Hace unos 23 años, se publicó en España el libro “El mago sin magia. Cómo cambiar la situación paradójica del psicólogo en la escuela”, escrito por el equipo de Mara Selvini Palazzoli, obra cuyo título, hoy en día define la situación en que se encuentra el psicólogo.
En la escuela, si existen dificultades educativas, están son generadas por los alumnos, una vez que el sistema ha encontrado al “culpable”, solicitaremos que un profesional se encargue de solucionar el problema, con dos posibles finales. Si se consigue un logro, el modelo funciona, si no, la culpa es del profesional. El psicólogo asume el riesgo de que su trabajo no satisfaga a todos, es imposible que los cambios que se produzcan tras la intervención contenten a todos, ya que es un profesional y no un mago que tiene el poder de arreglarlo todo, de esta manera tanto la institución como los docentes empezarán a desconfiar del psicólogo y a este le costará más obtener logros y ser respetado. Hay que definir las funciones que cada profesional debe cumplir cuando se interviene en los procesos educativos ya que en ocasiones no se consigue el objetivo y se fracasa. No se debe caer en proyectos ambiciosos, obtendremos mejores resultados dentro de campos de trabajo bien definidos, pues si nos dejamos deslumbrar por objetivos quiméricos, podemos acabar fracasando. Ser sinceros con uno mismo y con las posibilidades que podemos alcanzar es garantía de éxito.
Es difícil dar consejos, pero el papel del psicólogo conlleva que esto ocurra pues a la vez es colaborador y orientador, hay que saber asesorar a los docentes de manera que estos no sientan que se les está ordenando hacer determinadas cosas, así evitaremos que dichos profesores actúen acorde se les indica, haciendo efectiva la intervención y no cayendo en el fracaso y por ende culpando al psicólogo de ello y desencantando a los docentes ya que estos esperaban un “acto mágico” que solucionara el problema. Hay que intentar crear una relación al mismo nivel con los profesores, ya que junto con su ayuda la intervención será más efectiva.
La figura del psicólogo tiene una connotación negativa para la mayoría de la comunidad educativa, cuando alguien solicita la ayuda del psicólogo se piensa que existe una patología, la intervención no siempre tiene que darse para casos que ya son patológicos, si así fuese estaríamos olvidando el carácter preventivo que también debe darse en la educación. Debido a esto, los alumnos experimentan una sensación de rechazo por la mera mención de tener que ir al psicólogo, pues tienden a relacionar dicha visita como que tienen problemas, asimismo la familia tampoco ve con buenos ojos que su hijo deba acudir al psicólogo, pues creen (erróneamente) que se pueda etiquetar a posteriori como problemático. Los profesores ven al psicólogo como una vía de escape, ya que dejan en sus manos al alumno y ellos se libran del problema, ellos han cumplido consiga o no el profesional el objetivo, si fracasa solo será culpa del psicólogo. Pero claro, aunque se vea con malos ojos al psicólogo por parte de estos grupos, en el fondo todos ellos lo consideran al como encargado de solucionar los problemas de los alumnos con problemas y que para tranquilidad de todos, pasan a ser, competencia del psicólogo.
No se puede observar al individúo como un ente aislado a la hora de realizar la intervención. El sujeto pertenece a un entorno que le influencia y se relaciona con otras personas que ejercen un influjo sobre él. Por ello debemos hacernos una idea de cómo es el entorno que rodea al individuo y cómo las relaciones que dicha persona tiene, influyen en él. El estudio de todas estas relaciones y sus influencias son de gran ayuda a la hora de hacer alguna intervención. Para ello el psicólogo debe relacionarse con otros profesionales de la red social o sanitaria que intervengan con esos alumnos o familias.
El psicólogo debe situarse en una posición en la que deje claro cuáles son sus obligaciones y su espacio de trabajo, no debe crear falsas esperanzas respecto a la intervención a realizar, pues de esta manera no defraudará a quien esperan resultados de él, así será aceptado y junto al resto del equipo educativo conseguirán avances. El psicólogo escolar debe trabajar con el resto de miembros del colegio, sin la colaboración de todos, la tarea es más difícil y posiblemente sólo se consigan fracasos. Pero si desde el principio, se establecen las funciones de cada profesional educativo, evitaremos posibles equívocos en las obligaciones a desempeñar de cada uno.