Política y Administración Pública
El crepúsculo de las ideologías; Francisco Fernández de la Mora
ÍNDICE
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DESCRIPCIÓN DE LA OBRA
La primera edición de esta obra se publicó en 1965, se hace esta aclaración pues la edición que ahora describimos es de 1986, por lo que hay que entender que el contexto histórico no es el mismo, ni en ese momento ni mucho menos ahora en 2006.
La introducción nos viene dada por Vicente Palacio Atard. Se nos exhiben diferentes prólogos: el de la primera, segunda, quinta y el de la presente edición.
Me remitiré hacer un repaso por los diferentes capítulos de la obra, y al final en el que pertenece a la conclusión, lo que haré será contribuir con mi propia perspectiva.
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ANTICIPACIONES
Tras haber superado la sociedad contemporánea la fase de las ideologías hay cierto sector sociedad de la época que trata de revivir con nostalgia aquel período de las ideologías, lo que el autor trata de de descomedimiento anacrónico.
Aclara que analizar este asunto es harto complicado porque hay una gran dicotomía entre las circunstancias que rodean a una sociedad con y sin ideologías.
Rebusca en el interior de aquello que dicen los rechazan las ideologías para descubrir que detrás de todo este asunto está el tecnocratismo. A través del cual se plantea un paralelismo entre el político y el ingeniero. A lo que pone una serie de objeciones, entre la más llamativa, las ideologías son demasiado simples como para que alcancen el rigor de la pereza científica.
La crítica principal a las ideologías es que las considera pseuodoideas. La alternativa no es la tecnocracia sino la ideocracia. El hombre obra por ideas racionales, los desmontadores de las ideologías no son los tecnócratas, sino los que se esfuerzan por someter la vida social a la soberanía de las ideas rigurosas y exactas.
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HACIA UN CONCEPTO
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Cuatro acepciones
El autor va a trasladarnos al plano semántico del vocablo recién nacido de las ideologías. Para ello distingue entre ciencias de las ideas, prejuicio, epifenómeno y filosofía vulgarizada.
Ciencia de las ideas es una idea invocada por Destutt de Tracy que llega a la conclusión de las ideas se componen de sensaciones y de que pensar equivale a sentir. Para Balmes que llamó ideología pura a aquella parte de la metafísica que tiene por objeto el orden intelectual puro.
Para Bacon son nociones erróneas que dificultan el hallazgo de la verdad, cobrando este vocablo su acepción filosóficamente negativa.
Es Marx el que da un giro de tuerca más al asunto sintetizando que las ideologías son el resultante de las relaciones económico-sociales. La superestructura, ya sean instituciones o ideologías, dependen de la estructura económica, o sea de las relaciones de producción.
En el sentido más estricto las ideologías son la versión popular y pragmática de un sistema de ideas. Por lo que se pueden reducir a un credo político.
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Ideologías e ideas
Las ideologías son un conjunto de conceptos, juicios y raciocinios. Es una clase o especie de idea que no se puede pensar ni obrar racionalmente sin tener ideas. Hay que hacer una serie de aclaraciones para poder y perfilándola.
Es un conocimiento práctico que conduce a la ejecución de un determinado acto. Es algo incitador, pragmático y operativo. Su eje central descansa sobre un conjunto de recomendaciones o preceptos.
Son consignas para un hombre en sociedad, no para un solitario. Trata de estructurar la sociedad y configurar el Estado.
Producto para el consumo de las grandes masas, es lo que ve a motivar al populacho.
Son siempre fáciles, simples y publicitarias. Tratan de buscar un efecto inmediato.
Las crea el intelectual y al popularizarse adquieren el carácter de creencias. Se tiene ideas, pero en las ideologías se está. No son razonadas sino admitidas, afirmadas, vividas y sentidas. Es lo más parecido a un mito.
Se está con ellas o contra ellas. Son consignas dogmáticas, acaban condicionándolo todo. Como el comunismo: desde la biología a la metalurgia nada escapa a su vasallaje. Su exactitud llega a ser infranqueable.
Son los límites últimos de lo que se pretende conseguir., no suele contener precisiones ni detalles sobre los procedimientos que van a seguir para lograr lo que pretenden. Lo ideológico no suele se honestamente realista.
Una ideología es una filosofía polítca popularizada, simplificada, generalizada, dramatizada, sacralizada y desrealizada. Deforma y radicaliza la verdad, lo que en un principio podía ser justo y exacto.
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Opinión e ideología
Se llega a la conclusión de que las ideologías no son más que opiniones colectivas acerca del bien común. Afirma que como el vacío de una evidencia lo llena una opinión, el vacío de las ciencias sociales lo llena una ideología, o sea una opinión colectiva, vulgarizada y radicalizada sobre la cosa pública.
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La función tensora
En toda sociedad debe haber un mínimo de tensión controlable que le de cierto dinamismo y posibilite el progreso. Los dos grandes factores de tensión social son los intereses y las ideologías. El que se mueve por el interés lo hace por razones económicas. El que está motivado por las ideologías es esencialmente maximalista., las ideologías son integristas por naturaleza. Una ideología integrista es lo contrario de un interés porque descarta la negociación. El integrismo es la meta natural de toda ideología.
Los integrismos de signo revolucionario acaban en el negativismo, violencia y el error. No hay integrismos resistentes y atrincherados; todos son agresivos y colonizadores. Hoy por hoy los sectores integristas no se encuentran en los grupos tradicionales, sino en los sectores más jóvenes. Tampoco suelen darse entre los buenos creyentes en una religión, sino más bien entre los secuaces de las ideologías.
El pactismo entre las ideologías y el integrismo es inflexible repele la transición: o todo o nada. La estricta ideología no se deja someter a la valoración económica, lo que la haría negociable.
Los intereses pueden llegar a tener una defensa jurídica, las ideologías la única defensa que conocen es la violencia. La capacidad agitadora de las ideologías en ebullición es muy superior a la de los intereses.
A veces en las raíces de las ideologías se esconden unos intereses disfrazados, pero hay muchos intereses que no desembocan en ideologías, como por ejemplo los que son exclusivamente individuales. Afirmar lo contrario es negar la condición moral de hombre.
Hay intereses justificados con ideologías; otros que reconocemos contrario a toda justificación, es decir ilegítimos; y muchísimos que se justifican con razones, o sea con una ética. Por lo tanto la diferencia entre ideología e interés es categórica.
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Dialéctica de las ideologías
El ciclo de las culturas no es exactamente paralelo al de las ideologías, ya que pueden ser varias las que pervivan a la vez en un mismo ámbito cultural.
La vida de las culturas es realmente moderna y hace su puesta de largo en sociedad con la intervención de las masas en la vida colectiva, con el desarrollo de los medios de comunicación y la secularización del saber y la moral. Desde el punto de vista sociológico las ideologías sufren un proceso de crecimiento, pero desde el punto de vista intelectual se trata de una degeneración progresiva: las ideas a medida que se masifican y disuelven, pierden autenticidad y ley, se degradan. El declive de una ideología se parece en algunos puntos al de una religión.
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LA APATÍA COLECTIVA
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El fenómeno
La cuestión es el elevado abstencionismo que se produce en los procesos electorales que cada vez es mayor. Esto viene acompañado por una apatía generalizada a casi la mayoría de los asuntos que tienen que ver con la política, y que se extiende por casi toda Europa.
A pesar de que se han mejorado las técnicas electorales y se han puesto en marcha una serie de mecanismos para posibilitar el acceso al voto, no se ha conseguido parar esta continua tendencia a la no participación electoral.
También disminuyen los adheridos a los partidos políticos, y pasan a engrosar las filas de los neutros. La retórica política ha bajado la intensidad de sus discursos por lo que las masas ya no son mortificadas con machaconas arengas. Las masas han perdido ingenuidad emotiva y han ganado en objetivo criticismo.
La Prensa política prácticamente ha desaparecido o esta reservada para una minoría, para convertirse en una más sensacionalista. Por otra parte las gentes dedican cada vez menos tiempo de su ocio a la cosa pública.
Por ultimo la administración ha terminado por deshumanizarse a través de la figura del funcionario público, por lo que se pierde el sentido por dialogar con el Estado. No quiere decir todo esto que el ciudadano haya perdido todo interés por la vida colectiva, pues se puede estar alejado de los partidismos pero a vez estar inquieto por la capacidad adquisitiva de la moneda, el pleno empleo etc. No se puede confundir la apatía con la insociabilidad.
El ciudadano ha encauzado sus ambiciones hacia otras actividades. Las tensiones del pasado han estado principalmente sostenidas por las pugnas ideoógicas. No se puede escapar el hecho que la relajación de la tensión colectiva y la actividad abstencionista van de la mano con una desideologización popularizada.
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Valoración
Para los liberales el abstencionismo denota un fallo de la moral ciudadana por la falta de un cumplimiento que va destinado a servir al bien común.
Frente a esto hay que decir que el voto no es un deber sino un derecho renunciable. El hecho de que en algunos países el voto sea obligatorio provoca decisiones apresuradas, alienadas o fortuitas. El autor trata de hacernos ver que no es un drama el que hay cierto nivel de apatía electoral. Más que un síntoma de malestar social es de salud, pues el hombre se desinteresa por una cuestión cuando considera inútil intervenir, o cuando cree que no le afecta o que le afecta menos que otras urgentes. En los países desarrollados tal estado de ánimo consciente significa un cierto nivel de bienestar personal y de adhesión a las estructuras de autoridad.
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El brote nihilista
El objeto de estudio es la protesta juvenil. Protesta que desarrolla un tipo muy concreto de joven, como es el universitario, por lo que se convierte en un fenómeno socialmente restringido. No es un movimiento de carácter estamental sino más bien de élites, como se ha demostrado en el caso de Francia.
A veces esas protestas suelen estar encabezas por algún profesor o dirigente político. No se puede obviar que en cada lugar el objetivo a perseguir es distinto, y que no existe un común denominador en el movimiento estudiantil, incluso llega haber una evidente contradicción entre algunos de ellos. Si encontramos una meta común negativa que es el repudio a la autoridad, se rechaza la configuración actual de la sociedad, es una oposición a todo lo existente.
Se pregunta De La Mora si no es una reactualización de tendencias tan antiguas como el anarquismo, el revolucionarismo o el escepticismo, algo hay de todo esto, pero para él lo que más se aproxima al significado de estas revueltas juveniles son el nihilismo.
El nihilismo no es una ideología sino una antiideología que prácticamente se agota en la simple voluntad. No es un simple neoromanticismo, aunque carece de la unidad formativa en lo estético y político de aquel movimiento. Sin embargo hay más puntos en común con el nihilismo ruso. Los protagonistas son una minoría estudiantil de procedencia burguesa, están desconectados del poder y de las masas, perfil doctrinal difuso, los sistemas a los que apelan son contradictorios. Su incidencia en el crepúsculo de las ideologías no es dudosa. Estos universitarios son a veces una caricatura y agentes involuntarios de la desideologización. Su nihilismo ha desembocado en el llamado pasotismo.
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LA CONVERGENCIA DE LAS IDEOLOGÍAS
Otro de los síntomas de la crisis de las ideologías es cuando estas convergen, cuando dos idearios contrapuestos se aproximan. Se refiere a dos posiciones tan tradicionalmente incompatibles como el liberalismo y el socialismo. El marxismo se aburguesa y por otro, el liberalismo se socializa.
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El socialismo vira a estribor
A partir de la segunda mitad del siglo XX, el socialismo ha sido incorporado en los esquemas de justicia social de todos los grandes partidos, y el marxismo se ha proscrito a si mismo debido a sus grandes errores., y todas sus nefastas profecías no se han cumplido y se han visto superadas. La gran sentencia condenatoria la dictó Keynes, fundador de la nueva teoría económica, cuando tildóa El Capital de manual de economía anticuado, que además de científicamente erróneo no tiene validez en el mundo moderno. Von Mises en su famoso tratado, el socialismo es un sistema que no admite ni mercados, ni precios, ni competencia. En Yalta los aliados trataron a la URSS como una potencia occidental más. Siendo tan insidiosa la amenaza del hambre, el proletariado soviético se aburguesa y pierde su complejo de inferioridad. Se van estrechando las relaciones económico-sociales entre los dos bloques. En pocas palabras que Rusia se está occidentalizando. Lo que nos lleva a pensar que las ideologías confluyen a escala poco más o menos que universal.
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El liberalismo vira a babor
El sueño del liberalismo desde sus albores, en el siglo XVIII, había sido la autodeterminación individual y colectiva y el gobierno del pueblo por el pueblo. Pero desde un tiempo a este parte estamos asistiendo al relevo de dos mitos: la libertad por la seguridad, y de la representación a la fiscalización.
Vivimos en una época donde el polideportivo de nuestras libertadas se está convirtiendo más bien en una pequeña sala de juegos donde hay que pagar un precio por cualquier tipo de libertad que queramos disfrutar, además de estar controlada por el gran hermano.
Hasta el ocio ha pasado a la esfera de todo lo estrictamente estamentado y reglamentado de forma metódica. El ocio para casi todos esta asociado al fin de semana y las vacaciones. Lo cual obliga a las autoridades a planificarse para poder administrar correctamente las vías de comunicación.
Lo que verdaderamente distingue a una sociedad evolucionada de otra primitiva es que en la primera el número de prohibiciones y reglamentaciones es muy superior a la segunda. Es un acopio negativo de la libertad, no positivo.
El precio político de la seguridad es una reglamentación que se prolonga en el futuro, es una apuntación de esa tan preciada espontaneidad del espíritu de una sociedad.
Todo esto supone un reajuste del rumbo del liberalismo hacia un horizonte socialista. Las ideologías del neoliberalismo y del neosocialismo están convergiendo y se dirigen las dos hacia un mismo punto, disminuyendo su frenesí y virulencia.
Los neoliberales están superencantados con la libertad de movimiento de capitales tanto el A como el B, pero no opinan lo mismo de la libre circulación de ciudadanos.
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El cosmopolitismo
Los diferentes procesos federalistas, que se caracterizan por su peculiar integración de diferentes nacionalidades, como por ejemplo la supranacional estructura de la Unión Europea, han salido al paso de los nacionalismos. El nacionalismo responde a una mentalidad primitiva y no requiere un instrumental de precisión. El cosmopolitismo es racionalista y fundamentado.
El cosmopolitismo no solo es un aburguesamiento del socialismo, un ejemplo de unificación ideológica, sino que además supone un alivio para las tensiones sociales. A través de él se racionalizan las actitudes poéticas, y al mismo tiempo la convergencia de las ideologías.
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LA RACIONALIZACIÓN DE LA POLÍTICA
Hay un evidente desacuerdo ente entre el concepto y el método de la política. Consiste en el desacuerdo entre los teóricos y los prácticos
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El horizonte de los fines
El objetivo de la política es el de conseguir una serie de objetivos determinados mediante el referente de la justicia. Es una verdadera ingeniería del deber ser. No solo hay que proclamar una serie de fines sino además cuales son los medios para alcanzarlo.
Por lo tanto esta forma tan técnica de obrar en política no hace sino alejarse más del mundo de la s ideologías.
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Porotopolítica y política
Tras citar las cuatro artes (policía, estrategia, diplomacia e intriga) de Maquiavelo en El Príncipe, advierte que este escrito no pasaría hoy en día más allá de un puro manual de candidato electoral para alcanzar el poder.
La cuestión es que la política se ha convertido en algo más que una enorme maquinaria burocrática, donde el 80 % de la actividad del Estado es economía. Ha dejado de ser un quehacer intuitivo (protopolítica) para convertirse en una técnica discursiva y reglada, es toda una labor para expertos.
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El mecanismo de los medios
El tratamiento científico de la conducta humana nace con la sociología. Su objeto no es promulgar normas, ni justificar deseos; es pura y simplemente, describir el comportamiento político del hombre. No trata de decirnos que debe hacerse sino de saber efectivamente lo que ocurre. La cuestión es ¿qué medios conducen a determinados fines?. Dicho de otro modo, tales medidas ¿que acareará?. La ciencia política ya tiene ciertas proposiciones de este orden, la división de funciones ejecutiva, legislativa, y judicial imposibilitan la dictadura
No podemos dejar de lado nunca la ingeniería social, que permite el conocimiento racional de la relaciones de autoridad, de la eficacia de las instituciones y del comportamiento de los grupos.
Es muy necesario el contar con una ciencia política que permita afrontar los problemas desde una base más técnica, no olvidar el lugar que ocupa la economía en cualquier Estado. Muchos problemas político-administrativos tienen una buena solución a través de leyes fisicomatemáticas y sociológicas no a través de principios ideológicos partidistas.
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El experto
Se ha pasado del hombre publico ideólogo y retoricista del Estado demoliberal, en el prevalecía la forma sobre el fondo. Su gran instrumento de gobierno era la palabra. Era un político de tópicos no de saberes concretos, hacía un magistral uso de los efectos ópticos y palabras sonoras. Esto fue posible mientras duro el bajo nivel cultural de las masas y mientras no se desarrollaron las ciencias sociales. Aunque la cosa cambió y el principio de la polítca ya no era el verbo sino la ciencia y la acción. Son las realizaciones concretas las que impresionan
El nuevo actor que va a interpretar este papel corresponde a otro tipo de político que será el experto. Su bagaje intelectual no será una ideología sino una ciencia.
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El ideólogo
El ideólogo es aquel que está sediento de poder político, y mas que escuelas filosóficas lo que produce son grupos de presión. Una ideología es una filosofía política vulgarizada. Es un instrumento que se forja para algo, una herramienta que sirve para mover a las colectividades. Sea cual sea la razón que esgrima ese ideólogo estará promovido por la pasión de mandar. Desde que las masas empiezan a intervenir en la vida pública, o sea, desde la Revolución francesa, la política se puebla de ideólogos, o lo que es lo mismo de aspirantes al poder que se justifican mediante seudoideas.
Durante cerca de cien años el político no tenía que ser un experto, pero la cosa hoy en día es diferente, entre otras cosa porque la creciente complejidad de la Administración exige una alta preparación técnica por parte del representante político.
No es que no sea lícito el tener la ambición por gobernar, pues la misma ambición es el muelle del progreso, lo que es una desfachatez es intentar llegar al poder sin ser un experto, un técnico capaz de aportar a la sociedad el máximo de sus capacidades.
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Del poder a la autoridad
Tiene poder político quien se encuentra en condiciones de imponer coactivamente su voluntad a los individuos del grupo. La autoridad es la posesión en grado eminente de una virtud recocida. A diferencia del prestigio, requiere, más que una opinión publica favorable, una actualidad real del sujeto En el poder se está; la autoridad se tiene. El poder pude ser impersonal y residir en una institución; la autoridad es personal e intransferible. A medida que se extinguen la ideologías y se racionaliza la política el poder se va saturando de autoridad.; y lo recibido, lo coactivo, lo absolutista, lo amoral y lo arbitrario son accidentes escasamente operantes.
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Del entusiasmo al consenso
En resumidas cuentas este apartado quiere decir que un pueblo entusiasmado es más fácilmente manipulable por parte del Estado. Ayuda más a un totalitarismo revolucionario que a un totalitarismo conservador, ya que el primero pretende romper con el pasado.
Mientras menos desarrollo económico más proclive será la situación para que aumente el entusiasmo. Pero a medida que crece el nivel cultural, la racionalización de la política, la tecnificación administrativa y en general en la medida que se desarrollan los pueblos, menor es su capacidad de entusiasmo colectivo.
Y como consecuencia aparece el consenso que es más racional que emocional que brota de la inteligencia y la voluntad, no del sentimiento. El consenso, a diferencia del versátil entusiasmo, es fuertemente inercial tan difícil de crear como de romper. Las instituciones montadas sobre el entusiasmo suelen ser extremistas, pendulares y esporádicas mientras las que lo hacen sobre el consenso tienden a la moderación, al equilibrio y a la continuidad. Los crímenes colectivos más atroces se han realizado en el calor de entusiasmos enfervorizados. Una sociedad desideologizada y racionalizada no necesita ser arrastrada, sino movida; no alucinada; sino interesada; su motor principal son los proyectos rigurosos. Por eso será una sociedad consciente no frenética. Vamos desde las ideologías a las ideas, y desde el entusiasmo al consenso.
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Los tres estadios
Ya estamos en el tercer estadio positivista donde hemos dejado atrás los carismas, las ideologías. Hemos llegado al tratamiento científico de la cosa pública. En Occidente se vive un momento de transición entre la política ideológica y la científica. Los gobernantes ya no pueden reclutarse entre los aficionados a la retórica popular, ni entre los entusiastas de la política, sino entre los profesionales. No se puede gobernar con corazonadas ni tanteos, hay que hacerlo según los últimos conocimientos. Teniendo en cuenta la cantidad de información que puede darnos los nuevos métodos de investigación cuantitativa y cualitativa.
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LA INTERIORIZACIÓN DE LAS CREENCIAS
Últimamente la sociedad occidental ha asistido a la secularización de la política, la religión se ha convertido en algo totalmente espiritual y espontáneo. Esta tendencia va a tener una repercusión directa sobre le mundo de las ideologías.
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La conexión ideológica-religiosa
Una religión enseña como relacionarse con Dios las religiones superiores no aporta una moral nueva, sino que sancionan o matizan una ya preexistente. Por eso los fieles de diferentes credos pueden coincidir en una serie de preceptos determinados, hay una moral natural independiente de lo religioso. La revelación es objeto de fe, el orden moral es objeto racional de aceptación.
La moral cristiana no pretende ser otra cosa que un sistema de preceptos imperativos para el individuo. Una ideología que apele a la teología moral católica no se inserta, pues, en la religiosidad propiamente dicha, sino en esas sustancias éticas que pueden ser compartidas, e históricamente lo son, por amplísimos sectores de la Humanidad.
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La carga religiosa de las ideologías
Viene a decirnos que un partidito de ideología confesional no tiene que estar acaparado por militantes de practicas religiosas enfervorizada. La India por ejemplo es un país profundamente religioso y no hay grandes partidos de ideología puramente sacra.
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El paralelismo
La religiosidad se encuentra en la antípoda de las ideologías, pues esta tiene que ver con la popularidad, la vulgarización y el pragmatismo. Sin embargo la primera tiene más que ver con lo esotérico, hermético y lo nada mundanal. El estrato más sustancioso de la religiosidad se encuentra en las capas más profundas del espíritu humano. Las ideologías son subproductos mentales, es tan temporal que lo que más las estabiliza es su publicidad. Al contrario ocurre con las creencias, tranquilas en su retiro íntimo.
Tanto las ideologías como las religiones son parcialmente irracionales, pero no se desarrollan paralelamente. El proceso de racionalización destruye a las ideologías, sin embargo las creencias, no sólo son compatibles con la especulación sino que han dado lugar a la filosofía. Es algo atrevido decir que el decaimiento de las ideologías es directamente proporcional al de las religiones.
Concluye el autor que las ideologías son más bien un parásito de las religiones, es un lastre de las empresas de lo divino.
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La subjetivación de la cultura
Realiza una crítica al etnocentrismo cultural desde el cual se ha hecho siempre una jerarquización de las culturas. Ni siquiera los sociólogos, con una actitud bastante impermeable, pues no se han querido mojar sobre dicha cuestión eludiendo cualquier tipo de juicio de valor.
El pluriculturalismo es para unos un intento de superación del complejo de inferioridad, los no occidentales, y para otros es una parcial relativización de las concepciones del mundo, se refiere a Occidente.
En definitiva el pluriculturalismo tampoco es la panacea para solucionar las diferencias entre un primer mundo superdesarrollado y un mundo que apenes puede sobrevivir.
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EL DESARROLLO ECONÓMICO
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Humanización e intelectualización
La tecnología es la que sin duda ha permitido a las masa alcanzar unos mínimos respetables de bienestar social, y las ha liberado de los trabajos serviles, por lo menos es lo que ha sido ha ocurrido en Occidente. Lo que la técnica posibilita es la revolución de las masas.
La miseria es el mejor caldo de cultivo para la desestabilización y la anarquía. La técnica permite la dignificación de las necesidades. El aumento del nivel de vida permite la disminución del analfabetismo, intelectualización de las actividades, y una elevación general de la capacidad media del nivel de raciocinio. El aumento de lo racional es inversamente proporcional a lo pasional, por lo que se desarrolla el sentido crítico, y el espíritu de especialización y los conocimientos. Por todo esto el contexto se torna ceñudamente antagonista a la aparición de las ideologías.
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Los factores retardatarios
Uno de los factores que ralentiza el proceso de desaparición de las ideologías es que estas han desarrollado una capacidad de adaptación al medio asombroso, lo cual les permite convertirse en tradiciones. Se me hace difícil pensar en una Rusia que no sea comunista, aunque se estén dando cambios aperturistas hacia occidente.
El científico debe estar dispuesto a renunciar a cualquier principio arraigado, pero el ideólogo se aferra con todas sus fuerzas a unos esquemas no quiere, para nada, moverse del gran sillón.
Una ideología es algo simple y de rápido aprendizaje, que se puede utilizar como panacea universal
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CONCLUSIÓN PERSONAL
Comparto con el autor que el estadio de las ideologías ha sido superado, sobre todo a raíz de enriquecimiento y la mejora social de las masas como a el le gusta llamar al conjunto de los ciudadanos.
A veces noto en el autor cierto aire un tanto elitista, desde la cual el hace ciertas reflexiones. Sin duda alguna será por su gran bagaje intelectual y profesional: escritor, periodista, diplomático, doctor en Filosofía y Letras y Derecho, y por el contexto histórico en el que el desarrolla algunas de sus actividades profesionales.
Tampoco creo que es una licencia demasiado correcta para un intelectual de la talla de De la Mora, esa presunción de machismo al decir que: La mujer es más entusiasta que el varón, el adolescente más que el adulto, el primitivo más que el civilizado. El entusiasta tiende a ser apasionado, parcial, ingenuo, impermeable, obsesivo, dogmático, incongruente, alternante y elemental. Sinceramente no creo que viniese mucho al caso hacer ese tipo de reflexión en un discurso sobre las ideologías.
De La Mora en todo momento le da un papel muy importante a la racionalización de la política, por lo cual debe entenderse como una enseñanza para un futuro politólogo. Sin duda alguna el quehacer de gobernar debe ser sin duda para los mejores y más instruidos. La cuestión es que en España esto puede ser una realidad formal y no material, pues creo que los futuros licenciados en Ciencia Política no tienen reservado un excesivo protagonismo en la vida política actual.
El autor hace un excesivo repaso al decaimiento de las ideologías desde el prisma de la política internacional, ello se debe a que la coyuntura de estos últimos cuarenta años, en la que nos hemos visto obligados a céntranos demasiado en este aspecto. Como por ejemplo los esfuerzos que ha realizado España para subirse al carro de todo tipo de instituciones internacionales. Aunque me hago la siguiente pregunta, ¿que peso especifico puede llegar a tener en todo esto la política local? Sinceramente es algo que se ha descuidado mucho en el último tercio del siglo XX. ¿Qué ocurre a nivel local con las ideologías?, ¿Sufren el mismo proceso de desarrollo e involución que en una gran ciudad?.
Comenta el autor que el actual caldo de cultivo para las ideologías y nacionalismos está en los países subdesarrollados, como en África. Pero creo que no hay que ir muy lejos para encontrar otro tipo de ideología que acompaña a una generación de seudopoliticos, auspiciados bajo la cultura del pelotazo y cuyo credo es la corrupción inmobiliaria.
Hoy por hoy vemos como las relativas buenas relaciones entre religiones, que en algún momento alumbra el autor no es exactamente así. Digo esto porque si puede ser que estemos en una de las peores épocas en lo que relación intercultural entre el mundo occidental y musulmán se refiere,
Se puede decir que ha habido un resurgir de las ideologías dentro del mundo árabe, aunque me atrevería a sugerir que determinados grupos neoconservadores del mundo occidental están desarrollando una política que más que racional diría que son de cierta irracionalidad ideológica.
Que ocurre con la orfandad ideológica, si esa sensación de contradicción que a veces siente el individuo cuando ve que hay ciertas decisiones, del partido que no es de su apetencia electoral, que le son de su agrado. Esto tiene que ver con la convergencia de las ideologías de la que ya hablaba De La Mora. Pero lo que creo que no cita el autor es la postura que tiene el político ante esa situación, ¿le interesa verdaderamente tener una cantera de potenciales electores totalmente desideologizados?, o ¿le conviene alentar entre ellos que sean lo más críticos y objetivos con la actuación de sus administradores políticos?. Sinceramente creo que no, que el político atrapavotos siente cierta nostalgia por ese yacimiento ideológico que una vez existió y que hoy, es una pequeña veta, que a duras penas da para alimentar a la familia política.
Con respecto a esto último creo que España podría suponer una pequeña excepción, pues no se si la apatía a votar es lo suficiente mente significativa para que se pueda concluir diciendo que, también no has he llegado el crepúsculo de las ideologías. Casi diez millones de votos por cada partido en la elecciones generales me dicen que no. Al atrapavotos creo que le preocupa más la decisión que van a tomar los desideologizados, que no esa gran masa que se sabe que le apoya. El voto del indeciso es el que puede desequilibrar la balanza.
Quizás la falta de perspectiva histórica que todavía tenemos es lo que nos impide llegar a esa catarsis que realmente nos convierta en objetivos jueces de nuestros gobernantes en los que les hemos depositado nuestra confianza, sin tener más oportunidad que la de las elecciones para renovársela o no.
Si leemos cualquier diario de tirada internacional o nacional podremos deducir sin muchos esfuerzos que asistimos un nuevo rebrote de las ideologías al comprobar como se está dando de unos años para acá un nuevo rebrote del integrismo, que es el fin en si mismo de las ideologías. Si como dice De La Mora el desarrollo económico conduce al bienestar social y por ende a la desaparición de las ideologías, ¿tendríamos que deducir por esta regla de tres que el integrismo islámico se debe en buena medida al escaso desarrollo económico que existe en gran parte de los países árabes?.
Refiriéndome a otro asunto y estableciendo alguna conexión con la revueltas de mayo del 68, según De la Mora brote nihilista, que se podría decir de los disturbios en los suburbios de Paris a principios de año o con la revuelta de los estudiantes por su quejas ante el contrato de primer empleo. A priori podríamos decir que son hechos totalmente diferentes, pero en el trasfondo de los dos últimos la clave desde luego creo que es económica, aunque como el caso del 68 no se si puede haber además una motivación ideológica.
Con estas serie de reflexiones pongo fin al análisis sobre El crepúsculo de las ideologías, en términos generales creo que es una adecuada obra para acercarnos a una cuestión tan poca tocada en la actualidad pero que a poco que nos descuidemos y bajo unas condiciones determinadas creo que se puede poner sin duda alguna y desgraciadamente nuevamente de moda.
Tecnocracia: gobierno de un país por técnicos en las distintas materias y no por personas que son políticos exclusivamente.
Maximalismo: actitud de defender posturas extremas, particularmente en política.
Nihilismo: doctrina de un partido revolucionario ruso del siglo XIX, según la cual la actual organización de la sociedad es tan mala que hay que destruirla totalmente; de aquí una de sus principales manifestaciones, el terrorismo. Ô *Anarquismo.
Supongo que se refiere a Mayo del 68.
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No perder en ningún momento la referencia histórica temporal en la que escribe el autor.
Me refiero con ello al adalid de la guerra preventiva, Donal Rumsfeld secretario de Estado estadounidense
MIGUEL ANGEL FERNANDEZ SANCHEZ EL CREPÚSCULO DE LAS IDEOLOGÍAS
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Enviado por: | MIGUEL ANGEL FERNANDEZ SANCHEZ |
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