Historia
El Día D en la Segunda Guerra Mundial
Día D
INTRODUCCIÓN:
El tema que se ha elegido es “el desembarco aliado en las costas de Normandía” a fines de la segunda guerra mundial, hecho que tuvo lugar el 6 de Junio de 1944, en el llamado “Día D”.
La operación estuvo al mando del general norteamericano Eisenhower, quien debía desembarcar decenas de miles de hombres en el corazón del imperio nazi. Las fuerzas defensoras estaban al mando del mariscal Rommel, pero este estaba en Alemania el día del desembarco.
La lucha por las playas fue encarnizada, pero el 29 de Junio los aliados ya tenían en Francia 900.000 hombres, y seguían avanzando, en gran medida gracias a la colaboración de la Resistencia francesa. A pesar de los esfuerzos de los alemanes, el 25 de Agosto París fue liberada por el Ejército aliado. La conquista del resto de Francia y Europa occidental se consumó en los meses posteriores.
Se ha decidido investigar este tema porque es de interés saber cuáles fueron las estrategias aliadas y alemanas para tratar de salir victoriosos, sus armamentos, sus ejércitos, sus tácticas y el entorno que rodeaba ambos bandos.
Es de suma importancia investigar ese momento de la historia ya que aquella lucha es recordada en la actualidad tanto por el estudio, como por historiadores y hasta por los video juegos modernos.
El objetivo de esta monografía es corroborar que la información que se brinda a través de los diferentes medios sobre este tema es correcta y brindar al lector la mayor cantidad de información posible sobre aquel conflicto para que también pueda informarse en profundidad sobre ese momento de la historia, que fue una de las estrategias clave aliadas para derrotar el imperio de Hitler.
La metodología a usar para la recolección de información será a través de Internet, investigación bibliográfica y artículos periodísticos.
DESARROLLO:
En el mes de abril de 1943, las restricciones de los viajes civiles en Inglaterra, la intensificación de los ataques aéreos, y el cuadro de las fases lunares y las mareas proporcionaban al mando supremo Oeste (O.B. West) los elementos de un estudio que le permitía fijar “de manera segura” la fecha del desembarco para el 18 de mayo. Pasado el 18 de mayo, por una razón desconocida, los Aliados dejaron pasar la fecha propicia y el peligro se trasladó para el mes de agosto.
De Grecia a Noruega, todas las costas europeas, incluidas las de España y Portugal, fueron designadas sucesivamente como puertas de entrada de la invasión por los alemanes. Tras meses de dudas sobre cuál sería el frente elegido por los aliados para atacar, la información alemana designó desde el litoral de Escalda hasta Normandía, así como las costa Norte de Bretaña, los sectores más amenazados.
Hitler por su lado, pensó de repente que las penínsulas francesas, terminadas ambas en grandes puestos, Bretaña y Cotentin, eran las zonas más tentadoras para un invasor. Esa manera de ver tuvo algunos contradictores ya que la marina, por ejemplo, eliminaba Calvados a causa de sus rocas, el ejército pensaba que los Aliados elegirían la travesía marítima más corta, así como el rumbo más directo hacia el Ruhr, y la aviación creía que ellos estarían sujetos a la duración de actividad de los cazas con base en Inglaterra.
Para este entonces los ejércitos alemanes estaban formados por los mutilados ligeros, los hombres afectados por congelaciones de tercer grado, por trastornos visuales, auditivos, respiratorios, circulatorios, los cuáles serían destinados al Oeste. Toda una división, la 70 L. D., estaba compuesta por dispépticos, por los que había que darles una alimentación especial y pan de régimen. En las divisiones estáticas, la media de edad superaba los 40 años y muchos oficiales eran tuertos, mancos, con una pierna sola, quincuagenarios o sexagenarios. Esta terrible baja de los niveles físico y militar en el Oeste se debió a la terrible sangría sufrida por la Wehrmacht en el frente oriental (2.086.000 hombres fuera de combate en 1943). Un intensivo mestizaje acompañaba esta degradación de la calidad. Las contradicciones de Adolf Hitler eran asombrosas, habia partido del principio de que ððsolo los alemanes debían llevar las armas>>.
El caso del Este era mucho más complicado. La empresa Vlásov había fracasado. Se le había encontrado cerca de un millón de voluntarios, pero la oposición de Hitler a la constitución de un ejército nacional ruso no se había plegado. La intensión del III Reich era utilizar en otros el potencial humano del Este.
A comienzos de 1944, 76 batallones, el sexto de infantería, asistieron en Osttruppen, dando a las poblaciones atónitas el espacio de esos bastiones del Reich ario caracterizados por rasgos asiáticos y hablando todas las lenguas menos el alemán.
Rommel desplazado de Italia por Kesselring, se vio encargado de la misión de inspeccionar las defensas del Atlántico, y luego el mando del grupo de ejércitos B, cuyo sector se extendía desde la frontera germano-holandesa hasta la desembocadura de Loira. Su nombre constituía el segundo argumento con el que la propaganda nazi pretendía demostrar que los invasores de Europa serían arrojados al mar. Sin embargo las órdenes de Hitler estaban de acuerdo con los preceptos de Rommel: prohibición de ceder un metro de terreno, o sea, obligación de batirse a fondo en el Litoral. Una razón particular dictaba esta táctica: tras largas demoras, debidas a los bombardeos Aliados, los artefactos Vergeltung, ððVenganza>>, la bomba volante Vðð y el cohete V-2, iban a ser operacionales. Sus lugares de lanzamiento, cercanos a las costas del canal, debían conservarse a toda costa.
Con todo este gran preparativo, Hitler había pedido a la organización “Todt”, 15.000 puntos con cemento antes del 1 de Mayo de 1943. De 547 cañones de costa, sólo 299 estaban bajo casamata. Lamentablemente para Hitler, faltaba el tiempo y los materiales para terminar con el programa.
Para paliar el fallo del cemento, Rommel hizo un prodigioso gasto de actividad, de inmigración y de energía. La intención de Rommel era llegar a cubrir las costas del Oeste con un bosque de obstáculos que rompa con el empuje de los invasores. Sin embargo, este mariscal que hacía tal esfuerzo para rechazar la invasión occidental sabía que la guerra estaba perdida y que la única manera de limitar el desastre consistía en eliminar a Hitler antes del extremo de la derrota.
El primer contacto que tiene Rommel con la conjuración antihitleriana data sólo desde el mes de Abril de 1944. Los conjurados vacilaron largamente antes de abordar a un soldado cuyo nombre y cuyas virtudes nacionalistas estaban tan vinculadas con la propaganda. Finalmente estos aceptaron la participación de Rommel en la conjuración y éste dio su aprobación a la eliminación de Hitler y al derribo del régimen. Luego se evacuarían todos los territorios del Oeste; se volvería a llevar al ejército a la línea Siegfried; se intentaría tratar con los occidentales, y, si fuera posible, de acuerdo con ellos, se pensarían los medios para contener a los rusos fuera de las fronteras occidentales de Alemania. Para el porvenir, Rommel pensaba en una federación europea fundada en los principios cristianos.
Con los artefactos V, los ejércitos del Oeste representaban, en la primavera de 1944, la gran esperanza del Führer. Él creía que iban a transformar el desembarco en desastre, haciendo desaparecer para mucho tiempo la amenaza anglosajona. Pero Alemania, estaba realmente agotada. El único artefacto que se encontraba para volver a poner sobre ruedas a unos millares de infantes era la bicicleta. La artillería era casi enteramente hipomóvil, lo cual representaba una trágica vulnerabilidad en una guerra de preponderancia aérea. La flota alemana de superficie estaba liquidada. Su último gran barco válido, el Scharnhorst, fue incendiado y hundido, el 26 de Dicembre de 1943, en plena noche polar, en una incursión contra los convoyes de Ártico.
Su hermano, el Gneisenau, yacía hecho una pavesa en el puerto de Gdynia, y el Tirpuz, gravemente averiado, estaba bloqueado.
La flota marina tampoco era mucho más importante. Había gran cantidad de submarinos averiados y los que podían hacerse a la mar estaban en alerta, con los permisos suprimidos, los torpedos a bordo y los soldados y depósitos llenos. Y en cuanto a la aviación, el cálculo de la superioridad anglo-americana es de 50 contra 1.
Desde Marzo, ese dominio del cielo se ejercía en operaciones de intensidad extraordinaria por encima de Francia y de Bélgica. La ofensiva -prólogo evidente de la ofensiva cercana- apuntaba a poner fuera de servicio la red de comunicaciones, y en especial su instrumento más vulnerable, el ferrocarril. Frente a este desastroso panorama el estado mayor alemán trató de leer el gran plan enemigo en el plano de los bombardeos, pero éstos eran tan numerosos y dispersos que era imposible toda conclusión.
El lunes 5 de Junio, el boletín meteorológico dado por la Luftwaffe era de mar agitado, visibilidad reducida, vientos de 5 a 6 m/s y lluvia abundante, condiciones que parecían excluir las posibilidades de un desembarco.
Por parte de los Aliados la preparación técnica de la invasión de Europa se confió, en Diciembre de 1942, al general inglés Frederick E. Morgan. Durante un año, hasta el nombramiento de Eisenhower, ese Commander quedó como una estatua sin cabeza ya que Morgan no sabía bien para quién trabajaba, una de las tantas anomalías de su misión. Los barcos y navíos de desembarco de que se serviría estaban por construirse y aún por diseñar. Por encima de todo, el conflicto de las opiniones británicas y americanas hacía dudoso un desembarco en Europa occidental.
La cuestión más fácilmente zanjada era la de la zona de desembarco. No se podía pensar en Holanda debido a sus inundaciones. Las playas belgas quedaban eliminadas a causa de la violencia de las corrientes costeras. Bretaña presentaba
facilidades tentadoras, pero estaba un poco lejos de las costas inglesas, y sus comunicaciones con el interior de Francia eran defectuosas. El paso de Calais presentaba muchas ventajas, pero estaba poderosamente fortificado y además le faltaban playas propicias. Entonces quedaban en competencia la alta y la baja Normandía. Frente a esta duda Morgan constituyó dos equipos para que intercambiaran argumentos y contraargumentos sobre la exposición y la accesibilidad de las orillas, la pendiente de las playas, la solidez de las organizaciones alemanas, etc. Finalmente se eligió la baja Normandía debido a que era el mejor lugar de acceso.
A comienzos de 1944 se trazó un plan. El desembarco sería ejecutado por tres divisiones, más una división aerotransportada, 16 divisiones británicas y 20 divisiones americanas, la mitad de ellas transportadas directamente desde Estados Unidos, las cuáles llegarían luego a las playas y a los puertos conquistados. El primer objetivo estratégico fue la creación, entre Sena y Loira, de un “alojamiento” de dónde iba a partir la ofensiva general en dirección al Rin. Conforme a lo convenido en Teherán, tendría lugar un desembarco en Provenza a la vez que el desembarco en Normandía. La fecha de la doble operación Overlord y Anvil se fijó párale 1 de Mayo.
El 14 de Enero, Eisenhower tomó su mando, se instaló en Londres, y comenzó a constituir un estado mayor anglo-americano bajo el nombre de SHAEF (Supreme Headquarters Allied Expeditionary Forces). COSSAC fue absorbido por ese gran estado y el planificador Morgan retrocedió al rango de deputy chief of Staff, tras el primer colaborador de Eisenhower, Bedell Smith.
Pero el plan propuesto por COSSAC no resistía a las críticas. Montgomery, que debía mandar el conjunto de las fuerzas terrestres en la fase de desembarco, fue uno de los primeros en sostener que el frente de ataque era demasiado estrecho. Los barcos y aviones adscritos a ese ataque se requerían para la ampliación del desembarco normando. Tras fuertes discusiones, los americanos admitieron el aplazamiento de sine die de Anvil. Además, la fecha inicial de Overlord pasó del 1 de Mayo al 1 de Junio, para reforzar la invasión de Europa con un mes de producción industrial. Moscú, naturalmente, pensaba que se trataba de un pretexto y que el segundo frente no se abriría nunca.
El ejercito aliado estaba formado por 1.750.000 británicos, 1.500.000 soldados americanos, 175.000 soldados del Imperio y 44.000 voluntarios de todas las nacionalidades. Era un ejercito de 3.500.000 hombres y 20 millones de toneladas lo que pesaba sobre el suelo británico.
Era notable que los ingleses llevaban mucho tiempo reflexionando el problema de un desembarco en Europa. Ya en octubre de 1940, Churchill hizo presentar el primer ejemplar de un L.T.C. (Landing Craft Tank), barca chata de portón practicable que permitía desembarcar tanques en una playa. Sola frente a una Alemania cuya victoria parecía sin apelación, Inglaterra preparaba ya la conquista del continente.
Los medios de desembarco se dividían en dos grandes tipos, Landing Ship y Landing Craft. En general un landing craft debía ser transportado o remolcado hasta la proximidad de la orilla, mientras que un landing ship era capaz de hacer las travesías marítimas por sus propios medios. También estaban los D.U.K.W. y D.D., que eran camiones y tanques anfibios.
En lo que respecta al mar, el canal de la Mancha era un mar difícil, lleno de corrientes contradictorias, de mareas desiguales, de caprichos brutales, y los puertos artificiales que se le habían impuesto, como Dover y Cherburgo, habían requerido siglos de trabajo.
El plan aliado consistía en: Los puertos de desembarco que eran sencillos en su principio, habían adquirido una complejidad técnica fascinante. El trabajo se iniciaría de manera clásica hundiendo ante las playas viejos vapores, llamados Gooseberries, equilibrados de cemento rápido. Esos concisos rompeolas se reforzarían con alineaciones flotantes de cilindros de acero y cemento, o Bombardons. Luego se pondrían las piezas maestras: cajones de cemento armado, o Phoenix, altos como casas de cinco pisos y que habrían que remolcarse a través del mar. Los diques así improvisados, de varios kilómetros de largo, protegerían extensiones de agua de un millar de hectáreas en que muelles deslizantes, o Whales, enlazarán con la orilla mediante calzadas metálicas flotantes. Siete liberty ships y una treintena de landing crafts podrían ser atendidos a la vez. La capacidad de un puerto sintético equivaldrían a la de Dover. La duración prevista para la construcción era de quince días.
Un elemento de gran importancia, pero cuya evaluación objetiva era extremadamente difícil, pesaba en consideraciones anglo-americanas: el estado de Francia. Era una aliada, ya que entró en guerra al mismo tiempo que el Imperio británico, y había combatido a su lado hasta su aplastamiento. Sin embargo, era una enemiga ya que había tratado con Hitler y el jefe de su gobierno, Pierre Laval, quien declaró que deseaba la victoria de Alemania. Existía indudablemente en Francia un movimiento popular, una resistencia activa contra el ocupante, pero existían también formas manifiestas de colaboración.
El mariscal del Aire sir Arthur W. Tedder protestó violentamente cuando, pocos días antes del desembarco, le reclamaron 25 de 15.000 de sus aparatos para intensificar los lanzamientos de armas en paracaídas al maquis. Los 808 sabotajes de locomotoras reivindicados por la Resistencia en los tres primeros meses de 1944 no fueron tomados en serio, y se puso en duda el realismo del plan verde, trazado por el B.C.R.A., 571 ataques contra ferrocarriles en el momento del desembarco. Lo mismo pasó en cuanto a las posibilidades de las Fuerzas francesas del interior, en donde fue nombrado jefe supremo el general Koenig. Tras un intercambio de argumentos, SHAEF decidió considerar la Resistencia francesa como una “propina”.
Eisenhower, por su lado, se encontraba en Southwick cerca de Brighton. Churchill tuvo que llebar allí a de Gaulle en su tren especial. Esto hizo que preocupaciones aplastantes y una responsabilidad abrumadora pasaran sobre el jefe supremo.
El D-Day debía ser al día siguiente, lunes 5 de Junio. Centenares de barcos ya habían zarpado cuando, a las 4 hs 30 de la mañana, las condiciones y previsiones meteorológicas llevaron a Ike (contra la opinión de Montgómery) a decidir un aplazamiento de veinticuatro horas. Las alteraciones y perturbaciones que esa decisión provocó en el delicado mecanismo del desembarco, fueron alarmantes. Pasado el 7 de junio, la primera fecha propicia no se presentó hasta el 19 de ese mismo mes. Hubo que desembarcar las tropas, algunas de las cuáles habían pasado ya días a bordo de los transportes, en condiciones de extremada incomodidad. Hubiera sido imposible mantener las rigurosas medidas de aislamiento tomadas desde la última semana de Mayo para conservar el secreto. Un nuevo aplazamiento hubiera impuesto una reorganización completa del desembarco, incluso con riesgo de tener que abandonar la operación. Por otro lado, un desembarco en la tempestad podían convertirse en un desastre, repitiendo en beneficio de Hitler el milagro fatal de la Armada Invencible.
El puesto de Eisenhower, sólido en varios barracones y remolques, se encontraba en un bosque sumergido de humedad, a una milla de la prefectura marítima de Southwick. El tiempo estaba de acuerdo con el sombrío cuadro de los meteorólogos: lluvia fuerte y vientos de 25 a 31 nudos. Todas las radas, de Plymouth a Newhaven, estaban llenas de una multitud de barcos que bailaban en el agua agitada, y en alta mar había fuerte oleaje.
A las 21 hs 30 tuvo lugar una nueva conferencia en la biblioteca de Southwick. El jefe meteorólogo, Group Captain J.M. Stagg, R.A.F., comenzó su exposición dando cuenta de que mantener el desembarco en el 5 (es decir dentro de una horas) provocaría un desastre. Stagg también señaló que el mapa del tiempo presentaa una ligera tendencia a la mejoría: el viento debía moderarse y el cielo descubrirse parcialmente. Frente a este anuncio del pronóstico, la aviación era desconfiada: Los mariscales Leigh-Mallory, jefe de las fuerzas aéreas, y Tedder, adjunto de Eisenhower, dudaban que, con el estado del cielo, pudieran desempeñar un papel los bombardeos pesados y medios.
La Marina estaba ansiosa: el almirante Ramsay hizo notar que la hora de zarpar había de darse dentro de media hora, sin lo cuál los convoyes se verían en la imposibilidad de respetar el horario. Los de tierra estaban más confiados: Bedell Smith subrayó el peligro de un aplazamiento al 19 de Junio y Montgómery se pronunció nuevamente a favor de la ejecución. Dadas las opiniones, el peso fatídico volvió a caer en los hombros de Eisenhower. Finalmente y de mala gana, Eisenhower dio la orden de ejecución.
Dos ejércitos participaron del desembarco. Al oeste, el I ejército americano, gneral Omar Bradley, que puso en acción sus cuerpos 5ª y 7ª, cada uno con una división reforzada. Al este, el II ejército británico, general sir Miles Dempsey, que puso en acción sus cuerpos 1º y 3º, uno con dos divisiones, otro con una sola. Los americanos se embarcaron en los puertos comprendidos entre Salcombe y Poole; los británicos en los puertos comprendidos entre Solent y Newhaven. Diez divisiones, llamadas de follow up, siguieron inmediatamente a las unidades de asalto. Se embarcaron entonces en las dos alas, los americanos en Plymouth y en Falmouth, y los británicos en la embocadura del Támesis, en Sheerness, Southend y Harwich.
La travesía del Canal ha exigido un plan, llamado Neptuno, de una extraordinaria complicación. Se trataba de hacer cruzar un mar difícil, minado por amigos y enemigos, a 4.126 medios de desembarco repartidos en 26 categorías, la mayoría de los cuales se destacaban por sus malas condiciones náuticas, estando todos ellos tripulados por marinos de ocasión. Esa masa de medios de desembarco, debido al horrible clima que se presentaba, así como la mayor parte de los 1.213 barcos de guerra que les escoltan y apoyan, debían pasar por una verdadera estación reguladora, una zona llamada Z y con el sobrenombre de Piccadilly Circus. De 10 millas de diámetro, tenía su centro a 18 millas al sudeste de Wight. A cada formación o convoy se entregaban cuadros de marcha extremadamente rigurosos, llamados Mikey Mouse Diagrams.
De Piccadilli Circus partía “the Spout”, el Colector, que se abría en trompa hasta una líneapunta desde Barfleur a Cap d' Antifer. El Spout atravesaba el gran campo de minas alemanas amarradas en medio del Canal por cinco pares de canales, tráfico lento y tráfico rápido, en vías de limpiado. La operación comenzada en la tarde del 5, prosiguió si que parezca despertar la atención del enemigo.
Saliendo del Spout, los convoyes harían camino en abanico hacia cinco zonas de desembarco, que correspondían cada una a una división. De Oeste a Este, llevaban los nombres convencionales siguientes: UTA (4º división Estadounidense), Omaha (1º división estadounidense), Gold (50 división británica), Juno (3º división canadiense) y Sword (3º división británica).
La mayor parte de los barcos de combate debían apoyar el desembarco con tiros contra los objetivos terrestres. Los demás vigilaban las entradas del Canal o tendían pantallas contra los submarinos y torpederos enemigos. Por débiles que estaban los alemanes en el mar, no eran del todo inofensivos. En Mayo, un grupo de S-Boots
intervino en un ejercicio de desembarco , hundiendo 3 preciosos L.S.T. y ahogando 700 soldados y marinos. El apoyo aéreo no era menos gigantesco que el apoyo naval. El mariscal de Aire sir Trafford L. Leigh Mallory tenía a sus ordenes 13.000 aviones operacionales, de ellos 11.590 disponibles. Esa tremenda aviación había abierto grandes huecos en el muro del Atlántico, en especial poniendo fuera de servicio la mayor parte de los 64 radares, que, desde el Texel al cabo Frehel, vigilaban las orillas. El día D debía dedicar toda su potencia al aplastamiento de las defensas costeras. Por desgracia, a causa del mal tiempo, se temían errores que pudieran aniquilar a las tropas amigas.
La hora del asalto había dado lugar un arbitraje de ventajas y de inconvenientes. Se había preferido un desembarco matinal por temor a la confusión que podía provocar la noche. En cuanto a la marea, hubiera sido racional haberla utilizada para tratar de llegar lo más adelante posible; sin embargo, se prefirió la marea baja, engañando así la expectación de Rommel. Teniendo en cuenta las variaciones de la hora local de la bajamar, el abordaje a las playas se había fijado a las 0630 para UTA y Omaha, las 0725 para Gold y Sword, y las 0735 y 0745 respectivamente para la derecha y la izquiera de Juno. Las cinco zonas de desembarco no estaban juntas ni era iguales. Cada una presentaba un problema particular y había tenido que ser objeto de un plan especial.
Sword se extendía desde la desembocadura del Orne a la pequeña estación balnearia de Lion-sur-Mer. La costa era uniformemente llana y arenosa. La forma envolvente de la orilla facilitaba concentraciones de fuego sobre los barcos. Esa zona era importante por la proximidad de Caen. La ciudad, considerada como la puerta de salida de Normandía hacia Paris, debía estar tomada el mismo día D. Dura tarea, para la cual se había yuxtapuesto al desembarco en las playas un desembarco aéreo. Mandada por el comandante general Gale, la 6º división británica aerotransportada se encargó de la operación. Su misión consistía en apoderarse de la orilla derecha del Orne para cubrir el flanco izquierdo de la invasión.
Ocho Km. al oeste de Lion-sur-Mer comenzaba la zona de Juno. La costa tenía delante bajos fondos rocosos que hacían difícil un desembarco con la marea completamente baja, lo que había llevado a retardar ligeramente la hora del asalto. En el transcurso del primer día, se debía superar la carretera de Bayeux a Caen y apoderarse del aeropuerto de Carpiquet.
En la zona Gold, la 5º división británica y la 8º brigada blindada debían poner pie desde el caserío de La Reviére al casería de Hamel. Bastante inhospitalaria, la costa estaba mucho menos habitada que en torno a Riva-Vella. El plan preveía que las tropas desembarcadas se extenderían hacia el oeste, para apoderarse de Arromanches-les-Bains, donde se construiría un puerto Mulberry.
Omaha Beach se extendía desde Port-en-Bessin hasta la punta y la corriente de la Percée. La playa dominada por un espeso cinturón de dunas, solo estaba comunicada por caminos arenosos. Esos senderos encajados, constituían las únicas salidas de Omaha Beach y los elementos del ejército que constituían la primera oleada de asalto.
Más allá, el terreno seguía siendo desfavorable para un ejército muy motorizado. La llanura despejada de los alrededores de Caen se convertían en matorrales, cubierta de campos de manzanos y compartimentada en multitud de parcelas cerradas por desniveles de tierras y espesos cercos. Naturalmente pantanoso, inundado por alemanes, su valle era infranqueable entre la aldea de Trévieres y su pequeña cuidad de Isigny. El plan preveía que ambas localidades serían alcanzadas en la noche del desembarco.
Utah Beach planteaba problemas aún más difíciles. La playa, decía Ike, era miserable, ancha pero fangosa y rodeada de un cinturón de pantanos.
La gran operación aerotransportada americana se debía llevar a cabo por dos divisiones, 13.200 paracaidistas, 822 aparatos de transportes, y 900 planeadores. Para los paracaidistas la hora H era medianoche. Abordaban el Cotentin no por el este, sino por el oeste, como si hubieran partido para Bretaña y en medio del mar cambiarían de repente de inspiración, sus aviones pasaban todos por un punto Elko, al norte de Southampton. Luego avanzarían hasta un punto Hoboken, giraría 90 grados, cambiarían otra vez de rumbo antes de llegar a la costa, en los puntos Peoria y Reno, y, diez minutos después, debían estar encima de sus seis dropping zones, cuatro al este y dos al oeste del Merderet.
Tal era el esquema muy simplificado de esa gigantesca operación Neptuno, fase inicial de la invasión de Europa, u Overlord.
Exactamente después de medianoche (ya 6 de Junio), seis grandes planeadores Horsa, de la 6º división aerotransportada británica, cruzaron la costa francesa por encima de Houlgate. Uno de ellos se posó en las alambradas que protegían el puente Bénouville, sobre el canal de Caen. Otros dos se posaron al lado del puente de Ranville, sobre el Orne. Al entrar en acción, fue una gran sorpresa al ver que en menos de un cuarto de hora, los dos puentes pertenecían a la 2nd Oxforshire and Buckinghamshire Ligth Infantery. Durante ese tiempo, los Pathfinders aterrizaron en las dropping zones. Era la una de la madrugada cuando el grueso de la 6º British Airborne empezó a caer o a deslizarse desde el cielo.
En el otro extremo del frente del asalto, en el Cotentin, la operación aerotransportada americana había comenzado en el mismo momento. El ataque de los Pathfinders había comenzado 15 minutos después de medianoche, el cielo estaba nubloso, la tierra brumosa y la luna intermitente. Cincuenta minutos después de las 12, al este de Montebourg, el teniente coronel Hoffmann, jefe de un regimiento de la posición de la 709 I.D., vio en un rayo de luz unas corolas que se acercaban al suelo. Frente a esta visión, los centinelas de Hoffmann tiraron y les respondió una pistola ametralladora americana.
A las 1 hs 11, el 84 cuerpo alemán, en Saint-Lô, recibió de Caen un mensaje de su 716 I.D.: “Paracaidistas al este de las bocas del Orne, región de Ranville-Bréville y
Límite norte del bosque de Bavent”. A las 1hs 45, también recibió de Valognes un mensaje de su 709 I.D.: “Paracaidistas enemigos al sur de Sainte-Marie-du-Mont. Segundo grupo al oeste de la carretera general Carentan-Valognes, a ambos lados del Merderet”.
A las 2 hs había nuevas informaciones de Caen y Valognes. Habían sido capturados paracaidistas. Pertenecían a la 3º brigada aerotransportada británica y a los 501, 505 y 506 regimientos de paracaidistas americanos.
Al este del Orne, las principales misiones de la 6º Airbone habían sido cumplidas. La cabeza del puente de Ranville se había consolidado, el castillo de Varavilla quedó tomado y cayó la batería de Merville, que había sido atacada a las 2hs 45 por el 9º batallón de paracaidistas. A las 3 hs 45, tras un vivo combate, el teniente coronel Ottway soltó una paloma mensajera con el mensaje “batería tomada”. A las 3 hs 30, aterrizó el general Gale, con la tercera oleada, que llevaba el material pesado. Su división se apoderó el Orne y capturó prisioneros pertenecientes a la 716 I.D. y a la 21 Pz. Sus pérdidas fueron 4.800 hombres.
La operación aerotransportada americana era mucho más complicada. Los pantanos y las inundaciones causaban víctimas, muchos paracaidistas tenían que hacer inmensos esfuerzos para salir de los pantanos y algunos se ahogaban bajo el peso de sus mochilas.
En la 101 Airborne, el 502 regimiento debía tomar las aliadas Norte de Utah Beach, las aldeas de Saint-germain y Saint-Marin-de-Varreville, Mecieres, Audouville-le-Hubert, el 506 debía tomar las salidas Sur, las aldeas de Houdienville, Pouppeville, Sainte-Marie-du-Mont,, y el 501 debía establecerse en el Douve, al norte de Carentan. Pero la bruma, el viento y la D.C.A. estropearon esos planes. Al amanecer, muy pocos alemanes de la 101 estaban el las localizaciones donde debían encontrarse conforme al programa. Pero la irrupción de tantos soldados del aire en sus retaguardias había desorganizado la guardia costera alemana.
Durante esa misma mañana del 6 de Junio, el general jefe de la 91 división de la Fallschirmjäger, Wilhem Falley, enemigo de las fuerzas aliadas, había decidido volver a su C.G. cuando el retumbar de los bombardeos aéreos lo habían convencido de que en el día naciente iba a haber acontecimientos serios, incluso su propia muerte. Aquello fue un golpe fuerte ya que la división que defendía el centro del Cotentin había perdido a su jefe al comienzo del combate.
En la otra orilla del Merdert, la suerte le sonreía al 505. El episodio de la toma de Sainte-Mère-Église era el más célebre del desembarco. El teniente coronel Edward C. Drause reagrupó rápidamente a su gente, y, para el asalto de la localidad, dio orden de utilizar solo la granada y el puñal. Los alemanes eran una treintena, más el personal de un convoy de paso, pero rápidamente fueron muertos o capturados.
Durante esas batallas, se propagaba la alerta por los escalones del mando alemán. Un poco antes de las 6, el jefe del estado mayor Blumentritt llamó a Berchtesgaden, al adjunto de Jodl, Warlimont, le informó de las decisiones de su mariscal y le afirmó que la invasión se había desencadenado.
En el mar el viento soplaba con fuerza, las olas blanqueaban y el mareo hacía sufrir a la mayor parte de los pasajeros de la Gran Travesía. En el horizonte, rumores y relámpagos indicaban el terrible tratamiento que recibía la costa normanda. En los barcos había una calma absoluta, pero en la tierra se presenciaba un diluvio de fuego.
A las 0229, el L.S.H. Bayfield, llevando al general Lawton Collins, jefe del 7º cuerpo Estadounidense, anclaba, con 17 brazas en el fondo, a 11 millas a la altura de Utah Beach; veinte minutos después, el L.S.H. Ancon, llevando al general Gerows, jefe del 5º cuerpo, anclaba en las mismas condiciones ante Omaha. Esto se dio gracias a que entraron en acción en columnas de escuadras, los barcos especializados, L.C.T. encargados de echar a nado a los barcos anfibios; otros L.C.T. cargados de tanques corrientes; L.C.F. llevando la D.C.A.; L.S.T. repletos de hombres y de material; y los L.C.R. con las baterías de lanzacohetes.
A esa flota de fondo plano, la distancia de la costa le imponía una navegación de tres horas por olas todavía de un metro. La fuerza U, avanzando hacia Utah Beach, protegida por la avanzada del Cotentin, entró poco a poco en aguas más tranquilas. La fuerza O, al contrario, continuaba su despiadado movimiento de corcho, mientras que poco a poco, como de mala gana, se levantaba el día.
Ante las playas atribuidas a los ingleses, la aproximación había sido un poco más tardía. A las 0505, en el momento en que la noche comenzaba a disolverse, fulgores verdes al ras del agua mostraban que el X-20 y el X-23 estaban en su sitio de señales habitadas. Unos momentos después, los barcos, incluido el Warspite y el Ramillies, fondearon anclas, y los aviones de la Fleet Air Arm, tendieron un telón de humo para enmascarar la flota a las baterías pesadas de El Havre. Pero de la niebla artificial surgieron tres torpederos, T 28, Möwe y Jaguar, tres moscas y una treintena de hombres, un centenar de toneladas, que atacaban a los señores del mar. Ese ataque alemán, insignificante e intrépido, mostró que la aproximación de la flota de invasión ya se conocía. A las 0309, uno de los últimos radares alemanes había observado al fin numerosos navíos a la altura de Port-en-Bessin. El almirante Krancke había dado orden de intervenir a las flotillas de Cherburgo y de El Havre.
Partían de tierra algunos cañonazos. En el aire, una carga de 1.630 Liberator de la U.S.A.F. reveló a los Lancaster de la R.A.F.. En el mar, los acorazados y los cruceros habían llegado a las Fire Support Areas, en el límite de los fondos de 10 brazas. Sus cañones abrieron fuego a las 5 hs 30 contra Sword, Juno y Gold. En Omaha y Utah, la batalla no comenzó hasta las 5 hs 50, al preferir los americanos la sorpresa a la longitud de la operación. Los medios de desembarco estaban a 3.000 metros de las playas. La marea estaba en lo más bajo y el sol todavía no había salido.
En Utah Beach, uno de los primeros americanos que puso el pie en tierra francesa, exactamente a las 0639, fue el general de brigada Theodore Roosevelt Jr. Por todos lados, los cohetes tirados por los L.C.R. hacían un ruido infernal. Roosvelt, que se
había centrado en el estudio del terreno, no comprendía lo que pasaba. Sobre esa playa errónea, pero fácilmente conquistada, el desembarco se organizaba admirablemente. Algunos barcos, entre ellos un L.C.T., se habían hundido por minas, pero los equipos especiales, Underwater Demolition Teams, destruyeron rápidamente los obstáculos y quitaron los detonadores a las trampas.
Ante Omaha Beach, el mar había conservado su fuerza. Rompientes de espuma invadían el litoral. A la izquierda, 32 tanques anfibios fueron lanzados a 5.000 metros de la playa, pero sus flotadores estaban hachos para aguas tranquilas, y todos, salvo dos, se hundieron con sus tripulantes. A la derecha, otros 28 D.D. debían ser lanzados en las mismas condiciones: valorando correctamente el estado del mar, el teniente commander Rockwall detuvo sus L.C.T.
No era el cañón el único que participaba. Ráfagas de armas automáticas barrían el lago talud descubierto por la marea. Los hombres que desembarcaban de los L.C.V.P. caían en las olas, o, si llegaban a salir del agua, trataban de huir por la arena. Los más afortunados alcanzaban el dique que limitaba con la playa. Pero la suerte no era tan grande: los ametralladores y los artilleros alemanes tiraban contra los que allí llegaban. En Marzo, Rommel había pasado por aquel sector y sosteniendo como siempre que las tropas dejadas en reserva no servirían para nada, hizo avanzar a primera línea a la 352 I.D. Los americanos esperaban caer sobre un sector ocupado por un viejo regimiento de la 719 división de posición; cayeron sobre una división de buena calidad, cuidadosamente atrincherada.
En la punta del Hoc, un error de identificación retardó el salto. Los L.C.V.P. y los D.U.K.W. que trasportaban al batallón de los Rangers se dirigían hacia la punta de la Percée, pero el coronel Rudder, cuyo nombre significa timón, se dio cuenta de la equivocación y lo rectificó. Al llegar los Rangers al lugar deseado, descubrieron que los alemanes habían retirado los seis 155 mientras acababan de construir sus defensas. Poco después, los aliados descubrieron cuatro de las fortificaciones alemanas bajo sus Día D redes de protección, junto a la carretera de Vierville a Grandcamp y las destruyeron.
Al final de la mañana, la situación en Omaha Beach era alarmante. Tras los D.D., los camiones anfibios D.U.K.W. se habían hundido con la artillería que llevaban. La playa estaba repleta de material destruido.
La marea, al subir ahogaba a los heridos. Las oleadas de asalto seguían llegando, y los hombres desembarcaban con el agua al cuello. Los únicos americanos que lograron salir de Omaha Beach fueron el coronel Canham, jefe del 116 R.I., el general de brigada Cota, segundo jefe de la 1º I.D. y algunos soldados que lograron llevar consigo.
Entre los británicos, también el mar hacía estragos. Se tragó una cincuentena de viejos tanques Centaur equipados con cañones del 95 para dar a las oleadas de asalto un apoyo móvil de artillería.
Al final de la mañana en la zona Gold, el punto de apoyo Hamel seguía defendiéndose, pero la 50 división se extendía hacia Arromanches y Vert-sur-Mer. En la zona Juno, el punto de apoyo de Courseulles también seguía resistiendo, poro los canadienses lo contornearon y se elevaron por las colinas. En la zona Sword, el punto de apoyo de La Bréche había caído, y el comando Nº 4, incluyendo dos secciones francesas del comando Nº 10, atacó Ouistreham. Finalmente la 6º Airborne, reforzada por un desembarco de planeadores, se organizó en el enclave Ranville-Bénouville.
Por el lado alemán, Jodl se había comunicado vía telefónica con Rundstedt para informarle una dificultad que se había presentado: las dos divisiones que el feldmarschall creía poder manejar directamente no se debían desplazar sin autorización del Führer, el cuál dormía. Resignación sarcástica decía Speidel.
Para este entonces, Rommel se encontraba por las carreteras. Informado de la ofensiva a las 6 hs 30, había renunciado a su audiencia con Hitler y acudió a hacerse cargo de su mando. Por lo demás, no estaba convencido de que se trate del verdadero asunto; más bien creía en una diversión para atraer las reservas alemanas a la baja Normandía. En torno a la desembocadura del Somme, decía Rommel, es donde el enemigo dará su gran golpe.
A mediodía, Churchill se levantó en los Comunes. Exasperó la curiosidad hablando durante veinte minutos de la toma de Roma, de que ya no se preocupaba nadie, y luego describió en términos grandiosos el desembarco en curso,<<Hasta aquí -decía- todo se desarrolla de acuerdo a los planes>>.
En el Obersalzberg, Hitler despertó de su larga siesta. El gran informe había de tener lugar en el castillo de Klessheim, a hora y media de auto, en honor del nuevo jefe del gobierno húngaro, general Stojai, el cual había sido el invitado oficial. No se había cambiado nada en el programa. Ante el mapa de Normandía, Hitler bromeaba en dialecto austríaco:<<¡Miam Miam! Vienen a que se los coma el Gran Lobo. ¡Bueno!>>. Para no desafiar al Führer, todos reían ante sus bromas. Hitler aprobó luego a Jodl por su aviso matinal sobre la dificultad que se había presentado, ya que él también pensaba que no se trataba de la verdadera invasión.
En el Cotentín, la lucha seguía despacio. El sol brillaba, salvo algunos disparos de fusil, todo estaba tranquilo, Utah Beach y los caminos que a ella llevaban, estaban embotellados. A las 1215, se hizo el enlace con el 501 de paracaidistas, que acababa de conquistar Pouppeville, a pesar de una fuerte resistencia. A las 1200, se hizo en Audouville-la-Hubert, con el 502. Los pantanos costeros, estaban atravesados, y la 101 Airborne, había cumplido su misión.
En el interior, la toma de Saint-Mère-Église, había cortado la carretera general de Cherburgo y dio a los americanos el dominio de la región alta situada entre los pantanos costeros y los bajos fondos del Merderet. El regimiento Nº 1058, 709 I.D., atacó llegando del norte: Fue detenido en la aldea de Neuville-au-Plain. Un ataque procedente del sur, fue también rechazado. Muchos paracaidistas fueron hechos prisioneros al oeste del Merderet. Otros se reagruparon en torno a la aldea de Amfreville.
En el sector de Omaha, el Teniente general Dietrich Kraiss, jefe de la 352 I.D., anunció que había detenido la invasión en la playa misma. Pero Kraiss estaba inquieto por su derecha, amenazada de desbordamiento por el avance inglés. Entonces decidió dirigir hacia el este al 915 R.I., al mando del Coronel Meyer, dándole orden de contornear Bayeux y de contra atacar entre Bazenville y Crépon.
Ahora bien, los americanos superaron su aplastamiento. Por vivo que era, el fuego alemán no tenía densidad ni continuidad, ya que la playa solo estaba defendida en fin de cuentas, por un batallón reforzado del 914 R.I.
El mando alemán orientó su atención sobre todo hacia su derecha, hacia Caen. Un poderoso instrumento de guerra se desmoronó: La 21 división blindada, con 16.000 hombres, 127 Pz. Kw. 4, 40 cañones de asalto, 28 piezas del 88, etc.
En Oppeln, la defensa de apresuraba. Su tarea, que era cortar el dos el asalto inglés, se volvía cada vez mas difícil. El único paso practicable del Orne, era un puente de Caen, que seguía en pie.
El encuentro era duro. Rechazados, los tanques trataron de contornear Biéville por el valle de Periers. Destacamentos de la Shropshire Light Infantry y la Staffordshire Yeomanry destruyeron una media docena. Cayendo del cielo, ocho bombarderos en picada, incendiaron otros varios. El regimiento volvió atrás y se reagrupó en las afueras de Caen, su intención había impedido la conquista de la ciudad en el primer atardecer. No se había impuesto un golpe de freno a la invasión.
El contra ataque del 192 Pz.Gr., había ido mas lejos. Cayendo en el intervalo de las zonas Sword y Juno, los granaderos despejaron los centros de resistencia de Saint-Aubin, Luc y Douvres-La-Délivrande, se ponían a la defensiva y esperaban a los tanques, lo cual fue una espera en vano.
En el resto del sector británico, la situación era satisfactoria. La tercera división canadiense, había ganado varios kilómetros y la 50 división, reforzada por los primeros elementos desembarcados de la 7ª Armoured, se acercó a Bayeux.
Las tropas de asalto estaban fatigadas y los alemanes no tenían medios para lanzar un contra ataque nocturno.
La aviación de noche, se volvía a poner al trabajo, su misión era aislar el campo de batalla para impedir el acceso de las reservas enemigas.
Antes de caer la noche, el jefe de información del 84 cuerpo alemán, el Comandante Hayn, había ido a apostarse en Cabourg, para ver con sus propios ojos el desembarco. La Luftwaffe, había estado completamente ausente en el curso de la jornada. La división de caza alemana, esperada en Metz, había sido totalmente destruída, y, con la excepción de tres F.W.-190, prontamente puestos en fuga, ningún avión de cruz negra se había mostrado sobre el campo de batalla normando.
A medianoche, 75215 británicos y 57500 americanos, mas 15.500 americanos y 7.900 británicos de las formaciones aerotransportadas, en total mas de 155.000 hombres, habían puesto pie en Francia. Las Follow Up Divisions, 29 y 90 americanas, 51 y 7ª blindadas británicas, estaban en pleno desembarco. Rommel tenía razón: perder la batalla de las playas, significaba Europa abierta a la invasión.
Tácticamente, los objetivos asignados para el 6 de junio por la noche, no se habían alcanzado en ninguna parte. En el Cotentin, el terreno conquistado era la mitad de lo previsto, el establecimiento de una cabeza de puentes sobre el Merderet, había fracaso, y al sur de Saint-Mère-Église, un batallón giorgiano cortó la carretera de Cherburgo. Ante Omaha Beach, los alemanes habían acabado por ceder Colleville y Saint-Laurent-Sur-Mer, pero la penetración no superó en ninguna parte los 1.500 metros.
En el sector británico, habiá faltado un toque de inspiración y de audacia para que los brillantes éxitos de la mañana, se convirtieran en objetivos del fin del día. La continuidad de la cabeza de puente, no se había realizado, ni Caen ni su aeropuerto, estaban tomados. Ante Bayeux, la 56 brigada, había detenido su avance a las 2030,
cuando tocaba la ciudad intacta y vacía de enemigos. Pero a pesar de esas decepciones, la jornada era una magnífica victoria. América e Inglaterra vibraban de orgullo y la Europa cautiva vibraba de esperanza. En Francia, los agitadores, corrían a las armas, cortaban las líneas telefónicas y tomaban posiciones a lo largo de las carreteras para acosar a las columnas alemanas. Los ferroviarios huían de los trenes de tropas, saboteaban las locomotoras y las agujas. Habiendo rehusado definitivamente asociarse a los mensajes de los jefes de estado europeos, de Gaulle, lanzó por la noche una proclama que casi permitía pensar que las tropas francesas combatieron solas por la liberación del territorio nacional: Ni un saludo se dirigió, ni una palabra de agradecimiento se pronunció para los millares de jóvenes que habían venido de Kansas, de Oregon, de Québec, de Lancashire, de Saskatchewan, de todas las partes del Imperio británico a morir en tierra francesa. La cólera y el rencor segaron a de Gaulle. El 6 de junio, fue sin duda, en toda su grandiosa existencia, su día menos bueno.
Día D
CONCLUCIÓN:
El día D fue todo un despliegue de preparativos y planes de ataque y defensa. Para los aliados, el gran día tuvo numerosas postergaciones y para los alemanes fue todo una incógnita.
Hubo muchos conflictos, como por ejemplo los enfrentamientos entre los aliados para designar cuál sería el mejor frente y la mejor forma de ataque. Los alemanes que se creían invencibles, sufrieron las consecuencias de la impuntualidad de los preparativos ya que llegado el día, tenían menos de la mitad de los armamentos e instrumentos bélicos que habían encargado.
El clima fue todo un obstáculo para los aliados debido a que la lluvia, la niebla, la marea alta y el mar agitado dificultaron el desembarco. Otro gran obstáculo natural que los alemanes aprovecharon como medio de defensa fueron las características de las playas ya que todas presentaban particulares problemas.
Sin embargo, a pesar de todos aquellos inconvenientes, el Día D se llevó a cabo como se pudo, el cual culminó con la derrota de la defensa alemana.
A pesar de que no se habían cumplido con todos los objetivos de las misiones aliadas, hacia el final del día la defensa alemana había sido reprimida y Francia había sido liberada, cosa que nunca agradeció sino que al contrario, se mostró como si hubiera sido ella sola la salvadora del estado francés.
Día D
Bibliografía:
Raymond Cartier La Segunda Guerra Mundial
Larousse-Paris-Match
París-Buenos Aires-México
Stephen Badsey Batallas de la Historia
Normandía 1944
Ediciones de Prado
Alonso María entre otros Historia Mundial Contemporánea
Puerto de Palos
Buenos Aires, 2002
Microsoft Encarta 2000 “La Guerra de Normandía”
http://usuarios.lycos.es/juanluis123/dia_D.htm
Comandante del Grupo de Ejércitos B.
Apodo con el que se identificaba a Adolf Hitler.
Comandante de las Fuerzas Terrestres Aliadas.
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Enviado por: | Ezequiel Delnero |
Idioma: | castellano |
País: | Argentina |