Psicología


El hombre en busca de sentido; Viktor Frankl


ÍNDICE

· Conceptos básicos de la logoterapia……………………………………….. pág. 1

· Un psicólogo en un campo de concentración:

· Primera fase: internamiento en el campo…………………………… pág. 6

· Segunda fase: la vida en el campo…………….………………….... pág. 7

· Tercera fase: después de la liberación………….…………..……… pág. 16

CONCEPTOS BÁSICOS DE LOGOTERAPIA

La logoterapia es la psicoterapia centrada en el sentido de la existencia humana y en la búsqueda de ese sentido por parte del hombre. La función de la logoterapia es ayudar al paciente a encontrar el sentido de su vida.

La voluntad del sentido

El hombre busca el sentido de su vida constantemente. Pero para mucha gente la “voluntad del sentido” es cuestión de “hecho”.

El sentido no nace de la propia existencia, sino que se presenta frente a ella. La búsqueda resulta una motivación para el hombre.

La frustración existencial

La frustración existencial se da cuando el hombre es capaz de malograr su voluntad de sentido. El término “existencial” se puede referir a la existencia misma, al sentido de la existencia y a la voluntad del sentido.

Esta frustración también puede cursar como neurosis noógena.

Neurosis noógena

Las neurosis noógenas surgen de problemas existenciales, principalmente de la frustración de la voluntad del sentido. La logoterapia contempla el afán del hombre por encontrarle un sentido a la vida o la frustración de ese sentido.

No todos los conflictos son necesariamente neuróticos, el sufrimiento no es siempre un fenómeno patológico sino que puede constituir un logro humano cuando nace de la frustración existencial. La preocupación o la desesperación por encontrar un valioso sentido a la vida es una angustia espiritual pero en modo alguno representa una enfermedad.

Noodinámica

Es la dinámica espiritual dentro de un campo de tensión bipolar, en el cual un polo representa el sentido a consumar y el otro polo corresponde al hombre que debe cumplirlo.

La búsqueda humana de sentido de valores puede nacer de una tensión interior y no de un equilibrio interno, esa tensión es un requisito indispensable de salud mental. La salud psíquica precisa un cierto grado de tensión interior.

Si los terapeutas procuran fortalecer la salud mental de sus pacientes, no deben tener miedo a aumentar la tensión interior, si con ello les conducen a reorientar o encontrar el sentido de sus vidas.

El vacío existencial

El vacío existencial se manifiesta en un estado de tedio. El hombre carece de instintos que le impulsen a determinadas conductas, en su lugar, se rige por el conformismo y/o el totalitarismo.

El vacío existencial muchas veces se oculta. La frustración de la voluntad de sentido se compensa mediante la voluntad de poder hasta en la voluntad de tener dinero, o el vacío de la voluntad de sentido se rellena con la voluntad de placer (lo que explica que la frustración existencial suela provocar un desenfreno libidinoso y agresivo).

La única manera de que una persona no recaiga consiste en dotar de sentido su vacío existencial.

El sentido de la vida

La logoterapia considera que la esencia de la existencia consiste en la capacidad del ser humano para responder a las demandas que la vida le plantea en cada situación particular.

La esencia de la existencia

La logoterapia intenta que el paciente cobre conciencia plena de sus responsabilidades personales, le fuerza a elegir por qué, de qué o ante quién se siente responsable. No necesita imponer al paciente ningún juicio de valor, ya que la verdad se impone por sí misma.

El sentido de la vida ha de buscarse en el mundo y no dentro del ser humano o de su propia psique.

El sentido del amor

En logoterapia, el amor no se interpreta como un mero epifenómeno de los impulsos e instintos sexuales, según el proceder del mecanismo llamado sublimación.

El amor es un camino para descubrir el sentido de la vida ya que con él se llega a lo más profundo de la personalidad de un hombre.

El sentido del sufrimiento

El sufrimiento es otro cauce para darle sentido a la vida. Reside valor en la actitud que se adopta frente al sufrimiento. El sentido es posible sin el sufrimiento o a pesar de él. Para que el sufrimiento confiera un sentido ha de ser un sufrimiento inevitable y necesario.

La logoterapia pretende que el paciente recupere su capacidad de sufrir si fuera necesario, y por ello encontrarle un sentido al sufrimiento.

Problemas metaclínicos

El médico ha de atender más a cuestiones humanas y filosóficas, solucionables por un eclesiástico, que a conflictos emocionales o síntomas patológicos.

Un logodrama

En una situación dramática se puede encontrar un sentido que impulse a seguir viviendo que también abarca al sufrimiento.

El suprasentido

Este sentido excede y sobrepasa la capacidad intelectual del hombre. La logoterapia pide al hombre que asuma racionalmente su propia capacidad para captar la sensatez incondicional de la vida.

La transitoriedad de la vida

La logoterapia, consciente de la esencial transitoriedad de la existencia humana, es activista. El único aspecto transitorio de la vida es lo que en ella hay de potencial.

La logoterapia como técnica

La logoterapia ha desarrollado una técnica para tratar temores neuróticos. La logoterapia fundamente su técnica denominada intención paradójica en un doble principio: por un lado, el miedo provoca precisamente aquello que se teme, por otra parte, la hiperintención estorba la realización del efecto que se desea. La intención paradójica es la constatación empírica, es un instrumento útil en el tratamiento de las situaciones obsesivas, compulsivas y fóbicas.

La neurosis colectiva

El vacío existencial es la neurosis colectiva más frecuente actualmente. Es una forma de nihilismo definido por la radical afirmación de la carencia de sentido del hombre. El fatalismo neurótico se ve fortalecido por una psicoterapia que niega al hombre su libertad. No se trata de librarse de los condicionantes sino de la libertad para adoptar una postura personal frente a esos condicionantes.

Crítica al pandeterminismo

El pandeterminismo es la visión del hombre que niega su capacidad para asumir posturas personales frente a las circunstancias.

El hombre se determina a sí mismo, todo ser humano posee la libertad para cambiar a cada instante; el ser humano es un ser auto trascendente.

El credo psiquiátrico

Al hombre no se le puede condicionar su libertad, por lo tanto, al neurótico y al psicótico les queda también un resquicio de libertad, aunque sea muy limitada. Un psicótico incurable conserva la dignidad.

La psiquiatría humanizada

La psiquiatría humanizada aparece frente a la medicina psicologizada. El ser humano no es un objeto más entre otros objetos, el hombre es su propio determinante. Lo que alcance a ser, lo ha de construir por sí mismo.

UN PSICÓLOGO EN UN CAMPO DE CONCENTRACIÓN

PRIMERA FASE: internamiento en el campo

-Estación de ferrocarril de Auschwitz

El síntoma predominante era un estado de schock agudo e intenso. Aquellas personas desconocían su situación estando en el tren. Al oír Auschwitz se les paralizó el corazón. Víktor Frankl, al ver a los presos que lo recibieron se sumió en un estado de “ilusión del indulto”, ya que no se veían en muy mal estado.

-La primera selección

La mayoría de las personas se encontraban bajo los efectos de la “ilusión del indulto”. Eran incapaces de apreciar la auténtica realidad. En la primera selección V. Frankl fue destinado a los trabajos forzados, aquel fue el primer veredicto de supervivencia o aniquilación.

Se produjo un largo proceso psicológico desde la estación hasta la primera noche de descanso en el campo.

- Desinfección

Los prisioneros aún no eran conscientes de que lo iban a perder todo. Cuando V. Frankl no pudo conservar su manuscrito se dio cuenta de que debía borrar de la conciencia toda su vida anterior. Los demás, hasta ese momento habían permanecido de pie, pálidos y asustados, y de pronto se produjo un fuerte revuelo entre ellos. Así, desnudos y sin pertenencias se dirigieron hacia las duchas.

-La existencia desnuda

No tenían nada, ni siquiera pelo. No les quedaba ningún vínculo material con su existencia anterior.

-Las primeras reacciones

Se desvanecieron las pocas ilusiones que algunos albergaban. Muchos reclusos se sintieron embargados por un humor macabro provocado por la segura conciencia de haberlo perdido todo, de solo poseer la “existencia desnuda”. Sentían una fría curiosidad con la que lograban distanciar la mente de la realidad circundante y así facilitaban contemplar lo real con cierta objetividad (utilizaban este mecanismo como medida de protección). Estaban ansiosos por descubrir que sucedería después de cada acontecimiento y sus consecuencias.

-¿“Lanzarse contra las alambradas”?

La proximidad de la muerte de otros conseguía que casi todos pensaran en la idea del suicidio, aunque en la primera fase de schock el prisionero perdía el temor a la muerte. V. Frankl rehusó esta posibilidad y observó las cámaras de gas con un horror atenuado y soportable ya que ahorraban el acto de suicidarse.

SEGUNDA FASE: la vida en el campo

-Apatía

Los prisioneros sufrieron una fase de apatía que desembocaba en una especie de muerte emocional. La tortura interior se intensificaba con otras sensaciones más dolorosas, como la añoranza por su hogar y su familia. La nostalgia consumía a los reclusos, repugnando la horrible fealdad que los rodeaba.

Los prisioneros que habían entrado en la segunda fase eran capaces de contemplar, impasibles, escenas de torturas hacia sus compañeros, miraban apáticos e indiferentes. Repugnancia, piedad, indignación y horror eran emociones vedadas para el prisionero.

-Lo que duele

La apatía emocional les permitía permanecer impasibles ante los sufrimientos diarios, gracias a esa insensibilidad, los prisioneros se construían un caparazón afectivo que actuaba como un íntimo escudo protector.

El dolor físico no es lo que más les duele, sino la humillación y la indignación a causa de la cruda irracionalidad de todo aquello.

-El insulto

En los prisioneros surgía indignación, no causada tanto por el dolor infligido o la crueldad física, cuanto por el insulto que lo acompañaba.

La apatía actuaba como un mecanismo inevitable de autodefensa. La realidad se desvanecía ante los prisioneros, el mundo emocional se amortiguaba y concentraban todos sus esfuerzos en conservar sus vidas.

-Los sueños de los prisioneros

Los prisioneros hablaban de comida a espaldas de los guardias. V. Frankl consideraba que las conversaciones sobre la comida eran psicológicamente peligrosas aunque proporcionaran un alivio psicológico momentáneo, sin embargo, al ser meras ilusiones, acarrearían efectos peligrosos en lo fisiológico.

-Sexualidad

La desnutrición explica la ausencia de deseo sexual en el lager. La hambruna y los efectos del schock inicial parecen ser las únicas causas que dan razón a la mínima perversión sexual en un establecimiento masculino.

-Ausencia de sentimentalismo

El esfuerzo por concentrarse exclusivamente en seguir viviendo llevaba a despreciar cualquier cosa que le apartara de ese único objetivo; lo cual explica la carencia absoluta de vida sentimental.

-Política y religión

Eran frecuentes las discusiones sobre política, generalmente eran desencadenadas por ilusorios rumores sobre el final de la guerra. Ante estas contradictorias habladurías, algunos hombres perdían todas las esperanzas pero otros mantenían un incorregible optimismo.

Las inquietudes religiosas de los prisioneros brotaban de lo más íntimo y profundo de su ser.

-Una sesión de espiritismo

V. Frankl asistió a una sesión de espiritismo dentro del campo de concentración. Cuando la sesión estaba a punto de finalizar en fracaso, el administrativo dibujó inconscientemente “vae v.”, es decir, vae victis que significa “¡ay de los vencidos!”. El suceso ocurrió meses antes de la liberación y el final de la guerra.

-La huída hacia el interior

Las personas de mayor sensibilidad, acostumbradas a una rica vivencia intelectual, sufrieron muchísimo, sin embargo, el daño infligido a su ser íntimo fue mucho menor al ser capaces de abstraerse del terrible entorno y sumergirse en un mundo de riqueza interior y de libertad de espíritu. Así se explica que los menos fornidos soportasen mejor la vida en el campo que los más robustos.

-Cuando se ha perdido todo

La salvación del hombre sólo es posible en el amor y a través de él. Un hombre, despojado de todo puede saborear la felicidad si contempla el rostro de su ser querido.

-Meditación en la zanja

La intensificación de la vida interior defendía al prisionero contra el vacío, la desolación y la pobreza espiritual de su existencia actual, al tiempo que le permitía evadirse devolviéndolo a su vida pasada.

-Monólogo al amanecer

V. Frankl pensaba en su esposa para evadirse de la realidad. En una ocasión sintió como si su espíritu se elevara por encima de aquel insensato mundo y escuchó un “sí” a su pregunta sobre si la vida tenía algún sentido.

-Arte en el campo

Cualquier tentativa de buscar arte en el campo adquiría matices grotescos. La posible leve sensación artística surgía del fantasmagórico contraste entre lo chusco del espectáculo y la desolación de la vida en el campo.

-El humor en el campo

En el campo de concentración existía un humor apagado y sólo durante escasos segundos o minutos. El humor es otra de las armas del alma en su lucha por la supervivencia.

-¡Quién fuera un preso común!

Al ver a un grupo de convictos, los prisioneros del campo comprendieron la relatividad del sufrimiento humano.

-Suerte es lo que a uno no le toca padecer

Los escasos placeres de la vida del campo producían una especie de felicidad negativa e incluso representaban una alegría relativa. Los prisioneros agradecían el más insignificante de los alivios, los verdaderos placeres positivos escaseaban, hasta los más pequeños.

-¿Al campo de infecciosos?

V. Frankl estando enfermo se ofreció a ir como médico a un campo con infectados de tifus, le pareció más sensato intentar ayudarles que perder la vida en un trabajo inútil.

El yo personal prescindía de principios morales, el prisionero terminaba por perder la conciencia de su individualidad y se consideraba a sí mismo una simple fracción de una enorme masa de gente.

-Añoranza de la soledad

Los prisioneros anhelaban estar a solas, añoraban la intimidad y la soledad, en ocasiones resultaba hasta necesario alejarse de la multitud.

-Juguete del destino

Los prisioneros tenían el corazón endurecido y cada vez que se organizaba un “convoy” de enfermos se avivaba ese estado de absoluto desprecio por la vida. No les interesaban las cosas de su alrededor, no cabía el sentimentalismo, ellos se sabían a merced del humor de los guardias.

-La última voluntad aprendida de memoria

Se organizó un traslado a un campo de reposo. V. Frankl tuvo la oportunidad de salvarse pero la rehusó por quedarse con sus amigos. Antes de partir expresó su última voluntad a un buen amigo.

-Planes de fuga

El prisionero de un campo de concentración tenía miedo a tomar decisiones o a tener iniciativas, además, la apatía les paralizaba el ánimo.

En alguna ocasión tuvieron el pensamiento de escaparse. V. Frankl y un amigo suyo casi lo logran pero las circunstancias cambiaron y una vez más se libró de la muerte.

-Irritabilidad

La apatía era agudizada por el hambre y la falta de horas de sueño, además de la irritabilidad general.

Muchos de los prisioneros sufrían un complejo de inferioridad. Ellos fueron “alguien” antes de ser internados, y allí habían quedado reducidos a un número. El prisionero medio se sentía trágicamente degradado y deshonrado.

La irritabilidad general se intensifica al añadirle las tensiones psicológicas entre los kapos y los demás prisioneros.

-La libertad interior

Algunos prisioneros eran capaces de superar la apatía y la irritabilidad. El hombre puede conservar un reducto de libertad espiritual, de independencia mental, incluso en aquellos crueles estados de tensión psíquica y de indigencia física.

Si un recluido renunciaba a su propia libertad y dignidad se dejaba moldear hasta ser como un prisionero típico. Cada hombre guarda la libertad interior de decidir quien quiere ser, porque incluso en estas circunstancias es capaz de conservar la dignidad de seguir sintiendo como un ser humano.

-El destino, un regalo

El talante con el que un hombre acepta su ineludible destino (y el sufrimiento) le ofrece una oportunidad para dar a su vida de un sentido más profundo. Si se zambulle en la amarga lucha por la supervivencia, es capaz de olvidar su dignidad humana. En esa decisión personal reside la posibilidad de atesorar o despreciar la dignidad moral que cualquier situación difícil ofrece al hombre para su enriquecimiento interior.

Solo unos pocos prisioneros conservaban esa fortaleza de la libertad y aprovecharon los atroces sufrimientos para madurar interiormente.

-Análisis de la existencia provisional

La vida en un campo de concentración podía caracterizarse por una “existencia provisional cuya duración se desconoce”. Resultaba imposible predecir cuándo y cómo terminaría aquella existencia, en el caso que tuviera fin.

El hombre que se dejaba vencer interiormente ante la ausencia de metas futuras ocupaba y llenaba sus pensamientos de recuerdos. Considerar que su “existencia provisional” como algo irreal constituía un factor primordial para que la vida se les fuese entre las manos, ya que todo se revestía como carente de sentido. Para las personas que no aceptan las dificultades del campo como una prueba de su entereza humana, la vida pierde todo su sentido.

Cada prisionero pudo convertir su experiencia en el campo transformando su vida en un triunfo interior o limitándose a vegetar.

-Spinoza, educador

Spinoza expone en su Ética: “El sentimiento que se convierte en sufrimiento, deja de serlo en cuanto nos formamos una idea clara y precisa del mismo”.

El prisionero que perdía la fe en su futuro estaba condenado, se abandonaba y decaía, se convertía en un sujeto del aniquilamiento físico y mental.

Cualquier intento por restablecer la fortaleza interior de los reclusos debe comenzar por acertar un objetivo que dé sentido a sus vidas.

-La pregunta por el sentido de la vida

La existencia nos reclama continua e incesantemente, y debemos de responder con el valor y la conducta recta y adecuada. Vivir significa asumir la responsabilidad de encontrar la respuesta correcta a las cuestiones que la existencia nos plantea, cumplir con las obligaciones que la vida nos asigna a cada uno en cada instante particular.

Cuando un hombre descubre que su destino es sufrir, ha de aceptar ese sufrimiento, ese sufrimiento le hace ser una persona única. Para los prisioneros esos eran los únicos pensamientos capaces de ayudarles en su desesperación.

-Sufrimiento como prestación

Cuando los prisioneros descubrieron el sentido de su sufrimiento se enfrentaron a él reduciendo al mínimo los momentos de desfallecimiento.

-Algo nos espera

En los campos de concentración se aplicaban acciones terapéuticas para evitar el suicidio.

La razón más común de los suicidios era el hecho de que ya no esperaban nada de la vida así que la terapia consistía en hacerles comprender que la vida si esperaba algo de ellos.

-Una palabra a tiempo

La influencia inmediata de una determinada conducta es siempre más eficaz que las palabras. Aunque a veces una palabra también resulta eficiente, especialmente, si la receptividad del otro se ve incrementada por efecto de las circunstancias.

-Asistencia psicológica

Los aún supervivientes tenían razones para seguir esperanzados (familia, carrera laboral, posición social,…), cosas que se podían recuperar o adquirir. Incluso las vivencias en el campo supondrían una ganancia interior para el futuro. La vida humana no cesa nunca y ese inabarcable sentido de la vida también incluye el sufrimiento, la agonía, las privaciones y la muerte.

V. Frankl les dijo a sus compañeros que los sufrimientos de aquellos momentos para cada uno atesorarían un sentido especial.

-Psicología de los guardias del campamento

Entre los guardias había algunos sádicos en el sentido clínico más estricto y preciso. A esos guardias se los elegía cuando se requería una patrulla implacable, eran elegidos los más brutales y egoístas.

La mayoría de los guardias tenían el corazón embotado por el hecho de presenciar, como testigos directos, los métodos brutales del campo. Estos hombres, endurecidos moral y mentalmente, se negaban a tomar parte activa en las acciones de carácter sádico pero no impedían que los otros las consuman.

La bondad humana se encuentra en todos los grupos. Algunos guardias sentían compasión de los prisioneros. Si un capataz se mostraba amable con los reclusos, suponía un gran logro moral, mientras resultaba despreciable la vileza del preso que maltrataba a sus propios compañeros.

V. Frankl establece, según esto, que hay sólo dos razas de hombres: la de hombres decentes y la de hombres indecentes.

TERCERA FASE: después de la liberación

Los prisioneros se encontraban en una situación de “despersonalización”, no eran capaces de creer en su libertad, no sentían alegría ni ninguna emoción. Habían perdido la capacidad de alegrarse y poco a poco la recuperarían.

-El desahogo

Una persona sometida a tensión psicológica durante tanto tiempo corre un cierto peligro en el momento de la liberación. Este peligro es la contrapartida psicológica de la aeroembolia.

El hombre liberado repentinamente, puede sufrir un daño en su salud psíquica; además de la deformidad moral, la amargura y el desencanto que sufrían al retornar a sus vidas también podía dañarles la personalidad.

Transcurrido el tiempo, cuando los prisioneros volvieron la vista atrás, no fueron capaces de entender como pudieron soportar todo aquel sufrimiento. Al igual que acogieron la liberación como un sueño, ahora las vivencias en el campo las tienen como lejanas pesadillas.




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Enviado por:Lila
Idioma: castellano
País: España

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