Educación y Pedagogía
El grito de la gaviota; Emmanuelle Laborit
RESUMEN EL GRITO DE LA GAVIOTA
Capítulo 1: Confidencia
Emmanuelle se da cuenta de que existe, de que es una persona, por lo que puede denominarse como “yo”. Ha sufrido un cambio. Antes no se daba cuenta de su integridad como persona, ya que al mencionarse a sí misma lo hacía mediante el determinante “ella”.
A partir de los 7 años es cuando Emmanuelle quiere aprender.
Capítulo 2: El grito de la gaviota
Emmanuelle recuerda cómo de recién nacida fue llamada por sus padres con el diminutivo de “gaviota” por su modo de gritar. Sus gritos tenían un objetivo: querer hablar y poderse escuchar, pero no le salían los sonidos.
Sus padres se sentían orgullosos de tener una hija “buena” que no les molestara. Creían que su hija oía porque en algunas situaciones Emmanuelle se volvía al notar alguna vibración, pero poco a poco se dieron cuenta de que algo no iba bien.
Después de acudir al segundo especialista, pues el primero no les pareció suficientemente certero, la noticia de que su hija era sorda profunda no supieron aceptarla y se invadieron de sentimientos de culpa.
Capítulo 3: El silencio de las muñecas
Emmanuelle aprende a comunicarse con su madre usando un lenguaje que sólo ellas dos entienden, un lenguaje llamado “umbilical” que el padre no consigue descifrar y eso le hace sufrir.
Emmanuelle destaca la necesitad continua que tiene de estar con su madre en todo momento, especialmente por las noches en que los padres deciden salir y dejarla sola en casa. Así lo explica: “Mi madre era mi único lazo con el mundo”.
A los 9 meses le ponen un aparato monofónico que en realidad lo único que le aporta es la emisión de una serie de sonidos fuertes que acaban cansándole.
Capítulo 4: Vientre y música
A Emmanuelle le gusta acercar su rostro al vientre de su madre y apreciar que hay una vida dentro de ella.
Emmanuelle recuerda uno de esos momentos en los que su madre se enfada con ella y le da una azotaina. Emmanuelle decide hacer la maleta para marcharse, pero lo curioso de esta reacción es que en lugar de coger ropa para ella, coge sus muñecas y ropa para éstas.
Más adelante recuerda la pasión que siente su padre por la música y las ganas que tiene él de transmitírsela a su hija.
A Emmanuelle le encantan las vibraciones de la música, le gusta sentirlas por todo su cuerpo. Adora el tam-tam. Dice que es música que viene de la tierra. La música clásica, en cambio, no puede sentirla, dice que es tan aguda que le es imposible alcanzarla.
Capítulo 5: Gato blanco, gato negro
Emmanuelle sufre la pérdida de su gato y con la desaparición de éste no comprende el porqué de que no vaya a volver nunca más. Piensa que ella va a morir siendo pequeña porque no tiene constancia de personas adultas que sean sordas.
Emmanuelle presenta deseos de ser independiente, de separarse de su madre poco a poco, pero en un ademán de ello, sufre un pequeño percance con el pestillo del baño de la casa de unos amigos de sus padres, y se da cuenta de que sigue necesitando a su madre.
CAPÍTULO 6: <<Tifiti>>
Emmanuelle cuenta cómo en la escuela de párvulos va a una clase de integración, pero en realidad no se siente nada integrada.
Más adelante tiene otra profesora con la que realmente aprende, es por ello que en esa época disfruta yendo a la escuela.
Emmanuelle recuerda algunos momentos en los que la comunicación con su padre es complicada, “tifiti” como dice ella.
Emmanuelle tiene un amiguito y con su presencia comienza a tener curiosidad por las diferencias existentes entre un hombre y una mujer.
CAPÍTULO 7: Yo me llamo <<yo>>
Emmanuelle va a cumplir 7 años y es entonces cuando se le abre una puerta esperanzadora que le ofrece la oportunidad de poder comunicarse con los demás, especialmente con su padre, al cual le resultaba realmente difícil entender a Emmanuelle. Esa puerta se llama lenguaje de signos, idioma que conoce a través de Alfredo Corrado. Éste hombre lo descubre el padre de Emmanuelle a gracias a la radio. Para el padre de Emmanuelle es un sock y decide probar el experimento de acudir a Vincennes con Emmanuelle a conocer a Alfredo Corrado. Es allí donde Emmanuelle descubre que existen personas adultas que son sordas y que no tienen la necesidad de aparato.
Emmanuelle gracias al lenguaje de signos aprende muchos conceptos, pero el descubrimiento más importante es su nombre, su propio “yo”. A partir de aquí Emmanuelle cree que ha vuelto a nacer.
CAPÍTULO 8: Marie, Marie...
Emmanuelle tiene una hermanita, Marie, y con la llegada de ella, Emmanuelle siente que sus padres no la atienden igual que antes sino que la atención hay que compartirla.
Emmanuelle al ver que su madre ya no tiene el vientre abultado se hace distintas preguntas acerca de cómo ha tenido su madre a Marie.
Marie, después de pedir su madre al especialista que lo compruebe, oye, y ese es un hecho que hace a Emmanuelle sentirse diferente. Piensa que no puede tener ninguna complicidad con nadie de la familia porque no se parecen a ella.
Emmanuelle se siente confusa al pensar que ella en un futuro no va a poder escuchar a su hijo cuando llore y no podrá acudir a consolarle, de modo que decide no tener hijos. Es después cuando los adultos sordos en Vincennes le explican que con tener un pequeño micro bajo la almohada del bebé es suficiente, por lo que Emmanuelle cambia de idea.
Emmanuelle recuerda algunos momentos felices de su vida. Uno de ellos es cuando se le cae el primer diente de leche y el ratoncito le deja una moneda.
CAPÍTULO 9: La ciudad de los sordos
Emmanuelle va con sus padres a Washington, lugar conocido como “la ciudad de los sordos”.
Emmanuelle se hace amiga de otra niña sorda, Claire, la cual va a convertirse en su amiga inseparable.
Washington para Emmanuelle va a ser “una revolución”. Mire hacia donde mire se encuentra con personas que hablan el lenguaje de signos. Para ella esto resulta un giro de 180º al compararlo con la situación existente en Francia, ya que en este país el lenguaje de signos está prohibido hasta 1976 porque es considerado como “un conjunto de gestos indecentes, que enardecía a los cuerpos”.
En este capítulo Emmanuelle cuenta cómo comprende que es sorda y cómo se siente parte de un grupo de personas que le han demostrado que se puede aprender, trabajar, vivir, ser feliz, siendo una persona sorda.
Emmanuelle está madurando, comienza a no depender tanto de sus padres porque comprende que hay otras personas interesantes aparte de ellos.
Emmanuelle y sus padres vuelven a París.
CAPÍTULO 10: Flor que llora
Emmanuelle cuenta que de pequeña se identificaba con el personaje de Tarzán porque éste no podía comunicarse.
Recuerda cómo se celebra una fiesta en su casa y ella se siente totalmente aislada porque el resto de personas son oyentes. De pronto se acerca a ella un amigo de su tío y le ofrece una flor. Este gesto hace que Emmanuelle llore desconsoladamente.
Creo que por esta razón Emmanuelle se denomina a sí misma como “Flor que llora”.
El padre de Emmanuelle al volver de Estados Unidos decide abrir la primera consulta en la que se practica el lenguaje de signos. Va a ser psiquiatra de personas sordas.
Emmanuelle cuenta que los sordos para denominar a las personas, en lugar de deletrear el nombre, dan a cada persona una característica visual por cómo se comporta, qué tics tiene, cómo es físicamente,...
Emmanuelle antes de conocer el lenguaje de signos comenta que podía haberse llamado “flor que llora”. Después, sin embargo, al tener acceso a esa comunidad se convierte en “charlatana y luminosa” llamándose “Sol que sale del corazón”.
CAPÍTULO 11: Prohibido prohibir
Emmanuelle tiene once años y sus padres quieren hacerle entrar en un colegio llamado Moliére. Sin embargo, a Emmanuelle se le niega el acceso, a pesar de haber pasado el examen de ingreso, por el hecho de ser sorda. Este rechazo Emmanuelle lo vive como “un acto de racismo”, siente que es una injusticia. Por lo que los padres de Emmanuelle deciden que ésta entre en una escuela que tiene un curso privado especializado en la educación de sordos. La madre de Emmanuelle le explica que le van a obligar a leer en los labios, que el lenguaje de signos no va a poder utilizarlo, pero Emmanuelle no hace mucho caso a esto.
Emmanuelle y Marie tienen una relación afectiva estrecha. Emmanuelle siente mucho cariño por su hermana y le gusta enseñarle y que ésta aprenda tan rápido. Por todo ello se siente orgullosa de sí misma.
A Emmanuelle le preocupa su porvenir, se plantea una serie de preguntas acerca de su futuro después de haber estado en Washington. Ella piensa que ha madurado y por ello se hace esta serie de cuestiones.
Llega el primer día de clase en el curso Morvan y Emmanuelle se da cuenta de que su madre tenía razón, no va a poder utilizar el lenguaje de signos y va a tener que aprender leyendo los labios. La profesora no se ayuda en ningún momento de sus manos para enseñar y eso le disgusta a Emmanuelle.
Emmanuelle intenta comunicarse con sus compañeros a través del lenguaje de signos, pero ninguno de ellos lo conoce. Es por eso que decide distribuir por la clase alfabetos para explicar la lengua de los sordos. Inmediatamente es convocada por la administración para decirle que está totalmente prohibido hacer publicidad del lenguaje de signos en la escuela.
Emmanuelle explica que muchos compañeros suyos han tenido una infancia muy dura por no poder comunicarse con sus padres y envidian la relación que tiene Emmanuelle con su madre porque esta última habla con signos.
CAPÍTULO 12: Solo de piano
Emmanuelle pronto cumplirá trece años y su hermana Marie cinco. Marie se ha convertido para Emmanuelle en su referencia, en su cómplice, en su “alter ego”. Desde que nación Marie Emmanuelle se ha aferrado de un modo posesivo a ella. Se sirve de ella continuamente, la necesita para todo lo que no puede hacer, como por ejemplo, hablar por teléfono o para que le explique de qué están hablando sus padres en la mesa. Es por ello que en algunas ocasiones Marie se cansa de las incesantes peticiones de Emmanuelle y se enfadan.
Emmanuelle reconoce que hace enfadar mucho a Marie y cree que en gran parte se debe a la frustración que siente al ver a su padre y a su hermana tocar el piano juntos. Se siente excluida. Siente que no puede tener la misma complicidad que tiene Marie con su padre y eso le enfada.
Emmanuelle cuenta cómo Marie un día descubre también la frustración. Una noche que invitan a Alfredo Corrado y a dos de sus amigos a cenar, en la mesa todos hablan el lenguaje de signos. De pronto Marie se sube a la mesa y comienza a dar golpes con el pie, grita, llora,... Intenta llamar la atención, intenta recordar a los demás que ella oye. Se siente frustrada.
CAPÍTULO 13: Pasión vainilla
Emmanuelle está “harta de las clases, de leer en los labios,...”, harta de todo, así que decide hacer su propia revolución. Tiene trece años y está en contra del sistema y de que prohíba el lenguaje de signos con la argumentación de que no es bonito y de que es una lengua “inferior”. Es a esta edad cuando se rebela ante todo esto. No quiere oír, no lo desea, cree que no le hace falta. Aparece el descubrimiento de la sexualidad con un chico sordo con el que sale. Es un amor “fuerte, violento, obsesivo”, que va a durar tres años de su vida.
Emmanuelle cree que se ha convertido en una persona adulta demasiado pronto, que ha pasado de una infancia superprotegida a una adolescencia con sed de libertad.
Las relación con sus padres ha cambiado, ya no siente dependencia por ellos, siente que necesita libertad, borra cualquier tipo de autoridad por parte de sus padres y éstos están preocupados por su rebeldía.
Emmanuelle recibe el primer beso de amor.
CAPÍTULO 14: Gaviota enjaulada
Emmanuelle tiene 13 años. Se ha organizado una fiesta y Emmanuelle y su amiga han quedado con otro dos amigos. Esos dos amigos y Claire han bebido sangría y en el metro se ríen mucho, hacen tonterías y la gente les mira mal.
A uno de los amigos se le ocurre arrancar un anuncio publicitario y una anciana se asusta y tira de la señal de alarma. Aparece el revisor, intentan explicarle lo ocurrido, pero no entiende nada. Uno de los amigos comienza a insultar al revisor y éste llama a la policía. A partir de aquí se complica todo. Viene la policía y les llevan de una comisaría a otra sin darles ningún tipo de explicación. Finalmente les llevan a la cárcel. Emmanuelle les pide una y otra vez que llamen a su casa, pero nadie le hace caso. Por fin en la última comisaría en la que están, después de haber estado en la cárcel toda la noche, le hacen caso y llaman a su casa.
Para Emmanuelle este suceso ha sido realmente traumático. Necesitaba una imagen positiva de la policía, en el fondo de las personas que oyen, y ha todo lo contrario. Esto hace que después desconfíe de los que oyen.
CAPÍTULO 15: Esquivando peligros
Emmanuelle está muy contenta porque ha llegado el Minitel y puede comunicarse con su amiga Claire sin tener que pedirle a su hermana que llame por ella.
Un día una compañera le deja un mensaje en el que le pregunta si todavía está enferma y su madre lee el mensaje. En este momento hay una discusión entre Emmanuelle y su madre y después con su padre porque ha faltado a clase por estar con el chico con el que sale, relación que sus padres no ven bien.
Emmanuelle tiene quince años, cerca de los dieciséis y tiene muchas ganas de tener unos tejanos, como el resto de adolescentes de su edad. Así que un día ella y Claire deciden robar unos Levi's en unos grandes almacenes. La encargada de la tienda se da cuenta y van a la comisaría donde inmediatamente les dejan en libertad.
CAPÍTULO 16: Comunicación suave
Emmanuelle recuerda algunas situaciones en las que distintos hombres han intentado agredirla sexualmente, sobre todo por el hecho de ser una chica sorda.
Emmanuelle apenas tiene relación con sus padres. Con su padre el diálogo que existe es a base de advertencias. Su madre tiene una inquietud silenciosa. Es con Marie con quien sigue teniendo una relación de complicidad y amistad.
Los padres de Emmanuelle se divorcian y ella cree que es la razón de esta separación. Piensa que es a causa de su comportamiento demasiado libre o por haber nacido sorda. Finalmente acepta el divorcio, pero comenta que la cicatrización es lenta.
Emmanuelle queda con sus amigos en MacDonald's y al dueño no le gusta mucho que esté allí, así que les echa como si fueras “perros”. Este gesto de no escucharle hace que Emmanuelle sienta de nuevo que un oyente más le defrauda negándose a escucharle.
CAPÍTULO 17: Amor veneno
Todos le habían prevenido, pero Emmanuelle sigue enamorada de él. En un guateque en casa de Emmanuelle, ella descubre a su novio con otra chica en su habitación. Emmanuelle corre y corre hasta llegar a un lugar que no conoce, no sabe dónde está. Bajo el porche de un edificio llora hasta el alba y vuelve de nuevo a su casa. Allí está él esperando arrepentido, pero Emmanuelle quiere dejarlo con él. Él le amenaza con quitarse la vida cortándose las venas con una cuchilla. Ella le dice que le deja y él se corta con la cuchilla. Emmanuelle sale corriendo creyendo que va a morir por su culpa y es su madre la que le tranquiliza explicándole que ella no tiene ninguna culpa y que él no va a morir.
Más adelante Emmanuelle comenta que el amor que sentía por ese chico desapareció definitivamente cuando sus padres se divorciaron.
CAPÍTULO 18: Gaviota de cabeza hueca
Emmanuelle cae desplomada en el pasillo de casa de su padre y le despierta a éste y a su madrastra.
El padre intenta saber por qué Emmanuelle bebe y actúa de esa manera. Emmanuelle le confiesa que no se encuentra bien dentro de su piel y que necesita de él.
Emmanuelle se siente físicamente “hecha un trapo” y moralmente anulada por completo. Es en este momento cuando siente la necesidad de dejar la juerga, de dejar de beber y de buscar un trabajo para ganar algo de dinero.
CAPÍTULO 19: Sol, Soles
Emmanuelle piensa en su porvenir. Hace caso al consejo de sus padres y decide hacer el bachillerato. Aún así Emmanuelle siente deseos de hacer teatro. Recuerda cómo a los 8 y 9 años hizo un cursillo de teatro en el que actuaba con otros tres niños sordos.
Su “carrera” en el teatro comenzó con una pequeña obra llamada Voyage au bout du metro. Más tarde, cuando tenía nueve años representó un pequeño papel para la televisión.
Emmanuelle tiene su primer trabajo cuidando a dos hermanas. Su segundo trabajo es también cuidando a niños, en este caso son dos chicos de siete y cuatro años. Su tercer trabajo consiste en limpiar el laboratorio de su abuelo.
Emmanuelle se encuentra mejor, se quiere un poco más. Se siente responsable e independiente.
Emmanuelle actúa como extra en una película, más tarde participa en la Fiesta de la Mirada.
CAPÍTULO 20: Sida igual a sol
En este capítulo Emmanuelle explica que muchas personas sordas mueren de sida por no tener la suficiente información. Según parece algunos sordos creen que el sol es el responsable de la transmisión del virus porque a menudo está representado por un símbolo que parece un sol.
Emmanuelle participa en un grupo de voluntarios en la asociación AIDES.
CAPÍTULO 21: Me pongo nerviosa
En Francia. La educación de los sordos termina en el bachillerato. Generalmente son pocos los sordos que van a la universidad y si lo hacen su trabajo es mucho mayor si se compara con el de los oyentes.
Emmanuelle cuenta cómo los padres de su compañera privan a ésta del lenguaje de signos y le obligan a oralizar. Los padres de esta chica la consideran, según cuenta Emmanuelle, una minusválida, una enferma y piensan que si utiliza el lenguaje de signos nunca va a poder hablar.
Otro caso que cuenta Emmanuelle es el de su amiga Sylvie. Esta chica hasta que no tiene 15 años no sabe que existen otras personas sordas como ella. Después de aprender el lenguaje de signos es cuando consigue abrirse a los demás y perdona a sus padres.
Emmanuelle comenta que le ponen nerviosa los políticos y más el hecho de que no pongan subtítulos en los discursos.
CAPÍTULO 22: Silencio Bachillerato
Emmanuelle tiene 19 años y va a sacarse el bachillerato, es por ello que está asustada, pero a la vez con deseos de superarse, de ir hasta el final de las cosas. Sin embargo, el examen no le sale bien. Sus padres le animan, apoyándole para que vuelva a empezar y ella lo hace.
CAPÍTULO 23: Silencio mirada
Queda un trimestre para que Emmanuelle se saque el bachillerato y a Emmanuelle le ofrecen la posibilidad de hacer el papel de la protagonista de la obra Les Enfants su silence.
CAPÍTULO 24: Señor implantador
Emmanuelle habla a lo largo de este capítulo sobre un implante, llamado “lobby”, que convertiría en oyentes a los sordos.
Emmanuelle está totalmente en contra de esta operación y al igual que ella hay otras personas que también lo están. A ellos se les considera unos “irresponsables, unos militantes superados por la ciencia” porque según las personas que han descubierto esta técnica “el lenguaje de signos es violento y una antigualla que convierten las personas sordas en poder”.
Emmanuelle afirma que no le gusta este aspecto experimental sobre un ser humano y menos sobre niños pequeños que no tienen derecho a decidir si quieren el implante o no.
CAPÍTULO 25: Despegue
Emmanuelle tiene 20 años. Aprueba el bachillerato con buena nota y comienza su verdadera carrera en el teatro. Se encuentra de nuevo a su realizador, Jean Dalric y comienza la obra Les Enfants du silence interpretando a Sarah, protagonista de la historia, que rechaza el mundo de los que oyen y se encierra en su “universo de silencio”.
La obra resulta un gran éxito, las críticas son formidables y Emmanuelle está muy contenta por haber conseguido presentar la obra desde el principio hasta el final.
CAPÍTULO 26: Gaviota en suspense
Emmanuelle es propuesta para el premio Moliere. Es la primera vez que una actriz sorda es propuesta para un premio como éste. Emmanuelle está muy nerviosa. Por fin abren el sobre y Emmanuelle sale a recoger el premio. Está muy emocionada, pero a pesar de ello consigue decir unas palabras. Por último pide a las personas del público que hagan con ella el signo de la unión, el del cartel de Les Enfants su silence y cuando todos lo hacen Emmanuelle con la voz entrecortada por la emoción les dice “os quiero” para agradecerles el gesto.
CAPÍTULO 27: Adiós
Al día siguiente de recibir el premio, la ceremonia de los premios Moliére aparece en los periódicos con el título de “La sordomuda recibe el Moliére. Emmanuelle se siente sorprendida por el término “sordomuda”.
Emmanuelle tiene 24 años. Su filosofía es el combate, luchar por vivir y nos ha dado ejemplo de ello a lo largo de todo el relato. Siente que ha “envejecido” aceleradamente. “La gaviota se ha hecho mayor y vuela con sus propias alas”.
OPINIÓN PERSONAL
Debo reconocer que este libro ha hecho que cambie algunas ideas erróneas que tenía respecto a las personas sordas. Nunca me había parado a pensar en el hecho de que los sordos no quieran oír, ¿por qué nos aferramos a la idea de que todos tenemos que ser iguales y que, por tanto, los sordos tienen que oír? Si hablamos con varias personas sobre ello estoy segura de que muchas piensan que ser sordo es un signo de inferioridad, cuando en realidad no lo es. Al igual que pensarán que el lenguaje de signos no puede considerarse una lengua más. Me llama la atención cómo a lo largo del libro muchos especialistas como educadores, se centran en la idea de que los sordos tienen que hablar porque según ellos, esa es su única salida para poder comunicarse. Si vamos al capítulo 11 veremos cómo Emmanuelle intenta, de alguna manera, comunicarse con sus compañeros a través del lenguaje de signos y es inmediatamente convocada por la administración, ya que está estrictamente prohibido utilizarlo. ¿Hasta qué punto estas personas intentan ayudar a los niños sordos? Todos necesitamos de un lenguaje corporal para expresarnos, ya que nos es muy útil, ¿por qué negárselo a ellos?
Otro aspecto que me llama mucho la atención y que está muy extendido entre nosotros es llamar sordomuda a una persona sorda. ¿De dónde proviene esa idea? ¿Por qué, aún viendo que emiten sonidos al hablar, decimos que son mudos? Intento buscarle una respuesta que lo justifique y no la hallo.
En el capítulo 20, Emmanuelle dice “El sida mata a los sordos por ausencia de información”. Este hecho me dejó perpleja. Jamás me había parado a pensar en esta idea. Ya de por sí hay muchas personas oyentes que desinformadas se infectan del virus del VIH. Si a eso le añadimos que los medios de comunicación no tienen en cuenta a las personas sordas y por tanto, no subtitulan los anuncios preventivos o no buscan medios para informarles, es lógico que el número de personas sordas con SIDA se extienda.
Quizá me esté desviando del tema, pero creo que es necesario reflexionar sobre hechos como los anteriormente mencionados.
Aplaudo el comportamiento de los padres y la hermana de Emmanuelle al aceptar con toda naturalidad que su hija es sorda. Es cierto, que en un comienzo fue una noticia desgarradora para ambos. Si recordamos, en el capítulo 2, la madre de Emmanuelle confiesa “El choque fue brutal. Yo no podía admitirlo y tu padre tampoco”, “¿De dónde venía esa <<maldición>>?”. Esta última cuestión me hizo pensar mucho. ¿Por qué considerarlo una maldición? Unos niños nacen rubios, otros ciegos, otros sordos, otros prematuros,... Pero también es verdad que en una sociedad como la actual, por muchos avances que haya y por mucho que haya cambiado el pensamiento de la gente, sigue siendo difícil tener un hijo con necesidades educativas especiales porque sigue habiendo personas que se basan en un canon de lo que es ser normal y si de desvía de él, ese niño ya es diferente a los demás. Ojalá esa concepción vaya cambiando poco a poco y siga habiendo personas como Emmanuelle Laborit que nos pongan cara a cara con la realidad y nos inculquen el reconocimiento de la diferencia y las minorías.
Para terminar me gustaría ayudarme de una cita de Emmanuelle “El mundo no puede y no debe ser perfecto. Ésa es su riqueza.”
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Enviado por: | Tarja82 |
Idioma: | castellano |
País: | España |