Literatura
El licenciado Vidriera; Miguel de Cervantes
El licenciado Vidriera
de Miguel de Cervantes
INTRODUCCIÓN:
Cervantes publica en 1613 las Novelas ejemplares, un conjunto de relatos que no se encuentran enmarcados en una historia principal, sino que son independientes. Éstas tuvieron una acogida muy celebrada por otros autores y por el público lector, y sirvieron de ejemplo para la novela cortesana posterior.
La colección está formada por doce novelas, estando la última El coloquio de los perros enmarcada en la décimoprimera El casamiento engañoso. La obra a estudiar El licenciado Vidriera ocupa la quinta posición dentro del orden dado por Cervantes.
Para Casalduero, las obras se pueden integrar en tres grupos diferentes, desde el punto de vista del amor: las que buscan hacerse merecedor del amor para llegar a la unión (La gitanilla, El amante liberal, La española inglesa, La fuerza de la sangre y La ilustre fregona); las que tienen como fin la necesidad del matrimonio (Las dos doncellas y La señora Cornelia); aquéllas en las que el amor y matrimonio son anteriores a la narración o son meros episodios (Rinconete y Cortadillo, El licenciado Vidriera, El celoso extremeño, El casamiento engañoso y Coloquio de los perros).
Casalduero considera que "La manera polar de sentir y concebir el mundo Cervantes es la que impone el orden de sus novelas" (Sentido y forma de las "Novelas ejemplares", pag.25). Esta visión del crítico le hace disponer las narraciones en tres grupos de a cuatro, oponiendo las cuatro primeras a las cuatro últimas, y disponiendo las cuatro centrales en dos parejas, mostrando las correspondencias y polaridades entre 1 y 12, 2 y 11, 3 y 10, 4 y 9, 5 y 6, y 7 y 8.
El licenciado Vidriera se opone a La fuerza de la sangre en virtud del pecado original de la inteligencia en la primera obra, y del pecado original de los sentidos, en la segunda.
Casalduero considera que Rinconete, El licenciado Vidriera, El casamiento engañoso y el Coloquio de los perros son novelas marco, en las que la polaridad aparece entre el marco y el cuerpo de la obra.
TEORÍA DE LA NOVELA EN CERVANTES.
Aparecen en cuatro de las Novelas ejemplares manifestaciones de la teoría literaria seguida por Cervantes desde la publicación de la primera parte del Qujote: La gitanilla, La ilustra fregona, El coloquio de los perros y El licenciado Vidriera.
Un primer rasgo es la preocupación que tiene por la verosimilitud y la verdad en la ficción literaria (llevada al extremo de lo permisible en el Persiles y El coloquio de los perros, donde da entrada a lo extraordinario), y por la unidad formal.
Para Cervantes el poeta nace y se perfecciona con el arte, con la técnica. Tiene que tener ingenio y talento creador. Además naturaleza y arte se tienen que mezclar para conseguir un poeta perfecto. Estas máximas de Ovidio se juntan con otra que repite Cervantes en varias ocasiones: el poeta como profeta o adivino y amado de los dioses, que aparece en la II parte del Quijote (capítulos II y IV) y en el Licenciado Vidriera (Novelas ejemplares II, pags.58-59).
La poesía que está rodeada de todas las ciencias, que la sirven y amparan, y de las cuales se sustenta, hace que los poetas tengan que conocer un poco de todas las artes y las ciencias, sobre todo de la filosofía, porque la poesía abarcaba todas las materias del universo, es la ciencia más universal. Así lo refleja la teoría estética renacentista y así es tomada por Cervantes, quien elogia a la Poesía en Viaje del Parnaso, en el Quijote, y en boca del licenciado toledano.
Vidriera es preguntado por un estudiante en Valladolid sobre la estimación en que tiene a la poesía y a los poetas. Su respuesta está acorde a la teoría estética renacentista: "... admiraba y reverenciaba la ciencia de la poesía porque encerraba en sí todas las demás ciencias: porque de todas se sirve, de todas se adorna, y pule y saca a luz sus maravillosas obras, con que llena el mundo de provecho, de deleite y de maravilla" (Novelas ejemplares II, pag.58).
También el licenciado loco critica duramente a los malos poetas (que a su entender son la gran mayoría) no solo por lo fatuo de su actitud e ignorancia de tan alta ciencia, sino porque ellos mismos critican desde su necedad a los verdaderos poetas, idea que queda resumida en la irónica interrogación "¿Qué diré del ladrar que hacen los cachorros y modernos a los mastinazos antiguos y graves?", que amplifica en líneas posteriores (Novelas ejemplares II, pag.59).
También aprovecha la ocasión para censurar los moldes manidos de los malos poetas, quienes usan y abusan de las mismas metáforas e imágenes para describir a la amada: "(...) las de sus damas, que todas eran riquísimas en extremo, pues tenían los cabellos de oro, frente de plata bruñida, los ojos verdes esmeraldas, los dientes de marfil, los labios de coral y la garganta de cristal transparente, y que lo que lloraban eran líquidas perlas (...)" (Novelas ejemplares II, pág. 60).
También es fundamental para Cervantes que el escritor tenga "experiencia del mundo, tanto como experiencia del arte" (Riley, Teoría de la novela de Cervantes, pág.121). El ingenio y la agudeza vienen dados por la experiencia adquirida no solo a través de los libros, sino también a través de la vida. Para ello el autor recomienda dos cosas: viajar y leer, como así hace Vidriera.
Las ideas sobre teoría y crítica literaria que Cervantes vierte a lo largo de sus obras pertenecen al dominio de la poesía, y esto es así porque la teoría de la novela parte de la teoría poética, para ir despegándose poco a poco de ella y adquirir una nueva forma. Para Riley, "la ruptura definitiva se producirá por el punto más débil de la teoría poética: el de las relaciones entre poesía e historia" (Riley, O.C., p.p.131-132).
El poeta épico tenía, en cierta medida, libertad creadora. El novelista, al prescindir del metro, va a gozar de total libertad y Cervantes, en virtud de este principio y en el de considerarse mal poeta, marcará unas pautas en la prosa de ficción que le convertirán en el primer novelista moderno.
En Cervantes hay una idea referente a la literatura que prevalece sobre las demás, la de deleitar y entretener. La prosa narrativa no era estrictamente doctrinal, sino estaba asociada al concepto de ejemplaridad, que estaba unido al de utilidad de la prosa narrativa que dependía de la verdad poética.
Con el concepto de entretenimiento y ejemplaridad, el autor manchego intentaba poner su prosa narrativa a un nivel que fuera del agrado de todos los públicos, de los entendidos y de la plebe, y que representara un descanso a la vida cotidiana y grave y a las preocupaciones.
Las novelas, por tanto, no solo "producen un efecto beneficioso en el lector, debemos pensar que tienen una utilidad social, como los juegos, o como los jardines y otros lugares agradables ideados para el descanso y recreo" (Riley, O.C., p.145). Así lo expone Cervantes en el prólogo a sus Novelas ejemplares: "Mi intento ha sido poner en la plaza de nuestra república una mesa de trucos, donde cada uno pueda llegar a entretenerse...sin daño del alma ni del cuerpo...Para este efecto se plantan las alamedas, se buscan las fuentes, se allanan las cuestas y se cultivan, con curiosidad, los jardines..." (Cervantes, Novelas ejemplares, 1998, Madrid, Cátedra, p.52.).
Además Cervantes cumple en esta obra el principio de que la literatura imaginativa debe ser moral y lo afirma al decir en el prólogo que "los requiebros amorosos que en algunas hallarás, son tan honestos y tan medidos con la razón y discurso cristiano, que no podrán mover a mal pensamiento al descuidado y cuidadoso que las leyere" (NE II, págs.51-52).
ESTRUCTURA NARRATIVA.
Cervantes nos presenta la historia del bachiller Tomás Rodaja que sirve de relato marco al centro de la novela, que no es sino la historia de su locura. Ésta supone un paréntesis largo en la vida de Tomas Rodaja, y es el meollo del asunto, con un antes y un después.
Se podría decir que el núcleo del relato aparece cuando se ha convertido en un hombre de vidrio, porque en ese estado muestra sus ingeniosidades, su sabiduría y su ironía (dejando entrever al autor tras algunas de las agudas críticas), mientras que el resto de la historia sirve para poner al lector en antecedentes de la agudeza del bachiller, de su espíritu viajero, de su afán por conocer, experiencias que le valen para dar respuesta a muchas de las preguntas que le hacen los numerosos personajes que aparecen en su vida.
Cervantes relata la vida del bachiller desde la edad de once años, omitiendo todo aquello que pertenece al pasado. Su vida de criado y estudiante en Salamanca, su viaje por Italia y Flandes y su regreso a Salamanca son el soporte estructural de la historia principal: la reflexión y crítica a distintos estamentos sociales y actitudes habituales del siglo XVII.
La vida de Tomás Rodaja o la de Tomás Rueda (principio y fin del protagonista) sirven de encuadre a la narración principal, la vida del licenciado Vidriera, un hombre trastornado cuya forma de existir causa risa al resto de personajes, pero iluminado por la razón, el ingenio y la agudeza en sus pensamientos y palabras.
Según Casalduero (op.cit. págs. 37-98) la narración de El licenciado Vidriera se presenta dividida en cuatro partes claramente diferenciadas:
La primera cuenta la vida del muchacho Tomás Rodaja y su largo viaje por el extranjero.
La segunda parte comienza con su vuelta a Salamanca para graduarse, donde se produce el envenenamiento que le transforma en otra persona: en el licenciado Vidriera.
La tercera parte corresponde a la narración de las locuras del licenciado, que transcurren primero en Salamanca y después en Valladolid.
La cuarta parte es el desenlace de la situación contada de forma breve, en la que toma el nombre de Tomás Rueda tras recobrar la salud y, ante la imposibilidad de vivir una vida tranquila, se marcha a Flandes.
En cuanto al punto de vista narrativo, se trata de una historia contada en tercera persona por un narrador extradiegético y omnisciente, que describe situaciones, acciones y esterotipos de los personajes que aparecen en el relato. Este narrador da paso al protagonista, quien dialoga (o más bien responde) con diversos interlocutores en primera persona.
El narrador nos cuenta la historia de Tomás Rodaja desde la edad de once años y su muerte honrosa como soldado en Flandes sin intromisiones ni avisos al personaje principal como hace en La gitanilla. Tan solo se entromete para darnos pinceladas sobre el lugar, las vestimentas, o para dar paso al estilo directo de las preguntas y respuestas que entrecruzan Vidriera y sus interlocutores.
TEMPORALIDAD.
La temporalidad de esta novela está fundada en la experiencia del protagonista, que transcurre entre las letras y las armas.
El protagonista se presenta en la narración a la edad de 11 años. Conoce a unos caballeros estudiantes y con ellos se marcha a Salamanca, haciendóse llamar Tomás Rodaja. Allí es fiel servidor y estudiante durante ocho años, hasta que se despide de ellos en Málaga. Ya con diecinueve años, Tomás Rodaja decide volver a sus estudios y en el camino de vuelta a Salamanca se encuentra con un capitán de Infantería que va a Italia y a Flandes. Decide irse con él para conocer estos países, y durante un tiempo no precisado se dedica a viajar y a visitar distintas ciudades. Vuelve a Salamanca y termina sus estudios de leyes, por lo que el tiempo transcurrido tuvo que ser de varios años.
En Salamanca, es envenenado por una dama, convaleciendo seis meses en la cama de este mal, hecho tras el cual renace trastornado y rebautizado con el nombre de Vidriera. Mientras vive en este estado, se menciona que estuvo encerrado por sus amigos "mucho tiempo" ,y que "dos años o poco más duró en esta enfermedad" (Novelas ejemplares II, pag.73).
Un fraile cura la locura de Vidriera, que vuelve como letrado a la Corte con un nuevo nombre, el licenciado Rueda. Pero aunque está cuerdo, le siguen tomando por loco, por lo que decide marcharse a Flandes, donde termina la historia.
El autor nos presenta al protagonista en un momento determinado de su vida y de forma lineal avanza en la historia sin que se produzca ninguna analepsis. No hay visión retrospectiva de su infancia, ni nos muestra ninguna de las aventuras que corrió como Tomás Rueda, tan solo menciona que dejó "fama en su muerte de prudente y valentísimo soldado" (op.cit., pág.74).
Cuando el protagonista está cuerdo, el tiempo pasa rápidamente; apenas unas pinceladas de cómo era el muchacho Tomás y su periplo viajero por tierras extranjeras. Sin embargo, la narración se demora y recrea en las situaciones vividas como Vidriera y en las respuestas que da a todo aquel que le pregunta. Al autor le interesa destacar la agudeza crítica de este personaje y para ello le dedica muchas páginas a una etapa de su vida que no fue, desde luego, la más larga.
Se dice que su enfermedad duró más o menos dos años, mucho menos que el resto de vida que nos cuenta Cervantes, lo que demuestra que el autor quiso resaltar este episodio de la vida del protagonista, que realmente constituye el centro de la novela.
ESPACIALIDAD
Es una obra de múltiples espacios, dinámica, ya que el protagonista es encontrado a la ribera del Tormes, vive en Salamanca, viaja a Málaga, y a su regreso a Salamanca decide marcharse con el capitán Valdivia a tierras extranjeras.
La primera decisión de "sentar debajo de bandera" la cambia antes de embarcarse en Cartagena y decide recorrer Italia de forma independiente. Desembarca en Génova y de allí va a Florencia, a Roma, a Nápoles, a Sicilia, a Venecia, a Milán, desde donde marcha a Flandes. Allí visitó Amberes, Gantes y Bruselas y decidió regresar a sus estudios en la universidad salmantina, tomando la ruta francesa, aunque menciona que no pudo visitar París por estar "puesta en armas".
Aparece el espacio peninsular en la primera parte de la historia, que se volverá a repetir en la tercera, convertido ya en el orate protagonista del relato central. Su viaje como licenciado Vidriera se reducirá a ir de Salamanca a Valladolid, donde en aquel momento estaba asentada la Corte.
En la segunda parte se nos ofrece una descripción de las ciudades italianas más importantes, de sus monumentos, de sus vinos, de sus mujeres y riqueza. Es quizá el reflejo de lo que Cervantes vió en su estancia italiana, porque nos ofrece un recorrido bastante sentimental y cercano al romanticismo cuando nos describe las ruinas de Roma y su antigua grandeza imperial.
Hay también en este viaje italiano una defensa de la religiosidad y de los lugares santos. Tomás Rodaja se convierte en peregrino y en adalid de la fe, beatificando el Tíber por haber sido tumba de los cuerpos de los mártires. Su estancia en Roma la dedica a andar las estaciones de las siete iglesias, a contemplar la majestad del Papa y la autoridad del Colegio de los Cardenales, en definitiva, es una vivencia purificadora la que experimenta en Roma.
Las ciudades visitadas por Rodaja son todas descritas como bellas, monumentales, ricas, abundantes, sorprendentes, en donde no falta de nada y, además, pobladas por gentes muy diversas. Este detallismo a la hora de relatar los espacios italianos, se reduce prácticamente a dos líneas cuando habla de Flandes y de sus ciudades, de las que destaca Amberes "ciudad no menos para maravillar que las que había visto en Italia" (NE II, pág. 51).
En la tercera parte retorna Rodaja a Salamanca, donde se transforma en el licenciado Vidriera. En esta etapa, los espacios son apenas descritos, y suelen ser las calles de Salamanca o Valladolid. Menciona también el narrador los dos espacios donde duerme el vidrioso personaje: en verano, a cielo abierto, en el campo, y en invierno, entre las pajas del granero de una posada cualquiera.
Valladolid es el escenario de su curación y de su escarnio en la cuarta parte, puesto que el regresa a la Corte a ejercer su profesión, sin conseguirlo. Ante esta situación, decide marcharse a Flandes con su amigo el capitán Valdivia, de donde no volvió.
Estos espacios físicos dan cabida a una lucha interior del personaje entre el mundo de las letras y el mundo de las armas. Tomás Rodaja, bachiller y estudiante de leyes y de letras humanas, se siente tentado por la fama que otorgan las batallas y por la aventura en la primera y segunda parte, momento en el que vencen las letras y regresa a Salamanca. Como licenciado loco se ejercita en la agudeza del ingenio y se olvida, dado su estado vidrioso, de las armas. Sin embargo, cuando recupera la cordura, la única salida que encuentra es marcharse a Flandes, por lo que finalmente vencen las armas.
El ideal renacentista y barroco del hombre de letras y de armas no pervive conjuntamente en Tomás Rodaja ni en Tomás Rueda. Es un personaje que pertenece a una de estas facetas en un momento determinado, y nunca se mezclan.
PERSONAJES
El personaje central y protagonista es muy complejo, puesto que su personalidad se desdobla en un momento determinado para convertirse en otro personaje distinto, quien, sin embargo, conserva muchos rasgos del primer protagonista: el ingenio, la agudeza, la sabiduría, y la razón (aun dentro de su locura).
Tomás Rodaja es el nombre con el que se presenta a los dos caballeros protectores con quienes se va a Salamanca a estudiar. Allí despunta rápidamente como criado y como estudiante, además de por una cualidad muy apreciada: la de ser ingenioso. Esta característica fue la que decidió a los caballeros malagueños a llevárselo consigo a Salamanca, cuando Rodaja les dice que ha oído decir que "de los hombres se hacen los obispos" (op.cit. pág.43).
Se le describe como un muchacho que sirve a sus amos con "toda fidelidad, puntualidad y diligencia" y es conocido en la universidad por "su buen ingenio y notable habilidad" además de tener "tan felice memoria, que era cosa de espanto; e ilustrábala tanto con su buen entendimiento, que no era menos famoso por él que por ella" (op.cit. pág. 44).
Estas cualidades se ponen de manifiesto con todo aquél que se encuentra en su camino. El capitán Valdivia le ofrece entrar en su compañía por su buen entendimiento e ingenio, pero esta oferta es rechazada por Rodaja, mostrándonos otros rasgos de su carácter: la honradez y la independencia. Rechaza la propuesta porque no quiere estar atado a nadie, pero tampoco quiere cobrar como soldado si no cumple con su deber.
Como viajero independiente y autónomo recorre toda Italia, va a Flandes y allí se despide del capitán para regresar a Salamanca. Su amor por los libros y por el estudio es la causa de su perdición, ya que deja de lado todo lo que tiene que ver con el plano amoroso para centrarse únicamente en su carrera. El rechazo a la dama que le pretendía provoca en ella el deseo de venganza, que culmina con el envenenamiento de Tomás.
Convertido en el licenciado Vidriera, sus virtudes se agudizan aún más, sobre todo el entendimiento, puesto que según dice él mismo, "el vidrio, por ser de materia sutil y delicada, obraba por ella el alma con más promptitud y eficacia que no por la del cuerpo, pesada y terrestre" (op.cit. pág.53).
Se vuelve muy cuidadoso con su persona física, a la que viste con ropas holgadas y sin zapatos, ya que teme por su integridad; apenas come ni bebe, y mantiene alejados a los curiosos de su persona con una vara.
Anímicamente, este cambio hace que el personaje se vuelva irónico, crítico con la sociedad de su tiempo, a la que responde con gran ingenio y sentido del humor. La frontera psicológica que hace que el discreto se contenga y no exprese sus opiniones libremente, se rompe en el licenciado Vidriera, a quien la locura le ampara en todas las respuestas que da, porque ya no tiene pelos en la lengua para decir lo que piensa, y no le importa que su interlocutor se sienta herido.
La sinceridad mezclada con la agudeza entra a formar parte del carácter del licenciado, lo que le granjea una fama de hombre divertido que le lleva a la Corte en Valladolid. Allí siguen las respuestas y frases ingeniosas que utiliza Vidriera para pasar revista a una serie de profesiones y de costumbres de la época, muy satirizadas por autores del Siglo de Oro.
Al único que se le da alguna importancia y que además aparece en varias ocasiones durante el relato es al capitán Valdivia, que representa la salida airosa del protagonista hacia una vida de fama y honor.
El resto de personajes que aparecen en la novela representa a interlocutores que dan pie a que el licenciado dé sus opiniones sobre distintos temas, donde se busca una respuesta brillante y divertida.
Estos arquetipos cumplen el papel de incitar al protagonista a que haga crítica social, y éste no desaprovecha las oportunidades que le dan para, con un cierto tono moralizante, además de jocoso e irónico, hablar de la prostitución, el adulterio, la mujer dominante, los azotes de un padre a su hijo, la hipocresía relacionada con la beatería, la caza, los poetas, los pintores, los libreros, los arrieros, los boticarios, los médicos, los jueces, los letrados, los sastres, los zapateros, los genoveses, las mujeres feas, los pasteleros, los titiriteros, los diestros, los que se tiñen el pelo y las barbas, las dueñas, los procuradores y solicitadores, los murmuradores, los gariteros y tahúres.
Sin embargo, defiende a los comediantes, a los autores de compañías teatrales, a los escribanos, a los frailes y religiosos, lo que demuestra, más que el pensamiento del protagonista el pensamiento del autor.
En definitiva, Cervantes nos ofrece la visión de un muchacho humilde que, a través de la inteligencia y del estudio, quiere llegar a conseguir fama y honra, aunque finalmente las logre a través de las armas. Es un camino ascendente y de superación el que recorre Tomás Rodaja hasta llegar a ser Tomás Rueda, a pesar de no triunfar como hombre de letras. Pero eso es algo que no dependía de él, sino de la hipócrita sociedad que le rodeaba.
ESTILO
Como dice Casalduero, "el núcleo de la novela está formado por una serie de respuestas, dichos agudos, máximas e ingeniosidades de Tomás Rodaja cuando ha perdido la razón" (op.cit., pág. 138). Tiene un carácter aforístico, aunque no aparecen cuentos, ni hechos referidos a personajes históricos, aunque sí está presente la anécdota encarnada en una muchacha que se niega a casarse con su maduro novio por haberse teñido.
Para Zimic, la actuación de Vidriera "se sustenta, en gran parte, en la sabiduría tradicional, culta y popular, en forma de apotegmas, proverbios, refranes, sentencias, dichos, anécdotas, chistes." (Las novelas ejemplares en Cervantes, págs. 193-194).
Vidriera como oyente de literatura oral que ha sido en su juventud y lector ávido en su adolescencia, vuelca sus conocimientos en las respuestas ingeniosas en las que caben juegos de palabras (alcagüeta-alcagüete, pág.60; o cuento...Génova, en los que juega entre los sentidos relato y millón, pág.65); dobles sentidos (Filiae Hierusalem, plorate super vos et super filios vestros, pág.55); comparaciones (equipara la lengua de los murmuradores con las plumas del águila, pág.72); alegorías (a las prostitutas las denomina ejército de Satanás alojadas en el mesón del infierno, pág.55);
El estilo utilizado por Cervantes en la narración está descargado de afectación, lo que se ajusta a las preferencias del autor por el uso de la lengua vulgar como vehículo de la obra poética, como sugiere Francisco Abad. La discreción y el buen juicio hace que "escriba con propiedad o adecuadamente" y que huya de la afectación.
CONCLUSIÓN:
Al leer este relato, me he encontrado con la historia de un muchacho que va ascendiendo espiritualmente gracias a su ingenio y a su inteligencia. Un hecho externo a él mismo hace que se vuelva loco y que comience a emitir juicios brillantes y muy acertados sobre la sociedad de su tiempo. Este loco cuerdo recuerda muchas veces a don Quijote, quien da sabios consejos, llenos de razón, de literatura, de experiencias, y que hace preguntarse a sus interlocutores sobre si es realmente un hombre loco.
El licenciado muestra su locura no con las palabras, sino con su forma de vivir, de comer, de vestir, con su materia vidriosa, porque su lenguaje, su cultura y sus razonamientos son los de un hombre instruido, leído, que conoce la verdadera esencia de los hombres y que destapa las apariencias mostrando la realidad, algo muy típico del Barroco.
Sin embargo, me ha sorprendido que el personaje de esta novela haya sido considerado por gran parte de la crítica como un "hombre patético, incapaz de amor y de amistad ... cínico nihilista, henchido de corrosivo rencor y venenoso odio por todo el mundo...", visiones ofrecidas por Zimic de autores como Riley, Rosales (Las "Novelas ejemplares" de Cervantes, pág.163).
Peter Dunn encuentra que su muerte heróica "entraña un rechazo de todo lo antecedente, el reconocimiento de que ha fracasado en el logro de su auto-realización, y en cambiar a la gente y aun en mantenerse a sí mismo con su ciencia...Su muerte como soldado es su único momento de esplendor" ("Las Novelas ejemplares").
García Gallarín se pregunta si un origen rico del personaje hubiese podido salvar a Tomás Rueda, basándose en la respuesta que da Cipión sobre el consejo del pobre, el cual nunca "por bueno que sea, fue admitido, ni el pobre humilde ha de tener presumpción de aconsejar a los grandes y a los que piensan que se lo saben todo." (NE II, pág.358).
Mi visión de El licenciado Vidriera es la de un hombre curioso que tiene interés por la vida, por los estudios, por los libros, por los hombres. Él ve la realidad y no las apariencias, lo que le hace expresar sus ideas sobre la sociedad sin tapujos. Su marcha a Flandes puede ser decepcionante desde el punto de vista racional, o puede ser considerado como una huida ante la ignorancia y la soberbia humanas. Sin embargo, no deja de ser, para la época, una salida honrosa que le traerá la fama, objetivo declarado por el protagonista desde el principio del relato.
Creo que en esta obra, a diferencia de muchas escritas por Cervantes donde aparecen parejas de personajes, el protagonismo único de Tomás responde a una identificación del autor con su loco personaje. Tomás necesita ser visto de forma aislada para así poder resaltar lo que sus pensamientos encierran, que no son sino los del autor, porque Rodaja, Vidriera y Rueda reflejan los pensamientos y sentimientos del Cervantes lector y viajero, del Cervantes crítico y del Cervantes soldado.
BIBLIOGRAFÍA:
Dunn, P. (1973). "Las Novelas ejemplares", capítulo incluido en Suma cervantina, Avalle-Arce y Riley, London, Tamesis Books Limited.
Casalduero, J. (1974). Sentido y forma de las "Novelas ejemplares". Madrid, Gredos.
Cervantes, M. (1989). Novelas ejemplares II. Edición de Harry Sieber. Madrid, Cátedra.
García Gallarín, C. (1983). "Lo real y lo simbólico en El licenciado Vidriera. Algunas consideraciones sobre su ejemplaridad", ponencia incluida en Lenguaje, ideología y organización textual en las "Novelas ejemplares", de De Bustos Tovar, Madrid, Universidad Complutense de Madrid.
Riley, E. (1989). Teoría de la novela en Cervantes. Madrid, Taurus.
Zimic, S. (1996). Las "Novelas ejemplares" en Cervantes, Madrid, Siglo Veintiuno de España Editores, S.A.
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