Matu se quedó enojado porque Pepo había ido una vez más a perturbar su soledad. De repente notó que estaba extrañamente silencioso, casi triste y le preguntó si estaba enojado, Pepo volvió la cabeza, miró el horizonte, pero sus ojos estaban llenos de lagrimas, Matu no se animó a preguntarle otra vez. Pero si Pepo estaba así era porque nuevamente había un “visitante” en su casa.
Su padre se había separado de su madre el año anterior, porque siempre estaba borracho y la golpeaba.
Para consolarlo Matu le contó que había arrojado una botella al Spree, y lo invitó a almorzar, Pepo sabía que Matu estaba muy simpático con él y eso lo incomodaba, pero igual acepto. En el camino hicieron planes, luego de comer se encerrarían en el cuarto de Matu y examinarían el atlas escolar para ver que rumbo podría haber tomado su botella.
Pero cuando llegaron la madre depositó sobre la mesa de la cocina una carta que había sido abierta, le preguntó a Matu quien era Angie, él no sabía nada y la miro con cara de asombro, luego sacó del sobre una foto de la chica en la cual estaba vestida toda de rojo, Matu tomó la foto y meneo la cabeza y le dijo que no la conocía que no la había visto nunca en su vida, la madre le dijo que la carta procedía de Berlín Occidental, Matu seguía sin entender, no entendía como una chica de Berlín Occidental le escribiera, era imposible a menos que su botella halla llegado a sus manos.
La madre miró a Matu, y rompió la carta. Matu sacudió la cabeza, su madre no tenía derecho. La carta que había roto era suya y de la chica que se la había enviado. Matu y Pepo corrieron hacia la puerta.
Luego fue el padre y les contó que su mamá había actuado así porque estaba por conseguir un ascenso en el trabajo y era mejo que no tenga contacto con el Oeste.
A Matu eso le parecía ridículo ya que el creía en la amistad entre los pueblos.
El padre le dio a Matu todos los pedacitos de la carta, pero con la condición de que la madre no debería enterarse, muy contentos Matu y Pepo fueron a armar la carta, les llevó tiempo, porque Matu no la había leído. Pero finalmente la carta estuvo casi completa: Hola Matu, me llamo Angelika Schmidt y vivo en.......(no estaba la dirección). Mi amigo Boby y yo pescamos tu botella, ¿ el Spree entre ustedes es tan sucio?..... mando una foto para que sepas como soy. ¿Me enviarías también una tuya? Estuve examinando dónde vivís en el plano de la ciudad. Nunca estuve allí. Pero seguramente vos tampoco estuviste nunca por mi casa. Además voy a sexto grado. Tengo exactamente doce años recién cumplidos. Escribime pronto. Muchos saludos, Angie ( así me llaman mis amigos. Peor Boby no es de la clase de amigo en que estás pensando, es sólo un compañero estupendo. Aparte es turco y su verdadero nombre es Cabbar).
Matu leyó la carta dos o tres veces y luego la guardó cuidadosamente. Pepo le preguntó si le iba a responder y le dijo que no podía porque no tenía la dirección, Pepo le dio el papelito que Matu había dejado insignificantemente porque no pertenecía a la carta A.S, decía, Calle Wullenweber 43, 100 B....
Matu saltó y se fue corriendo para lo del abuelo Haase, y en camino Matu le contó a Pepo que el abuelo quería que le muestre la carta.
Capítulo 6:
Supermatu
3 a 1 para Moni
Política
En el atolladero.
Ahora era Angie a quien le tocaba esperar. Y aunque no anduviese todo el día soñando nostálgica con su carta como Matu con su botellas, lo cierto es que sentía curiosidad por saber qué sucedería.
Angie intentaba imaginarse a Matu una y otra vez: su cara, su ropa, sus ojos. Poco antes de que Angie se quedara dormida la programación de su cerebro se fue poniendo cada vez más loca, Primero inventó un supermatu ( un Matu con look de Superman), después le inventó unos pantalones a cuadrados rojos, amarillos y negros y le pintó el compás rodeado de la corona de espigas ( escudo de la RDA, que conocía por la cantidad de premios que el país había
Obtenido en las últimas Olimpiadas) en la remera roja.
Al día siguiente Angie se encontró con Boby y él le preguntó si ya había recibido alguna respuesta. Cuando ella meneaba la cabeza él se alegraba.
Una vez en su casa Angie recordó que su amiga Moni tenia a la abuela en Berlín Oriental y que se escribían seguido, ella debía saber cuanto tardaba. Súbitamente decidida, Angie volvió a incorporarse de su salto, corrió hacia el teléfono y marcó el número de Moni, ella atendió enseguida y se alegro por el llamado, estaba eufórica porque le habían ganado a las de Humboldt-hain 3 a 1. Angie no quería seguir escuchando sus festejos así que cambió rápidamente de tema y le preguntó cuanto solía tardar la respuesta ella le dijo que alrededor de tres semanas, Angie se despidió de Moni, muy contenta.
Alguien tocó el timbre, era el cartero que traía una carta expreso para ella, muy contenta dio vuelta el sobre y muy desconcertada leyó: Fritz Haase, se apuró a abrirla y comenzó a leerla: Querida Angie, me alegré mucho al recibir tu carta. En realidad no pensé que alguien iba a encontrar mi mensaje tan rápido, pero no importa. Cuando me escribas otra vez, será mejor que envíes la cata a lo de Fritz Haase, calle Dammweg 18. Es el abuelo Haase, yo le mostré tu carta. A mi mamá le da cierto resquemar el que seas del Oeste. Pero yo creo en la amistad entre los pueblos. ¿ y vos? El abuelo Haase tiene un plano viejo de la ciudad en el que aparece tu calle. Así que ya sé dónde vivís. ¿ Es lindo vivir allá?, aquí si lo es. En el mapa del abuelo Haase vi por primera vez que el Berlín de ustedes es casi tan grande como el nuestro. Y el abuelo me dijo que entre los dos sumamos la mayor cantidad de puentes, tenemos mucho más que Venecia, y eso que allá hay muchos.
Cuando el abuelo Haase era chico y también después, cuando ya era un adulto y tenía sus propios hijos, no había ninguna frontera entre ustedes y nosotros. En esa época, todo Berlín era una ciudad, y solía pasar por tu casa cuando viajaba en tranvía. Quiero decir, por la calle en la que vivís. A propósito, mi papá es inspector de trenes. Y mi mamá....No, será mejor que no te cuente. Seguro que no le va a gustar. ¿Y tus padres de que trabajan?¿te permiten contármelo? No tenés que hacerlo si no querés o no te lo permiten.
Me parece genial que tengas un amigo. Yo también tengo uno. Se llama Damián, pero le decimos Pepo. Por qué no sé.
Dicen que del lado de ustedes hay muchos turcos. Pero yo no tengo nada en contra de ellos. Creo que todos somos iguales. La señorita Merz, nuestra maestra de grado, opina lo mismo.
Espero que me respondas muy pronto. Y hacelo a la dirección del abuelo Haase. ¿si? Pepo también te manda saludos. Tuyo, Matías.
PS: el abuelo Haase dijo que las cartas que les enviamos nosotros a ustedes suelen llegar con mucha demora. Por eso te envío una carta expreso. El franqueo lo paga el abuelo Haase. LA próxima te envío una foto mía. Tengo que sacarme una nueva. En las últimas que tengo todavía parezco muy chico. Tu foto me gustó mucho. Es muy colorida.
Otro PS: los doce los cumplo dentro de dos meses.
Angie soltó la carta, la tomó nuevamente y la leyó una y otra vez. De pronto llegó el padre y le dice que le de la carta, Angie no entendía nada, como podía ser que el padre supiera, él rápidamente le dijo que la vecina le había dicho que había ido el cartero, ella le dijo que la carta era para ella, y le contó toda la historia de Matu, el padre le dijo que no era conveniente escribirle ya que le podían traer un problema a la mamá de Matu.
Capítulo 7:
Viaje al pasado
En Pipo/ en Popo/ en Potsdamer Platz
Más lejano que el océano
Donde el “trasero” se parte en dos.
A Matu le pasaba lo mismo que a Angie. Nunca antes había prestado atención a la correspondencia. Nunca le había interesado demasiado si las cartas demoraban o no. Tampoco había enviado muchas cartas, a lo sumo alguna que otra postal cuando estaba de vacaciones. Y ahora había enviado una carta expreso. Y, como si fuera poco, a Berlín Occidental, ese Berlín que conocía únicamente a través de la televisión.
Ahora Matu y Pepo estaban casi todos las tardes en lo del abuelo Haase, que ya no sabía qué mandado encargarles. Pero a ellos no les importaba. Simplemente pasaban por su casa y le preguntaban si no necesitaba leña (¡ en pleno verano!), papas o alguna otra cosa del supermercado.
Un día estaban tan impacientes que decidieron ir a la Torre de Televisión, ya que desde ahí podían ver Berlín Occidental. Cuando llegaron a la sima, estaban muy excitados, y comenzaron a buscar la frontera y el barrio de Angie, a este lo encontraron gracias al puente Wullenwebr.
Una vez abajo, fueron a lo el abuelo Haase, el abuela los atendió agitando su mano con una mano en ella. Los dos estaba muy felices ya que ese día había sido muy importante, habían visto donde vivía Angie y como si eso fuera poco habían recibido una carta expreso de ella. Por supuesto que se pusieron a leer la carta inmediatamente, era una carta muy linda, pero esta vez sonaba con cierto temor, y además Angie le ponía a Matu que la próxima carta la envíe a lo de su amigo, porque sus padres tenían miedo de que la carta les trajera algún inconveniente a su madre.
Matu y Pepo decidieron que al día siguiente le escribirían. Pero seguían estando encimados. La carta de Angie dejaba entrever que los separaba algo más que una simple pared.
Capítulo 8:
Desinvitación
Una bombacha no es un bikini
¿Casamiento?
¿Por qué no venís?
Pasaron los días y llegaron las vacaciones de verano.
Angie y Boby habían acordado que todos los días se asomarían a la ventana bien temprano para decidir que harían. Un día de mal tiempo Angie comenzó a leer la carta que le había enviado a Matu.
Querido Matu, gracias por la extensa carta. Me gustó mucho. Pero también me dio un poco de temor. Si tu mamá no quieres que nos escribamos, tal vez sea mejor que dejemos todo como esta ¿no? A ver si todavía les pasa algo.
Me parece muy bien que no tengas nada en contra de los extranjeros. En nuestro curso hay un par de locos que hasta andan por ahí gritando “que se vallan los extranjeros” y cosas por el estilo. ¿En tu escuela también pasan esas cosas?¿son buenos tus profesores? Nosotros tenemos un par buenos, pero la mayoría de ellos no me caen demasiado bien.
Las materias que más me gustan son Física y Matemática. En Inglés no ando muy bien. Pero la profesora que tenemos es particularmente anticuada. Se viste como la Reina de Inglaterra. Por suerte ahora ya llegan las vacaciones, no sabes cuánto me alegra.¿ A vos también?
Mi mamá trabaja de vendedora en una tienda de ropa. Pero preferiría mil veces volver a trabajar en un negocio de jeans. Mi papá trabaja en una compañía de seguros. Siempre tiene que hacer oras extras.
Mis padres no tienen nada en contra de que te escriba. Es sólo por tu madre que no quieren que lo haga. Para no traerle inconvenientes.
Querido Matu , me alegraría mucho volver a tener noticias tuyas. Pero si preferís no volver a escribirme, no lo voy a tomar a mal.
Había dejado de llover y Boby se dirigió hacia lo de Angie con un sobre, ella lo aceptó y comenzó a abrirlo, Angie estaba nerviosa, el sobre era voluminoso. Cuando estaba por extraer la carta, salió algo más, la foto de Matu, pero cayó al río, Angie se arrojo al este, pero cuando la pudo tomar no se lograba ver nada y la dejó caer. Cuando salió del agua Boby la estaba esperando con un zapato de ella en cada mano, ella los tomó, saco la carta y la comenzó a leer:
Querida Angie, muchas gracias por tu carta. Pepo y yo la esperamos muy ansiosos, y nos alegramos muchísimo cuando por fin llegó.
No tengas miedo, podes seguir escribiéndonos tranquila. Aquí no es tan terrible. Ahora veo mucha más televisión de allá, así puedo conocer más cosas de ustedes. Suelo ver el noticiero de la tarde, porque ahí dan mucha información sobre Berlín. Algunas veces también hablan de nosotros. Pero no me gusta nada lo que dicen, ya que por lo general son cosas que no son ciertas.
Pepo y yo estuvimos hace poco en la Torre de Televisión para poder ver el lado de ustedes. Y pudimos verlo, incluso divisamos la calle Wullenweber.
Cambiando de tema, el abuelo Haase tuvo una idea genial, pues las cartas tardan tanto en ir y volver, y además a larga resultan muy caras. ¿Ustedes tienen teléfono? Si es así, mejor llámame. Desde allá es mucho más barato, muchísimo más que enviar una carta. La llamada le cobran como local, solo cuesta veinte centavos, no importa cuanto tiempo hablemos. La hermana del abuelo Haase vive del lado de ustedes y siempre hace así. En cambio, para nosotros es mucho más caro porque aquí la llamada se computa como de larga distancia. Si me llamas hacelo preferentemente en la semana del 20 al 16 de julio. Esa semana mi mamá tiene turno por la tarde y mi papá tampoco llega nunca antes de las cuatro. Entre las dos y las tres y media no hay nadie en casa salvo yo. El prefijo para llamar desde allá es el 0372, después tenes que marcar nuestro número......
Como no sé cuándo podrás llamar, voy q quedarme en casa casi todos los días. ¡Pero solo esa semana! Y si no podes llamarme, escribime.
Te mando una foto mía. Me la sacó Pepo. Lamentablemente tuvo que ser blanco y negro. Aquí las fotos en color son bastantes caras.
En nuestra escuela también tenemos algunos profesores que son poco vivos, pero también hay un par que son geniales.
No entiendo a esos locos de tu curso, Para mí, todos los seres humanos son iguales, da lo mismo que sean turcos, rusos, americanos, chinos, árabes, ingleses, franceses, berlineses del Este, berlineses del Oeste, sajones u otros alemanes.
¿Allá también hay tanta caca de perro? Acá es tremendo, pero el abuelo Haase dice que allá es peor. Como él es jubilado, a veces lo dejan cruzar hacia el lado de ustedes. Bueno, tengo que despedirme. Un saludo grande de parte de Pepo y del abuelo Haase ( para vos y para Boby). Tuyo Matu.
PS: nosotros también estamos de vacaciones, pero mis padres no van a ninguna parte porque ya estuvimos para Pascuas en Polonia. ¿Estuviste aquí alguna vez? Si no, ¿ por qué no venís? El lago Müggelsee es hermoso.
Cuando Angie termino de leer la carta le preguntó a Boby si el con la autorización de sus padres quería ir con ella al Este.
Capítulo 9:
Número equivocado
La verdad triunfa en secreto
Té para todos
Una charla seria.
Era lunes y Matu y Pepo estaban en la casa de Matu esperando la llamada de Angie, cuando de repente sonó el teléfono, los ojos de Pepo brillaron como dos reflectores, mientras que Matu solo se acomodo el pelo y atendió, pero era su compañera de escuela para invitarlo a su cumpleaños que lo haría el domingo, luego volvió a sonar, Matu atendió muy nervioso, pero esta vez esta su madre par avisarle que se había olvidado la vianda, que la comiera, porque cuando ella llagara ya no se podría comer, al instante de colgar con la madre volvió a sonar, pero con la diferencia que esta vez si era Angie. Los dos estaban muy nerviosos, ella le dijo que la idea de que hablar por teléfono había sido muy buena, y también le comento que trataría de convencer de ir al lago Müggelsee, también le dijo que ella creía que alguien pudiera estar escuchando la conversación ya que podrían leer las cartas que ellos se enviaban, acordaron que ella lo llamaría a más tardar el viernes y luego colgaron. Pero Matu se quedó pensando si seria cierto, y no sabía como averiguarlo, porque primero le iba a preguntar al abuelo Haase, pero como se había equivocado con lo de las rejas en el agua, también podía equivocarse en esto. Entonces decidió tener una conversación muy seria con él, lo esperó con una taza de té y le preguntó si él se acordaba de Berlín ates de la guerra, él le dijo que todavía no había nacido, y lo que se acordaba era muy poco, Matu decepcionado le preguntó si había que pedir permiso para cruzar, el padre miro la ventana y le dijo que lamentablemente si había que pedir autorización, y esta la daban cada vez más a menudo. El padre le pregunto a que se debía tanto cuestionamiento y Matu con tristeza por no poder decirle la verdad al padre le dijo que en un programa de televisión occidental habían pasado un programa sobre el Muro y decían que controlaban la correspondencia y las llamadas telefónicas, Matu se sintió avergonzado por haberle mentido al padre, pero ya que había sacado el tema, siguió preguntando, le preguntó quienes eran y porque lo hacían, si eran los del correo, pero el padre le dijo que los políticos tenían sus propios especialistas.
Y luego le recordó que no debía decirle nada a su madre de lo que habían hablado ya que ella se lo iba a tomar mal.
Capítulo 10:
Un lugar en el cementerio
La gran nada gris
Cultura alemana
Palabras dulces.
Esa misma noche Angie estaba dispuesta a tener una charla seria con sus padres en la cena, pero no lo pudo hacer ya que sus padres empezaron a discutir, porque el padre tomaba muchas pastillas, fumaba y vivía solamente para el trabajo y eso le molestaba mucho a la madre, ya que no hacia deportes, Angie aprovecho y le dijo que la profesora de Educación Física le había dicho que la natación era el deporte más sano, él padre para dejar contenta a la madre le dijo que el domingo iban a ir a nadar al Wannsee, Angie aprovecho y le dijo que Moni le había contado que del otro lado del muro había un hermoso lago llamado Müggelsee, y que ella lo quería conocer, al principio el padre no estaba muy conforme pero luego acepto, la madre que había escuchado toda la conversación también, dio el si, y como ambos estaban de acuerdo aprovechó a preguntarles si podía llevar a Boby, los padres le dijeron que no había problema, y ella emocionada salió corriendo hacia lo de Boby para avisarle y buscar la autorización de la madre.
Capítulo 11:
Un día de película
Ocho son multitud
El gran terremoto
Caperucita Roja y el lobo.
Llegó el domingo, Matu se levantó muy temprano, al rato llego Pepo ya listo para partir, cuando Matu estaba buscando la ropa recordó que con Angie no habían puesto un lugar para encontrase, y la llamo, pero atendió la madre y colgó rápidamente, pasado un corto tiempo Angie llamó a Matu ya que ella se había imaginado que había sido Matu el que había llamado, y ella también se había dado cuenta del problema, decidieron encontrarse en la playa “ colitas frescas”. Angie iría con la gorra roja que le había traído su tío de Norteamérica, y unas gafas rojas, y Matu con una remera amarilla con un tigre en el centro. Al salir de la casa Matu y Pepo estaba muy nerviosos, y mientras tanto del otro lado del muro Angie se estaba encontrando con Boby, que también estaba muy nervioso, pero sus nervios de debían a los padres de Angie. Una vez que Angie, Boby y los padres ella tomaron el tren que los llevaría a cruzar la frontera Boby tomó confianza con los padres y les cayó muy bien.
Capítulo 12:
Veteranos
Comienza la función
Dos bocinazos largos
Un malabarista.
Matu y Pepo llegan a la playa “ colitas frescas”, y miran a su alrededor pero no vieron a Angie, el padre estaba muy emocionado y les hizo una carrera en el agua, Matu preocupado dejo la remera colgada en una rama, y se tiró al agua, mientras competían, Pepo los observaba, y también observaba si llegaba Angie, cuando de repente apareció una chica vestida de rojo, era Angie que ya había visto la remera colgada en el árbol, y sabía que uno de los dos chicos que estaba en el agua era Matu, ella estaba furiosa ya que él no había nadando hacia ella cuando la vio, Angie y Boby se metieron en el lago y Matu y Pepo pasaron por al lado y se presentaron y le dijeron que iban a salir e iban a jugar a le pelota, una vez a fuera Matu y Pepo estaban esperando que Angie y Boby salgan del lago, y cuando lo hicieron fueron a jugar a la pelota.
Capítulo 13:
¡Buenos días!
No se va a derretir
Equipos mezclados
Unidos los más grandes.
Angie y Boby también se pusieron a jugar a la pelota e invitaron a lo chicos, aprovecharon que lo padres de Angie se habían ido a bañar, y los de Matu estaban muy concentrados tomando sol.
Se armó un peloteo fenomenal, Angie llevaba 7 goles, Boby 3 y Matu ninguno, comenzaron a jugar cada vez más fuerte, a Matu Angie lo sacaba de quicio, no se imaginaba que ella fuera así, no paso mucho tiempo y Angie llevaba once goles, Boby con cinco y Matu con seis.
De pronto apareció el padres de Matu y les sugirió hacer do equipos y puso a Matu y Angie juntos y a Pepo y Boby juntos, eso a Boby no le gustaba para nada ya que él sabía como miraba Matu a Angie.
En el entretiempo le preguntó a Angie y a Boby e iban seguido y ellos le respondieron que era la primera vez ya que siempre iban al cine, luego el padre interrogo a Boby, y le preguntó a Boby si era turco, el le dijo que si y el padre empezó a sospechar ya que en allí no casi habían turcos .
Cuando termino el partido Angie y Boby fueron con los pares de Angie a tomar algo, y fueron al lago a jugar unas luchas en el agua, del cual Boby era el mejor.
Capítulo 14:
La ensalada de la discordia
Una situación insólita
Angie y la mafia
Paz es mucho más que eso
Los chicos estaban en el agua y la madre de Matu se acercó para que comieran y gritó a los cuatro vientos el nombre de Matu, en ese momento los padres se dieron cuenta que Matu era el chico con que se escribía Angie, ella no se había dado cuenta que los padres la habían escuchado a la mamá de Matu, hasta que le cayó la ficha, cuando salieron del agua los padres le empezaron a dar un sermón y los hicieron juntar las cosas, Matu corrió hacia donde estaban Angie y Boby y les estrechó la mano a ambos diciéndole adiós.
Capítulo 15:
Sábado a la noche
Los unos y los otros
Después de dos semanas
El mismo aire, las mismas estrellas.
Era sábado a la noche y mientras Matu y sus padres cenaban en la radio escucharon una muy buena noticia, los políticos habían decidido que ambas partes firmaran un acuerdo para lograr un mayor entendimiento en la gente.
Al instante sonó el teléfono , era Pepo para invitarlo al Müggelsee.
Luego se fue a dormir y cuando estaba en la cama entro el padre y le dijo que al día siguiente le tendrían que decir a la madre lo del encuentro con Angie y se fue. Matu se quedó en oscuridad y prometió que a partir de ese momento sería sincero, al menos lo intentaría.
Desde ahora en más cuando Angie piense en él, podría verlo tal cual era en realidad. Y él también a ella. En realidad no había sido un día tan malo, había conocido a Angie y a Boby, compartieron un partido de fútbol e hicieron guerras en el agua.
Satisfecho, volvió a acostarse y pensó en todo lo que le diría a Angie cuando ella lo llamara
Autor: Klaus Kondon:
Nació en Berlín en 1943. Fue transportista y empleado de tiendas comerciales, estudió Economía política y viajó como exportador a la India, Asia y África. Hoy vive en la ciudad de Berlín como escritor. Por su obra fue galardonado con el premio Alex-Wedding de la Academia de Artes de Berlín.
Entre sus obras traducidas al español se encuentran: Hermanos como Amigos (Anaya, 1995), Como saliva en la arena ( Alfaguara, 1996)y Viaje a la Isla de los milagros ( Alfaguara, 1998)
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Enviado por: | Mechi |
Idioma: | castellano |
País: | Argentina |